27 de diciembre de 2017

Pies descalzos


En 1974, cuando cursaba 6º de Bachillerato, viajé a Italia con la mayoría de compañeros de promoción de mi Colegio. Se trataba del viaje de estudios que desde hacía un par de años habíamos estado preparando con toda la ilusión del mundo. Recuerdo que ahorré dinero casi con avaricia, y además de guardar como oro en paño las propinas de Reyes y cumpleaños, trabajé atendiendo a los más pequeños en el comedor del colegio y hasta vendí una enciclopedia.

Salimos en autobús el lunes de Pascua de la Plaza Paraiso y en Barcelona cogimos un Ferry hasta Génova. La primera etapa del viaje tenía como punto central las visitas a Milán y Padua, ciudades en las que estuvimos pocas horas, pues el grueso de los días estaban reservados para Venecia, Florencia y Roma. En Milán el atractivo se ubicaba en la plaza del Duomo, con una Catedral gótica impresionante, verdaderamente bella y monumental, de esas que impresionan. También había unas estupendas galerías comerciales, especialmente impactantes para unos jóvenes zaragozanos de los años 70.

La belleza del "Duomo" quedó grabada para siempre en mi retina, pero debo confesar que con éste quedaron otros dos recuerdos curiosos: la constancia de que la fachada necesitaba un lavado urgente y la presencia en la plaza de un número, que a mi me pareció llamativamente numeroso, de jóvenes chicas de raza gitana, las cuales manifestaban una alegría y vitalidad enorme y presentaban la peculiariedad de ir descalzas. Creo recordar que aparentaban una edad algo superior a la nuestra, y andaban de aquí para allá con la sonrisa en la boca y el ritmo en el cuerpo.

Sería digno de analizar el motivo por el que me impresionó tanto esa imagen, y en concreto el hecho de ir desprovistas de calzado alguno. Imagino que cualquier psicólogo sería capaz de encontrar unos cuantos argumentos al respecto. Lo cierto es que no se si se debía a las peculiariedades de un adolescente de poco más de 15 años, a la inexperiencia propia de la edad, que en la España de 1974 era bastante más notoria y elevada que ahora, o simplemente a una sensibilidad que combinaba ingenuidad y candidez a partes iguales.

En cualquier caso, la imagen de la Catedral de Milán ha quedado unida en mi mente a partir de entonces a la de un buen número de jóvenes gitanas que paseaban su entusiasmo, su desenfado, su ausencia de complejos ante la vida ... y sus pies descalzos por sus alrededores.

22 de diciembre de 2017

Cuando los ojos brillan


Los ojos son, probablemente, la parte del cuerpo humano que mejor refleja el estado de nuestra alma. Nuestra sonrisa puede extenderse de punta a punta a la vez que la ausencia de brillo en los ojos desmiente la alegría del ánimo. Hay veces en la vida en las que los acontecimientos diarios terminan oscureciendo la luz de la mirada. un fenómeno que puede llegar sin que te des cuenta, quizá por no controlar los sentimientos y dejarse llevar por esa tinta de la pena que emborrona el ánimo en cuanto de despistas.

Por eso es bueno mantenerse alerta, evitar que los inevitables dolores que nos dañan el alma se apoderen de nosotros, que los árboles nos impidan ver el bosque y vayamos por la calle, ...  por la vida, impidiendo al resto disfrutar del brillo de nuestros ojos, de la luz de nuestra mirada.


17 de diciembre de 2017

Cierra una cafetería de siempre


Tras regresar a Zaragoza cuarenta años después, comprobé que todavía quedaban establecimientos de mi "primera época", aunque también confirmé que cada vez iban siendo menos. El último "susto" me lo llevé el otro día al leer en "Heraldo de Aragón" que al finalizar el mes, antes de que la uvas den paso al 2018, cerrará la Cafetería Benidorm, uno de esos bares tan adecuados para tomar un excelente aperitivo de tapas como desayunar camino del trabajo o tomarte un café sentado tranquilamente en la terraza. La vida del "Benidorm" ha superado los cincuenta años, dato que deja claro la profesionalidad de quien lo lleva y el excelente servicio prestado, pues en negocios de eta naturaleza solamente sobrevive tiempo quien sabe hacerlo bien.

La cafetería está ubicada en la Avenida Goya, muy cerca de la esquina con Fernando el Católico donde estaba hace ya bastantes años el Cine "Gran Vía". Mi recuerdo del establecimiento va unido al del "Bar Chile", un local bastante más pequeño que no aguantó en pie ni la mitad del tiempo de su vecino. La última ocasión en que visite la "Cafetería Benidorm" me tomé unos calamares excelentes junto con un amigo, y puedo dar fe de la bondad del producto y la elaboración.

El "Benidorm"  a lo largo de más de medio siglo, ha sido testigo de buena parte de la vida ciudadana: generaciones de estudiantes que se dirigían a la Ciudad Universitaria, largas filas de zaragocistas camino de una "Romareda" donde, durante la vida del negocio, se vivieron momentos brillantes e históricos: ¿quien sabe si allí aterrizó más de un hincha del Feyenord o el Chelsea a ahogar las penas de su derrota, o celebraron nuestros amigos blanquillos los goles de Arrúa, "Pichi" Alonso, Rubén Sosa, Savo Milósevic o ... ¡por supuesto!, Nayim. 

¡Larga vida la recuerdo de la "Cafetería Benidorm"!.

http://www.heraldo.es/noticias/gastronomia/2017/12/14/el-cafe-benidorm-cerrara-antes-fin-ano-1213766-1311024.html

10 de diciembre de 2017

La discreta muerte de una actriz fuerte y frágil


Estoy seguro de que los grandes aficionados al "séptimo arte", como es el caso de mi amigo Tommy y alguno más, podrían hablarnos mucho de Mireille Darc. Mis primeros, y casi exclusivos, conocimientos de esta mujer nacida en Tolón hace 79 años y fallecida en París el pasado 27 de agosto, se remontan a cuando fisgoneaba el "Hola" y el "Semana" en casa de mi abuela siendo yo nada más que un adolescente curioso. La actriz francesa aparecía como acompañante habitual de Alain Delón -para mis ingenuos planteamientos toda pareja que aparecía como tal daba por hecho que estaba casada ... y por la Iglesia.

Ahora que, más de tres meses después de ocurrido, me entero de su muerte, he descubierto que Mireille Darc era una mujer discreta, elegante y que ha sabido llevar desde joven con una fortaleza y actitud ejemplares una salud llamativamente frágil. Darc sufría una malformación cardíaca congénita, habiendo debido de someterse a dos complicadas e importantes operaciones de corazón, y falleció tras reproducirse en tres ocasiones desde 2016 accidentes cardiovasculares que la fueron debilitando hasta el extremo.

Su nombre real era el de Mireille Aigroz, asumiendo el apellido Darc en homenaje a Juana de Arco, decisión que dice mucho de su condición de mujer valiente y decidida. Su infancia no fue sencilla, marcada por las estrecheces económicas y el hecho de no ser hija del marido de su madre, que cuentan le llamaba "la bastarda". Toda su vida fue una lucha contra las adversidades citadas de su poca salud y los dramas sentimentales, como la separación de un complicado Alain Delon tras quince años de relación y la muerte de su segunda pareja, el periodista Pierre Barret, director de "L¡Express", víctima de una enfermedad hepática y al que la posibilidad del trasplante de hígado llegó tarde.

La Darc debiutó en el cine con el célebre Jean Luc Godard, uno de los más genuinos representantes de la llamada "nouvelle vague" con "Week end", definida por Juan Pedro Quiñonero como una comedia "negra, crepuscular, atroz", tres calificativos que dan a entender el estilo que le iba a esta actriz. No obstante, el director con el que trabajo más y a quien debe su estrellato fue Georges Lautner, con quien rodó trece películas, entre otras "Des pissenlits par la racine" (1964), "Alegres vividores" (1965), "Galia" (1966), "Un trabajo en París" (971), "La valija" (1973) y "Muerte de corrupto" (1977). La actriz fallecida compartió cartel com los grandes del cine francés, especialmente Alain Delon -"Por la piel de un policía", "Borsalino", "Los senos de hielo", "Madly", ...-, pero también con artistas del nivel de Jean Paul Belmondo, Catherine Deneuve, Lino Ventura, Jean Louis Trintignan, Annie Girardot, Jean Moreau, Jean Gabin, Gian María Volonté, ... amen de algún trabajo con Louis de Funes.

Descanse en paz.

