29 de junio de 2013

Lecturas de fin de curso


Entre que he terminado algún libro largo que había comenzado en mayo y que el resto de lecturas fueron novelas no muy extensas y en general bastante amenas, he concluido junio con siete libros cerrados. Si me preguntaran los mejores, pienso que elegiría dos: el estudio que de Miguel Delibes hace su amigo Ramón García, una auténtica delicia para cualquier admirador no sólo del escritor castellano sino de la novela española de su época y la colección de relatos sobre la guerra civil de Chaves Nogales, una auténtica joya literaria. Excelente la otra aportación de "libros del Asteroide", una novela inglesa del todo. En materia negro-criminal dos grandes novelas: una de un autor fallecido hace más de 40 años y otra de uno que se estrena, sin olvidar mi primera incursión en la obra de Volker Kutscher que anima a reincidir y un pinchazo en hueso que a veces se produce, por mucho que en esta ocasión no puedo decir que no estaba advertido.

Miguel Delibes es posiblemente mi escritor español favorito; otros como Galdós, Baroja, Aldecoa o Ana María Matute no le andan a la zaga, pero nadie como él ha sabido llegar al fondo de los temas, crear personajes entrañables, azuzar la conciencia y, por encima de todo, escribir un castellano maravilloso. Por eso me decidí a embarcarme en la lectura de "El quiosco de los helados", un amplio estudio de más de 600 páginas elaborado por su amigo Ramón García Dominguez, un escritor que plasma años de conversaciones y paseos con Delibes, partiendo casi siempre de unas citas en un garito de helados de Valladolid que da título al libro. La lectura ha sido una auténtica delicia, pues García realiza un amplio recoorido por la vida del gran novelista vallisoletano, entrando en sus intimidades, reflejando su carácter, sus virtudes y defectos, la excepcional personalidad de su mujer, cuya prematura muerte supuso un tremendo trauma para Delibes, su afición a la caza, su trabajo como periodista y luego director de "El Norte de Castilla", sus problemas con la censura franquista, su conciencia social, ... Y por encima de todo, el autor va desbrozando cronológicamente los libros publicados por el escritor castellano, entrando en antecedentes, argumentos y circunstancias, así uno va deseando volver a leer "El camino", "Cinco horas con Mario", "Las ratas", "Señora de blanco sobre fondo gris", ...y por supuesto, de emprender la tarea de corregir el fallo de tener aún bastantes pendientes. Una auténtica gozada ir pasando las páginas, una tarea que necesariamente confirma la admiración por el hombre y por el escritor, a quien el autor del libro presenta además en su vertiente más humana. Como también han de reflejarse las pegas, me parece que la calidad literaria del ensayo anda muy por debajo del personaje que lo protagoniza, a la vez que he visto alguna reiteración y citas excesivamente largas del propio Delibes.

Hace unas semanas apareció como libro recomendado conjuntamente por tres librerías especializadas en género negro "Los huesos del invierno", de Daniel Woodrell, uno de esos relatos duros y amargos ambientados en la América miserable, en concreto en los Ozaks, una región montañosa de Missouri conocida por ser una de las más pobres y aisladas de Estados Unidos. Los "expertos" la pusieron por las nubes, e incluso se la llegaba a equiparar con la literatura de Cormac Mccarthy y hasta con William Faulkner, aunque en este último caso uno ya notaba cierta timidez en la afirmación. Si a lo dicho añadías que se trata de una narración breve y que hasta se ha hecho versión cinematográfica, no tuve duda en hacerme con ella. Eso sí, antes de empezarla vino Brunetti "con las rebajas" y me dijo que era decepcionante: "Mala literatura y mala historia", éstas fueron sus palabras. Y he de decir que, como tantas veces, mi amigo lector experto y exigente tuvo razón, y es que para contar una historia cruda y hablar de gentes que viven en la miseria no es necesario ser tan poco pulcro, ni para hacer literatura negra es preciso escribir a empujones. No puedo presumir de conocer bien a Mccarthy y Faulkner, pues solamente he leído el primer libro de la trilogía de la frontera y del segundo comencé "El villorrio", pero no pasé de la página 50 ... pero la equiparación realizada fue sin duda excesiva e imprudente. Eso sí, terminé la novela, pues había que amortizarla.

Ya ha quedado reflejado en este blog mi entusiasmo por los libros de Philip Kerr protagonizados por Bernie Gunther, por esta razón no pude evitar que me entrara el gusanillo cuando se publicó "Sombras sobre Berlín", la primera entrega de la serie escrita por el alemán Volker Kutscher y que protagoniza el Comisario Gereon Rath, pues intuía que podía tratarse de una novela con el encanto de las de Kerr; la garantía de Ediciones B y un buen lanzamiento comercial me animo a comprarme el libro. Se trata de una novela larga -530 páginas-, extensión que comienza a pesarme, y de hecho los primeros capítulos no terminé de hacerme con el libro, que me parecía falto de fuerza; posiblemente la razón de estos comienzos dubitativos estuvo en el error de equipararlo a las novelas del escocés, y no comencé a disfrutar de la lectura hasta que asumí que se trataba de un estilo diferente, que los relatos de Kutscher tienen su propio encanto. Una vez concluida la lectura, que ha durado bastantes días, puedo decir que estamos ante una buena novela en la que caben destacar, desde mi punto de vista, dos cuestiones, de un lado lo bien ambientada que está, y en concreto cómo te mete en la Alemania inmediatamente anterior a la llegada al poder de los nazis, la débil República de Weimar, una época herida por una derrota en la gran guerra mal resuelta y el crack económico de 1929 y, por otro, lo bien que están cerrados los personajes, comenzando por el de Gereón Rath, un joven comisario lleno de contradicciones, con pasado difícil y facilidad para meterse en líos, y sin olvidar a toda una rica gama de policías alemanes que Kutscher dibuja magistralmente, sin olvidar esa dama misteriosa que parece protagonista exigida en este tipo de novelas. "Sombras sobre Berlín" me ha parecido globalmente una novela policíaca bien construida, que tiene la ventaja de tratar sobre un momento de la historia de Alemania del que no se ha hablado demasiado en este género y que el autor cierra con acierto, tanto que no esperaré mucho para empezar la lectura de la segunda parte, "Muerte en Berlín". El final, por cierto, digno de película de acción.

Ya hablé en otras ocasiones de Giorgio Scerbanenco, un escritor italiano con raíces en Ucrania que falleció en 1969 no sin antes haber dejado una amplísima producción de novelas policíacas, todas ellas protagonizadas por Duca Lamberti, un médico forense que tras cumplir condena por eutanasia ejerce de detective. Tras la excelente impresión de sus dos primeras nvelas, "Venus privada" y "Traidores a todos" la tercera de ellas, "Muerte en la escuela" aún me ha gustado más, Scerbanenco escribe con sencillez y dota a sus relatos de un toque de humanidad que los hace especiales, por mucho que no ahorre crudeza y realismo a las historias que cuenta. "Muerte en la escuela" es una durísima historia acerca del asesinato de una maestra por un grupo de alumnos de una escuela nocturna de Milán; el autor entra de lleno en un mundo de marginalidad, drogas, prostitución, miseria, alcoholismo, abandono, ... algo que añade a la trama policíaca de una importante dosis de crítica social. Por encima de todo sobresale el protagonista, Lamberti, un personaje muy trabajado y que consigue la identificación plena del lector, y junto a él está el de Livia, víctima en la primera entrega de la serie, y convertida en compañera inseparable de Lamberti en el trabajo y en la vida. Giorgio Scerbanenco consigue unas novelas breves, interesantes, entretenidas y con cierto mensaje, no se le puede exigir más.

"Libros del Asteroirde" publicó a primeros de años "Un paraíso inalcanzable", una magnífica novela del británico John Mortimer escrita ya hace unos cuantos años. Me convencieron las críticas que leí y tras terminar su lectura puedo decir que esta vez no ha habido fiasco. Mortimer nos presenta una divertida y a le vez profunda visión de la vida en Inglaterra durante el largo periodo que va del final de la 2ª Guerra Mundial a los primeros años del Tatcherismo, y para ello nos sitúa en una pequeña localidad Rapstone Fanner y parte del conflicto que surge cuando el peculiar párroco anglicano del lugar, Simeón Simcox -socialista convencido, con un busto de Carlos Marx en su despacho y propietario de una industria cervecera- deshereda a su mujer, Dorothy, y a sus dos hijos, Henry y Fred, dejando como heredero a Leslie Titmuss, un joven y ambicioso político conservador que llega de abajo -un auténtico "trepa"-. Este incidente sirve para que el autor se saque de la manga todo un apasionante muestrario de personajes, un ambiente muy conseguido y una serie de escenas verdaderamente hilarantes. A la hora de definir el género del relato podemos hablar tanto de una indudable ración de humor inglés, una indiscutible crítica social y una más que afilada, demoledora crítica política. A la narración no le falta la intriga permanente de las razones que tuvo el buen rector para hacer un testamento tan sorprendente. John Mortimer no sigue un ritmo temporal normal y va y viene en el tiempo a lo largo de los capítulos, algo que no entorpece la lectura pero que te obliga a estar atento. Una novela sin duda recomendable: una buena lectura para este verano, siempre que a uno no le produzca urticaria lo genuinamente británico, por supuesto.

