"La salvación de nuestro mundo se encuentra en el corazón de las personas, en su humildad, responsabilidad y capacidad de reflexión". Vaclav Havel
27 de junio de 2012
26 de junio de 2012
Libros de junio
Para quienes solemos tomar las vacaciones en julio, el mes que le precede viene a ser la antesala de un tiempo que permite leer más que de ordinario. Por eso, mis lecturas de junio no han sido excesivas, y la mitad de las que aquí aparecen no son más que libros ya comenzados y avanzados en la segunda quincena de mayo. No obstante, cabe hablar de dos excelentes novelas policíacas, absolutamente recomendables, un nuevo encuentro con Ignacio Martínez de Pisón, un escritor aragonés que se ha convertido, desde mi punto de vista, en uno de los más seguros valores del panorama literario español contemporáneo y el descubrimiento de John Fante, uno de esos escritores norteamericanos de mediados del siglo XX que nos enfrentan con la vida ordinaria de la América profunda. Junto a ellos, ha habido también alguna lectura más de relleno que completa el muestrario mensual al que me he apuntado en los últimos tiempos. A mi regreso del descanso anual -no me atrevo a añadir ese calificativo de merecido- espero poder ofrecer una lista más amplia de libros leídos, ... y espero haber acertado en la elección de mis encuadernados compañeros de viaje; el verano siempre es ocasión de incrementar el hábito de leer, descubrir libros interesantes y desempolvar alguna que otra joya.
Ignacio Martínez de Pisón se ha convertido en uno de mis autores españoles actuales favoritos, habrá quien piense que ando influenciado por el paisanaje y su condición de acérrimo zaragocista, pero con independencia de tales circunstancias pienso que es uno de los mejores hoy en día. Me habían recomendado vivamente "Dientes de leche", un relato ambientado en la Zaragoza del franquismo y que se centra en torno a la familia creada por Raffaelle Cameroni, un italiano que había llegado a España durante la guerra civil reclutado por las brigadas que Mussolini envío a Franco para echarle una mano. Tal vez lo mejor de Martínez de Pisón es la agilidad con la que narra, ese aire fresco que uno nota cuando lee sus novelas. El autor zaragozano nos cuenta con naturalidad, excelente redacción y cierto tono de humor los dramas, aventuras y sucedidos, algunos bien chuscos, de Cameroni, su mujer y sus hijos, sin prescindir de las necesarias referencias históricas, pues al ritmo de la vida de los protagonistas en España se van viviendo intensamente los sucesos de posguerra, desarrollo y postfranquismo. "Dientes de leche" tiene un toque entre entrañable y familiar, y refleja formidablemente cómo fue la vida de tanta clase media en unos años que comenzaron dramáticos y poco a poco se fueron convirtiendo en más alegres y festivos, sin olvidar los dramas y contradicciones de la época.
Hacía tiempo que me habían recomendado "Llenos de vida", una novela de John Fante, escritor y guionista de cine fallecido en 1983 y que alcanzó el éxito después de su muerte. Fante pertenece al movimiento literario llamado "realismo sucio", que al parecer muchos piensan tiene su origen en Charles Bukowski, aunque éste ha asegurado que él se inspiró precisamente en Fante, Raymond Carver es otro de los representantes de este estilo. Una de las peculiariedades de esta novela es que el protagonista es el propio escritor, que es tratado por él mismo con notoria autocrítica. En la novela se tratan los temas que según cuentan los expertos son constantes en las novelas de John Fante: la pobreza, el catolicismo en relación a la comunidad italoamericana y la incomunicación, en la familia o en la pareja. El autor ambienta su relato en Los Ángeles, pero se adentra en la América profunda a través de la figura de su padre, que vive en un pueblo recóndito y a quien va a buscar en un viaje narrado de manera, en mi opinión, tan prodigiosa como hilarante. Me ha parecido una novela formidable, de esas que se leen gratamente en uno de esos fines de semana tranquilos no sólo por su brevedad -156 páginas a doble espacio-, sino porque muchas veces para disfrutar con la lectura no necesitas ni grandes argumentos ni especiales intrigas, basta algo bien escrito y un enfrentamiento con lo ordinario, lo de cada día.
