31 de mayo de 2010

Fallece Dennis Hopper, el eterno motero



El sábado moría en Venice (California) a los 74 años el actor y cineasta Dennis Hopper; hace pocas semanas Hopper fue noticia cuando ya en situación casi terminal era noticia por querer impedir que su última mujer pudiera tener accesos a su herencia, una polémica que casa bastante con la imagen de rebelde y pendenciero, sino de malo-malísimo que solía representar en las películas.

Hopper llegó a aspirar en dos ocasioens al Oscar de Hóllywood, la primera como mejor guionista por "Easy River" -Buscando mi destino- (1969), un film de polvo y carretera donde el propio Hopper comparte protagonismo junto a Peter Fonda en plan motero medio salvaje, mientras el tercer convidado es un genial Jack Nicholson que ejerce de abogado borrachín; "Easy River" es una reflexión sobre la alienación juvenil en los años sesenta y haybn quien afirma que contribuyó a cambiar la faz del arte del cine para siempre; La película, además de la referida nominación al Oscar, le valió el premio al mejor director en el Festival de Cannes. La otra nominación lo fue como mejor actor de reparto por su película "Hoosiers, más que ídolos" (1986), un film que trata sobre las aspiraciones de ganar un campeonato de basket de un profesor de Indiana y sus alumnos en el que Hooper borda el papel de profesor antipático y desagradable.

Dennis Hopper ha tenido interpretaciones relevantes como secundario en películas como "Rebelde sin causa" (1955), "Gigante" (1956), "Duelo de titanes" (1957) "La leyenda del indomable" (1967), "El amigo americano" (1977)"Apocalipsis Now" (1979), "La ley de la calle" (1983)"Blue Velvet" (1986), "Amor a quemarropa" (1993), "Speed" (1994), "Waterworld" (1995), "Search and Destroy" (1995), "Tiempo límite" (2001) y "Ajuste de cuentas" (2001). Hooper fue siempre un magnífico complemento a los galanes y héroes del cine, con su aspecto de personaje siniestro, individuo "echao palante" o pájaro de cuenta. En total son más de 115 largometrajes y 140 producciones televisivas, que han convertido a Dennis Hopper para muchos en un icono del cine de Hollywood.

Sara Brito lo define en "Público" como "un icono de la rebeldía y la contracultura, un actor marcado por el consumo de drogas y con una carrera convulsa y repleta de claroscuros". Hopper fue también pintor y fotógrafo, así como un coleccionista de arte de buen olfato, que acumuló obras y amistades del star system del pop art;la vida del actor que interpretó al fotógrafo maniaco varado en el campamento de Kurtz en "Apocalypse Now" anduvo rodeado de leyendas: haber llegado a consumir en una época de su vida 30 cervezas y tres gramos de cocaína al día para mantenerse en pie, intentar colgarse del ala de un avión en movimiento, en pleno rodaje en México acabar corriendo desnudo en la selva totalmente enloquecido ... excentricidades que no sabemos si tienen algo de cierto o son fruto de la fuerza de extensión de las leyendas urbanas.

No obstante, es seguramente "Easy River" el film que marcará para siempre la historia de Dennis Hopper, esto dice la referida periodista:

"Fue Henry Fonda quien en plena borrachera y colocón de marihuana llamó a Hopper para proponerle una película donde ambos escribieran y actuaran y donde Hopper dirigiera. La idea de dos moteros haciendo un viaje a través de América fue cosa de Hopper. Ambos se pusieron manos a la obra. Junto a otra figura de la contracultura americana, Terry Southern, escribieron un guión que capturaría el espíritu insurrecto y las tensiones de una América marcada por los beats, el amor libre y Vietnam.

Hopper dijo sobre Easy Rider: "Nadie se había visto a sí mismo retratado en una película. En cada rincón del país, la gente estaba fumando marihuana y echándose LSD, mientras el público seguía viendo a Doris Day y Rock Hudson". Easy Rider lo cambió todo.

"Hopper fue catapultado al panteón de las celebridades de la contracultura"
La película, que costó 360.000 dólares, recaudó cien veces más de su presupuesto. Fue una torta en la cara de un Hollywood dominado todavía por dinosaurios. Junto al éxito de Bonnie & Clyde y El graduado, influenciados por la nouvelle vague, sería el golpe de gracia para la entrada de una jauría de jóvenes talentos con ganas de coger las riendas de la meca del cine.

Después de Easy Rider, "Hopper fue catapultado al panteón de las celebridades de la contracultura junto a John Lennon, Abbie Hoffman y Timothy Leary", escribía Peter Biskind en su libro 'Moteros tranquilos, toros salvajes'."


Pero también tenemos versiones más dulces de Hopper, así Isabella Rosellini, que coincidió con Dennis Hopper en "Tercipelo azul" asegura que al conocerle, le sorprendió su bondad: "cuando conocí a Dennis en el rodaje, él acababa de salir de un centro de rehabilitación. Me asustaba pero descubrí que era infinitamente bondadoso, compasivo y comprensivo. Fue al infierno y volvió de él con gran sabiduría. Me llevará mucho tiempo aceptar que no estará más entre nosotros".

Hopper afirmó que nunca había estado en "esas películas que te hacen sentir bien"; es posible que fuera un indómito, un inadaptado, un eterno descontento, pero en cualquier caso ya ha entrado en la historia del cine, y no por la puerta trasera.






30 de mayo de 2010

El coche de las viudas



Allá por el final de los 50 la Renault hacía funcionar por esas carreteras de Dios el Renault 4/4, una especie de pulga con ruedas que creó el concepto de utilitario y fue el principal promotor de la expansión del automóvil en España, hasta que el Seat-600 se hizo casi con el monopolio de tal concepto. La referida factoría francesa necesitaba lanzar un vehículo de gama media, con mayor potencia y prestaciones y que cubriera un mayor ámbito de mercado; así nació el Renault Dauphine un coche que tuvo un enorme éxito de ventas en una España que ya asomaba al desarrollo y muchos de cuyos habitantes vieron en este vehículo una forma de prosperar en sus capacidades como conductores. Junto al 600 y el 1500 al que me refería hace poco, creo que el Dauphine es el coche que más llamaba la atención cuando comenzaba a asistir al Colegio.

La pequeña historia nos cuenta que se trataba de un vehículo propenso a los accidentes, tanto que fue conocido como "el coche de las viudas", algo que algunos atribuyen a cierta inestabilidad del mismo a la hora de tomar las curvas y a unos frenos no demasiado fiables, aunque hay quien piensa que la razón de tanto accidente hay que encontrarla en unos conductores españoles con poca experiencia en automóviles de estas características y unas carreteras que no eran precisamente un modelo de buena conservación. Uno de mis recuerdos infantiles se remonta a una mañana en que mi padre me llevó de propio a la Plaza España de Zaragoza. donde junto a la puerta de la Diputación Provincial se encontraba expuesto un Dauphine rojo que se había metido un batacazo notable ... siempre me he planteado cual era la razón de semejante exhibición.

El Dauphine supuso en gran pelotazo de la Renault en Europa, aunque ésta fracasó en su intento de expandir el modelo en los Estados Unidos.Al igual que el 4/4, este coche tenía el motor en la parte de atrás y su interior había sido cuidado para ofrecer espacio y confort. El Renault Dauphine (delfina en francés) se presentó en el Salón de Ginebra en 1956, siendo fabricado entre 1956 y 1968; tenía un motor tipo Ventoux trasero de 4 cilindros, 845 cc y una potencia de 26 CV, y su velocidad final era de 117 Km/h. Había sido creado para la familia, ya que posee 4 puertas, aunque también tuvo logros deportivos de importancia como el Rally Monte Carlo.

Con el tiempo se fabricaron dos nuevas versiones que mejoraban el modelo inicial: el "Gordini", una versión pseudo deportiva del modelo normal, retocando la culata, las válvulas y el carburador para aportarle seis caballos suplementarios que debía su nombre al ingeniero que diseñó la transformación, Amadeo Gordini; la versión "Ondine", aparecida en 1960, fue realizada en plan más lujoso, con pinturas metalizadas, embellecedores, tapicerías, etc., mientras en el plano mecánico el modelo, a excepción de las primeras unidades, venía dotada de la caja de cuatro velocidades del Gordini.




