29 de enero de 2015

Llega el frío


Los expertos nos amenazan con la hecatombe; al parecer desde mañana nos invadirá el mal tiempo: el frío, la nieve, las ventiscas, las tormentas, ... el apocalipsis en forma de invierno a tope. Los aragoneses no nos asustamos ante la situación: los inviernos tremendos los vivimos desde pequeños. prácticamente nacimos con ellos ... y no digamos si somos maños, pues en Zaragoza el cierzo nos curtió desde que llevábamos pantalones cortos: ¿quién no recuerda la hazaña de cruzar el puente de piedra con un cierzo de narices?.

Pero el frío no nos tiene que traer a la cabeza sólo peligros y desdichas, sufrimiento y enfermedad; el frío nos recuerda el calor del hogar, el placer de un buen refugio, las sábanas almidonadas de nuestra infancia, un buen libro junto al fuego, una cena de amigos, ... Y el frío del invierno evoca también paisajes nevados, el silencio de la calle oscura contemplado desde el cristal, la serenidad de las ciudades, las castañeras, la prisa por llegar a casa embutido en abrigos y pasamontañas, ... el frio también nos devuelve a la infancia y a los mejores momentos.

27 de enero de 2015

Una voz muy especial


Ayer lunes falleció Demis Roussos; el cantante griego había nacido en Alejandría y falleció en Atenas a los 68 años. Aunque la primera vez que escuché a este hombre de aspecto curioso y voz tan especial fue cuando allá en 1971 alcanzó la cima de los hit-parade españoles con una canción que me encantaba, "We shall dance", la historia musical de Roussos se remonta a unos años antes, cuando en su país formó parte del grupo "Aphrodite’s Child" junto a otro tres músicos y donde cantaba y tocaba el bajo; entre los componentes del cuarteto estaba nada menos que vangelos Papathanassiou, conocido posteriormente como Vangelis. De hecho, muchos años después de que el grupo se dividiera y el cantante fallecido iniciara su aventura en solitario la relación profesional no se terminó de romper y Demis puso voz al tema principal de "Carros de fuego" en 1981, colaborando al año siguiente en la banda sonora de "Blade runner". El teclista le acompañaría en aventuras como Reflection (1984), un recorrido por el cancionero estadounidense.

Demis Roussos se presentaba en escena luciendo un aspecto llamativo, casi feroz, con unas largas melenas y una poblada barba, exhibiendo su enorme humanidad -hay quien dice que llegó a pesar 150 kilos- con unas túnicas amplias y de notables coloridos. Como dice Diego A. Manrique en su obituario de "El País", la imagen de Demis Roussos podía encontrarse "a medio camino entre un gurú del amor y un pope renegado: hirsuto, sonriente, carnes abundantes cubiertas por un caftán." Al parecer el personaje era un auténtico bon vivant a quien gustaba comparecer por los más exquisitos restaurantes de los lugares que visitaba y viajar en un Rolls Royce.

En las décadas de los 70 y los 80 Demis Roussos fue uno de los cantantes más célebres en España y el resto de Europa, y sus baladas tan características se escuchaban por todas partes. Ya he citado mi preferencia por "We shall dance", aunque también forman parte de esas canciones a las que uno recurre para tararear cuando necesita ánimos interiores composiciones como "Un mundo de hombres niños", "Velvet morning" y "Morir al lado de mi amor". Otros éxitos fueron "My Friend the Wind", "My Reason", "When I'm a Kid", "Goodbye, My Love, Goodbye", "Some Day" y "Lovely Lady of Arcadia".

La verdad es que se me hace muy fácil imaginarme a Demis Roussos pasear entre nubes; aquí abajo su muerte me ayudará a desempolvar esas bellas melodías que tanto me gustaban en su época dorada. descanse en paz.





26 de enero de 2015

Otra forma de dejar huella

Luis María Otiñano fue un futbolista cuya carrera deportiva tuvo su cenit en el Málaga; de hecho mis noticias sobre este jugador nacido en la localidad alavesa de Llodio se remontan a los cromos que coleccionaba de niño y Otiñano figuraba en la página que la editorial Fher dedicaba a ese Málaga de finales de los 60 que tenía justificada fama de equipo ascensor. Era el Málaga de Américo, Arias, Chuzo, Benítez, Migueli, Martínez, Pons, Montero, Conejo, el malogrado Berruezo y el moreno brasileño Wanderley. El vasco era un extremo incisivo y luchador con cierta capacidad goleadora. Al finalizar la década Otiñano se marchó al Sabadell, un conjunto que por entonces aguantaba año tras año en primera a base de aprovechar las últimas prestaciones de jugadores veteranos procedentyes de equipos de enjundia: Isidro, Arnal, Montesinos, Zaballa, Zaldúa, de Diego,  ... En la ciudad vallesana jugó bastante poco terminando sus últimos años en Cádiz y Osasuna, clubs con los que disputó bastantes partidos; de hecho yo le recuerdo por el césped de La Romareda con las camisetas amarilla y granate de gaditanos y navarros respectivamente. El rubio jugador comenzó su carrera en el Basconia y llegó a fichar por el Real Madrid, si bien los merengues lo cedieron desde su primer año al Málaga, donde acabaría firmando con ficha profesional. Aunque jugó bastantes partidos en primera, el nombre de Otiñano no figura en los anales de los grandes futbolistas españoles de su época, quedando tan sólo en la memoria de los aficionados malacitanos de hace 40 años y de algún friki como el que suscribe.

