31 de octubre de 2010

Noticias acumuladas



A largo de la semana que hoy termina -aunque el puente nos permita incrementar la fiesta- los telediarios y periódicos han tenido abundantes noticias que comentar; eso pasa siempre y no creo que esta semana haya sido especial, pero me apetecía hablar de una serie de cuestiones que no tengo tiempo de desarrollar en post individuales.

Comenzamos la semana con polémica a causa de los excesos verbales de Arturo Pérez Reverte respecto de las lágrimas derramadas por Miguel Ángel Moratinos tras su cese como Ministro de Asuntos Exteriores; a mí me encanta Pérez Reverte y me he leído casi todos sus libros, de la misma manera que no son pocas las veces que disfruto con sus artículos del "Semanal", pero también me parece que con demasiada frecuencia escribe como si se hubiera tomado un "Tripis", con una vehemencia que en ocasiones le lleva a faltar al respeto. Decir que Moratinos se ha ido "como un mierda" ni es justo ni es elegante; a mí personalmente las lágrimas del ex-ministro han conseguido que lo vea más humano, más de la tierra. Creo que nos viene bien que nos demos cuenta que también los llamados "VIPS" tienen su corazoncito y sus sentimientos y son de carne y hueso, y el que muestren sus debilidades no los hace peores profesionales.

Esta semana también ha habido unos cuantos que nos han dejado; el jueves falleció de manera repentina el ex-presidente argentino Néstor Kirchner. Como es lógico la noticia conmocionó a Argentina, máxime cuando el país está actualmente presidido por la mujer del finado, Cristina. Kirchner accedió a la Casa Rosada en las elecciones del 2003, unas elecciones caracterizadas por la lucha entre varios de los miembros del Partido Justicialista creado por Juan Domingo Perón que terminó en una segunda vuelta entre el hoy fallecido y el entonces ya ex-predidente Carlos Menem que no se llegó a celebrar tras retirarse éste. El viernes quien murió fue el histórico líder sindicalista Marcelino Camacho; Camacho representa el sindicalismo en estado puro, fue líder de Comisiones Obreras y entró 18 veces en la cárcel, llevando la iniciativa en la lucha sindical cuando era algo realmente comprometido y arriesgado. Camacho no tuvo nada que ver con la actual imagen de líderes sindicalistas de salón, habituales de los mejores restaurantes y vestidos casi de "Armani", sino que fue un hombre íntegro, que vivía de su sueldo de fresador de la "Perkins" y habitaba un modesto piso alejado del centro de Madrid. Se hicieron famosas sus chaquetas de punto con cremallera que acabaron poniéndose de moda entre los madrileños más pijos de la calle Serrano y adyacentes, tanto que se podía entrar en una tienda y pedir un "Marcelino". El sábado nos despertábamos con la noticia de la muerte inesperada y repentina de la actriz Lisa Blount, una de las protagonistas -junto a Richard Gere y Debra Winger- de "Oficial y Caballero" (1982) una de esas películas que protagonizan las carteleras de su época. Blount hizo algún trabajo más -"Gran bola de fuego" (1989), "Furia ciega" (1990) y "Caja de Luz de Luna" (1996), entre otros-, pero nunca de tanto relieve como su papel de mejor amiga de Debra Winger. Eso sí, Blount, como productora, y su esposo Roy McKinnon, como director y protagonista, se llevaron un Oscar en 2002 cuando 'The Accountant' ganó como mejor cortometraje.

Y siguen los dramas humanos por el mundo; a lo largo de estos días vamos conociendo detalles de un nuevo Tsunami por la zona de Indonesia; otra vez lugares como Sumatra, Borneo, Java, ... son trágicos protagonistas de escenas de muerte y desolación, con un número de muertos que ya supera los 400; por otra parte la tragedia vuelve a apoderarse de Haití, donde se ha desatado una terrible epidemia de cólera que se está cobrando un elevadísimo número de víctimas. Mientras por estos pagos seguimos con cierta indiferencia lo que acontece a personas iguales que nosotros, pero inmensamente más desprotegidas y débiles en todos los aspectos. Tal vez estos sucesos deberían hacernos meditar cuando le damos excesiva importancia a nuestra salud, nuestra economía familiar o las desventuras de nuestros equipo del alma.


30 de octubre de 2010

Un thriller legal italiano













"Testigo involuntario"
Gianrico Carofiglio
Umbriel. Barcelona (2007)
248 páginas



Resumen:
El pequeño Francesco, de nueve años, es hallado muerto en el fondo de un pozo de la ciudad de Bari. Inmediatamente las investigaciones culpan a un senegalés indocumentado que vende baratijas en la playa. Las pruebas son categóricas. Parece evidente que es el autor del crimen. El juicio será un simple trámite. El acusado, condenado a cadena perpetua. Y caso cerrado. Sin embargo hay alguien dispuesto a demostrar su inocencia. Guido Guerreri, un abogado de mediocre y monótona existencia, asume la defensa del acusado más como un desafío para encauzar su vida y su profesión que como una búsqueda de justicia. Una justicia que podría llegar desde el testigo menos esperado... O que quizá no llegue jamás.


Leí por vez primera a Carofiglio hace un par de años; se trataba de un libro titulado "El pasado es una tierra extraña" del que ya hablé aquí, con n o excesivo éxito sobre el papel, pues solamente dio lugar a un comentario. Sabía que este magistrado italiano metido a escritor de novela negra tenía una serie de esas "de personaje", en concreto las que protagonizaba un abogado de Bari llamado Guido Guerreri, la debilidad por este tipo de protagonistas fijos y la insistencia de algunos diarios nacionales sobre la calidad de este autor me llevaron a pedir a uno de mis más fieles apoyos "negro-literarios" el préstamo de esta novela, que es la primera de la serie citada.

La novela la he despachado en una semana: es sencilla y amena de leer, no excesivamente larga y con un nivel de calidad literaria razonable. Me he quedado con ganas de continuar la saga, lo que ya resulta bastante significativo; en las librerías están "Con los ojos cerrados", "Dudas razonables" y el recientemente publicado "Las perfecciones provisionales", y aún parece haber una quinta entrega, pues "El Mundo" hablaba el otro día de una serie de cinco. Habrá que ir encajando los citados en nuestro plan de lecturas.

Del mundo de la novela de intriga italiana han pasado por mis manos autores de nivel: Andrea Camilleri, Donna Leon y Vait Heinichen son los más llamativos, pero los personajes protagonistas de los tres son policías: el inspector Salvo Montalbano, del imaginario pueblo de Vigata, el comisario Guido Brunetti, de los carabinieri de Venecia y el comisario triestino Proteo Laurenti; Massimo Carlotto, un escritor mucho más "agresivo" que los citados, tiene otro personaje relevante: el detective privado Buretti, pero hasta la aparición de Gianrico Carofiglio no se conocía un abogado italiano entre la nómina de los personajes de novela, lo que convierte al escritoe de Bari en el primer autor de un thriiller legal de cierto nivel en Italia.

Desde mi punto de vista lo mejor de la novela es el personaje; Guido Guerreri es mostrado por Carofiglio como un hombre entrañable, muy real, tremendamente honesto y sincero y, por encima de todo, muy humano. Es de esos seres de ficción con los que uno se identifica enseguida, cuyas reacciones y sentimientos te das cuenta que podrían ser los tuyos, ... que de hecho lo han sido en alguna ocasión. Si tuviera que valorar la novela con una sola frase pienso que afirmaría que estamos ante un libro en el que el personaje está por encima del argumento ... y no digo que éste sea flojo, simplemente que me ha atrapado mucho más la personalidad de Guerreri y sus cuitas que una trama que me parece correcta, pero que no ofrece excesiva novedad respecto a muchos otros libros de naturaleza similar.