29 de mayo de 2010

Chocar con un estóico



El estoicismo fue uno de los movimientos filosóficos que, adquirió mayor importancia y difusión en Atenas dentro del periodo helenístico. Lo fundó Zenón de Citio (301 a.C.) y adquirió gran difusión por todo el mundo greco-romano, gozando de especial popularidad entre las élites romanas. Su período de mayor vigor se extiende del siglo III a.C. hasta finales del siglo II d.C.; después comenzó a dar signos de agotamiento que coincidieron con la descomposición social del Alto Imperio romano y el auge del cristianismo. Los estoicos proclamaron que se puede alcanzar la libertad y la tranquilidad siendo ajeno a las comodidades materiales, la fortuna externa, y dedicándose a una vida guiada por los principios de la razón y la virtud, así consagraron la idea de la imperturbabilidad o ataraxia.

Pero no pretendo explorar ni desarrollar filosofías; el estoicismo, que tal como estudiabamos en nuestro añorado bachillerato, se opone al epicureismo, es una doctrina más que tendrá sus ventajas e inconvenientes, sus seguidores más o menos identificados y sus adversarios; yo me voy a limitar a tratar de efectuar un diagnóstico sobre algunos individuos que deambulan por el mundo portando como bandera un estoicismo militante donde uno cada vez ve más rigorismo y poca longitud de miras y menos virtud. Y es que a la larga, cuando la virtud no se muestra como algo amable intuyo que se debe a que va perdiendo, precisamente, su condición de virtud.

Admiro a las personas sobrias, que no van de "guays", que no necesitan estar al día del último modelo de vehículo, de colonia o de palo de golf, que no ejercen de triunfadores; admiro a quien come sin poner el punto de la carne o la marca del tinto como cuestión principal del momento, a quienes no se crean necesidades, ni ejercen de snob ni te pasan por la cara sus viajes a Amsterdam, Nueva York o la Isla de Bali; pero cada vez me cargan más los cenizos, aquellos que son incapaces de darle un toque plural y divertido, incluso, y dentro de unos límites, transgresor, a la vida.

El "estoico" tiende a poner caras circunspectas ante lo que no le cuadra, expresiones que pueden derivar en asco, enojo, indignación o sorpresa horrorizada, pero no precisamente por amor a la virtud, sino por la interpretación de la vida como una especie de pasillo recto, oscuro, sin curvas, adornos ni posibilidad de circular de modo distinto al suyo. ¡Dios nos libre de personajes así!, que no son sobrios sino estrechos, no ejercen de ahorradores sino de "ratas", ni de serios y moderados, sino que se muestran como palos secos y monodireccionales. Un "estoico" no se adapta al mundo y pretende que el mundo se adapte a él; tiene una tendencia incorregible a juzgar, a no aceptar lo que no le cuadra y a escandalizarse de cosas que no son más que pequeñeces.

No puede ser buena una austeridad de la que se hace bandera, porque lo templado, la moderación, la templanza adquieren valor en cuanto son discretos, cuando no hay alardes, cuando se predica con el ejemplo y no con la exhibición y el dedo acusador. Y es que cuando se ejerce de estoico no resulta difícil caer en la vida rancia, perder horizontes y encayarse en una visión del mundo y de la vida pequeña y de corto recurrido.

Siempre he admirado a los espléndidos, siempre que éstos lo sean con el resto del personal y no consigo mismos; no me parece ni sana ni imitable la actitud de aquéllos que no tienen vida social, que son incapaces de relacionarse con los demás y viven encerrados en un mundo exclusivo y monolítico que puede convertir su vida en un aburrimiento y les impide disfrutar de las bondades de la gente.

28 de mayo de 2010

"La chica de ayer", Nacha Pop (1980)



Soy un gran "desconocedor" de la música española de los años 80, esa época dorada de relanzamiento de la canción pop española en la que brillaron con luz propia gente como Alaska, Los Secretos, Gabinete Calígari, Mecano, Hombres G, Objetivo Birmania, Radio Futura, Siniestro Total, Nacha Pop, ... a la que cabría añadir esos grupos venidos de otras partes del mapa como Loquillo y los Trogloditas, El Último de la Fila, Presuntos Implicados, la Orquesta Mondragón, Duncan Dhu, La Frontera, La Unión, Héroes del silencio, Los rebeldes, ... Recuerdo que cuando todo pardillo aterricé en el parque de Artillería de Valencia allá por el mes de octubre de 1981 mis compañeros de oficina, asombrados ante tanta ignorancia, me pusieron al día de que la música moderna en nuestro país hacía tiempo que había comenzado a ir mucho más allá de Julio Iglesias, Perales, Mocedades y Karina y fui redactando informes a máquina y calentando garitas al ritmo de "Las chicas son guerreras", "Horror en el hipermercado", "Déjame" o el mítico "Hoy no me puedo levantar".

"Nacha Pop" fue uno de los grupos nacidos bajo el calor de la "movida madrileña", ese movimiento que dicen tuvo el impulso del entonces alcalde de Madrid, el "viejo profesor" D. Enrique Tierno Galván; estaba liderado por uno de los mejores músicos del pop español de los últimos 30 años, el recientemente desaparecido Antonio Vega. El grupo duró 10 años, tiempo que fue tremendamente fructífero y, tras disolverse, quedaron para siempre sus canciones y para bien de la música moderna nacional, la calidad de sus músicos, que siguieron trabajando por libre.
"La chica de ayer" es uno de los temas más recordados de esa época tan especial de nuestra música y queda a la altura de las mejores composiciones de siempre.


27 de mayo de 2010

¡Qué viene Mourinho!



No hay que adelantar acontecimientos, pero parece que Florentino Pérez, esa especie de megalómano de pinta y modos tan correctos, se ha empeñado en que el mister portugués se convierta en el nuevo director a pie de campo de la nave madridista. Vuelve a demostrarse que el presidente blanco no se para en barras a la hora de traer lo mejor de lo mejor a la casa blanca, por más que en la mayoría de las ocasiones esta política no se haya mostrado como la más adecuada para conseguir que el equipo de Concha Espina reverdezca esplendores, recupere la hegemonía del fútbol en España, perdida con enorme diferencia hoy día con el Barça, y vuelva a ser en Europa algo que hace mucho, demasiado, ha dejado de ser: un equipo temible, pues en la actualidad los merengues solamente están en la élite si hablamos de la historia y no de la realidad vigente.

El palmarés de Josep Mourinho es, sencillamente, espectacular: 18 títulos en 8 años, tres de ellos de carácter continental: la Copa de la UEFA (2003) y la Liga de Campeones (2004) con el Oporto y esta última hace unos días con el Inter de Milán, sin olvidar dos Ligas con los portugueses, otras dos con el Chelsea y dos más con los de San Siro. A ésto cabe añadir el que solamente haya perdido diez encuentros por dos goles o más de 389 encuentros dirigidos, habiendo sido derrotado en campo propio tan sólo por el F.C. Barcelona en Liga de Campeones y jugando con un hombre menos. Algo tendrá el agua cuando la bendicen y parece claro que el luso es todo un estratega, tiene mentalidad de ganador y sabe dirigir a los hombres que ponen en sus manos, aunque cabe decir que éstos no suelen ser "moco de pavo": Ricardo Carvalho, Deco, Makelele, Lampard, Drogbá, Joe Cole, Terry, Robben, Maicon, Lucio, Sneijder, Etoo, Diego Milito, ... De cualquier manera, seguro que Florentino tiene bien claro que comprar figuras no asegura la gloria, es preciso tener un comandante aplicado para conseguirla.

A Mourinho le suelen poner dos pegas; en primer lugar se le acusa de ser un entrenador defensivo; es evidente que con los planteamientos de Mourinho es difícil que el Madird, o cualquier otro club, practique un fútbol de la belleza plástica del Barça, pero en el fútbol de hoy en día tan importante como el arte en el manejo del balón es la seriedad táctica y la fortaleza física, algo de lo que suelen andar sobrados los equipos que entrena el portugués; no debemos olvidar que a Fabio Capello -hombre serio y cumplidor donde los haya- se le achacaba, con toda razón, ser ultradefensivo, pero con él los blancos siempre ganaron la Liga, aunque jugadores como Guti, Fernando Redondo, Seedorf o Beckham acabaran con tortículis mientras miraban al cielo y veían pasar balones en globo de una portería a otra.