Entre los libros que incluí en mi bolsa literaria para las vacaciones se encontraba "El invierno del comisario Ricciardi", del italiano Maurizio De Giovanni; a la hora de la verdad no pude abarcar todos y éste se quedó pendiente; poco antes de comenzar las de este año he cubierto la omisión y he terminado una novela policíaca que destaca por su originalidad y me ha gustado mucho. El argumento se centra en el asesinato en los camerinos del Teatro San Carlo de Nápoles de un divo de la ópera; no obstante en el libro lo esencial, sin ningún género de dudas, es la figura del protagonista, el comisario Luigi Alfredo Ricciardi, un hombre de 31 años, marcado por una infancia triste debido al prematuro fallecimiento de sus padres y que posee, heredado de su madre, un don sobrenatural: puede contemplar la última expresión y escuchar las últimas palabras de las personas fallecidas de muerte violenta. Se trata de una facultad que le ayuda en sus investigaciones, pero que a la vez marca definitivamente su personalidad abrumada por el dolor y demás sensaciones que comparte con los muertos. Ricciardi, heredero de una noble familia napolitana es un personaje austero, tímido, sin relaciones sociales, melancólico y dotado de una rectitud y bondad notorias. Se muestra riguroso en su trabajo y protagoniza absolutamente el relato. Junto a la intriga el autor nos muestra los sentimientos de Ricciardi, que ama en secreto a Enrica, una joven vecina a quien observa desde su ventana. La novela está ambientada en los inicios de los años 30, en pleno auge del fascismo instaurado en Italia por Benito Mussolini. Como queda dicho, es una novela distinta dentro del género policiaco, escrita con un estilo preciso y cuya lectura ha sido para mí una delicia, aunque intuyo que no gustará a todo el mundo. Está editada por "Lumen", lo que es otra ventaja añadida, y ya están publicados la primavera y el verano del Comisario Ricciardi, historias que no me pienso perder.

Ya he puesto en otras ocasiones por las nubes a Manuel Chaves Nogales, se trata de una de las pocas veces en que he descubierto una joya literaria con anterioridad a Brunetti, y es algo que me enorgullece. Tras leer hace años "Juan Belmonte, matador de toros" y durante las vacaciones del verano pasado "La agonía de Francia", tenía muchas ganas de hacerme con "A sangre y fuego", un libro con la guerra civil como tema exclusivo; una vez más Chaves Nogales ha sacado la máxima nota: prosa excelente, tratamiento imparcial de los temas, capacidad de análisis asombrosa si tenemos en cuenta que falleció en 1944 y, en definitiva, auténtica literatura de calidad. En esta ocasión no estamos ante una biografía ni ante un ensayo como en los dos anteriores, sino ante nueve relatos breves con nuestra guerra civil como telón de fondo. En estos tiempos en los que se habla de este triste y aún reciente periodo de nuestra historia con sectarismo y parcialidad asombrosas, se agradece la serenidad del escritor y periodista sevillano, que trata los temas sin visiones sesgadas ni parciales, por mucho que su condición de liberal y exiliado dejen bien claro su alineación con el orden establecido antes del 18 de julio de 1936. La objetividad de Chaves no es equidistancia, a él le duele lo que pasó en España, y de la misma manera que relata con precisión y sin concesiones las barbaridades que se realizaron en uno y otro bando, nos narra también el heroísmo y la noble defensa de sus ideales de tantos españoles que lucharon a ambos lados del frente. El escritor considera que no son los españoles de una y otra ideología los culpables, sino quienes desde fuera y a veces incluso desde lejos imponen sus intereses y sus visiones totalitarias del mundo, como es el caso del fascismo y el comunismo. Los relatos son duros, en algunos casos de manera muy llamativa, pero son narrados con una elegancia que facilita la tarea de leer; y por encima de todo, se una auténtica delicia la forma de escribir de un autor que ha supuesto para muchos un descubrimiento excepcional más de sesenta años después de su prematura muerte. Un libro para descansar.

27 de junio de 2013

Carlo Ancelotti: el Real Madrid cambia de estilo



El Real Madrid ya ha presentado a su nuevo entrenador; el italiano Carlo Ancelotti será el encargado de intentar enmendar una trayectoria que en los últimos años ha estado bastante ayuna de títulos y siempre a la sombra de la indudable hegemonía blaugrana. El italiano viene a poner fin a la época Mourinho, tres años protagonizados por la polémica, la irregularidad y los caprichos del portugués, un hombre que ha conseguido una Liga y una Copa, pero que  ha sido incapaz de superar los fantasmas que desde hace años rondan el Bernabeu, de ofrecer un rendimiento regular y, por encima de todo, de conseguir que el equipo despliegue un fútbol vistoso, a la vez que ha fracasado en lo que era empresa esencial para los merengues: la conquista de la décima Copa de Europa, un campeonato donde el equipo nunca ha estado a la altura y ha protagonizado auténticas noches negras, y es que para recordar la última Liga de Campeones obtenida por los blancos hay que remontarse a la época de Vicente del Bosque. Lo que pueda dar de sí el nuevo mister es una incógnita, aunque de momento, cuando menos, asegura buen estilo, respeto y educación.

El palmarés de Ancelotti como entrenador es excelente, tras iniciar sus pasos sin excesivos brillos en Reggiana, Parma y Juventus, el nuevo director de campo merengue lo ganó casi todo al mando del Milán, incluidas dos Ligas de Campeones, para salir posteriormente de Italia y ganar la liga primero con el Chelsea y posteriormente con un Paris St. Germain, equipo que que de su mano regresó al Olimpo del fútbol francés y europeo. Eso sí, antes que entrenador este hombre que acaba de cumplir 54 años y nació en la localidad italiana de Reggiolo, fue un futbolista de muchos quilates; se formó en el Parma para triunfar por todo lo alto en la Roma y cuando sus frecuentes lesiones parecía que iban a poner fin su carrera en la élite, fichó con 28 años por el gran Milán de Arrigo Sacchi, donde se convirtió junto a Roberto Donadoni en el músculo y la fuerza italiana del centro del campo milanés, dos piezas que complementaban de manera perfecta la mágica tripleta holandesa que formaban Frank Rijkaard, Ruud Gullit y Marco Van Basten, quienes junto a los citados, Baressi, Costacurta, Paolo Maldini, Tazzotti, Evani, Colombo, Massaro, Galli, ... conformaban un equipo que era una máquina de hacer fútbol y ganar títulos, y que se convirtió, precisamente, en el gran látigo del club a donde ahora ha ido a parar Ancelotti y que entonces dirigía Leo Beenhaker.

Ancelotti forma parte de ese estilo de entrenadores italianos elegantes e impecables; por España han pasado personajes como el propio Sacchi, Claudio Ranieri, Fabio Capello, Enzo Ferrari, ... unos ha triounfado y otros se estrellaron, pero todos dejaron estela de hombrs correctos, poco dados a la polémica y siempre vestidos con unos trajes de corte perfecto ... muy lejos de los chandals de Marcelo Bielsa, las manchas de sudor de Camacho, los nikis de baratillo de Manolo Jiménez o el aspecto más bien desastrado de Luis Aragonés. Evidentemente para jugar bien al fútbol y conseguir títulos la pinta es lo de menos, pero a la vista de la experiencia de Mourinho, tampoco es mala cosa empezar por contratar a un entrenador aparente ... eso sí, aún nos queda el recuerdo de otro luso, Carlos Queiroz, de quien lo mejor que se ha dicho es que lucía muy bien las corbatas.

26 de junio de 2013

Comercios de otros tiempos.



Uno de mis recuerdos infantiles tiene que ver con esas viejas tiendas en las que se vendían telas por metros; nada de "Prêt-à-Porter" ni toma de medidas, el establecimiento se hallaba rebosar de unos enormes rollos de telas de todas las texturas y colores. Eran otros tiempos y no resultaba inhabitual que muchas mujeres se hicieran sus propios trajes y los de su familia. Sobre todo aquella ropa poco principal como pijamas, batas del cole, ropa de excursión o playa, ... era elaborada en casa pacientemente a base de aguja e hilo, dedal, patrones y máquina "Singer", "Sigma" o "Alfa". De Zaragoza vienen a mi mente viejos nombres oídos en casa a todas horas como "Dernos", "Corrochano", "D'Harcourt" o "Almacenes San Carlos", pero de manera muy especial aflora en mi cabeza una tienda ubicada en la calle Hernán Cortes, si no recuerdo mal haciendo esquina con la calle Castellví, que reunía todo el sabor de esos viejos establecimientos de telas.

Detrás del mostrador se ubicaban dos o tres hombres de mediana edad, vestidos con traje y corbata, posiblemente de "Bristol-Man" y aspecto tan serio como atento. Se dirigían al cliente, normalmente la típica ama de casa deseosa de encontrar algo bueno, bonito y barato, y tras la petición de ésta iban enseñando las telas solicitadas depositando el mazo encima de un mostrador de madera vieja y gastada, a la vez que dejaban caer, con estudiado descuido, los primeros metros del rollo sobre la madera. La tela aparecía en todo su esplendor sobre la tabla, aunque no era infrecuente que hubiera que salir al exterior para apreciar tonos y coloridos, pues el local era oscuro y casi tenebroso. El propio mostrador servía de instrumento para medir los metros solicitados y una vez que quien compraba asumía un pedido concreto, el respetuoso y servicial empleado procedía a coger una tijeras que lucían el humo de cien batallas y cortaba con habilidad primorosa, dejando llevar ligeramente las tijeras de punta a cabo de la tela ... aún recuerdo como yo pretendía hacer lo mismo con papeles, cartulinas, ... y la tijera siempre se terminaba desviando.

