29 de julio de 2016

Eric Clapton se retira

Lo leí ayer  y me impresionó; no se si es novedad o se trata de una hecho que se viene gestando desde hace tiempo con mayor o menor publicidad. La noticia es concisa y contundente, Eric Clapton dejará los escenarios: el músico padece una "neuropatía periférica" que compromete el movimiento de sus brazos y piernas, hecho que le impide poder realizar adecuadamente lo que mejor sabe hacer: tocar su guitarra. El manejo de la guitarra por Clapton era tan maravilloso que había merecido ser llamado ‘Slowhand’ (mano lenta), por la delicadeza con la que tocaba. El cantante, nacido hace 71 años en la localidad de Surrey, al sudeste de Inglaterra, ha mostrado una entereza ejemplar ante su situación: , considera “una gran cosa el estar vivo. Por alguna razón fui arrancado de las fauces del infierno y tuve otra oportunidad”, “Con todo derecho tuve que haber estirado la pata hace mucho tiempo”, “Debo encontrar la forma de lidiar con algunas otras cosas del envejecimiento”, ... son frases que acreditan la entereza y el buen estilo con el que se enfrenta al dolor el cantante británico.

La enfermedad de Eric Clapton nos recuerda la fugacidad de la vida, del éxito y de la plenitud de facultades. Es un buen ejercicio pensar en el futuro y tener en cuenta que, conforme pasa el tiempo más pronto que tarde, llegarán las limitaciones, que en ocasiones son grandes y duras de llevar, algo que no debe de amargarnos sino volvernos más humildes y conscientes de que necesitamos ayuda, de Dios para quien tenga fe  y del resto de los humanos.

 Para mí el nombre de Clapton va íntimamente unido al de "Tears in heaven", sin duda uno de sus temas estrella -ha habido muchos-, con una historia detrás realmente cruel, pues la balada fue escrita por el cantante junto a Will Jennings en memoria de Conor, hijo de Clapton, quien murió el 20 de marzo de 1991 al caer accidentalmente del piso 53 de un rascacielos en Manhattan a los 4 años y medio de edad. La canción es de una belleza estremecedora, transmite unos sentimientos que ponen la carne de gallina y será siempre un himno en homenaje a aquéllos que ya se marcharon, como en el caso de Conor, antes de tiempo.

Afortunadamente Eric Clapton sigue entre nosotros, no sólo con su presencia real, sino con sus composiciones que son, sin duda, inmortales.


27 de julio de 2016

Tiempos de zozobra


Alrededor de las 9 dos hombres armados entraron en una iglesia de la región de Normandía con cuchillos y tomaron como rehenes a varias personas de una misa.  Entre los rehenes había dos monjas, dos fieles y un sacerdote, que fue degollado por uno de los atacantes. El grupo terrorista Estado Islámico ha reivindicado el ataque y ha identificado a los asaltantes como sus "soldados". 

El religioso asesinado se llamaba Jacques Hamel, tenía 86 años y era párroco auxiliar de la iglesia.

Parece que la barbarie va a más. La noticia resulta especialmente estremecedora. Se me ocurren muchas cosas ... y a la vez, no tengo palabras. L'Abbe Hamel era, sin duda, un hombre lleno de bondad, el habríam perdonado ...Ahora que está en un sitio mejor, gozando de la paz eterna y la compañía de Dios, esperemos que reze por todos y pida a quien corresponda que nos devuelva la sensatez perdida.

26 de julio de 2016

Protagonismos


Han pasado ya un par de semanas desde que se jugó la Final de la Eurocopa, ese partido que consagró a Portugal como triunfadora contra todo pronóstico y cuando lo tenía todo en contra. Uno de los incidentes más comentados del encuentro fue la lesión de Cristiano Ronaldo, un golpe recibido de un rival -qu,e por cierto, no me pareció precisamente fortuito- privó a los lusos de su gran estrella a las primeras de cambio. El ídolo portugués y madridista tuvo que abandonar el campo cojeando, mientras realizaba toda una exhibición de gestos dramáticos y lágrimas desesperadas. Comprendo la tristeza que puede suponer perderse un partido tan importante, pero también intuyo detrás de la actitud de Cristiano algo de teatro y afán de protagonismo.

Un protagonismo que también se reflejó durante parte de la segunda mitad y toda la prórroga, cuando el capitán portugués se dedicó a exhibirse por la banda, casi como si fuera un entrenador más, una especie de caudillo de sus compañeros, un Viriato futbolístico del siglo XXI. No discuto la legitimidad del jugador para animar y hasta dirigir a los esforzados jugadores de Portugal, incluso puede acreditar ciertos valores su solidaridad verbal y gestual, pero al mismo tiempo no puedo impedir pensar  que el hombre no tiene solución y tanto en el campo, como fuera de él y en la banda ha de ser el protagonista, el condimento de cada salsa.

Y no es más que  lo que acabas observando en esta vida: con frecuencia te encuentras con quienes necesitan encabezarlo todo, quienes no pueden pasar nada sin intervenir, opinar, precisar y hasta pontificar. Con lo fácil que es -o debería ser- dar un paso atrás, dejar que el lucimiento y el éxito pueda compartirse proporcionalmente, igualitariamente ... Bastante complicada es la vida como para que proliferen triunfadores, sabelotodo y seguros poseedores de la verdad.

