Dicen que Argentina es un país que puede soportar todo tipo de crisis: la ruina económica, las veleidades políticas, el terrorismo, las catástrofes naturales, ... lo que aún nadie es capaz de asegurar es que tenga capacidad para resistir ante un acontecimiento como el descenso a 2ª División del River Plate, algo que no había pasado nunca en la historia del fútbol argentino y que se consumó en la noche del pasado domingo cuando los "millonarios" no fueron capaces de pasar del empate a uno frente al Belgrano de Córdoba. El River llevaba 113 años seguidos en la máxima categoría y nunca nadie pudo pensar que alguna vez podía acabar descendiendo de categoría; que descienda River equivaldría a un descenso de Real Madrid o Barça en la Liga española. El River Plate es el equipo de las clases altas de Buenos Aires, frente al Boca Juniors, que siempre fue el club del pueblo, de la gente de la calle, por algo se llamó siempre a los de River los "Millonarios". El fútbol en Argentina es algo más que un deporte, que una competición: es pasión, fanatismo, un derroche tremendo de adrenalina.
River Plate y Boca Juniors han sido los dos clásicos del fútbol de aquel país, quienes la mayoría de las veces se han llevado el gato al agua en los Torneos Apertura y Clausura y han representado con brillantez al fútbol argentino por el mundo; otros equipos han brillado también en épocas concretas: Velez Sarfield, Estudiantes de la Plata, San Lorenzo de Almagro, Racing de Avellaneda, Independiente, Rosario Central, Nevell Old Boys, ... pero River y Boca estuvieron siempre un escalón por encima. ahora, al menos por una temporada, la división de oro quedará huérfana de un clásico, los aficionados argentinos sentirán un hueco interior imposible de llenar y la Liga no será la misma, por mucho que la pasión innata al fútbol seguro que encuentra ocasiones para seguir disfrutando y sufriendo por partes iguales.
El River es el equipo donde jugó Alfredo Di Estéfano, posiblemente la mayor gloria futbolística de la historia, el jugador perfecto, el hombre que fue capaz de convertir un buen equipo, el Real Madrid, en una escuadra invencible, capaz de ganar cinco Copas de Europa seguidas. Además del presidente honorífico del club de Concha Espina, en las décadas de los 50 y los 60 jugaron en River unos cuantos fenómenos del balón de los que uno ha escuchado todo tipo de maravillas, por mucho que por razones de la edad no haya visto jugar nunca: Angel Labruna, Adolfo Pedernera, Nestor Rossi, Enrique Omar Sívori, Roberto Zárate, Luis Artime -verdugo de España en el Mundial de Inglaterra-1966-, Daniel Onega -un fino interior zurdo que jugó sus últimos años en el Córdoba español-, Oscar "Pinino" Mas, un extremo izquierdo bajito y hábil que fue uno de los primeros extranjeros del Real Madrid junto a Gunther Netzer y el uruguayo Luis Cubilla, un extremo derecho de primerísimo nivel que también jugó en Brasil y fue uno de los mejores jugadores de una selección uruguaya que por entonces era de las mejores del mundo, con futbolistas del nivel de Rocha, Mazurkievikz, Luis Pérez, Matosas o Pablo Forlán.
En el equipo titular que ganó el Mundial de selecciones de 1978 había cuatro jugadores de River; el más importante, desde mi punto de vista, fue el capitán Daniel Passarella, un defensa libre de la vieja escuela que aunaba la clase y la seguridad de los mejores defensas con una dureza y fortaleza que le hacían inexpugnable. Junto a él destacaba el meta Ubaldo "Pato" Fillol, un portero ágil y espectacular, capaz de los mejor y de lo peor, pero que ha pasado a la historia como uno de los mejores en su puesto, posiblemente el meta argentino con más carisma que ha habido nunca; Fillol jugó en el Atlético de Madrid. Leopoldo Luque era un delantero a la vieja usanza, un hombre corpulento, con una melena y un bigote que le convertían en un personaje terrible en el área rival, mientras que Oscar Alberto Ortiz era un extremo rápido y oportunista que le quitó el puesto al mismísimo Rene Houseman. Con los años también ficharían por River otros componentes de la selección triunfadora como el citado Houseman, el lateral zurdo Alberto Tarantini, el interior Américo Gallego y la estrella indiscutible del cuadro albiazul: Mario "Matador" Kempes.
La década de los 80 aporta una lista enorme de jugadores de primerísima clase, aunque yo destacaría por encima de todos a tres; en primer lugar hay que citar a "Beto" Alonso, un jugador que ocupaba el puesto de "número 10", tal vez el que en su momento exigía más calidad; "Beto" Alonso era sinónimo de elegancia, buen juego, toque, creatividad ... un jugador fundamentalmente de técnica depurada y calidad en su juego que llegó a ser llamado el "Pelé blanco". De River pasó al Olimpique de Marsella y de allí a Velez Sarffield para regresar a River y jugar allí los últimos años de su vida profesional. Alonso además tenía una buena media goleadora, aunque también se le acusaba de correr lo justo, incluso hay quien dice que una vez al ser preguntado sobre su opinión de Johan Cruyff aseguró que "era muy bueno, pero corría demasiado". Ramón Díaz fue un delantero rápido y habilidoso que debutó muy joven, en 1978, con la escuadra franjirroja y fue vendido a Italia en 1982, jugando allí en Fiorentina, Nápoles, Avellino e Inter de Milán. Ramón Díaz fue el compañero perfecto de Diego Armando Maradona en los años triunfales del "pelusa" en Nápoles, donde consiguió ganar el "Scudetto". Ramón Díaz, que también regresó a River al final de su carrera, fue un consumado goleador y un delantero imparable. Tanto Alonso como Díaz fueron habituales de la selección nacional argentina, pero las lesiones impidieron que pudieran intervenir en los dos mundiales que ganó Argentina en 1978 y 1986.
