No ha sido el mes de mayo uno de los más satisfactorios en mi trayectoria lectora. Pienso que mis comentarios dejan claro lo que recomiendo o no, aunque no siempre gustan o disgustan las mismas cosas a los mismos.
Hace once años que falleció Rafael Azcona, sin duda uno de los más brillantes guionistas de la historia de nuestro cine; películas como "El pisito", "Plácido", "El verdugo", "La escopeta nacional", "Belle époque" o "La niña de tus ojos" así lo acreditan.. Pero el riojano tuvo también una interesante faceta de escritor, y la editorial "Pepitas de calabaza" publicó hace unos meses "Viaje a una sala de fiestas y otros escritos dispersos", una colección de relatos de Azcona publicados en diversos medios -el más conocido el diario vespertino "Pueblo"- entre 1952 y 1959. El volumen despertó mi curiosidad y decidí comprarlo. La primera narración es la que da título al libro y fue una delicia su lectura: ironía, humor, crítica social, ... un relato extenso y francamente divertido. Tal vez por las expectativas levantadas por éste, el resto me gustaron menos, incluso en algún momento la lectura se me hizo algo cansina: excesivo surrealismo y un estilo que me llegó a parecer algo pasado. No obstante, en la parte final hay algunos "escritos dispersos" que levantan de nuevo el vuelo. Un libro curioso, que aunque me haya parecido irregular, seguro que gusta ... al menos intriga, a los cineastas devotos del cine español.
En una de mis visitas a la "Casa del Libro" de la zaragozana calle de San Miguel, me entrró por los ojos "Candela", una novela escrita por el novel Juan del Val, un periodista que debuta con fuerza en el panorama literario español, pues la novela ha sido galardonada con el Premio primavera de narrativa. En esta ocasión ha fallado mi "ojo clínico literario", y tras terminar la lectura no se cómo hacer para no esañarme mucho con lo leído. "Candela" es una joven soltera, de familia sencilla, que trabaja de camarera en un modesto restaurante familiar. Con este planteamiento, pensaba que me iba a encontrar con un relato costumbrista, grato, posiblemente dotado de realismo y crítica social. Pero, en mi opinión, subjetiva por supuesto, lo que hay es una novela sin puntos de interés, redactada correcta, pero no brillantemente, y en la que se acude a todos los clichés políticamente correctos de la actualidad, algunos como metidos con calzador. Cabe añadir, que el autor reitera en varias ocasiones la descripción detallada de las aventuras amorosas de la protagonista, lo que no comento como recurso a la moralina, sino entendiendo que no veo tan trascendente para la esencia de la trama tanto "revolcón". En suma, que no puedo recomendar esta novela, ... y que conste que el personaje de la tal Candela se hace simpático. Eso sí, ya he leído unos cuantos comentarios positivos ,,, ¡a ver si el problema es que me cogió en temporada torcida!.
En la página 2 del cuadernillo cultural que acompaña al ABC de los sábados suele haber una miscelánea de pequeñas noticias sobre temas culturales. En el de hace dos semanas se ponía por las nubes "Peces de colores y hormigón", un breve e intimista librito escrito por la holandesa Maartje Wortel. Los comentarios de Inés Martín Rodrigo ("sorpresa literaria más agradable en mucho tiempo ...") y sus escasas 70 páginas me animaron a comprarlo un sábado y leerlo aprovechando un viaje de ida y vuelta del domingo. Tal vez fue un error apurar tanto la lectura, pero ha sido uno de esos textos de prosa poética que con el que no he acabado de conectar. A la autora se le intuye una sensibilidad especial, existe ternura y nostalgia en cuanto Wortel evoca sus recuerdos de infancia y la especial figura de su padre y me fío del criterio de la periodista citada, pero la realidad es que terminado el libro, con una serie de ilustraciones que reducen aún más su contenido escrito, no sabría explicar más allá del carácter independiente del padre de la escritora y sus planteamientos vitales. En cualquier caso, me fío de tanto canto a la excelencia de las críticas, e invito a leerlo, algo que se hace en un "pis/pas" y tal vez algún alma caritativa me puede explicar mejor el alma del relato.