Hace bastantes años que descubrí a Petros Márkaris, el autor griego creador de un personaje tan delicioso y bien diseñado como el comisario Costas Jaritos; de un tirón me leí las tres primeras entregas protagonizadas por este policía entrañable: "Noticias de la noche", "Defensa cerrada" y "Suicidio perfecto", pero a pesar de haber quedado encantado con ellas he tardado casi cinco años en leer el cuarto de la serie, "El accionista mayoritario", una novela en la que vuelve aparecer una intriga tan bien elaborada como las anteriores, con los mismos toques de espectacularidad que caracterizaban a las citadas, con un Jaritos imprescindible, una acertadísima versión griega del Brunetti de Donna León, el Laurenti de Veit Heinichen o el Adamsberg de Fred Vargas. No obstante, además del misterio concreto de cada caso, lo que convierte a las novelas de Márkaris en una lectura irresistible es la magnífica descripción de los personajes permanentes, desde el tal Jaritos hasta su mujer, Adrianí, con la que mantiene una relación divertida y genial, sin olvidar a su hija Katerina, su futuro yerno Fanis y su superior, cuyas relaciones no son siempre serenas, el Guikas. Márkaris añade una agilísima crítica socio-política de las instituciones y la sociedad griega que contribuye a incrementar el interés de la novela. "El accionista mayoritario" es de esos libros que se leen de un tirón y dejan abiertas las puertas a seguir con la serie.
No cabe duda de que Dennis Lehane es uno de los autores del género policiaco más brillantes de USA; ser el autor de "Mystic River" y "Shutter island" otorga, sin duda, un prestigio indudable, pero lehane tiene también sus detectives fijos, en este caso Patrick Kenzie y Angela Gennaro, cuya primera novela, "Un trago antes de la guerra", la sensacional aparición del autor en el panorama literario que le valió el Shamus Award, uno de los premios más prestigios que puede conseguir un escritor novel del género negro. Se trata de una de las mejores novelas del género que he leído, con unos personajes extraordinarios, unos diálogos ágiles y sugerentes, un argumento interesante y, eso sí, una brutalidad notable. La novela está ambientada en Boston y tiene todos los ingredientes para convertirse en uno de esos libros que cuesta dejar, con problemas raciales, políticos corruptos, bandas de jóvenes criminales y dos detectives con los que te identificas a la primera y que, trabajo profesional aparte, tienen ambos su pasado oscuro y sus dramas personales. Lehane sabe dotar a sus novelas, además, de un toque de humor negro que las mejora más, si cabe.
En una de mis frecuentes "exploraciones" por el mundo de la intriga escandinava he terminado junio leyendo "Hablaré cuando esté muerto", una novela de la sueca Anna Jansson que aseguran ha vendido más de un millón de ejemplares en su país y que está encuadrado en una serie de diez novelas protagonizadas por la policía Maria Wern y enmarcadas en el pequeño barrio de Roma de la isla sueca de Gotland. No dudo de que el libro se haya vendido tanto, pero pienso que puestos a comprar novelas suecas hay un buen número de autores de bastante más altura. Existe ciertamente una intriga que te mantiene la atención, pero la novela hay que incluirla en la lista de libros prescindibles; pienso sinceramente que la autora no consigue redactar adecuadamente la historia, que se lee farragosamente y en la que se echa de menos originalidad y un mínimo de calidad. En definitiva, una novela flojita y completamente prescindible que dudo haya obtenido en España el éxito de ventas que aseguran logró en su país de origen. Me ha costado mucho leerlo, lo que no se si se debe a la traducción o a lo enrevesado de la forma de scribir de la autora.
24 de junio de 2012
Muere Galiardo
23 de junio de 2012
Trevor Francis: un nombre, un recuerdo
Hace un par de meses leía en la prensa que el ex-futbolista inglés Trevor Francis había sufrido un ataque al corazón y se encontraba recuperándose en un hospital; el hombre cumplió el pasado 19 de abril 58 años y no cabe duda que se trata de una edad peligrosa para la cosa cardiaca. Inmediatamente volvió a mi cabeza uno de esos nombres de los que te olvidas no se sabe porqué, pero que en su día formaron parte de los jugadores que uno admiraba. Siempre me ha gustado el fútbol de las islas, y Francis ocupa un lugar importante de esa larga lista de atacantes británicos que tanto me hicieron disfrutar: Kevin Keegan, Kenny Dalglish, Glen Hoddle, Gary Lineker, Mark Hateley, Terry McDermott, ... El jugador, nacido en Plymouth y formado futbolísticamente en el Birmingham City, era el clásico delantero que se escoraba hacia la derecha, rápido, ratonil e incisivo y formaba parte del Nottingham Forest, un club inglés sin excesiva historia y que en la actualidad lucha por regresar a la Premier League, pero que a finales de los años 70 ganó dos Copas de Europa seguidas y entró en la elite del fútbol inglés, imponiéndose a los clásicos de siempre: Manchester United, Liverpool, Chelsea, Arsenal, ...