24 de julio de 2016

Cosas que esconde la noche


Corría el 30 de agosto de 1980 y, en unión de algo más de una docena de "quintos" zaragozanos aterricé alrededor de las 9 de la noche en la vieja estación de la calle Játiva de Valencia con el único equipaje de un petate casi vacío, bastantes temores y nulo entusiasmo. Era la primera parte de un viaje que a la madrugada siguiente acabaría en Alicante, lugar en el que nos incorporaríamos al temido servicio militar en el Campamento de Rabasa. El viaje había sido eterno: el tren, parecían haber elegido el más cutre y anticuado que podía circular por aquellos tiempos, paró en todas las estaciones y apeaderos y tardó casi once horas en cubrir el tramo que va de la capital del Ebro a la del Turia. 

Nada más bajar del vagón nos enfrentamos con una primera muestra de lo que nos esperaba; un grupo de la Policía Militar hizo que formáramos en el andén y nos puso firmes y tensos para informarnos de que a las 12 de la noche deberíamos estar allí para montar en otro tren que nos llevaría al destino final.  Mientras los altos y marciales miembros de la policía militar -en el fondo unos míseros reclutas como nosotros a los que la naturaleza les había dado más metros  que la media nacional- exhibían su poder ante unos pardillos, una mujer, por entonces me pareció bastante mayor, nos intentaba vender cadenas, candados y otros útiles para la "ocasión". La mujer, mal vestida, con cara arrugada, nariz ganchuda y aires de bruja "simpática" se nos dirigía con descaro, sin importarle un bledo la rigidez y brusquedad de quienes nos "sometían" y usaba como argumento para que adquiriéramos los utensilios que ofertaba el hecho de que en la mili íbamos a estar "a pensión completa". Esta improvisada vendedora, unido a ese primer sometimiento de naturaleza marcial, me produjo una desagradable sensación de haberme convertido en alguien inferior, de comenzar una nueva etapa de "paria", con fecha de caducidad pero larga.

Recuerdo que nos fuimos para disfrutar de una cena sencilla, lo que en el fondo iba a ser el último momento de cierto relax durante una larga temporada. Regresamos cerca de la medianoche a la estación, y mientras esperábamos el "último tren" presencié una escena que desde entonces quedó fija en mi memoria. Entre las escasas luces del andén vi llegar a una mujer cargada con unas bolsas, era de edad indefinida, andaba encorvada y vestía con ropa viejísima, sucia y rota. La recuerdo de un delgadez tremenda y caminaba arrastrando los pies, absolutamente ajena al grupo de jóvenes que allí nos reuníamos. La oscuridad del lugar, el ambiente de silencio y soledad y esa especie de aire insano de las estaciones viejas y descuidadas aumentaban la sordidez de la escena. La pobre mujer, una mera sombra de miseria y dejadez, fue desapareciendo silenciosamente hacia el fondo de la estación, como si entrara en un pozo negro y profundo. No recuerdo haber vuelto a ver nunca un espectáculo que ofreciera tanta miseria.

Cuando han pasado 36 años, sigo preguntándome cuál sería la historia de esa mujer, si a esa situación le habían llevado su errores o la maldad ajena, cuál fue su principio ... y cuál su final, de donde venía y a donde iba, ... Tal vez fue una señal dirigida a quienes como yo habían vivido tan poco, desconocían los lados oscuros y desgraciados de la noche ... y de la vida, y tenían la tentación de pensar que hacer la mili era una especie de martirio insoportable.


21 de julio de 2016

Leyendo en el Valle de Tena


Diez libros constituyen el bagaje literario de mis tres semanas de vacaciones en la localidad de Biescas, aunque deba reconcer que los tres primeros venían ya comenzados de mi ciudad de origen. El balance es positivo: ha habido toques de calidad y otros, sin tratarse de grandes piezas literarias, han satisfecho la necesidad de entretener que tan bien viene cuando se llega cansado a un sitio. El "podium" lo tengo claro: dos autores italianos y uno español: Natalia Ginzburg (Todos nuestros ayeres) y Giorgio Fontana (Muerte de un hombre feliz)  han escrito dos grandes novelas, en tiempos bien diferentes pues de la primera celebramos ahora el centenario de su nacimiento y Fontana vino al mundo en 1981 y Julio Llamazares confirma se altura literaria. También pongo buena nota a "Gran Granada" y el ensayo de David Rieff sobre la memoria. Moehringer y las memorias de Eduardo Navarro han dado de sí lo esperado, mientras entre los de intriga aceptables uno de los habituales (Lorenzo Silva) y una nueva (Reneé Night) y decpeción con el pretendido "thriller del verano".

Ya he hablado en otras ocasiones de la colección "Black" de la editorial "Salamandra", una selección bastante buena de novelas negras. "Observada", un thriller psicológico de la británica Renée Knight, es la cuarta entrega de la serie que pasa por mis manos y como en los tres casos anteriores ( "Galveston", de Nick Pizzolatto, "Una revelación brutal", de Louise Penny y "Pista negra", de Antonio Manzini) mi valoración global de la novela es alta. Se trata, desde mi punto de vista, de un relato bastante original dentro del género: incluso se le pueden encontrar similitudes con "La chica del tren" de Paula Hawkins o "Perdida" de Gillian Flynn, sobre todo con esta última, aunque marca cierta distancia con las mismas. Hay pocos personajes y lo que construye la intriga no es la autoría de un crimen, sino la explicación de un suceso: se trata de la reaparición de un hecho trágico del pasado de la protagonista y lo que trata de desentrañar el relato es una verdad que al principio se ignora, luego se configura en un sentido para dar un vuelco al final. El climax va "in crescendo" conforme avanza la lectura, esa dependencia que define a las buenas novelas de intriga va a más con el paso de las páginas y el lector termina convencido de haber leído un buen libro. Eso sí, el final no me ha convencido del todo.

