Tras la tremenda decepción del pasado sábado en Elche, todo el mundo había tocado a rebato en Zaragoza. El propio Marcelino exhibía todo un alarde de optimismo en su última rueda de prensa advirtiendo de que el equipo iba a ganar en la Condomina, mientras que por parte de la prensa se observaba una especie de conspiración de apoyo al equipo: los diarios zaragozanos coincidían en unos titulares de ánimo y empuje a los jugadores blanquillos.
La verdad es que el partido sonaba a última oportunidad y, afortunadamente, el equipo ha respondido con creces, superando las expectativas más optimistas con una escandalosa goleada a domicilio. Son solamente tres puntos más, pero han aparecido en el momento más oportuno, pues suponen romper una racha de ausencia de victorias forasteras que duraba casi tres meses, darle a la afición una alegría de las que casi ni se recuerda e insuflar al equipo una moral que puede acabar siendo decisiva en este momento crucial de la temporada.
El partido, que no he visto al no ser televisado en directo, parece que ha tenido una desarrollo distinto a los que nos tiene habituados a ofrecer el Zaragoza en sus viajes; cuentan que se ha presionado, que se ha querido jugar el balón y que se ha mantenido la intensidad durante los noventa y pico minutos que ha durado la contienda. También cuentan, y en esto se ha sido reincidente, que en la última fase del primer tiempo ha habido un bajón de juego y que el gol murciano, marcado poco antes del descanso, ha venido de un tremendo fallo defensivo.
Del partido de hoy quiero resaltar tres cosas; la primera, que todos los cronistas destacan la buena actuación de Ponzio; el argentino fue en su anterior etapa un jugador muy discutido por la afición zaragocista y su regreso no ha sido recibido con unánime aceptación; ahora bien, en mi opinión, sus características pueden venir muy bien en una categoría como la Liga Adelante, aunque tenía mis reservas del estado físico en el que había llegado a Zaragoza. La excelente actuación de Leo me confirma que puede formar con Gabi una pareja de pivotes magnífica.
La segunda cuestión que quiero poner de relieve es el arriesgado cambio que ha realizado Marcelino mediado el segundo tiempo, cuando el marcador señalaba una vitoria mínima del Zaragoza: ha quitado un delantero, el pichichi Ewerthon, para incluir otro defensa, el discutido Chus Herrero. Marcelino se la ha jugado, pues si el Murcia llega a empatar todas las críticas hubieran llovido despiadadamente sobre el mister asturiano, pero la verdad es que la estrategia, que ha supuesto la incorporación de Ander Herrera, que había entrado por Songo'o, como segundo punta y el refuerzo del engranaje defensivo del equipo, ha sido un éxito y el Zaragoza ha acabado marcando dos goles más.
Mi tercer comentario tiene que ser para Alberto Zapater, pues ha marcado su primer gol de esta temporada, que si no me equivoco, es el cuarto que mete como jugador zaragocista en partido oficial; pero no lo cito tan sólo por ser la primera vez que marca sin que acabe perdiendo el equipo, sino porque puede representar un golpe de moral para un jugador que aunque siempre lo da todo, lleva mucho tiempo sin rendir como puede y sabe y porque su gol, que acabo de ver en AragónTV, ha sido de bellísima factura, de esos que podrían haber firmado Iniesta, el Kun Aguero o el propio Raúl.
La victoria, como queda dicho, es importantísima, supone recortar dos puntos a Xerez y Rayo y tres a una Real Sociedad en declive. Pero, evidentemente, aún no se ha conseguido nada, el equipo -Hércules goleó también al Las Palmas- sigue quinto, quedan 16 partidos y, como insiste Marcelino, no tendrá credibilidad plena hasta que tarde nueve o diez encuentros en dar la de arena.
El domingo que viene llega a La Romareda el Hércules de Alicante, un equipo que parece haber puesto la directa pero al que hay que ganar necesariamente. Una victoria ante los alicantinos daría alas al Zaragoza y llenaría de ánimos la escuálida mochila de ilusiones de los aficiónados, pero para ello habrá que mantener las virtudes mostradas esta tarde y, a la vez, mejorar lo que no ha salido tan bien pues el rival es mucho más fuerte que los pimentoneros. Eso sí, por ahora que nos quiten lo bailao y a disfrutar del éxito, que nos hacía mucha falta.
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