Y es que Carofiglio da tanta importancia al caso policial y jurídico central como a los aconteceres de la vida personal del protagonista, de tal manera que los capítulos saltan hábil y ordenadamente del desarrollo de la investigación y el juicio a los amores, desamores, evasiones y problemas personales del abogado.

En "Testigo involuntario" el autor aprovecha sus conocimientos profesionales para dar una versión entretenida y técnicamente bien elaborada del sistema judicial italiano, con precisiones sobre el modo de investigar la policía y los distintos trámites procesales, con el colofón del juicio oral, que Carofiglio describe con precisión. El momento cumbre de la novela se encuentra precisamente en el informe final del letrado protagonista ante el Jurado mixto que debe decidir sobre la suerte de su defendido; dicho informe es reproducido ampliamente en el libro -dura unas 7 u 8 páginas- y tal vez pueda resultar excesivo para los legos en la materia.

Un buen libro, bien escrito y que anima a seguir la senda abierta por Carofiglio.


29 de octubre de 2010

"¿Quien es capaz de definir la amistad?"




A cualquiera que le preguntes por la calle te dirá que un amigo es un tesoro y que no hay nada como la amistad, a la vez que te dará unas cuantas definiciones y metáforas a cual más "florida" sobre el concepto. Pero a la hora de la verdad tengo la impresión de que no todos entendemos lo mismo por amistad, que un buen amigo es algo nada fácil de conseguir y que en no pocas ocasiones confundimos el concepto de amistad con el de compartir diversiones, aficiones y juergas.

Por este rincón de internet, y por otros rincones vecinos, aparecen con mayor o menor frecuencia unas cuantas personas con ideas muy interesantes, y estoy seguro que cada uno de ellos nos podría ofrecer sus particulares visiones sobre lo que entienden por amistad, visiones que es posible no coincidan y que seguro nos aportan ideas que no se nos habían ocurrido. Así, de golpe, casi sin pensar, se me ocurre que un amigo es aquél que en todo momento "está ahí", es decir, con el que puedes contar cuando vienen mal dadas, que te merece toda la confianza del mundo y por eso no tienes secretos con él y, en frase que le oí una vez a Brunetti -el de por aquí, no el personaje de Donna Leon- no se le caen los anillos por decirte que "se te ven los mocos".

Me parece que demasiadas veces se da mal uso al concepto de amistad, se considera como amigo hasta aquél que acabamos de conocer en la barra de un bar o en el vagón del AVE y, lo que me parece más grave, se instrumentaliza la amistad, porque hay quien la utiliza para medrar, quien la usa para trepar, para captar o para hacer la rosca. Recuerdo como me contaban de un conocido prohombre de Tarragona -aunque me da la impresión que mejor habría que llamarle aspirante a tal- que explicaba a su único hijo varón con que niños de su clase debía intimar, animándole a buscar aquéllos con apellidos sonoros y papas de bolsillos ensanchados.

Hay un sentimiento que pienso es común a casi todos hombres: la necesidad de cariño; por esta razón la amistad acaba siendo algo que buscamos, a veces con ansiedad, circunstancia que dota al deseo de amistad de cierta dosis de egoísmo. Existe el peligro de que busquemos a nuestros amigos como desaguadero de nuestra penas, descanso de nuestras fatigas o recurso para nuestros deseos de pasarlo bien, y si no nos paramos a pensar que toda amistad, si es tal, exige correspondencia, acabemos utilizando a aquéllos cuya amistad aspiramos a mantener. Eso sí, y discrepando con quienes entienden aquella necesidad de cariño como una debilidad que rechazar, no me parece que sea algo malo, pues bien encauzada nos hace más humanos, más comprensivos y, con ello, más solidarios.

Con frecuencia se oye decir que mientras la familia te viene impuesta, uno puede elegir a sus amigos, afirmación que no deja de ser cierta, si bien uno se plantea que más bien a los amigos uno los va descubriendo en el transcurso del devenir de la vida; me parece que más que buscar amigos lo que se trata es de encontrarlos. Hay un término que se denomina empatía; el diccionario la define como "la capacidad o proceso de penetrar profundamente, a través de la imaginación, dentro de los sentimientos y motivos del otro", aunque de manera menos académica la podemos catalogar como ponerse "en la piel del otro", para entender realmente sus penas, sus temores y sus alegrías. Comprensión, identificación, interés por el otro son conceptos que tienen mucho que ver con esa caridad que en el Evangelio Jesucristo impuso como "mandamiento nuevo".

No es fácil definir la amistad, y es que es posible que no haya conceptos unitarios de ella; me parece más fácil, más asequible buscar ejemplos que recetas, porque hay quienes son muy aficionados a etiquetar y buscan arrimar el ascua a su sardina para decir cuando algo es amistad y no lo es, sin darse cuenta que la realidad suele ser más rica que lo que nos cuentan los libros, los manuales y los reglamentos.




28 de octubre de 2010

"Matador" Kempes



En el verano de 1976 llegó a España el delantero argentino Mario Alberto Kempes; el jugador era la figura del Rosario Central y venía a reforzar a un Valencia que pretendía resurgir de sus cenizas con la llegada de un nuevo presidente, José Ramos Costa que vino dispuesto a gastarse los duros en el nuevo proyecto. En este sentido batió el record de compraventa de jugadores vigente entonces en España al pagar 60 millones de pesetas de la época al Real Zaragoza por el ariete paraguayo Lobo Diarte, también vinieron el herculano Juan Carlos, el lateral del Oviedo Carrete y el internacional del Granada C.F. Castellanos, siendo Kempes la guinda final: a la larga demostró ser un fichaje excepcional.

A lo largo de las siete temporadas en las que vistió la camiseta blanca del conjunto de Mestalla, Kempes, que tenía 22 años al llegar a España, marcó 116 goles, ganó una Copa del Rey, una Recopa de Europa y una Supercopa europea, amen del Trofeo Pichichi de sus dos primeras temporadas en España. Kempes coincidió en el Valencia con jugadores del nivel del holandés Johnny Rep, el alemán Rainer Bonhof, el uruguayo Fernando Morena y su compatriota Felman, amen de jugadores nacionales de primera fila como Daniel Solsona, Javier Subirats, Miguel Tendillo, Ricardo Arias, Enrique Saura y Roberto Fernández. Kempes fue una auténtica institución en tierras levantinas y se convirtió en el ídolo indiscutible de la afición che.

Mario Kempes era un delantero poderoso, provisto de una altura notable y una envergadura espectacular tenía igualmente un importante dominio del balón y cuando enfilaba el área rival se convertía en un jugador auténticamente imparable. Su disparo era espectacular, sabía regatear y resultaba dificilísimo tanto pararle como quitarle la bola, que parecía llevar pegada a la bota. Ver jugar a Kempes era un auténtico espectáculo, una gozada que valía la pena disfrutar. El apelativo de "Matador", con el que fue conocido mundialmente, le venía como anillo al dedo, y los zaragocistas podemos dar buena fe de ello, pues en su mejor época los partidos que nos enfrentaban al Valencia eran de temer, pues en cuanto veías coger la pelota al argentino sabías que estabas perdido. Recuerdo un partido de esos que televisaban los domingos a las 8 de la tarde; el Zaragoza, dirigido por Vujadin Boskov, acudía a Mestalla en situación peligrosa y durante una hora jugó bien y fue por dealnte en el marcador merced a un gol de Amorrortu: al final Kempes se las bastó por sí solo para en tres jugadas darle la vuelta al marcador, venciendo los ches por 3-1 con dos goles del Matador y otro de Darío Felman en asistencia suya.

Mario Alberto Kempes fue el alma de Argentina en el Mundial de 1978 celebrado en su país, y en el que los organizadores se impusieron en la Final por 3-1 a Holanda tras un partido intensísimo, con prórroga y dos goles del Matador. Kempes se echó literalmente el equipo a la espalda y fue fundamental en la Copa ganada por Argentina. Fue un Mundial polémico, sellado por la situación política argentina, inmersa en una dictadura militar y por determinados rumores de tongo y apaños, pero por encima de todo Kempes asomó al mundo como uno de esas figuras indiscutibles que lucirán siempre en el cuadro de honor de los elegidos.

