31 de mayo de 2011

La primera venta

El pasado viernes por la tarde salí a dar una vuelta por Huesca: es un día que tiene un especial encanto, andas generalmente más relajado y puedes orear tus neuras profesionales y personales con paz y serenidad. Suelo aprovechar para darme una vuelta por la librería "Masdelibros" y ponerme al día de las últimas novedades editoriales, para entrar un ratillo en la iglesia de las Clarisas, donde esta el Santísimo expuesto casi todo el día, para dar una vuelta contemplativa por el Parque y para caminar un rato, que es algo aconsejado por mi cardiólogo casi con tonos imperativos. Cuando ya estaba en la calle recordé que los auriculares que utilizo para escuchar la radio o música en el portátil se me habían estropeado y busqué una establecimiento donde pudiera adquirir otros que los sustituyeran, ocurrencia que dio lugar a la anécdota que traigo hoy al blog, algo que me hizo recapacitar y comprobar que quizá andamos por la vida excesivamente despreocupados y ajenos a los problemas de loas demás, que en los tiempos que corren suelen ser bastantes y no de escasa entidad.

Encontré una tienda adecuada en una calle céntrica de Huesca, muy próxima a los Porches de Galicia, auténtico radio central de la "city", y entré en busca de mis nuevos "pinganillos"; el establecimiento tiene ya sus años y basta echarle una mirada genérica para comprender que tuvo tiempos de bastante mayor esplendor: allí venden material audiovisual y fotográfico, amen de hacer al parecer fotografías, recuerdo que allí me hice las primeras fotos de carnet al llegar hace diez años al Alto Aragón. Me dirigí a la única persona que se encontraba en el interior, una señora ya madura que me atendió con simpatía y soltura; opté por una de las opciones que me ofrecieron y al ir a pagar la señora me comentó que aunque no me lo creyera, esa era la primera venta que hacía en el día: comprobé que eran las 7 de la tarde y me quedé francamente anodadado.

Salí de la tienda pensativo y meditabundo; faltaba aproximadamente una hora para la hora normal de cierre de los comercios, y la pobre mujer se había pasado todo el día mano sobre mano esperando que alguien tomara la decisión de invertir en su establecimiento, algo que me parece tremendamente cruel y desalentador. La verdad es que me llamó la atención que no hubiera, como en ocasiones anteriores alguna que otra dependienta con aspecto de tal, imagino porque la situación ha obligado a prescindir de empleados y asumir los dueños la carga de la atención de un establecimiento que me temo condenado al cierre. Si nadie más optó como yo por comprar algo allí, todo el negocio del viernes 27 de mayo de 2011 fueron 12 €, circunstancia que me lleva a la solidaridad y la comprensión hacia quienes gobiernan la tienda y hacia todos aquellos que tienen que navegar en este mar de nuestros tiempos contra corriente, con pocos ánimos y con la esperanza quebrantada, porque este tsunami no respeta ni negocios inmemoriales, ni sustentos familiares ni decenios de trabajo abnegado. ¡Cómo han cambiado las cosas!, ¡en menudo abismo andamos metidos!.


30 de mayo de 2011

Volver a Barcelona



El sábado estuve en Barcelona: siempre acabas encontrando un motivo para marcarte un capricho y conspiré con mi amigo Brunetti para montarnos una jornada en la capital de Cataluña: era una ocasión de estar juntos y compartir vitalismo, de recorrer lugares "estratégicos" y de coger aire para seguir enfrentándonos a los fantasmas cotidianos de cada cual. Eso sí, el antojo exigió cierto sacrificio, y a las 6.00 de la mañana cogí un autobús en la "Intermodal" de Huesca para llegar a la ciudad Condal minutos después de las 10.00: "madrugón" y "palizón" en bus fue un precio que valió la pena. Y es que en cuanto te bajas de vehículo ya respiras ese aire universal, cosmopolita y moderno que uno respira por allí, algo de lo que al menos yo me he ido dando cuenta conforme me alejaba de una ciudad donde viví dos años de mi vida y de la que estuve a un paso veintidós más.

Barcelona tiene muchos aspectos positivos, es bonita, su urbanización razonable, la acogida de los Juegos Olímpicos de 1992 la convirtió en una ciudad moderna y atractiva y hay montones de lugares que merece la pena ver, a lo que cabe añadir para algunos ese toque de nostalgia, algo que empecé a vivir en cuanto pisé la Diagonal y vislumbré, aunque fuera desde la otra acera, la Facultad de Derecho que albergó mis primeros pasos por el mundo jurídico; incluso al coger la Línea 3 del metro e ir atravesando las estaciones que van de María Cristina a Plaza Cataluña -Sants, Poble Sec, Paralel, Drassanes, Liceo, ...- fui sintiendo ese hormigueo que notas cuando reverberas sensaciones de hace 30 años como si fueran hoy. La Diagonal, el Metro, el aire, el ambiente, ... todo llevaba a volver sobre tus pasos en el tiempo, a tratar de recuperar experiencias, esperanzas y sinsabores.

Encontré a mi amigo en la puerta del "Corte Inglés" de Plaza Cataluña, no sin antes tropezarme con un abogado valenciano que vivió bastantes años en Huesca, y es que el mundo es tan pañuelo que en caso como éste Barcelona hasta se equipara con la capital donde vivo. ¡Que viejo encontré" el "Corte Inglés", pero ahí se conserva, vivito y coleando, que no es poco en los tiempos que corren. Tras el saludo nos dimos una vuelta por el montaje que el mundo "anti-sistema" ha establecido en el centro de la plaza: ambiente libertario, pintas llamativas, aires de mundo alternativo ... realmente un panorama llamativo que uno no se imagina cómo puede acabar. Y de ahí iniciamos un paseo por las Ramblas, algo que es como la quinta esencia de Barcelona: el ambiente -serían las 11.00 de la mañana- era espectacular, con luminosidad, colorido, individuos de todos los pelajes y ese aire semi-festivo, semi-cultural, semi-ácrata que les da un aire distinto.

Y así llegamos a "Negra y Criminal", la librería de la que he hablado tantas veces, ubicada en plena Barceloneta y que era una de las razones que justificaban el viaje; allí estaban, puntuales y laboriosos Paco Camarasa y su mujer, Montse, con quienes compartimos opiniones, novedades, lecturas e historias diversas, con una noticia deseada hace tiempo: en octubre saldrá a la venta la tercera novela de Domingo Villar, con el inspector Leo Caldas de protagonista y la esperanza de que el gallego confirme su condición de primer espada de la novela policíaca española. Se encontraba también en la tienda un joven autor catalán que presentaba una novela y un buen número de clientes con los que se crea un ambiente delicioso de buena armonía y complicidad. Adquirí unos cuentos ejemplares de los que iré dando cuenta en este mismo lugar, planeamos organizar algún montaje "negro-criminal" en Huesca y nos despedimos felices de haber ingresado en un mundo tan especial. Creo sinceramente que, al menos quienes vivan en barcelona, no tienen perdón de Dios si no se pasan alguna vez a conocer ese mundo mágico, y si lo hacen en sábado por la mañana, disfrutarán también del vino y los mejillones que allí se degustan.

Pero un día como el vivido no sería completo sin una buena pitanza, y cuando el acompañante de uno sabe de que va el tema no hay como dejarse llevar para tener éxito en la empresa de comer bien, y si andas por la Barceloneta no es preciso salir de ella para encontrar el lugar adecuado, así que tras una cañita en un grato chiringuito al lado de la playa, nos dirigimos al Restaurante "Salamanca", toda una especie de emporio de la gastronomía en el que, a priori, llaman la atención dos cuestiones: la tremenda amabilidad de los camareros, que eran muchísimos, por cierto, y el estar los comedores forrados de fotografías del dueño, un antiguo presidente de la U.D. Salamanca llamado Silvestre, con todo tipo de famosos: entre otros distinguí a Pedro Almodóvar, Mariano Rajoy, Jordi Sevilla, Sofía Loren, Txiqui Beguiristain, ... La comida respondió a lo esperado y dimos cuenta de una excelente paella de carne.

Tras oxigenar las entretelas con un gin-tonic de cierto medio pelo, pensamos que un buen colofón a lo vivido era dar un paseo por el barrio del Borne, un lugar lleno de belleza y sabor barcelonés que a esas horas de la tarde, alrededor de las 17.00, se encontraba lleno de ciudadanos y turistas que aportaban vitalidad al escenario. Y en medio del barrio, ¡cómo no!, lucía con el esplendor supino de siempre Santa María del Mar, un auténtico monumento de belleza y luz, una visita que cada vez que uno la realiza se convierte en una experiencia indescriptible, única. Rezar a la Virgen allí tiene que ser, si cabe, más productivo en un lugar donde Ella tiene que hallarse tan a gusto. Se iniciaba en ese momento una boda y presenciamos la ilusión de novio y novia, que no habían podido elegir lugar mejor para unir sus vidas para siempre.

Teníamos que regresar a la Estación de Sants, para lo que atravesamos Vía Layetana, la Plaza de la Catedral y el Portal del Ángel, llegando al Metro de Plaza Cataluña para iniciar el viaje hasta Sants, donde en esta ocasión opté por la comodidad del AVE para regresar a Zaragoza y de ahí a Huesca. En la ciudad se respiraban entonces los prolengómenos de la Final de la Champions League, a los que sucedieron la tensión de los 90 minutos y la explosión de un júbilo imparable, pero de eso ya no fuimos testigos.