Natalia Ginzburg fue una escritora italiana. Nacida en Palermo y educada en Turín, cabe calificarla como una mujer intelectual y polifacética -llegó a interpretar a Maria de Betania en "El Evangelio según San Mateo" de Pasolini-, fue diputada al congreso en su país por el Partido Comunista y tuvo una gran importancia en la cultura y el pensamiento italiano del siglo XX. Con motivo del centenario de su nacimiento se han reeditado unas cuantas de sus obras, entre otras "Todos nuestros ayeres", con una magnífica edición de "Lumen" que adquirí en mi último viaje a Madrid. La novela, hay quien asegura que con toques autobiográficos, nos cuenta los recuerdos de una niña que vive en un pueblo del norte de Italia durante los tiempos previos a la 2ª guerra mundial, con el imperio del fascismo de Mussolini y durante la misma contienda. La autora nos retrata la historia de dos familias italianas de la época, con unos personajes bien trabajados y nos muestra los dramas propios de la situación, tragedias que relata con una soltura y sencillez que llaman la atención, sin concesiones  al sentimentalismo y sin caer en el "dramón". Me ha gustado también cómo refleja el ambiente rural del norte de Italia, cómo describe a sus gentes, personas sin sofisticación alguna, más bien rudas pero a la vez muy humanas. Una prosa excelente, una historias creíbles ... una novela de primerísimo nivel.

El nombre de Julio Llamazares  es desde hace tiempo  para mí auténtica garantía de calidad literaria: me parece uno de los mejores escritores contemporáneos en lengua española. Por eso apenas dudé en comprar "El viaje de Don Quijote", su último libro en el que, imagino que con motivo del cuarto centenario del fallecimiento de Cervantes, recorre la ruta que hicieron en su día -en la ficción, por supuesto- el mítico hidalgo de La Mancha y su escudero Sancho Panza. Llamazares repite un siglo después el recorrido que hizo en su día Azorín, eso sí con los medios de transporte modernos y por autopistas y autovías. Se trata de un relato delicioso, profundo en el que, junto a referencias llenas de sentido y conocimiento a diversos sucedidos del "Quijote", nos va adentrando por el aspecto actual de tantos lugares por los que pasó el personaje cervantino acompañado de su fiel y entrañable escudero: comenzando por Argamasilla de Alba, lugar donde se atribuye la residencia del Quijote y siguiendo por Tomelloso, Puerto Lápice Campo de Criptana, Villarrubia de los Ojos, Almagro, Sierra Morena,  ... para pasar luego a Zaragoza, en el que se citan lugares tan conocidos por estos pagos como Pedrola, Alcalá de Ebro -donde se ubica la Isla Barataria-, Fuentes de Ebro, Torres de Berellén, Boquiñeni, Fraga ... y Cataluña: Tarrega, Cervera, La Panadella, San Feliú de Llobregat, hasta llegar a Barcelona y su célebre duelo en la Barceloneta. Un libro para leer despacio, disfrutar de la buena literatura, impregnarte de conocimientos y valorar la excelente prosa de Julio Llamazares.

"Contra la memoria" es un interesante ensayo de David Rieff, reportero y escritor,  hijo de la legendaria y polifacética escritora Susan Sontag que me llamó la atención hace unas semanas curioseando por internet. Se trata de un polémico libro que sostiene la tesis de lo perjudicial que puede ser exaltar y proclamar en exceso la memoria histórica, pues considera que en ella puede encontrarse frecuentemente la causa de guerras y nacionalismos exaltados. Es un libro breve -116 páginas con doble espacio y letra grande- que divide en cuatro capítulos y viene a ser como un artículo divulgativo bastante extenso. Rieff escribe con agilidad y va sembrando datos y opiniones sobre casos tan diversos como la guerra de los Balcanes, el holocausto, la conquista de América, el imperio colonial inglés, la memoria histórica española, el Chile de Pinochet o la guerra de secesión americana, entre otros muchos. El autor plantea cuestiones interesantíeimas, como lo son la utilización política de la historia, su interpretación subjetiva, la creación de afrentas y causas pendientes, la alteración de los recuerdos o la adaptación de los sucesos a intereses concretos. A ratos la lectura se me ha hecho complicada, sobre todo ante determinados sucesos históricos que no domino, pero en general me ha parecido un libro sugerente, con fundamento y que mantiene tesis razonables susceptibles de hacerte pensar y de crear opinión.