Es normal que quienes disfrutábamos con ese fútbol de los 60 y 70, desde mi punto de vista mucho más atractivo y auténtico que el actual, nos fijáramos más en el dribling de Amancio Amaro, la jerarquía de Manolo Velázquez, el poderío de Paco Gallego, la clase enorme de Carlos Lapetra, el guante que tenía la zurda de Chechu Rojo , el disparo seco de Charly Rexach o el olfato de gol de José Eulogio Gárate, pero a veces también en el fútbol aparecen personajes que dejan huella por razones que van más allá de las condiciones meramente deportivas. Luis María Otiñano falleció en Málaga el 27 de mayo de 1997 a consecuencia de un accidente de tráfico; la prensa de entonces hablaba de que el jugador tuvo el fatal accidente cuando se dirigía a su trabajo conduciendo una motocicleta. Y a raíz de los artículos publicados en la prensa malacitana tras la trágica muerte del ex-jugador, he descubierto que el hombre dejó un recuerdo imborrable entre todos los que lo trataron, así se leen frases tales como que era "amigo de media Málaga",o que se trataba de "un gran deportista que, fútbol aparte, no paró nunca de hacer amigos, de dar ejemplo y de ofrecerse a los demás". Y parece que no se trata de los típicos halagos que menudean cuando alguien deja esta vida, porque he comprobado que en su día se creó por el club "El Candado" de Málaga el "Trofeo Otiñano a los Valores Humanos en el deporte", que ya va por la XV edición y que ha sido ganado, entre otros, por deportistas de la talla de Miguel Ángel Jiménez, Sergio Scariolo y Félix Gancedo. Otiñano no ganó ninguna liga, ni el Trofeo "Pichichi", pero no me consta que fenómenos como Pelé, Cryff, Bobby Charlton o Maradona hayan dado nombre a un premio de esta naturaleza, y los ídolos de ahora como Cristiano y demás tampoco parecen llevar camino de hacerlo.

Nota: Para los frikis, la alineación es: 
                                 de pié: Américo, Montero, Arias, Chuzo, Benítez, Vallejo.
                                 agachados: Aragón, Migueli, Martínez, Berruezo y Otiñano.




20 de enero de 2015

La capacidad crítica, toda una ciencia


Hay personas que de tan críticos terminan siendo tóxicos; pero como posiblemente en ocasiones debe de ser cierto eso de que "in medio virtus", pienso que tampoco es nada bueno el extremo contrario. Cada cual hablara de su personalidad, su ambiente y su generación según circunstancias y referirá montones de matices, pero en términos generales intuyo que a los de mi generación y mi ambiente nos educaron sin incluir los necesarios ingredientes de capacidad crítica. Echo la mirada hacia atrás y observo que demasiadas veces he asumido el lema de que lo establecido es lo correcto, esa frase tan repetida de  "esto siempre se ha hecho así", ... en ocasiones con el añadido de "y punto".

Tengo la impresión de que con frecuencia vivimos con pánico a equivocarnos, nos condicionan el miedo al cambio, el temor reverencial, la amenaza de castigos e ignominias que solamente existen en la imaginación. Soy un completo inexperto en temas de educación, por eso ignoro si se ha avanzado en el tema, si a las nuevas generaciones se les invita con más acierto a analizar, a perder el temor a ir contracorriente, a tener criterio propio, a discernir lo que conviene seguir y lo que no. Y no hablo de crisis adolescentes ni rebeldías propias de juventud, sino a asumir  decisiones, a optar responsablemente.

Cada día que pasa ando más convencido que la nómina de los dogmas es reducida, que la exigencia para vivir las propias obligaciones y defender las convicciones es perfectamente compatible con la flexibilidad, que no podemos reglamentar hasta el color de los zapatos, que, en definitiva, todos los caminos llevan a Roma.