Eran establecimientos con sabor a rancio y olor a naftalina, dependientes de toda la vida que conocían su trabajo y lo podían realizar con los ojos cerrados, con una rutina que sobrellevaban con mayor o menor garbo según el caso. Eran esos comercios donde primaba la confianza de unos en otros: las telas no llevaban cosida una alarma, nadie discutía medidas ni precios, el diálogo entre empleados y clientes surgía fácil y quien entraba se sentía casi como en casa y hasta unas señoras opinaban sobre las telas que compraban las otras. Entonces no había chinos ni franquicias ni grandes superficies y todo era más sencillo, más ´provinciano y más familiar. ¿A donde vamos a parar?.
 
 

24 de junio de 2013

El recuerdo de unos ojos verdes



El verano de 1999 fue especial para mí; no entraré en revelaciones personales, pero llegó en tiempos en los que andaba con los afectos alterados, la tensión soliviantada y sintiendo esas sensaciones de andar incomprendido que, sin duda, pueden tener su buena parte de subjetivas, pero suelen venir acompañadas de cierto sufrimiento, sobre todo cuando hay quien anda empeñado en convertirte en culpable exclusivo de tus crisis. Ese año pasé mis vacaciones en la provincia de Girona, elección que terminó siendo un acierto y convirtiéndose en un buen descanso, pues allí descubrí -en algún caso redescubrí- lugares bellísimos -L'Escala, Cadaqués, Besalú, Ampuria Brava, Rosas, Bañolas, ...- a la vez que tropecé con una persona que supo entenderme y ejercer, en cierta manera, las funciones de paño de lágrimas.

Me hallaba uno de esos días de con un par de amigos en Castelló d’Empúries, un lugar delicioso ubicado en el Alto Ampurdán, una comarca que tiene una villa marina denominada Ampuria Brava; recuerdo que era poco antes de comer y estábamos perfectamente acomodados en la terraza de un bar tomando un aperitivo. Al lado nuestro ejercitaba idéntica tarea un joven matrimonio a quien acompañaba una niña de unos 2 años y de raza india -"india" de la India, aclaro-, quien se movía de un lado para otro con una vitalidad envidiable y las energías propias de la edad; la pequeña no era precisamente tímida y corría de mesa en mesa sin ninguna inhibición. La criatura poseía una belleza llamativa y, por encima de todo, destacaban en ella unos ojos verdes verdaderamente espectaculares, capaces de hipnotizar al más templado y que dotaban a su expresión, permanentemente risueña, de una fuerza y un encanto singulares. Le hice unas gracias y unas carantoñas, la niña regresó con sus padres; terminado el refrigerio cada cual siguió su camino;. Como es lógico a esta auténtica maravilla de la naturaleza no la he vuelto a ver más, al menos con conciencia de ello e imagino que hoy en día será ya una joven seguramente próxima a entrar en la Universidad.

Al cabo de catorce años de este encuentro casual, fugaz e intrascendente, queda en mi interior el recuerdo de esos cautivadores ojos verdes; vete a saber la razón, a lo mejor porque en esa época andaba con la sensibilidad en carne viva, quedé impresionado con esa belleza, oriental y misteriosa, a la que daba fuerza sin ninguna duda la simpatía, inocencia y vitalidad de la pequeña protagonista de la historia. ¿Qué habrá sido de esos ojos verdes?, a lo mejor pertenecen a una de esas jóvenes estudiantes privilegiadas que ganan premios, a una deportista con futuro, a una mujer con dotes de artista o a una belleza exótica que aspira a triunfar en las pasarelas, ... o tal vez los vaivenes de la vida no le han sido tan favorables y la moza acapara suspensos y problemas, o algún tipo de enfermedad ha aminorado sus fuerzas y sus encantos, o su carácter es difícil y conflictivo, ... imagino que nunca lo sabré, pero en su día aquellos ojos verdes protagonizaron uno de esos momentos que hay que saber "capturar", guardar en el corazón y, por superficiales y simples que puedan parecer, agradecer a Dios su existencia, porque no dejan de ser breves instantes que suman al tesoro de la felicidad de cada uno.

21 de junio de 2013

Una muerte muy sentida



El pasado martes, 19 de junio, murió inesperadamente en Roma James Gandolfini; la verdad es que el nombre no me decía mucho, entre otras razones porque llevo decenios muy al margen de las series televisivas, pero enseguida me di cuenta que se trataba de un actor muy popular y que en general la gente que conozco y que está al día de estas cosas sentía y mucho el repentino fallecimiento de este actor que había nacido hace más de 51 años en Westwood, Nueva Jersey. Sin ningún género de dudas, el 99% de la fama de Gandolfini se la debe a su papel protagonista en la serie televisiva "Los Soprano", un serial en el que el actor fallecido encarnaba al jefe de un clan mafioso de New Jersey que a la vez es padre de familia. La serie comenzó en 1999 y Gandolfini obtuvo por su trabajo en ella nada menos que tres premios "Emmy" al mejor actor de serie dramática (2000, 2001 y 2003) y un "Globo de Oro" en la misma categoría el año 2000. Si acudimos a los premios del "Sindicato de Actores", el palmarés es espectacular pues el actor se llevó cinco y obtuvo cinco nominaciones más. Acudiendo a los obituarios de los principales diarios españoles James Gandolfini es tratado como una auténtica estrella; su interpretación como Tony Soprano es considerada una de las más logradas de la historia de la televisión y se recogen afirmaciones de David Chase, el gran creador de la serie, asegurando que "Fue simplemente un genio"; "Cualquiera que le haya visto, aunque fuera en el más pequeño de sus papeles, lo sabe. Es uno de los mejores actores de todos los tiempos. Gran parte de ese genio residía en esos tristes ojos (...). No era fácil algunas veces, pero fue mi compañero, mi hermano de distintas formas que no puedo explicar ni jamás podré", concluyendo con una afirmación categórica: "Tenía un genio creativo comparable al de Mozart o al de otros personajes de la Historia que lograron ser pioneros. Cualquiera que le haya visto interpretar a Tony Soprano o algún otro papel, por pequeño que fuera, se habrá dado cuenta de que su calidad como actor no tiene parangón en este negocio, a pesar de que él se negaba a aceptarlo".

La wiki nos cuenta que "Los Soprano" abarcó un total de 6 temporadas y 86 episodios, siendo producida por HBO, Chase Films y Brad Grey Television. El rodaje de la serie se realizó entre los Silvercup Studios de Nueva York y diversos escenarios del estado de Nueva Jersey, mientars que los productores ejecutivos a lo largo de su emisión fueron Chase, Brad Grey, Robin Green, Mitchell Burgess, Ilene S. Landress, Terence Winter y Matthew Weiner. "Los Sopranop " constituyeron un auténtico boom comercial y un indiscutible éxito de crítica, siendo considerada una de las mejores series televisivas de todos los tiempos. Cabe destacar que no solamente había un guión magnífico y unas actuaciones excelentes por parte de los actores, sino que toda la producción estaba investida de una indudable calidad. Los actores que tuvieron mayor protagonismo junto a Gandolfini fueron Lorraine Bracco, Eddie Falco, Michael Imperioli, Vincent Pastore y Tony Sirico.

Pero James Gandolfini no era tampoco un cualquiera en el mundo del cine y analizando su filmografía compruebo que fue un excelente secundario en películas de cierto calado como "Una extraña entre nosotros" (1992), un curioso trabajo de Sidney Lumet que protagonizó Melannie Griffith que encarna a una joven inspectora de policía que tiene que investigar un crimen cometido en la comunidad judía de Nueva York, "Amor a quemarropa" (1993), un thriller con ciolencia y romanticismo de Tony Scott en el que coincide con un ramillete de duros contemporáneos. Christian Slatter, Cristopher Walken, Dennis Hooper, Gary Oldman, Brad Pitt y Val Kilmer, ... nada menos, además de Patricia Arquette y Samuel L. Jackson, "Angie" (1994) un drama romántico de Martha Coolidge que protagonizas Geena Davis, "Marea roja" (1995), una película de éxito comercial que dirigió Tony Scott y enfrentaba a los oscariizados Gene Hackman y Denzel Washington dentro de un submarino, "La noche cae sobre Manhattan" (1997), otra vez con Lumet y con Andy García como joven, idealista e ingenuo fiscal y Gandolfini como Joey Allegretto, un policía corrupto, "Atrapada entre dos hombres" (1997), de Nick Cassavettes con dos grandes como Sean Penn y John Travolta, "Perdita Durango" (1997) de Alex de la Iglesia, "acción civil" (1998), de Steven Zaillian, un buen thriller judicial con toques ecologistas que encabezaron John Travolta y Robert Duvall, "8mm" (1999), una película de suspense de Joel Schumacher que tuvo su publicidad y compartía cabeza de cartel con Nicholas Cage y Joaquin Phoenix, "La mexicana" (2001), una comedia romántica de Winston Baldry junto a Julie Roberts y Brad Pitt y en la que encarna a un "buscavidas" que usurpa el nombre de otro, "El hombre que nunca estuvo allí" (2001), donde trabajó con los hermanos Coen, "La última fortaleza" (2001), de Rod Lurie, donde comparte puesto estelar con Robert Redford y le corresponde el papel de un coronel que rige una prisión con puño de hierro y tremenda crueldad, "Romance & Cigarettes" (2005), una película de John Turturro en la que es protagonista absoluto, representando el drama del hombre medio cuya vida se tambalea al enamorarse de otra, un film donde también aparecen Susan Sarandon, Kate Winslet, Christopher Walken y el propio Turturro, el remake de "Pelham, 1-2-3" que en 2009 dirigió Tony Scott con Travolta y Denzel Washington encabezando el reparto, "In the loop" (2009), una película británica dirigida por Armando Ianucci y que fue candidata a múltiples premios, entre ellos al Oscar al mejor guión, "Welcome to the Rileys" (2010), otro film independiente como el anterior, esta vez de Jake Scott, "Mátalos suavemente" (2012), de Andrew Dominik y con Brad Pitt y un pequeño papel en la exitosa "La noche más oscura" (2012), de Kathryn Bigelow, nada menos que como director de la CIA.