9 de diciembre de 2017

Murió Jensen

El pasado 4 de diciembre falleció a los 68 años, víctima de un cáncer, el ex-futbolista danés Henning Jensen.  El nombre de  Jensen sonará poco para aquellos aficionados que aún no han cumplido los 50 años. Pero quienes empezamos a andar lejos de esa cifra y disfrutamos de ese fútbol auténtico y competido de lo años 70 y 80 recordamos con agrado a ese danés rubio, ágil y rápido que jugó en el Real Madrid desde 1977 a 1979. En las tres temporadas que Jensen vistió la zamarra merengue el equipo blanco ganó dos ligas, desplegando un fútbol ofensivo e imponiéndose claramente al F.C. Barcelona de Michels, Cruyff, Neeskens, Asensi y Rexach y a un Sporting de Gijón que brillaba en aquellos años a las órdenes de Vicente Miera y con jugadores de la talla de Rezza, Mesa, Joaquín, Quini, Morán y Ferrero. Cuando Jensen fichó por los de Concha Espina, los zaragocistas ya sabíamos de las excelencias del danés, quien formando parte del Borussia de Moenchengladbach más boyante de su historia había goleado al Real Zaragoza de los zaraguayos (5-0) en una tarde noche protagonizada por un clima infernal y una exhibición de un equipo en el que el jugador fallecido formaba junto a su compatriota Allan Simonssen, quien años después sería estrella del Barça, una delantera de lujo. En ese Borussia militaban además cuatro componentes de la selección alemana vencedora del Mundial de 1974 -Berti Vogts, Rainer Bonhof, Herbert Wimmer y Jupp Heyckens- y comenzaba a hacer sus pinitos un centrocampista de raza y poderío llamado Uli Stielike, que terminaría siendo compañero de Jensen en el Bernabeu. 

Jensen formó parte de un Real Madrid sólido, con dos porteros de primer nivel, García Remón y Miguel Ángel, una defensa con laterales de la talla de Sol, Camacho y San José y un central arrollador como Benito, centrocampistas de nivel A como el citado Stielike, el incombustible Pirri, Del Bosque y el argentino Enrique Wolff y dos compañeros de delantera que hoy son históricos: Santillana y Juanito. El danés era rápido, tenía un regate espectacular y un disparo atinado, y fue siempre titular con Miljan Miljanic y Luis Molowny, los dos entrenadores que tuvo con los blancos. Recuerdo perfectamente que Henning Jensen firmó partidos redondos frente al Barcelona, equipo al que le tenía tomada la medida. 

Cuando Jensen abandonó el Real Madrid se fue a otro grande de Europa, el Ajax de Amsterdam, que también vivía una época dorada, con Leo Beenhakker en el banquillo y jugadores tan importantes como sus paisanos Frank Arnessen, Jesper Olsen y Soren Lerby.

Siempre es una "gozada" recordar estas viejas historias y estos antiguos nombres que protagonizaron el fútbol de mi juventud. En esta ocasión, acompaña la tristeza de la pérdida, pero también es el momento de devolver la memoria de un grande del balón. Descanse en paz.


1 de diciembre de 2017

Leidos en Noviembre


El mes de noviembre se ha impuesto el ensayo sobre la ficción. Tres buenas novelas no impiden reconocer cuatro escritos interesantes sobre el cine en tiempos del "Macarthismo", la Unión Europea, la historia de Roma y la literatura.

Los tiempos en los que el senador republicano Joseph  McCarthy tuvo llamativa influencia en la política USA  se convirtieron sin duda en una de las épocas más interesantes de la historia de dicho país posterior a la 2ª Guerra Mundial. Por esta razón busqué entre los libros de "viejo" alguno que me pudiera servir para mejorar mis escasos conocimientos sobre el tema. Selccioné dos, y el primero que he leído ha sido "McCarthy contra Hollywood: La caza de brujas", un breve ensayo sobre la influencia del  senador y sus forma de hacer política en el mundo del cine. La primera edición del libro, publicado en "Cuadernos Anagrama", se remonta a 1970, y su autor es un veterano periodista español, antiguo militante del PSUC, llamado Román Gubern. Se trata de poco más de 90 páginas abundantes en datos -nombres, comisiones, fechas, ...- que da una visión global de las actividades de las comisiones de investigación organizadas por McCarthy y que afectaron a nombres importantes de la industria cinematográfica. Por el libro van desfilando historias de enfrentamientos, cesiones, delaciones, ... con bastantes dosis de credibilidad, al dar el autor muestras de estar bien informado. De esta manera aparecen nombres como Joseph Losey, Elia Kazan, Arthur Miller, Humphrey Bogart, etc. Aunque haya perspectivas que puedan cambiar al cabo de casi 50 años y hechos que no se conocieran suficientemente bien en 1970, me ha parecido un trabajo interesante ... y entretenido.

Evelio Rosero es un escritor colombiano que obtuvo el Premio Nacional de literatura de 2006. Ha trabajado casi todos los ámbitos literarios, si bien su mayor fama se la debe a la narrativa. En la Biblioteca Pública de Zaragoza encontré "Los ejércitos", relato con el que obtuvo el "Premio Tusquets de Novela", también en 2006. Se trata de un relato breve -202 páginas-, ambientado en un supuesto pueblo colombiano llamado San José en plena época de conflictos, redactado con el típico lenguaje iberoamericano al estilo de escritores tan importantes como García Márquez o Carlos Fuentes. Los personajes que aparecen son todos peculiares, llenos de contradicciones, con pasado complejo. En la novela van desfilando narcotraficantes, militares, paramilitares, guerrilleros,  ... todos entremezclados en un mundo de violencias, irracionalidad e injusticia. Me gustó más la primera parte que la segunda, aunque sin duda se trata de una buena novela en su estilo. Eso sí, se trata de un relato llamativamente duro y con un desenlace que deja pocas puertas abiertas a la esperanza, ... y digo pocas, por si alguna se me escapó. Un autor a tener en cuenta.

Enrico Letta es un político italiano que, entre otros cargos, ocupó el de primer ministro de su país  entre los años 2013 y 2014, así como el de diputado en el Parlamento Europeo. La editorial "Península" publicó recientemente un breve ensayo suyo en torno al problema de Europa titulado "Haz Europa y no la guerra", con la llamativa  coletilla de "Una apuesta europeísta frente a Trump y el Brexit". Me gustaron las críticas leídas y lo compré, con la intención de que me ayudara a conocer mejor el tema y el atractivo de una visión que intuía sensata y ponderada. Letta plantea los problemas actuales de la Unión Europea tras una serie de crisis que con buen  criterio resume en cuatro: la económico-financiera, la de los refugiados, la del terrorismo yihadista y la provocada por el célebre "Brexit". El político transalpino muestra sus opiniones y tesis con sencillez y sentido común, lejos de radicalismos, pero también de conformismo. Me ha gustado especialmente su postura avanzada y generosa ante el problema de la emigración, su deseo de recuperar los viejos valores que construyeron Europa, su defensa de la democracia representativa frente a la tentación de populismos o de referendum poco reflexionados y la tesis que plantea al final de libro sobre la necesidad de forzar alternativas positivas a los problemas, buscando lo que sea mejor y no esa reclamación de lo "menos malo" que suele ser consecuencia del miedo. No es un tratado exhaustivo, ni de lejos, pero se lee bien y ofrece buenas ideas.

"Toda una vida", escrita por el austriaco  Robert Seethaler, ha tenido una crítica positiva unánime en España. La novela fue "Libro del año" en Alemania el 2014 y ha sido publicada en 2017 en España, con el aval de la Editorial "Salamandra". Se trata de un relato breve -138 páginas-, bien escrito y de cierta amenidad. Nos cuenta la vida de Andreas Egger, quien huérfano a los 4 años es llevado con unos parientes a un pueblo de montaña de los Alpes, donde inciia una vida marcada por la dureza y en la que se enfrenta a los dramas que provocan tanto la naturaleza misma como la guerra, amen de las propias contrariedades de la vida y la insensibilidad de las personas. Seethaler nos presenta la vida un hombre bueno, fuerte y luchador, que se enfrenta con valor, y cierto estoicismo a sucesivas tragedias, todo ello con la montaña como escenario privilegiado y el siglo XX como tiempo de los hechos, con la construcción del teleférico de una estación de esquí como referencia central. El autor nos narra los sucesos como desde lejos, sin implicarse, con cierto tono desdramatizador: me parecen significativas las palabras que publicó "El País" en una entrevista, “Si escribes de la vida debes escribir también de la muerte”.   La lectura ha confirmado los buenos pronósticos: una buena novela, que se lee con agrado en momentos de tranquilidad y silencio.

David Potter es profesor de la Universidad de Michigan, y si la solapa del libro no engaña, allí da clase de Historia de Roma y Grecia y de latín y griego ... con este bagaje, no cabe duda de que resulta sugestivo el libro que ha publicado recientemente en España la editorial "Pasado y presente":  "Los emperadores de Roma". Se trata de un repaso de cerca de 300 páginas por la historia de la Roma imperial, comenzando, aunque el primer emperador fuera Octavio Augusto, por Julio César y el triunvirato que formó con Pompeyo y Craso, tras el que surgió el que compusieron el propio Octavio, Lépido y Marco Antonio.  El libro es interesante y entretenido, y por el van desfilando un buen número de emperadores entre los que aparecen un buen número de personajes más bien toscos y poco civilizados, casi todos ellos muertos violentamente, junto a alguno que, haciendo también sus barbaridades, demostraron altura política -Octavio, Trajano, Adriano, Marco Aurelio, Constantino, ...-. No estamos ante un tratado exhaustivo y profundo, pero sí ante un ensayo que aporta y ayuda a pasar un buen rato.