El otro pero que se le achaca al míster que ha ganado la última Liga de Campeones es su carácter polémico, pero a mí me parece que en fútbol estas formas de ser se pagan bien y en el espectáculo en que se ha convertido el balompié las declaraciones llamativas, los gestos provocadores, las actitudes chulescas y los desplantes añaden salsa al negocio y acaban incrementando las ganancias de unos cuantos. Si a todo ésto añadimos la mezcla explosiva de que alguien al que se ha declarado "persona non grata" en Can Barça -ya sabemos que las aficiones futboleras, y muy especialmente la blaugrana, suelen jurar odio eterno a determinados personajes- se siente en el banquillo del máximo rival, queda asegurado que, si se confirma el fichaje, nos vamos a entretener mucho la próxima temporada.


26 de mayo de 2010

"Los pazos de Ulloa", Emilia Pardo Bazán













Emilia Pardo Bazán fue quien introdujo el naturalismo en España; el naturalismo es un estilo literario basado en reproducir la realidad con una objetividad documental en todos sus aspectos, tanto en los más sublimes como los más vulgares. "Los pazos de Ulloa" es posiblemente la obra cumbre de la Condesa de Pardo Bazán y en ella se refleja en toda su crudeza el ambiente decadente de la ariostocracia gallega, algo que también hicieron brillantemente en el siglo XX Elena Quiroga -"La sangre" (1952)-y Gonzalo Torrente Ballester -"Los gozos y las sombras" (1957)-.

Pardo Bazán destaca en medio de una serie de grandes escritores que conforman la corriente realista de la literatura española que brilló en la segunda mitad del siglo XIX; una nómina en la que destaca por encima de todos Benito Pérez Galdós, así como "La Regenta" de Leopoldo Alas "Clarín", posiblemente la obra culmen de la época. Otros nombres destacados son los de Pedro Antonio de Alarcón -de primer nivel "El escándalo"-, así como los escritores llamados regionales: el valenciano Vicente Blasco Ibáñez, el cántabro José María de Pereda, el andaluz Juan Valera y el asturiano Armando Palacio Valdés. Curiosamente, el naturalismo enfrentó a todos ellos, pues mientras unos, con Pardo Bazán y Pérez Galdós a la cabeza, lo defendían otros -Pereda y Alarcón- lo llegaban a considerar inmoral.

La novela, publicada en 1886, narra el impacto que produce la llegada de Julián, joven sacerdote, a los Pazos de Ulloa, donde el señor marqués vive una vida semisalvaje en compañía de sus supuestos servidores. Emilia Pardo Bazán decribe con crudeza, pero con maestría y veracidad a la vez, el caciquismo imperante, el sometimiento de la mujer en el mundo rural de la época. Es también una novela de personajes llenos de riqueza y significado: Primitivo, especie de mayordomo a quien, en la sombra, todos obedecen; su hija, la bella Sabel, el Marqués, que vive una vida salvaje, Nucha, la menor de las hijas, mujer dulce, de buenos sentimientos, no muy agraciada, y de una cierta debilidad enfermiza. El mensaje que al parecer pretendía introducir Pardo Bazán es la necesidad de integrar la naturaleza y la civilización. La aristocracia rural gallega era una sociedad cerrada que vivía según pautas ‘naturales’; el sentido último de la obra consiste en mostrar que todo aquel que no se adapta a ese medio o bien lleva una existencia marginal o bien es aniquilado.

Galicia, su geografía, sus paisajes, sus gentes, ... son terreno abonado para la literatura, si como es el caso, estamos ante una escritora formidable, los libros ambientados en esta zona de España adquieren un encanto espxial, algo que se aumenta cuando se habla de mujeres gallegas: Emilia Pardo Bazán, como Concepción Arenal o Rosalía de Castro, y varios siglos antes María Pita, demuestran que ya hace unos cuantos años en el norte de España las mujeres fueron pioneras en muchas cosas.

Con "Los pazos de Ulloa" traigo aquí la representación de una época de la literatura española que me encanta y tengo en demasía abandonada; obras como los "Episodios Nacionales", "Misericordia" o "Fortunata y Jacinta", las referidas "La Regenta" y "El escándalo", "Pepita Jiménez", "Peñas arriba" o "El sombrero de tres picos" son auténticas joyas de la literatura y deberíamos hacer algo por airearlas más.


25 de mayo de 2010

La soledad de una habitación de Hotel



No se que es lo que me pasa, si será inmadurez, torpeza o simples manías personales, pero no consigo adaptarme a las noches pasadas en la habitación de un Hotel; ultimamente no viajo demasiado, pero de 2005 a 2009 he estado haciéndolo mensualmente a Madrid y nunca he estado a gusto en esos impersonales cuartos que te adjudican en los hoteles. Y no es que acudiera a establecimientos de poca calidad, pues los que he frecuentado -NH Zurbano y Paseo del Arte, fundamentalmente- sin ser el acabose están bastante bien y tienen todas las exigencias de confort, limpieza y servicios exigibles, simplemente que en cuanto me encerraba en la habitación me entraba la "murria", me sentía inseguro y me daban ataques de soledad. Que nadie me explique las razones, pero dificilmente he encandenado una hora seguida de sueño en un Hotel ... y ya se que debe de ser para hacérmelo mirar.

En ocasiones, si el tiempo acompañaba, lo que he hecho es retrasar el momento de enfrentarme a esa soledad ejercitándome en la práctica de callejear, algo bastante grato cuando se trataba del Hotel Zurbano, ubicado en la calle del mismo nombre de Madrid y cercano a la Castellana, con todo el encanto que este Paseo lleva consigo, a zonas tan tradicionales como las calles Zurbarán, Almagro o Abascal y en torno a edificios de corte clásico y elegante. En otras ocasiones uno engañaba al cuerpo pidiendo al servicio de habitaciones un sandwich -habitualmente de jamón y queso- que iba acompañado de una buena cerveza fría y uno sentía las delicias de la vida burguesa, a la vez que cierto remordimiento por un gasto sobrevalorado; de cualquier manera, tales sensaciones acababan siendo efímeras.

Para más "inri", mi recuerdo de los hoteles suele ir unido a temperaturas desproporcionadas, o bien un calor excesivo o, por el contrario, un aire acondicionado que te acerca al Polo Norte ... circunstancias nefastas para un inútil de la técnica como quien suscribe, a la par que poco hábil y espontáneo para requerir la ayuda ajena. Todo ésto me hace pensar que es posible que mi problema es haberme convertido en un ser prolongada e impenitentemente inexperto, incapaz de saber buscarse la vida en este tipo de circunstancias tan ordinarias.

No es una experiencia trágica, ni siquiera un trauma que se prolonga en el tiempo o una experiencia que me horroriza cuando me enfrento a ella; es un sentimiento de debilidad, una sensación de indefensión, tan real como completamente injustificada. ¿Será que uno se siente un simple número más?, ¿que al final las plantas del Hotel se acaban representando como jaula en la que se aposentan especies del género humano en fase de migración?, ¿es la soledad lo que duele?, ¿o es la lejanía de los seres cercanos, quienes representan algo más que una persona a la que se saluda tímidamente en un pasillo o ascensor por simple cortesía?, ¿acaso me falta sociabilidad?, ¿todo se arreglaría siendo más espontáneo?.

Quien sabe, ... para mí el las habitaciones del Hotel son mucho más cercanas a una película de Hitchcock que a una comedia de George Cukor, a una novela de Stephen King que a un poema de San Juan de la Cruz ... y mira que en un Hotel nunca pasa nada.