22 de junio de 2012
¡Pero qué horribles!
Hace tiempo que los veo expuestos por ahí; en algunas zapaterías, en el "Schlecker", en los oscuros y abigarrados bazares de los chinos ... y siempre me han parecido tremendamente feos; al principio pensé que se trataba de calzado de trabajo, pero poco a poco he ido comprobando que el personal se lo pone en cualquier sitio, que nuestras calles, paseos y plazas son continuamente pisados por esos zuecos negros, morados, rojos, amarillos, ... y hasta en el propio trabajo ves a chicas de lo más monas y estiladas portando semejantes armatostes en sus pies. Imagino que deben de ser supercómodos, incluso es posible que sean utilizados con fines terapéuticos, a lo mejor hasta existe un estilo que los justifique y recomiende, ... pero, al menos por ahora, me parecen un insulto al buen gusto y la elegancia.
Es posible que el problema sea mío, que todavía ande anclado en una estética anticuada y condenada a desaparecer, pero me resisto a admitir que calzar unos zuecos de plástico con agujeros y de colores vivos añada nada positivo al buen vestir del personal. He asimilado, y hasta les encuentro el punto, las sandalias hawaianas, también las de "plásticurri" que llevan algunas mujeres tal vez con un modelete caro, o la alpargata de yute que no se que diseñador puso de moda, hasta las "Victoria" sin cordones que lleva el 50% de las chicas jóvenes con apariencia de estar a punto de enseñar el dedo gordo: son contrastes que tienen su gracia, su elegancia propia. Pero andar por la calle con unos zuecos bastos y enormes , con apariencia de ir a quitar el polvo del recibidor, aventar la alfombra en el patio de luces o elaborar un potaje en la cocina del "Bar Juanito" añade bien poco a la buena convivencia.
21 de junio de 2012
¡Dios salve al solsticio de verano!
La palabra la escuché muchas veces, pero hasta ahora no me había parado a profundizar sobre el hecho; y es que al parecer esta noche es la del solsticio de verano, algo que no tiene porque ser "moco de pavo". Dice la "wikipedia" que en este solsticio la longitud del día y la altitud del sol al mediodía son máximas respecto a cualquier otro día del año. Efectivamente, en el Hemisferio Norte es llamado “Solsticio de Verano” y es el día más largo del año, marcando paso de la primavera al verano.
Estos días finales de junio me devuelven a la infancia, cuando volvias a comprobar que el curso había pasado con la velocidad del rayo y te enfrentabas a los últimos días de colegio con la ilusión de un verano que sonaba a época mágica, todo ello con independencia de la mayor o menor incertidumbre de las notas finales y si las vacaciones se presentaban con algún aliciente en forma de viaje a la playa. Por aquellos años nos conformábamos con bastante poco, y la perspectiva de no tener obligaciones escolares bastaba para desplegar la imaginación y alimentar las ilusiones. ¡Que lejos quedaba septiembre ese día que te despedías de tus compañeros de clase como si partieras lejos y por mucho tiempo!, y es que cuando eramos unos "locos bajitos" dos meses y pico eran toda una vida.
La palabra solsticio puede sonar a cursi, en exceso culta y hasta rimbombante, y lo cierto es que a mí me basta con hablar de verano, un tiempo que puedes convertir en más relajado y muy especialmente aquél en el que disfrutas las vacaciones; porque este año las añoro y necesito de manera especial. No se si es el tiempo, los calores, las noticias preocupantes de la prensa o la edad que vas alcanzando, pero ando estresado y suspiro por unos días de descanso en los que pensar poco y complacer los pequeños y lícitos caprichos que te pide el cuerpo. A la hora de la verdad las cosas vendrán como Dios quiera, pero este año no me sirven filosofías complicadas, ideas de aventura ni excusas retorcidas, y si hay solsticio que la palabreja anuncie relax, paz interior y renovación completa. ¡Que el solsticio nos sea favorable!.