Había leído un buen número de críticas positivas de  "Muerte de un hombre feliz", novela del joven escritor italiano Giorgio Fontana; a ésto cabía añadir el haber sido sido publicada por "Libros del Asteroide", algo que -como creo haber dicho en otras ocasiones- es una razón más para confiar en la calidad de la lectura en cuestión. El relato nos cuenta la historia de Giacomo Colnaghi, joven fiscal destinado en Milán que investiga el asesinato de un empresario a manos de las Brigadas Rojas, situando la acción en 1981, es decir, cuando éstas se encontraban en la plenitud de su actividad terrorista. Colnaghi es el prototipo de hombre honrado y concienzudo, a lo que cabe añadir sus convicciones religiosas y su responsabilidad profesional que le hacen no conformarse con buscar pruebas incriminatorias, sino que intenta ponerse también en la piel de los inculpados, respecto a los cuales siente una notoria piedad. Paralelamente a su historia Fontana narra -en letra cursiva- la de su padre, un humilde obrero de un pueblo del norte que se alinea con los partisanos en la Italia dominada por los nazis y los fascistas. Se trata de una novela llena de profundidad, con unos personajes -fundamentalmente Colnaghi- muy humanos y creíbles y con un mensaje lleno de sentido positivo, a pesar de que se trata de una narración realmente dramática. La novela ha respondido a las expectativas, incidiendo mucho más en el fondo humano del protagonista que en avatares procesales. Una novela que, como explica la página web de la editorial, trata el tema de la Justicia, con mayúscula y nos envía un mensaje que se repite a lo largo de los capítulos y nos hace pensar: "excepciones, sí, errores, no" ... un lema lleno de profundidad y que sugiere bastante más d elo que dice.

Leer todas y cada una  de las aventuras de Bevilacqua y Chamorro, los  dos guardias civles creados en su día por Lorenzo Silva -y que tanto le han rendido-se ha convertido para mí en un hábito, casi una obligación, máxime cuando hace unos meses tuve la suerte de compartir mesa y mantel con el propio escritor madrileño. Por eso he tardado bien poco en leer "Donde los escorpiones", última entrega de la serie publicada en el mes de mayo y que en esta ocasión tiene la peculiariedad de que la trama se desarrolla en Afganistan, en un campamento en el que se encuentran tropas españolas -y de otros países- donde se ha producido el asesinato de un sargento de nuestro ejército. Aunque la novela no creo que se encuentre entre las mejores que han protagonizado  los citados personajes, el libro se lee bien, responde tanto a la exigencia de entretener propia del género policíaco como a los mínimos de calidad literaria ... puede decirse que está a la altura -notable en mi opinión- de la obra de Lorenzo Silva. A lo dicho cabe añadir que el autor sigue introduciéndose -e introduciéndonos-en el mundo privado de Bevilacqua y Chamorro, que en este relato, por cierto, no andan precisamente en su mejor momento sentimental. Si no llevo mal las cuentas, ésta es la octava aventura de los guardias civiles que pasa por mis manos, algo que da lugar a una familiariedad que consigue que te encuentres en el ambiente que tan bien describe Silva, casi como Pedro por su casa. La intriga que nos muestra el escritor en esta ocasión no tiene mucho de original, aunque tampoco esperas grandes novedades argumentales, tan sólo que los personajes, a los que en los últimos libros debe añadirse el guardia Arnau y la cabo Salgado, desempeñen el papel esperado, lo que sin duda siempre consigue Lorenzo Silva.

J.H. Moehringer es, sin duda alguna, uno de los escritores de moda en USA; ganador de un Pulitzer, se hizo de oro vendiendo ejemplares de "Open", las memorias de Ander Agassi y una especie de novela autobiográfica titulada "El bar de las grandes esperanzas" , de la que por cierto ya di cuenta en este mismo lugar hace pocos meses. Recientemente ha publicado en España "El campeón ha vuelto", un brevisimo ensayo periodístico en el que investiga si un indigente que malvive en un parque público de Chivago es Bob Satterfield, un boxeador de los años 50 que estuvo cerca de ganar el mundial de los pesados y llegó a partirle la cara al mismísimo Rocky Marciano. Moehringer consigue un relato lleno de interés, fuerza psicológica y humanidad que terminas leyendo de un tirón. No se trata de un trabajo de investigación, sino una simple reflexión sobre las grandeza y miseria de la vida, una especie de juego simpático, emotivo y no exento de dramatismo que confirma al autor como uno de los escritores que hay que seguir teniendo en cuenta. El libro contiene exactamente 101 páginas escritas en letra grande y con espacio gordo ... si te pones a pensar en el precio, es sin duda excesivo; si lo que consideramos es el interés y la calidad, creo quevale la pena.

Es sabido -lo he dicho muchas veces y mis lecturas son la prueba- que la transición española es una época que me atrae, y también que me gusta leer todo lo que se publica sobre uno de los grandes protagonistas de aquellos años, Adolfo Suárez. Hace ya un tiempo que compré en "digital" uno de los libros más interesantes sobre el tema, una especie de memorias de Eduardo Navarro, político e íntimo colaborador del expresidente ya fallecido y que fue una de esas personas que trabajando en la sombra influyen notablemente en el personaje principal, ... hubo quien le llegó a llamar el "negro de Suárez". El libro se titula "La sombra de Suárez" y no me ha decepcionado en absoluto. Inevitablemente, las cosas que cuenta son en buena parte conocidas, pero lo hace como espectador y colaborador directo de los entresijos de cada situación y decisión, aportando luz a algunos hechos de los que se sabe poco, introduciendo algún sucedido novedoso y presentándose como testigo privilegiado. También cabe destacar que no estamos, como en otras ocasiones, ante un panegírico  Adolfo Suárez, pues se nos muestras sus claroscuros, el negativo de la foto. También cabe añadir que en lo que nos cuenta Navarro se vislumbra una cierta frustración de quien esperaba conseguir algo más a cambio de su abnegado trabajo entre bastidores. Me parece una lectura imprescindible para quien desee una visión objetiva y creíble de un personaje y una época.