Santiago Posteguillo es un profesor universitario  que se ha ganado una buena fama por sus excelentes novelas históricas ambientadas en  la antigua Roma: inolvidables sus trilogías sobre el general Escipión y el emperador Trajano. Pero además, Posteguillo es un gran conocedor del mundo de la literatura, teniendo escritos varios libros amenos e interesantes. El último de ellos es "El séptimo círculo del infierno", una especie de viaje por la historia de los libros en el que aprovechando la metáfora usada por Dante en "La divina comedia", da un repaso a una serie de libros y autores a los que en su momento les pudo caer la etiqueta de malditos, no precisamente por la ausencia de claidad y belleza literaria, sino por circunstancias como la guerra, los totalitarismos, las desgracias personales, la Inquisición o el exilio, entre otras. Me ha parecido una obra deliciosa, para disfrutar, en la que te enteras de circunstancias totalmente desconocidas relativas a autores tan distintos como Concha Espina, Doris Lessing, Saki, Rudyard Kipling, Iris Murdoch o Imre Kertesz entre muchos otros. Un libro que me ha fascinado y me anima a seguir  hincando el diente a esta linea de obras de Posteguillo.

Carlos Zanon es uno de los escritores que han aparecido con más fuerza en el panorama literario español de estos últimos años. Ya leí en su día "Tarde, mal y nunca", una de sus primera novelas negras -que no policíacas- que publicó RBA y me gustó bastante. Es además un excelente comentarista literario en los blogs de "El País". Zanon ha querido dar un paso adelante con "Taxi", valorada por muchos como el intento de gran novela barcelonesa de las primeras décadas del siglo, aspiración que debes considerar sin duda atrevida si has leído, por ejemplo, "La noria" de Luis Romero o "Nada" de Carmen Laforet, o han pasado por tus manos algunas obras de Juan Marsé, sin olvidar, en un escalón distinto, las aventuras de Galíndez y Méndez que nos dejaron Vazquez Montalbán y González Ledesma. Tengo que decir que me ha gustado "Taxi", pero cuando te han pintado un panorama tan bueno, siempre esperas más. Ha habido capítulos que me han parecido excepcionales, pero en algún momento la obra se me ha hecho pesada, dando la razón a quien, creo que en "Babelia", puso a la novela la pega de ser excesivamente larga. De cualquier manera, lo bueno se impone claramente a lo mejorable, con unos personajes redondos y una ambientación magnífica, la de las zonas de Barcelona ausentes de glamour.

29 de noviembre de 2017

Aisladores del mundo


Cuando entro en el tranvía, hábito que frecuento bastante desde que vivo en Zaragoza, suelo quedar asombrado al comprobar cómo más de la mitad del pasaje se dedican a manipular su correspondiente Iphone, móvil,  Ipad o equivalente ... unos "wasapean", otros practican juegos aditivos, otros curiosean por la red, ... todos gastan datos y se aislan de quien les rodea. Y la cosa no se limita al tranvía, porque en los autobuses urbanos, en las pasillos de las grandes superficies, en calles, bares, establecimientos ... hasta en los  templos, el personal tabletea botones con tanta fruición como habilidad e intuyo que, muchas veces, inutilidad.

El ensimismamiento descrito se extiende a tantos ciudadanos que caminan rumbo al trabajo, a recoger a los niños al colegio o a efectuar sus compras diarias o semanales provistos de unos auriculares con los que se concnetran escuchando no se si música, noticias, chistes o grabaciones relajantes. Con semejantes adminículos, corremos el riesgo de convertirnos en seres aislados del mundo. Antes preguntar a un ciudadano anónimo por la situación de una calle, la ubicación de un monumento o la dirección de una tienda se convertían en modo de ejercitar la solidaridad y mientras quien preguntaba podía resolver su problema, su duda, a quien respondía le quedaba la satisfacción de haber prestado un buen servicio, de haber ayudado a un semejante. Ahora, preguntar por donde se va a Chamberí, Gracia o la calle Dato se convierte en un reto complicado, con dificultades añadidas que suelen terminar provocando omitir la gestión ... menos mal que están los "tontones".

No cabe duda de que las nuevas tecnologías nos vienen facilitando muchas cosas, pero no se si la sociabilidad se encuentra entre ellas.


20 de noviembre de 2017

Lágrimas en silencio


En la mañana de ayer, un magnífico domingo de noviembre, pasé por El Pilar. En su interior se reunía, como siempre, mucha gente. La zona del Altar Mayor estaba cerrada por celebrarse Misa y en la Santa Capilla reinaba  esa mezcla de paz, fervor y admiración de siempre. Tras rezar a la Virgen y hacer una pequeña escala en un lugar cercano en nombre de alguien que se lo merece, me dirigí a la parte trasera, donde se encuentra el medallón en el que se venera el Pilar. 

La cola para besar la santa columna no era larga, pero enseguida vi que había parón. Una señora de mediana edad, rubia y bien arreglada, estaba arrodillada con la cara "enganchada" a la columna y no hacía ademán de levantarse. La espera se hizo larga -es posible que subjetivamente- y todos los que esperábamos respetamos la devoción de la mujer y su evidente necesidad de descansar su estado de ánimo en tan trascendente lugar. Cuando se levantó, pude observar que lloraba.

Tras dar mi beso al Pilar y reincorporarme, pude observar que la referida señora esta a un lado, en un hueco de la pared, llorando desconsoladamente, con tanto silencio como signos evidentes de dolor. Como es lógico, quienes pasamos por allí lo hicimos con la discreción y el  silencio que las circunstancias requerían, aunque hube de rechazar la tentación de hacerle algún signo de ánimo y cariño: pensé que en momentos así uno necesita la intimidad y el anonimato.

No tengo ni idea, como es lógico, de los motivos que provocaban la tristeza y angustia, evidentes, de la pobre mujer. Ignoro si serían cosas de salud, penas familiares, angustias laborales, soledad, ... pero confío en no caer nunca en la indiferencia o frialdad ante las penas ajenas. La escena revivió en mi nterior a lo largo del día, y deseé que la Virgen, poderosa y, sobre todo, madre encontrara la forma de aliviar un dolor que sin duda era profundo.

8 de noviembre de 2017

Un cartel que parece vivo


La sección de libros de la tienda que tiene FNAC en el Coso de Zaragoza se ha convertido en una de las más frecuentadas por mí desde que vivo en mi ciudad de origen: no cierra al mediodía, está de paso entre mi casa y mi lugar de trabajo y suele andar bastante al día sobre las últimas novedades literarias. Desde hace un tiempo, en dicha sección -e imagino que en las de otras ciudades- se deja ver un cartel de cartón con la persona de la escritora madrileña Almudena Grandes como protagonista. El citado cartel, que hace publicidad de su última novela, "Los pacientes del doctor García",  es de tamaño natural y en el se refleja a la escritora con tanto acierto que de lejos incluso parece de carne y hueso. Las primeras veces que tras bajar las escaleras que acceden a la planta sótano, ví de lejos semejante figura llegué a pensar que se trataba de una persona de verdad, tan sólo al acercarme comprobé que era la célebre escritora y no se trataba más que de una foto grande.

He de reconocer que me encuetro bastante lejos de las posiciones ideológicas de Almudena,  incluso escribí hace unos años un post criticando alguna de sus declaraciones. Pero no es menos cierto eso de que "algo tendrá el agua cuando la bendicen", y que si tiene semejante tanto éxito, será porque acumula más de una virtud que lo motive. Tendré que plantearme leer algo escrito por ella para salir de mi ignorancia respecto de sus habilidades literarias. De momento, cada vez que me cruzo con "ella" para ponerme al día de las novedades más recientes, me sigo sorprendiendo de esa figura y esa mirada, tanto que la última vez hasta la saludé ... y juraría que respondió a mi saludo.

1 de noviembre de 2017

Lecturas de octubre


Al hablar de mis lecturas de octubre debo destacar haber concluído una nueva novela magnífica de Ignacio Martínez de Pisón, sin despreciar tres descubrimientos, uno procedente de Polonia y dos de USA. Se completan con un buen relato policaco-político de Chile y dos ensayos a los que llegué movido por la curiosidad.

"Imagina que no estoy", del estadounidense Adam Haslett, es una de esas novelas que centran tu interés en cuanto ves portada y argumento. Ya había leido en su día "Union Atlantic", un relato que anticipaba la crisis económica de la última década, y me había gustado bastante a pesar de ciertas dificultades para su lectura por razón de la temática. En este nuevo libro el escritor va por otros derroteros: nos cuenta la historia de una familia de clase media americana, con sus problemas de todo tipo y sus dramas personales. El esquema literario de Hasset consiste en la narración por capítulos y en primera persona de cada uno de los miembros de la familia, matrimonio y tres hijos, en torno a los cuales van apareciendo el resto de personajes de la trama. El centro argumental radica en la enfermedad mental del padre, quien sufre frecuentes periodos de depresión, afección que es conocida por su mujer en pleno noviazgo, creándole el crudo dilema de seguir adelante o no con la relación y casarse. El hijo mayor también sufre una enfermedad similar, lo que convierte la cuestión en parte principal de la novela.  Un libro que debe leerse despacio, al que alguna crítica alaba la capacidad de compaginar el drama con el humor ... aunque yo he visto mucho más de lo primero. De cualquier manera, su nivel literario es más que aceptable.