29 de mayo de 2011

"Princesa", Joaquín Sabina (1985)



Joaquín Sabina ya ha pasado por aquí y, si Dios me sigue dando vida y ganas de seguir escribiendo en este rincón, imagino que seguirá saliendo. La primera canción que colgué fue "Calle Melancolía", creo que no tuve ninguna duda a la hora de pensar cual era mi favorita; la citada reunía todas las condiciones para engrosar mi lista de canciones imprescindibles. Y tampoco tengo ninguna duda para decidir cual debe de ser la siguiente: "Princesa", otra de las canciones de la primera época del cantante nacido en la localidad jienense de Úbeda.

"Princesa" es un tema muy de Sabina; el estilo, desde luego, es inconfundible, el tono duro y descarnado le va a Sabina como anillo al dedo y la temática de la "yonkee" desesperada y el amante cansado y esquivo todo un clásico. Uno disfruta con esa voz desgarrada, esa mirada dura y ese estilo absolutamente intransferible y propio. "... en lugar de sonrisa, una especie de mueca", " ... cuando tenías aún esa forma de hacerme daño ...", "Maldito sea el gurú que levantó entre tú y yo un silencio oscuro, ...", "¿Con qué ley condenarte si somos juez y partetodos de tus andanzas?", ... Sabina en estado puro.

"Princesa" es la canción estrella de su disco "Juez y parte"; pienso que los títulos de éstos suelen tener un especial encanto: "Hotel, dulce hotel", "Mentiras piadosas", "Ruleta rusa", "Malas compañías", "Esta boca es mía", ... Se han hecho muchas versiones de un tema llamado desde el principio a traspasar estilos y fronteras, pero la mejor será siempre la de Joaquín Sabina.


28 de mayo de 2011

El brigada "pollo"



Es cuestión comentada ya aquí que el servicio militar es tema recurrente para muchas generaciones de españoles; hace ya años que no es obligatorio y cada vez hay más hombres que ignoran todo ese lenguaje y casuística que acompañaban a este evento que para muchos constituyó un período peculiar de nuestra vida. Ya he contado que a mí me tocó cumplir con la patria en el Parque de Artillería de Valencia, un cuartel más bien pequeño en el que eran parte importante del mismo los suboficiales, mandos intermedios que ejercían de comandantes de la guardia y desempeñaban diversas misiones. Y entre éstos quienes ocupaban una posición primaria en la jerarquía eran los brigadas, que solían ser gente ya mayor con mucha "mili" a cuestas y por lo general pacífica y bondadosa. Recuerdo que el equipo de brigadas del parque lo formaban un tal "Martínez", hombre mayor, adusto y absolutamente ajeno a conflictos, el brigada "Bienvenido", casi tan alto como ancho y del que recuerdo su azoramiento cuando vio que entre las pruebas para acceder a oficial había una de natación, ya que no sabía nadar, aunque las malas lenguas aseguraban que no tendría problema si en la piscina en vez de agua hubiera chinchón, el brigada Castillo, un hombre trabajador, poco flexible y bastante sensato y el que entre soldados llamábamos el brigada "pollo", un personaje francamente "sui géneris".

Y para entender el apelativo, es necesario precisar en torno a la nomenclatura de la ocasión, y aclarar que en los cuarteles y entre el personal sin graduación eran "pollos" aquellos reclutas recién incorporados al cuartel y a los que faltaba experiencia, soltura y, sobre todo, veteranía, algo que otorgaba en ese ambiente categoría y privilegios. Cuando llegabas el primer día al cuartel eras vejado -con mayor o menor crueldad según controlaran o no los mandos-, insultado, saqueado de tabaco y comida y relegado al último puesto en cualquier fila o espera. Quienes individualmente podían ser gente magnífica, se convertían en grupo en una especie de cabestros que exhibían el poder que les daba la costumbre y la antiguedad. La condición de "pollo" solía durar el tiempo necesario -2 o 3 meses- para que llegara el siguiente reemplazo y poco a poco el antiguo "pollo" iba convirtiéndose en gallito capaz de devolver al nuevo los agravios recibidos de los viejos.

EL brigada "pollo" era el más joven del equipo; era valenciano, tenía cara de pan y se aseguraba que antes de exhibirse marcial y disciplinado en servicio permanente a la patria había sido religioso de clausura. Se trataba de un hombre completamente agobiado por los peligros externos -eran épocas de atentados terroristas casi semanales- y la necesidad de ser riguroso y exigente en la disciplina militar. Por eso, cuando el hombre estaba al frente del servicio de guardia sometía a los artilleros que lo desempeñaban a una férrea disciplina y, de manera muy especial, a un rigor formalista que acababa siendo totalente mareante.

Una de sus originalidades consistía en que mientras los soldados a quienes tocaba ejercían el turno de vigilancia en las siete garitas de cuartel, los que iban a sustituirles al cabo de dos horas debían permanecer alerta en la sala de armas, imagino que por si venía el enemigo ... Eso suponía que esas dos horas había que restarlas a las pocas que ya de por sí dormías en las referidas guardias. Había un artilllero apostado en la puerta, y los seis restantes teníamos que estar alerta en la mencionada sala de armas hasta que cuando el brigada lo consideraba oportuno y se presentaba por sorpresa en la sala gritando "¡a las armas!", momento en el que había que levantarse raudo y veloz, coger el CETME y en posición de "prevengan" quedarse quieto con gesto feroz en dirección a donde él estaba. La imagen era completamente surrealista, con seis jóvenes veinteañeros, helados y somnolientos, que a las 2.00, las 3.00 o las 4.00 de la mañana hacían ese ejercicio de voluntarismo y obsesión. Además el hombre pronunciaba de tal manera que lo que se escuchaba era "¡a las áreas!" ... algo que tampoco importaba demasiado, pues una de las cosas que aprendías enseguida en el servicio militar era que no había ni que pedir explicaciones, ni preguntar el porqué ni buscar razones a nada.

El brigada "pollo" era una buena persona, un hombre recto, cumplidor e incapaz de la menor arbitrariedad; sabías que no iba a ejercitar la puntillosidad de otros, que eran felices encontrándote el pelo demasiado largo o los zapatos con un par de motas de polvo para fastidiarte el fin de semana o mandarte a limpiar retretes; él intentaba ser justo y equitativo, pero andaba tan asfixiado por la vida que podía convertirse en un incordio. En cualquier caso, y treinta años después, sólo puedo decirle ¡que Dios le bendiga!.


27 de mayo de 2011

La voracidad del tiburón

El tiburón es un animal temible, un rival implacable; seguro que quienes ya peinamos canas conservamos el recuerdo del gigantesco escualo que devora en dos bocados a Robert Shaw en la célebre película titulada precisamente "Tiburón". Y es que este pez enorme, de aletas bien características e indicativas, siempre se nos ha presentado como un bicho agresivo, ansioso de carne fresca, insaciable y con instinto criminal. Todos sabemos que para feroz, el león, pero el rey de la selva muestra una apariencia mucho más serena, está claro que se sabe poderoso, pero solamente ataca cuando necesita comer y al menos en la literatura nunca ha sido mostrado con los caracteres crueles y sanguinarios de los tiburones. Y así como los leopardos son ágiles, los guepardos rápidos, los tigres voraces y las águilas poderosas, el tiburón aparece como un animal implacable, insaciable y despiadado. Claro que el nombre de tiburón también nos recuerda el viejo Citroen francés, toda una institución si de coches hablamos y que muchos niños de mi generación conocemos perfectamente por el famoso "Tiburón Citroén Payá", un coche teledirigido que hizo furor en su momento, aunque lo de teledirigido vale asumiendo que entre el mando y el vehículo corría un cordón de ciertas dimensiones.

Pero entre los humanos también hay "tiburones", una figura que se ha hecho famosa en el mundo de las finanzas y los negocios; tengo escasa -por no decir nula- experiencia en este mundo tan complicado de los euros, pero no me cuesta imaginarme el talante de algunas personas cuya vida tiene el norte único de ganar cada vez más, llegar cada vez más alto y ostentar cada vez más poder, y lo más triste es que para alcanzar estas metas se entrenan diariamente pisando cada vez a más gente, sometiendo cada vez a más individuos y humillando con intensidad creciente a todo el que se cruza en su camino. Define el diccionario a este tipo de "especímenes" como "persona muy ambiciosa que busca obtener éxito y ganar dinero por encima de todo lo demás", una descripción sencilla pero elocuente. Hay quien entiende la vida como una aspiración de éxito continuo, tienen la necesidad de ser poderosos, entendiendo el poder en sus peores manifestaciones, como posibilidad de someter, arrasar y dominar vidas y haciendas.

Pero un tiburón no solamente se va haciendo a sí mismo, sino que muchas veces los hemos creado, o cuando menos impulsado a base de fomentar una sociedad competitiva, deshumanizada y con aspiraciones limitadas a lo que patina a ras del suelo. En tiempos de bonanza el tiburón puede aparecer como un arcángel que sobrevuela por los paraísos de la gloria monetaria ante la envidia de los más ingenuos o superficiales, miran por encima, aspiran a más cada día que pasa y hacen ostentación de su ambición y de sus estúpidas vanidades; cuando llega la crisis -en esas estamos- el tiburón se esconde más, pero no por ello pierde la voracidad y allí sus aletas de escualo de los abismos las utiliza con trampas, abusos y vilezas, como usureros aprovechados novelados por Charles Dickens o Víctor Hugo.