16 de enero de 2015

Lugar de encuentro


En la calle coincidimos todos; la calle supone para muchos el nexo de unión entre su casa y su trabajo, camino habitual, lugar de paso ... para otros, una forma de airearse, de dar rienda suelta al tiempo, a la situación en que te deja una jubilación tal vez temprana, o sitio en el que desahogar enfados, decepciones y tristezas. La calle es ese lugar donde uno cree convertirse en alguien anónimo, en uno más, en personaje que pasa desapercibido cuando en realidad no es así.

La calle es observatorio permanente, como una ventana abierta al peculiar mundo de esa ciudad más o menos pequeña donde desarrollas tu vida; solo hace falta un poco de interés, algo más de curiosidad para observar amores y desamores, penas y alegrías, desencantos, ilusiones, problemas y soluciones ... Y es que la calle es lugar de encuentro, sitio donde descubrir que no estamos solos. Nos viene bien aprender que cada personaje con el que te cruzas es un ser como cara y ojos, con cuerpo y alma, ... y de esta manera, salir a la calle será algo más que un medio para un fin, una escapada de desahogo, simple uso del tiempo para "dar una vuelta", ... llegaremos a ir más allá, a comprender que vivimos entre iguales, y que quien se cruza con nosotros también puede ser objeto de nuestro cariño, aunque todo parezca tan frío, aunque no sepamos quien es.

15 de enero de 2015

Un periodista, un caballero, un amigo


Hace ya tiempo que José Ángel de la Casa dejó de transmitir partidos en la tele, pero seguía mostrando su sabiduría y su saber hacer en las ondas; ahora el periodista, nacido en la localidad toledana de Los Cerralbos hace 65 años, ha anunciado que deja la profesión: una jubilación merecida y ganada a pulso. Durante varias décadas José Ángel de la Casa fue el locutor por antonomasia de los grandes partidos, los que jugaba nuestra selección, los de las grandes citas europeas de Real Madrid, Barça, Atlético, Valencia, ... y tantos otros. Hay quien le ponía la etiqueta de soso, pero a mí me encantaba su ecuanimidad, su calma, su moderación, su voz pausada ... además de ese aire de hombre de bien que seguro que se corresponde con la realidad.

El recuerdo de José Ángel de la Casa está inevitablemente unido a momentos inolvidables para cualquier apasionado del fútbol; todos le recuerdan por su célebre "gallo" cuando Señor marcó el gol número 12 en ese increíble partido frente a Malta que nos catapultó a la fase final de la Eurocopa de 1984 en perjuicio de Holanda, pero quienes vivimos con pasión esa época recordamos muchos otros: el de Koeman a la Sampdoria que daba al Barça una Copa de Europa que llevaba quinquenios resistiéndosele, aquel cabezazo de Maceda en el último minuto en el Parque de los Príncipes de París que suponía eliminar a Alemania por una vez de un campeonato oficial, el de Hierro frente a Holanda cuando jugábamos con uno menos por expulsión de Zubizarreta y, por supuesto, el increíble gol de Nayim frente al Ársenal en París que nos hizo felices a los zaragocistas hace casi 20 años y que todos tenemos guardado para frenar nuestras lágrimas y aliviar nuestras penas. Con José Ángel de la Casa hemos recorrido el mundo durante tantos años en los que nuestra selección siempre terminaba cayendo, el relató con tanta paz como pena el penalti que falló Eloy frente a Bélgica que nos echó del Mundial de Méjico-86 -antes habíamos compartido la alegría de los cuatro goles del Buitre a la Dinamarca de Eljkaer Larsen, Morten Olsen, Soren Lerby, ...-, o la tarde mágica del yugoslavo Stojkovic que nos borró del de Italia-90, el fallo de Julio Salinas y subsiguiente gol de Roberto Baggio -codazo de Tassotti a Luis Enrique incluído- que nos dejó fuera del de USA-94, el fiasco enorme frente a Nigeria en Francia-98 y el robo tremendo de un árbitro egipcio llamado Gamal Al-Ghandour en Corea-2002 frente a los anfitriones.

Por encima de todo, José Ángel de la Casa fue un periodista elegante, sabía lo que se hacía, era discreto; no nos llenaba de datos hasta el agobio, no entraba en pormenores sobre  la vida privada de los jugadores, no exhibía euforias no exentas de algo artificial, de pose, ... y por encima de todo respetaba: al público al que se debía, a los jugadores, al resto de compañeros de profesión. Su trabajo era ajeno a polémicas, no presumía trampas ni escándalos, ni intuía cosas complicadas ni era ácido, agresivo ni retorcido. En los partidos importantes nos sentábamos ante el televisor y durante el transcurso de los mismos, José Ángel de la Casa era uno más de la familia, alguien con quien compartir esas euforias y decepciones que tanto exageramos los forofos.