Luis Sepúlveda es un veterano escritor y periodista chileno  que también ha hecho sus pinitos en el cine. Su lista de premios literarios es notable y ya en su día me habían llamado la atención varias de sus novelas. El mes recién terminado surgió la oportunidad de leer su último título, "El final de la historia", un relato con cierta intriga editado por Tusquets y que, aunque se le suele incluir entre las novelas policíacas, no me atrevería a calificarla propiamente como de dicho género. Estamos más bien ante una historia de amplia extensión temporal: tiene sus raíces en el final de la 2ª guerra mundial, su fundamento en los últimos días de Salvador Allende y la dictadura militar que llegó tras el golpe que le derrocó y su desenlace en la actualidad. La novela tiene como protagonistas principales a una serie de personajes que quedaron desubicados tras esos tiempos tan convulsos de la reciente historia del país andino, todos ellos aventureros comprometidos en los diferentes bandos. El estilo literario de Sepúlveda recuerda algo al del argentino Ernesto Mallo en sus magnífica serie del Comisario Lazcano, mucho más en las formas que en la ambientación. Creo que el guión está bien desarrollado, la novela bien escrita y que el final es original, nada predecible.

"Persiguiendo a Cacciato" es una novela con la que el escritor nacido en la localidad de Austin (USA) Tim O'Brien ganó en 1978 el prestigioso premio "National Book Award". La editorial Contra ha publicado este año una nueva edición, uno de cuyos ejemplares conseguí encontrar libre mediado septiembre en la Biblioteca Pública de Zaragoza. O'Brien, quien tras licenciarse en Ciencias Políticas fue llamado a filas e intervino como soldado de reemplazo en la Guerra del Vietnam en 1969 y 1970, aprovecha su conocimiento directo del choque para contarnos la historia, más bien surrealista, de la huida de un joven recluta llamado Cacciato, quien pretende desde la base de operaciones en Saigón llegar nada menos que a París. Los personajes protagonistas son los componentes de la brigada que sale en busca del insensato soldado. La novela tiene abundantes flash back en los que el autor aprovecha para darnos una visión dura y real de lo que fue esa guerra. Hay quien considera el relato como la gran novela sobre la guerra del Vietnam, ... pienso que no anda descaminado, con la virtud de adornarla con esa aventura soprendente llena de imaginación y hasta de cierta comicidad. Un libro para leer con calma y cuya reedición es un acierto, pues hay novelas que nunca pasan de moda.

Manuel Jabois es un periodista gallego que tras escribir sus columnas en "El Mundo", lo hace ahora en "El País". Parece ser uno de los más brillantes de su generación -nació en 1978- y le gusta mantener distancia con las ideologías políticas, mostrar un tono que mezcla la ironía y el escepticismo con cierto sentiodo del humor y que me fue vivamente recomendado por Brunetti, uno de mis consejeros trasversales, quien insistió en que sus mejores artículos los cerraba Jabois cuando hablaba de fútbol. También es un brillante escritor, por lo que me decidí a leer "Nos vemos en esta vida o en la otra", un ensayo periodístico en el que nos cuenta la historia de Gabriel Montoya, el único menor condenado por los atentados del 11 de marzo de 2004. La historia de "Gabi" sirve para desarrollar toda la trama asturiana de sustracción y transporte de explosivos en el que aparecen personajes cuyos nombres  nos suenan a todos: Emilio Suárez Treshorras, su mujer Carmen, su cuñado Antonio Toro, Rafa  Zouhrier, "El Chino", ... El tema es, sin duda interesante, pero la lectura me ha resultado en exceso monótona, falta de chispa y con pocas aportaciones novedosas. Me ha gustado algún sucedido o encuentro que acredita la personalidad de los protagonistas, pero esperaba más. Como digo tantas veces, es posible que estas limitaciones puedan venir de no saber encauzar y digerir bien la lectura ... en cualquier caso, lo próximo que leeré de Jabois será de fútbol.

Tenía interés en leer algo de Jorge Volpi, joven escritor mejicano -nació en 1968- que lideró la llamada "generación del crack", movimiento literario del país azteca que formó junto a  Ignacio Padilla, Eloy Urroz, Pedro Angel Palou, Ricardo Chávez Castañeda y Vicente Herrasti. He comenzado a leer a Volpi con una recopilación de artículos, publicados la mayoría de ellos en el diario mejicano "La República", que tienen como protagonista, y objeto de tremenda crítica, al presidente norteamericano Donald Trump. Lleva como título "Contra Trump", y como comentario adjunto en la portada "Panfleto urgente", que me parece refleja muy bien la intención del autor. Se trata de una serie de artículos más bien breves publicados durante la larga campaña electoral USA y después de la sorprendente elección del magnate neoyorquino como inquilino de la Casa Blanca. Se trata de un auténtico elenco de libelos, lleno de fuerza, con cierta componente de visceralidad y muy bien escrito. Volpi se centra sobre todo en las consecuencias de la llegada de Trump al poder para su país Méjico, la construcción del muro, la expulsión de los "sin papeles", ... y no ahorra calificativos para las intenciones y decisiones del magnate pasado a la política, defendiendo la situación de los mejicanos que atraviesan la frontera, quienes deben ser considerados como personas cuyos derechos deben defenderse y no como delincuentes en potencia. También critica lo que entiende como tibieza y cobardía por parte de los mandatarios de su país. Un conjunto de artículos que viene muy bien leer, que tal vez haya que matizar en algún caso pero que te conectan inmediatamente con un tema en el que están impicados los derechos humanos.

"Tragar mercurio" es la primera novela de la escritora y poetisa polaca Wioletta Greg; con esta obra su autora quedó finalista del último premio "Man Booker International" y, tras leerla, me planteo lo mismo que un crítico que leí en internet: "no me explico cómo no lo ha ganado". Me ha parecido  una libro delicioso, muy bien escrito y lleno de snetimientos y nostalgias grabadas en los recuerdos de la escritora, ya que se trata de un relato autobiográfico. No hay una trama concreta, sino que cada capítulo aporta la narración de hechos aislados con la misma protagonista, la propia autora cuando era una niña, que viene a convertir en libro en una estupenda relación de "escenas" concretas de la existencia de aquélla, Está ambientado en la Polonia de los años 80, la del general Jaruzelski, el sindicato solidaridad y Lech Walessa, con la nueva esperanza traída por un Papa que es polaco, Juan Pablo II. Greg nos habla de una Polonia rural, de su infancia vivida en un ambiente de ausencia de libertad y auténtica pobreza, a pesar de lo cual el libro no constituye una enumeración de dramas, sino un relato donde cabe la alegría y el sentido del humor. La edición, de "Ediciones Rata", viene acompañada de una serie de fotos ilustrativas y un magnífico epílogo de Milo J. Krmpotić que contiene 26 breves puntos que nos dan una explicación e interpretación del libro francamente interesante. A mí me ha gustado mucho.

Leer a Ignacio Martínez de Pisón es apostar por esa combinación tan atractiva como es la de la calidad literaria y la capacidad de entretener. Tras terminar "Derecho natural" tal opinión queda plenamente ratificada. Facilita mucho las cosas el que el autor zaragozano -y zaragocista- sitúe su relato en épocas como los años 70 y 80 tan conocidas por los de mi generación y, por lo tanto, con tanta capacidad para identificarse con ellas. Además, la novela está ambientada en Madrid y Barcelona, ciudades con capacidad de ayudar a meterte en la lectura con especial agrado: casi nada suena a desconocido. Aún tratándose de un relato lleno de realismo, Martínez de Pisón aporta también su toque de originalidad, como es el caso del padre del protagonista y relator de los hechos, un actor de cinbe de tercera fila que termina viviendo de sus imitaciones de Demmis Rousssos. La Barcelona de zonas tristes y pobres de los 70, la Universidad de la época, la movida madrileña, los propios sucesos políticos y sociales de esos años, sirven de medio de poner ritmo y ubicación a lo que el autor nos cuenta. En suma, una magnífica novela que invita a que cada novedad con la firma de Ignacio Martínez de Pisón sea lectura obligada.

30 de octubre de 2017

En torno a un relato de Ignacio Aldecoa


Ignacio Aldeoca es uno de los grandes escritores de esa corriente neorrealista española de la que es principal representante junto a Jesús Fernández Santos y Rafael Sánchez Ferlosio. A pesar de su corta vida -falleció a los 44 años- nos dejo obras magníficas -"El fulgor y la sangre", "Con el viento solano", "Gran sol", ...-. No obstante, no me parece osado afirmar que sus mejores trabajos son esos cuentos breves tan bien recopilados en su día por "Alianza editorial", en los que refleja, con crudeza y notable perfección literaria, la vida de los más desfavorecidos. Se trata de relatos tristes, aunque no exentos de cierta ternura.