Tras la época de Mario Kempes llegó la hora de Maradona; nadie duda que fue el mejor jugador argentino de todos los tiempos, pero en mi memoria Kempes será siempre un ídolo que disfruté en mis años de juventud.




27 de octubre de 2010

Un autor nórdico con aires anglo-sajones














"Petirrojo"
Jo Nesbo
RBA. Barcelona (2008)
539 páginas


Resumen:
Año 1944. Daniel, combatiente del frente oriental, muere asesinado en las trincheras de Leningrado. En un hospital de Viena, un soldado herido dice ser Daniel. Entre él y la enfermera Helena surge un romance. Año 1999. El investigador Harry Hole dispara por accidente a un agente de los servicios secretos durante la visita a Noruega del presidente norteamericano Clinton. Harry Hole es trasladado a la policía de seguridad ciudadana, donde se le asigna la misión de comprobar la información sobre una red de tráfico de armas relacionada con círculos de viejos y nuevos nazis. Año 2000. Mientras la nieve se funde en las calles de Oslo, entra en escena un asesino con un objetivo muy especial.


Hace ya más de dos años que tenía "Petirrojo" en mi estantería a la espera de ser leído, y la verdad es que tras terminarlo me arrepiento de no haberlo empezado antes, pues pienso que es de las mejores novelas de autores nórdicos que he leído y ya ando impaciente por seguir con las otras dos secuelas publicadas por RBA: "Némesis" y "La estrella del diablo". Una novela bien hecha, con personajes bien elaborados y una estructura coherente y perfectamente trabajada .... y, por supuesto, que entretiene y mucho.

Pero Jo Nesbo no nos ha hecho una novela al estilo nórdico: ni hay latente una desilusionada crítica social ni se ve interés alguno en resaltar la decadencia del estado del bienestar de los países escandinavos. De la misma manera su personaje protagonista, el inspector de policía Harry Hole, tiene muy poco que ver con el Kurt Wallander de Mankell, el Elmander Sveinsson de Indridason o el Martin Beck de Sjöwall y Wahlöö, sino que a uno le recuerda más bien al John Rebus de Ian Rankin o incluso el Harry Bosch de Michael Cónnelly.

Nesbo juega magistralmente con los tiempos, los lugares y los escenarios, saltando a lo largo de la novela de un lugar a otro para coordinar diversas tramas que acaban relacionándose y yendo y viniendo en el tiempo para ajustar las vivencias de antaño a las consecuencias de ahora. Los hechos que sirven de eje central al argumento tienen su raíz en un episodio de la 2ª Guerra Mundial, recreándose Jo Nesbo en esa época tan importante de la historia, y en concreto en lo ocurrido en el frente oriental ruso durante la invasión de Hitler y la colaboración en la misma de soldados noruegos, circunstancia que se convierte en el núcleo de la historia que se nos cuenta.

El personaje, como no podía ser de otra manera, tiene también su importancia y al relato de los sucesos que dan vida a la novela cabe añadir la propia problemática del citado Harry Cole, un hombre complicado, con problemas de adicción al alcohol y en exceso impulsivo; un policía nada convencional y que es considerado por bastantes de sus superiores un personaje conflictivo, por mucho que por encima de todo es un profesional como la copa de un pino y un hombre honesto y entregado.

La editorial "Errata Naturae" -¡vaya nombre!- acaba de publicar un libro de un tal Héctor Malverde -suena a sobrenombre- titulado "Guía de la novela negra"; ayer lo estuve hojeando en la FNAC de Zaragoza y al hablar de "Petirrojo" el autor, con cierta pasión y vehemencia, habla que le pareció tan bueno que hizo el propósito de no volver a leer nada de Nesbo para evitar desilusiones; lógicamente no cumplió ese propósito y continuó con "Nemesis", cosa que tengo el propósito de hacer también yo, lo contrario sería un error.


26 de octubre de 2010

La estanquera del tubo



En la última página del Heraldo de Aragón de hoy aparece una entrevista con Herminia Martínez, "Serafina", la célebre estanquera del tubo, un personaje que ha vendido tabaco en la calle durante 65 años y que cualquiera que tenga mediano conocimiento de la Zaragoza más profunda, castiza e interesante sabe perfectamente quien es y ha visto y hasta conversado con ella un buen número de ocasiones. Aquí dejo el enlace con tal entrevista que me ha parecido deliciosa:

http://www.heraldo.es/noticias/sociedad/tubo_vida_morire_aqui.html.

Como bien dice, es conocida por "Serafina" a pesar de llamarse Herminia por estar casada con un tal Serafín, hecho que uno entiende perfectamente cuando ha oído tantas veces hablar de la "Coronela", la "Baltasara" o la "Rectora". Serafina fue noticia hace pocos meses cuando fue, de modo osado, imprudente e inadecuado, acusada de contrabando, imputación que quedó en nada cuando se demostró que la mujer no incumplía la ley por ganarse la vida; semejante acusación facilitó innumerables muestras de apoyo del pueblo zaragozano, que veía cómo se cuestionaba a quien al fin y al cabo era un símbolo del centro de la ciudad.

"El Tubo" siempre ha sido un lugar que ha dado para mucha literatura; quienes han vivido más años en Zaragoza que yo y también los que habiendo vivido lo mismo, podríamos decir que lo han hecho con mayor "intensidad", podrían contarnos muchas cosas de este lugar que nos trae a la memoria el viejo "Plata", los bocadillos de calamares, el célebre "Zurracapote", las mejores tapas y establecimientos a cual más peculiar, como aquél que vendía y arreglaba estilográficas, una peluquería de lo más típico o una especie de herboristería que regentaba una amiga de mis padres que siempre nos regalaba unos caramelos de eucaliptos que recuerdo con mucho agrado y que envolvía en unas bolsas de papel blanco.

Y una de las figuras más emblemáticas del lugar ha sido sin duda "Serafina", una mujer de "aquí te espero", que en la entrevista del diario se nos muestra con ese alma aragonesa que quita los pelos de la lengua, absolutamente clara y rotunda, sin callarse lo que piensa ... tanto que no se para en barras en tachar de vago a su marido, al que seguro que quiso con locura, porque por aquí queremos así. Sus palabras son un muestrario de una vida de lucha, sinsabores, generosidad y abnegación por partes iguales, siempre metida en un ambiente tan difícil como entrañable, con esos contrastes que son reflejo de la vida misma. Y cualquiera que conozca medianamente el "charco" sabe como son los inviernos zaragozanos de frío, niebla y cierzo y los veranos que se amodorran bajo el imperio de un sol seco e implacable que cae a peso sobre el asfalto.

Cuando a "Serafina" se le pregunta si va a Misa nos sale con una respuesta que me ha encantado, afirmando que no, que va al Bingo que es parecido, afirmación que habrá que comprobar, pues es posible que la mujer tenga más razón de lo que parece. Asegura que cree en Dios y en la Virgen del Pilar y el periodista le asegura que irá al cielo, yo también lo pienso.


25 de octubre de 2010

Un actor encasillado en personajes "peculiares"

La primera vez que supe de la existencia de Herbert Lom fue en una colección de cromos de artistas de todo tipo que a su vez servían de cartas de la baraja; entre muchos otros recuerdo a Bob Dylan, Mick Jaegger, Jane Fonda, Twiggi, Michael Caine, Herb Alpert y Shirley Bassey. Herbert Lom, que nació hace más de 90 años en Praga cuando la hoy capital checa estaba incardinada en el imperio austro-húngaro, me llamó la atención por el exotismo de su cara, tanto que al actor le fueron encasillando en papeles de "extranjero sospechoso"; en una entrevista concedida en 1991, Lom aseguró con ironía y resignación que "a los ojos de los británicos, todos los extranjeros son siniestros"..Desde ese encuentro de cromos infantiles Herbert Lom ha ido apareciendo en un montón de películas de los más diversos géneros, mostrando una gran capacidad de adaptación a papeles de lo más diverso, aunque casi siempre, como queda dicho, con un toque misterioso.