En este mundo abisal de tiburones y especies próximas uno se encuentra de todo: auténticos depredadores, ejecutivos de guante blanco y finas maneras que son tan capaces de pasarte por encima como los otros, aprendices de tiburón tan peligrosos como aquéllos, pues a la inexperiencia añaden la audacia de la juventud, vulgares imitadores que añaden a la amoralidad la torpeza, circunstancia que les puede llevar a no obtener las ganancias que esperan, pero con igual capacidad de hacer daño. Todos ellos, en cualquier caso, individuos aguerridos y aburridos, amorales, egocéntricos, insoportables y fundamentalmente peligrosos. Dios nos libre de que se crucen en nuestro camino.


26 de mayo de 2011

Un caso histórico y un espectador privilegiado

Recuerdo que el secuestro y posterior asesinato por parte de las Brigadas Rojas del dirigente democristiano italiano Aldo Moro fue uno de los sucesos más impactantes de los años 70; si no recuerdo mal el secuestro se produjo la semana anterior a Semana Santa, yo me encontraba recien salido de mi primer examen de Derecho Administrativo y estaba dando un garbeo por zonas céntricas de Barcelona -Plaza Francesc Maciá, Diagonal, Muntaner, ...-. Sin estar enterado en exceso de las problemáticas de la política italiana, tenía muy claro que el transalpino era un país complicado en el que había continuos cambios de gobierno, y el nombre de Aldo Moro representaba, como Giulio Andreotti, Amitore Fanfani, Mariano Rumor o Emilio Colombo, uno de los principales activos de la Democracia Cristiana italiana, el partido que dominaba la política de ese país desde el fin de la 2ª Guerra Mundial; el secuestro de quien era entonces presidente de la DC fue la noticia central de mucho tiempo, un drama que se fue acentuando conforme se iban conociendo las pretensiones de las Brigadas Rojas, se fueron publicando las sorprendentes cartas del político desde su destierro involuntario y, en especial, cuando se produjo el fatal desenlace y Moro fue abandonado muerto en el centro de Roma dentro del maletero de un vehículo.

Pero las noticias que te impresionan, como antes lo habían hecho las muertes violentas de Robert Kénnedy y Martin Luther King, las de Indira Gandhi y el Rey Feisal de Arabia o la llegada del hombre a la Luna, acaban con el tiempo durmiéndose y siendo aparcadas en las nubes que se forman en la memoria del pasado. Por eso me llamó la atención el libro que Tusquets publicó el año pasado sobre el caso: el drama de Moro quedaba vivo en mi memoria y el autor del mismo era Leonardo Sciascia, un primer espada de la literatura contemporánea del país de la bota. Sciascia fue, además, un hombre comprometido políticamente, primero como miembro del partido Comunista y posteriormente como diputado al Congreso en las filas del partido Radical; precisamente durante su actuación como parlamentario Sciascia tuvo ocasión de participar en la Comisión de Investigación del Caso Moro, lo que le otorga unos conocimientos y una credibilidad notorias. Leonardo Sciascia es incisivo, inteligente y elocuente, algo que convierte su libro, breve como suelen ser los suyos, en un documento francamente interesante.

Del libro destacaría tres cuestiones; en primer lugar se trata de una disección francamente buena de la personalidad de Aldo Moro y de la idiosincrasia de las Brigadas Rojas; evidentemente se trata de la visión de alguien tan peculiar como Sciascia, pero uno acaba haciéndose perfectamente a la idea de como era Moro, lo que representa para Italia y para la DC y de como funcionaba un grupo terrorista de tanta relevancia como el citado. En segundo lugar el autor siciliano plantea magistralmente el debate moral surgido ante la necesidad de decidir por parte del gobierno italiano si accedía a las pretensiones de los secuestradores de canjear a Moro por varios encausados o se mantenía firme en su negativa a tal pretensión, lo que significaba sacrificar la vida del presidente; aquí el libro adquiere unos tintes humanos y dramáticos relevantes. Finalmente nos da una idea muy precisa de la Italia de la época, de como eran los políticos y los ciudadanos de entonces y de cual era la radiografía del momento político de los años 70. Un libro para leer despacio y una guía para seguir profundizando en un suceso que marcó un tiempo y un lugar.

















"El caso Moro"
Leonardo Sciascia
Tusquets. Barcelona (2010)
192 páginas


En marzo de 1978, las Brigadas Rojas secuestraron al político democristiano Aldo Moro y, en mayo de ese mismo año, lo asesinaron, conmocionando a toda Italia. Leonardo Sciascia, por entonces diputado del Partido Radical, participó en la comisión parlamentaria que investigó los hechos, y, en agosto de 1978, «en caliente», escribió El caso Moro. Mientras que políticos y periodistas afirmaban, cobardemente, que las cartas escritas por Moro desde el cautiverio eran obra de un loco o fruto de la coacción, Sciascia las interpretó con rigor y perspicacia. A partir de unas palabras de su amigo Pasolini, para quien Moro era el «menos implicado» de los políticos italianos, Sciascia aborda la lectura de las cartas tomando como guía el relato borgiano Pierre Menard, autor del «Quijote», y, a imitación de Auguste Dupin, el investigador creado por Poe, trata de identificarse con los protagonistas: Moro y las Brigadas. Al hilo de las cartas, reconstruye una trama de pensamientos y hechos que es, hasta el momento, lo que mejor permite comprender ese terrible episodio de la historia italiana.


25 de mayo de 2011

El adios de "lo pelat"

En el partido que enfrentó al Español y al Sevilla en la última jornada de la pasada Liga se despidió del fútbol Iván de la Peña, uno de los jugadores con más clase que han pisado los campos de fútbol en los últimos 15 años. La irrupción del cántabro en el fútbol español fue un auténtico fenómeno en su día, pues cuando aún era infantil y jugaba en su tierra ya se hablaban maravillas de él y se le calificaba como un auténtico mago del balón, tanto que el F.C. Barcelona se lo llevó a La Masía y lo convirtió en la gran esperanza de la casa. De la Peña iba siempre con la cabeza rapada, por eso los culés, tan aficionados a simbolismos y romanticismos, le acabaron llamando "lo pelat". El hombre era capaz de realizar todo tipo de malabarismos con el balón, tenía un dominio de la pelota espectacular, funcionaba en el campo como un veterano desde su más tierna infancia y poseía una visión de juego impresionante. Corría el verano de 1995 y en el eterno rival se hablaban maravillas de Raul González, un ariete jovencísmo al que Valdano había hecho debutar en primera división con 17 años la temporada anterior; Johan Cruyff, que ya tenía en la plantilla canteranos excelentes como Pep Guardiola, Oscar García Junyent el "Chapi" Ferrer y Sergi Barjuan, había decidido subir al primer equipo a seis jóvenes que eran considerados una generación de oro: Quique Álvarez, Roger, Toni Velamazán, Albert Celades, Moreno y, como cabeza de todos ellos, Iván de la Peña. Nadie dudaba que el cántabro iba a marcar una época en el Camp Nou.

Pero a la hora de la verdad las cosas sucedieron de manera bien distinta y "lo pelat" nunca llegó a triunfar plenamente en "Can Barça"; se pueden aportar un buen número de argumentos para justificar la situación: se dice que trabajaba poco, que físicamente era poca cosa, que era muy blandito, anárquico y tendente a las lesiones, que no defendía, que era individualista, ... pero yo soy de la opinión de que la causa principal hay que encontrarla en los entrenadores: de la Peña necesita que le comprendan y no todos lo hacen. Johan Cruyff, que le entrenó en su primer año como blaugrana, es un personaje especial y no puedo evitar intuir que el holandés exigió al cántabro demasiado desde el principio,a demás de que daba la impresión de que le quemaba en exceso la fama del joven jugador, tanto que se dedicó a ponerle palitos en las ruedas; sino no se explica que el mister del "Dream team" fuera mucho más generoso en oportunidades con jugadores como Sánchez Jara, Busquets padre o su propio hijo Jordi. Tras Cruyff vino Bobby Robson, con quien de la Peña estuvo más agusto, pero al inglés le sucedió Louis Van Gaal, un sargento de hierro a quien no le solían gustar las virguerías. Tengo la sensación de que a de la Peña le pusieron demasiados obstáculos para que llegara a ser, como prometía, un jugador que marcara una época en su club.

Tras tres temporadas en Barcelona, el cántabro inició un periplo por el extranjero -Olimpique de Marsella y Lazio- que fue muy poco exitoso; no se que les pasa a algunos jugadores españoles de primera fila, pero pierden la fuerza cuando salen de nuestras fronteras, es el caso de Martín Vázquez en el Torino y a Mendieta en la Lazio. El jugador regresó en la temporada 2000-2001, pero tampoco tuvo éxito. Y fue en el equipo vecino, el R.C.D. Español, a donde llegó el año 2002 donde Iván de la Peña se encontró a si mismo, gozó de libertad para realizar el juego que le gusta y deleitó por fin a los espectadores con una forma de jugar reservada para los elegidos. Con los periquitos ha estado nueve temporadas, ganando con ellos la Copa del rey en una final de triste recuerdo para los zaragocistas en 2006 y convirtiéndose en el cerebro del equipo blanquiazul. Con la camiseta del Español vimos a ese de la Peña imperial, jugando con la cabeza alta, dotando de serenidad y seguridad al equipo, lanzando unos disparos tan sorprendentes como envenenados y dando unas asistencias imprevisibles y geniales. En Montjuich de la Peña paseaba su elegancia por el campo, rápido, intuitivo, creador, ... y demostraba que por mucho fútbol físico que se imponga, por mucha querencia de los entrenadores a los centrocampistas de casi dos metros, por mucho juego de choque que se exija en la actualidad, los jugadores tocados por la mano de Dios siempre tienen sitio.