13 de enero de 2015

Bocinas

Hay veces en que tengo la sensación de que la bocina viene a ser como una especie de arma que tienen algunos conductores para hacerse notar, poner de manifiesto sus frustraciones o "percutir" al colega al volante o al peatón que piensa no ha sido respetuoso con los reglamentos pertinentes. El sonido de las bocinas ni es agradable ni invita a la fraternidad ni a la conciliación.
 
No se trata de hacer afirmaciones rotundas ni de colocar etiquetas, es más conozco a algunas personas encantadoras que al volante pierden en ocasiones los papeles, casi hasta convertirse en tigres de Bengala, pero es posible que el uso de la bocina pueda se el reflejo de la personalidad de algunos. Así, nos encontramos con el impaciente que no puede esperar ni una centésima de segundo tras ponerse el semáforo en verde para pitar al conductor que lleva delante, a quien con su toque parece acusar de perezoso, "pachorras" o ineficaz; o quien cuando considera que no has pasado por el lugar adecuado, lo has hecho fuera de tiempo o sin la debida precaución se ve obligado a llamarte la atención con ese "bocinazo" inesperado que no sabes si recibes por afán de reprender, ganas de llamar la atención o simple venganza; y no digamos aquellos incontinentes que destrozan la paz ciudadana al empelar las bocinas como arma arrojadiza en casos de conflictos de circulación que generalmente sobrevaloran.

En fin, que habrá que no estaría de más fomentar el uso restrictivo de la bocina, un elemento que es meramente accesorio en un vehículo y que algunos utilizan más que otros más importantes, incluyendo la moderación y el sentido común ... vamos, como la vida misma.

9 de enero de 2015

Luis Enrique, cuestionado



El Barça ya no es el que era; hablar de crisis a estas alturas de la temporada no deja de ser mera palabrería, pues ahí está el equipo plenamente vivo en todas las competiciones, amen de que en esto del fútbol las cosas pueden cambiar del negro al blanco y viceversa en sólo 90 minutos, sino que se lo pregunten a los vecinos de la Castellana, que se iban a merendarr a todos con patatas y aún no han ganado en 2015. Eso sí, Luis Enrique, el entrenador fichado a bombo y platillo a principios del presente curso, parece fuertemente cuestionado por la afición y los medios locales, e incluso hay quien dice que los jugadores le están haciendo la cama.

Si en esta vida hay algo absolutamente relativo es el tema de los entrenadores de fútbol; más que en cualquier otra ubicación del deporte rey, en el banquillo es aplicable lo que decía el poeta: "hoy somos, mañana, no". En el mundo del balón redondo y el verde césped se ha añadido a la pasión y las urgencias de siempre la capacidad de difusión de las redes sociales, de manera que cualquier "pelanas" pretende dictar e imponer su opinión como doctrina segura  y cuestionar a cualquiera por mucho que haya acreditado conocimientos y experiencia. Eso sí, en el caso de Luis Enrique, y admitiendo que no conozco a fondo su trayectoria como máximo responsable del primer equipo barcelonista, me parece que al hombre le han faltado madurez, saber estar, prudencia, ...

El asturiano pertenece a esta nueva generación de entrenadores que casi podríamos calificar como de diseño; hombres jóvenes, que cuidan su imagen, con cierta pose que algunos etiquetarían de "metrosexual", individuos asoman por la banda con traje estilizado, abrigo corto y zapatos estrechos y con cierta tendencia a filosofar cuando les ponen un micrófono delante. En el caso de Luis Enrique, quien tras conseguir que el Barça B jugara como los ángeles, fracaso en su experiencia italiana y consolidó al Celta en primera tras años de zozobra, tengo la impresión de que se lo ha creído demasiado pronto, como si no hubiera medido bien lo que significa entrenar al Barça y hubiera emprendido su trabajo en el Camp Nou con una suficiencia que no es nada aconsejable. Cuando se es nuevo en algo, y para el ex de Sporting, Madrid y Barça ésta es su primera experiencia en el fútbol de máxima altura, es mejor trabajar con humildad, evitar frases excesivas y no pretender hacerse notar más de lo estrictamente necesario.

Imagino que a Luis Enrique le queda tiempo para mejorar, si es inteligente sabrá rectificar actitudes y, sobre todo, aprenderá a darse cuenta de lo que le conviene. Como tiene calidad en la plantilla, posiblemente aún esté a tiempo.

8 de enero de 2015

La Yihad en París


Los sucesos ocurridos ayer en la sede de la revista satírica francesa "Charlie Hebdo" son verdaderamente estremecedores; la sangre fría y la puntería y capacidad de organización demostrada por los terroristas pone los pelos de punta, más si cabe cuando uno ha visto el vídeo en el que se comprueba como uno de los atacantes remata alevosa y despiadadamente a un policía que se encuentra herido en el suelo. El peligro del fanatismo islamista se confirma como algo tan real como serio, y es lógico que los europeos estemos ahora no sólo en estado de shock, sino en situación de alarma plenamente justificada.