Uno de los papeles más brillantes del actor es el de Napoleón Bonaparte en "Guerra y paz" (1956), la formidable superproducción que dirigió King Widor y en el que Lom acompañó a primeras figuras como Audrey Hepburn, Henry Fonda, Mel Ferrer y Vittorio Gassman; es cierto que a Herbert Lom no le correspondió ninguno de los papeles protagonistas, pero no cabe duda que posiblemente fuera el emperador francés el personaje más llamativo y enrevesado del guión. Por cierto que el actor ya había hecho de Napoleón en la película "El vencedor de Napoleón" (1942) de Carol Reed.

Entre mis recuerdos infantiles en materia cinematográfica está la proyección en el cine dominical del Colegio de la Compañía de María de una versión de la gran novela de Julio Verne "La isla misteriosa" (1961), un film dirigido por Cy Endfield en el que siendo los actores principales Michael Craig y Joan Greenwood, le vuelve a tocar a Herbert Lom el papel más espectacular, pues encarna ni más ni menos al mísmísimo Capitán Nemo, ya pasados los tiempos de las 20.000 leguas de viaje submarino y disfrutando de una especie de autoexilio dorado en la isla donde se desarrollan las espectaculares aventuras que ideó el gran escritor francés.

Siendo más mayor volví a encontrarme al actor desde el asiento de mi sala de estar al aparecer en dos películas que reponía TVE y que fueron de mi agrado. Muy especialmente queda en mi memoria "El quinteto de la muerte" (1955), una película de Alexander Mackendrick de la que ya hablé aquí y que es sencillamente deliciosa; en este film Lom comparte cartel con actores tan notables como Alec Guiness y Peter Sellers y, entre el grupo de maleantes que tratan de engañar a una venerable ancianita, le corresponde el papel del más villano entre los villanos, un auténtico matón con aires de psicópata, vestido todo de negro y que no abandona su cara de mala uva en toda la cinta.

La otra película a la que hacía referencia es la versión de "El fantasma de la ópera" (1962) dirigida por Terence Fisher y en la que, como no podía ser de otra manera, al actor le toca hacer de fantasma. Una nueva ocasión para representar un papel "especial". Cuentan los que saben de ésto que los productores de la película, la "Universal", esperaban que Cary Grant confirmara sus deseos de protagonizar uno de sus films; se intentó convencer al actor a toda costa, elevando a 30.000 libras el presupuesto existente, para que de esta forma el actor firmara sin cuestionarse demasiado, incluso Anthony Hinds (que escribió el guión utilizando el seudónimo de John Elder) realizó algunos cambios en el guión inicial, para adaptarlo a la personalidad cómica de Grant. Pese a todos los esfuerzos realizados por los representantes de la casa del martillo, el actor finalmente decidió no participar en el proyecto, por lo que la Hammer quedó sin pan ni pedazo. Este fiasco permitió que entrase Lom en escena.

Herbert Lom también tiene su papel de "Espartaco" (1961), la gran película de Stanley Kubrick, aunque he de reconocer que aquí no conservo memoria de su interpretación de Tigrano Levanto. Sí que recuerdo algunas de sus siete apariciones en la serie de películas de la pantera rosa que dirigió Blake Edwards y en las que daba vida al Inspector Charles Dreyfus. También recuerdo su papel en un film menor, una versión de "Diez negritos", una de las más célebres novelas de Agatha Christie, dirigida en 1974 por Peter Collinson y llena de nombres famosos: Oliver Reed, Elke Sommer, Richard Attenborough, Teresa Gimpera, Alberto de Mendoza, Charles Aznavour, Orson Welles, ... Herbert Lom encarna a un cirujano con problemas de alcoholismo a quien se le murió un paciente por operarle en estado etílico.

Otras de sus películas destacadas, aunque no pueda dar fe de ello, son "El séptimo velo" (1945), de Compton Bennett, ganadora del premio Oscar 1946 al mejor guión oroginal y "Dual Alibí" (1946), una película del género policíaco, donde interpreta un exótico doble papel como mellizos trapecistas. También son importantes "Noche en la ciudad" (1950), de Jules Dassin, junto a Richard Widmark y Gene Tierney, donde vuelve a hacer el papel de "hampón", "Secreto de estado" (1950), de Sidney Gilliat, con Douglas Fairbanks jr. y Jack Hawkins y "El Cid" (1961), de Anthony Mann, nada menos que con Sofía Loren y Charlton Heston y en el que, ¡cómo no!, representa al moro Ben Yussuf.

Tal vez haya quien al ver a este actor en la entrada de hoy haya intuido su fallecimiento, pero a pesar de que nació en 1917, no me consta que haya muerto, simplemente me ha parecido interesante sacar partido a un artista que siempre me llamó la atención.


24 de octubre de 2010

"Pongamos que hablo de Madrid", Antonio Flores



Lola Flores fue un fenómenos artístico, social y popular en su época; la "Faraona" fue una mujer de una fuerza, un arte y una personalidad excepcionales y sus formas y su manera de ser la convirtió en uno de los personajes más populares de varias épocas, porque la artista sobrevivió a épocas políticas y fenómenos sociales. Sus tres hijos, Lolita, Antonio Flores y Rosario, siguieron la estela artística de su madre -y de su padre, Antonio González "El Pescailla"- y también llegaron muy alto en este oficio de cantar.

Posiblemente sea el varón, Antonio, quien ha arrastrado más leyenda, fundamentalmente por la trágica manera en la que murió, el 31 de mayo de 1995, quince días después de su madre, a consecuencia de una sobredosis de drogas y barbitúricos. Por encima del drama y de su condición de hijo de un mito, Antonio Flores fue un auténtico genio de la música, tanto en la composición como en la interpretación, aunque posiblemente no se le haya reconocido en su justa medida hasta después de su fallecimiento.

Hay muchas canciones de Antonio Flores que merecerían destacarse, desde su primer "boom", "No dudaría", hasta tres temas contenidos en "Cosas mías", el álbum de su consagración:"Alba" -dedicada a su hija-, "Siete vidas" y "Cuerpo de mujer". También fue inolvidable su interpretación junto a Ana Belén de uno de los grandes éxitos de ésta, "Sólo le pido a Dios" como artista invitado en el concierto de Gijón de la gira "Mucho más que dos".

Pero he optado por traer un vídeo en el que interpreta "Pongamos que hablo de Madrid", un tema impresionante del que siempre he tenido la duda de si lo había compuesto Antonio o Joaquín Sabina. Tras investigar por la red he llegado a la conclusión de que el autor de la canción es Sabina y lo que hace Flores es reinterpretarla en clave rockera. No se si alguien por aquí puede tener algún dato que confirme todo ésto, lo que para mí queda claro es que la canción es magnífica y la interpretación de Antonio Flores formidable.


23 de octubre de 2010

Los políticos no aprenden

El alcalde de Valladolid, el popular Javier León de la Riba se descolgó el otro día con unas declaraciones en las que hacía mofa de la nueva Ministra de Sanidad, Leire Pajín. Lo dicho por el tal León es ante todo una grosería, algo imperdonable en alguien que ocupa un puesto tan importante y que debería ser ejemplar a la hora de ser prudente y comedido, dos términos exactamente contrarios a lo que ha hecho el hombre. El comentario resulta, por otra parte, un ejemplo de falta de oportunidad, y es que estos hombres parece que no aprenden que una de las mayores virtudes en cualquier persona pública es saber administrar sus palabras, o -dicho de otra manera- ser conscientes de cuando deben hablar y cuando deben callar. Lo que se le escapó al primer edil vallisoletano al opinar sobre el reciente cambio de Gobierno es una muestra de falta de inteligencia, además de respeto, enorme. La pobre Pajín -¡quien me iba a decir que le iba a echar un capote en mi blog a esta señora!- imagino que se molestaría por tamaña desconsideración, aunque a la vez intuyo que no dejaría de regodearse interiormente por tal metedura de pata de un rival político.