24 de mayo de 2011

A propósito de las protestas



Hasta que los resultados de las elecciones municipales y autonómicas han llenado las páginas de los periódicos y los boletines y tertulias de radio y televisión, las acampadas de los autollamados "indignados" han sido protagonistasde noticias españolas y extranjeras. He de reconocer que al principio pensé que se trataba de cuatro ácratas -confesaré que por muy lejos que me encuentre ideológicamente de ellos siempre he tenido cierta simpatía y respeto por los anarquistas, en cuanto veo en ellos cierta coherencia y honestidad-, pero me parece que el personal es mucho más plural, y que hay quienes realmente están ahí por encima de siglas y banderas. Por otra parte, entiendo el hartazgo de muchos ciudadanos: cinco millones de parados y familias enteras en situación precaria deben llevar al respeto, la comprensión y la solidaridad con respecto a estas movidas. Eso sí, me preocupa que pueda dar la impresión de que se critica el bipartidismo con la alternativa del partido único y que se ataque a los que mandan pretendiendo estatalizar más la cosa y no me gusta el estilo de algunos famosos que se han apuntado al carro.

Pero en mi mente, a raíz de este movimiento esencialmente crítico hacia la clase política, se han removido unas cuantas ideas; aunque de de entrada no me parezca bien generalizar, habiendo conocido a políticos, no lejanos a mí geográficamente, que me parecen serios, responsables y coherentes. Pero creo que la clase política española ha caído, por ejemplo, en la tentación de profesionalizarse, en el sentido menos positivo de la palabra. Cuando llegan al poder es frecuente observar que éste se reparta como si fuera un pastel de cumpleaños y se cree una especie de casta dominante cerrada y exclusiva, donde solamente caben los de la "onda", y no toda ella. Es decir, se ha profesionalizado el vivir de la política, pero no el trabajo que ella genera, de manera que muchas veces da la impresión de que los intereses personales y políticos se han puesto por encima del esfuerzo por hacer una buena gestión. Cada ministerio, consejería, concejalía, oficina, ... parece un coto cerrado en el que se reparte poder y se deja en segundo lugar el servicio público. Y esto creo que ha ocurrido en muchos ámbitos, en demasiados; es como si el país, la comunidad autónoma, el municipio fueran suyos cuando son meros servidores de éstos.

Hace un par de días alguien me comentaba que en este país se ha asfixiado a la sociedad civil; existe una politización de todo lo que se mueve. Ya no solamente tienen naturaleza política los principales cargos públicos, que sería lo lógico, sino que parece hacerse necesario dar también un baño político a las asociaciones de vecinos, las de empresarios, los sindicatos, las cámaras de comercio, ... hasta las APAS de los colegios. Me viene a la cabeza la famosa frase de que "el que se mueve no sale en la foto", hay una especie de círculo vicioso que supone que si no comulgas políticamente con el poder no tienes nada que hacer en campo alguno, a la vez que quienes ostentan aquél andan obsesionados por controlar todo lo que funciona por ahí. Esta situación se veía clara y meridianamente en la Cataluña que rigió durante 20 años Jordi Pujol: todo movimiento social, económico, cultural, estaba impregnado de un mismo color, era como si existiese la necesidad de vincular toda actividad a un mismo objetivo y en una misma dirección. Y así, la sociedad se encorseta, porque se llega a trascendentalizar tanto la ideología que esta acaba inundando todos los recovecos: los partidos políticos se convierten en lobbies.

Llevamos ya mucho tiempo navegando en una gravísima crisis económica; la gente lo está pasando mal: quien no está en el paro tiene algún familiar sin trabajar, o le han bajado el sueldo, o su trabajo es precario o la empresa se le ha ido a pique, o lleva camino ... son tiempos de sobriedad, y en esto hemos de dar ejemplo todos, también los que seguimos trabajando. Y me parece que los políticos no han sido delicados en este tema; hace un tiempo surgió la polémica de los viajes en clase preferente de los eurodiputados, se usan abusivamente los bienes públicos y durante quince días los ciudadanos hemos observado una campaña electoral en la que se gasta tal vez bastante más de lo prudente; con demasiada frecuencia se ven obras faraónicas, fastos excesivos, subvenciones sorprendentes. Es lógico que surja la indignación; cada cual tiene su "status", por supuesto, pero cuando medio país las está pasando canutas se ha de hilar muy fino en según que cosas.

No se en que va a acabar ésto, no conozco la "movida" extensamente ni soy capaz de calibrar de donde vienen y a donde van, pero espero que quienes tienen responsabilidades políticas tomen nota del malestar de la gente, que no son pocos, me consta.





23 de mayo de 2011

Se acabó la Liga



Recuerdo que uno de los primeros post que hice hablaba del descenso del Real Zaragoza a 2ª División, he de confesar que si el pasado sábado se hubiera consumado una nueva debacle no hubiera tenido ni humor ni ganas para elaborar un post similar. Como esta vez ha habido final feliz me siento con ánimos de hacer mi modesto balance de la Liga, una Liga que ha vuelto a ganar el Barça y que ha tenido como colofón el inesperado descenso de un histórico, el Deportivo de La Coruña que vuelve al pozo tras veinte años en primera.

Aunque el Real Madrid ha sacado una porrada de puntos, ha marcado 102 goles y ha terminado la Liga metiéndolos de docena en docena, pienso que la Liga solamente ha tenido un color, el blaugrana. Los de Mourinho han fallado a la hora de la verdad, y si han solventado habitualmente sus partidos contra el resto de rivales, cuando les ha tocado jugar con los del Camp Nou no han estado a la altura. El Barça pareció empezar dormido, pero ha vuelto a dominar del todo el campeonato: Xavi, Villa, Iniesta y compañía no han sentido la resaca del Mundial y aunque este año no haya habido grandes apariciones como lo fueron en su día Pedro o Busquets, el Barcelona B está en las alturas de la 2ª División, lo que garantiza el futuro. Messi ha seguido siendo, sencillamente, el mejor. Mourinho no ha conseguido cambiar la orientación de los últimos años: Cristiano -¡41 goles!- ha sido la estrella y jugadores como Marcelo e Higuaín, hasta su lesión, han demostrado que son de primera fila, pero no ha sido suficiente. Carvalho ha cumplido muy bien en el centro de la defensa, aunque es un jugador con fecha de caducidad y se le nota falto de velocidad, mientras Ozil es una joya a cuidar cara al futuro. El efecto Mourinho no ha terminado de dar resultado, tal vez porque el luso es demasiado agresivo en sus formas, aunque sigo pensando que ni éste es tan malo ni Pep Guardiola tan "bon noi" como nos quiere hacer ver.

Valencia y Villarreal acompañarán a los "intratables" en la Liga de Campeones: un buen Valencia, sin grandes figuras pero con regularidad y un portero, Guaita, que dará que hablar y un "submarino amarillo" que jugó muy bien a ratos y que tiene un ataque brillante y goleador -Nilmar, Rossi, ...-. A Europa van también un Athletic que crece cada año con Caparrós, un Sevilla que enseña cierta decadencia -aunque muchos envidiamos una decadencia que termina la la European league- y un Atlético de Madrid que parecía apuntar muy alto pero al final ha vuelto a la irregularidad de siempre, con un "Kun" Agüero en la cúspide y un Diego Forlán de bajada. El Español hizo un primera vuelta sensacional y una segunda horrible, aunque los periquitos me parecen un ejemplo de lo que debe hacer un club de sus dimensiones: política de cantera y fichajes asumibles.

El resto de equipos han vivido en el alambre hasta el final: un Mallorca que parecía llevar una Liga tranquila y que ha terminado salvándose de milagro, y es que no se si Michael Laudrup es un entrenador que fomenta un fútbol tan sólido como estilista; Osasuna ha estado siempre en el filo de la navaja y Mendilibar, de criterios mucho más toscos que los del danés, ha terminado salvándole con un rush final espectacular; el Sporting ha estado casi siempre en su sitio y Preciado demostrando que es un míster enorme; el Racing ha confíado al final en Marcelino, quien lo ha sacado adelante con menos apuros de los previstos, mientras el Getafe era la decepción del año, sin que Michel -no me da confianza entrenando este chico- haya sacado jugo a una plantilla no ausente de calidad, la Real comenzó sorprendiendo para acabar casi ahogada, el Málaga tuvo que cambiar de rumbo a medio año, pues los petrodolares no parecían saber mucho de fútbol: al final Baptista, de Michelis y alguno más acabaron con el equipo lanzado y Levante ha tenido el enorme mérito de salvarse antes de tiempo con un equipo muy barato y una economía de ruina. El Almería terminó sus años en la gloria, algo que tenía que pasar con tan poca pasión en las gradas, aunque el equipo no juega tan mal como da a entender el farolillo rojo, el Hércules sucumbió a los delirios de grandeza y a un fútbol ramplón y el Depor acabó donde llevaba años arriesgándose a terminar, tras haber pasado los días de vino y rosas, aunque es un "clásico" y tiene que regresar "a la primera".

