El viernes de la semana pasada tuve la ocasión de presentar el libro de una amiga en Huesca; el libro es sentido y está bien escrito, el acto fue un éxito de asistencia y los que acudieron lo hicieron por amistad y cariño; así, la tarde-noche acabó convirtiéndose en un rato grato e inolvidable. La autora del libro, que es el primero que publica pero queda claro que no será el último, trabaja en una Academia de idiomas local y allí acudieron todos sus compañeros y compañeras de trabajo ... distinción esta última que exige la corrección política y supone todo un detalle con Germán, el único varón entre tanta mujer guapa.
Visto desde fuera podría pensarse que la presencia de estas personas se debía al lógico compromiso de acudir a un acto que protagoniza un colega, pero me bastó acompañar a todo el equipo, además de la familia de la protagonista, a tomar unas tapas al "Fiends International Tavern" de Huesca para comprobar que ahí no había compromiso que valiera, el tema es que se quieren y eso es algo que me pareció un descubrimiento estupendo. He de confesar, cosa que no me cuesta nada por otra parte, que pase unos momentos deliciosos con esta gente de los idiomas, y no sólo por las excelentes tapas de cerdo y huevo de codorniz con longaniza que nos metimos entre pecho y espalda.
En los tiempos que corren es de agradecer toda la lección de buen humor y sentido positivo de la vida que me enseñaron el viernes; creo que con los años uno ha aprendido a distinguir cuando las sonrisas son sinceras, el afecto no viene causado por el cálculo ni el interés y la gente está con el otro porque le tiene cariño, y de todo eso había en la mesa de la cervecería de la Avenida Menéndez Pidal. Entre los presentes se encontraba la directora de la Academia, que la novel escritora me dijo que era de Canadá: yo pensaba que los oriundos de esa nación eran gente seria y poco dada a la broma y la diversión, algo que la mujer se encargó de desmentirme, pues hacía tiempo que no tropezaba con alguien tan divertido.
Tras salir del Friends Tavern la fiesta continuaba, pero uno andaba verdaderamente derrengado y me quedé con las ganas de continuar la procesión, otro día será. Solamente me queda agradecer a Marisel, Cris, Verónica, Arantxa, Leticia y Germán ese estilo tan especial y oxigenante, verdaderamente un soplo de aire fresco. Y si me quedo sin trabajo, ya buscaré faena en el Switch, que de idiomas ando muy mal, pero siempre hará falta alguien para abrir la puerta, atender el teléfono o barrer la entrada, digo yo.