Dicen que se ha disculpado, incluso personalmente y esto le honra, aunque por un lado las palabras de retractación realizadas públicamente no dejaron de contener nuevas insinuaciones que convierten al tipo en reticente y pesado además de maleducado, mientras que por otro hay actuaciones que por mucho que luego se pida perdón descalifican de manera casi definitiva a un político, pues entiendo que desempeñan un trabajo para el que deberían haber aprendido cuando menos el abecedario.

En medio de una crisis económica del tamaño de la que estamos pasando, con una tasa de parados enorme, empresas cerrando o en vías de ello y con un aumento alarmante de nuevas situaciones de pobreza salta a la vista que cuestiones como ésta son "pecata minuta", pero nos demuestran a la vez que nuestra clase política tiende con demasiada frecuencia a la torpeza, la frivolidad y el exceso, ... vamos que no está a la altura.


22 de octubre de 2010

Tan bueno como la película















"El secreto de sus ojos"
Eduardo Sacheri
Alfaguara. Madrid (2009)
317 páginas


Resumen:
Treinta años atrás, cuando Benjamín Chaparro era prosecretario en un juzgado de instrucción, llegó a su oficina la causa de un homicidio que no pudo olvidar. Ahora, ya jubilado, repasa buena parte de su vida, las instancias de ese caso y sus insospechadas derivaciones, y la historia de un amor secreto que lo mantiene acorralado entre la pasión y el silencio. Una trama policial ambientada en los años sesenta y setenta, en una Argentina que paulatinamente se sumerge en la violencia política y cuyos personajes luchan contra la impunidad, la burocracia del sistema judicial y las miserias propias y ajenas. Una historia protagonizada por hombres que hicieron de la búsqueda de la verdad un destino, de la memoria, un camino imprescindible, y de la lealtad, un culto que trasciende el tiempo, las distancias y la muerte.



El año 2009 triunfó en todos los cines de la península una película del argentino Juan José Campanella titulada "El secreto de sus ojos", un film que se puso las botas de ganar premios: nueve Premios "Clarín" de Argentina, cinco del Festival Internacional de Cine de La Habana, trece premios "Sur", dos de nuestros "Goya", además de siete nominaciones más, el trofeo a la mejor película iberoamericana de los premios "Ariel" y, por encima de todos, el Oscar a la mejor película extranjera. He de confesar que no he visto la película, aunque puedo asegurar que pondré los medios para cubrir esta laguna.

Hace unas semanas, curioseando novedades en la Librería "Masdelibros", cercana a la Estación Intermodal de Huesca, vi como un joven ojeaba entre las repisas donde estaban los de Alfaguara un ejemplar de "El secreto de sus ojos", hecho que hizo regresar a mi cabeza el viejo propósito que tenía de leerlo, puse manos a la obra y saqué un ejemplar de la Biblioteca pública: un acierto total. Lo he leído en poco más de una semana y me he quedado encantado, a pesar de que -como suele ocurrir con los escritores argentinos- los giros y los términos propios de la tierra exigen atención y consultas frecuentes.

El personaje de Chaparro es, sencillamente, magistral; esa mezcla de ternura, pasión, ironía y visión desengañada de la vida hace que al leerlo te identifiques al máximo con él, que con frecuencia te veas reflejado en sus ilusiones, frustraciones y desencuentros. La imagen que ofrece del mundo burocrático del Juzgado donde trabaja, de los obstáculos que surgen en la investigación que realiza y de las injusticias de la vida y del sistema es tan real como acertada. Junto a él destacan otros tres personajes perfectamente diseñados: Ricardo Morales, el viudo de la mujer asesinada, un hombre atormentado por la tragedia y absolutamente metódico en sus acciones, venganza incluida; Pablo Sandoval, compañero de trabajo del protagonista, un hombre leal, marcado por su adicción al whisqui tanto como por su eficacia profesional y Báez, el inspector de policía concienzudo, honrado y sensato.

La novela abarca un amplio periodo de la historia argentina, aunque fundamentalmente destaca la ambientación de la convulsa época del regreso de Perón y el post-peronismo, con la dictadura militar alimentada por continuas violaciones de los derechos humanos. También la ubicación histórica del relato está hecha con un gran acierto. La descripciones, los diálogos y las introspecciones de los personajes rezuman elegancia, estilo y maestría.

A todo lo referido cabe añadir un final tan sorprendente como impactante que hace redonda una novela que hay que leer, aunque ya se haya visto la película: vale la pena.

21 de octubre de 2010

La estela del transiberiano



He comenzado a leer "El imperio", un magnífico libro del periodista ya fallecido Ryszard Kapuściński en el que habla de distintos viajes por el territorio de la extinta Unión Soviética a lo largo de diversas épocas. Cuando lo termine -aún tardaré, pues se trata de uno de esos libros que es preciso leer despacio- daré cuenta de mis impresiones, que por lo que me han contado y lo que he leído hasta ahora intuyo serán muy positivas.

El segundo capítulo de la primera parte está dedicado a un viaje desde China a Moscú en el transiberiano, el ferrocarril que conecta la Rusia europea con las provincias del lejano oriente ruso, Mongolia y China, atravesando las enormes e inhóspitas tierras de Siberia. Su lectura es verdaderamente impactante y el autor polaco lo hace con tal maestría que uno se identifica tanto con lo leído que llega a sentir las mismas impresiones que describe el viajero. La realidad de Siberia, su enorme extensión, su desolación, el frío tremendo y el paisaje inhóspito aportan una idea estremecedora del viaje, algo que se agrava si pensamos en ese año 1958, con plena vigencia del telón de acero y con una Unión Soviética en plenitud de fuerza, con todo lo que Siberia significaba en la Rusia comunista.

Kapuściński habla en primer lugar de un viaje largo: aproximadamente una semana, y aquí ya empieza a intuirse cierto parecido con la vida misma, que no deja de ser una trayectoria larga, a la que nos enfrentamos como un camino cuyo fin tarda en llegar. Y es un viaje pesado, que no siempre apetece hacer, en el que el cansancio, a ratos el hastío parece apoderarse de tí.

Y cuando lees la experiencia del escritor como único pasajero de un departamento frío y silencioso, surge la idea de la soledad, esa compañera tan poco grata cuando no es buscada. Esa soledad de un rincón oscuro de un tren que atraviesa estepas infinitas de ambiente destemplado nos evoca esos momentos de nuestra vida en los que el aire nos ahoga, no vemos salida ni encontramos a nadie que acompañe nuestro caminar.

Y el autor sigue hablando de estaciones solitarias, de soldados que inspeccionan agresivamente los vagones, de perros feroces que olisquean cargas escondidas o personas ocultas, ... y aquí viene la idea del miedo, de la agresividad del ambiente y del resto de los humanos; ¡qué imagen tan triste la de una estación solitaria, fría, en pleno invierno! ... un invierno de nieve y muchos grados bajo cero, con la conciencia de que entre estación y estación hay kilómetros y kilómetros de nada, de paisajes desolados y rotos, de tierras abandonadas y oscuras.

Ryszard Kapuściński menciona también la insolidaridad de las gentes del lugar, de ese miedo que les lleva a callarse, a no contestar preguntas y comentarios, a mirar al extranjero con distancia inalcanzable; así uno se siente extraño, rechazado por el resto. No hay cosa peor que el desarraigo, esa clandestinidad del alma, de nuestra propia vida.

