En septiembre he cumplido por fin dos viejas aspiraciones literarias: "La reina de las nieves" y "Un soñador para un pueblo", dos clásicos del siglo pasado que han cumplido con creces las expectativas creadas. El resto de lecturas me parecen también recomendables, con especial nota para los cuentos de Julio Llamazares y "Coral Glynn", una buena y asequible novela de Peter Cameron.
Entre los libros que incluí en mi previsión de lecturas para el verano de 2013 se encontraba "La reina de las nieves", una de las últimas novelas de Carmen Martín Gaite, sin duda alguna una de las mejores plumas españolas de la segunda mitad del siglo pasado. A la hora de la verdad he tardado catorce meses en cumplir mi propósito, aunque más vale tarde que nunca, pues se trata, como toda la obra de la escritora salmantina, de un texto de enorme calidad literaria. En "La reina de las nieves" Martín Gaite recrea una especie de versión actual del cuento de Andersen del mismo título; la autora combina de modo magistral el toque de fantasía y magia de todo cuento con una visión claramente realista de la sociedad española de la época. La historia de un joven de clase pudiente que sale de la cárcel, a donde ha llegado tras una incursión en el mundo de las drogas, para enfrentarse a su pasado, en el que se revive un matrimonio, el de sus padres, que no funcionó nunca, una madre que no le quería y un ambiente que uno identifica perfectamente como el de la famosa movida madrileña de los 80, así como la continua referencia a "La Quinta", la casa de veraneo familiar que se ubica en el norte de España, se intuye Galicia, y que sobrevuela toda la lectura con cierta aureola de misterio. El relato es a la vez duro y tierno, y he tenido que leerlo con atención, especialmente en algunos capítulos en los que Carmen Martín Gaite utiliza un lenguaje más complejo, algo que ya me pasó con "Nubosidad variable": las lecturas de calidad exigen cierto esfuerzo y ésta la tiene y mucha.
"Nadie es inocente" de la italiana Roberta de Falco es una novel policíaca con la que me topé en la Librería "Adserá" de Tarragona y que me llamó la atención: buena presentación, primera entrega de un personaje nuevo, el comisario Bellusi y una editorial, EDHASA, de cierta confianza. Para los aficionados al género policíaco el libro tiene dos handicaps notorios: tanto en la carátula de la novela como en el propio relato hay referencias al comisario Montalbano de Andrea Camilleri, algo que creo no le beneficia, entre otros motivos porque los personajes no se parecen en nada y, por otro lado, la trama se sitúa en Trieste, lo que trae ineludiblemente a la cabeza las aventuras de Proteo Laurenti que nos relata Heinichen, lo que son palabras mayores. He de decir que si nos olvidamos de los autores citados, la novela aprueba con nota aceptable el examen: una trama bien elaborada que va a más, personajes interesantes -el comisario Bellusi, que recuerda más a Wallander que a los italianos que conocemos, no es protagonista exclusivo, en absoluto- y una resolución final lograda y nada artificial. El método narrativo utilizado por de Falco es el de relatos alternativos y el título de la novela constituye un autentico acierto.
Siempre es una gozada leer a Antonio Buero Vallejo, posiblemente el mejor autor español de teatro de la segunda mitad del siglo pasado; llevaba tiempo buscando un hueco para leer "Un soñador para un pueblo", su obra que relata la convulsa experiencia española del Marqués de Esquilache, el político y diplomático italiano que se trajo Carlos III de Nápoles a España y que intentó modernizar la sociedad madrileña, dando lugar al célebre motín que lleva su nombre y que terminó con la aventura española del personaje. Siempre se dice que leer teatro es complejo, y evidentemente es mucho más grato ver l representación en directo, pero en este caso la narración es tan buena que la lees tan a gusto como si fuera una novela. Además de contarnos con acierto un episodio apasionante de la historia de España, Buero Vallejo nos describe con primor y pasión al personaje, mostrándonos sus luces y sombras, sus debilidades humanas y, por encima de todo, el idealismo que le llevó a pensar que era posible desterrar usos tan ancestrales en Madrid como el uso de la capa larga y el chambergo. Aprovecha el autor para sacar conclusiones respecto a la dificultad de modernizar a una sociedad tan rancia como la nuestra, además de ir moviendo personajes y conversaciones para hacernos ver que la crisis iba mucho más allá de vestimentas y costumbres. He disfrutado mucho leyendo esta obra de teatro.
Thornton Wilder fue al parecer uno de los grandes escritores norteamericanos del siglo XX, fue galardonado en tres ocasiones con el premio Pulitzer, algo que dice bastante de su calidad literaria. A pesar de lo dicho no había escuchado hablar de él hasta hace un par de meses, cuando dos expertos lectores que conozco me recomendaron este dramaturgo nacido en 1897 en el estado de Wisconsin. Como primera cata escogí "El puente de San Luis Rey", una breve novela -140 páginas- con la que logró su primer Pulitzer -único de narrativa- en 1928. El relato se sitúa en la Lima colonial de principios del siglo XVIII y gira en torno a un trágico y al parecer ficticio suceso, la caída de un puente que causó la muerte de las cinco personas que en ese momento lo atravesaban. El protagonista es un fraile que investiga las vidas de esos cinco malogrados ciudadanos, tratando de encontrar algún vínculo de unión entre los mismos. Es una narración distinta, de esas a las que cuesta acostumbrarse, pero cuya lectura me fue entusiasmando conforme avanzaba en ella. Pienso que Wilder acierta en la ambientación de la época, con unos personajes a cual más curioso y original, protagonistas que en ocasiones pueden hasta recordar los de Valle Inclán. Parece que en su último capítulo el autor elabora sus conclusiones socio-filosóficas, pero he de admitir que yo no he sacado demasiadas.