Uno de los más conocidos es "La tierra de nadie", una breve narración ambientada en un campamento de instrucción de reclutas ubicado en una de esas tierras desérticas que bien podrían estar en Castilla, Los Monegros o Extremadura. Aldecoa describe con aciertom indicutible el ambiente militar, donde conviven los jefes, rigurosos y distantes, y los soldados, generalmente gente ruda y sencilla, procedentes de esos pueblos de los años 50 y 60 en los que imperaba la pobreza y el analfabetismo. Fue el relato de cabecera de uno de aquellos libros editados por RTVE a finales de los 60.

El autor nos sitúa en uno de esos días de fiesta en los que los militares ponen los medios para celebrar y disfrutar el momento, mientras permiten a sus subordinados ciertas licencias, ... por supuesto limitadas y dentro de un orden. En un momento dado el coronel busca un soldado para que vaya a la cantina a por un par de botellas de vino. Aparece un voluntarioso "sorche" a quien entrega 15 pesetas, y raudo y veloz cumple su misión, devolviendo la peseta que sobra y ofreciéndose a entregar en su momento los cascos, por los que le reembolsarían dos reales.

Con frialdad y distancia, el coronel le dice que acuda en cuanto pueda a su despacho. Esta orden  inesperada crea en el recluta unas expectativas, que van creciendo conforme lo comenta con sus compañeros. Un ascenso, un permiso, un destino más importante, un cambio de plaza, ... son posibilidades que hacen florecer la ilusión del muchacho. A la hora de la verdad, la entrevista es fría y corta, el oficial le pregunta si sabe escribir a máquina, contestando el mozo que había aprendido a escribir allí mismo y que en su pueblo trabajaba de pastor o bracero, según surgiera la oportunidad. El coronel se limita a comentarleque se ya puede ir  ... "¿ordena alguna cosa más?" es la protocolaria respuesta que supone a la vez la última llama de esperanza. El cuento termina con el recluta apoyado en un árbol, las manos en la cara y conteniendo el llanto.

Se trata de un relato triste, que mueve al desaliento, que rezuma desazón, esa frustración de aquéllos que parece hayan venido al mundo a recibir bofetadas, ... la del cuento más bien leve e intrascendente, aunque muchas veces  el dolor y el vacío vienen más del desprecio y la soledad que de la intensidad del golpe. El escritor vitoriano refleja los daños de la indiferencia, de la actitud distante, del error de no ponerese en el lugar del otro, ... además de ser una auténtica parábola sobre el poderoso y el débil, donde aún sin haber maldad, quien ostenta el mando se muestra incapaz de ver más allá de sus cortos y rutinarios criterios y protocolos.

Y es también una metáfora de la vida: ¡cuántas veces hemos visto insatisfechas las expectativas que nos crean algunos sucesos y nuestra imaginación!, ... y, tal vez,  ¡cuántas no nos hemos dado cuenta que alguien a nuestro lado esperaba algo más de nosotros!.


26 de octubre de 2017

Un grupo, un tema


No creo que sea ni exagerado ni aventurado afirmar que Los Secretos constituyen parte imprescindible de la historia de la música pop española de las últimas décadas, grupo de referencia para unas cuantas generaciones, entre ellas, por supuesto la mía, quienes ya peinamos canas y tenemos los 60 pisándonos los talones. Hay muchos otros nombres con igual protagonismo -Loquillo, Alaska, Antonio Vega, Manolo Tena, los hermanos Cano y Ana Torroja, ...- pero es posible que los hermanos Urquijo y su grupo reflejen como ninguno el espíritu de una época y sus temas nos pongan siempre la carne de gallina.

Me encantan muchas canciones de "Los Secretos" ... yo diría que todas: "Déjame", "La calle del olvido", "Quiero beber hasta perder el control", "Agarrate a mí maría, "El bulevard de los sueños rotos", "Ojos de gata", "Y no amanece", "Ojos de perdida", ... Pero si hay alguna que desata nostalgias, pasiones y ternuras es "Pero a tu lado". Dejo aquí una versión instrumental y en directo.


17 de octubre de 2017

Mi homenaje a Vitorino


El pasado 3 de octubre falleció en la localidad extremeña de Portezuelo (Cáceres) el célebre ganadero Vitorino Martín. Había sufrido poco tiempo antes un accidente vascular y su vitalidad no fue suficiente para superar la crisis. Había nacido hace 88 años en el pueblo madrileño de Galapagar, de donde le viene su famoso apelativo de "el cateto de Galapagar", sobrenombre que intuyo tiene más de castizo y cariñoso que de despectivo.

El mundo del toro del último cuarto del siglo pasado y del tiempo que llevamos del actual no se puede entender sin la influencia de la ganadería de este hombre de aspecto rudo, pero de inteligencia y constancia notables. Al ganadero fallecido le costó llegar a la cima, y hasta el indulto del toro "Belador", lidiado por Ortega Cano en la Corrida de la Prensa celebrada en la Plaza de Las Ventas el 19 de julio de 1982 sus toros eran considerados unos animales peligrosos a los que pocos querían enfrentarse. El citado indulto le dio prestigio y, a pesar de la bravura de los cornúpetas muchos toreros se peleaban por formar parte de las ternas en las que se lidiaban los famosos "vitorinos".

La ganadería de Vitorino Martín coincidió con un resurgir de la fiesta taurina, que había perdido fuerza a partir de la retirada de diestros míticos como "El Cordobés", Diego Puerta o Santiago Martín "El Viti". El momento cumbre de esta ganadería lo constituyó la llamada "corrida del siglo", un festejo  celebrado en Madrid el 1 de junio de 1982 durante la Feria de San Isidro y en el que Vitorino presentó seis toros espectaculares con los que triunfaron por todo lo alto tres toreros de valor: Francisco Ruiz Miguel, nacido en San Fernando (Cádiz) y que llegó a la cima a base de pelear con morlacos que nadie quería lidiar, Luis Francisco Esplá, un alicantino con dotes de intelectual y amante de revivir viejos usos taurinos y José Luis Palomar, un modesto soriano que alcanzaría ese día la fama. Los tres diestros salieron a hombros en compañía del propio ganadero.

Con este festejo creció aún más la leyenda de Vitorino, un hombre del toro de pies a cabeza, constante hasta la tozudez, perfeccionista, exigente y castizo. Descanse en paz.


12 de octubre de 2017

Feliz día del Pilar


Para todos, maños y no maños, mis deseos de un día muy feliz. Que la Virgen del Pilar nos proteja y nos cuide hoy y siempre.

En sus manos quedan mi familia, mis amigos, mis gentes y mis compañeros de trabajo.. Que su intercesión se acentúe para aquéllos y aquéllas que no viven su mejor momento, quienes pasan por penas, dolores y agobios y por mi nación, España.

1 de octubre de 2017

Libros para terminar el verano


En septiembre mis lecturas han sido muy variadas, con tres ensayos y cuatro "ficciones". Cualquiera de los primeros lo recomendaría sin temor a equivocarme, por mucho que en los tres se contienen cuestiones opinables, de esas que enriquecen cualquier debate. En los otros cuatro destacan un clásico europeo y una buena intriga, a los que cabe añadir una entretenida novela histórica y una última que no me ha gustado, y ya lo siento.

Los grandes narradores centroeuropeos de mediados del siglo pasado son siempre una apuesta segura a la hora de escoger una lectura. Stefan Zweig, Joseph Roth, ... son escritores que no  fallan prácticamente nunca. No había leído nada del vienés Arthur Schnitzler, médico de profesión y uno de los grandes de la literatura austriaca. Hace tiempo que me habían recomendado "Apuesta al amanecer", un breve drama publicado en "Acantilado" y que relata con maestría las desdichas en el juego de un joven militar austriaco. Schnitzler nos cuenta de forma maravillosa la torpe y triste historia del alférez Wilhelm Kasda. El ritmo narrativo no pierde fuerza en ningún momento, el autor se centra en detalles que nunca sobran y  consigue crear una tensión y una atención llamativas. Excelente elaboración de los personajes, trama interesante e inquietante y estilo literario de primerísima calidad conforman una novela altamente recomendable. El libro venía con el aval de gente experta y sin ninguna duda ha estado a la altura de las expectativas.