Stefan Zweig es sin duda, una apuesta segura. Me llamó la atención la reciente publicación por Editorial Plataforma de "La desintoxicación moral de Europa y otros escritos políticos", una recopilación de artículos publicados por el escritor austriaco entre 1909 y 1940. Los citados artículos constituyen un magnífico estudio y un testimonio impagable del pensamiento de Zweig en lo que se refiere a la coyuntura política e ideológica de Europa en la primera mitad del siglo pasado, muy especialmente en torno al antes y el después de la Gran Guerra. El escritor acusa una sensibilidad y una preocupación llamativas por la situación existente, por el auge de los nacionalismos y las ideologías radicales y, por encima de todo, por la necesidad de cerrar las heridas de la guerra y crear una situación que impida su repetición. Salta a la vista que sus deseos no fueron satisfechos con el éxito. Me han gustado mucho el artículo que da título al libro, una reflexión final sobre el reforzamiento de la unidad europea y, por encima de todo, una extenso artículo titulado "Wilson fracasa", en el que relata los intentos frustrados del entonces presidente de USA Woodrow Wilson por conseguir un acuerdo unitario y generoso en Versalles. Leer a Stefan Zweig sigue dando resultado.
Suelo mirar con interés lo que publica "Libros del Asteroide"; por esta razón me "encapriché" de "Rialto,11", relato de la sevillana Belén Rubiano en el que no nos cuenta una historia de ficción, sino que siguiendo una tendencia hoy muy frecuente, nos habla de una historia personal. En el caso de la referida autora se trata de su experiencia como propietaria de una librería en una plaza tradicional de Sevilla. Su lucha para sacarla adelante, mil anécdotas de todo tipo, el contraste entre las pequeñas librerías de librero tradicional y las franquicias y grandes superficies, … son 238 páginas francamente amenas. Rubiano ha conseguido no escribir un libro previsible, no caer en tópicos, a la vez que proyecta una narración que hace disfrutar a cualquier amante de la lectura. La autora utiliza a partes iguales el humor, la ironía, el desenfado, cierta trasgresión y los inevitables rasgos de tristeza de un negocio que termina cerrando. Cuando lo inicié pensé que se trataba de una lectura de riesgo, pues compré el libro con grandes expectativas, y en estos casos uno siempre teme no verlas satisfechas. Afortunadamente puedo afirmar que me ha ido gustando más conforme pasaba las páginas.
La colección "Salamandra negra", como casi todo lo que sale de dicha editorial, ha sido un acierto. Desde su inicio, hace ya unos cuantos años he descubierto una serie de autores del género francamente buenos: Louise Penny, Nic Pizzolato, Jane Harper, Antonio Manzini, … Por eso en mayo decidí insistir en el tema, optando por una novela de espías, "Caballos lentos", del británico Mick Herron, Se trata de una novela de espías, género que en ocasiones me cuesta digerir y bien distinto a los leídos hasta ahora de los autores citados. La novela tiene un largo inicio -más de cien páginas- en las que nos presenta a los personajes, lo que supone un inicio más bien "premioso" de la lectura. Tampoco es fácil su ambientación, "La casa de la ciénaga", una especie de oficina siniestra, al otro lado del Támesis, donde van a parar los agentes que han cometido algún error llamativo. Al mando de la misma está un individuo a quien Herron otorga vocación de continuidad, Jack Lamb y en torno a él pululan una serie de personajes de aire entre "friki" y "perdedor". No ha sido fácil seguir el hilo argumental, aunque al final creo que todo me ha quedado claro. Juan Carlos Galindo, en su blog "Elemental", que la novela supone la primera entrega de una serie de espionaje con la que Mick Herron ha revolucionado el género … habrá que estar a la espectativa, pero la frase la veo excesiva.