Editorial "Planeta" logró vender más que nadie con "La chica del tren", un thriller que se convirtió en el libro del verano pasado y que a estas alturas sigue bien posicionado en las listas de libros de ficción más vendidos. A la vista del antecedente, la editorial barcelonesa ha pretendido encontrar un filón y poco antes de comenzar el estío anunció a bombo y platillo un thriller de otra autora inglesa, Fiona Barton, con el título de "La viuda". No tengo duda de que los de "Planeta" han invertido bastantes euros en la obra, pues la misma aparecía destacada en casi todas las librerías que he visitado en la últimas semanas ...  también quiero decir, ya de principio, que aún ignorando el resultado de sus ventas la novela me ha parecido floja ... "La chica del tren", que sin duda no aporta nada literariamente, era al menos entretenida. Como cosas peculiares del estilo de Barton se encuentra el hecho de que la protagonista narre sus capítulos en primera persona, mientras el resto de personajes son relatados en tercera persona.  Por otro lado, el hecho de que la narración no  sea constante en el tiempo, pues la autora va dando saltos adelante y atrás, algo que si lees precipitadamente puede llevar a confusión. No obstante, mi decpeción por este libro no viene del sistema de narración escogido, sino de la poca calidad literaria -vete a saber si la traducción era mala- y de una historia a la que no le veo "chispa", amen de un final flojo y poco original.

Hace ya bastante tiempo, puede que más de un año, un buen amigo -y gran lector- me prestó "Gran Granada", una novela publicada en la colección "Narrativas hispánicas" de "Anagrama" y escrita por Justo Navarro, nombre entonces desconocido para mí. Con el tiempo he sabido que se trata de un relato de calidad y que Navarro es un prestigioso escritor granadino que también hace crítica literaria. Ante este panorama y la lógica conciencia de haber de devolver el libro a su propietario cuanto antes, decidí inluirlo en mi maleta de vacaciones. Ha sido el último en ser leído, pero también uno de los mejores: puedo confirmar la calidad del texto y la riqueza literaria que ofrece el autor. Aunque el libro puede encasillarse en el género policíaco, pienso que va mucho más allá, pues a la trama evidentemente negra se añade una aspiración de ofrecer algo más. Ya hablamos de la pulcritud de gramática y vocabulario, a lo que cabe añadir una disección magnífica de la época y el lugar en la que se ubica la trama:  la España de 1963 y una ciudad de provincias como es Granada. Justo Navarro refleja las zonas oscuras del poder, las diferencias de clase, los intereses privados, todo el paisaje oscuro y estrecho de la España de provincias, unido a las ambiciones de unos, la codicia de otros, etc. No me ha resultado sencilla la lectura, a ratos me recordaba a las formas de autores de indiscutible calidad como Francisco Casavella o Enrique Vila-Matas, lo que equivale a decir que se trata de literatura que vale la pena, aunque cueste ... además, conforme avanza la lectura todo se hace más fácil, algo que en mi opinión indica y confirma que se trata de una buena novela.

16 de julio de 2016

Aquellos tiempos, aquellos globos


Cuando era un niño un globo era una especie de tesoro, algo mágico, una ilusión. A priori existían juguetes, entretenimentos, objetos en general de más apariencia, más caros, pero vete a saber porqué un globo era algo especial, incluso daba la impresión de ser un regalo inalcanzable. Había globos de primer nivel, aquéllos a los que se había introducido gas y se sostenían tiesos y erguidos con solo agarrar el hilo ... todavía recuerdo los que regalaban en  "Calzados Muro" del Coso si comprabas zapatos un día concreto de la semana. También es cierto que tenían su peligro, pues a la posibilidad de que explotaran se añadía la de que en un descuido se soltara el hilo y el globo subiera a las alturas hasta perderse entre nubes y azoteas ... aún tengo viva la imagen de un globo azul bailando desnortado por los tejados del Paseo María Agustín.

Había globos más humildes, globos sin gas que se vendían en los puestos callejeros a la vez que caramelos, regaliz, chicles, chupa-chups y almendras garrapiñadas. Eran globos que solían ir atados a un vulgar palo, y en su sencillez también servían para satisfacer ilusiones y caprichos. Los globos de menos entidad eran los que tenías que inflar tu mismo, y para hacerse con ellos era habitual acudir a esas tiendecillas diminutas donde comprabas calcomanías, cromos, chuches, tebeos del "Capitán Trueno", el "Jabato", "Hazañas Bélicas" y el "Sargento Gorila" o esos libros de segunda mano, rancios y manoseados, del Coyote o Marcial Lafuente Estefanía. Eran globos de tercera división, pero añadían el mérito de haberte dejado parte del resuello en engrandecerlos.