24 de mayo de 2010

Uno de los best-sellers del momento













"El tiempo entre costuras"
María Dueñas
Temas de hoy. Barcelona (2009)
638 páginas




Sinopsis. La joven modista Sira Quiroga abandona el Madrid convulso de los meses previos al alzamiento arrastrada por el amor desbocado hacia un hombre a quien apenas conoce. Con él se instala en Tánger, una ciudad exótica y vibrante donde todo puede suceder. Incluso la traición. Sola, desubicada y cargada de deudas ajenas, Sira se traslada accidentalmente a Tetuán, capital del Protectorado Español en Marruecos. Espoleada por la necesidad de salir a flote, con argucias inconfesables y gracias a la ayuda de nuevas amistades de reputación un tanto dudosa, forjará una nueva identidad y logrará poner en marcha un selecto taller de costura en el que atenderá a clientas de orígenes lejanos y presentes insospechados. A partir de entonces, con la contienda española recién terminada y los ecos de la guerra europea resonando en la distancia, el destino de Sira queda ligado al de un puñado de carismáticos personajes --Rosalinda Fox, Juan Luis Beigbeder, Alan Hillgarth-- que la empujarán hacia un inesperado compromiso en el que las artes de su oficio ocultarán algo mucho más arriesgado.


Este libro se está vendiendo como rosquillas desde hace meses y figura permanentemente entre los primeros de las listas de más vendidos. A estos libros "que compra todo el mundo" se les puede poner la típica objeción de que se trata de literatura efímera, escrita con la exclusiva finalidad de vender y con una calidad limitada. Pero tras leer sus más de seiscientas páginas a quien me pida consejo sobre el mismo le responderé que vale la pena, que es una novela bien escrita, interesante y que aporta algo al lector.

Ya queda dicho que, desde mi punto de vista, estamos ante un libro bien escrito, al que la autora ha cuidado al detalle, esmeradamente, no es una pieza hecha por encargo y deprisa y corriendo. Además yo afirmaría que se trata de una novela elegante, no porque la protagonista se dedique a la confección de trajes, sino porque en su conjunto la obra muestra una esmerada delicadeza en las descripciones y en la disección de los ambientes; "El tiempo entre costuras" se lee con gusto, con comodidad, no hay estridencias ni momentos de sal gruesa.

Al libro cabe catalogarlo como novela histórica; aparecen personajes que existieron de verdad y el argumento se encaja dentro de sucesos históricos. La trama se inicia en el Madrid inmediatamente anterior a la Guerra Civil, prosigue con los enclaves africanos de Tánger y Tetuán durante la contienda, para fijar la tercera parte en el Madrid de posguerra y en Lisboa durante la 2ª Guerra Mundial. María Dueñas sabe combinar perfectamente la ficción con una ambientación y unos sucesos auténticos. Todo ésto hizo que la lectura fuera especialmente interesante, fundamentalmente por la agilidad con la que se relata lo que ocurre. Hay que añadir que la novela se ha escrito, desde mi punto de vista, con una imparcialidad que aumenta, si cabe, su valor, pues la autora no toma partido, por más que unos personajes acaben quedando mejor que otros, algo que no impide que Dueñas tenga el acierto de relatar y dejar que juzgue el lector.

Se trata del típico libro que gusta a casi todos: quienes lo están leyendo suelen decir que "les ha cogido" y no lo pueden soltar; evidentemente no cabe generalizar y también he escuchado algún que otro "pero" a la novela, fundamentalmente se le ha criticado su excesiva extensión, el que en algún momento se haga largo el ejercicio de leerla: a mí no me ha pasado, pero es el peligro que tienen los libros largos. Otros han comentado que se trata de un libro destinado más bien al público femenino, algo que no comparto, pues hoy por hoy estas distinciones carecen de solidez, además de que no entiendo que sea de excesiva profundidad el intento de reducir el campo de lectores porque la protagonista se dedique al mundo de la moda.

En definitiva, una novela amena, con una ambientación histórica interesante y en la que se describen lugares como el Protectorado de Marruecos y el Madrid de posguerra con maestría; a esto cabe añadir que la autora consigue "enganchar" y construir bien la intriga, con las oportunas dosis de espionaje, aventuras, romances y escarceos políticos y diplomáticos. Ha nacido una autora y habrá que esperar con interés y deseo su siguiente libro.

23 de mayo de 2010

"María la portuguesa", Carlos Cano



Carlos Cano fue toda una institución entre los cantantes españoles de su época, siendo el artífice de la modernización de los estilos tradicionales andaluces, como el trovo y, muy especialmente, la copla. Formó parte del grupo "Manifiesto canción del sur", con una actividad y un contenido de manifiesto compromiso político andalucista y de izquierda, siguiendo su carrera en solitario a partir de 1975.

Carlos Cano fue un personaje muy querido y admirado, y su enfermedad vascular, que acabó produciendo su prematura muerte a los 54 años en diciembre del año 2000, supuso un aldabonazo de impresión y dolor en toda España. Con Cano la copla recuperó importancia, elegancia y esencia, y como cantó en la canción "Proclamación de la copla", con letra de Antonio Burgos: "No es ni canción ni española, es copla y andaluza".

La verdad es que mientras vivió seguí muy poco a Carlos Cano, y no ando en exceso al día de su repertorio, pero hay una canción que me encanta, "María la portuguesa"; se trata de un fado que encabezaba un recopilatorio de canciones de la época que tenía cuando vivía en Tarragona y perdí en el traslado. He leído "por ahí" que existen tres tipos de canciones puramente nacidas del pueblo: el jazz en Estados Unidos, el tango en Argentina y el Fado en portugués; los fados son canciones llenas de sentimiento y sentido y me reservo una entrada sólo para ellos, la verdad es que no se si esta canción puede considerarse un fado en toda la extensión de la palabra, pero de cualquier manera su letra y música me parecen deliciosas.

He encontrado una versión que el cantante granadino interpretó en un maravilloso dueto con maría Dolores Pradera, cantan y se escucha muy bien, razón por la que la he elegido.


22 de mayo de 2010

Un coche que marcó una época



En la feliz -que lo era- España de los años 60 tener un Seat 1500 era señal de que a uno las cosas le iban bien; por supuesto, había quien tenía un Mercedes, por las calles paseaba algún deportivo -Alpine, Ford Mustang, Alfa Romeo, ...- y los más "exhibicionistas" conducían un Dodge Dart, pero el coche grande por excelencia era el 1500: casi todos los taxis lucían este modelo, quienes ostentaban algún cargo lo tenían como coche oficial, los que se ganaban bien la vida lo usaban como propio y aquellos que tenían familia numerosa -frecuente en la época- se compraban, si los ingresos se lo permitían, el modelo "Ranchera" del vehículo en cuestión.

El Seat 1500 es un recuerdo más de infancia; la verdad es que cuando ahora veo el vehículo casi me parece un tanque más que un coche, una especie de pequeño "acorazado" de carretera, un mamotreto con ruedas con aspecto de cacharro inmanejable. Pero cualquiera que conozca del tema, todos aquellos que en su día utilizaron el "trasto" te hablan de un coche excepcional, seguro, eficaz, que supo aguantar el paso de los años y dio un rendimiento espectacular.

Así como el mítico 600 supuso en su día toda una revolución, el 1500 dio un toque de prestancia y poder a la marca; apareció en 1963 y se convirtió en la aspiración de quienes tenían sus ambiciones personales. Dicen los expertos que el coche estuvo marcado desde sus inicios por profundas influencias norteamericanas, de manera que las primeras series aparecían con frecuencia con neumáticos caracterizados por llevar bandas blancas, su parte posterior es heredera de la llamada "moda atómica" que se generalizó en USA en los años 50, caracterizada por las enormes colas que emulaban los alerones de los cohetes, siendo importantes también los cromados.

Cualquier regreso -virtual, emocional, idealizado, ...- a los años 60 y 70 nos llevará, entre otras cosas, a contemplar unas calles donde aparecen continuamente estos vehículos inolvidables, que en su momento nos parecieron el no va más en fabricación española y ahora nos provocan una sonrisa nostálgica.

21 de mayo de 2010

"Strangers in the night", Frank Sinatra (1966)



No es la primera vez que traigo a Frankie por aquí, pero nunca me cansaré de hacerlo; "la voz" es una de mis debilidades, y aunque puesto ya "My way" no soy capaz de traer nada mejor, cualquier canción de Sinatra es garantía de calidad, de arte, de belleza.