Estas vacaciones un viejo amigo de la adolescencia me recomendó "El color de los ángeles", una novela de la sevillana Eva Díaz Pérez que trata sobre el pintor, también de Sevilla, Bartolomé Esteban Murillo. Considero interesante saber más, aunque sea por la vía de la ficción,  de la vida de los grandes artistas y a esto cabe añadir que hacía ya bastante tiempo no pasaba por mis manos una novela histórica. Con tantos argumentos a favor estuve pendiente de que el ejemplar correspondiente quedara libre en la Biblioteca de Zaragoza y entre el 1 y el 15 de septiembre inicié y concluí una lectura que me ha ido gustando más conforme avanzaba en ella. Con un estilo ágil y un lenguaje culto -tal vez en algún momento algo"relamido"- nos habla sobre la intensa y en momentos trágica vida del pintor, sus dilemas sobre la procedencia de ampliar el tema de sus cuadros -habitualmente encargos para decorar iglesias y capillas- a temas mundanos y el drama que constituyó la pérdida de tres de sus hijos en la terrible epidemia de peste que afectó en su época a la ciudad andaluza. El libro nos sirve para profundizar en una figura apasionante de la pintura española, con datos que al menos yo desconocía,  darnos una visión bastante completa de las grandezas y miserias de la Sevilla del siglo XVII y mantener una intriga interesante que se desarrolla principalmente en la segunda mitad de la novela. La autora va y viene en el tiempo sin que eso afecte a la adecuada lectura. Recomendable para quien disfrute con el género histórico.

Fabrice Hadjadj es un judío converso nacido en la localidad francesa de Nanterre hace 46 años y que ha escrito mucho durante los últimos tiempos. Este verano me recomendaron "La suerte de haber nacido en nuestro tiempo", un breve ensayo de apenas 60 páginas, reflejo de una ponencia que le encargó en su día un cardenal francés, donde trata, desde una perspectiva católica, de diferenciar entre la simple militancia y la convicción y conversión interior, relejando una visión optimista del modo de plantearse la vida y el ejercicio de las propias convicciones por parte de los católicos en estos tiempos complicados que vivimos. El libro, en el que se intuye -casi se toca- el estilo y la enseñanza del Papa Francisco, está muy bien escrito, con continuas referencias a otros autores y pensadores llenas de significado y una profundidad que suple con creces su poca extensión. Está lleno de ideas sugerentes, de sentido profundo y reflexiones interesantes. Se lee en poco tiempo, aunque exige atención porque cada frase significa algo, no hay ni un ápice de paja. Un autor a seguir que no deja indiferente.

Uno de los libros de pensamiento que más ha sonado por diferentes medios durante los últimos meses ha sido "Sobre la tiranía", escrito por el historiador de la Universidad de Yale Tímothy Snyder. Tras leerlo me ha parecido indiscutible que estamos ante  un ensayo elaborado como reacción a la inesperada elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos. La forma elegida por Snyder para redactar el texto consiste en es  plantear 20 cuestiones que va resolviendo con brevedad y, en mi opinión,  acierto. Cada apartado resulta sugerente y va aportando ideas para enfrentarse a los peligros del autoritarismo, de la mentalidad totalitaria que asoman en el panorama de Occidente, algo que en algunos casos ha llegado a  adquirir carta de naturaleza. De esta manera este intelectual norteamericano va desarrollando su visión de temas como el patriotismo, el binomio libertad/seguridad,el uso manipulador de palabras y vocabulario, la necesidad de leer e informarse para tener opinión propia, la ética profesional en la política, el periodismo, los peligros de las redes sociales, ... y muchos más. Es de agradecer la clarividencia de Tímothy Snyder, la abundante motivación de lo que nos cuenta y la buena estructuración de libro, lo que facilita su lectura y su valor como fuente permanente de ideas.

Cuando encargué "El eco de los disparos", de Edurne Portela, pensé que se trataba de un ensayo más en el que se hablaba de ETA como protagonista de una larga y lamentable historia, pero nada más comenzar su lectura comprobé que la pretensión de la periodista vasca iba bastante más allá: no me enfrentaba  a una simple exposición de buenos y malos. Eso sí, Portela no cae en esa equidistancia que tan poco me gusta, en ningún momento omite la condena a los actos realmente execrables protagonizados por la banda terrorista, pero a la vez intenta darnos una visión con más caras. El libro se divide en varios capítulos, en cada uno de los cuales y a partir de varias vivencias e historias concretas y breves, la autora desarrolla largas conclusiones, que aunque en ocasiones no son fáciles de seguir, son también amenas, a lo que colabora el estar aderezadas con comentarios sobre obras literarias y cinematográficas en torno al tema. Todo lo que nos cuenta Edurne Portela es muy sugerente, y aunque no termine de compartir todas sus posiciones, creo que estamos ante una obra enormemente honesta. Me parece un libro muy valioso e imprescindible para todo aquél que tenga interés en profundizar en el tratamiento de la época posterior a la violencia de ETA. Portela acaba de publicar una novela con la misma temática que pienso no me resistiré a leer: "Mejor la ausencia", también editada por "Galaxia Gutemberg" con su pulcritud habitual.

Tenía ganas de leer algo de Tana French, una escritora nacida en Vermont, pero que vivió años en Irlanda y ambienta sus novelas policíacas en Dublín. Aunque conocido es mi criterio de leer los relatos de intriga por orden de aparición, en este caso lo he hecho al revés, comenzando con su muy recomendada última publicación, "Intrusión", incluida, por ejemplo, entre las nueve mejores del género en la primera mitad de este año por "Babelia". La trama se sitúa en la Brigada de Homicidios de la Comisaría de Dublín y la protagoniza una joven inspectora, Antoinette Conway, quien debe de luchar contra viento y marea -compañeros de brigada incluidos- para desentrañar las costuras de la muerte violenta de una mujer. Las novelas de French son esencialmente "policíacas", enganchadas siempre dentro de la investigación de un caso concreto. Al menos en el caso de "Intrusión" no estamos ante la clásica escenografía al "estilo Agatha Christie" de personajes variados y autoría que no se resuelve hasta el final, sino que aquí lo importante es la propia investigación, la cual no depara sorpresa alguna si nos referimos a la identidad del autor, pero sí respecto de los entresijos concretos. Buena novela, escrita por una autora digna de seguir y tener en cuenta, aunque sus 528 páginas de extensión es posible que sean demasiadas.

Me apetecía leer una novela romántica y me entró por los ojos "No me dejes", un relato ambientado en París e inspirado -así se refleja en el propio subtítulo de la portada- en "Ne me quitte pas", el inmortal tema de Jacques Brel, considerado la más bella canción de amor escrita nunca. El autor es Máxim Huerta, periodista y escritor valenciano que está teniendo bastante éxito con este tipo de novelas "tiernas". Sin duda la canción de Brel ha pasado a la historia, algo que dudo bastante ocurra con este libro, que -me duele decirlo- me ha decepcionado. Como tantas veces digo cuando mi crítica no es positiva, es posible que no haya sabido realizar la lectura debida, pero a lo largo de la misma no he conseguido encontrarle el truco al escritor. Huerta nos cuenta las soledades y dolores sentimentales de cuatro protagonistas, añadiendo una especie de "narrador" cuyo papel no he logrado descifrar, saltando de personaje en personaje sin demasiado orden y concierto y con un argumento que me ha parecido más bien flojo. Solamente buscaba lo que algunos llaman un "rollo de amor", pero no he encontrado satisfacción a mis pretensiones. Las críticas que he encontrado en la red han sido positivas, de lo que dejo constancia para dejar una puerta abierta a quien se plantee leerlo. En mi caso, cuando de buscar novelas románticas se trate, creo que la próxima vez acudiré a clásicos como Victoria Holt, Nicholas Sparks, Nora Roberts o Rasamunde Pilcher ... por ejemplo.

28 de septiembre de 2017

Ecos de infancia


Es posible que conforme cumples años, tus recuerdos vayan siendo más selectivos. E imagino que, al quedar más lejanos en el tiempo, es algo que ocurre de modo especial con los de la infancia. Mi infancia, como la de tantos de mi generación tuvo bastante de feliz, era una época de desarrollo económico, la complicada situación política del país no trascendía en exceso a unas simples criaturas y entre los planes familiaresm los cariños de padres y abuelos, las incidencias colegiales, las primeras amistades, con las que protagonizabas planes bien poco sofisticados y lo que te dejaba ver la única televisión de entonces, los años pasaron sin sobresaltos. Y con todos los condicionamientos y circunstancias que podamos pensar, no queda en mi memoria, que aún goza de buena salud, recuerdos de engaños ni manipulaciones. Quedaba, por lo visto muy lejos, eso de la posverdad, un concepto que debería estudiar mejor, pero que así de entrada me comienza a producir urticaria.

Por eso me sorprende, me enfada y me duele el que se utilice a los niños para cuestiones que están tan alejadas de las actividades que le son propias. Los niños, a estudiar, a foirmarse, a aprender a respetar a todos y a jugar. No me rasgo las vestiduras, entre otras cosas porque por mi profesión -y por las canas que luzco- he visto cosas mucho más gordas y niños que son víctimas de agresiones bastante más graves, pero utilizar infantes para reivindicaciones políticas y banderías locales, sean del signo que sean, lo veo reprobable ... y aquí intento contener mi vocabulario. ¡Que Dios nos proteja a todos!, que nos aleje, si es que es posible en algún caso,  de fanatismos e histerias ... y que respetemos un poquito más a la infancia, que no debería estar para según que cosas.