Y al venir a mi cabeza esos globos de mi infancia, he pensado que en la vida cada cual  tenemos también nuestros propios globos, cosas, actos, situaciones que nos ilusionan, en torno a los cuales edificamos nuestras esperanzas, nuestras alegrías, ... tal vez desproporcionadamente, en demasía.  Y como cuando éramos niños sentimos desazón, tristeza, frustración cuando se nos van de las manos, explotan o simplemente van perdiendo consistencia y se quedan cual un plástico cutre e inútil. Tal vez sea entonces el momento de poner los pies en el suelo, de pensar en lo verdaderamente importante, ... o quizá de crear un mundo interior mágico e ilusionante que nos hable de globos que van a parar a un lugar paradisíaco donde se junta con otros ... o simplemente asumir la mítica frase de Lauren Bacall tras un amor terminado: "Fue bonito mientras duró". 

Yo también soy de la generación de "Los Chiripitiflaúticos", y todavía recuerdo una de esas simplonas canciones que interpretaban Valentina, Locomotoro, el Capitán Tan, el Tío Aquiles, ... que hablaba de globos que se escapaban hacia el cielo y terminaba con ese consolador "los globos siempre vuelven" .... me suena que decían que el regreso era por Navidad, aunque de esto solamente tengo certeza con "El Almendro".


15 de julio de 2016

Sigue la barbarie


No lo puedo entender ... ¿qué tienen en la cebeza?. No me quedan palabras: solamente mi solidaridad, mi cariño y mis oraciones para las víctimas, para sus familias, ... para Niza, para Francia.

Comparto vuesto dolor, comparto la incredulidad y la indignación de todos.



13 de julio de 2016

En la muerte de Emma Cohen


El pasado lunes, 11 de julio, falleció en Madrid Emma Cohen a consecuencia de un cáncer; tenía 69 años y la enfermedad la llevó con enorme discrección. Aunque Emma era una mujer polifacética, pues publicó varias novelas y mantuvo una actividad de rebeldía política durante el régimen anterior, era por encima de todo una actirz de primera línea que trabajó con igual acierto en el cine, el teatro y la televisión. Emma Cohen era catalana: nació en Barcelona el 21 de noviembre de 1946 y pertenecía a la típica familia acomodada de la burguesía del Principado, ambiente del que huyó muy joven, pues su espíritu rebelde la llevó a vivir el Mayo de 1968 y como cuenta Luis Alegre en "El País", el ambiente de la "gauche divine" de Barcelona y las noches madrileñas de "Oliver" o "Bocaccio".

Mis primeros recuerdos personales de Emma Cohen se remontan a nuestra vieja televisión en blanco y negro, y en concreto a su papel de Mercedes en "El Conde de Montecristo", primer gran serial que se recuerda en TVE, dentro del programa "Novela" y con Pepe Martín en el papel del vengativo Conde, quedando para Pablo Sanz y José María Escuer los papeles de principales villanos. También la recuerdo como sifuera hoy haciendo de Doña Inés en el "Tenorio" que nos encasquetaban cada víspera del día de difuntos, en este caso con Carlos Larrañaga como Don Juan. Mi tercer recuerdo televisivo de la actriz fallecida hace referencia a la serie de Jaime de Armiñán "Tres eran tres", en el que le correspondía el papel de Julia, mientras Elena era Amparo Soler Leal y Paloma, Julieta Serrano, con el innegociable papel de "chacha" a cargo de Lola Gaos ... "Tres eran tres las hijas de Elena, tres eran tres y ninguna era vuena: Julia, paloma y Elena, rubia castaña y morena, ...".

En el cine destacan sus tres películas dirigidas por quien sería su esposo, Fernando Fernán Gómez: "Mambrú se fue a la guerr"a (1985), "El viaje a ninguna parte" (1986) y "El mar y el tiempo" (1989). También destacan "Al otro lado del espejo" (1972), de Jesús Franco, “Solos En La Madrugada” (1978), de José Luis Garci, “El Rey Pasmado” (1991), de Imanol Uribe y “Belle Epoque” (1992), de Fernando trueba. Su última gran película, aunque con un papel secundario, fue "El abuelo" (1998), de Garci. En teatro cerró grandes trabajos con Marsillach (Marat/Sade), el propio Fernán Gómez ("Un enemigo del pueblo"), amen de algunos clásicos ("El alcalde de Zalamea", "El gran teatro del mundo", ...). Cohen publicó también nueve libros, demostrando en el mundo de la literatura que s capacidad de crear arte era inmensa. Y no podemos olvidar su entrañable personaje de la Gallina Caponata de "Barrio Sésamo", donde demostró su enorme y amplia versatilidad artística.

Descanse en paz esta gran actriz que fue tan bella por fuera y que quienes la conocieron nos cuentan que también lo fue por dentro.

12 de julio de 2016

Apuntes sobre la Eurocopa



El pasado domingo concluyó la Eurocopa 2016, un trofeo que terminó ganando contra todo pronóstico la selección de Portugal , en el que España regresó a su viejo papel de selección decepcionante y donde vimos bastante poco fútbol. No se si la razón está en que todo se ha igualado en exceso, que los entrenadores tienen más miedo a la derrota que  deseos de ganar o que el fútbol pierde encanto conforme se mercantiliza más, pero al menos los que peinamos canas echamos de menos la Alemania de 1972 (Beckenbauer, Muller, Netzer, ...), la Checoslovaquia del 76 (Panenka, Nehoda, ...), la nueva Alemania del 80 (Schuster, Rumenigge, Kaltz, Hansi Muller, ...), la Francia del 84 (Platini, Giresse, Tigana, ...) o la Holanda del 88 (Van Basten, Rijkaard, Gullit, Koeman, ...).