Parece que hay ahora quien se rasga las vestiduras, como si no hubieran habido ya otros sucesos que acreditaran que nos encontramos ante gentes dispuestas a todo y que no se paran cuando se trata de la vida de los demás. En los últimos tiempos, especialmente desde los ya lejanos atentados de las Torres Gemelas, ha desaparecido esa sensación de relativa seguridad que teníamos en Occidente, cuando vivíamos con esa sensación, por lo visto artificial y poco sólida, de tener todo bajo control y cualquier ataque de entidad casi se consideraba como simple acaso de película de aventuras. Cuando veamos en los reportajes de los telediarios escenas de destrucción, imágenes desoladas como las de Iraq o Siria, tal vez nos vendría bien plantearnos que esos mismos paisajes estremecedores los podríamos contemplar en nuestro propio entorno.

A los gobiernos corresponde trabajar para garantizar nuestra seguridad y solventar los problemas internacionales que dan lugar a todo ésto, y a los ciudadanos, rezar lo que sepamos.

6 de enero de 2015

Adiós a una actriz con personalidad e inteligencia


El pasado 18 de diciembre fallecía en Roma a la edad de 78 años la actriz Virna Lisi: no era en estos momentos una artista de moda ni sus películas han batido records de taquilla en las últimas décadas, pero además de una mujer guapísima era una actriz de calidad y en su trayectoria profesional dio muestras de una personalidad, un señorío y una categoría humana no muy habitual en este mundillo tan especial.

Recuerdo perfectamente saber de Virna Lisi a través de la televisión de los años 60 y de las revistas como "Hola" y "Semana", donde aparecía como una de las grandes de la época más dorada del cine italiano junto a actrices  de su generación, todas ellas de despampanantes, como Gina Lollobrígida, Sofía Loren, Claudia Cardinale o Silvana Mangano. Eso sí, no puedo dar fe de haber visto más que una película de los primeros años de la actriz, "El tulipán negro" (1964) una coproducción franco-española de Christian Jacque, basada en un relato de Alejandro Dumás y con un argumento de enmascarados justicieros ambientado en París y la que el el héroe era Alain Delon y el villano Adolfo Marsillach, apareciendo en el reparto nombres tan conocidos por aquí como Álvaro de Luna, José Luis Pellicena, Perla Cristal y Laura Valenzuela. Salta a la vista que no fue la más brillante de sus actuaciones, pero sus mejores films debían tener por entonces demasiados "rombos" para un menor: "Esta es la vida" (1954), junto al gran Totó, "La mujer del año" (1956), "Rómulo y Remo" (1961) y por encima de todas "Eva" (1963),  que dirigió Joseph Losey con base en un best-seller de James Hadley-Chase y en la que compartió cabecera de cartel con Jean Moreau y Stanley Baker.

A mediados de los 60 Virna Lisi dio el salto a Hollywood, lugar al que no solamente le llevó su belleza -era conocida como la "Márilyn italiana", sino por su calidad interpretativa; allí su primer trabajo tuvo un éxito notable: "Como matar a la propia esposa" (1965), con Richard Quine como director y nada menos que Jack Lemmon como partenaire. Pero en la mítica "Meca del cine" Virna Lisi no estuvo dispuesta a pasar por el aro, mantuvo su buen estilo, se negó a ser una dócil muñeca y no quiso desnudarse ni se dejó seducir por los galanes de la zona como Frank Sinatra. Lucia Magi en el obituario de "El país" nos cuenta como esta actitud fue un obstáculo para su progreso en Hóllywood, aunque a la vez le hizo tener conciencia de su propio talento. “Cuando entendí que no era solo una muñeca, empezó el periodo más feliz de mi carrera, de verdad aprendí a disfrutar”, dijo en una reciente entrevista al diario romano Il Messaggero. El paso de la actriz italiana por Hollywood fue breve, pero ya se sabe que las mejores esencias se guardan mejor en frasco pequeño, a la vez que la actriz regresaba a Europa con la tarea bien hecha y la cabeza muy alta..