El Real Zaragoza ha vuelto a vivir una temporada convulsa, algo a lo que ya estamos acostumbrados los seguidores del equipo blanquillo; la plantilla se volvió a planificar mal: no había hombres gol, faltaba calidad individual y el equipo era plano, blandito y previsible. Gay y Nayim no consiguieron sacar adelante la nave y Agapito Iglesias, cuando llevábamos una victoria en 11 partidos, tomó una de las pocas decisiones acertadas que le recuerdo: contratar a Javier Aguirre; el mexicano llegó y, aunque le costó enderezar al equipo, consiguió aumentar la autoestima de los jugadores, dar solidez al conjunto, compromiso a sus componentes y convertir un conjunto a la deriva en un rival difícil y correoso. Poco a poco llegaron los resultados y, aún con frecuentes sinsabores y pinchazos en los momentos más inoportunos, ha conseguido hacer una 2ª vuelta notable que ha salvado al equipo con 45 puntos, algo que hace pocos meses nos parecía imposible. Junto al del "Vasco" el éxito del equipo tiene otros nombres propios: Gabi Fernández, el capitán que se ha echado el equipo a la espalda y ha acabado siendo el máximo goleador del mismo y Leo Ponzio, un pulmón que ha hecho kilómetros, ha cortado balones e incluso marcó un gol decisivo frente al Español. Jarosik comenzó fatal, mejoró muchísimo y terminó fallando demasiado, Contini solamente fue el del año pasado en contadas ocasiones, Doblas ha estado mejor que Leo Franco, aunque en los dramáticos partidos frente a Osasuna y Real Sociedad tuvo fallos tremendos, meintras que Lafita, tras sufrir un calvario con las lesiones, ha terminado a plenitud. Ander Herrera se va al Athletic sin acabar de explotar, aunque apunta maneras de genio y en cuanto a los fichajes, unos cuantos fiascos fiasco: Marco Pérez, Sinama, Pinter ... no han aportado nada; me han gustado Bertolo -demasiado alocado- y Boutahar -excesivamente flojo de fuerzas- y Lanzaro y Da Silva me parecen defensas aprovechables.

Pero la alegría de la permanencia no nos puede impedir darnos cuenta de que ésto no puede seguir así; hay que dar un golpe de timón, renovar la plantilla, con canteranos e imaginación, porque se acabaron los tiempos de delirios de grandeza, y buscar a personas que sepan de fútbol y quieran al Zaragoza.


22 de mayo de 2011

Oliver



Es posible que sea "Oliver" la película que con más ilusión fui a ver en mis años mozos y también con la que salí más satisfecho. EL film, dirigido por Carol Reed y premiado con cinco Oscars -entre ellos a la mejor película y al mejor director- reunía todos los requisitos para convertirse en una joya del cine: estaba basado en una de las más importantes novelas de Charles Dickens, que ya es decir, se trataba de un musical trabajado hasta el detalle y se había logrado una ambientación del Londres victoriano sencillamente formidable. Por encima de un argumento que no por sabido dejaba de impresionar y poner el corazón en un puño, era llamativo ver la caracterización de los personajes, la brillantez y el detallismo de las escenas musicales y lo bien hechos que estaban unos decorados que nos mostraban el Londres más lujoso, el más típico y popular y el más sórdido: impagable el recorrido de Oliver con el gran truhan por el mercado londinense y las escenas en torno al tugurio donde Fagin concentraba a su troupe de pequeños ladrones, muy en especial las del final del film cuando la zona se hunde en una especie de ciénaga urbana. Además pienso que Carol Reed tuvo un acierto muy especial en conseguir reflejar en la película ese especial toque "Dickensiano", porque calva con maestría todo lo de costumbrismo, crítica social, defensa de los débiles y ambiente de misterio que solamente sabe crear el escritor británico.

El libro de Dickens, como todos los suyos, contiene una larga nómina de personajes de una riqueza llamativa y uno de los grandes aciertos de Reed pienso que fue recrear magistralmente tales personajes en el film; para mí destacan sobremanera dos: el avaro judío y maestro de ladrones Fagin, encarnado por Ron Moody, un actor inglés que borda un papel que en el cine aparece mucho más suavemente diseñado y con un final menos terrible que en el libro y y el gran truhan, el joven amigo de Oliver que le lleva por mal camino a su llegada en plan polizón a Londres, cuyo papel correspondió al también británico Jack Wild, enésimo caso de niño prodigio que digiere mal la fama que acabó falleciendo a los 53 años víctima de un cáncer de garganta y totalmente alcoholizado; ambos fueron nominados para el oscar al mejor actor, principal el primero y de reparto el segundo. El papel protagonista le correspondió a otro chaval, Mark Lester, mucho más tierno y dulce que Wild y que representa dignamente el papel de huérfano desolado que le corresponde. Hay otros tres personajes que considero genialmente representados: el matrimonio Bumble, cruel y fidedigna representación de la ruindad, la codicia y la mendacidad más absoluta -Harry Secombe y Peggy Mount- y Noah Claypole el gañán que trabaja en la funeraria donde colocan a Oliver al expulsarle del hospicio, que interpreta un tal Kenneth Cranham -suena el nombre, pero debe de ser otro. la cabeza de cartel la completan Shani Wallis, que representa a NAncy, la muchacha bondadosa y heróica que salva la vida de Oliver Twist a costa de la suya propia y un viejo león del cine británico, Oliver Reed, a quien dediqué un post exclusivo el año pasado y a quien le toca el papel de villano principal, Bill Sikes, el discípulo aventajado de Fagin que no hace un gesto suave en toda la película y que aparece siempre acompañado de su siniestro perro "ojobuey".

Pero no se puede hablar de Oliver sin referirse a las distintas escenas musicales del film, se puede ver una y otra vez la película sin dejar de disfrutar de unas representaciones formidables; desde la primera, "Food, glorious food" en la que los hospicianos suspiran por comer algo más que gachas hasta la última en la que Fagin y el Truhan tienen que plantearse recomenzar su vida en otros "tugurios", "Rewiewing the situation" en medio está la escena de Mr. Bumble llevando de la oreja a Oliver por tener la osadía de pedir más comida o la dulzísima "Where is love", en la que el niño pregunta donde se encuentra el amor mientras pasa la noche encerrado en un sótano. Magníficas tambien dos escenas de calle, la que interpretan Oliver y el truhan tras conocerse y mientras recorren el mercado londinense, con unas danzas estraordinarias de vendedores, lavanderas, pescateros, ... y el "¿Who would buy?" que canta Oliver al abrir la ventana de la casa donde ha sido acogido por el caballero a quien sus amigos habían quitado la cartera, mientras pasean por la plaza vendedores y vendedoras de leche, flores, ... Nancy tiene dos temas deliciosos que interpreta en la cantina donde trabaja de camarera: una canción triste y romanticona, "This reason of life is to love" y el célebre "Oom-pah-pah" de un dinamismo notable. No podemos olvidar tampoco el "I do anything", una canción alegre y entusiasta que se canta la primera mañana que amanece Oliver en casa de Fagin y el desternillante "Pick a pocket or two". Me hubiera encantado encontrar en youtube todas las referidas, pero solamente hallé unas pocas.

Hay versiones anteriores y posteriores de la grandísima novela de Dickens, y aunque no son ni mucho menos malas -Roman Polanski realizó no hace mucho una excelente- la de Carol Reed permanecerá siempre entre las películas que no pasan de moda.



21 de mayo de 2011

Indridason sigue en vanguardia


He hablado tantas veces aquí de la novela de intriga escandinava que casi me da vergüenza insistir en elucubraciones en torno a la misma. Pero flaco favor haría a mis amigos blogeros si les dejara sin noticias de uno de los autores desde mi punto de vista más completos de entre los nórdicos. Me estoy refiriendo a Arnaldur Indridason, un escritor islandés del que ya he hablado en otras ocasiones con motivo de sus dos primeros libros publicados en España ("Las marismas" y "La mujer de verde") y que hasta ahora -¡y ya van cuatro!- nunca me ha decepcionado. Desde que Hening Mankell inició la moda escandinava en nuestro país con su insigne Kurt Wallander, ha sido recurso habitual de los editores alegar que cada nuevo autor de esas tierras era el sucesor de Mankell: un recurso publicitario que puede llevar a confusión y que pienso sí puede ser cierto en el caso que nos ocupa. Yo no tengo ninguna duda de que Indridason, y su Erlendur Sveinsson, es lo mejor que ha salido en el género desde el padre de Wallander; no incluyo en estas valoraciones a Stieg Larsson, en cuanto su ya mítica trilogía "Millenium" la considero de una naturaleza distinta al resto.

Yo hablaría de las novelas de esta autor islandés refiriéndome a tres cualidades concretas: en primer lugar sabe desarrollar formidablemente la intriga, haciéndola en diversas direcciones y manteniendo la atención y el interés a lo largo de todo el relato; por otra parte, Indridason crea un personaje sólido: Erlendur Sveinsson es un perdedor, y a la vez un policía íntegro y perfecto conocedor de su oficio, tiene una vida dura e interesante, pues esconde una tragedia infantil, a la vez que abandonó a su familia siendo sus hijos pequeños y su hija Eva está metida en el mundo de la droga, todo ello supone que la intriga va acompañada de los propios aconteceres personales del protagonista. Finalmente, Indridason aprovecha para traer a colación problemas sociales bien reales, y así se habla de la violencia de género, el maltrato infantil, los traumas de los niños, el mundo de las drogas, la emigración, ...