No podemos negar mérito a una selección como la portuguesa, que terminó llevándose el gato al agua tras no ganar ninguno de los encuentros de la priemra fase, y vencer tras próoroga en tres de los otros cuatro. Los lusos jugaron muy poco fútbol, pero lo dieron todo y estuvieron muy bien organizados, con un Fernando Santos que en su aspecto y sus formas nos recordó mucho al llorado Luís Aragonés y con unos jugadores entre los que mucho más que el histriónico Cristiano me gustó lo que promete su joven centrocampista Renato Sánches y una defensa eficaz en la que destacaron dos centrales sólidos -Pepe, por cierto,  mucho menos bruto que habiualmente- , dos laterales con capacidad ofensiva -utilizada con cuentagotas, eso sí- y un portero seguro y dominador. Me apunto a la tesis de mi amigo Brunetti, que deseaba el triunfo portugués no por simpatía hacia futbolista alguno, sino por afecto a un pueblo sencillo, amable y con buen fondo. La deliciosa imagen del niño portugés consolando a un hincha galo de ostró una vez más que mi gran amigo de Tarraco tiene, una vez más, razón.

El equilibrado y aseado juego de los galeses y el entusiasmo de los jugadores de Islandia forman parte de lo poco bueno que vi en este torneo. Gales se dedicóa jugar a un fútbol poco especulativo, valiente y ordenado, y todos disfrutamos viendo como quedaban por delante de Inglaterra y sabían remomtar con claridad a una asombrada Bélgica, que vio impotente como le superaban los goles de un central con pinta de zaguero de rugby y un atacante suplente de aspecto rudo e imagen carente de glamour. Y todo un ejemplo el de los islandeses, no solamente llegando hasta cuartos, sino dejándose la piel para maquiilar ante Francia un resultado que en el descanso amenazaba ser de escándalo. Del resto me quedo con el primer tiempo de Italia frente a nuestra selección, dándonos una lección de dominio y seguridad y algunos jugadores que me encantaron como el belga Hazzard, el francés Griezman y el central alemán Hummels, un jugador que cada vez más me recuerda a esos viejos líberos que tanto añoro.

Alemania, grupo siempre fijo  en el grupo de aspirantes a la gloria, ya es sólo una apisonadora hasta llegar al área; hay jugadores de calidad indudable como Ozil o Drexler que no se sabe porqué no terminan de explotar,  ientras que no tienen pólvora arriba; me gustaron mucho sus laterales -Kimich y Jonas Héctor-. Francia, que rozó la victoria hasta el final, bien físicamente y mediocre en calidad: me decpecionó Drogba y buena nota para el centro de la defensa. Italia solamente lució frente a nosotros, mientras que Bélgica está sin duda próxima al equipo fuerte y sólido de los años 80, pero le faltó consistencia a la hora de la verdad. Y España, mal ... tan sólo brilló ante los caóticos turcos. Perder a Xavi, Puyol y Xavi Alonso no supone sólo perder entidad, sino asumir que será difícil recuperar pronto el tono de tiempos anteriores. Ni Morata, a pesar de los tres goles, ni Nolito ni Coque tienen el nivel de los ausentes,

A lo dicho solamente me queda añadir que las retransmisiones en España adolecieron de una verborrea frecuentemente insoportable por parte de los comentaristas, que el "numerito" de Crstiano Ronaldo en la final me pareció infantil, teatrero y artificial y que me fastidia -no lo puedo evitar- comprobar que el eprsonal sigue dejándose llevar por localismos y pasiones de equipo ... y como muestra, un botón: un diario deportivo de la capital de España encabezaba el lunes su portada anunciado que en el equipo ideal del torneo figuraban tres jugadores del Real Madrid y uno del Atlético ... no conseguimos renunciar a la estrechez mental.

10 de julio de 2016

Muerte de un torero


La Plaza de Toros de Teruel fue testigo ayer de un auténtico drama. El torero segoviano Víctor Barrio fallecía tras sufrir una espeluznante cogida en la que un toro llamado "Lorenzo" le atravesó el costado, provocando la muerte casi inmediata del diestro. Me gusta la fiesta de los toros -admito, eso sí, entender bastante poco del tema- y siento una profunda admiración por quienes son capaces de enfrentarse con un toro bravo, un animal poderoso y fuerte, un ser que impresiona cuando lo ves de cerca. Pero por encima de todo me encuentro  triste e impresionado por la muerte de un hombre joven, por una familia que ahora está desconsolada, ... toda persona de bien debería, sin duda, llorar esta pérdida.

Como no puede ser de otra manera, el posicionamiento contrario a las corridas de toros, su crítica y la postura en favor de su supresión me parecen completamente legítimas; es más intuyo que entre las nuevas generaciones no se barrunta excesiva afición a la "fiesta" y no sería de extrañar que el aprecio de esta tradición fuera cada vez a menos e incluso llegara a desaparecer ... el tiempo nos lo aclarará. Lo que no me parece de recibo es la actitud que se observa en las redes sociales por parte de algunos que, frecuentemente bajo el escudo del anonimato, están diciendo toda clase de barbaridades, opinando con las vísceras y sacando a relucir sus peores instintos. Evidentemente, hay libertad de expresión y cada cual puede opinar como quiera, pero leyendo los comentarios, afirmaciones, exclamaciones, ... exabruptos, ... que han proliferado por la red no puedo evitar sentir pena y desagrado ... mucho. Es como si al opinar sobre determinados asuntos se hubiera perdido la mesura y olvidado la palabra tolerancia ... como si rebrotaran viejas y rancias formas totalitarias de enfrentarse a la vida.

