El pasado 18 de diciembre fallecía en Roma a la edad de 78 años la actriz Virna Lisi: no era en estos momentos una artista de moda ni sus películas han batido records de taquilla en las últimas décadas, pero además de una mujer guapísima era una actriz de calidad y en su trayectoria profesional dio muestras de una personalidad, un señorío y una categoría humana no muy habitual en este mundillo tan especial.
Recuerdo perfectamente saber de Virna Lisi a través de la televisión de los años 60 y de las revistas como "Hola" y "Semana", donde aparecía como una de las grandes de la época más dorada del cine italiano junto a actrices de su generación, todas ellas de despampanantes, como Gina Lollobrígida, Sofía Loren, Claudia Cardinale o Silvana Mangano. Eso sí, no puedo dar fe de haber visto más que una película de los primeros años de la actriz, "El tulipán negro" (1964) una coproducción franco-española de Christian Jacque, basada en un relato de Alejandro Dumás y con un argumento de enmascarados justicieros ambientado en París y la que el el héroe era Alain Delon y el villano Adolfo Marsillach, apareciendo en el reparto nombres tan conocidos por aquí como Álvaro de Luna, José Luis Pellicena, Perla Cristal y Laura Valenzuela. Salta a la vista que no fue la más brillante de sus actuaciones, pero sus mejores films debían tener por entonces demasiados "rombos" para un menor: "Esta es la vida" (1954), junto al gran Totó, "La mujer del año" (1956), "Rómulo y Remo" (1961) y por encima de todas "Eva" (1963), que dirigió Joseph Losey con base en un best-seller de James Hadley-Chase y en la que compartió cabecera de cartel con Jean Moreau y Stanley Baker.
A mediados de los 60 Virna Lisi dio el salto a Hollywood, lugar al que no solamente le llevó su belleza -era conocida como la "Márilyn italiana", sino por su calidad interpretativa; allí su primer trabajo tuvo un éxito notable: "Como matar a la propia esposa" (1965), con Richard Quine como director y nada menos que Jack Lemmon como partenaire. Pero en la mítica "Meca del cine" Virna Lisi no estuvo dispuesta a pasar por el aro, mantuvo su buen estilo, se negó a ser una dócil muñeca y no quiso desnudarse ni se dejó seducir por los galanes de la zona como Frank Sinatra. Lucia Magi en el obituario de "El país" nos cuenta como esta actitud fue un obstáculo para su progreso en Hóllywood, aunque a la vez le hizo tener conciencia de su propio talento. “Cuando entendí que no era solo una muñeca, empezó el periodo más feliz de mi carrera, de verdad aprendí a disfrutar”, dijo en una reciente entrevista al diario romano Il Messaggero. El paso de la actriz italiana por Hollywood fue breve, pero ya se sabe que las mejores esencias se guardan mejor en frasco pequeño, a la vez que la actriz regresaba a Europa con la tarea bien hecha y la cabeza muy alta..
Otros trabajos notables de la actriz fallecida fueron: "Señoras y señores" (1965), de Pietro Germi, película que ganó la Palma de Oro del Festival de Cannes, "Casanova 70" (1965) de Mario Monicelli, junto a Marcello Mastroianni y Marisa Mell; "Las muñecas" (1965) con Gina Lollobrígida, Mónica Vitti y Elke Sommer, "Una doncella para un gran señor" (1966) de Pasquale Festa Campanille, con Vittorio Gassman como galán; "Asalto al Queen Mary" (1966), una de esas películas de grandes sucesos, dirigida por Jack Donohue y junto a Frank Sinatra, Anthony Franciosa y Richard Conte; "Bromas para un Señor" (1966), de Norman Panamá, acompañada de Tony Curtis y George C. Scott; "La hora 25" (1967), de Henri Verneuil, basada en la formidable y durísima novela del mismo título de Constantin Virgil Gheorghiu y en la que trabaja junto a Anthony Quinn; "Arabella" (1967), de Mauro Bolognini, junto a James Fox y Margaret Rutheford, "problemas extraconyugales" (1968), un título significativo en el que la Lisi junto a otras tres damas de la época como ürsula Andress, Claudine Auger y Marisa Mell rodean a Jean Pierre Cassel; "El secreto de Santa Vittoria" (1969) de Stanley Kramer, alternando de nuevo con Anthony Quinn, además de Ana Magnani y Hardy Kruger; "Vidas truncadas" (1969), de Terence Young, junto a William Holden; "Giochi particulare" (1970), de Franco Indovina, con Thimothy Dalton y Marcello Mastroianni; "El placer de las damas" (1971), de Rod Amateau, junto a David Niven; "La gran bacanal" (1971), de Carlo Lizzani, genuina crítica social con Nino Manfredi, Irene Papas, Michelle Mercier, ...; "Barba azul" (1972), una moderna recreación del legendario psicópata asesino de mujeres, bajo el mando de Edward Dmytryk, con Richard Burton como el villano y Virna Lisi, Raquel Welch y Nathalie Delon como sus principales víctimas, "El serpiente" (1973), un film de espías de Henri Verneuil donde comparte cartel con un trío espectacular:Yul Bryner, Henry Fonda y Dirk Bogarde y "Más allá del bien y del mal" (1977) de Liliana Cavani, donde interpretó magistralmente el papel de la hermana de Friedrich Nietzsche, Elizabeth. No obstante es posible que su mejor actuación de los últimos tiempos fuera el de Catalina de Médici en "La reina Margot" (1994), una película de Patrice Chèreau, basada en el libro de Dumas sobre la terrible matanza de San Bartolomé y por cuyo trabajo obtuvo el premio a la mejor actriz en el Festival de Cannes, de entonces son estas inteligentes palabras: “No podía más de que los directores comentaran: ‘Sirve una guapa. Llama a la Lisi’. Y de Hollywood ni hablar: personajes vacuos, sin una pizca de cerebro. Por eso me fui y volví a Italia”.
Como colofón copio el final del citado obituario de Lucía Magi: "E Italia supo amarla y valorarla. Hoy la llora como se lamenta la pérdida de una vecina. Virna Lisi aparece en muchos de los pilares que construyen la cinematografía nacional popular. En los años ‘80, por ejemplo, salió en la película fundamental para todo adolescente de aquel decenio, Sapore di sale de Carlo Vanzina. En época más reciente, participó en algunas exitosas series de televisión. Trabajó sin cansarse nunca. Desplegó su talento hasta el final, con un invariado toque, tan reconocible, que sabía hacerse muy intenso y dramático y de repente explotar en una improvisa, genuina carcajada. Sin darse pose de diva, nunca artificial, “porque - solía repetir - si finges, antes o después, te van a descubrir”.. Descanse en paz.