Pocos años después que los anteriores llegó al Estadio "Monumental" Enzo Francéscoli, personalmente mi jugador favorito de entre todos los citados; en el fútbol, como en el Evangelio, son muchos los llamados y pocos los escogidos, y el uruguayo fue uno de esos jugadores tocados por la mano de Dios. Llegó joven a River del Montevideo Wanderers, para regresar años después tras un periplo europeo que abarcó Racing de París, Olympique de Marsella, Cagliari y Torino. Francéscoli destacó por su gran técnica, como también por su gracia y fluidez con el balón, un estilo que luego asumió el francés Zinedine ZIdane; su figura estilizada y su elegancia al desplazarse por el campo convertían el juego del uruguayo en un auténtico espectáculo. Francescoli destacaba también por su polivalencia, pues tanto podía jugar retrasado en calidad de organizador como adelantar su posición y hacerlo como delantero goleador. Jugó en total siete temporadas en River en las que consiguió 115 goles, a los que hay que sumar los 83 conseguidos en Europa. Otros jugadores de su generación que también destacaron en el equipo fueron el lateral Olarticoechea, campeón del mundo en 1986, el arquero Nery Pumpido, el central Oscar Ruggeri y el delantero uruguayo Antonio Alzamendi, los dos últimos acabaron siendo las figuras de un sorprendente C.D. Logroñés.
Me dejo para el final a dos jugadores con unas condiciones futbolísticas excepcionales que destacaron, además de por su calidad y su buen juego, por ser personajes conflictivos, por formar parte de ese sector de hombres polémicos que siempre han existido en el mundo del fútbol. Claudio Canniggia fue el clásico delantero eléctrico, con un dribling diabólico y una velocidad notable, amen de una aceptable capacidad goleadora; pero Caniggia era además un sujeto peculiar, amante de la buena vida, mujeriego y con cierto aire pendenciero tanto dentro como fuera del campo. Estuvo en varias ocasiones sancionado por el consumo de drogas y su carácter polémico le perjudicó en su carrera, por mucho que nadie discutió nunca su enorme calidad. Jugando al fútbol era un jugador de esos que uno disfruta viéndolo, un atleta y un virtuoso del balón; jugó en River tres temporadas, para pasar después a Verona, Atalanta, Roma, Benfica, Boca Juniors, Dundee United y Glasgow Rangers, un peregrinaje que acredita su inestabilidad. Ariel Ortega, apodado "el Burrito" fue un delantero bajito y rapídísimo, juega en la posición de enganche y se caracteriza por la enorme habilidad para la "gambeta"; más bien individualista destaca más por sus asistencias que por sus goles. Sus primeros cinco años en River Plate (1991-1995) fueron de éxitos continuos, convirtiéndose en la figura del equipo y en un habitual de la selección albiazul; en 1995 fue vendido al Valencia, donde estuvo dos años en los que no acabó de cuajar, aún teniendo alguna actuación destacada, posiblemente por lo poco disciplinado de su juego, posteriormentejugó en Sampdoria y Parma, para regresar al River Plate, intentar otra aventura en Europa en el Fenerbache turco y regresar definitivamente a Argentina, donde jugó en Nevells Old Boys y de nuevo con la camiseta de River, si bien su última época ha estado oscurecida por sus problemas personales con el alcohol.
En River Plate han jugado muchísimos jugadores más, algunos de una calidad a la altura de los mencionados, como podrían ser cuatro ex zaragocistas: Roberto Fabián Ayala, un central de los que hacen época, con una capacidad de anticipación y una seguridad abrumadoras, Pablo Aimar, un hombre dotado de una técnica depurada, capaz de conducir el balón y asistir con precisión excepcional, aunque frágil físicamente, Sergio Berti, la "Bruja", con una zurda que parecía un guante y Andrés D'Alessandro, tan genial como anárquico e indisciplinado, aunque curiosamente ninguno e los cuatro triunfó en La Romareda. Uno de los mejores goleadores mundiales de finales del siglo pasado y principios de éste fue Hernán Crespo, un ariete espigado y oportunista que salió de la cantera del River para jugar nada menos que en parma, Chelsea, Milán, Lazio e Inter; Marcelo Gallardo y Matías Almeyda son otras joyas surgidas de los equipos inferiores "millonarios", el primero un interior exquisito y el segundo un todo-terreno incansable; los volantes Leonardo Astrada y Santiago Solari, el atacante Javier Saviola, el goleador chileno Marcelo Salas, el defensa Juan Pablo Sorín, que jugó en el Barça, los goleadores Ramón Ismael Medina Bello y Julio Cruz el colombiano Juan Pablo Ángel y el defensa Diego Placente son otros nombres destacados.
Ahora River Plate, con toda su gloria y toda su historia ha dado con sus huesos en segunda división; tengo mi experiencia de ésto y ahora todo son críticas, drama y pronósticos agoreros, pero los grandes siempre resucitan, siempre regresan y sólo queda esperar que vuelvan cuanto antes los días de gloria para la ahora desolada afición de River: así será.