Ya se que a la mayoría de quienes tienen el detalle y la paciencia de leer habitualmente este blog el nombre de Alberto Vitoria les dirá bien poco; quienes sean "futboleros" y peinen ya algunas canas recordarán que fue un prometedor jugador del Real Madrid de los años setenta que encontró su mejor momento cuando el equipo de Concha Espina era dirigido por ese magnífico míster yugoslavo con pinta de sargento de hierro llamado Miljan Miljanic. Para mí, zaragocista en crisis permanente desde hace casi tres años, Alberto Vitoria fue uno más, de los primeros que conocí, de tantos jugadores de la tierra -él era de Ágreda (Soria), pero se formó en la cantera del colegio de El Salvador de la capital maña- que pudieron haber dado tardes de gloria al equipo del escudo del león, pero tuvieron que emigrar a otros lugares para poder cumplir su aspiración de jugar en Primera División. Vitoria llegó a Zaragoza con 12 años y pronto destacó en el formidable equipo que por los años 70 y 71 tenían los Jesuitas de Zaragoza, al mando de ese técnico fuera de serie que era Máximo Espatolero.
Recuerdo que corría el mes de febrero de 1972 cuando escuché por vez primera hablar de él: tras jugar un partido de la Liga escolar -mi equipo era muy flojo y el menda tan sólo un jugador únicamente animoso- nos ofrecieron unas entradas para un encuentro que jugaba en el viejo estadio de Torrero la selección juvenil aragonesa; me hice con una de ellas y pude ver lo bien que jugaba, entonces por el extremo izquierda, un jugador con melena y ciertos aires de "chico malo". Enseguida su nombre saltó a la prensa local cuando fue fichado, con solamente 16 años, por el Real Madrid, equipo al que le acompañó otra joya de la misma casa, Juan José Camacho Barrachina, un ariete fino y goleador, padre del actual medio centro del Atlético de Madrid y de una de las figuras del Huesca que tan buen papel está haciendo en 2ª división. Vitoria no era muy alto, pero tenía una planta atlética y acabó jugando como interior, siendo el típico jugador que abarca mucho campo, dotado de una buena técnica y que destacaba por su absoluta falta de timidez para tirar a puerta, pues tenía un disparo seco y duro espectacular. El equipo merengue tenía un eficacísimo ojeador en la capital maña que se llamaba Alberto Ansodi.
Se reproducía el problema de siempre, el Zaragoza no paraba de fichar sudamericanos mediocres -y alguno excepcional, todo hay que decirlo- y medianías nacionales, mientras a jugadores como los citados, Aragonés, Tosao, Blasco, Nasarre, Sampedro, ... y otras promesas de la época no se les daba ni la oportunidad de demostrar si valían para ésto de darle patadas al balón. Una prueba de todo ello fue que el propio Camacho fue al año siguiente repescado por el Zaragoza, presentado como la gran promesa del futuro y tras destacar sobremanera tanto en el filial como en el Huesca, donde jugó cedido, solamente llegó a jugar un partido con el primer equipo. Esta historia lleva casi 40 años repitiéndose por estas tierras cainitas y nombres como Cornago, Antonio Tejero, Víctor Segura, Íñigo, Alvaro Rubio, García Granero, Chechu Dorado y muchos otros se han quedado con las ganas de demostrar sus condiciones en el primer equipo de La Romareda.
En la "Casa Blanca" se dieron cuenta enseguida de la clase de Vitoria y, tras una temporada (1973-74) nefasta en la que el Barça de Johan Cruyff les humilló con el famoso 0-5 en el Bernabeu y fue cesado Miguel Muñoz tras 14 años al frente del equipo, los merengues ficharon al citado Miljanic, un hombre valiente, que como con el tiempo harían en el Zaragoza sus paisanos Vujadin Boskov y Radomir Antic, no tuvo problemas en contar con gente joven y le dio a Vitoria la oportunidad de llegar al primer equipo, donde alternó con nombres legendarios como Pirri, Amancio y Velázquez, jugadores emergentes como el meta Miguel Angel, José Antonio Camacho, Goyo Benito y Santillana y figuras mundiales como los alemanes Gunther Netzer y Paul Breitner. De esa misma temporada, en el que el Madrid logró el doblete, tengo el recuerdo de la Final de Copa, que enfrentó a los dos equipos de la capital de España el 5 de julio de 1975; el partido, aunque terminó con empate sin goles, fue de los más bellos que recuerdo, con fútbol ofensivo y jugadas brillantes; Vitoria, a quien Miljanic había bajado a medio campo, jugó de titular, estrelló un balón en el larguero y cuajó un gran encuentro. Al final se impusieron los madridistas a los penaltis.
Las lesiones impidieron que la carrera de Vitoria llegara aún más lejos, y el jugador, que formó parte de la selección española de fútbol en los Juegos Olímpicos de Montreal y había sido internacional en todas las categorías inferiores, no llegó a debutar con la selección absoluta pese a haber sido pre-seleccionado en alguna ocasión por Ladislao Kubala. Vitoria jugó con el Burgos, también en 1ª, y en la división de plata con Granada y Rayo Vallecano, donde también rindió a satisfacción. El nombre de Alberto Vitoria quedará siempre en letras de oro por haber formado parte activa de un Real Madrid donde jugó cinco temporadas y con el que ganó cuatro títulos de Liga y uno de Copa.
