En octubre han pasado por mis manos unos cuantos libros cuya lectura no ha resultado sencilla: posiblemente este el el elemento que define mejor mi tiempo literario del mes. Ha sido un excelente encuentro con dos autores muy opuestos, tanto por ser de e´pocas bien lejanas en el tiempo como de estilos distintos, como Gabriel Miró y Zadie Smith, un primer contacto con el nuevo Nobel de literatura que me ha dejado frío y una buena elección de la cuota habitual de género policíaco.
El primer libro que terminé en octubre fue "El principio de la sabiduría", escrito por Henry Handel Richardson, un nombre de ficción que no es más que el apelativo literario de la escritora australiana Ethel Florence Lindsay Richardson, quien decidió tomar nombre de varón porque quería saber si sus lectores eran capaces de distinguir la obra de una mujer de la de un hombre. He de reconocer que escogí este libro pensando que me iba a encontrar con otra cosa, a pesar de lo cual su lectura ha terminado siendo entretenida. Se trata de lo que alguien ha llamado una novela de iniciación, pues en ella se nos cuenta la estancia en un prestigioso internado de Melbourne de una adolescente perteneciente a una familia venida a menos. La novela, escrita y ambientada en los inicios del siglo XX parece tener carácter autobiográfico, tiene el mérito de no caer en el "dramón" ni en la cursilería a pesar del ambiente en el que desarrolla, está bien escrita -y traducida- y al lector le mueve a pensar. En algún momento de los inicios de mi lectura llegue a pensar que podría tener ciertos aires dickensianos, pero enseguida lo descarté, aunque tampoco haya que hablar de un "Torres de Mallory" antiguo y australiano ...
Llevaba tiempo sin avanzar en mi propósito de leer las diez entregas protagonizadas por el inspector Martin Beck y escritas por la pareja formada por Maj Sjöwall y Per Wahlöö, los dos autores suecos que todos los expertos consideran los genuinos precursores de la renombrada novela de intriga escandinava, y en concreto del gran Kurt Wallander creado por Henning Mankell. Por eso me pareció oportuno dedicar las primeras semanas de octubre al noveno capítulo de la serie, titulado "El asesino de policías". Leer a Sjöwall y Wahlöö supone apostar sobre seguro y, una vez más, me he encontrado una novela policíaca bien escrita, con argumento perfectamente elaborado y personajes interesantes y sólidos, todo ello bajo el prisma de los años sesenta, tiempo fue escrita y no había ADN, informática ni ningún otro medio tecnológico avanzado ... solamente testigos, grafologías y huellas dactilares. Lo que más me ha llamado la atención del relato ha sido el tono irónico del mismo, con una acerada crítica tanto a la sociedad sueca como a la policía, presentándonos algunos miembros de las fuerzas policiales suecas verdaderamente caricaturizados. Podría ser que se debiera a que hace dos años que no pasa por mis manos un libro de estos autores y haya olvidado su estilo, pero por lo que me cuentan la visión política y crítica de Sjöwall y Wahlöö se fue incrementando conforme iban publicando sus novelas.
A lo largo del mes de octubre se anunció el nuevo premio Nobel de literatura, que este año ha correspondido al escritor francés Patrick Modiano; como suele ocurrir todo han sido alabanzas para este autor francés nacido recién terminada la 2ª Guerra Mundial. Tenía en mi poder su "Trilogía de la ocupación", una serie compuesta por las tres primeras novelas escritas por Modiano. Por esta razón opté por leer la primera de ellas, "El lugar de la estrella", novela breve que unido al hecho de proceder de pluma francesa responde, entre otras cosas, a las inteligentes exigencias de mi amigo Brunetti. Estaba ya advertido de que los relatos de este autor no son precisamente literatura fácil, es más un buen amigo, excelente lector, me comentó que en su día no llegó a entender nada de este relato; una vez leído he de admitir que se trata de un libro -o de una manera de escribir- que me ha dejado sorprendido; esta narrado en primera persona y el autor nos introduce en una época y un ambiente que al parecer obsesionan a Modiano: el colaboracionismo francés durante la época de la ocupación nazi. Modiano nos habla de un ambiente de vicio y desorden, no existe una línea argumental concreta, el protagonista es un sinvergüenza sin principios y conforme avanzas en la lectura vas llegando a la conclusión de que el nuevo Nobel se mueve en el terreno del humor negro, casi del esperpento. Ya me he informado de que Patrick Modiano tiene libros más inteligibles y habrá que darle otra oportunidad.