Julio Llamazares es, sin duda, una de las plumas más brillantes del panorama actual de las letras españolas; su nombre es sinónimo de elegancia y calidad literaria. Hasta hoy solamente había leído "La lluvia amarilla", una preciosa y dura novela en torno al pueblo abandonado de Ainelle, lectura casi obligada para cualquier aficionado a la lectura residente en Huesca y "El cielo de Madrid", un relato del que recuerdo poco. Alfaguara ha vuelto a editar recientemente "En mitad de ninguna parte", una colección de brevísimos relatos -en total suman 102 páginas- que Llamazares publicó hace 19 años en la desaparecida editorial "Ollero & Ramos". Se trata de pequeñas narraciones que tienen como protegonistas centrales a personas que viven saltándose a la torera las normas y leyes existentes, narraciones que, entre otras virtudes, resultan francamente divertidas y desintoxicantes. Pero por encima de todo, se trata de una colección de cuentos maravillosamente escrita, una lectura en la que he disfrutado como un enano, con su toque de huor negro, a veces casi macabro, con una ironía y una retranca llamativas. El único pero que puedo poner a este libro es que dura poco, aunque el inconveniente lo compenso con la ventaja de que haya conseguido que ponga a Julio Llamazares en la rampa de salida de mis próximas lecturas.
Hacía tiempo que quería reanudar la lectura de los "Episodios Nacionales" de Benito Pérez Galdós y le tocaba el turno a "Cádiz", la octava entrega de esta magnífica obra del autor del XIX en la que traslada a su portagonista, Gabriel de Araceli, a la célebre capital andaluza con motivo de la histórica reunión de las Cortes habida allí en 1812. He de admitir que no ha sido éste el episodio que más me ha hecho disfrutar de los leídos hasta ahora, posiblemente porque el autor se centra mucho en las aventuras románticas y algo chuscas de su personaje principal y su amada Inés, reservando muy pocas paginas al hecho histórico en cuestión. No obstante, la novela tiene la habitual alta calidad literaria de Galdós y no falta su sana crítica de la hipocresía reinante en la nobleza de entonces, su fina y ligera postura anticlerical y una serie de escenas más bien grotescas y divertidas, con algún personaje esperpéntico que mueve a la hilaridad. Ahora toca el que tiene como tema nada menos que a la figura de Juan Martín "El Empecinado", no debería por tanto esperar demasiado para hincarle el diente.
"Coral Glynn", novela escrita por el norteamericano Peter Cameron la he leído con el aval de estar editada por "Libros del Asteroide" y unas cuantas críticas favorables. A pesar de la nacionalidad del autor, la novela está ambientada en la campiña inglesa y tiene como protagonista principal a la mujer que da título al libro, una enfermera que acude a cuidar a una anciana terminal que vive con su único hijo, un comandante mutilado en la 2ª guerra mundial. Con estos antecedentes podría pensarse que nos encontramos ante un relato más bien tierno y romanticón, pero nada más lejos de la realidad, pues los personajes que van apareciendo en la narración son gente más bien compleja, y en todos ellos aparece el nexo de unión de guardar dada uno secretos ocultos. La novela va cogiendo su aspecto de intriga y Cameron nos va llevando habilmente por caminos sorprendentes. En mi opinión es una buena novela, aunque tal vez le falte algo de ritmo y un final un poco más original. Hubo momentos a lo largo de la lectura en los que el relato me recordaba algo a la inolvidable "Rebeca" de Daphne du Marier que inmortalizó en el cine Alfred Hitchcock, aunque conforme se cruza el ecuador de aquélla ese parecido se desdibuja totalmente.
"Eres el siguiente", novela escrita por el norteamericano Gregg Hurtwitz, es un thriller ambientado en California. He de admitir que cuando lo empecé pensaba que se trataba más bien de la típica novela policíaca en la que terminan apareciendo inesperados responsables de uno o varios crímenes, pero en cuanto comencé su lectura me di cuenta de que se trataba de un genuinio thriller, aunque no estaba protagonizado ni por un detective más o menos aseado ni por un policía de personalidad definida, sino por un ciudadano normal y corriente al que las circunstancias de su pasado le obligan a convertirse en héroe. En alguna crónica encontrada en la red comparaban esta novela con las obras de Harlan Coben, aunque puestos a encontrar referentes a mi me ha recordado más a las de Brian Freeman, quien por cierto también mueve a sus protagonistas en torno a Los Ángeles. Estamos ante una novela que cumple su función de entretener; cuando un thriller te coge desde el principio hay que valorarlo positivamente, aunque no sea una obra maestra, algo que no se le exige por otra parte. Eso sí, el interés baja en algún momento, aunque vuelve luego a subir y, como repito tantas veces, tal vez le sobre alguna página, pues 416 pueden ser demasiadas, inconveniente al que podríamos añadir algún momento artificioso y un final que esperaba más espectacular. De cualquier forma, un libro adecuado para estar entretenido.