El catalán medio es discreto y poco comunicativo, cuando te ofrece su amistad puedes estar seguro de que es del todo y para siempre, pero frecuentemente descubres que tras su trato elegante y respetuoso se esconde un distanciamiento notable; aquí en Aragón, por el contrario, somos más abiertos y abrimos antes nuestras casas al otro, aunque a veces decimos eso de "si te he visto, no me acuerdo". Tenemos el hábito de decir las cosas por su nombre y pasar de inmediato del pensamiento a la palabra, con todas las ventajas e inconvenientes que eso conlleva.
Esta referencia al carácter de aragoneses y catalanes me da pie a plantear mi pensamiento de hoy: estoy llegando al medio siglo -qué pesadico ando con esto, ya lo se- y cada vez soy más consciente de las veces que tengo que hacer el "papelón"; las relaciones sociales, las profesionales, las servidumbres del cargo, los acontecimientos familiares, .... si te descuidas te pasas la vida repartiendo sonrisas "Profiden", ponderando las bondades de fulano o mengana o dando razones que no coinciden con tu postura interior.
No cabe duda de que en ocasiones la caridad exige callar, podríamos incluir aquí la teoría de las "verdades innecesarias": hay veces en que sacar la verdad a colación ni ayuda a nadie ni trae ningún bien, es más, incluso puede causar algún daño. Pero tengo más dudas respecto a la utilidad de las célebres "mentiras piadosas". No sólo la caridad, también la educación, el respeto y el don de la oportunidad convierten en necesario el aprender a morderse la lengua.
Pero no es menos cierto que uno empieza a estar harto de esa esclavitud de lo políticamente correcto; hay relaciones que se han convertido en una especie de escenificación versallesca en la que cada cual, valga la expresión, "se la coge con papel de fumar". Y lo que me parece más grave es que no pocas veces acabas descubriendo que esas apariencias que tanto se guardan desaparecen de inmediato en cuanto se quedan sólos quienes se consideran de la misma "escudería", ... ya se que ésto es algo tan antiguo como la vida del hombre sobre la tierra, pero me da que ahora ocurre con más frecuencia.
¿Dónde están las personas francas?, ¿dónde encontrar la sonrisa noble, la invitación sincera, el apretón de manos que no parece una caricatura fofa?, existen, en ocasiones uno se encuentra con gente de la que estás seguro que no tiene trastienda, que es como se muestra, cuyas palmadas en la espalda no suenan a antesala de favor, a recurso protocolario, a bienvenida de bucanero.
El paso de los años, la experiencia y el esfuerzo, no siempre constante ni exitoso, de ser mejor creo que debería volvernos menos complicados, a mostrarnos como somos y a opinar sin tantas reservas, pero me temo que si nos descuidamos reforzamos nuestras conchas y corremos el peligro de entrar en la dinámica del resabio, peligroso camino hacia el cinismo.
Esta es la razón por la que prefiero la franqueza, aunque no se si este camino es el adecuado para conservar ciertos amigos, no desentonar en la sociedad que nos han montado y prosperar en la profesión.
Fotos: espacioerato.blogspot.com; elsilenciodelosborregos.wordpress.com;