8 de septiembre de 2017

Muerte de un cómico


El pasado 20 de agosto falleció en Las Vegas Jerry Lewis. El actor, nacido en Nueva Jersey, contaba 91 años y ya hacía tiempo que andaba delicado de salud. Lewis fue una auténtica leyenda de la comedia americana -por lo tanto, también de la comedia mundial- y consiguió su primera notoriedad formando una indudable pareja con Dean Martin, un duo en el que Martin era el siempre el galán y Lewis, el bufón. El actor fallecido tenía una personalidad muy definida, y un estilo de humor, abundante en gestos y movimientos convulsos, que podía no gustar a todo el mundo. De lo que no hay duda, es que fue un genio en lo suyo, y un triunfador que no se limitó a interpretar, pues también fue cantante, director y productor de cine y guionista.

En el obituario de Sandro Pozzi en "El País" se cita a "En guerra con el ejército" (1950), dirigida por Hal Walker, "Loco por Anita" (1956), dirigida por Frank Tashlin, "El terror de las chicas"  (1961),  y "Las joyas de la familia" (1965), las dos últimas dirigida por él mismo, como sus películas más célebres. Sin duda, cabría añadir "El profesor chiflado" (1963), una de sus cintas más piopulares, características y representativas. El citado Pozzi refleja nos cuenta que "Su nombre figura en más de 60 películas, incluyendo su labor como productor. Ocasionalmente también dirigió series de televisión. Sus detractores le reprochaban haber sido demasiado repetitivo con su humor. Como otros artistas caracterizados por una personalidad compleja, era más querido fuera de EE UU, donde se le comparaba con Chaplin y Buster Keaton". Queda claro que Jerry Lewis no despertaba precisamente indiferencia, y que cu "currículum" evidencia una enorme capacidad de trabajo y de genio artístico.

En mi memoria queda haber visto tres films de Lewis. El primero de ellos, "Tres en un sofá" (1966), un film que dirigió e interpretó junto a Janet Leigh y que vi siendo muy niño en el Cine Mola de Zaragoza, con una temática que me hace sospechar que no me debí enterar de nada. En una de esas reposiciones veraniegas del Cine Latino fui a ver "El recluta" (1957), que había sido dirigida por George Marshall y en cuyo reparto aparece un secundario tan significativo como Peter Lorre; recuerdo que la película era en blanco y negro y haberme reido bastante. la obra de Lewis que quedó en mi retina con más agrado fue "Lío en los grandes almacenes" (1963), de Frank Tashlin, vista en una de esas tardes de domingo en el salón de actos del colegio de la Enseñanza de la calle Bilbao, en la que Jerry interpretaba con acierto total el papel de novio inútil de hijo consentida de rico americano, propietario de unos grandes almacenes que regía con mano de hierro su esposa, cuyo papel correspondía a Agnes Moorehead, quien hasta entonces era para mí era la tremenda madre de Samantha Stevens en "Embrujada", con ella trabajaban también dos secundarios inolvidables: John McGiver y Ray Walston. 

El actor norteamericano era uno de los grandes de la historia del cine de su país y del mundo que permanecía con vida. Era sabida la fragilidad de su salud, y tras una larga vida llena de frutos artísticos ha llegado la hora de entrar en el lugar reservado a los mejores. Descanse en paz.

5 de septiembre de 2017

¿Hasta dónde quiere llegar Corea del Norte"


Ya se que Putin no tiene buena prensa, que lo que dice y hace suele ponerse en cuarentena. Pero lo último que le he leído me ha puesto los pelos de punta y no debería caer en saco roto: "La histeria militar en torno a Corea del Norte puede conducir a una catástrofe planetaria". No soy capaz de interpretar lo que pretende decir o insinuar el máximo mandatario ruso, pero ya van unos cuantos días que tiendo a tomarme en serio las alarmas que saltan en cuanto ese personaje llamado Kim Jong-un comienza a lanzar amenazas y a mostrar sus poderes ... lo último, probando una bomba de hidrógeno "quién sabe donde". Hasta hace poco tendía a pensar que esas adertencias no eran más que "Boutades", delirios de alguien cargado de ego, vanidad y delirios de grandeza y poder. De un tiempo a esta parte, comienzo a pensar que no deja de haber motivos de alarma.

Y con ese supuesto poder armamentístico y la naturaleza del individuo en cuestión, las alarmas que surjan no deberían ser ni escasas ni leves. Más vale tomarse en serio estas cosas, y tratar entre todos de superar divisiones y dedicar las mejores cabezas pensantes en los temas pertinentes para ver como enfrentarse a un problema. No digo que las palabras de Putin me parezcan proféticas -¡esperemos que no!-, pero periódicamente me viene a la cabeza eso de que en Occidente andamos demasiado cómodos y corremos en peligro de que el próximo susto sea muy grande

1 de septiembre de 2017

Lecturas vacacionales


Las vacacciones han dado para diez libros, cifra que no está mal, por mucho que alguno ya viniera empezado de julio e incluso de unos cuantos meses más. Todos los leídos han tenido su encanto y han cubierto las expectativas -que no eran igual de altas en todos los casos-, aunque tengo que destacar mi primera experiencia literaria con Guy de Maupasant y un magnífico ensayo cobre el rey Leopoldo II de Bélgica y el Congo.

Hernan Rivera Letelier es un escritor chileno con tan buen nombre como generosa producción. Aunque ha llegado a realizar una afirmación tan rotunda como que “las novelas negras me aburren a morir”, se ve que no ha resistido la tentación de escribir una, y hace no demasiados meses “Alfaguara” publicó “La muerte es una vieja historia”, una originalísima novela policíaca ambientada en un pueblo chileno y protagonizada por dos personajes tan geniales como sorprendentes: un investigador privado que hasta el caso de autos solamente se dedicaba a casos de infidelidades conyugales y una peculiarísima monja de la caridad … no sabría decir cuál de ellos me ha hecho reír más. La historia no tiene ni pies ni cabeza y las situaciones descritas son tan curiosas como desternillantes. Rivera tiene una gracia enorme para reflejar el tono satírico y divertido de la historia, escribe de forma ágil y aprovecha para incluir una marcada crítica social, cuestión que parece inevitable en las novelas policíacas del nuestro tiempo. Utiliza muchos términos propios de la zona, lo que exige estar con diccionario al lado y puede espantar a algún que otro lector que yo conozco.

Los veranos suelen ser propicios para la aparición de thrillers de moda que terminan vendiéndose como rosquillas. Fue el caso de “La verdad sobre el caso Harry Quebert” en 2013 y, hace un par de años, de “La chica del tren”. Este años el “superventas” indiscutible ha sido “La sustancia del mal”, ópera prima del italiano Luca d'Andrea. Una difusión anticipada, un tema atrayente y una crítica favorable han servido para que muchos lectores, entre los que me incluyo, lo hayan convertido en lectura obligada de estas vacaciones. Cuando una novela provoca tanta expectación uno intuye dos peligros: que todo sea un producto de mero márketing y que a la hora de la verdad no cubra las expectativas abiertas. En lo que se refiere a la segunda cuestión, puedo confirmar que en mi caso ha respondido a lo esperado -entretenimiento y originalidad-, pues la he encontrado amena, me ha parecido una intriga bien construida, con una lectura aditiva y un desenlace que no decepciona. Ahora bien, no me atrevo a asegurar que su éxito no ande relacionado con su promoción, ni que se trate de una joya del género. De cualquier manera nos encontramos con un relato ambientado en un escenario tan atractivo como los Alpes austriacos y un argumento tan interesante como el de un periodista americano que desempolva la investigación fracasada en su día de un espeluznante triple crimen sucedido en una montaña majestuosa -el Bletterbach- y que afecta a un pequeño pueblo de montaña -Siebenhoch-, un lugar cerrado cuyos habitantes reciben con recelo y agresividad que alguien trate de hurgar en el pasado. Lo que d'Andrea relata contiene, eso sí, elementos bastante inverosímiles. Hay quien la ha comparado con Stephen King y Jo Nesbo … del primero recoge cierta toque “escatológico”, pero ni se me ocurre qué similitud puede tener con el escritor noruego. A Brunetti no le ha gustado nada, y su opinión tiene prestigio.

Manuel Alcántara es un veterano poeta y periodista malagueño. Poseedor de una forma de escribir original, culta y brillante, sigue siendo a sus 89 años un fijo de las columnas de muchos periódicos nacionales. Una de sus grandes aficiones ha sido el boxeo, realizando durante once años las crónicas boxísticas del diario Marca. Dichos años (1967-1978) coincidieron con la mejor época del boxeo español, y con las mejores de ellas se publicó en 2014 una recopilación titulada “La edad de oro del boxeo”, libro con el que he disfrutado mucho durante la primera semana de agosto. Alcántara no es un mero relator de combates, sino que escribe con un arte especial, convirtiendo sus crónicas en magníficos relatos que perduran en el tiempo. Los autores de la recopilación, Teodoro León Gross y Agustín Rivera, quienes también redactan el prólogo y firman la entrevista a Manuel Alcántara -interesantísima por cierto- que figura tras sus crónicas, han reunido quince espléndidos trabajos, en los que me he deleitado recordando el campeonato mundial obtenido por Legrá frente a Winstone, los míticos combates de Pedro Carrasco frente a Mando Ramos, el europeo que Urtain ganó en Madrid al alemán Peter Weiland, el triunfo de José Durán en Japón ante Wajima o el mundial que consiguió Perico Fernández en Roma ante el nipón Furuyama, entre otros. Un excelente testimonio periodístico y deportivo.

