Hace unos días nos despertábamos con la noticia de que Julio Iglesias se había casado; tras 20 años de relación con su novia holandesa Miranda y con cinco hijos en común, parece que la decisión del cantante tiene plena justificación. Julio fue siempre una debilidad mía, con los años mis gustos musicales se han ido ampliando y he ido conociendo grupos e intérpretes con una calidad musical superior a la del cantante madrileño, pero nunca he desertado de mi afición a quien en otras épocas solían llamar "nuestro cantante más internacional". Recuerdo que su lanzamiento se produjo al ganar en 1968 el Festival de Benidorm con "La vida sigue igual", una canción que me encantó desde el primer momento y que me sigo sabiendo de memoria. Su consagración llegó cuando representó a España en el Festival de Eurovisión dos años después cantando "Gwendolyne", un tema tierno en torno al cual la prensa de la época elucubró mucho, asegurando que relataba un romance real del cantante e incluso sacando entrevistas con una rubia que aseguraba ser la protagonista de la historia; el gran José María Iñigo calificó el affaire como "Cuentolín". En el vídeo de la interpretación de Julio Iglesias en Amsterdam resalta lo llamativo -y cursi hasta lo relamido- del traje de terciopelo azul turquesa, casi tanto como la pajarita de Algueró.
Julio Iglesias se lanzó a partir de entonces al ruedo de Latinoamérica y con sus éxitos en Chile, Venezuela, Argentina, ... consiguió evitar una vida profesional efímera y triunfar por todo lo alto en todas partes, vendiendo discos como rosquillas por todo el mundo. Al cantante le falta voz, pero suplió ésto con una capacidad de trabajo espectacular y un acompañamiento musical muy bueno, amen de interpretar sus canciones con un estilo notable. Cuentan que tuvo que aprender a dominar el escenario, pues en sus inicios no sabía que hacer con las manos y terminaba con ellas en el bolsillo, lo que motivo que se acabara haciendo los pantalones sin aquéllos. Desde Eurovisión sus éxitos fueron continuos: "Un canto a Galicia", "A flor de piel", "Manuela", "Abrazamé", "Me olvidé de vivir" o "Hey" fueron algunos de los más señalados éxitos del cantante de esta primera época, sin olvidar sus discos dedicados a Méjico ("Cucurrucucú paloma", "Noche de ronda", "Cuando vivas conmigo", ...) o a América ("Caminito", "Júrame", "Moliendo café", ...), o versiones particulares de temas como "A mi manera", "Feelings" o "Candilejas". Sin olvidar el inolvidable dueto con D. Pedro Vargas cantando "Felicidades".
En torno a Julio Iglesias ha corrido siempre la leyenda del Don Juan latino, siempre rodeado de chicas guapas y cargando sobre sus espaldas unos cuantos romances con guapísimas mujeres del mundo del espectáculo (Sidney Rome, Giannina Faccio, ...), aunque tengo la impresión de que hay en ésto más ruido que nueces. He hablado de vez en cuando con personas que por razón de sus cargos públicos han tenido que comer o cenar con él, y todos coinciden en dar una versión del cantante mucho menos sofisticada, recuerdo que el alcalde de una localidad oscense me comentaba hace poco que tras cenar con él cambio radicalmente la imagen que tenía de Julio, pues al parecer en la realidad no tiene nada que ver con el bobalicón de dice "yeeeaaahhhh", o que habla de su amor a España y a sus "geeenteesss".
Julio Iglesias se lanzó a partir de entonces al ruedo de Latinoamérica y con sus éxitos en Chile, Venezuela, Argentina, ... consiguió evitar una vida profesional efímera y triunfar por todo lo alto en todas partes, vendiendo discos como rosquillas por todo el mundo. Al cantante le falta voz, pero suplió ésto con una capacidad de trabajo espectacular y un acompañamiento musical muy bueno, amen de interpretar sus canciones con un estilo notable. Cuentan que tuvo que aprender a dominar el escenario, pues en sus inicios no sabía que hacer con las manos y terminaba con ellas en el bolsillo, lo que motivo que se acabara haciendo los pantalones sin aquéllos. Desde Eurovisión sus éxitos fueron continuos: "Un canto a Galicia", "A flor de piel", "Manuela", "Abrazamé", "Me olvidé de vivir" o "Hey" fueron algunos de los más señalados éxitos del cantante de esta primera época, sin olvidar sus discos dedicados a Méjico ("Cucurrucucú paloma", "Noche de ronda", "Cuando vivas conmigo", ...) o a América ("Caminito", "Júrame", "Moliendo café", ...), o versiones particulares de temas como "A mi manera", "Feelings" o "Candilejas". Sin olvidar el inolvidable dueto con D. Pedro Vargas cantando "Felicidades".
En torno a Julio Iglesias ha corrido siempre la leyenda del Don Juan latino, siempre rodeado de chicas guapas y cargando sobre sus espaldas unos cuantos romances con guapísimas mujeres del mundo del espectáculo (Sidney Rome, Giannina Faccio, ...), aunque tengo la impresión de que hay en ésto más ruido que nueces. He hablado de vez en cuando con personas que por razón de sus cargos públicos han tenido que comer o cenar con él, y todos coinciden en dar una versión del cantante mucho menos sofisticada, recuerdo que el alcalde de una localidad oscense me comentaba hace poco que tras cenar con él cambio radicalmente la imagen que tenía de Julio, pues al parecer en la realidad no tiene nada que ver con el bobalicón de dice "yeeeaaahhhh", o que habla de su amor a España y a sus "geeenteesss".
A lo largo de la década de los 80, Julio siguió sacando discos año tras año: "De niña a mujer", "Quijote", "Nathalie", "Momentos", "Lo mejor de tu vida", "Qué no se rompa la noche", "La carretera", "Vuela alto", "La gota fría" o "Milonga sentimental" se convirtieron en temas inolvidables, sin olvidar sus interpretaciones en inglés, como el espectacular "Crazy", o sus espectaculares duetos con Willie Nelson, "To all the girls I love before", con Diana Ross, "All of you", Dolly Parton, "When you tell me that you love me" y con All-4-One, "Smoke gets in your eyes".
El cantante despierta pasiones y odios, y te encuentras personas que lo tienen idolatrado y otros que lo incluyen en la cabeza de los pufos musicales de nuestra época. Yo, modestamente, no soy capaz de dar una opinión entendida del tema, aunque puedo asegurar que aunque ya no es lo primero que escucho en mis momentos de necesidad musical, lo sigo teniendo, en parte por una especie de prurito personal, en mi lista de elegidos.