Queda claro que James Gandolfini saltó a la fama con "Los Soprano", que tal popularidad era justificada y merecida, tanto por la calidad de la serie como por el trabajo del actor, pero también que tuvo papel importante en películas notables de los últimos30 años. Descanse en paz.

15 de junio de 2013

"Yo sí que trabajo bien"


Nos hemos acostumbrado a juzgar a los demás, a opinar sin prudencia ni moderación de cómo trabajan, con qué responsabilidad atienden a su familia y cuál se su nivel de cumplimiento de las diferentes obligaciones ciudadanas. Así somos, plenamente cumplidores transcurridos más de dos siglos de lo que ya Jesús nos enseñaba a lo largo de sus andanzas por Galilea y alrededores, y no son pocas veces las que nos puede venir a la cabeza con plena justificación eso de colar un mosquito y tragar un camello. Hay quien tiene especial debilidad por poner verde el trabajo que realiza el resto del mundo, los he conocido próximos a la obsesión, incluso alguno que se acercaba peligrosamente a la psicosis. Y no digo que en ocasiones no haya razones para poner en cuarentena la responsabilidad del prójimo, lo que pasa es que la objetividad en la valoración de cómo trabaja el personal debe de ser compatible no solamente con la caridad y el respeto, sino también con la ponderación y esa medida de prudencia que olvidamos tantas veces de no opinar sin tener todos los datos ni haber escuchado todas las campanas.

Andamos en tiempos de enmiendas a la totalidad y no es infrecuente escuchar cómo se denosta, así de un plumazo, sin matices ni excepciones, a médicos, abogados, funcionarios, farmaceúticos, periodistas, ... Debe de ser mi natural inseguro, pero me sorprende la pasmosa tranquilidad -auténtica y genuina ligereza- con que muchos explican cómo solucionarían ellos los problemas, cómo pondrían en la calle a medio mundo, abroncarían, sancionarían y despidirían sin límites ni cortapisas y, por supuesto, se comerían el mundo con sus capacidades, impulsos y experiencias. Así tendemos a ser en todo, grandes analistas desde el sillón, la tertulia o el teclado del ordenador, y, sobre todo, a funcionar con una facilidad pasmosa para poner verde al prójimo, con razón y sin razón.

Eso sí, esos mismos que harían borrón y cuenta nueva con tantas cosas tienen también sus ídolos -algunos incluso de barro- a quienes colocan en un pedestal alto e inalcanzable, sus ámbitos y rincones perfectos e intocables, personas, entidades, grupos, ... que siempre rozan la perfección, a los que no cabe cuestionar porque entonces rebasas los límites de sus propias devociones, entonces se sienten agredidos y te dicen que por ahí no pasan. En fin, que da gusto tropezarse con tanto "exquisito" que tiene solución y, sobre todo, juicio implacable para todo y para todos.
 
 

13 de junio de 2013

Coentrao y la sobrevaloración



Hace ya bastantes años que el fútbol en general y el español en concreto andan salidos de madre; el mercadeo de jugadores, la sofisticación cada vez mayor del universo de los entrenadores y mánagers, la proliferación de intermediarios, representantes y demás mercaderes deportivos y otras circunstancias han convertido algo que era un deporte y un espectáculo en un mundo mucho más complicado donde se ha perdido el norte y en el que prima cada vez más el negocio y la apariencia. Una de las consecuencias de esta situación es la elevación de unos "chavaletes" frecuentemente imberbes e inmaduros a la categoría de dioses, lo que unido a la exageración de un par de goles bonitos, un regate espectacular o un túnel en momento oportuno, también a los caprichos de los entrenadores, favorece el que en muchas ocasiones se les de a jóvenes que andan en sus inicios y todavía no han hecho nada relevante una valoración exagerada y desporporcionada.

Hace cinco años el Real Zaragoza, como por desgracia ha vuelto a ocurrir ahora, había bajado a 2ª división y avanzado el mes de julio el equipo, entrenado entonces por Marcelino García Toral, andaba todavía en fase de formación: se había fichado poco y quedaban bastantes huecos por cubrir. Con motivo de la venta al Benfica portugués de Pablo Aimar, el argentino que terminó siendo uno de los primeros fiascos de la "era Agapito", los técnicos blanquillos se trajeron a Zaragoza a un tal Fabio Coentrao, un extremo izquierdo luso de 20 años que se había formado en el Rio Ave y cuyas cualidades le habían llevado siendo aún juvenil al Benfica. Del mozo se hablaban maravillas y en la pretemporada demostró poseer una técnica y una rapidez notables. No obstante, a la hora de la verdad el jugador no convenció al mister zaragocista, un personaje que tenía acentuada esa tendencia a pensar que solamente ellos saben lo que le conviene al equipo que parecen sufrir tantos entrenadores, y terminó regresando antes de Navidades a su país habiendo jugado tan solo 18 minutos en partido oficial. Se acusó a Coentrao de dedicarse más a la juerga que a entrenar y su historia zaragocista fue breve y negativa; a casi todos nos quedó la duda de si Coentrao era un inmaduro o las manías de un mister nos habían privado de jugar en la división intermedia con una figura en ciernes.

El chico volvió a Portugal y el Benfica le cedió a su club de origen, donde se reivindicó, regresando al equipo lisboeta tras brillar en una nueva posición, la de lateral izquierdo. Coentrao confirmó sus cualidades en el Benfica, con el que fue campeón de liga y se convirtió en fijo de la selección nacional portuguesa, con quien jugó el Mundial de Sudáfrica. José Mourinho se encaprichó de su compatriota y provocó que éste fichara por el Real Madrid, que pagó a los lusos nada menos que 30 millones de euros. Semejante cotización debría llevar a la conclusión de que Coentrao era poco menos que el sucesor de Roberto Carlos, una de las grandes figuras emergentes del fútbol europeo y mundial; a la hora de la verdad, Coentrao, que tras alternar titularidad con Marcelo aprovechó los problemas físicos del brasileño para hacerse con puesto fijo, algo a lo que sospecho contribuyó también cierta endogamia "Mouriñil", no ha pasado de ser un buen lateral con tendencia a la irregularidad, algo frágil y bastante conflictivo. Imagino que el zurdo portugués tendrá sus defensores, pero no me parece osado afirmar que no ha demostrado, ni de lejos, el altísimo precio que se pagó por él.

Es ésto algo que siempre ha pasado en el fútbol, el que el afán de acaparar, fichar todo lo que se mueve y vender camisetas de los clubes poderosos les lleva a pagar cifras excesivas por jugadores cuya calidad y rendimiento aún está por ver, produciéndose un fenómeno de sobrevaloración; a vuela pluma recuerdo casos como los del ilicitano Félix, al que fichó Núñez por unos cuantos kilos que terminó luciendo en el banquillo, o el zaragocista Villarroya, al que una internacionalidad ocasional hizo pagar a los merengues 300 millones de los de hace 25 años o la demencial venta del bético Roberto Ríos al Athletic, sin olvidar nombres como Cuéllar, Escurza, Goran Drulic, Woodgate, Cunningham, Prosinescki, ... jugadores que parecía se iban a comer el mundo, que costaron a precio de oro y terminaron olvidados del todo. Esta situación se ha agravado en los últimos años, cuando las múltiples cadenas televisivas, los foros y webs de internet, las redes sociales ... y la estupidez humana crea ídolos anticipados a los que luego les puede la púrpura, ... o les malogra la mala digestión del dinero.

12 de junio de 2013

Obama también espía



"Los escándalos de espionaje emborronan la imagen de Obama."

"La revelación del espionaje mantenido por la Administración del presidente de EE.UU., Barack Obama, es un nuevo capítulo en los escándalos sobre seguridad y privacidad que han asaltado a la Casa Blanca y que desvían la atención del público en un momento especialmente delicado para el mandatario. "

Al presidente de los Estados Unidos Barack Obama parece que se le está atragantando su segundo mandato en la Casa Blanca. En sus primeros años al frente del país más poderoso del mundo -con permiso de los chinos, por supuesto- parece que todo eran, en términos de la Cataluña más festiva, "flors y violas", pero ahora se intuye que las cañas se van volviendo lanzas y cuando todavía le quedan más de tres años ubicado en el mítico despacho oval, algunas de sus formas de gobernar comiezan a ser cuestionadas por casi todos. Hasta ahora algunos comentaristas de esos que aparentan creerse el oráculo de Delfos y esa opinión pública tan extendida y que vete a saber quien fomenta y manipula nos solían presentar a los presidentes republicanos con cuernos y rabo y así con personajes como Richard Nixon, Ronald Reagan o George Bush jr se tendía a ser inmisericorde y a atribuirles la mayoría de los males, mientras Jimmy Carter o Bill Clinton eran unos individuos encantadores, por mucho que al primero se le desmadejara la política internacional y el segundo tuviera las debilidades que tuvo con alguna que otra becaria ambiciosa.