Siberia es un escenario terrorífico, y a la propia ausencia de belleza y alegría ambiental, se añade el drama del destierro, el castigo injusto, la violencia física y psíquica y la deshumanización que su nombre siempre ha llevado consigo. Es terreno propicio para la desesperanza, la angustia, el sufrimiento, y un viaje en tren tan largo puede equivaler a entrar en ese agujero profundo del que parece que no se va a salir, en un tunel permanente de aislamiento, frío y oscuridad.

Pero el viaje termina, y el llorado reportero polaco nos habla de la estación de Moscú, de la gente que pasea por los andenes, los vendedores que ofrecen su mercancía, las bienvenidas, los encuentros ... y el final del viaje es como un regreso a la vida, un reencuentro con la luz.




20 de octubre de 2010

Facundo Cabral y los "pendejos"

Facundo Cabral es un cantautor argentino que nació en la ciudad de la Plata hace 73 años; su infancia es de esas que dejan huella y pueden servir de argumento a una película: se convirtió en un marginal al punto de ser encerrado en un reformatorio; al poco tiempo consiguió escapar; según cuenta, encontró a Dios en las palabras de Simeón, un viejo vagabundo: "Empecé a cantar con los paisanos, con la familia Techeiro. Y el 24 de febrero de 1954, un vagabundo me recitó el sermón de la montaña y descubrí que estaba naciendo. Corrí a escribir una canción de cuna, Vuele bajo, y empezó todo".

Cabral encontró su inspiración musical en dos auténticos mitos como Atahualpa Yupanqui y José Larralde, su guía espiritual en Jesús, Gandhi y La Madre Teresa de Calcuta y su gusto literario en Jorge Luis Borges y Walt Whitman. Facundo Cabral, además de tocar magníficamente la guitarra y cantar con exquisito gusto, supo imprimir a sus temas un acentuado tono de crítica social y un notorio toque de sentido del humor. Tiene dos canciones que han recorrido el mundo varias veces y son auténticamente míticas: "No soy de aquí" y "Pobrecito mi patrón", ambas al más puro aire propio del folklore argentino.

Buscando en la red he encontrado estas frases realmente geniales, llenas de ironía y humor, que al menos a mí me han hecho mucha gracia ... y es que es cierto que los "pendejos" están extendidos por todas partes, e incluso a uno le entra la duda de si es cuando menos un poco "pendejo".


19 de octubre de 2010

"Hablame del mar, marinero", Marisol



Marisol fue una niña prodigio de su época; en los inicios de los años 60 su aparición en el mundo del cine español fue un auténtico acontecimiento y películas como "Un rayo de sol", "Ha llegado un ángel", "La tómbola" o "La nueva cenicienta" fueron record de asistentes en su época, a la vez que la niña se convirtió en un auténtico fenómeno social. Marisol fue cumpliendo años y aunque siguió haciendo cine, sus películas ya no vendían tanto y poco a poco fue desapareciendo del mapa cinematográfico, aunque aún tuvo sus éxitos, como "Bodas de sangre" (1981) y Carmen (1983), ambas dirigidas por Carlos Saura e interpretadas junto al citado Antonio Gades

Exteriormente también cambió y, tras una boda multitudinaria con Carlos Goyanes que terminó en divorcio, se unió sentimentalmente al grandísimo bailarín Antonio Gades, alineándose a la vez con las posturas más radicales de la izquierda: todavía recuerdo una entrevista a la malagueña, que pasó a llamarse Pepa Flores, en las que daba unos apasionados hurras a la Unión Soviética. Pero Marisol siguió cantando, y la verdad es que lo hacía con gusto y estilo, con éxitos tan populares como "Corazón contento", "Mami Panchita" o "Aquel verano"; representó a España en el primer Festival de la OTI, obteniendo el segundo premio con "Niña", un tema que luego también interpretaría Julio Iglesias.

A mí me gusta especialmente "Hablame del mar, marinero", una canción muy mediterránea, cantada con ese deje andaluz tan característico y cierto tono dramático. La descubrí en un viejo LP con temas de Manuel Alejandro titulado "Romantiquísimo", en el que Marisol alternaba con intérpretes de la talla de Raphael, Nino Bravo, Rocío Jurado y el citado Julio Iglesias. Cuando la cantante afirma eso de que "desde mi ventana no puedo yo verlo, desde mi ventana el mar no se ve" uno nota cierto tono trágico.




18 de octubre de 2010

Una genuina novela histórica














"Yo Claudio"
Robert Graves
Edhasa. Barcelona (1996)
500 páginas



Supuesta "autobiografía" de Claudio, singular emperador romano predestinado a serlo a pesar de que sus deseos fueran por otros caminos. Graves dibuja sin concesiones un espeluznante retrato sobre la depravación, las sangrientas purgas y las intrigas cainitas llevadas hasta el crimen durante los reinados de Augusto y Tiberio. Pero Yo, Claudio es también Calígula y su etapa sádica, Mesalina, Livia y, cómo no, Roma, un decorado único para esta trama argumental apasionante que se llevó a la pequeña pantalla con rotundo éxito.

Hace unos meses leí en algún blog, de esos que te merecen confianza, que las tres mejores novelas históricas -por supuesto en la opinión del propietario de la página- eran "El nombre de la rosa", de Umberto Eco, "La marcha Radetzky", de Joseph Roth y "Yo, Claudio", de Robert Graves. Sobre la primera ya confirmé en su día su notable calidad, y como me habían prestado "Yo Claudio", opté por emprender su lectura,d ejando para mejor ocasión la novela del austriaco Roth.

Leer el libro de Robert Graves, un inglés que vivió más de 40 años en Mallorca, donde falleció, ha constituido una delicia de esas que aumenta conforme avanzas; he tardado dos largos meses, porque no estamos ante una simple novela que atrae por el interés de su argumento, sino frente a un escenario histórico apasionante que invita a saborear todos y cada uno de los acontecimientos que relata. Esta primera entrega de la vida del emperador Claudio -el segundo tomo, "Claudio el dios y su esposa Mesalina" narra su mandato en Roma- recoge tres épocas apasionantes de la historia del Imperio Romano que comienzan con el nacimiento de Claudio durante la última época de gobierno de su abuelo Augusto, continúan con el mandato del tiránico y arbitrario Tiberio y termina con la demencial regencia de Calígula, un emperador loco y sanguinario cuyo asesinato dio paso a la subida al poder de Claudio.

Evidentemente el libro nos habla del personaje que le da título, un ser despreciado por sus defectos físicos, era cojo y tartamudo, y cierta apariencia de endeblez mental, pero que oculta una enorme sensibilidad, cierta astucia y buena capacidad para a poesía y la historia. Con su mente bondadosa y algo ingenua va relatando, medio asombrado, los avatares frecuentemente trágicos de la época que le tocó vivir. Pero mucho más allá de las circunstancias de Claudio, la novela aporta un retrato magnífico de los inicios de la decadencia del Imperio Romano, un tiempo dominado por la injusticia, la intriga, las pasiones humanas y la permanente situación conspirativa.

Entre todos los muchos personajes que aparecen en el libro destaca el de Livia, esposa de Augusto y abuela del protagonista, a quien Graves pinta como una mujer ambiciosa, malvada y cruel que ejerció una influencia decisiva y perversa en el devenir de los acontecimientos del momento. Junto a ella van pasando sin dar respiro personajes que prosperan y caen en desgracia con la misma rapidez y facilidad en medio de un imperio dominado por las arbitrariedades y la crueldad. La lucha contra los bárbaros, las intrigas del Senado, los complots familiares, los juegos y luchas de gladiadores, la gestión del erario público, la adoración a los dioses paganos y los caprichos, traiciones y vicios de los poderosos se convierten en materia que da un interés sobresaliente a la lectura.