20 de junio de 2012
Entre el diluvio y las tinieblas
19 de junio de 2012
El fracaso de la selección holandesa
Holanda suele ser una de las favoritas al triunfo final en cada competición en la que juega; en esta Eurocopa que desde hace unos días ocupa el ocio de bastantes y que ahora entra en su fase más emocionante, no era menos y el conjunto que entrena Bert Van Marwijk, un hombre que por cierto no me sonaba nada, parecía un serio candidato a llegar muy lejos, máxime si consideramos que hace tan sólo dos años fue subcampeón del mundo y que en el plantel naranja aparecen nombres tan sonoros en el panorama futbolístico como Robben, Sneijder y Van Persie. A la hora de la verdad, la antigua "naranja mecánica" ha cosechado derrota tras derrota y ha tenido que regresar a casa a la primera tras no conseguir obtener ni un sólo punto en el denominado, con ese exagerado dramatismo que le damos los "futboleros" a estas cosas, "grupo de la muerte".
A lo mejor puede resultar gratuito buscar las razones del fracaso, analizar lo sucedido, y el único motivo de la debacle hay que buscarlo en que el balón unas veces entra y otras no, y ya se sabe que en esto del deporte rey se puede pasar del día a la noche y viceversa con un par de decisiones arbitrales, algún balón en el poste o cualquier otra eventualidad que supera cualquier previsión de mister y jugadores. No obstante, me siento capaz de llegar a tomar en consideración tres razones que han llevado a toda una generación de futbolistas a perder su última oportunidad de conseguir un título internacional con su selección. En primer lugar, pienso que Holanda no ha conseguido meter savia nueva adecuada en el equipo, cuya principal carga la han seguido llevando las estrellas de siempre, que tienen por cierto cada vez más años a sus espaldas. Así, de la misma manera que en el Mundial de 1974 a los Cruyff, Haan, Krol o Suurbier se añadieron unos jovencísimos Rep, Rijsbergen o Neeskens, en esta Eurocopa van Marwijk no ha contado con jóvenes con el nivel suficiente para formar junto a los de siempre un conjunto importante, y si lo tenían no lo han demostrado.
Por otra parte, pienso que el mister holandés no ha arriesgado en exceso, sacando en sus dos primeros partidos un doble pivote enormemente defensivo, el que formaron el veterano y ex barcelonista Mark Van Bommel y el polémico Nigel de Jong, ambos caracterizados por su poca ambición ofensiva y por no estar exentos, especialmente el segundo -que se lo pregunten a Xavi Alonso-, de ciertas dosis de usos violentos. Esta opción por el antifútbol, contrastado por supuesto por las grandes condiciones técnicas de sus hombres ofensivos, ha podido pasar factura a los "orange".
También pienso que las figuras de la Holanda más reciente son jugadores a los que, teniendo una enorme calidad, les suele faltar algo para acabar de redondear actuaciones y trayectorias; pienso que Robben y Sneijder, ambos con pasado madridista, son los más completos de todos, pero aún así les falta ese punto necesario para pasar de excelente jugador a fenómeno y mientras Robben acaba siendo reiterativo en sus jugadas, a Sneijder le falta continuidad. A Robie Van Persie, que para muchos es el mejor del equipo, le veo como un jugador que empieza mucho y acaba poco, mientras Rafa van den Vaart me parece el típico jugador de jugadas sueltas, con buen toque y poco juego de conjunto, a la vez que Huuntelaar no deja de ser un "armario" con olfato de gol y Dirk Kuijt un "peleón" con poco cuerpo y algo pasado de vueltas.
En definitiva, es posible que Holanda haya tenido mala suerte, todas las grandes selecciones han tenido su Waterloo y es muy fácil hablar a toro pasado, pero creo sinceramente que la temprana eliminación del tres veces subcampeón mundial no debe extrañar a nadie. Eso sí, no saquemos pecho que ayer los nuestros pudieron perfectamente quedarse también fuera y darnos el disgusto de la década.
18 de junio de 2012
No caminamos por una alfombra
Seguramente no nos pasa a todos, pero algunos nacimos como en una burbuja, mamando en los mundos de "yupi", estudiando en colegios enmoquetados y, muy especialmente, pensando que eso era lo normal, que todo aquél que te cruzabas por la calle también comía caliente, tenía la vida organizada e iba a Misa los domingos. Yo soy de los que andaban preocupados por los negritos de África y cuando las monjas del colegio al que acudí hasta los 6 años nos pedían el papel de plata de las tabletas de chocolate para ayudar a aquéllos, me parecía una manifestación de la sabiduría de la naturaleza el que a mí me gustara el chocolate y a los africanos el papel que lo envolvía. Con los años la vida te va enseñando y aprendes que no es de color de rosa, que para descubrir los dramas que provoca la pobreza no hay que cambiar de continente, pues te los encuentras a la vuelta de la esquina y que la trayectoria de cada cual no está marcada puntualmente de manera previa y convencional, sino que el mismo punto de partida puede conducir a situaciones bien distintas y hasta contradictorias. Yo soy de los primeros miembros de esa generación en la que unos cuantos se perdieron por el camino a base de adicciones de efectos entonces desconocidos, unas vidas malgastadas sin demasiada culpa y con excesivas ignorancias.
