Era ésta una película que hace tiempo tenía ganas de ver y por una razón u otra siempre quedaba como asignatura pendiente; una vez cumplida la aspiración, puedo afirmar que me he llevado una sorpresa, y no porque me haya parecido mejor o peor de lo que esperaba, sino porque me esperaba algo distinto, ya que dos terceras partes del film pueden ser perfectamente calificados de comedia y solamente en la última parte de la cinta puede hablarse propiamente de una película bélica, con toda la acción y el drama que ésto lleva consigo y que era lo que, en mi imaginación, pensaba iba a encontrar. La historia de doce convictos, condenados por delitos gravísimos -algunos a morir en la horca- y son reclutados para una operación suicida con la promesa de redimir así sus castigos es desarrollada acertadamente por Robert Aldrich, autor de películas tan destacadas como "¿Qué fue de Baby Jane?", "Sodoma y Gomorra" o "El emperador del norte" y que sabe manejar perfectamente el material que tiene: una historia atractiva y un elenco de actores de primer nivel, auténticos veteranos en ésto de hacer papeles de duros, psicópatas y/o villanos. A lo largo de las dos horas y media que dura la película no hay tiempo ni para aburrirse ni para tomarse un respiro, por mucho que no estemos ante una película mítica y que no fue precisamente film protagonista en la correspondiente gala de los Oscar, por mucho que tuviera cinco nominaciones y llegara a ganar la estatuilla al mejor montaje.
Queda dicho que el elenco de actores es llamativo, y si tuviera que destacar a un par de ellos me quedaría ante todo con Lee Marvin, fiel a su papel de duro e imperturbable mayor británico y, por encima de todos, John Cassavetes, quien borda el papel de un perverso y desagradable condenado a muerte, Cassavetes fue nominado al Oscar al mejor secundario por este trabajo, si bien al final se lo llevó George Kennedy, con un papel menor en la película de Aldrich y que ganó el premio por otro film mítico: "La leyenda del indomable". Pero reconocido el trabajo de ambos, no puede olvidarse el excelente trabajo de otros tres actores de carácter como Donald Shutterland, que representa a un "delicioso pasota", Charles Bronson, con la frialdad y dureza que caracterizó toda su carrera y Telly Savalas, que esta sumamente creíble como un iluminado y demenciado psicópata. Fuera de la nómina de los reos desempeñan papeles mucho menos agradecidos dos ilustres de Hóllywood como Ernest Borgnine y Robert Ryan.
Como se ha dicho, buena parte de la película tiene mucho de comedía; el entrenamiento del grupo de militares más burdo, grosero y maloliente que jamás se ha conocido da lugar a escenas francamente oxigenantes, como la revista que pasa Donald Shutterland como falso general a una compañía formada, coronel incluído, el contundente modo con el que Lee Marvin enseña a subir la cuerda a Trini López o la respuesta que Marvin da a la pregunta de si deben disparar a los nuestros o a los enemigos: "si no les importa, comiencen por nuestros rivales". También es cierto, que la aventura que nos cuentan tiene su parte de inverosímil, pero así han sido tradicionalmente las películas de guerra; en la fase final del film , cuando el comando protagonista llega al castillo donde celebran una fiesta un buen número de oficiales nazis, Aldrich consigue crear el climax y la tensión adecuadas para completar una película de esas que uno no olvida nunca.
Queda dicho que el elenco de actores es llamativo, y si tuviera que destacar a un par de ellos me quedaría ante todo con Lee Marvin, fiel a su papel de duro e imperturbable mayor británico y, por encima de todos, John Cassavetes, quien borda el papel de un perverso y desagradable condenado a muerte, Cassavetes fue nominado al Oscar al mejor secundario por este trabajo, si bien al final se lo llevó George Kennedy, con un papel menor en la película de Aldrich y que ganó el premio por otro film mítico: "La leyenda del indomable". Pero reconocido el trabajo de ambos, no puede olvidarse el excelente trabajo de otros tres actores de carácter como Donald Shutterland, que representa a un "delicioso pasota", Charles Bronson, con la frialdad y dureza que caracterizó toda su carrera y Telly Savalas, que esta sumamente creíble como un iluminado y demenciado psicópata. Fuera de la nómina de los reos desempeñan papeles mucho menos agradecidos dos ilustres de Hóllywood como Ernest Borgnine y Robert Ryan.
Como se ha dicho, buena parte de la película tiene mucho de comedía; el entrenamiento del grupo de militares más burdo, grosero y maloliente que jamás se ha conocido da lugar a escenas francamente oxigenantes, como la revista que pasa Donald Shutterland como falso general a una compañía formada, coronel incluído, el contundente modo con el que Lee Marvin enseña a subir la cuerda a Trini López o la respuesta que Marvin da a la pregunta de si deben disparar a los nuestros o a los enemigos: "si no les importa, comiencen por nuestros rivales". También es cierto, que la aventura que nos cuentan tiene su parte de inverosímil, pero así han sido tradicionalmente las películas de guerra; en la fase final del film , cuando el comando protagonista llega al castillo donde celebran una fiesta un buen número de oficiales nazis, Aldrich consigue crear el climax y la tensión adecuadas para completar una película de esas que uno no olvida nunca.