"La voz"
Arnaldur Indridason
RBA. Barcelona (2010)
332 páginas

Resumen: Gulli, el viejo portero de uno de los más conocidos hoteles de Reykjavik, aparece desnudo y acuchillado hasta morir en su miserable habitación en el sótano. Pero Gulli es mucho más que un simple portero que se disfrazaba de Papa Noel todas las navidades, es un completo misterio. Veinte años en el hotel y nadie le conoce realmente. Erlendur Sveinsson decide alojarse en el mismo hotel en busca de la asesina, que, también de eso cree estar convencido, aún debe permanecer muy cerca, pese a que las vacaciones de Navidad están ya encima y el hotel completo. Mientras que al director tan sólo le importa que el asesinato permanezca oculto y su reputación intacta. Erlendur, sin embargo, recibe la visita de su hija, que de nuevo se adentra entre las brumas de la droga y el alcohol, dejando al inspector al borde de la desesperación y la impotencia.

"La voz" es una novela magnífica, a la altura de la anterior de este autor, "La mujer de verde", que ya había puesto el listón altísimo. La intriga está perfectamente llevada, marcando los tiempos y destapando poco a poco las distintas pistas que conducen al descubrimiento de autor, móvil y modos de actuar. Además, la novela no solamente nos muestra una víctima, sino que junto a la investigación de su muerte se nos abre la historia personal de la persona asesinada, de manera que la averiguación de cómo se produjo el crimen adquiere virtualidad con la explicación de los antecedentes personales y familiares de quien lo ha sufrido.

El libro contiene además dos argumentos paralelos al principal, el derivado de la propia idiosincrasia del protagonista, Erneldur Sveinsson, con sus traumas infantiles que aún perduran y sus dramas familiares personales, centrados especialmente en la adicción a las drogas de su hija, Eva Lindt. Por otra parte está la investigación que una compañera profesional de Erlendur, Elinborg, realiza en torno al maltrato sufrido por un niño pequeño del que se inculpa a su padre, trama absolutamente ajena a la principal pero que Indridason conecta muy bien, pues en definitiva tanto ésta como aquélla y la propia vivencia de Erlendur tienen un único hilo conductor: el drama del sufrimiento infantil, de los traumas sufridos en los primeros años de vida.

Arnaldur Indridason consigue aquí que el lector no pierda en ningún momento la atención, reuniendo la novela todos los ingredientes que exige una intriga bien llevada. A la vez, el escritor islandés no claudica en su análisis crítico de la sociedad, a la que ciertamente ve con un significado pesimismo, aunque al final quede abierta una puerta a la esperanza.

"El hombre del lago"
Arnaldur Indridason
RBA. Barcelona (2010)
349 páginas

Resumen:
El nivel del lago Kleifarvatn ha ido bajando lentamente después de un terremoto. Al parecer, unas fisuras en el fondo están propiciando el drenaje de las aguas. Una ingeniera hidráulica está estudiando el curioso fenómeno cuando descubre un esqueleto con un agujero en el cráneo y un viejo aparato de radio, con inscripciones en ruso, usado a modo de lastre. Todo apunta a un asesinato cometido hace años. El inspector Erlendur Sveinsson se ocupa de la investigación. Los archivos de personas desaparecidas no le proporcionan datos muy fiables, aunque el caso de un grupo de brillantes estudiantes islandeses que partió, treinta años atrás, a la Alemania del Este controlada por la Stasi, a estudiar en la Universidad de Leipzig y formarse en la ideología comunista, va relacionándose con el caso. Erlendur tiene que volver a abrir expedientes cerrados y heridas mal cicatrizadas, hurgando en el pasado —la compleja situación política de Islandia durante la Guerra Fría— y el presente de las personas involucradas en los hechos.


En "El hombre del lago" Indridason recurre, como ya lo hiciera en "La mujer de verde" a desempolvar una vieja historia; para ello, también como en su segundo libro, parte del hallazgo de unos vetustos restos humanos que sacan a la luz unos sucesos de hace alrededor de cuarenta años. Así, y a diferencia de lo que ocurría en "La voz" el autor islandés se centra más en historias antiguas que en los acontecimientos de la actualidad.

La vida privada de Erlendur Sveinsson sigue presente en este libro, aunque tal vez con menos intensidad, a pesar de lo cual sigue apareciendo su hija Eva Lindt, internada ahora en un centro de desintoxicación tras haber agredido a un policía a la vez que aparece su otro hijo, Isri, también metido en ambientes convulsos, así como una relación amorosa con una forense, Walgerdur, a quien había conocido precisamente durante la investigación del crimen que centra el argumento de "La voz".

Como hace habitualmente, Indridason aprovecha para cultivar algo que hace a la perfección: contar historias dentro de la historia, aprovechando para entrar en disquisiciones sobre la época de la guerra fría y la sittuación de los países de más allá del telón de acero. Da la impresión, además, de que pretende mostrarnos a Islandia en una posición equidistante.

El autor va mostrándonos personajes y desarrollando habilmente la intriga, de manera que uno poco a poco se va haciendo a la idea de lo que ocurrió en el lago Kleifarvatn; en las novelas de Indridason no hay una sorpresa final que desmonta todo lo que uno ha podido elucubrar, sino que éste va quitando el velo a la intriga hasta que aparece la historia completa, lógica y argumentada.

No obstante, ésta ha sido posiblemente la novela más floja de las cuatro que he leído, algo que no quiere decir que no la recomiende. Espero que no se deba al cansancio de autor y personajes y que cuando sigan apareciendo las historias protagonizadas por Erlendur -he leído que hay diez- pueda seguir hablando bien de este islandés.


20 de mayo de 2011

La ocupación de la garza

Se ve que ahora me ha dado por las aves: el otro día hablando del marabú y ahora de la garza; y es que estoy leyendo "El sueño de África", primer volumen de la trilogía africana de Javier Reverté, un delicioso compendio de historia, lugares, paisajes, animales, costumbres, ... y en un momento determinado el autor pasa por un lago donde ve a unas garzas alimentándose de los parásitos instalados en el cuerpo de un hipopótamo ... enseguida pensé que la descripción podía dar lugar a una entrada. Ya tales paquidermos podrían dar mucho de sí, pues debe de ser canela fina verles correr y gritar a todo trapo arrastrando un volumen enorme y un cuerpo tan portentoso como cómico, pero es la idea del ave zancuda quitándole molestias a la bestia la que despertó mi imaginación. Hace muchos años que había oído y leído sobre las aves que alivian de parásitos y me parece que no es dedicación exclusiva de la garza, es más, creo recordar que hay algún pájaro mucho más específico al respecto, pero la idea ha surgido con este ave y partiendo de la misma la desarrollo.

Y es que la función de aliviar inconvenientes a hipopótamos, rinocerontes, elefantes, ... y bichos similares ofrece también su pequeña lección, porque echar una mano al prójimo ya, de entrada, es cosa buena y ejemplar. Yo no se si los paquidermos son "gente agradecida", pero deberían estarlo hacia quienes les liberan de bichos molestos, por mucho que tengan la piel dura y quienes se comen los parásitos lo hagan también en interés propio. No es una función desechable la de facilitar que la vida ajena sea más grata, o en cualquier caso, menos molesta.

Hay que agradecer el trabajo oscuro, silencioso e ingrato; cuando uno llega al despacho y se lo encuentra ordenado y limpio puede reaccionar de dos maneras, con la indiferencia de quien en definitiva considera que todo empleado está a sus pies y más le vale cumplir su obligación o con el agradecimiento de quien valora la misión y el esfuerzo ajeno y hasta es capaz de plantearse que a lo mejor hay trabajos que valen más que el suyo. Pienso que muchos tenemos incrustado en nuestra educación -los tiempos, los ambientes, ...- cierto "deje" clasista contra el que es necesario combatir; y es que hay trabajos, ocupaciones, mundillos, ... en los que resulta difícil superar los obstáculos de la jerarquía, el mando y la posición. Por eso uno puede contemplar admirado cómo las garzas, y algunas primas hermanas, conviven tranquilamente con hipopótamos y demás parentela sin preeminencias ni martingalas y complementando sus respectivas ocupaciones.

Las personas no dejamos de ser, en cierto modo, una serie de animales de distintas especies que estamos obligados a "soportarnos" mutuamente: blancos, negros, orientales, hombres, mujeres, progresistas, conservadores, ácratas, barbudos, calvos, alternativos, españoles, extranjeros, ... por eso mismo podría ser bueno que aprendiéramos de los animales a hacerlo con espíritu positivo, siendo capaces tanto de soportar a unos "pájaros" que se instalan encima de nosotros, como de facilitar una vida más cómoda con detalles tan nimios como gratificantes.


19 de mayo de 2011

Un gol que pasó a la historia



En los últimos tiempos nos hemos acostumbrado tanto al buen juego como a los títulos de nuestra selección nacional de fútbol, racha que todos esperamos que dure y se prolongue durante muchos años. Pero hasta que Casillas, Xavi, Iniesta y cía, al mando de Luis Aragonés, ganaron la final de la Eurocopa de 2008 a la selección teutona, la que algunos llaman "la roja" no se había comido más rosco que el título de Campeones de Europa de selecciones nacionales obtenido en Madrid en 1964, en pleno mandato del general Franco y con la selección soviética como rival en la Final, que no es poco morbo.