Nuestros padres lo pasaron mal, ellos supieron lo que es el la guerra, el hambre, el miedo y lo supieron porque lo sufrieron, tal vez por eso vivieron demasiado pendientes de que no nos ocurriera a nosotros, puede que en exceso y les hemos salido acomodados, ingenuos y cobardones ... imagino que unos más que otros. Mis años de estudiante siempre los recuerdo como tiempos de agobios e incertidumbres, pero a la vez siento una notoria añoranza por ellos, pues me consta que no deja de ser la mejor época de la vida, a la vez que, con la madurez, comprendes que los problemas de entonces no solían ser tales y lo que me parecía un mundo no era casi nunca trascendente. La vida te acaba enseñando que el camino ni es recto ni uniforme ni limpio de obstáculos, que nadie te recibe en ningún sitio con la guardia formada ni te extiende una alfombra roja por la que andar con frente alta y aires de superioridad, y cuanto antes lo aprendas mejor te irá.
Ahora andamos en época de crisis y nos enfrentamos a un panorama hasta ahora desconocido para muchos; hay quien nos ha vendido unos años 60 y 70 llenos de oscurantismo y en los que unos pocos vivían bien y la mayoría lo pasaba mal: no es el mundo que yo he conocido, y aunque admito cierta falta de contacto con el mundo real durante mi infancia, más bien pienso que fueron épocas de crecimiento y de arraigo de la clase media. De la transición hasta ahora todo han sido, como dicen los catalanes, "flors i violas", pero de pronto se nos ha desmontado -siguiendo con los dichos del "Principat"- la "paradeta" y lo que hasta ahora valía, comenzamos a plantearnos que no sirve y, sobre todo, nos cuesta asumir que hay que empezar a renunciar a lujos, hábitos y alguna que otra comodidad ... y es que nos hemos mimetizado en una sociedad que huye de lo que resulta doloroso.
16 de junio de 2012
El "10" de la mejor Alemania
15 de junio de 2012
Resuelto el dilema de la ventanilla
Sí, ya se que soy reiterativo, tal vez obsesivo, pero no lo puedo evitar: en el fondo el blog me viene bien como desaguadero, como vía de escape, como modo de desahogar tensiones y algún que otro cabreo. El pasado miércoles hice un rápido viaje de ida y vuelta en AVE a Tarragona y volví a toparme con la dictadura de los medios tecnológicos y los usuarios psicopatizados de los mismos. Eso sí, la situación me ayudó a resolver el nuevo dilema que surge cuando compras un billete: hasta hace poco uno pedía un billete y le tocaba el asiento que le endosaba no se sabe si la suerte, el destino o la voluntad del vendedor; ahora puedes elegir vagón y número de asiento y siempre surge la duda de si es mejor coger "ventanilla" o "pasillo", algo que tras la experiencia del miércoles personalmente ya he resuelto.
A las 20.33 horas accedía en el andén de la absurda estación "Camp de Tarragona" -algún día habría que hablar del dislate de poner la estación del AVE a 14 km de la ciudad- al vagón nº 5 del tren que me devolvería a la estación zaragozana de Delicias y una vez hallado el asiento "15-D" comprobé que en el "15-C" viajaba el típico "madurete" intrépido y dinámico rodeado de toda la parafernalia "emprendedora"; para acceder a mi asiento, situado en zona ventanilla, el hombre hubo de retirar el portátil de la mesita, desenchufar varios cables que unían dicho portatil y el móvil con unos auriculares que a la vez ejercían de teléfono, ... todo ello mientras intuía por su parte cierto desagrado de ver interrumpido su brillante trabajo de gestión.