Otros trabajos notables de la actriz fallecida fueron: "Señoras y señores" (1965), de Pietro Germi, película que ganó la Palma de Oro del Festival de Cannes, "Casanova 70" (1965) de Mario Monicelli, junto a Marcello Mastroianni y Marisa Mell; "Las muñecas" (1965) con Gina Lollobrígida, Mónica Vitti y Elke Sommer, "Una doncella para un gran señor" (1966) de Pasquale Festa Campanille, con Vittorio Gassman como galán; "Asalto al Queen Mary" (1966), una de esas películas de grandes sucesos, dirigida por Jack Donohue y junto a Frank Sinatra, Anthony Franciosa y Richard Conte; "Bromas para un Señor" (1966), de Norman Panamá, acompañada de Tony Curtis y George C. Scott; "La hora 25" (1967), de Henri Verneuil, basada en la formidable y durísima novela del mismo título de Constantin Virgil Gheorghiu y en la que trabaja junto a Anthony Quinn;  "Arabella" (1967), de Mauro Bolognini, junto a James Fox y Margaret Rutheford, "problemas extraconyugales" (1968), un título significativo en el que la Lisi junto a otras tres damas de la época como ürsula Andress, Claudine Auger y Marisa Mell rodean a Jean Pierre Cassel; "El secreto de Santa Vittoria" (1969) de Stanley Kramer, alternando de nuevo con Anthony Quinn, además de Ana Magnani y Hardy Kruger; "Vidas truncadas" (1969), de Terence Young, junto a William Holden; "Giochi particulare" (1970), de Franco Indovina, con Thimothy Dalton y Marcello Mastroianni; "El placer de las damas" (1971), de Rod Amateau, junto a David Niven; "La gran bacanal" (1971), de Carlo Lizzani, genuina crítica social con Nino Manfredi, Irene Papas, Michelle Mercier, ...; "Barba azul" (1972), una moderna recreación del legendario psicópata asesino de mujeres, bajo el mando de Edward Dmytryk, con Richard Burton como el villano y Virna Lisi, Raquel Welch y Nathalie Delon como sus principales víctimas, "El serpiente" (1973), un film de espías de Henri Verneuil donde comparte cartel con un trío espectacular:Yul Bryner, Henry Fonda y Dirk Bogarde y "Más allá del bien y del mal" (1977) de Liliana Cavani, donde interpretó magistralmente el papel de la hermana de Friedrich Nietzsche, Elizabeth. No obstante es posible que su mejor actuación de los últimos tiempos fuera el de Catalina de Médici en "La reina Margot" (1994), una película de Patrice Chèreau, basada en el libro de Dumas sobre la terrible matanza de San Bartolomé y por cuyo trabajo obtuvo el premio a la mejor actriz en el Festival de Cannes, de entonces son estas inteligentes palabras: “No podía más de que los directores comentaran: ‘Sirve una guapa. Llama a la Lisi’. Y de Hollywood ni hablar: personajes vacuos, sin una pizca de cerebro. Por eso me fui y volví a Italia”.

Como colofón copio el final del citado obituario de Lucía Magi: "E Italia supo amarla y valorarla. Hoy la llora como se lamenta la pérdida de una vecina. Virna Lisi aparece en muchos de los pilares que construyen la cinematografía nacional popular. En los años ‘80, por ejemplo, salió en la película fundamental para todo adolescente de aquel decenio, Sapore di sale de Carlo Vanzina. En época más reciente, participó en algunas exitosas series de televisión. Trabajó sin cansarse nunca. Desplegó su talento hasta el final, con un invariado toque, tan reconocible, que sabía hacerse muy intenso y dramático y de repente explotar en una improvisa, genuina carcajada. Sin darse pose de diva, nunca artificial, “porque - solía repetir - si finges, antes o después, te van a descubrir”.. Descanse en paz.

3 de enero de 2015

Libros para cerrar el 2014



Las fiestas de Navidad me han permitido dar un empujón final en mis lecturas en un mes en el que no había tenido mucho tiempo para leer. Puedo afirmar, sin miedo a meter la pata, que los dos primeros y los dos últimos libros que aparecen en este resumen son novelas absolutamente recomendable, de esos libros que dan ocasión a disfrutar con la lectura. También tienen su interés otros tres, que aparecen  en medio de los anteriores, aunque en estos cada cual habrá de tantear sus gustos y aspiraciones literarias a la hora de optar por leerlos. A ver que nos depara el año 2015, que vendrá con novedades sabrosas, aunque quedan tantos pendientes ... además que en enero quiero dar por finiquitados algunos que llevo varios meses leyendo casi a trompicones.


Jean Echenoz es uno de los actuales escritores europeos con más proyección; sus libros están bien escritos, tienen la indudable virtud de la brevedad y su autor posee una forma de escribir francamente elegante; ya disfrute mucho con "Correr", un relato basado en la personalidad del legendario campeón olímpico  de fondo checo Emil Zatopek, y llevaba tiempo buscando un momento para leer "14", una novelita de extensión mínima -104 páginas- que trata sobre la 1ª guerra mundial, un evento cuyo centenario acabamos de conmemorar. Partiendo de cinco amigos movilizados en un pueblo francés que parten  en un ambiente de euforia e ingenuidad -"no durará más de 15 días"- a luchar en el frente, Echenoz nos cuenta una historia que combina la ironía, la ternura, la crítica histórica y el drama por partes iguales y armoniosa y deliciosamente combinadas. Evidentemente, el escritor francés no pretende enseñar historia, ni siquiera novelar aventuras, se limita a ambientarnos en época y lugar determinados, enmarcar su relato en el genuino drama de una guerra y mostrarnos unos personajes francamente entrañables. La novela va alternando la dura vida del frente con el ambiente tranquilo y expectante de la retaguardia, donde Blanché, la protagonista femenina espera a los que partieron; y posee la llamativa virtud de ser al mismo tiempo un relato duro y enternecedor. "Ravel", "Relámpagos", ... quedan muchos libros de Echenoz para seguir disfrutando con él.