Ya he comentado en otras ocasiones que observo un notable auge de la novela policíaca de "fabricación" nacional; procuro ir siguiendo a los autores españoles del género que parecen crecer casi como setas y alguien que sabe de esto me recomendó al canario Alexis Ravelo; siguiendo otro consejo de la misma procedencia he comenzado por "Tres funerales para Eladio Monroy", primera entrega de la serie protagonizada por el personaje que da nombre al título. Puedo empezar afirmando que el consejo fue bueno y vale, sin duda, la pena leer el libro; es un relato suelto, bien escrito y que coge la atención. Por otra parte el personaje de Monroy, un empleado de máquinas de la marina mercante ya jubilado que para completar su pensión se dedica a hacer trabajillos a las espaldas de quien manda, está francamente bien conseguido: un hombre bueno, que no se para en barras cuando tiene que actuar, con vida complicada y cierta vocación de Robin Hood contemporáneo. La novela no se detiene en giros literarios: relato directo y pocas descripciones, pero todo lo cuenta con una corrección notable, el autor ha cuidado la calidad literaria y eso se agradece. No le falta al libro algo que observo casi como elemento común de estos nuevos escritores "negro-criminales", y es el fondo de crítica social de la novela, no exento a veces de cierto maniqueísmo. Es llamativa la forma de dividir el relato, con capítulos titulados con la última frase de los mismos, frases que el mismo Ravelo nos explica están sacadas de diversos autores y que ofrece al lector la posibilidad de averiguar quienes son. La narración tiene momentos duros, pero es de agradecer que Ravelo no se recree en exceso. Y si queda dicho que la lectura de este libro vale la pena, también lo vale seguir probando con Ravelo.
Zadie Smith es una de las escritoras británicas con mejor prensa en la actualidad; tiene 39 años, es de origen jamaicano y cuenta sus novelas por éxitos. Hace meses que tenía en mi poder "NW London", su último "best seller" en el que realiza un excelente recorrido social por un escenario llamativo: la zona noreste de Londres, un sector de la ciudad que reúne diversos barrios caracterizados por la multiculturalidad y la coexistencia de diversas razas. Ya estaba advertido de que la forma de escribir de Smith es original y por ello complicada de leer, algo que ha facilitado que, en contra de mi habitual tendencia a hacerlo demasiado deprisa, leyera el libro despacio y parándome casi en cada frase, lo que me ha permitido disfrutar más y asimilar mejor la lectura. La escritora británica nos ofrece efectivamente una literatura peculiar, con idas y venidas en el tiempo, algunos "intercalados" sorprendentes y cambios radicales de escenas. Así, Smith consigue con enorme acierto describirnos un ambiente apasionante, con el paisaje de los barrios más modestos de la capital británica, con unos personajes formidables con quienes Zadie Smith conjuga magistralmente el drama y la comedia. La escritora nos presenta una visión de Londres completamente distinta a los parámetros clásicos y si te despistas puedes descubrirte pensando que la trama sucede más cerca del Bronx que del Támesis. Creo que estamos ante litaratura de calidad que invita a perseverar con esta autora; eso sí, en más de un comentario de la red he leído que se bautiza a Zadie Smith como sucesora de Dickens, algo que yo no veo tan claro.
Gabriel Miró es un escritor español de principios del siglo XX, nacido en Alicante en 1879 es habitualmente ubicado en la generación del 14, una especie de época puente entre la del 98 y la del 27, y posiblemente no tenga en reconocimiento que merece. Cuando decidí leer algo de este autor pensé en "El obispo leproso", la que me parecía su obra más conocida, pero cambié de opinión cuando me enteré de que ésta es la continuación de "Nuestro padre San Daniel", lo que lógicamente me hizo escoger esta otra. Me ha parecido, sin ninguna duda, auténtica literatura de nivel, una muestra más de que en nuestro país hemos tenido escritores excelentes, incluso entre los que suenan menos. Eso sí, se trata de novelas que hay que leer muy despacio, desgranando ya no sólo cada frase, sino cada palabra: he tenido que recurrir continuamente al diccionario. Gabriel Miró escribe con un barroquismo notable de manera que, existiendo una línea argumental en su novela, da la impresión que lo importante es la riqueza y precisión del vocabulario. Pero no es solamente un libro de escritura ornamentada, es también la descripción de un ambiente, un tipo de ciudad -en este caso Oleza, que no es otra cosa que el nombre ficticio de Orihuela, al igual que Clarín denominaba Vetusta a Oviedo en su inolvidable "Regenta"- propio de una época concreta de España. "Nuestro padre San Daniel" lleva como una especie de título suplementario el de "novela de capellanes y devotos", algo que refleja perfectamente el ambiente del relato, con unos personajes ricos y de una fuerza notable.Por esta novela y su continuación fue Miró acusado en su día de anticlerical, lo que al parecer le privó de entrar en la Academia de la Lengua, tras leer el libro puedo decir que tan injusto es acusar de anticlerical al que describe una época en la que existía un oscurantismo religioso provinciano como privar del ingreso en la Academia a quien domina de esta manera el lenguaje.