"Strangers in the night" sonaba mediados los años 60 por todas partes, mientras los americanos seguían su carrera hacia la luna, la Guerra del Vietnam alteraba la paz de oriente y la calma en muchos hogares de América, los estudiantes hacían su cómoda revolución en las calles de París y por estos lares nos encontrábamos en plena época de desarrollo y tecnocracia. Era una canción lenta, melodiosa y cuyo estribillo se pegaba con facilidad. En esos viejos programas musicales de la tele española de la época se escuchaban un buen número de versiones en castellano, ninguna, ni de lejos, a la altura de Sinatra, incluso con frecuencia horteras y cutrecillas, interpretadas por esos cantantes de la época que a muchos ni les sonarán: Tito Mora, Gelu, Francisco Heredero o las jóvenes promesas de "Escala en Hi-fi".

La letra habla de dos personas que se encuentran por la noche y existe entre ambos una mutua atracción: son extraños, pero en sus miradas aparece la idea de si es posible que esa misma noche aflore ese amor incipiente:

"ÉRAMOS EXTRAÑOS EN LA NOCHE
DESDE ESE MOMENTO
CUANDO DIJIMOS NUESTRO PRIMER HOLA
NO SABÍAMOS QUE
EL AMOR ESTABA A UNA MIRADA DE DISTANCIA
Y A UN BAILE APRETADO Y CÁLIDO DE DISTANCIA
"

Era otra época, se cantaban otras canciones, con letras así de típicas ... y así de bonitas. Pero canciones como ésta acaban perdurando siempre.


20 de mayo de 2010

El mal de Rebecca



Todos conocemos el argumento de "Rebecca", la novela de Daphne du Maurier llevada al cine por Alfred Hitchcock: el aristócrata inglés Maximillian de Winter -impecable Lawrence Olivier- acaba de perder a su esposa Rebecca y paseando su soledad ciuda por la Costa Azul conoce a una joven dama de compañía de la que se enamora y con la que regresa a su grandiosa mansión de "Manderley" tras haberla convertido en su nueva mujer. Ésta, representada por la dulce e ingenua belleza de Joan Fontaine, se topa en su nueva casa con el permanente recuerdo de Rebecca, una mujer de la que todos hablan con veneración, pues era inteligente, distinguida, elegante, brillante y bellísima. Ante la permanente presencia de su antecesora, la nueva dueña de "Manderley", personaje que el genio del suspense tiene la habilidad de hacer que el espectador ignore su nombre, se siente abrumado y acomplejado, algo que se agrava con la agobiante presión de la siniestra ama de llaves que con tanto tino interpreta Judith Anderson.

La Fontaine entra en una auténtica zozobra ante la inmensa grandeza del recuerdo de Rebecca, que, estando muerta, parece seguir presidiendo la casa y empequeñeciendo a sus habitantes, especialmente a su sucesora. Pero el desenlace ya lo conocemos, y al final se acredita que en realidad nada era lo que parecía, y Rebecca de Winter era una mujer perversa hasta el extremo, egoista, ególatra, pervertida e incapaz de tener el mínimo sentimiento de bondad. Los complejos de la nueva Sra. de Winter no sólo no tenían justificación, sino que estaban edificados en torno a una gran mentira, sobre cimientos de humo, espejuelos y fingimiento.

Y lo cierto es que esta situación no es exclusiva de la ficción, sino que tiene también bastante que ver con la vida misma; y es que hay ocasiones en las que las apariencias engañan, en que hay personalidades ocultas, apariencias falsas, personas que dan el pego, que aportan razones para incluirlos en la definición evangélica de sepulcros blanqueados.

No obstante, no es mi intención hablar aquí y ahora de dobles personalidades, actitudes falsarias o recovecos interiores, sino entrar más bien en la piel del personaje alterado por el recuerdo y la comparación; el peligro es cierto y real, hay situaciones que pueden hacer que vivamos capitidisminuidos por la sombra de alguien, sometidos al contraste y la necesidad de emular, a la tiranía del listón elevado o los brillantes antecedentes familiares o, aún peor, al permanente e indiscriminado recurso a la conducta edificante que imitar o al personaje ejemplar a quien emular.

No es malo tener ejemplos, pero es materia en la que posiblemente sería bueno dejar que cada cual busque los propios, porque hay reductos que acaban dejando exhausto, porque no es bueno forzar la historia y porque, de cualquier manera, ni hay ni ha habido seres perfectos y cualquier idealización puede acabar volviéndose en contra de los argumentos de quien idealiza.

Me parece que es mucho más inteligente y práctico preocuparse con ser uno mismo, no dejarse ni impresionar ni, mucho menos, embaucar por glorias pasadas o endiosamientos de amas de llaves con aires de psicópata, porque muchas veces uno acaba luchando contra simples molinos de viento o ídolos con los pies de barro, y, fundamentalmente, porque cada cual tenemos las suficientes capacidades para triunfar con nuestros propios valores, si a éstos los preside la buena disposición. Cada uno somos capaces, con ayudas y ejemplos ajenos por supuesto, de asumir lo que nos toca y hacerlo dignamente si nos dedicamos a intentarlo honestamente y no nos perdemos con antecedentes y circunstancias que no son más que presencias fantasmales.

19 de mayo de 2010

La nueva batalla de Luz Casal



"Me dirijo a vosotros para deciros que en mi última revisión me han detectado un cáncer en el otro seno". Con esas palabras, Luz Casal reveló a sus seguidores que vuelve a estar en pie de guerra contra el cáncer de mama que creyó vencer en 2007. "Mis doctores han decidido operarme, por lo que hemos aplazado nuestras citas más inmediatas", continúa la cantante en su web, donde también se anuncia el lanzamiento, el 29 de septiembre, de La pasión, su próximo disco.

Esta noticia, extraída de "El País", vuelve a encoger el corazón de todos los que disfrutamos con la música de Luz Casal y de todas las personas de bien de España, que aún quedan bastantes. Esta gallega -nació en el concejo coruñés de Boimorto hace 51 años -12 días antes que el que suscribe- es, en mi opinión, uno de los mayores activos que tenemos en la música española actual. Es una auténtica superviviente entre el ingente número de grupos y solistas que comenzaron a aparecer en el panorama musical español en los primeros años de la década de los 80, esa década que tantos llamaron prodigiosa, porque verdaderamente lo fue. Unos años en las que el pop español evolucionó, no solamente a causa de la llegada de nuevos tiempos democráticos al país, sino por la indudable búsqueda de una mayor calidad en las composiciones, por un trabajo más exigente y minucioso por parte de quienes llevaban la voz cantante, y nunca mejor dicho.

Luz Casal lleva 30 años a la cabeza del pelotón, triunfando en toda la regla, con momentos de silencio, como los cuatro años sin publicar disco alguno a mediados de los 90 por el bajón anímico producido por la muerte de su padre o la primera mitad de 2007, cuando luchó por vez primera contra el cáncer de mama; y es que, además de una artista como la copa de un pino, Luz Casal siempre se ha mostrado como alguien muy humano, una mujer que siente, que disfruta, que sufre, que ríe y llora. Por eso, ahora que anuncia que la enfermedad ha vuelto a ensañarse con ella, uno siente la necesidad de apoyarla, de mandarle esas energías que va a necesitar y de elevar una oración a Dios por ella.

Luz canta canciones preciosas, llenas de fuerza, con una voz maravillosa, rítmica, fuerte y acompasada; y sus canciones, además, tienen el valor de unas letras llenas de significado, que dicen algo, que nos hacen pensar; una tarde triste, de esas en las que el polvo del camino, o vete a saber qué, impide que tu cabeza funcione con normalidad, escuchar prolongadamente a Luz Casal suele suponer descanso asegurado, la recuperación del tono, el volver a pensar en positivo. "No aguanto más", "Quiéreme aunque te duela", "Loca", "Te dejé marchar", "No me importa nada", la magnífica versión del "Piensa en mí" de Agustín Lara, "Mi confianza", "Un nuevo día brillará", "Lo eres todo", "Entre mis recuerdos", ... todas ellas elevadas a la quinta esencia por la calidad de Luz Casal, sublime, elegante, poderosa.

Por todo he sentido el impulso de dedicarle este post, con la seguridad que de esta nueva lucha contra el cáncer volverá a salir triunfante, a reforzar su leyenda. Dejo un vídeo con una canción preciosa, "Besaré el suelo por tí", que también interpreta el grupo valenciano "Revolver"; además de ser uno de los temas de Luz que más me gusta, tiene para mí el atractivo de que el vídeo-clip fue filmado en 35m/m en el puerto de Tarragona, algo que aumenta su valor nostálgico a algunos.