Ignacio Aldecoa se encuentra desde hace decenios entre mis escritores favoritos; pertenece a una generación de autores que me parece formidable y solamente su pronto y repentino fallecimiento impidió una carrera literaria que se adivinaba brillantísima. Hace muchísimos años leí las que pienso son sus dos grandes novelas, "El fulgor y la sangre" y "Con el viento solano", dos perspectivas distintas de una misma historia, unos libros que se encuentran entre lo mejor que ha pasado por mis manos; también he leído bastantes de sus célebres cuentos, pero hacía dos décadas que no me enfrentaba con nada suyo, y tras una conversación con alguien que comparte mi admiración por el escritor decidí leer "Gran sol" , otra novela que me ha parecido magnífica. En ella Aldecoa nos habla de la gente del mar y si tuviera que resumir mis impresiones, resaltaría tres cosas: lo bien que describe a tantos personajes sin necesidad de grandes extensiones, el excelente trabajo de información sobre el tema que hubo en su día de realizar el escritor vitoriano para conseguir ser tan preciso en el uso del vocabulario propio del mundo de los pescadores y el enorme humanismo que destila todo lo que escribe Aldecoa. La preocupación y la crítica social, la descripción de los ambientes menos favorecidos y una sensibilidad especial son elementos característicos del estilo de un autor insuperable.


La editorial Belvedere, ubicada en Madrid y que no me suena demasiado, ha reeditado "Inglaterra, su Inglaterra", una novela de Archibald Gordon Macdonell, un británico nacido en la India a finales del siglo XIX y recriado en Escocia e Inglaterra. El libro fue escrito en 1933 y tiene como protegonista a Donald Cameron, un joven escocés que tras luchar en la gran guerra es enviado a Inglaterra durante unos meses con el fin de recoger los datos y experiencias pertinentes de cara a escribir un libro sobre las costumbres y tradiciones inglesas. Se trata del típico relato con cierto tono de ese humor inglés que no gusta siempre a todo el mundo, según aseguran en la solapa del libro con aires del gran P.G. Wodehouse -no es que lo ponga en duda, sencillamente no he leído nada de éste- y en el que nos da una muestra de la Inglaterra de "entreguerras", sin que falte la cacería del zorro, el te de las 5, los deportes del cricket y el fútbol, los college universitarios, la campiña, la niebla, ... En varias críticas se destaca la escena de un "hilarante partido de cricket", aunque he de admitir que hay que estar bastante enterado de este deporte para "pillar" la chispa, algo que no  ocurre en mi caso ... me pareció más divertido el viaje que realiza el protagonista a Ginebra, acompañando como secretario a un diputado de los tories en una convención. Hay ratos más entretenidos que otros y me parece que el libro se ha quedado algo anticuado, a pesar de lo cual no deja de ser una lectura agradable y elegante.


"Un millón de gotas", del barcelonés Victor del Árbol, ha sido una de las novelas de autores españoles con mejor crítica de entre las publicadas en 2014. No es éste el primer libro de éxito del escritor, pues ya se vendieron muy bien "La tristeza del samurai" y "Respirar por la herida". La novela es sin duda un ambicioso proyecto  -672 páginas- y aunque lo comenzé pensando que se trataba de un relato policíaco, comprobé enseguida  que el autor nos ofrece una novela en toda su extensión, aunque intriga la hay y bastante. Del Árbol, sin duda, ha recopilado información, me comentaron que para escribir esta novela acudió a muchas fuentes y me fío de quien me lo dijo. Se trata de una novela bien trabajada, con una estructura en la que se nota que quien la ha escrito ha dedicado tiempo y esfuerzo -no es nada fácil jugar con el tiempo y los personajes como hace del Árbol- y con una historia bien cerrada y en la que no se dejan cabos sueltos. El autor ha recurrido al sistema de alternar dos épocas bien lejanas en el tiempo -una que se inicia en la Unión Soviética de los años 30 y otra desarrollada en la Barcelona de principios de este siglo-, algo que desde mi punto de vista tiene el inconveniente de dificultar que el lector siga el hilo, pues los capítulos son bastante largos. A veces me ha llegado a parecer que la lectura se hacía algo premiosa, y el hecho de tratarse de una novela con pretensiones, lo que es evidentemente loable, me ha llevado a caer en ocasiones en la tentación de confrontarla con autores españoles cuyas obras han pasado recientemente por mis manos: Martin Gaite, Matute, Marsé, Aldecoa, ... escritores que ponen sin duda el listón muy alto. La historia es francamente interesante, aunque uno se resiste a aceptar que haya tanta ausencia de bondad en las personas y que cuando se termina la lectura no se encuentren resquicios a la esperanza. De cualquier manera, me queda claro que "Un millón de gotas" no es un éxito coyuntural de un escritor novel, sino un paso más en la carrera de un autor ya consolidado y del que cabe esperar mucho.