Ahora resulta que en todas partes cuecen habas y este simpático "moreno", que ahora me entero que es más joven que yo y nació en Honolulu, también hace trampas. He de reconocer que el problema del espionaje que ahora copa páginas impresas y digitales de los periódicos, cámaras de las televisiones y noticiarios radiofónicos apenas lo conozco y tan sólo me he informado con titulares, pero me gustaría saber si con Obama, que parecía el prototipo poco menos que de un nuevo orden, se va a ser tan duro y exigente como se fue en su día con Richard Nixon, al que el Watergate le supuso, probablemente con plena justificación, la pérdida del cargo y una ignominia histórica.

Tengo la impresión de que quien asume cargos tan importantes y trascendentes se encuentra con frecuencia con papeletas muy difíciles de ventilar, con sapos ingratos que tragar cada mañana en el desayuno y con formas de hacer y usos a los que tal vez sea muy difícil regatear, ... vamos que no todos tienen madera de héroe para decir que no. En Estados Unidos siempre tendrán la sombra de la Estatua de la Libertad, y ante la tentación de pensar que unos y otros son un desastre cabe pensar que buscaran alternativas que respeten ese marco de democracia y libertad. Porque en nuestro país, donde los políticos de uno y otro signo andan de capa caída y han perdido el cariño ciudadano, parece que algunos conviven con la tentación de desenterrar fantasmas trasnochados y parecen añorar a Lenin, el Che y hasta Robespierre, y no es plan ... me parece.

11 de junio de 2013

El "ataque" de la chica pastel


Caminaba el pasado viernes por Independencia -por mucho que algunos digan, siempre es un placer pasear por ahí- en dirección al Teatro Principal: éste ha ampliado sus prestaciones y ahora se ubica en su interior un restaurante excelente; allí había quedado a comer con un amigo. A la altura del Corte Inglés que domina la esquina del Paseo con la calle San Miguel fui abordado por una guapa joven, algo que nunca puede desagradar, por mucho que darse una vuelta por el centro neurálgico de Zaragoza suponga habitualmente tropezarse con un buen número de simpáticos y voluntariosos jóvenes que pretenden conseguir tu donativo fijo para la "Cruz Roja", "Intermón", "Médicos sin fronteras", "Aldeas infantiles" y otras entidades benéficas quienes, ademas de hacer una labor formidable, pueden terminar agobiandote. Pero en este caso el encuentro tuvo otro cariz, ya que quien reclamaba mi atención sólo quería ofrecerme algo bueno y en mi provecho; la chica iba vestida de pastel: se había encasquetado en torno al cuerpo una llamativa estructura a modo "carrocería" o similar que la convertía en una especie de mesa camilla andante. Pronto vi que se trataba de un traje de tarta o pastel y que la moza repartía una especie de tarjetas a modo de invitación. Desde luego lo más destacable de semejante aparición fue la tremenda simpatía y desparpajo de tan encantadora tarta, que no aparentaba tener vergüenza alguna de verse revestida de un disfraz realmente ostentoso y excesivo.

La "chica-pastel" me explicó que en la citada y cercana Calle San Miguel se inauguraba una pastelería bajo el atractivo nombre de "Dolce-vita" y me invitaba a que, previa presentación de la tarjeta que me entregaba, me dignara pasar en cualquier momento de ese día por el novel establecimiento para disfrutar de un "picoteo" gratuito. En ocasiones las prisas y lo reiterado de los "abordajes" pueden provocar cierta impaciencia y hasta rechazo, pero he de reconocer que la chica era tan simpática, tan resuelta y, ¿por qué no decirlo? tan guapa, que me paré gustoso a recoger la invitación en cuestión, a la vez que procuré exteriorizar mi afecto instantáneo y mi agradecimiento a su amabilidad con la mejor sonrisa que pude mostrar -aseguro aquí y ahora que fue muy sincera- y le dije con firmeza que "muchas gracias", a lo que ella me respondió en una clara incorrección gramatical con un resuelto "muchas de nadas", yerro que no me importó nada, pues me quedé reconfortado de que siga habiendo en este mundo complicado y crispado que nos toca vivir ahora personas dispuestas a hacerte feliz, a mostrarse humanas -por muy pastel que aparenten ser- y a sonreir de forma tan bonita. Aquí mi homenaje a quien supo realizar su trabajo con optimismo, eficacia y sin complejos, feliz, al menos en apariencia, de poder ofrecer algo bueno al personal. La buena cocina del "Principal" y la excesiva cola de la "Dolce-Vita" me dejaron sin hambre y sin tiempo e impidieron que utilizara la tarjeta recibida, pero los dueños de la nueva confitería pueden agradecer a su imagino que ocasional trabajadora el que desde ayer desee fervientemente el éxito de la empresa y que en mi corazón quede fijo un encuentro tan incidental como grato: ahora soy fan de la "Dolce Vita", ahora sólo queda disfrutar de sus productos.

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10 de junio de 2013

Adios a Elías Querejeta

El pasado domingo, 9 de junio, falleció en Madrid el productor de cine Elías Querejeta; tenía 78 y ha sido sin duda uno de los cineastas de mayor relevancia del panorama cinematográfico español de los últimos 40 años, apareciendo su nombre relacionado con las películas más significativas del último tercio del siglo pasado. No obstante, no podemos olvidar que antes de dedicarse al cine Querejeta fue futbolista, profesión en la que si bien se mostró irregular y tuvo una dedicación efímera -se retiró con 23 años- también llegó al máximo, pues jugó en 1ª división como delantero con la Real Sociedad, equipo con el que disputó 41 partidos a lo largo de seis temporadas, en los que marcó seis goles, siendo el más importante el que le metió al Real Madrid de Alfredo di Estéfano en el viejo "Atocha" y que le dio la victoria a los donostiarras. En el mundo del cine una de las grandes virtudes del productor fallecido fue el saber engrandecer el trabajo de una serie de directores a los que catapultó al éxito: Carlos Saura, Jaime Chávarri, Emilio Martínez Lázaro, Fernando León, Julio Medem, Manuel Gutiérrez Aragón, Víctor Erice y de su hija Gracia Querejeta. El trabajo de Querejeta comenzó en 1963, año en el que creó su propia productora y a partir del cual se inició una carrera brillantísima y, sobre todo, una gran capacidad de trabajo que le llevó a participar en más de cincuenta películas y a tener un protagonismo principal y decisivo en la renovación del cine español de la época.

Cabe destacar en primer lugar el magnífico tándem que formó con Carlos Saura, con quien hizo un cine de crítica social en el que destacaba la calidad y la enorme habilidad de director y productor para burlar la censura en una época, años 60, en la que ésta conservaba una fuerza y un poder notables. Puestos a destacar cabría citar "La caza" (1965), el film que supuso el espaldarazo definitivo a la carrera de Saura, una película durísima con la guerra civil y la brutalidad humana de trasfondo que tiene como protagonistas una partida de caza que componen actores de la categoría de Ismael Merlo, Alfredo Mayo y José María Prada y con la que obtuvo el premio al Mejor Director en el Festival Internacional de Cine de Berlín; de su colaboración con Saura también deben destacarse "Peppermint frappé" (1967), premiada con el Oso de Plata en el mismo festival, una inquietante película con guión de Rafael Azcona y en la que repite Alfredo Mayo junto a Geraldine Chaplin y José Luis López Vázquez. A finales de los 60 realiza tres películas las tres con un tema en común, los problemas de pareja: "Stress es tres, tres" (1968), "La madriguera" (1969) y "El jardín de las delicias" (1970). A partir de ahí la colaboración Saura-Querejeta parece pretender realizar una disección de la familia en la España del tardofranquismo, y realizan tres films de gran peso: "Ana y los lobos" (1972), donde Geraldine Chaplin borda el papel de institutriz con dos compañeros formidables: Fernando Fernán Gómez y Rafaela Aparicio, "La prima Angélica" (1973) y "Cría cuervos" (1975), las dos últimas con premio en Cannes incluído. Sus últimos trabajos con Saura son "Elisa vida mía" (1977), para muchos su trabajo más ambicioso, con reparto encabezado con la inamovible Geraldine Chaplin y Fernando Rey, "Mamá cumple cien años" (1979) y "Deprisa, deprisa" (1980).

Con Victor Erice realizó, entre otras, dos películas que ya son indiscutibles en la historia de nuestro cine: "El espíritu de la colmena" (1973), un soprendente drama ambientado en la Castilla de la más inmediata posguerra en el que trabajan Fernando Fernán Gómez, Teresa Gimpera y Ana Torrent, film triunfador en el Festival de San Sebastián y "El sur" (1983), otro drama con trasfondo de la guerra civil en el que intervienen Omero Antonutti, Iciar Bollaín y Rafaela Aparicio. También vemos su impronta en otros directores, como Manuel Gutiérrez Aragón, "Habla mudita" (1973), con José Luis López Vázquez, Kiti Manver y "Feroz" (1984), con Fernán Gómez a la cabeza, Moncho Armendariz, "Tasio" (1983), cuya cabeza de cartel fue Patxi Bisquert y "27 horas" (1986), Maribel Verdú y Antonio Banderas en el reparto y Ricardo Franco, "Pascual Duarte" (1976), la versión cinematográfica de la ópera prima de Camilo José Cela que bordó José Luis Gómez. De la época más reciente de Querejeta son inolvidables tres películas que produjo y supusieron la consagración como director de Fernando León de Aranoa: "Familia" (1996), interpretada por Juan Luis Galiardo, Agatha Lys y Amparo Muñoz y que no sabríamos si definir como un drama con toques de comedia o una comedia con ribetes de drama, "Barrio" (1998), un drama social con un reparto que me suena a chino y "Los lunes al sol" (2002), auténtica película redonda que protagonizan Javier Bardem y Luis Tosar y donde sale el viejo estadio de "Pasarón". No puedo olvidarme de "Historias del Kronen" (1995), dirigida por Moncho Armendáriz sobre un guión del escritor José Ángel Mañas, una genuina historia de jóvenes infractores que interpretaron quienes entonces eran jóvenes promesas como Juan Diego Botto, Jordi Mollá y Eduardo Noriega.