El pasado lunes, 26 de abril, Alberto Vitoria fallecía repentinamente en Zaragoza víctima de un infarto de miocardio a la edad de 54 años, cuando todavía le quedaba mucho por dar a su familia y amigos; sirvan estas líneas de homenaje a un fuutbolista formado en Aragón que llegó muy alto y de estímulo para que alguna vez los dirigentes del primer equipo de fútbol de Aragón sean más valientes a la hora de jugársela con las jóvenes promesas de la cantera.
Recuerdo que corría el mes de febrero de 1972 cuando escuché por vez primera hablar de él: tras jugar un partido de la Liga escolar -mi equipo era muy flojo y el menda tan sólo un jugador únicamente animoso- nos ofrecieron unas entradas para un encuentro que jugaba en el viejo estadio de Torrero la selección juvenil aragonesa; me hice con una de ellas y pude ver lo bien que jugaba, entonces por el extremo izquierda, un jugador con melena y ciertos aires de "chico malo". Enseguida su nombre saltó a la prensa local cuando fue fichado, con solamente 16 años, por el Real Madrid, equipo al que le acompañó otra joya de la misma casa, Juan José Camacho Barrachina, un ariete fino y goleador, padre del actual medio centro del Atlético de Madrid y de una de las figuras del Huesca que tan buen papel está haciendo en 2ª división. Vitoria no era muy alto, pero tenía una planta atlética y acabó jugando como interior, siendo el típico jugador que abarca mucho campo, dotado de una buena técnica y que destacaba por su absoluta falta de timidez para tirar a puerta, pues tenía un disparo seco y duro espectacular. El equipo merengue tenía un eficacísimo ojeador en la capital maña que se llamaba Alberto Ansodi.
Se reproducía el problema de siempre, el Zaragoza no paraba de fichar sudamericanos mediocres -y alguno excepcional, todo hay que decirlo- y medianías nacionales, mientras a jugadores como los citados, Aragonés, Tosao, Blasco, Nasarre, Sampedro, ... y otras promesas de la época no se les daba ni la oportunidad de demostrar si valían para ésto de darle patadas al balón. Una prueba de todo ello fue que el propio Camacho fue al año siguiente repescado por el Zaragoza, presentado como la gran promesa del futuro y tras destacar sobremanera tanto en el filial como en el Huesca, donde jugó cedido, solamente llegó a jugar un partido con el primer equipo. Esta historia lleva casi 40 años repitiéndose por estas tierras cainitas y nombres como Cornago, Antonio Tejero, Víctor Segura, Íñigo, Alvaro Rubio, García Granero, Chechu Dorado y muchos otros se han quedado con las ganas de demostrar sus condiciones en el primer equipo de La Romareda.
En la "Casa Blanca" se dieron cuenta enseguida de la clase de Vitoria y, tras una temporada (1973-74) nefasta en la que el Barça de Johan Cruyff les humilló con el famoso 0-5 en el Bernabeu y fue cesado Miguel Muñoz tras 14 años al frente del equipo, los merengues ficharon al citado Miljanic, un hombre valiente, que como con el tiempo harían en el Zaragoza sus paisanos Vujadin Boskov y Radomir Antic, no tuvo problemas en contar con gente joven y le dio a Vitoria la oportunidad de llegar al primer equipo, donde alternó con nombres legendarios como Pirri, Amancio y Velázquez, jugadores emergentes como el meta Miguel Angel, José Antonio Camacho, Goyo Benito y Santillana y figuras mundiales como los alemanes Gunther Netzer y Paul Breitner. De esa misma temporada, en el que el Madrid logró el doblete, tengo el recuerdo de la Final de Copa, que enfrentó a los dos equipos de la capital de España el 5 de julio de 1975; el partido, aunque terminó con empate sin goles, fue de los más bellos que recuerdo, con fútbol ofensivo y jugadas brillantes; Vitoria, a quien Miljanic había bajado a medio campo, jugó de titular, estrelló un balón en el larguero y cuajó un gran encuentro. Al final se impusieron los madridistas a los penaltis.
Las lesiones impidieron que la carrera de Vitoria llegara aún más lejos, y el jugador, que formó parte de la selección española de fútbol en los Juegos Olímpicos de Montreal y había sido internacional en todas las categorías inferiores, no llegó a debutar con la selección absoluta pese a haber sido pre-seleccionado en alguna ocasión por Ladislao Kubala. Vitoria jugó con el Burgos, también en 1ª, y en la división de plata con Granada y Rayo Vallecano, donde también rindió a satisfacción. El nombre de Alberto Vitoria quedará siempre en letras de oro por haber formado parte activa de un Real Madrid donde jugó cinco temporadas y con el que ganó cuatro títulos de Liga y uno de Copa.
El pasado lunes, 26 de abril, Alberto Vitoria fallecía repentinamente en Zaragoza víctima de un infarto de miocardio a la edad de 54 años, cuando todavía le quedaba mucho por dar a su familia y amigos; sirvan estas líneas de homenaje a un fuutbolista formado en Aragón que llegó muy alto y de estímulo para que alguna vez los dirigentes del primer equipo de fútbol de Aragón sean más valientes a la hora de jugársela con las jóvenes promesas de la cantera.
De pié: Rubiñán, Benito, Miguel Angel, Camacho, Breitner y Pirri.
Agachados: Aguilar, Vitoria, Santillana, Macanás y Netzer.