"En el momento equivocado", de la británica Louise Doughty, ha sido una de esas novelas que me decido a leer por simple intuición, casi por capricho: me llamó la atención la cubierta y me intrigó el breve argumento que aparece en la contraportada. El relato parte de un hecho más bien morboso y en algún momento hasta pensé abandonar la lectura pues podía parecer próximo a las célebres sombras de Grey; la cosa se calmó y ha terminado siendo un libro entretenido y hasta de cierto nivel. La historia, que no se puede contar sin adelantar excesivos acontecimientos, se divide en tres partes y está íntegramente narrada por la protagonista, viniendo a ser una especie de drama psicológico. Una de las virtudes de la autora es que consigue que conforme avanzas la narración ésta va ganando tu atención. La tercera parte del libro es uno de los relatos del acto de un juicio oral  más conseguidos con los que me he encontrado, me atrevería a definirlo como magistral. Eso sí, la trama no es más que una muestra de la degeneración moral a la que ha llegado la sociedad, mostrando los protagonistas unas formas de vida que se centran en la búsqueda del éxito profesional cueste lo que cueste y el relleno de los momentos libres con simples placeres y burdos vicios ... y pido perdón por el desahogo. Por cierto, no me gustó en exceso la conclusión final con que se despacha la autora.


"Demonios familiares" es el libro póstumo de Ana María Matute; al parecer el relato viene a ser la continuación de "Paraíso inhabitado", novela que leí hace cinco años y de la que recuerdo bien poco, a lo que cabe añadir que el libro quedó inacabado, pues la escritora falleció antes de terminarlo. Ni una ni otra circunstancia tienen excesiva importancia en este caso, pues lo esencial, lo mejor de la lectura de "demonios familiares" es la enorme calidad literaria de la autora.Matute nos ofrece, como siempre, un castellano magnífico, con ese estilo que lleva toques de cierta tristeza, algo de mágico y una elegancia innata. Los personajes son de carne y hueso, con una fuerza llamativa, en especial la protagonista, Eva y Yago, el misterioso ayuda de cámara de su padre, a quien se conoce como "el Coronel". En la historia que nos cuenta Ana María Matute aparece como fondo la guerra civil -la trama se desarrolla en los días inmediatamente anteriores y posteriores al 18 de julio de 1936-, así como los propios traumas infantiles y familiares de la protagonista. Una pena que el final se interrumpa abruptamente, pero queda dicho que por encima de todo está una litaratura de primerísimo orden, a lo que cabe añadir el magnífico prólogo de Pere Gimferrer y el no menos brillante epílogo de Mari Paz Ortuño. 

El pasado 27 de noviembre falleció a los 94 años la escritora británica P.D. James, desde mi punto de vista una de las mejores autoras de novela policíaca de nuestra época. La escritora de Oxford no solamente escribía magníficas novelas del género, sino que era una auténtica autoridad en la materia, como lo demuestra su obra "Todo lo que se sobre novela negra", un libro publicado hace cinco años con el que aprendí y disfruté muchísimo. El óbito de James fue impulso suficiente para leer otra de sus obras, con lo que cubrí de paso una asignatura pendiente desde mis tiempos de Tarragona: leer "Muerte de un forense", una de las  aventuras del inspector y poeta Adam Dalglish, publicada en 1977. Como suele ser habitual en esta excepcional escritora, el relato no decepciona; está escrito con la estructura clásica con la que tantos éxitos obtuvo su compatriota y antecesora Agatha Christie: un crimen y una serie de personajes que se convierten todos ellos de modo automático en sospechosos. Pero P.D. James no fue una autora acomodaticia que se limita a desarrollar una intriga y obtener una solución, sino que crea unos personajes con vida propia y que de los que saca algo más que su vinculación con un asesinato, empezando con el propio Dalglish, a la vez que adorna su narración con descripciones y consideraciones francamente logradas. Cuando mi amigo Oriol, un impenitente lector ya octogenario, me recomendó "Muerte de un forense" , sabía sin duda lo que hacía.