Descanse en paz Víctor Barrio. Su muerte me duele, me sobrecoge y me mueve a engrandecer su recuerdo y solidarizarme con su gente.

5 de julio de 2016

Un director, una película


Leo que el 2 de julio pasado falleció en Los Ángeles, a la edad de 77 años, el director de cine Michael Cimino, un personaje polémico, complicado y distante. Cimino solamente dirigió siete películas, pero fueron suficientes tanto para llegar al estrellato de Hollywood como para dar lugar a opiniones y comentarios de todos los signos y para todos los gustos. De él se dijo que era alcohólico, tomaba drogas y hasta que se había cambiado de sexo, aunque él siempre negó las dos primeras acusaciones y se negó a contestar la última suposición. En cualquier caso, para mí Cimino fue fundamentalmente el genio que dirigió "El cazador", película que en 1978 fue nominada para nueve Oscars y obtuvocinco, entre ellos los dos más preciados: a la mejor película y al mejor director, lo que no es poco mérito si pensamos que en el primer caso se enfrentaba a excelentes trabajos como "El cielo puede esperar" y "El expreso de medianoche" y en el segundo Cimino tenía entre sus rivales dos auténticos pesos pesados como Alan Parker y Woody Allen.

"El cazador" fue una de esas películas que te impresionan, films que al termnar de ver te dejan la doble y contradictoria sensación de haber visto una película magnífica a la vez que presenciado una historia durísima, de las que dejan una impresión tremenda. Cimino dirigió, participando también en el guión, una de las primeras películas que trataban el delicado y recurrente tema de la guerra del Vietnam, y más en concreto el de tantos jóvenes norteamericanos que quedaron marcados por su participación en la misma. Tras "El cazador" vinieron otras como "Apocalypse now" (1979), de Francis Ford Coppola, "Platoon" (1986)  "Nacido el 4 de julio" (1989), de Oliver Stone, "La chaqueta metálica" (1987), de Stanley Kubrick o "Buenos días, Vietnam" (1987), de Barry Levison. EL film tuvo un reaprto de excepción, encabezado por Robert de Niro y Meryl Streep, ambos nominados por su trabajo al Oscar al mejor actor -la primera de su larga lista de nominaciones en el caso de ella-, junto a los que figuraban Christopher Walken, que obtuvo la estatuilla al mejor secundario, John Savage y John Cazale entre otros.

La primera parte de la película te muestra al grupo de amigos disfrutando de su último día de libertad antes de partir para Vietnam; allí se observa esa mezcla de inconsciencia y miedo de quienes se dedican a beber, jugar al billar y hacer bromas antes de viajar rumbo a un lugar donde existe una guerra que ni les va ni les viene, pero en la que son obligados a participar. A lo largo de estos primeros pasos del film es recurrente el tema de Alba Molina "Can't Take My Eyes Off You", el "No puedo quitar mis ojos de tí" que hiciera famoso en la España de los 60 Matt Monro. Tras el preludio, surge la guerra en sí, con escenas durísimas, donde la alegría y el desenfado dan lugar al dolor,  la muerte,  la tragedia. Y el regreso al punto de partida cargados de secuelas físicas y psíquicas, donde nada será ya igual. En cualquier caso las escenas que quedan grabadas para siempre son las finales, cuando Michael -Robert de Niro- regresa a Saigón para cumplir la promesa que le hizo a Nick -Christopher Walken- de llevarle de regreso a Estados Unidos. Michael le encuentra completamente cambiado, destrozado por las drogas y ganándose la vida con la ruleta rusa. La escena de Robert de Niro jugando al juego mortal con su amigo en un desesperado intento de rescatarle es realmente sobrecogedora, una de esos momentos del cine que estremecen, que recuerdas con frecuencia. Y por supuesto, la escena final con los personajes reunidos en una taberna cantando «God bless America»

"El cazador" fue sin duda el momento cumbre de Michael Cimino, quien tuvo también su cruz profesional, ... y bien llamativa, con el fracaso espectacular de "La puerta del cielo" (1980), una superproducción que costó 44 millones de dólares y solamente fue capaz de recaudar 3 en taquilla. Y ésto a pesar de contar con un reparto excepcional: Kris Kristofferson, Christopher Walken, Isabelle Huppert, Jeff Bridges, John Hurt, Mickey Rourke, Joseph Cotten, Willem Dafoe, ...

"Un botín de 500.000 dólares" (1974), "Manhattan Sur" (1985), "El siciliano" (1987), "37 horas desesperadas" (1990) y "Sunchaser" (1996) fueron os otros films dirigidos por Cimino. Dejo a los expertos la misión de valorar unas películas de las que ignoro prácticamente todo. Eso sí, solamente haber dirigido "El cazador" supone un mérito indicutible, el derecho a pasar a la historia del cine. Descanse en paz.