18 de mayo de 2010

Lecciones de la Liga













El pasado domingo se bajó el telón de la Liga; como era de esperar -aunque a algunos no les guste- el título ha sido para el F.C. Barcelona: la posibilidad de que el Valladolid hubiera mojado en el Nou Camp era hoy por hoy algo que excede a la heroicidad y alcanza la condición de milagro, y lo mismo diría si se tratara del Tenerife, el Racing o mi querido Real Zaragoza. Y pienso que su triunfo ha sido justo, pues sin dejar de reconocer el mérito de un Real Madrid que ha estado con posibilidades hasta el último partido y ha conseguido la cifra de 96 puntos y la friolera de 102 goles, ha sido quien mejor fútbol ha desplegado y se mostró superior en sus dos enfrentamientos con los merengues.

Y el triunfo del Barça ha sido el éxito de una concepción del fútbol que a mí me parece más meritoria que la de su eterno rival; Pep Guardiola, al igual que Pellegrini, ha apostado por el fútbol de ataque, como no podía ser de otra manera a la vista de la enorme superioridad que han mostrado los dos grandes en relación al resto de equipos, y teniendo en cuenta los nombres que aparecen en sus formaciones habituales: Messi, Xavi, Iniesta, Ibrahimovic, Henry, Cristiano Ronaldo, Higuaín, Kaká, Van den Vaart, Marcelo, ... En este sentido pienso que los azulgrana han sido mejores que los blancos por dos razones, por un lado se han mostrado como un equipo conjuntado, algo en lo que tenían ventaja por llevar ya un año con el mismo esquema, a lo que hay que añadir que el medio campo culé me parece mucho más creativo y de calidad que el madrileño.

Pero hay una cuestión que, en mi modesta opinión, hace mucho más meritorio el triunfo blaugrana, y es que mientras Guardiola ha fabricado un equipo razonable, equilibrado y sin más gasto excesivo que el del no demasiado exitoso fichaje de Zlotan Ibrahimovic, Florentino Pérez ha vuelto a incidir en el error de la megalomanía y ha pretendido que el bueno de Pellegrini consiguiera títulos pagando lo que no está escrito por un jugador tan excepcional como endiosado como Cristiano Ronaldo, invirtiendo otra cantidad ingente de millones en el brasileño Kaká, que al final no ha sido para tanto y gastándose otra "porrada" en alguien como Benzemá que por ahora no es más que una promesa.

El Barça tiene en su columna vertebral a a cinco hombres de la casa -Víctor Valdés, Puyol, Piqué, Xavi e Iniesta- y un argentino que llegó a "La Masía" con 12 años, y a éstos cabe añadir un par más de frutos de la cantera, Sergi Busquets y Pedro, a los que ha tenido el valor de darles oportunidades reales, es decir partidos importantes jugados de titular y no minutillos de segunda fila, respondiendo ambos con creces a la confianza depositada. Adornado el equipo con fichajes bien elegidos como Dani Alves, Touré o Keita poco ha importado que el sueco y el ucraniano traídos este verano hayan resultado un poco "pufos".

Para mí ésta es la gran lección de las dos últimas Ligas, el que para hacer un gran equipo no es tan importante el dinero invertido -que también hace falta, por supuesto- sino el saber trabajar bien, formar un equipo equilibrado que sepa lo que quiere y ser valiente para jugársela con las jóvenes promesas cuando valen la pena, a la vez que se es paciente con ellos. Claro, que habría que añadir la presencia de Leo Messi, un jugador que marca la diferencia ... también la marca Cristiano, pero al Madrid no le ha bastado con el portugués y Florentino, como el fallecido Jesús Gil y Gil en su momento, tendrá que ir pensando en otro proyecto.


17 de mayo de 2010

"Los Crímenes de Ardeshir Villa", Kalpana Swaminathan













"Los Crímenes de Ardeshir Villa"
Kalpana Swaminathan
Siruela. Madrid (2009)
326 páginas


Sinopsis: Todo archivo de Homicidios tiene una última página en blanco con las iniciales U. R. (Último Recurso). Esa página es para Lalli, una mujer de más de sesenta años, pelo canoso, oficialmente jubilada del cuerpo, pero que todavía constituye el Último Recurso a la hora de resolver un asesinato… Cuando la sobrina de Lalli se encuentra en Ardeshir Villa, la casa que Hilla Driver tiene al lado del mar, para pasar un fin de semana, el asesinato es lo último que se le pasa por la cabeza. Está demasiado ocupada enamorándose del cocinero. También han sido invitados un grupo de habituales de la página de sociedad: un novelista de bestsellers, una modelo con el corazón roto, una feminista exaltada que tiene un pasado dramático y una respetable ama de casa que oculta uno sórdido, un industrial que siente una tremenda afición por los caballos… Todos tienen un secreto a punto de derramarse. Debería haber sido una fiesta fantástica, pero el cocinero sirve algo más que comida en su Banquete Milenario. El crimen está en el menú y Lalli, que no es una invitada corriente, se hace cargo de la situación.

A mi conocida debilidad por la novela de intriga cabe añadir cierta curiosidad por descubrir nuevos valores, muy en especial si éstos te conducen hacia lugares extraños y si llevan aparejado el nacimiento de un nuevo personaje protagonista; ambas condiciones se dan en "Los Crímenes de Ardeshir Villa", primera novela de una serie de la inspectora de policía jubilada llamada Lailli, quien desempeña su trabajo en la ciudad de Bombay. El libro ha respondido a las expectativas con que lo empecé: me ha costado entrar en materia al estar escrito por una autora hindú que plantea sus libros de forma distinta a la occidental, el ambiente que refleja la novela es original y conlleva planteamientos y formas de hacer y pensar diferentes a las habituales y, con todo ello, sigue habiendo, como en las novelas policíacas intriga, suspense y sorpresa final.

En la presentación del propio libro se nos dice que la autora, que ejerce como cirujana de niños en Bombay, es admiradora de las cuatro grandes damas de la novela criminal británica, Dorothy L. Sayers , Agatha Christie, Ruth Rendell y P. D. James, y he de reconocer que, con todas las peculiariedades propias de su origen, al leer el libro notas claramente esa influencia, muy especialmente de Agatha Christie, incluida la costumbre de incluir al principio un listado de los personajes, a la que Kalpana Swaminathan añade un plano de la casa donde ocurren los hechos.

El libro, tal como está estructurado, recuerda en cierto modo a una obra de teatro; los hechos, descritos por una de las protagonistas, la sobrina de Lailli, cuyo nombre por cierto no llega a saberse, se desarrollan en un único escenario, la casa de una amiga de la ex-policía, que hace de anfitriona de una serie de invitados, unos personajes francamente interesantes y en relación a los cuales la autora no se limita a describir su conducta, sino que profundiza en su psicología. Swaminathan va enlazando historias que sirven de presentación de los personajes a la vez que te va preparando para el climax decisivo.

La acción explota cuando uno ya ha leído dos terceras partes del libro; posiblemente cometí el error de buscar emociones desde el principio, algo que me llevó a la precipitación. Si lo volviera a empezar lo haría calmadamente, metiéndome en los personajes y fijándome más en esas conversaciones y esa muestra de costumbres, muy especialmente de naturaleza culinaria, que al lector pardillo -como lo fui yo- pueden confundir. Eso sí, una vez que comienzan a suceder los crímenes, uno ya está pillado.

16 de mayo de 2010

Un reparto de viejos conocidos



"Atraco a las 3", dirigida en 1962 por José María Forqué, es posiblemente una de las películas más representativas del cine español de la época. Con pocos medios y con un argumento simplón se consiguió una película que al cabo de casi 50 años sigue entreteniendo, algo que cabe atribuir, sin duda, a la habilidad con que fue dirigida, pero por encima de todo a un reparto formado por casi todos los primeros espadas de la comedia española de la época, unos actores que con el tiempo demostraron que eran algo más que unos cómicos simpaticones: unos actores de los pies a la cabeza.