Me arrellané en mi asiento, casi compungido, subjetivamente avergonzado de haber ocasionado tanta molestia a un salvador de la patria y me dispuse a pasar la afortunadamente escasa hora y diez minutos de viaje, agradeciendo a la providencia que aún siga funcionando el AVE y me permitiera que mi "encajonamiento" no fuera a durar demasiado. Yo dormitaba, mientras mi compañero no paraba de darle a la tecla de su ordenador y a frecuentar diálogos telefónicos sobre compras, ventas, precios y otras "gaitas". Mi azoramiento -llamemosle así- era tal que ni por asomo me planteé salir del asiento, pues supondría una nueva odisea de recogidas, desenchufes, meneos, idas y venidas ... y quedé privado de la posibilidad de ir al bar, que no deja de ser un capricho, aunque también de acudir al W.C., lo que puede ser una necesidad -incluso una urgencia-, pero cualquiera se atreve a interrumpir la actividad del vecino, pues a esas alturas ya me daba miedo que por culpa de mi incontinencia pudiera subir la prima de riesgo.
Llegué a Zaragoza y hube de volver a pedir permiso al "triunfador" para que desmontara su "despachito", casi avergonzado de interrumpir de nuevo tan trascendentes labores, y bajé del vagón sintiéndome por fin mínimamente libre. De ahí marché a la estación de autobuses a coger el último que sale cada día para Huesca a las 22.15, un bus que pasa por los pueblos de la ruta, donde va dejando a los que regresan a sus casas de sus trabajos de camareros, limpiadoras, cuidadores, ... gente sencilla para los que viajar en medios públicos tiene un carácter más social y menos complicado, que saludan al conductor, que aparentan solidaridad con el prójimo, ... todo un himno al buen tío -y buena tía- de la calle. Ah, y por supuesto, a partir de ahora, ventanilla "nunca mais".
14 de junio de 2012
Nando Molinos vuelve a casa
Fernando Molinos Granada es ya el próximo presidente ejecutivo del Real Zaragoza; sobre el papel su llegada a la máxima jerarquía del equipo aragonés equivale a que el polémico dueño del club Agapito Iglesias se aparte de la dirección y deje las riendas ejecutivas y administrativas del mismo a un hombre del fútbol, alguien cuya vida ha estado siempre ligada al deporte del balón redondo. Eso sí, como toda decisión del soriano suele ser tomada, con motivos bien justificados, con recelo, los aficionados zaragocistas estamos a la expectativa de comprobar si este hombre próximo a cumplir los 62 años, que curiosamente también nació en Soria aunque sus primeros veinticuatro años los pasó casi íntegramente en Zaragoza y que es toda una institución en un club de la solera del R.C.D. Español, va a poder desarrollar su función con mando y sin interferencias. De cualquier manera, a mí me ilusiona esta contratación, pues Molinos es hombre de fútbol, es zaragocista y, cuando yo era un chaval asiduo de la equina de infantil -¡inolvidable puerta 9!- era la gran esperanza de la cantera aragonesa.
Fernando Molinos no es precisamente un desertor del arado, sino un hombre con dos carreras, Derecho y Ciencias Sociales, cultivado, elegante y respetuoso. Ahora tiene desde luego un papel dificilísimo, porque llega a un club en quiebra, se va a mirar con lupa todo lo que haga y se enfrenta a un entorno dominado por el oscurantismo de unos y la desconfianza de otros. Los nombres de Molinos y Jiménez hacen, a pesar de todo, soñar con que las cosas pueden estar comenzando a cambiar a orillas del Ebro: ¡que así sea!.
13 de junio de 2012
Semana de selectividad
Esta semana se celebran por toda España los exámenes de selectividad; con tan "tremendo" motivo los telediarios nos hablan de jornadas tensas y nos muestran a unos estudiantes con aspecto de no haber roto un plato y una juventud insultante haciendo una declaraciones de tono y contenido casi equivalentes a las que podrían hacer quienes se van de guerrillas o a una operación a vida o muerte. Al final suelen aprobar casi todos, y esta primera experiencia académica en solitario y ante un tribunal más exigente y lejano que el habitual suele quedar en una faena más bien de rutina, sin lucimientos, pero también sin revolcones, por más que siempre habrá un mínimo tanto por ciento de disgustos, de los que también se aprende y que suelen tener solución un par de meses después.