Elías Querejeta también fue guionista y experto en cortometrajes; estoy seguro de que me dejo en el tintero muchos de sus trabajos importantes, pero dejo que Tommy nos sorprenda, que espero que lo haga. Descanse en paz este gran trabajador del séptimo arte.

8 de junio de 2013

Muere la sirena de Hóllywood



El pasado jueves 6 de junio falleció en Los Ángeles la actriz estadounidense Esther Williams; tenía 91 años y fue en las décadas de los 40 y los 50 cuando tuvo su época más brillante y exitosa en el mundo del cine. Williams fue una gran nadadora, incluso tenía fundadas aspiraciones de conseguir alguna medalla olímpica, algo que no pudo lograr tras la suspensión de los Juegos Olímpicos de 1940 que se iban a celebrar en Helsinki por motivo de la 2ª Guerra Mundial. Posteriormente la Williams encontró en el cine a la gallina de los huevos de oro y tanto su belleza como su arte en la piscina la convirtieron en una estrella que fue capaz de llevar al cine un nuevo género de películas: las musicales con espectáculos acuáticos. Mi primer recuerdo de Esther Williams se remonta a las sesiones cinematográficas que a finales de los 60 se celebraban los domingos por la tarde en el colegio de mi hermana, la Compañía de María, y en concreto a una ocasión en que estando anunciado un film de aventuras -no me acuerdo cual- acabamos tragándonos "Escuela de sirenas" (1944), la ópera prima de la actriz fallecida, de la que tan sólo recuerdo a una joven rubia y estlizada que se pasaba la película pegándose chapuzones en la piscina.


Esther Williams fue una de las grandes protagonistas de la época dorada de la Metro Godwyn Mayer; del obituario de "El País" recojo esta referencia de Terenci Moix: “En el recuerdo, Esther personifica como nadie la entrañable imagen de sueños que mezclaban la ingenuidad y el kitsch a partes iguales. Su cabeza asomando entre lotos y nenúfares, sus bañadores de lamé, su eterna sonrisa inalterable aun debajo del agua, se convirtieron en el anuncio viviente de una felicidad que solo se realizaba en los cines de barrio”. Queda dicho que "Escuela de sirenas", de George Sidney, fue su gran éxito, pero entre 1944 y 1949 siguió triunfando con este subgénero "acuático" en películas como "Juego de pasiones" (1946), "Fiesta brava" (1947) y "En una isla contigo" (1948), las tres de Richard Thorpe, así como en "La hija de Neptuno" (1949), de Edward Buzzell y "Llevame a ver el partido", de Busby Berkeley. En "Escuela de sirenas", y en algun film más, tuvo una importante y decisiva intervención el gran Xavier Cugat. La primera mitad de la siguiente década Williams siguió contando sus películas por éxitos, destacando "Serenata en el valle del sol" (1950), de Robert Z. Leonard, "La primera sirena" (1952), de Mervin LeRoy, "Peligrosa cuando se moja" (1953), de Charles Walters, con una increíble escena acuática junto a Tom y Jerry y "La preferida de Júpiter" (1955) de George Sidney. En estos años de triunfos y glamour la Williams compartió reparto con los mejores actores y actrices del momento: Ricardo Montalbán, Cyd Charisse, Fred Astaire, Judy Garland, Lucille Ball, Peter Lawford, Jimmy Durante, Victor Mature, Walter Pidgeon, Mary Astor, George Sanders, Frank Sinatra, Gene Kelly, ...

Cuando se pasó la moda d elos musicales acuáticos Esther Williams lo intentó con el drama, protagonizando películas como "Sombras de la noche" (1955), "Momento inesperado" (1956), ambas de Harry Keller y "El gran espectáculo" (1961), de James B. Clark. En 1963 rodó en España "La fuente mágica", dirigida por quien fue su tercer y último marido, el argentino Fernando Lamas. Los años no habían perdonado a Esther Williams, que llevaba años postrada en una silla de ruedas; eso sí, nos cuentan que seguía bañándose en su piscina de agua calentada con energía solar. Llevaba años sin oír hablar de esta mujer que tan sólo recuerdan quienes eran jóvenes hace sesenta años y algún friki de este mundo; ahora con su muerte nos viene otra vez a la cabeza: descanse en paz.

7 de junio de 2013

La cordialidad como técnica

 
Es un tema donde me temo que nadie podemos decir aquello de que "de este agua no he de beber"; ¿quién no se ha mostrado cortés, atento y hasta simpático con alguno a quien en realidad no traga?, ¿quién no ha caído en la debilidad de hacer un día la rosca por puro interés?, ¿quién no se ha visto obligado a plantar una sonrisa "Profident" para conseguir trabajo, un crédito o la mano de una chica ante unos padres chapados a la antigua? ... Posiblemente son "cosas de la vida", el precio que ha de pagarse por estar en el mundo, en la época y en la sociedad en que nos ha tocado vivir. Pero hay un tipo de cordialidad que me produce especial "dentera", es la puramente fingida, la de quien se muestra amable contigo, generalmente desde una teórica superioridad jerárquica o moral, no se sabe si porque piensa que tiene la obligación de serlo, si por ser condescendiente, porque se siente adalid de la cordialidad o por una especie de mezcla de todo lo anterior.

Esto es como las meigas: "haberlas, haylas", ... personas que asoman encantadoras, que te exponen su sonrisa de oreja a oreja, conocen tus dedicaciones, gustos y aficiones, te dan palmaditas en la espalda y golpecitos en el hombro, te sueltan frases como esas de "llámame", "ven a verme" o "eres estupendo", pero terminas enterándote que según te das la vuelta comienzan los "peros", las inquisiciones y los cuchicheos. Otras veces lo que ocurre es otra cosa, el individuo, ausente el recipiendario de la amabilidad, generalmente más joven, más inexperto o subordinado, pasa de la mansedumbre a la exigencia, se encumbra en su poder o en su pretendido prestigio y habla del que ya no está con dureza, con hiriente condescendencia incluso con frases que encierran cierto desprecio. Son personajes encantados de conocerse, con una trabajada conciencia de una trascendencia que creen acreditada, con ínfulas no se sabe si de madre superiora o de Ministro de Información y Turismo.

Me da miedo que los años y las experiencias puedan volverme demasiado suspicaz y desconfiado, pero hace ya tiempo que no me fío de algunos que te ponen buena cara.

6 de junio de 2013

Llegó Neymar

El pasado lunes el delantero brasileño Neymar da Silva Santos Júnior fue presentado como nuevo jugador del F.C. Barcelona. El ariete paulista tiene 21 años y se formó en la cantera del Santos, el equipo de siempre del gran Pelé, donde ha brillado como hace años no lo hacía un atacante en su país, posiblemente desde los tiempos ya lejanos de Bebeto, Romario y Ronaldo. Con Leo Messi, Neymar puede formar una dupla legendaria y llegar aún más lejos, si cabe, en las cifras goleadoras del club blaugrana en todos y cada uno de los torneos en los que juegue. El Barça andaba necesitado de nuevos ímpetus, pues este año, a pesar de haberse paseado por la Liga y haber batido el récord de puntos, se ha mostrado más frágil de lo habitual y su participación en la Liga de Campeones ha estado presidida por la irregularidad hasta su debacle final frente al Bayern. No obstante, pienso que para aspirar de nuevo a todo habría que despejar otras incógnitas como la firmeza de la defensa tras la marcha de Puyol, la comprobación de como rinden en medio campo un jugador que se va haciendo mayor como Xavi y otro que no acaba de despegar en el Nou Camp como Cesc y el ver como se entienden los dos "dioses" que se van a juntar en vanguardia.

El Barça ha pagado 54 millones de euros por la estrella brasileña, una cifra llamativa que parece devolvernos a tiempos pretéritos, cuando el Barça peleaba por las mejores estrellas y terminaba llevándoselas para Barcelona a base de talonario. Aunque los culés han seguido gastando billetes, no debemos olvidar que el excepcional equipo de los últimos años se ha sustentado en jugadores producidos por la propia casa tales como Xavi, Iniesta, Víctor Valdés, Puyol o el mismo Leo Messi, sin olvidar descubrimientos geniales de Guardiola, también encontrados en "La Masía", como Busquets o Pedrito. De hecho, entre los fichajes de fuera ha habido más de un fiasco: Ibrahimovic, Song, Chygrynskiy, Afellay, Maxwell, ... Traer a Neymar es, en principio, un "puntazo", los azulgrana se han impuesto al Madrid y no se han dejado pisar por los grandes reventadores de mercados de la actualidad -Chelsea, Manchester City, Paris St. Germain-, pero siempre queda la duda de si el brasileño, un personaje polémico y con fama de ser algo pendenciero, les puede reventar el vestuario. Los antecedentes brasileños del club, con honrosas excepciones, no invitan precisamente al optimismo, pues gente como Romario, Ronaldo, Ronaldinho y Deco fueron, sin duda, grandísimos futbolistas, pero también una fuente permanente de dolores de cabeza.