Por otra parte, quienes desfilan a lo largo de la cinta son como de la casa, actores y actrices, casi todos ya fallecidos, con los que hemos estado conviviendo durante décadas, algunos de ellos visitantes frecuentes de esa televisión en blanco y negro que tanto tuvo que ver con los niños de mi generación. Unos cuantos fueron fundamentalmente actores de cine: José Luis López Vázquez, fallecido hace unos meses y de quien hablé en su día, Gracita Morales, con su voz de pito característica, esa gracia especial que emanaba solamente con sus gestos y sus comentarios, sin más necesidad y, según cuentan, una mala uva llamativa que ejercitaba a lo largo de los rodajes y Alfredo Landa, aún en época anterior al llamado "landismo" y que ha ido manteniendo el tipo y el nivel como actor a lo largo de toda la segunda mitad del siglo pasado y buena parte del actual.

"Cassen", cuyo nombre auténtico era Casto Sendra, fue un catalán que ejerció mucho como humorista y que falleció prematuramente a causa de un cáncer en 1991, otro personaje con "cara de chiste" a quien en la película le corresponde el papel de ordenanza. La nómina de los protagonistas a los que corresponde el papel de empleados-atracadores la cierran dos genuinos representantes de los platós teatrales de nuestra vieja televisión; uno de ellos, Agustín González, otro actor que nos dejó hace pocos años y que tenía una especialísima forma de actuar, era madrileño y se notaba, pues daba a sus papeles un tono castizo inolvidable: mi primer recuerdo de este actor se remonta al espacio "Novela" de mediados de los sesenta, cuando interpretaba a un profesor de instituto que montaba en cólera cuando una alumna (Tina Sainz) salía a la pizarra con minifalda y una media de cada color. El otro es Manuel Aleixandre, hoy día un fijo para bastantes directores de cine españoles, a quien también había visto un montón de veces en la tele, especialmente en esos espacios de Armiñán, Mercero, ... Manuel Aleixandre suele representar a personajes entrañables, y tiene una forma de expresarse enormemente expresiva, generalmente acompañada de cierta ternura; no recuerdo la primera vez que le vi en la tele, pero sí tengo bien grabada su magnífico papel de hombre bueno y sencillo en la versión de TVE de "Doce hombres sin piedad". Rafaela Aparicio y Lola Gaos, otras "clásicas" de Prado del Rey, desempeñan también sus breves papeles en el film.

Queda mi homenaje final para un secundario de primera fila, un hombre que quizá a los más jóvenes no les suene en exceso, pero que trabajaba muy bien, con una gran capacidad de adaptación a todo tipo de papeles, José Orjas. Orjas, que en el film interpreta a D. Felipe, un despistado y bondadoso director de Banco, intervino en películas de la trascendencia de "Esa pareja feliz" (1951), "Historias de la radio" (1955), "Plácido" (1961) y "El verdugo" (1963), además de trabajar habitualmente en la televisión, con papeles destacados en series de éxito como "¿Es usted el asesino?" (1967), de Chicho Ibáñez Serrador y, muy especialmente, en "Los pajaritos" (1974), donde forma un matrimonio inolvidable con la gran Julia Caba Alba.

Estas películas no solamente se convierten en ocasión de disfrutar con el cine, sino también un reencuentro con viejos conocidos.




15 de mayo de 2010

Roger Federer



En esto del deporte tendemos a ser en exceso chauvinistas y a dedicar una atención demasiado exclusiva a los deportistas nacionales, tal vez con la excepción del fútbol, pues los grandes fichajes de los principales equipos españoles suelen llevar apellidos ajenos: Leo Messi, Cristiano Ronaldo, Forlán, Ibrahimovic, Kanouté, ... Para colmo, cuando un españolito destaca en cualquier tipo de actividad deportiva, tendemos a ver a quienes a él se enfrentan como sus enemigos, de manera que si nos entra el virus de la visceralidad nos pasamos cada competición o torneo esperando que reviente el rival; así nos pasó con Toni Rominger o Claudio Chiapucci en los gloriosos tiempos de Miguel Induraín, con Jon Kocinski o Carlos Lavado cuando Sito Pons se convertía en el primer español capaz de ganar el Campeonato Mundial de Motociclismo de 250 cc o con Tom Watson, Greg Norman o el malogrado Payne Stewart en esos recordados años en los que Severiano Ballesteros paseaba sus habilidades por los "greens" del mundo.

En el mundo del tenis siempre ha tenido España grandes raquetas: Manolo Santana, Manuel Orantes, Sergi Bruguera, Carlos Moyá, Juan Carlos Ferrero, Albert Costa, ... pero hasta la aparición de Rafa Nadal no había habido un español capaz de pelear por ser el número 1 del mundo con vocación de permanencia. Y ante las expectativas de triunfo del manacorí, parece en ocasiones que nos sentimos obligados a sentir manía por su gran rival en la lucha por la hegemonía mundial del tenis, el suizo Roger Federer. Y pienso que es un error, porque a quienes les gusta el deporte un tipo como el suizo tenía que ser alguien a quien admirar, con quien disfrutar y al que establecer como ejemplo para muchos.

Roger Federer es, ante todo, un tenista excepcional, uno de los mejores de toda la historia, con una vitola equiparable a los Rod Laver, Illie Nastase, Borg, John McEnroe, Ivan Lendl o Pete Sampras, posiblemente superior a casi todos ellos. Pero, además, Federer es todo un ejemplo de "fair play", en su talante predomina la elegancia, el saber estar, el respeto al rival y la total ausencia de aspavientos, manías y esnobismos. En medio de tanta originalidad más bien hortera, tanto tatuaje cutre y tanta truculencia de divo engreído, uno agradece la salida a la pista de Roger Federer, embutido en su elegante terna blanca, que puede parecer extemporánea, anticuada, aunque a mí más bien me parece una manifestación de "savor faire", de buen estilo, casi de reivindicación de lo moderado, de la templanza.

Y Federer destaca también por algo que no es nada fácil en un deportista de élite: el saber ganar y el saber perder; no sabría decir que es más fácil, pero en ambos casos el suizo vuelve a demostrar siempre una mesura y una elegancia supremas. Pienso que es un auténtico caballero del deporte, en la acepción más positiva de la palabra, porque no es ni un afectado exhibidor de estilo, ni un personaje envarado y altivo, ni un postizo esclavo del formalismo, que también los hay. Hay que decir que en saber estar compite con nuestro Rafael Nadal, alguien con unas formas bien distintas, pero del que cabe decir lo mismo en cuanto a su continuo ejercicio de "fair play".



14 de mayo de 2010

Descanse en paz Antonio Ozores



He hablado en varias ocasiones de nuestros cómicos, hoy toca de nuevo hacerlo, pues el miércoles 12 de mayo falleció en Madrid a los 81 años Antonio Ozores, uno de esos personajes con la sonrisa permanente en la boca. Ozores permanecía a una extensa familia de actores, desde su hermano mayor Mariano, que destacó fundamentalmente como director hasta su otro hermano José Luis, fallecido prematuramente a consecuencia de una enfermedad degeneraitiva y que fue un cómico excepcional; su hija, Emma Ozores, también destaca en este especial mundo de la farándula. Su primera mujer, madre de Emma, también era una actriz: Elisa Montes, hermana de Emma Penella y Terele Pavez.

Antonio Ozores había nacido en Burjassot (Valencia), y hay que reconocer que tenía un aire muy de su tierra: desenfadado, mediterráneo y dado al colorido. Ozores ofrecía un aspecto de ciudadano feliz, más bien despistado, de esos que parece que no se enteran. En Antonio Ozores uno ve el oficinista cumplidor pero poco identificado con la empresa, el dependiente de una droguería que comenta la subida de los precios con la señora que le compra, el hincha futbolero, el caballero del puro en el tendido de sombra o el encargado de un almacén de licores que valora con su empleado el perfil de las jovencitas que pasan mientras cuida la integridad de las botellas de "Soberano", "Calisay" y "Anís del mono".