No me he parado a profundizar sobre las fuentes de las que bebió Robert Graves, sobre la mayor o menor veracidad de los sucesos que nos cuenta, pero no me cabe duda de que en este caso si que cabe hablar de novela histórica, porque los personajes son reales, los hechos que narra ocurrieron realmente y la sucesión de acontecimientos son verdaderamente históricos, a Graves cabe reclamar, y creo que agradecer, el acierto de los diálogos y los elementos circunstanciales.


17 de octubre de 2010

El "Planeta" para Eduardo Mendoza

Eduardo Mendoza ha ganado el Premio Planeta 2010; la novela con la que ha obtenido el galardón se titula "Riña de gatos. Madrid, 1936", una historia que transcurre en un marco histórico durante dos semanas “decisivas, pero aún inmóviles” de la historia de España, cuando “se masca la tragedia” y se conocen un inglés “despistado” que es experto en arte y un personaje “fundamental” en la historia del país, pero que en aquel momento todavía no lo era. Mendoza, por supuesto, ha declinado desvelar quien era el personaje, lo que añade al interés propio de la lectura del libro el de averiguar de quien se trata. Ya hablé de Mendoza en un post antiguo, pero no quiero dejar de referir el éxito de uno de mis autores favoritos. Con todas las reservas que se suelen poner a estos premios literarios en los que parecen prevalecer los intereses comerciales, pienso que la incorporación del nombre de Eduardo Mendoza a la nómina de los ganadores eleva la categoría del certamen y le hace recuperar esplendor y calidad.

No podemos olvidar que en el palmarés del Planeta aparecen nombres del nivel de Ana María Matute, Luis Romero, Torcuato Luca de Tena, José María Gironella, ramón J. Sender, Mercedes Salisachs, Juan Marsé, Jesús Fernández Santos, Gonzalo Torrente Ballester, Antonio Muñoz Molina, Mario Vargas Llosa, Camilo José Cela y Alvaro Pombo, entre otros. Se habla de que la historia del certamen está llena de trampas, componendas y hasta plagios, pero por encima de todo me quedo con el placer de lecturas como "Pequeño teatro", "El cacique", "La gangrena", "Los mares del sur", "Filomeno a mi pesar" o "El jinete polaco".

Mendoza, que me parece un auténtico maestro, uno de nuestros mejores autores actuales, asegura que a pesar del tono dramático de su libro no pudo evitar poner sus clásicos toques de humor, porque "lo llevo en los genes"; a estos nuevos alicientes cabe añadir que la trama se desarrolle en Madrid, algo que es una novedad en un escritor que nos tiene acostumbrados a ambientar sus mejores narraciones en Barcelona -"La ciudad de los prodigios", "La verdad sobre el caso Savolta", "Sin noticias de Gurb", ...-. Todo son argumentos para sentir una especial impaciencia por leer la última novela ganadora del Planeta.


16 de octubre de 2010

Calígula, Rodero y Albert Camus












Cuando se juntan dos genios el resultado tiene que ser excelente; es el caso de "Calígula", la obra de teatro de Albert Camus que TVE emitió en su programa "Estudio-1" en 1971 que fue protagonizada por el que probablemente fue el mejor actor de su época, José María Rodero. Hace unos pocos años un buen amigo mío y de esta casa me regaló un DVD con dicha representación y hasta el pasado fin de semana no he tenido ocasión de verlo por segunda vez, la primera fue hace muchísimos años en la tele, cuando aún estábamos en tiempos de blanco y negro.

Se trata de una representación teatral en la que, como he dicho, se unen dos genios: Albert Camus y José María Rodero, a lo que cabe añadir un personaje verdaderamente apasionante, el emperador Calígula, un hombre que empezó bien su reinado, pero al que la muerte de su hermana Drusila, con quien parece mantenía relaciones incestuosas, perturbó completamente y dio paso a un periodo de arbitrariedad, violencia y tiranía que duró hasta su muerte. Pero Camus no se limita a mostrarnos un Calígula sanguinario, caprichoso, déspota y cruel, sino que también aparece el hombre desesperado, que sufre, preso de la angustia. El filósofo francés no nos ofrece un libelo contra Calígula, sino que nos abre a un personaje al que las circunstancias han llevado a una búsqueda de su destino por caminos equivocados, pero sin perder su lado humano. Los diálogos son importantísimos y Calígula dice frases que manifiestan su propio drama: “Creía como todo el mundo, que era una enfermedad del alma. Me duele la piel, el pecho, los miembros. Tengo la cabeza vacía y el estómago revuelto. ¡Qué duro y amargo es hacerse hombre!” .

El reparto está lleno de nombres que aparecían continuamente en la tele de entonces, auténticos viejos amigos; es el caso de Elvira Quintillá, quien interpreta a Cesonia, esposa de Calígula, al igual que en la vida real lo era de Rodero; junto a ella destacan dos intérpretes completamente televisivos: Manuel Galiana, un protagonista habitual de la época, que interpreta al poeta Escipión y Ramón Corroto, un excelente secundario, que da vida a Quereas, el líder de la conspiración que acaba con la vida de Calígula y que se muestra como el personaje más noble y recto de la trama: “lo que me resulta insoportable es ver desvanecerse el sentido de esta vida, ver desaparecer nuestra razón de existir. No se puede vivir sin una razón”

Cabe destacar la presencia de Valentín Tornos, ese histórico actor de reparto que saltaría a la fama con 70 años haciendo de "Don Cicuta" en el "Un, dos, tres responda otra vez", Miguel Angel, otro secundario habitual que solía hacer de malo, Pedro del Río, Estanis González y Angel Terrón, entre otros. Todos ellos acaban venciendo con profesionalidad y esfuerzo las limitaciones de medios, vestuario, cámaras, ... y unas cuantas más.



15 de octubre de 2010

La odisea de los mineros chilenos



Terminó con éxito el rescate de los treinta y tres mineros chilenos atrapados a 700 meteros de profundidad en la mina "San José"; durante 69 días todo el mundo ha sido testigo de un drama que ha tenido un final totalmente feliz. Uno se regocija de que de vez en cuando pueda disfrutar de escenas tan reconfortadoras como la de unos hombres que pueden volver a ver la luz, además -y sobre todo- de poder abrazar de nuevo a sus seres más queridos, de poder disfrutar de una nueva oportunidad.

Situaciones como la vivida en ese rincón de Chile aportan un foco de solidaridad que tan bien nos viene en este mundo en el que fácilmente caemos en el individualismo, la visión negativa y la inclinación egoísta. Todos, sin distinción de ideologías, inclinaciones, colores o convicciones, del norte y el sur, del este y el oeste, hemos seguido con interés, tensión y solidaridad los avatares de estos hombres, todos hemos compartido las esperanzas y las inquietudes de sus familiares y amigos y todos hemos respirado al comprobar que el último de ellos salía sano y salvo del agujero, a la vez que nos hemos identificado con la alegría de sus deudos y hasta sentido cierta emoción, ese "run-run" interior que nos enternece al menos algo.

Situaciones como ésta nos vuelven, en cierta manera, más humanos, porque todo lo que tenga que ver con la búsqueda del bien común, la alegría por el gozo ajeno, es indudablemente un escalón para hacernos mejores. La vida sigue, y los problemas de todos y cada uno de estos hombres que han vuelto a nacer continuarán vigentes, porque tras los momentos de euforia uno se suele volver a encontrar con el mundo real, incluso hasta hay quien se estrella contra el suelo, pero la experiencia tiene que haber sido aleccionadora, y no creo que ande lejos esa frecuente mención por más de uno de los mineros de la gratitud hacia la providencia, porque puede que en los peores momentos sea cuando Dios se convierte en el único hueco por donde entra el rayo de luz.

Ya se habla de películas, y en la prensa han ido apareciendo todo tipo de historias, algunas realmente truculentas que tendrán su mayor o menor dosis de exageración y hasta de fantasía, pero es éste otro capítulo inevitable, porque hoy en día todo pasa por lo mediático, todo es negociable.