A su llegada a Barcelona Neymar fue "tópico" y "típico": "Mi corazón estaba con el Barça, no me muevo por dinero", frase que, con toda sinceridad, dudo que nadie se la haya creído, a no ser claro está que sea uno de esos que se vuelven ciegos con esa pasión y fanatismo que en tantas ocasiones invade el fútbol. Neymar también aportó su buena dosis de populismo y habló en catalán, asegurando sentirse más a gusto en ese idioma que en castellano; podríamos pensar que en Sao Paulo es tarea habitual leer a Joan Maragall, Folch i Camarasa o Mosen Jacint Verdaguer, aunque creo que acertaremos pensando que más bien se trataba de la típica pantomima que tanto les gusta montar por algunos lares ... ¡viva la naturalidad!. Ya veremos si todos siguen tan contentos con el muchacho cuando le entre una de esas morriñas a la que son tan aficionados los brasileños o salga con una imprevista petición de aumento de ficha.

5 de junio de 2013

Huevos con ...


Algunos sábados me incorporo a un almuerzo que tienen organizado unos amigos en un establecimiento hostelero de Huesca; se trata, por supuesto, de un almuerzo como Dios manda, es decir, tradicional y español, con huevos fritos, acompañamiento y ambiente festivo. Cuando ya estamos todos se acerca el camarero e incoa con voz clara la frase de "huevos con ...", vamos que el ingrediente procedente de la gallina se da por supuesto, y solamente queda saber la apetencia de cada cual respecto de la compañía de aquéllos. La opción más sana es la del jamón, siempre que este tenga una mínima calidad y esté bien cortado, con distintas opiniones respecto a si conviene pasarlo un poco por la sartén o no, que para los gustos se hicieron los colores. Hay una segunda posibilidad más sustanciosa, aunque a la vez más dañina para el colesterol como es el recurso a productos más "contundentes"
del cerdo, como el chorizo, la longaniza o la morcilla ... alimentos que ofrecen una recompensa inmediata de sabor, pero que en contrapartida pueden tener efectos secundarios a lo largo del resto de la mañana, e incluso de la tarde.

Pero que nadie piense que las alternativas se cierran ahí, porque hay gente más amante de la variedad que puede recurrir a otras opciones menos conocidas, como es el incluir en el plato de los huevos pisto, bacalao, sesos, callos, ... y cualquier otra posibilidad, porque no hay que poner puertas al campo ni limitar las posibilidades que nos ofrece la gastronomía nacional. Y, por supuesto, cuando de huevos fritos se habla no cabe olvidarse de las patatas fritas, una guarnición que si está bien elaborada es muy difícil de superar; eso sí, no caben las patatas de paquete, ni las rehechas de días anteriores, ni las mal cortadas ni la fritas en aceite recalentado, esas patatas grasientas de cuartel de tropa que indigestan, me refiero a las patatas bien trabajadas, delgaditas, doradas y recién hechas.

Y quiero hacer una última referencia; porque tengo un amigo del que aprendí que cuando se tiene conciencia de que el acompañamiento de unos huevos fritos puede ser contraproducente por razones de salud o de no tener excesiva "gazuza", siempre tienes la opción de pedirlos "con puntillas", que te sirvan un plato en el que destaque, junto a la soledad del par de huevos, esas puntillas doradas a los extremos. En el fondo no son más que los primitivos huevos que vimos por vez primera en nuestras casas, esos en los que junto a la brillantez de la yema y la extensión de la clara, relucían las puntillas como elemento característico y diferenciador de unos huevos fritos bien hechos. Conforme cumples años ya la vez que pierdes las energías del apetito joven, vas adquiriendo ese sano sibaritismo que te lleva a apreciar la calidad más que la cantidad y a comprender que unos "huevos fritos con puntillas" son una elección privilegiada.

4 de junio de 2013

El mayordomo de Netol

Los niños de los 60 no teníamos play, ni UI, ni móvil ni aparatos equivalentes; por eso los fundamentos de nuestras diversiones eran más rudimentarios, aunque posiblemente también más plurales. En un mundo y un tiempo en el que la televisión irrumpió en los hogares españoles de modo generalizado los "zagales" lo devorábamos todo, con la rigurosa e implacable excepción, por supuesto, de la temida aparición al noreste de la pantalla de esos odiados rombos, así como de las restricciones relativas a los programas de horario nocturno; ese "todo" incluía, sin ocupar ni mucho menos papel secundario, los anuncios, que en aquella época pienso que eran más simples, imaginativos y simpáticos. Bien fijo se nos quedó en la retina el detergente "Persil", cuya venta se incentivaba al ritmo de la marcha nupcial de Mendelsshon, el cerdo que también prefería "Sanders", el famoso payaso de "Fanta", el ama de casa que postulaba las maravillas de la olla "Magefesa", las gallinas que deseaban morir condimentadas en "Starlux" o el inolvidable negrito del África tropical que tomaba "Cola-cao". Uno de los anuncios más recurrentes era el de "Netol", el líquido usado para limpiar metales cuya máxima representación era un mayordomo de mofletes notabilísimos y sonrisa amplia.

El mayordomo de "Netol" no cuajó en mi recuerdo tan sólo a través de la televisión, pues era protagonista habitual de los anuncios que portaban tranvías y autobuses, unos carteles que se extendían de punta a cabo de sus carrocerías y recorrían Zaragoza; de esta manera el señor de la gran sonrisa atravesaba calles y plazas junto al indio de cafés "Motilón", el gordo de "Michelín" o los paquetes del detergente "Elena". El "monigote" de "Netol" tenía un encanto especial, transmitía simpatía y vete a saber si era esa especial gracia de su figura la que al fin y al cabo imponía la confianza del consumidor en la marca anunciada. El dibujo era verdaderamente curioso, y su creador había sabido reflejar una originalidad digna de elogio: una cabeza en forma triangular, unos mofletes llamativos -posiblemente los más destacados de la historia del diseño- y una sonrisa de oreja a oreja.

Evidentemente en la época en la que vivimos la figura del mayordomo queda arrinconada a la condición de residuo de tiempos cada día más lejanos; si te descuidas la combinación de la librea con los metales que deben abrillantarse le puede sonar a alguno que otro a lujo inaceptable. Yo he tenido pocas ocasiones de contemplar en directo la figura de un mayordomo, solamente me viene a la cabeza un niño al que daba clases particulares en mi época de universitario en Barcelona: cuando llegaba a su casa la puerta solía ser abierta por una filipina con cofia o un mayordomo con librea, aunque la figura de éste andaba muy lejos de ofrecer apariencias versallescas. A mí, desde luego, el mayordomo de "Netol" no me traumatizó, simplemente es un personaje que me devuelve a la descomplicación de otros tiempos.
 
 

3 de junio de 2013

Algo más que caracoles


El sábado fue día de encuentros, y como no era cuestión de relacionarnos por webcam -ni por washapp- escogimos Lleida como un lugar oportuno para convertir la blogosfera en algo más real, ... si cabe. También es cierto que fue Tomae el que con perseverante insistencia se convirtió en alma mater de esa cita que no era a ciegas y, tras la frustrada intentona del mes de abril, el AVE y uno de esos buses de ALOSA que surcan más carreteras que autovías nos depositaron en Lleida a unos cuantos chalados de la red que pululamos en torno a éste y otros blogs. El día salió muy bien, incluyendo la temperatura, cosa que es de agradecer a la vista de una primavera tan accidentada y polar. La capital del Segriá nos recibió con un sol espléndido y un ambiente bastante vivo, pues los lleidatas aprovecharon la bonanza del sábado para abarrotar la calle Mayor y aledaños.

La hospitalidad de Tomae y su media naranja fue de sobresaliente, como era de esperar por otra parte. Agradezco el detalle del citado y Driver de venirme a buscar a la estación de autobuses de Lleida, que no es precisamente un edificio moderno, impecable y con premio arquitectónico, De allí nos dirigimos a la Catedral nueva, que nuestro conductor visitó con esa especial y sana curiosidad que tiene por todo lo que puede representar historia y arte, y es que este chico por muchos problemas que tenga de protocolo tiene la virtud de fijarse en todo y cada uno de los detalles, lo que además contrasta con mi recalcitrante despiste para estas cosas. Poco después del mediodía recogimos a Sunsi, que venía de estar con los "suyos" a estar con los "otros suyos", y cuya presencia terminó siendo fundamental para el éxito de la "gestión".

la razón última del encuentro fueron unos caracoles que nos metimos entre pecho y espalda en el "Restaurante Isidro", los cuales por cierto resultaron excelentes, afirmación que hago absolutamente lejos de cualquier intención de ser positivo o políticamente correcto; la verdad solamente tiene un camino y hacía decenios que no tomaba unos caracoles de esta categoría, acompañados de una buena vinagreta y un ali-oli que en su forma parecía un helado de mango y en su realidad un aliño formidable. Lo mejor de la comida fue, no obstante, la conversación y las risas que nos echamos, con alguna complicidad de esas que quien no está "al loro" -como me pasó a mí en algún caso- no se termina de enterar. A los cafés llegó Veronicia, que fue el complemento perfecto para cerrar un día magnífico.