El elenco de películas en las que intervino Ozores es interminable, muchas de ellas con nombres chistosos, ocurrentes y actualmente fuera de contexto: "Al fin solos" (1955), "El Fotogénico" (1957), "Suspendido en sinvergüenza" (1962), "Chica para todo" (1963), "Operación cabaretera" (1967), "El Turismo es un gran invento" (1968), "Objetivo: bi-ki-ni" (1968), "Juicio de faldas" (1969), "A mí las mujeres ni fu ni fa" (1971), "Manolo, la nuit" (1973), "Dormir y ligar: todo es empezar" (1974), "El Erótico enmascarado" (1980), "¡Qué tía la C.I.A.!" (1985) ... y otros títulos igual de "sorprendentes".

Dos de las primeras películas en las que intervino el actor desaparecido fueron de esas que nos colocaban en la "Sesión de Tarde" de los "60": "La Hermana San Sulpicio" (1952), basada en la novela de Palacio Valdés, dirigida por Luis Lucia y con Carmen Sevilla y Jorge Mistral como cabezas de cartel y "Esa pareja feliz" (1953), un clásico de Berlanga que protagonizaron Fernando Fernán Gómez y Elvira Quintillá. También destaca de aquella época Morena clara" (1954), con Lola Flores y "Manolo guardia urbano" (1956) , protagonizada por el inolvidable Manolo Morán. Sin olvidar la adaptación de la obra de Jardiel "Los Ladrones somos gente honrada"(1956), "La Frontera del miedo" (1958), un drama dirigido por Pedro Lazaga y "15 bajo la lona" (1959), un film de Agustín Navarro que tuvo su éxito por tratar el tema de las milicias universitarias.

En los 70 y 80 Antonio Ozores siguió haciendo películas comerciales, con títulos tan "chuscos" como los citados: "Si Fulano fuese Mengano" (1971), "El Reprimido" (1974), "Tres suecas para tres Rodríguez" (1975), "Los Energéticos" (1979), "El Liguero mágico" (1980), "Es peligroso casarse a los 60" (1981), "Queremos un hijo tuyo" (1981), "El Hijo del cura" (1982), "Cuando Almanzor perdió el tambor" (1983), "Cuatro mujeres y un lío" (1985), ... y un montón más, toda una demostración del "typical spanish cínema" de la época y de una capacidad de trabajar que realmente asusta. De todas ellas solamente recuerdo haber visto dos: "El Astronauta" (1970), un españolada de Pedro Massó en la que Ozores coincide con Tony Leblanc, José Luis López Vázquez, José Sazatornil, Antonio Ferrandis, Rafael Alonso, Laly Soldevila, ... toda una pléyade de habituales del género que pretenden llegar a la luna desde un pueblo madrileño y "Todos al suelo" (1981), dirigida por su hermano Mariano y rodada junto a Andrés Pajares y Fernando Esteso, de la que tan sólo recuerdo la escena de Ozores atracando un banco con una "panty" tapándole la cara. Tammbién es mítica "Los tramposos" (1959), de Pedro Lazaga, con la inolvidable escena en la que Ozores junto a Tony Leblanc borda el timpo de la estampita en la Cuesta de Atocha; el reparto es también de época, con los citados junto a José Luis López Vázquez, Concha Velasco, Manolo Gómez Bur, Laura Valenzuela, Venancio Muro, Elvira Quintillá y José María Rodero

Es seguro que nunca nadie pensaría en Antonio Ozores para obtener un Oscar, aunque seguro que si éste fuera al esfuerzo y al trabajo tendría amplias posibilidades de obtenerlo; tampoco creo que aspirara a eso, a Ozores le gustaba que la gente lo pasara bien y para ello supo poner sus capacidades al servicio del humor. Todos recordamos también cuando trabajó en radio durante nueve años en el programa “El Estado de la Nación” dirigido por Luis del Olmo, teniendo como compañeros a Luis Sánchez Polak “Tip”, José Luis Coll, Alfonso Ussia y Antonio Mingote, donde obtuvieron cotas de máxima audiencia.

Antonio Ozores fue también director de teatro, con comedias del mismo perfil que las películas: humor sencillo y desintoxicante; así en la década de los 50 escribió con sus hermanos “Un negocio de abrigo” y “El marido que sobró de la noche anterior”, comenzando su creación en solitario con "Me río de Janeiro”, comedia musical que se estrenó en el Teatro Calderón de Madrid. También estrenó “Achipé, Achipé” y “Una Pareja de Locos”, ambas con intervención de su hija Emma, siendo su última obra "El último que apague la luz", un título francamente profético, siendo protagonistas la citada Emma Ozores y Mario Tardón, el último descubrimiento de Ozores, que ahora nos deja con un legado impresionante.

13 de mayo de 2010

El síndrome de Wallander



He de empezar poniendo de relieve que no es ésta una idea personal mía, ya existe un trabajo titulado "El síndrome metabólico de Kurt Wallander", del Dr. Altisent Trota, que habla extensamente y con fundamentos científicos del tema; pero la idea me ha gustado y en términos coloquiales y desde una perspectiva mucho menos ambiciosa y técnica, se me ha ocurrido hablar hoy de este personaje que para muchos, entre los que me encuentro, es ya casi un amigo más.

He de confesar que me he leído la serie entera escrita por Henning Mankell, teniendo en la actualidad medio enfilado "El hombre intranquilo", él libro con el que Mankell pone fin a las historias de este detective. Las aventuras -y desventuras- de este inspector de policía sueco fueron la puerta que me sirvió para descubrir las virtudes de la novela de intriga nórdica y, sobre todo, las peculiariedades de la sociedad sueca, a la que Mankell muestra con un perfil mucho menos idílico que el que desde alguna parte nos habían vendido.

Wallander es un personaje entrañable, a la vez que un policía completamente atípico en comparación con los que estábamos acostumbrados a contemplar en la ficción. Wallander no es un "triunfador", por mucho que a trancas y barrancas suela acabar llevándose el gato al agua en sus investigaciones. Wallander tiene unos hábitos alimenticios impresentables: bocadillos, hamburguesas, grasas indiscriminadas, pastas con salsas múltiples y dulces excesivos se van convirtiendo en cada libro en sustento del personaje entre crímenes, investigaciones y conflictos entre compañeros. El personaje creado por Mankell suele ser un buen recordatorio de la penosa influencia del colesterol, el azúcar y los triglicéridos.

Nuestro hombre, igualmente, bebe en demasía; cada aventura aporta penalidades, obstáculos, incomprensiones de todo tipo, a la vez que la propia vida personal del individuo tampoco facilita su paz interior: divorcio, problemas con su hija, ... por estas razones, Wallander recurre en exceso al frasco y no son una ni dos las ocasiones en las que el autor sueco nos describe alguna que otra melopea, que suele ir acompañada de la mala conciencia y el lamento por su falta de voluntad.

Kurt Wallander tampoco hace demasiado ejercicio; frecuentemente se autoflagela con propósitos de enmienda, pero generalmente no pasa de ridículos propósitos de marchar andando al trabajo y autojustificaciones similares. Así, uno se imagina al personaje con unos kilos de más, un abdomen que rebosa por encima del cinturón y la respiración alterada en cada escalón, cada carrerita callejera o cada vez que se ata los zapatos. La imagen de Kurt Wallander resoplando sudoroso y agobiado se ha convertido en familiar y a algunos nos lleva a la comprensión y hasta cierta identificación.

En las descripciones que nos hace Mankell, su más famoso protagonista tampoco ofrece una imagen de excesiva higiene; no son infrecuentes los relatos de cómo se viste según se levanta de la cama, como se le acumula la ropa sucia y se nos habla de zapatos viejos, jerseis y camisas raídos y cabello grasiento; Wallander encaja a la perfección en el papel de varón que vive solo y se ha abandonado hasta el extremo; no es difícil materializar ante nuestros ojos su imagen al volante de un Peugeot del año la polca que no lava ni por dentro ni por fuera desde hace meses, con una gabardina o chaqueta arrugada, los ojos adormecidos y cierto aroma a rancio y a descuido.

Pero todas estas cuestiones, ninguna de ellas demasiado ejemplar, no hacen de Kurt Wallander un personaje odioso, todo lo contrario, pues lo vemos humano, casi de carne y hueso, y nos mueve a la ternura y la comprensión, por más que en ocasiones no sirva también de despertador de nuestra conciencia, que nos recuerda que el paso de los años y el polvo del camino no nos puede llevar a descuidar nuestra salud, olvidar las exigencias de su cuidado y despreciar nuestra imagen.