La selectividad me devuelve al año 1975, cuando recién terminado COU fui la primera promoción que se enfrentó con semejante prueba; hecho un pipiolo comparecía un caluroso día de junio en el edificio "Interfacultades" del Campus de la Plaza San Francisco y me enfrenté a unas pruebas de matemática común, linguística, economía e historia, mientras al día siguiente tocaba resumir una conferencia y realizar un comentario de texto. Pienso que no estuve excesivamente brillante, pero al final la cosa salió bien y me convertí en universitario, algo que por entonces me parecía el acabose, aunque luego comprobara que no era para tanto. El recuerdo del acontecimiento me mueve a mirar con ternura a los estudiantes que ahora se enfrentan a una selectividad que si bien sigue siendo un coladero como aquella primera vez, tiene ahora esas exigencias de sacar determinadas notas para poder entrar en algunas carreras que la convierten en una prueba más agobiante de lo que parecía entonces.
De cualquier manera, tengo la impresión de que cuando se habla de la selectividad se utiliza en ocasiones un tono excesivamente exagerado, casi dramático; no creo que sea malo someter a quienes van a ser protagonistas del futuro de la nación a un test difícil, ponerles el listón medianamente alto. Es más, tengo la impresión de que cuando se piensa de una enseñanza de calidad, lo primero que debería tenerse en cuenta es aumentar el nivel de exigencia, que a la Universidad lleguen quienes están en condiciones de rendir adecuadamente, algo que no debería hacer sufrir a nadie.
12 de junio de 2012
Black Power en las Olimpiadas
11 de junio de 2012
Cuando ruge la marabunta
"Seis días después del polémico veredicto de Mubarak, el ágora de Tahrir ha dictado su propia sentencia. Encaramada a una precaria tribuna, una singular corte popular ha condenado a la horca al dictador y "su banda" ante el júbilo de cientos de espectadores".
9 de junio de 2012
Otra época, otro fútbol
La foto, en mi opinión, no tiene desperdicio; y lo que he de confesar me estremece un poco es que no estoy hablando de tiempos desconocidos para mí, pues el partido que en la imagen está a punto de comenzar corresponde a una época que he vivido en vivo y en directo. Tal vez verla me sirva para recapacitar sobre el paso del tiempo, pues un espectáculo tan caduco y pasado como el de las cinco personas que posan para la posteridad forma parte de mis vivencias, es decir, que uno se hace viejo y no puede remediarlo. A las generaciones actuales, acostumbradas a jugadores galácticos como Messi, Zidane, Drogbá o Ronaldinho, equipajes carísimos y botas de lujo y colores, balones perfectos, que nada tienen que ver con los pelotones plomizos y trasteados de entonces, árbitros que olvidaron el negro hace quinquenios y campos de fútbol modernos y llenos de comodidades, este fútbol en el que todo era tan uniforme, rancio y primario les debe de sonar a auténtica prehistoria.
No estoy en condiciones de ofrecer los datos exactos del partido en cuestión, ni de sus protagonistas, aunque de acuerdo con lo que se puede deducir a simple vista, la fecha del encuentro no andará muy lejos de la horquilla de tiempo que va de 1966 a 1969; el partido es un Elche-Sabadell -o viceversa- y apostaría sin miedo a perder que el árbitro que preside la fotografía -y dirigió el match- era el Sr. Camacho, uno de los refereés más celebres de la época. En cuanto a los capitanes el del Elche es Iborra, un central que jugó casi toda su carrera en el equipo franjiverde y formó parte de la mítica defensa Ponce, Iborra, Canós, mientras que el del Sabadell juraría que se trata del lateral diestro Isidro, un jugador formado en el Real Madrid, casado con Carmen Flores, hermana de la "Lola de España" y padre del Quique Sánchez Flores, que ocupara su mismo puesto en el Valencia, el Real Madrid y el Zaragoza, aunque me consta que el capitán habitual del equipo arlequinado en esa época solía ser el volante Muñoz; también el citado Isidro componía un trío defensivo que recitábamos de memoria los niños coleccionistas de cromos de la época junto al argentino Pini y al valenciano Arnal.
No obstante, no me cabe la menor duda de que el verdadero protagonista de la foto es el linier de la izquierda de la misma; no se me podrá negar que si no fuera por la presencia en aquélla de personajes conocidos podría colar que nos encontrábamos ante el fotograma de una película de Berlanga, pues el citado linier ofrece una apariencia próxima a Pepe Isbert, Erasmo Pascual o Valentín Tornos. El hombre debía de tener su mérito, pues a sus años y por bien poco dinero tenía que correr la banda cada domingo mientras desde la grada tendría que escuchar las imprecaciones menos gratas y caritativas que pueden oírse, y quien sabe si algún que otro paraguazo perdido en algún día de lluvia.
