Ya Mecano se quejaba en su día de que Nueva York era un lugar difícil para vivir, pues entre otras cosas los jamones eran de York; he escuchado en alguna ocasión comentar que los británicos desprecian el jamón español, pues consideran que no es sano recurrir al jamón serrano y se refugian en lo que los catalanes llaman "jamón dulce". La verdad es que me resisto a creer que esto sea cierto, pues a los ingleses se les podrá acusar de estirados, prepotentes y hasta peculiares, pero tengo clarísimo que de tontos no tienen un pelo; por esta razón tengo que dudar que puedan relegar al rincón de los bocados ignorados un buen plato de jamón de pata negra, pues estarían menospreciando uno de los manjares más deliciosos de los que se puede disfrutar.
La gastronomía se ha convertido casi en una ciencia; a todas horas uno lee o escucha a los grandes gurús del tema presumiendo de platos elaborados, de recetas supersofisticadas y de su capacidad para jugar con los sabores como si fueran cochecitos de niño, a la vez que elaboran mil teorías a cual más complicada sobre cómo combinar carnes, pescados, frutas y verduras. Pero a la hora de la verdad, pocas veces estaremos más seguros de acertar que cuando plantemos en la mesa un buen plato de jamón de calidad, bien servido y bien cortado.
Porque hay momentos en los que uno se cansa de milongas y se da cuenta que para quedar satisfecho lo más seguro es recurrir a los clásicos. Si me pidieran que diera un repaso a las veces en que más satisfecho me he quedado en los últimos tiempos después de comer de restaurante, seguro que entre lo primero que me vendría a la cabeza serían los excelentes platos de jamón con tomate fresco que tomé en una ocasión en el "Martín Viejo" de Huesca y, más recientemente, en el "Q-art" de la Calle Cesáreo Alierta de Zaragoza.
No están los tiempos para dispendios, y no se trata de animar a nadie a gastarse unos duros de más en un tipo de viandas con no son precisamente económicos, pero si uno está en condiciones de hacer un extra mi consejo siempre será ir sobre seguro, pues me parecen más prescindibles los "medallones de ternera adobada con salsa de Capri", "la lasagna de mejillones escoceses con salsa de Casis" o el "flan caramelizado de turrón con escabeche de guindas" que el jamón serrano de toda la vida. Y para colmo los médicos te aseguran que no es malo ni para el colesterol, ni para el azúcar ni para la gota ... vamos que es bueno, ¿alguien opina lo contrario?.
La gastronomía se ha convertido casi en una ciencia; a todas horas uno lee o escucha a los grandes gurús del tema presumiendo de platos elaborados, de recetas supersofisticadas y de su capacidad para jugar con los sabores como si fueran cochecitos de niño, a la vez que elaboran mil teorías a cual más complicada sobre cómo combinar carnes, pescados, frutas y verduras. Pero a la hora de la verdad, pocas veces estaremos más seguros de acertar que cuando plantemos en la mesa un buen plato de jamón de calidad, bien servido y bien cortado.
Porque hay momentos en los que uno se cansa de milongas y se da cuenta que para quedar satisfecho lo más seguro es recurrir a los clásicos. Si me pidieran que diera un repaso a las veces en que más satisfecho me he quedado en los últimos tiempos después de comer de restaurante, seguro que entre lo primero que me vendría a la cabeza serían los excelentes platos de jamón con tomate fresco que tomé en una ocasión en el "Martín Viejo" de Huesca y, más recientemente, en el "Q-art" de la Calle Cesáreo Alierta de Zaragoza.
No están los tiempos para dispendios, y no se trata de animar a nadie a gastarse unos duros de más en un tipo de viandas con no son precisamente económicos, pero si uno está en condiciones de hacer un extra mi consejo siempre será ir sobre seguro, pues me parecen más prescindibles los "medallones de ternera adobada con salsa de Capri", "la lasagna de mejillones escoceses con salsa de Casis" o el "flan caramelizado de turrón con escabeche de guindas" que el jamón serrano de toda la vida. Y para colmo los médicos te aseguran que no es malo ni para el colesterol, ni para el azúcar ni para la gota ... vamos que es bueno, ¿alguien opina lo contrario?.