14 de octubre de 2010

Muere un viejo conocido de los "futboleros"

Ayer me desperté con la noticia del fallecimiento, a los 53 años de edad y tras una larga enfermedad, de Juan Carlos Arteche; para muchos el nombre no les dirá nada, unos porque son jóvenes y otros por no estar incluidos en la nómina de los seguidores del llamado deporte rey, pero para quienes llevamos muchos años al día de la Liga Española Arteche es uno de los históricos. Le recuerdo cuando debutó como un joven central en el Racing de Santander en el que destacaban jugadores como el meta portugués Damas, los históricos Geñupi, Portu, Díaz y Chinchón, el ex valencianista Sergio o los entonces noveles Marcos Alonso y Quique Setién. Arteche era un central alto, más bien tosco pero inabordable por alto y de una seguridad espectacular.

Pronto fue llamado a metas mayores y fichó por el Atlético de Mdrid, donde jugó nada menos que once temporadas, con el que llegó a vestir cuatro veces la camiseta de la selección nacional. Arteche vivió épocas tan dispares como la pacífica de Vicente Calderón, la convulsa del Doctor Alfonso Cabeza y la disparatada de Jesús Gil y Gil, con el que, como tantos, acabó a gorrazos ..."Arteche, callate y habla de fútbol, que solamente sabes de eso ....".

Recuerdo muy especialmente la época de los inicios de los años 80, en la que tras los duros momentos pasados con la Liga perdida de forma polémica el año 1981 con el citado Doctor Cabeza presidente y el malogrado zaragozano José Luis García Traid de entrenador, el club colchonero formó un equipo sin grandes alharacas pero que acabó jugando al fútbol maravillosamente y calsificándose siempre entre los cuatro o cinco primeros de la Liga; la gran figura del conjunto era el mexicano Hugo Sánchez, un jugador tan bueno como marrullero que acabó marchándose a los vecinos del Bernabeu para marcar época y golear más que nadie; junto a él lucía un centro del campo que contaba con dos "caballitos trotones" eficacísimos, Julio Prieto y el alemán Votava, un interior que a mí me gustaba mucho, Quique Ramos, un jugador con la clase de Landáburu y otro con la raza de Roberto Simón Marina. Los extremos eran Juan Carlos Pedraza y Juan José Rubio y Arteche dominaba la defensa, en la que compartía puesto a veces con Balbino y otras con Miguel Angel Ruiz, mientras que los laterales solían ser para Marcelino y Clemente Villaverde y la portería para el discreto meta Mejías. Con estas mimbres Luis Aragonés, ¿quién sinó? acabó haciendo un cesto magnífico.

Luego llegó Gil y Gil y tiró la casa por la ventana: Futre, Goicoechea, López Ufarte, Eusebio Sacristán, Baltazar, Alemao, Julio Salinas, ... aunque las cosas no solían acabar bien y Arteche, ya con 33 años acabó marchándose del club de Manzanares y peleándose, como unos cuantos más, con el presidente Gil. De cualquier manera, Juan Carlos Arteche es uno de esos jugadores que tienen su sitio entre los mejores, fue siempre titular allá donde jugó y pertenece a esa raza de centrales -Gallego, Benito, Goicoechea, Migueli, ...- que tanto han destacado siempre en el fútbol de nuestro país de e´pocas pretéritas.


13 de octubre de 2010

En la muerte de un actor entrañable

El actor Manuel Alexandre ha fallecido en Madrid a la edad de 92 años; tan larga vida, una enorme capacidad de trabajo y una calidad interpretativa fuera de lo común le han permitido intervenir en más de 300 películas y en varios centenares de obras de teatro, amen de una permanente presencia en televisión, el sitio donde por vez primera presencié las virtudes interpretativas de una persona con apariencia de bondad, cierta socarronería y una facilidad notable para interpretar papeles de hombre bueno y sensato. Entre otros, recuerdo su papel en "Doce hombres sin piedad", la formidable adaptación que hizo TVE de la inolvidable película de Sidney Lumet; Alezandre era el jurado nº 5, un hombre sensato, de la calle que enseguida se perfila como uno de los principales apoyo del nº 8, el hombre cuyo papel desempeñó José María Rodero y que comienza siendo el único que apoya la inocencia del acusado. Con la muerte de Alexandre solamente quedan vivos Pedro Osinaga y Sancho Gracia del cartel de la obra.

Además de numerosas presencias en "Estudio-1" - "La venganza de Don Mendo", "Don Juan Tenorio", "La fierecilla domada", "La bella Dorotea", ...- y "Novela", Alexandre intervino en numerosas series televisivas, entre muchas otras: "Plinio", "Los camioneros", "Historias de Juan Español", "Curro Jiménez", "Fortunanta y Jacinta"; "Sonata de primavera", "Farmacia de guardia", "La regenta", "Los ladrones van a la oficina", "Hospital Central" y "20-N: los últimos días de Franco", en el que bordaba el papel del dictador. En teatro fue inolvidable su interpretación de la obra maestra de Valle-Inclán, "Luces de Bohemia" (1984), junto al citado José María Rodero, sin olvidar "My Fair Lady" (1983) y "Madre Coraje y sus hijos" (1986).

En el cine Alexandre comenzó con papeles modestísimos, destacando los que hizo con Luis García Berlanga en "Bienvenido, Mister Marshall" (1950), "Calabuch" (1956) y "Plácido" (1961), sin olvidar que fue quien interpretó al reo a quien iba a ejecutar "El verdugo" (1963), algo que yo mismo ignoraba, pues a penas se ve su cara. Tuvo papeles más largos en tres películas de los años 60 tan representativas como "Calle Mayor" (1956), de Juan Antonio Bardem, "Atraco a las tres" (1962), de José María Forqué, e "Historias de la televisión" (1965), de José Luis Sáenz de Heredia. Tras papeles en las típicas "españoladas" de la época -"Amor a todo gas" (1969), "Enseñar a un sinvergüenza" (1970), "Tocata y fuga de Lolita" (1974) o "Fulanita y sus menganos" (1976), entre muchas otras-, Alexandre comenzó a subir en la calidad de los films en que intervenía con "El puente" (1977) para acabar interpretando papeles inolvidables como los que le correspondieron en " El año de las luces" (1986), "El bosque animado" (1987) y "¿Y tú quién eres?" (2007), un film maravilloso sobre las residencias de la tercera edad en el que mantiene un duelo magnífico con José Luís López Vázquez.

Lógicamente nunca traté personalmente a Manuel Alexandre, pero uno intuye que debía de tener un carácter gratificante, que debería de ser una persona encantadora. Hoy, comentando la noticia de su fallecimiento, me han dicho que también era un "ligón" de cuidado, algo que casa con lo que comenta una frase suya que recoge la edición digital de El País: "Lo que más me ha gustado a mí de siempre son las mujeres y los percebes", comentario elocuente. Alexandre, a quien apasionaban también la pintura y la literatura, y participaba en la tertulia denominada "La juventud creadora" del Café Gijón de Madrid, que con los años se convirtió en su tertulia de íntimos amigos donde mientras pudo desplazarse iba a conversar a la caída de la tarde.


12 de octubre de 2010

Ruega por nosotros y cuídanos¡¡



HIMNO DE LA VIRGEN DEL PILAR

letra: Florencio Jardiel. música: Juan Bautista Lambert. 1908


Virgen Santa - Madre mía
luz hermosa - claro día
que la tierra - aragonesa
te dignaste visitar.
Este pueblo que te adora,
de tu amor favor implora
y te aclama y te bendice
abrazado a tu Pilar.
Pilar sagrado, faro esplendente,
rico presente de caridad.
Pilar bendito, trono de gloria,
tú a la victoria nos llevarás.
Cantad, cantad
himnos de honor y de alabanza
a la Virgen del Pilar.