Si no hubiera hecho post del encuentro me hubiera considerado una especie de traidorzuelo; habrá más reuniones como esta y habrá que buscar otras gastronomías, mediterráneas u oscenses, para ir concretando las intenciones. Tomae, Mónica, Driver, Sunsi, Veronicia: muchísimas gracias y esto no termina aquí.
 
 

1 de junio de 2013

Libros en mayo florido


A lo largo del mes de mayo he concluído cinco libros, a los que cabría añadir alguno más comenzado del que informaré al terminarlo, imagino que el mes de junio. El "lote" de este mayo que aunque lo llame "florido" ha sido en buena parte capitalizado por la lluvia y el frío, contiene tres excelentes muestras del "sector" novela de intriga, tres libros bien distintos pero que recomendaría en su totalidad sin tener duda alguna: una excelente muestra de la novela escandinava, un clásico de la novela negra y una larga y trabajada obra de un autor francés que para mí ha sido una sorpresa y una revelación. Terminé por fin la primera entrega de la trilogía polaca de Sienkiewicz, un relato tremendo, distinto, ... épico y concluí en una semana el ensayo de un autor italiano que prometía más de lo que dio de sí.

Muchas veces he hablado de la avalancha de autores escandinavos de novela policíaca que se produjo a partir de la aparición de Henning Mankell y de la necesidad de aprender a separar el grano de la paja; una de las autoras que, en mi opinión, pasan sobradamente la criba es Karim Fossum, una noruega que escribe muy bien y de la que ya leí con agrado "El ojo de Eva" y "¿Quien teme al lobo?", dos novelas protagonizadas por el comisario Konrad Sejer y que reunían todas las condiciones necesarias en un buen relato de intriga; por eso no me ha sorprendido lo bien que se ha desarrollado la lectura de "No mires atrás", un relato en el que se narra el asesinato de una joven de 15 años en una pequeña localidad de Noruega, un crimen que saca a la luz el complicado pasado de unos cuantos de sus habitantes. Es admirable lo bien que marca los ritmos Fossum, que en breves capítulos, que curiosamente se van sucediendo seguidos, sin cambiar de página, va desarrollando ordenadamente la trama, manteniendo el suspense y sin que se perciban lagunas ni pérdidas de interés. Además, junto su protagonista habitual, Sejer, la escritora consigue crear un par de personajes verdaderamente interesantes, Halvor, el novio de la chica asesinada y Raymond, un deficiente mental que aparece poco, pero con fuerza. Eso sí, el tema de fondo es duro y uno se queda con sabor agrio en la boca. Pienso que Karim Fossum es una de las mejores novelistas nórdicas del género, con una calidad literaria superior en mi opinión a otras que venden bastante más, al menos en nuestro país, como Camilla Lackberg y Assa Larsson.

Leí una buena crítica de "La historia de mi gente", libro con el que el italiano Edoardo Nesi ganó hace un par de años el prestigioso premio "Stregga"; no es propiamente una novela, sino una especie de ensayo de crítica político-social en la que Nesi, quien además de escritor fue copropietario durante muchos años de la empresa textil familiar, ubicada en la localidad toscana de Prato, realiza una especie de sentido epitafio a las viejas formas de hacer negocios. Nesi parte del drama que supuso tener que vender dicha empresa en 2004, al igual que muchos otros empresarios de dicha ciudad. Nesi efectúa una comparación entre la añorada antigua forma de hacer negocios y la situación de la economía occidental a partir del fenómeno de la globalización y la rotura de fronteras. El tema me resultaba atractivo y durante el primer tercio del libro -es bastante breve: 150 páginas- disfruté leyendo las experiencias de Nesi como joven y dinámico empresario, que vendía tejidos fundamentalmente a Alemania. En un ataque de emotividad le dije a Brunetti que era un libro magnífico y éste, sabio y prudente, me comentó que era mejor esperar al final para hacer valoraciones globales. Efectivamente, antes del ecuador de la lectura Nesi pierde el rumbo y comienza una desordenada relación de anécdotas y pensamientos que hace que el libro pierda unidad y cierto interés. No obstante, todavía pude disfrutar de un par de capítulos con irónicas descripciones sobre la invasión del comercio y la cultura china en nuestros países, a pesar de lo cual me quedé con la impresión de que la cosa podía haber dado más de sí. Nesi publica en Salamandra, una casa que afina sus ediciones y en ella acaba de aparecer "Una vida sin ayer", otro ensayo en el que Nesi habla del futuro que heredan los jóvenes, según las críticas en un tono positivo y creador, ... no descarto darle una segunda oportunidad.

La editorial Ciudadela publicó no hace muchos años la trilogía polaca de Henryk Sienkiewicz, el autor del mítico "Quo Vadis" que recibió en 1905 uno de los primeros premios Nobel de literatura y uno de los autores m´ças importantes de Polonia, además de periodista y personaje implicado activamente en la causa polaca. "A sangre y fuego" es la primera entrega de esta trilogía, y a lo largo de algo más de 400 páginas nos cuenta con pasión y detalles la sublevación cosaca de 1648 en la provincia ucraniana de la denominada República de las Dos Naciones, un vasto estado que aglutinaba el Reino de Polonia y el Gran Ducado de Lituania , liderada por Bogdán Mielniski, atamán o comandante de las tropas cosacas que contó con el apoyo del Khan de Crimea y su temible caballería tártara. Se trata de una auténtica epopeya, de una novela puramente épica en la que no hay descanso para el lector, pues suceden continuamente cosas, con una intensidad, un dramatismo y, por encima de todo, una heroicidad notables: se trata de una especie de amalgama de pasión, patriotismo y crueldad por partes iguales. A la vez Sienkiewicz nos muestra un riquísimo, cualitativa y cunatitativamente, desfile de personajes: el héroe y protagonista Juan Kretuski, el rebelde Mielniski, el príncipe Jeremías Visnovieski, Miguel Volodiovski, gallardo oficial y espadachín sin igual, Longinos Podbipieta, hidalgo lituano de altura y fuerza desproporcionadas, Zagloba, el tuerto, el más carismático de los personajes de la novela y el cosaco Bohun. Se trata de una novela que hay que digerir poco a poco, cuya naturaleza histórica parece sin duda aderezada por la imaginación y la pasión nacionalista del autor, a pesar de lo cual anima tu  interés por la historia de esa importante zona del este de Europa.

Ya he comentado en otras ocasiones que hay ocasiones en que uno no termina de saber explicar porqué le echa el ojo a determinada novela; la cuestión es que hace tiempo que tenía anotado en mi lista de "caprichos literarios" el título de "Bajo el hielo", un relato del francés Bernard Minier cuya trama se desarrolla en un profundo valle de los Pîrineos. Posiblemente no andaré descaminado si me planteo que una de las razones de tal inclinación se encuentra en la cercanía, en el hecho de que a lo largo de la narración aparecen lugares tan próximos como Toulouse e incluso ciudades que he "pisado" varias veces como Tarbes y Pau. De cualquier manera debo de comenzar mi valoración del libro asegurando que me ha encantado, con esas reservas que últimamente pongo cuando realizo valoraciones excesivamente entusiastas de mis lecturas ante el peligro de que alguno siga el consejo y termine decepcionado. Creo que esta novela policíaca no es una más, sino que estamos ante un relato con pretensiones que el autor consigue llevar a buen puerto. Hay dos grandes personajes que protagonizan las dos historias paralelas de "Bajo el hielo", el inspector Martin Servaz, comandante de la Brigada Criminal de Tolouse y Diane Berg, una joven psicóloga suiza que llega a realizar sus primeras prácticas profesionales en un siniestro Instituto psiquiátrico-penitenciario; son dos personajes que terminan encontrándose y complementándose. La narración comienza con la escabrosa aparición del cadáver de un caballo decapitado y poco a poco va adentrándose en una tremenda trama de muertes relacionadas con oscuras historias pasadas que terminan creando un nudo de intrigas que los protagonistas han de desentrañar. La novela adolece, desde mi punto de vista, de un defecto: es demasiado larga -casi 600 páginas- y al final queda la impresión de que el autor la ha extendido en exceso, que no hubiera pasado nada recortando unas cuantas hojas.

A la hora de hablar sobre los grandes gurús de la novela negra, parece que no hay ninguna duda en mencionar los nombres de Dashiell Hammet y Raymond Chandler; cualquier entendido en la materia añadirá un tercero en discordia: Ross MacDonald, un californiano fallecido en 1983 cuyo verdadero nombre era Kenneth Millar. MacDonald crea un personaje notable, el detective Lew Archer, alguien que tiene poco que envidiar a los míticos San Spade y Philip Marlowe. De MacDonald solamente había leído -hace, por cierto, unos cuantos años- "El martillo azul" y tenía ganas de repetir; cayó en mis manos "Costa Bárbara", una breve e incisiva novela negra que reune elementos tan particulares del género como casinos, mujeres ambiciosas y más bien ligeras, personajes relacionados directa e indirectamente con el boxeo, mafiosos, matones, crímenes, ... y por supuesto, un detective audaz y "rompedor" como el mencionado Lew Archer. La acción es trepidante, los personajes ricos y bien elaborados, las frases frecuentemente geniales y, por encima de todo, un ambiente plenamente adecuado a lo que debe de ser una novela negra. Sin ninguna duda, Ross MacDonald está a la altura de los grandes.