El gran artífice de dicho éxito fue el delantero centro del Real Zaragoza Marcelino Martínez Cao, un gallego que había llegado al equipo aragonés casi de rebote, pues los técnicos maños querían traer a un extremo del Lugo llamado Suco, pero al final les gustó más este ariete ni demasiado alto ni demasiado fuerte que era capaz de rematar de cabeza desde cualquier posición prácticamente todo lo que le llegaba. Marcelino formaba junto a Canario, Santos, Villa y Lapetra la delantera de los 5 magníficos, un ataque que dio muchas tardes de gloria al fútbol aragonés. El tanto de la victoria española llegó cuando el interior burgalés del F.C. Barcelona "Chus" Pereda centró desde la derecha y Marcelino cabeceó desde una esquina del área y casi al ras del suelo sin que el meta ruso Yaschine, llamado la "araña negra" y considerado el mejor del mundo en su puesto, fuera capaz de explicarse el resto de sus días por donde le había entrado el balón.

La selección española se había renovado casi en su totalidad y de los jugadores que habían acudido dos años antes al Mundial de Chile sólo quedaban en el equipo titular Feliciano Rivilla y Luis Suárez; nombres del caché de Gento, Eulogio Martínez, Di Estéfano, Collar o Garay no figuraban ya en la nómina que escogió Pepe Villalonga, un mister carismático que había conseguido las dos primeras Copas de Europa con el Real Madrid, para disputar el torneo. Iribar acababa de llegar a la selección y ya era el mejor portero de España, mientras que los laterales los cubrían los que habitualmente lo hacían en el Atlético de Madrid: el citado Rivilla por la derecha e Isacio Calleja, un personaje serio y culto que era procurador de los tribunales, por la izquierda. El central era el barcelonista Olivella, capitán del equipo y jugador sobrio y seguro. La zona de medios volantes estaba conformada por Fusté, otro blaugrana con buena técnica y disparo y Zoco, un navarro que jugaba en el Real Madrid todo voluntad y capacidad de sacrificio, el primero era mucho más ofensivo que el segundo. En la delantera los extremos fueron el gallego Amancio Amaro, también jugador merengue que era tremendamente hábil y tenía un regate diabólico y Carlos Lapetra, un innovador en su época, ya que no era un extremo zurdo clásico, sino que se retrasaba a medio campo para lanzar al equipo, todo ello con una técnica excepcional. Como interior derecha estaba Pereda, trabajador y con olfato de gol y por la izquierda Luis Suárez, otro gallego genial, que había sido comprado por el Inter de Milán al Barça y era posiblemente junto a Iribar la gran figura del equipo. El ariete queda dicho que era Marcelino. Un equipo joven que, jugando en casa eso sí, fue capaz de hacer la machada de ser campeón de Europa.

El triunfo de España supuso para el régimen instaurado entonces en España una especie de aldabonazo, no solamente porque el rival era la "odiada" Unión Soviética, sino porque suponía pasear el nombre de España entre las glorias del deporte continental. Marcelino se convirtió de la noche a la mañana en un auténtico héroe y a partir de entonces su nombre quedó asociado a ese célebre gol, aunque con la camiseta del Real Zaragoza siguió consiguiendo títulos y éxitos variados.

El resultado final fue de 2-1: se había adelantado España por medio de Pereda y habían empatado los rusos; el gol de Marcelino no solamente fue de una ejecución espectacular, sino que dio a España el triunfo y el título. Como anécdota hay que explicar que la jugada del gol no se grabó bien y hubo que recurrir a un truco, de manera que en la grabación que funcionó por España durante decenios quien hace el centro es Amancio, cuando en realidad el balón que remató Marcelino lo había enviado Chus Pereda. Por fin se pudo reconstruir adecuadamente la grabación y ya podemos ver la jugada tal cual fue.




18 de mayo de 2011

La cafetería "pija" de la Zaragoza de los 60



Yo juraría que nunca entré en "Las Vegas", pero su nombre, el aspecto de su entrada y sus veladores los tuve bien grabados durante esos años 60 y 70 en los que iba encontrándome con la vida en la Zaragoza de mi infancia y juventud. Imagino que quienes por tener algún año más que yo tuvieron ocasión de recorrer los distintos locales hosteleros de la capital maña nos podrían hablar de otros establecimientos capaces de hacerle la competencia, pero creo que como cafetería "Las Vegas" marcó toda una época en Zaragoza.

"Las Vegas" fue, posiblemente, uno de los centros de la Zaragoza más "pija" y snob de entonces; en la cafetería ubicada al principio del Paseo Independencia, justo al lado de la Plaza España, se podía ver a los cadetes que cruzaban el puente los fines de semana en busca de diversión y ligoteo, a las "alegres comadres" de la milla de oro que ponían boca abajo a los zaragozanos más "nombrados" relatando la última puesta de largo de "La Lonja", bodas, comuniones o bautizos o algún que otro cotilleo inconfesable, a las chicas casaderas de familia bien que no habían conseguido enganchar novio adecuado o, en correspondencia, algún estudiantillo de provincias que aspiraba al "braguetazo".

Eran tiempos de una Zaragoza provinciana, sin excesivas aspiraciones ni demasiados agobios de ningún tipo, en la que los aficionados al fútbol -¡ay que tiempos!- disfrutaban con los "5 magníficos", la gente hacía cola para ver el estreno de las últimas películas de Sofía Loren, Belmondo o Liz Taylor en el Palafox, el Fleta o el Coliseo Equitativa, sin olvidar las primeras experiencias de "Arte y ensayo" en el Elíseos. Una Zaragoza en blanco y negro, que de vez en cuando se estremecía con alguna tragedia local o se ponía nerviosa por el leve terremoto de aquel verano o la injustificada alarma de epidemia de cólera de aquel otro. Una Zaragoza de tranvías de trole y taxis Seat 1500, en la que había que cruzar el puente para acudir a la "Estación del Norte", las Fiestas del Pilar no tenían peñas y sí ferias, el Circo Atlas y Coslada, aún se veían "Isocarros" y afiladores, los cupones de la ONCE eran auténticos "cupones" y los guardias urbanos se cubrían la cabeza con un casco que parecía otra cosa.

Y en medio de ellos "Las Vegas" fue como el toque de glamour, la reserva del encanto, la elegancia y el buen estilo, el lugar donde abrirse a Europa, aunque puede que no mucho más allá de Biarritz. Pasados los años apareció "Imperia", allí al principio de Sagasta, muy cerca de la esquina que provoca expresiones a su paso. Dicen que en "Imperia" se hacían los mejores croissants de la ciudad y que robó unos cuantos clientes a aquélla, pero no dejó de ser la advenediza, la nueva rica, y no se si le hizo sombra. Lo único cierto es que ni una ni otra han pervivido, sólo su recuerdo y los que éste provoque en quienes fueron asiduos de sus instalaciones. Con los 70 las cafeterías "chic" crecieron como setas: "Formigal" en el Hotel Corona de Aragón, "Avenida" en Independencia, "Mary Land" en Capitán Portolés, "Gurrea" en el Pasaje "Ebrosa", "Italia" y el nuevo "Savoy" en el Coso, "Gora" en Francisco Vitoria, "Wendy" en San Ignacio de Loyola, ... casi todas ellas acabaron desapareciendo y nunca lucieron como lució "Las Vegas" en los días brillantes de Zaragoza.


17 de mayo de 2011

Todo un "papelón"

Dominique Strauss-Kahn, director del Fondo Monetario Internacional se encuentra en prisión acusado de intentar violar a una camarera; existe por supuesto la presunción de inocencia y hasta habrá quien se plantee que todo ha sido un montaje, pero no deja de ser significativo que la jueza Melissa Jackson se negara ayer a otorgarle la libertad bajo fianza argumentando que existe "riesgo de fuga" y que, según el fiscal, ya haya estado involucrado en conductas similares "al menos una vez", por otra parte se asegura que el individuo intentó huir del Hotel mientras que al parecer la descripción de los hechos por la víctima supondría una depravación notable. Al político francés, que aspiraba a suceder a Nicolas Sarkozy en la presidencia de Francia hay que tratarle como un ciudadano más, por supuesto, pero, desgraciadamente para él, su responsabilidad es aún mayor por el cargo relevante que ocupa, ya que si se confirma su conducta la misma repercute de forma nefasta en toda la credibilidad del sistema.

Andamos en tiempos de crisis, en épocas convulsas, pero pienso que estas cosas agravan la situación, porque a la ruina económica se añade la ruina moral y los ciudadanos de a pie terminamos sorprendidos, taciturnos y desolados al comprobar la catadura de quienes dirigen el cotarro, o al menos de algunos notables representantes de la élite. No es que tuviera excesivas dudas, pero tras conocer la noticia que protagoniza los titulares de los periódicos más importantes del mundo, confirmo mi convicción de que hemos entrado en barrena y que estamos siendo testigos de la decadencia de toda una civilización.