No obstante, y como decía alguien por estos lares no hace mucho, este fútbol ancestral y tópico, con número de la Guardia Civil incluido, es digno de añoranza y, posiblemente, resultaba algo más limpio, sano y heroico que los lujos y artificialidades del negocio en que ahora lo han convertido unos cuantos.
7 de junio de 2012
La inesperada muerte de Manolo Preciado
En la madrugada de ayer falleció Manolo Preciado: un infarto ha acabado con la vida de uno de esos hombres entrañables que conocemos gracias al fútbol. Acababa de fichar por el Villarreal y había llegado a sinar como alternativa a Manolo Jiménez en el Zaragoza. Preciado fue un hombre marcado por la tragedia: su esposa Puri falleció en 2002 a causa de un cáncer de piel, dos años después, su hijo Raúl, de 15 años, perdía la vida en un accidente de moto y hace poco más de un año había perdido a su padre, que murió atropellado mientras empujaba un vehículo. Manolo Preciado no dudó entonces en declarar: "La vida me ha golpeado fuerte. Podría haberme hecho vulnerable y acabar pegándome un tiro o podría mirar al cielo y crecer. Opté por la segunda opción", una frase que le define y que nos ofrece la seguridad de que alguien así estará ahora muy alto.
Manolo Preciado era cántabro, pues había nacido en la localidad de El Astillero el 27 de agosto de 1957. Aunque la popularidad de la que gozaba le viene de su trabajo como entrenador, también podía exhibir un curriculum como futbolista que incluía la 1ª División, pues debutó con el Racing de Santander durante la temporada 1977-78, permaneciendo en el club del Sardinero cinco temporadas, de las que tres lo fueron en la máxima categoría. El Racing en el que debutó Preciado era un equipo consolidado entre los modestos de primera, con jugadores tan acreditados como el portero portugués Damas, su compatriota Quinito, los veteranos Geñupi, Rojo II, Sergio y Díaz, el central recientemente fallecido Arteche, que ficharía por el Atlético de Madrid y llegaría a internacional, el ariete paraguayo Orlando Jiménez, que luego jugaría en Valencia y Español y dos jovencísimos delanteros que con el tiempo destacarían en equipos grandes como Marcos Alonso y Quique Setién. Preciado era un defensa peleón y serio, que podía ocupar la posición de central y lateral zurdo, ofrecía seguridad, y aseguran además que tenía cierta habilidad para provocar penaltis. El Racing acabó bajando a segunda, donde jugó Preciado dos temporadas, logrando el ascenso con su equipo de siempre y disputando su última campaña en Santander (1981-82) de nuevo en primera, con un conjunto blanquiverde muy distinto a aquél en el que debutó y donde se habían incorporado jugadores como Castaños, Mantilla, Sañudo, Pedraza, Verón, Bernal, Villita y Angulo. Posteriormente estuvo en equipos de categorías más bajas, aunque todos ellos con tradición: Linares, Mallorca, Alavés, Orense y Torrelavega.
Tras una carrera digna como futbolista, Manolo Preciado se convirtió en un entrenador de buen nivel; siempre estuvo en equipos modestos, a los que supo sacarles el máximo partido. Era un hombre que estudiaba a los rivales, que sabía sacar jugo a cada uno de los jugadores que entrenaba y tenía un carácter que le permitía conjugar la exigencia con el buen trato. En las entrevistas y declaraciones posteriores a los encuentros sabía decir la palabra oportuna, era ocurrente y simpático. A lo largo de su trayectoria como míster consiguió cinco ascensos de categoría, el primero de ellos en la temporada de su debut en el banquillo con la Gimnástica de Torrelavega, a quien ascendió a 2ª B como campeona de su grupo de 3ª división. Un año después repitió la misma hazaña con el Racing B, a quien volvió a subir años después; sus dos últimos ascensos lo fueron a la máxima categoría: la temporada 2003-3004 con el Levante y la 2007-2008 con el Sporting de Gijón, que llevaba diez años en la división de plata. También entrenó a su Racing en dos ocasiones y al Real Murcia en otra. Con el Sporting hizo un trabajo formidable, manteniéndose en primera tres temporadas seguidas con un equipo limitado y un presupuesto mínimo, aunque en la última terminó siendo cesado y sustituído por Javier Clemente.
Como queda dicho, Preciado no solamente fue un ejemplo como profesional, sino también como persona, como un hombre que lo perdió todo y supo levantarse con fe, fortaleza y buena cara. Descanse en paz.