Cada día entiendo más consolidada la idea de que Occidente ha caído al abismo, y como decía antes ya no es una cuestión puramente de mayor o menor equilibrio financiero, sino de unos valores que están por los suelos. Es cierto que estas cosas siempre han pasado, que no hay más que profundizar en detalles de los libros de historia para comprender que no se ha inventado nada y que de miserias humanas todos podemos hablar, pero el que la máxima autoridad económica del mundo se dedique, presuntamente, a violar a camareras por varios sitios y, al parecer, no sea la primera vez, es tan revelador como deprimente.

Este fin de semana ha habido manifestaciones por toda España con el lema "Democracia real, ya¡"; según tengo entendido la iniciativa venía de organizaciones de extrema izquierda de ámbito más bien extraparlamentario, pero parece que ha habido ´más gente de la esperada. Quien me conoce sabe que no tengo demasiado de "alternativo", pero empiezo a comprender a esta gente.


16 de mayo de 2011

Dos negras más

Traigo hoy por aquí un par de novelas negras que leí hace ya un tiempo y que aún no había pasado por aquí, tal vez por eso de no acumular demasiados libros en poco tiempo y quizá también por considerar que individualmente les faltaba entidad para protagonizar una entrada exclusiva. Se trata de "Murió con los ojos abiertos", de Derek Raymond, considerado el padre de la novela negra británica y "El sonido de la noche", un trabajo del escritor y periodista español Xavier B. Fernández que está ambientado en Barcelona, ciudad que siempre ha tenido un espccial atractivo para ser escenario de este tipo de literatura. Ninguna de ellas las recomendaría a quien no sienta una especial predilección por este género literario, pero para quienes lo tienen como afición entiendo que puede ser plato de gusto, aunque a una y otra les he puesto ciertas pegas. De cualquier manera, no se trata de buscar solamente la excelencia, sino en la medida de lo posible y siempre contando con el tiempo del que cada cual dispone, ambas ofrecen aspectos interesantes. Una nos ofrece un recorrido por los ambientes más oscuros de la ciudad de Londres, mientras la otra lo hace por Barcelona y lleva aparejada una interesante ambientación en el mundo del jazz. La novela negra tiene sus detractores, hay quien le pone reparos formales, otros de calidad y algunos morales; pienso que como en tantas facetas de la vida no es bueno ni generalizar ni excluir; de cualquier manera, casi siempre encontraremos algo que sume al leer un libro.















"Murió con los ojos abiertos"
Derek Raymond
Ambar. Barcelona (2009)
284 páginas



Resumen:
Una noche, la policía encuentra el cadáver de un hombre de unos cincuenta años que ha sido brutalmente asesinado en el oeste de Londres. Se trata de Charlie Staniland, un alcohólico que lo ha perdido todo, desde su mujer e hija hasta su propia dignidad. Un detective (sin nombre) del Departamento de Muertes Inexplicadas de Scotland Yard se encargará de encontrar a los asesinos y de que paguen un precio muy alto por la muerte de Charlie. Basándose solo en unas cintas que ha grabado el difunto y algunos escritos, el detective alcanza una identificación vital insólita con la víctima, que parece reclamar no solo justicia, sino también comprensión, y se verá obligado a sumergirse en un submundo atroz y violento para acabar casi hundiéndose. La vida de Staniland se convierte en una auténtica obsesión y no parará hasta ver a los culpables entre rejas.


Me llamó la atención este libro tras leer que Derek Raymond era el sobrenombre de Robin Cook; pensé que se trataba del médico y escritor americano autor de novelas de intriga con tema médico de las que leí en su día unas cuantas. Se trataba de novelas interesantes y sencillas de leer y no se porque extraña razón me hice a la idea que utilizaba el sobrenombre citado para aquellas novelas que no trataban de cuestiones sanitarias. A la hora de la verdad he comprobado que andaba equivocado, y que el Robin Cook que se esconde detrás de Derek Raymond es el pionero de la novela negra inglesa y sus libros, al menos éste, no tienen nada que ver con la suave intriga de su tocayo de New York.

"Murió con los ojos abiertos" pertenece a una serie de cinco novelas protagonizadas por un policía sin nombre que trabaja en una comisaría londinense a la que llaman "la fábrica"; son novelas duras de ambientes lóbregos y personajes configurados como perdedores. No cabe duda que estamos ante una novela genuinamente negra, nada que ver con los elegantes ambientes del Londres victoriano, las coquetas calles de St. Mary Mead o las mansiones en las que se mueven los personajes de Elizabeth George.

Me gustó como plantea el relato el autor y tras leer las primeras cien páginas del libro consideré que estaba ante un autor de los más recomendables en el género, pero he de reconocer que luego la novela se vuelve más enrevesada y en exceso sórdida y tras acabarla me parece que se trata más bien de uno de esos relatos de intriga que uno puede aconsejar al lector especializado, pero quien no tiene la novela policíaca como plato principal es mejor que escoja alguna otra de mayor enjundia.

El escenario, como he dicho más arriba, es el Londres más sórdido, introduciéndonos Derek Raymond en barrios extremos y casas desoladas, en medio de personajes del mundo más lumpen: ladrones, alcohólicos, drogadictos, degenerados, ... quizá en ocasiones centrándose en exceso en presentarnos tal ambiente en perjuicio de la riqueza de la trama. No podemos olvidar que, por lo visto, el autor, fallecido en 1994, fue un hombre original y transgresor, algo que necesariamente se refleja en su modo de escribir.














"El sonido de la noche"
Xavier B. Fernández
Martínez Roca. Madrid (2010)
444 páginas


Resumen:
Eric "Dutch" Heinrichs fue en otro tiempo un prestigioso pianista de Jazz. Había tocado con Charlie Parker y con Miles Davis, y se había emborrachado con Thelonious Monk y con Billie Holiday. Pero hace diez años que no se sienta a un piano, y recorre el mundo ocultándose en sórdidos hoteles y trabajando en barcos mercantes, huyendo de Nick "Moby Nick" Pappalardo, el gángster que había sido su amigo y que, por una ofensa, le destrozó las manos y ha puesto precio a su cabeza. El 23 de noviembre de 1959, un día después de que el presidente Eisenhower aterrice en Madrid para reunirse con el general Franco en un encuentro histórico, Dutch llega con un pasaporte falso a Barcelona, pensando que le será fácil ocultarse y pasar desapercibido en ese pequeño país europeo empobrecido y apartado de la corriente principal de la historia, donde la Mafia aún no tiene estructura organizativa. Aunque para un hombre negro no es fácil pasar desapercibido en la España de los años 50, y además Dutch empieza a frecuentar el recién inaugurado club Jamborée, el primer local de Barcelona donde se efectúan interpretaciones regulares de jazz. Y allí conoce a un joven pianista ciego llamado Tete y a Celia, una mujer de dramático pasado con la que inicia una relación sentimental. Animado por Tete, Dutch vuelve a ejercer de músico, e intenta emprender una nueva vida al lado de Celia. Pero los acontecimientos le empujan a verse implicado en las intrigas del maquis urbano antifranquista, que está viviendo sus últimos estertores, y esa implicación le llevará, inesperadamente, a enfrentarse con ese pasado del que hace tanto tiempo que huye.


Esta novela me entró por los ojos desde el momento en que la vi anunciada en el apartado de "Novedades" de la web de las librería "Negra y Criminal" de Barcelona, y si me atrajo fue por su argumento, además de que siempre me ha gustado leer las novelas ambientadas en barcelona, así como cierta curiosidad por aparecer como hilo conductor de la trama el mundo del jazz, un estilo de música del que conozco muy poco y que me atrae bastante.

A la hora de la verdad no he quedado en exceso satisfecho de su lectura; no cabe duda de que la novela es entretenida y que cumple su objetivo a los simples efectos de pasar el rato y conocer un nuevo autor del género negro, pero de la misma manera, pienso que no resiste la menor comparación con autores que escriben con Barcelona por escenario como Vazquez Montalbán, González Ledesma o, por encima de todos, Juan Marsé: hace poco más de un año leí "Un día volveré" y creo que la novela de Xavier B. Fernández anda a gran distancia de ésta.

Por un lado "El sonido de la noche" me ha parecido una novela que el autor complica en exceso; la trama es embrollada y al terminarla queda la sensación de que no ha resuelto todo, que faltan explicaciones y, sobre todo, un hilo conductor. Además me dio la sensación de estar construida con cierta artificialidad, que lo que nos cuenta no es siempre creíble o, en su caso, que lo hace sin convicción.

El autor parece enfrentarse a la aventura de escribir con el afán de crear una novela negra, y para ello opta por mezclar en la coctelera una serie de elementos propios del género: un héroe que huye, unos mafiosos que le persiguen, unos cuantos policías corruptos, cabarets y lupanares, mujeres bellas de triste pasado, ambientes sórdidos, pensiones de mala muerte, personajes oscuros, drogadictos, ... demasiados tópicos que acaban provocando cierto colapso de material e información que termina resultando difícil de digerir.

No obstante, ya he dicho que uno acaba entreteniéndose, a lo que debe añadirse que siempre resulta agradable recorrer una ciudad conocida como Barcelona, reviviendo en las páginas de la novela lugares como la estación de Francia, el Paralelo, el restaurante "Las 7 puertas", la Ciudadela, el parque Güell, el barrio gótico, la calle Mayor de Gracia, la comisaría de Vía Layetana o el barrio chino. SI no se exige más, uno pasa el rato, si se busca una novela de calidad habrá que llamar a otras puertas.