Guy de Maupassant fue sin duda uno de los grandes escritores de la siempre excelente narrativa francesa; aún sabiendo ésto, todavía  no había leído nada suyo. Maupassant fue un hombre de poco equilibrio, atormentado y poseedor de un carácter complejo, tanto que falleció joven y enloquecido. Fue un maestro de los relatos cortos, comparándosele con Poe y Chejov. En la biblioteca del lugar donde he pasado mis vacaciones encontré “Los domingos de un burgués en París”, en una moderna y cuidada edición de “Periférica”, por lo que consideré que había llegado la oportunidad de comenzar a conocer también sus escritos. Se trata de una novela breve, satírica y de una perfección literaria notable. Maupassant realiza una crítica mordaz y despiadada de la burguesía parisina, reflejada en el ridículo protagonista, el señor Patissot, un funcionario solterón y egoista que se estrella continuamente en su afán de disfrutar de la vida. La novela no tiene un argumento lineal, sino que cada capítulo viene a ser una aventura distinta del personaje, con cuyos “patinazos” el autor aprovecha para plasmar su crítica social y dejar en paños menores las costumbres y formas de hacer del francés medio. Una delicia de novela.

Entre las novelas de evasión que me llevé de vacaciones se encontraba “La mujer del camarote 10”, una de las novedades de intriga más recientes, escrita por la escritora inglesa Ruth Ware. Buscaba un libro de entretenimiento, de esos que te cogen la atención y para este fin ha servido. La novela tiene un aire que te recuerda a “La chica del tren”, aunque su calidad anda unos peldaños por debajo del exitoso relato de Paula Hawkins: la novela está mucho menos elaborada. Opino que el primer problema del  libro se encuentra en su excesiva extensión: 352 páginas para una narración que pienso no daba para tanto. Los dos primeros tercios del relato están logrados: la presentación de personajes, muy al estilo Agatha Christie, el planteamiento de la trama y el desarrollo del argumento están bien hechos y se leen con agrado. El problema aparece cuando la autora alarga en exceso el desenlace, tanto que supone una tercera parte del libro. Este tramo final me ha parecido lioso y reiterativo, carente del climax propio del género y con el tradicional desenlace sorpresa en el que Ware pienso que no ha medido los tiempos. Como material para pasar el rato está bien, pero ni siquiera me parece una novela destacable dentro de un género tan ligero como la novela de intriga de ocasión … y tómese nota de que no hablo de género policial porque en este caso no hay policías entre los protagonistas.

No sabría decir donde descubrí, no hace mucho, un libro que me llamó la atención: “Los niños perdidos”, un breve trabajo de menos de cien páginas escrito por Valeria Luiselli, escritora mejicana que actualmente reside en Nueva York, donde trabaja de traductora en la corte migratoria de dicha ciudad en materia de defensa de niños emigrantes. Y de ésto habla el libro, del complicado proceso legal del que depende el futuro de unos niños que han llegado a USA procedentes de El Salvador, Honduras, Guatemala, … por los más complejos y dramáticos medios. Para explicarnos su experiencia al escuchar las vidas y desventuras de estos niños, Luiselli se basa en las cuarenta preguntas que se les hacen cuando comparecen ante la Corte. De ahí saca el material para relatar -y denunciar- situaciones realmente duras e injustas. A veces la lectura se hace reiterativa, pero vale la pena aguantar hasta el final, pues se trata de un testimonio no solamente interesante, sino también aleccionador y capaz de despertar nuestras confundidas y a veces contradictorias conciencias “occidentales”.

Conocida es mi afición por los ensayos sobre la transición española. En esta dirección tome nota de "Memorial de transiciones", escrito por Juan Antonio  Ortega y Díaz Ambrona, letrado del Consejo de Estado nacido en 1939 y que vivió los años del llamado "tardofranquismo" y la propia transición casi siempre entre bastidores, aunque  llegó a ocupar sillón en el Consejo de Ministros de Suárez -cartera de Presidencia- y Calvo Sotelo -Educación-. Había visto el volumen en las librerías, aunque lo que me empujó a leerlo finalmente fue una entrevista radiofónica de Ana Palacio, quien fuera Ministra de Asuntos Exteriores con José María Aznar. No se trata de una lectura exclusiva de vacaciones, pues la extensión de libro -700 páginas,sin contar índices finales- ha supuesto una larga compañía mutua desde febrero, Me han parecido unas memorias muy ecuánimes y bien desarrolladas. Aunque el autor nos habla de su infancia y juventud, el meollo del texto gira en torno a la segunda mitad de la dictadura franquista, los extertores de ésta y los primeros años de transición. Ortega, miembro en su día de Izquierda Demócrática -partido democristiano encabezado por Joaquín Ruiz Jiménez y del grupo Tácito, se centra mucho en el fracaso inesperado de la Democracia Cristiana en las primeras elecciones democráticas de posguerra, cuestión de gran interés; el autor se centra en las vicisitudes de los distintos grupos de esa ideología, los "egos" de sus líderes y las razones del frustrante desenlace. También son de interés los relatos de la crisis de 1969, de los años de presidencia de Arias Navarro y, por supuesto, del nacimiento de la UCD en torno a Adolfo Suárez y la evolución de la izquierda.Creo que apenas cae en la egolatría que existe a veces en las memorias y que ofrece una versión con novedades en relación a lo mucho que se ha escrito sobre el tema.

En el blog "Elemental", excelente rincón de novela negra de la sección digital del diario "El País", su "alma mater", José Carlos Galindo, propuso a primeros de julio  un lista de nueve thrillers para leer en verano. Los división en tres grupos: "los de siempre", "clásicos y poderosos" y "en el  reino de los espías". Entre los segundos me llamó la atención "Visitation Street", primera novela importante de la norteamericana Ivy Pochoda. Como el propio Galindo comenta, se trata de una novela "inclasificable", que tanto puede pasar como thriller que como drama neoyorquino ... existe cierta intriga que se descubre al final, pero no es lo más importante. La novela es, fundamentalmente, una historia dura ambientada en el barrio obrero de Red Hook, en la costa neoyorquina, cerca de Brooklyn, de la bahía donde van a parar las aguas del East River. Es una novela llena de personajes sorprendentes, cuya psicología nos muestra muy bien la autora, quien nos habla de vidas duras, de diferencias económicas y raciales, de tráfico de drogas, familias rotas, ... Es como una especie de preparación para el múltiple desenlace final, que no es explosivo, sino una demostración de como puede sacarse ternura y esperanza entre gente que vive en contenedores, personas con traumas interiores, venta de marihuana y de crack y pobreza evidente. Ivy Pochoda consiguió con esta novela ser la más vendida en Amazón en 2013 y ahora es publicada en español a todo plan.

Precisamente en la misma entrada del blog "Elemental" a que hacía referencia en mi anterior reseña, se incluía entre los thrillers recomendados la primera incursión en el género de la escritora norteamericana Tawni O'Dell, mención que despertó en mi mente el recuerdo de sus primeros relatos que había considerado hace tiempo como posible lectura, "La fiebre del carbón". Fue sin duda una suerte este chispazo de la memoria, pues me ha descubierto una buena narradora contemporánea. "La fiebre del carbón" está ambientada en la frecuentemente olvidada USA pobre, un pueblo minero del estado de Pennsylvania donde treinta años después aún perdura el recuerdo de una trágica explosión que acabó con la vida de más de cien personas. El protagonista es el hijo de uno de esos muertos y regresa al lugar para trabajar como ayudante del sheriff mientras trata de superar los dramas que arrastra del pasado y un secreto que viene a ser como la intriga del relato, aunque se desvela mediada su lectura. Buena ambientación y personajes de carne y hueso.Habiendo buen tono literario, viene bien encontrarse con esa América ausente de glamour, con más alcohol, polvo y sudor que brillo y dólares. A ratos me ha perecido de ritmo irregular, aunque nunca se sabe si esto es problema de quien escribe o de quien lee. Una nota sin duda positiva es que me ido gustando más conforme avanzaba la segunda mitad de la narración. Toca a esperar si  O'Dell luce también en la intriga.

Entre las novedades literarias aparecidas en torno al inicio de este verano, me llamó la atención de manera especial "El fantasma del rey Leopoldo", un ensayo histórico escrito por el profesor universitario neoyorquino Adam Hochschild. El libro, publicado por vez primera hace casi veinte años y reeditado ahora por la innovadora editorial "Malpaso", relata con detalle la vulneración de derechos humanos ocurrida en el Congo entre finales del siglo XIX y principios del XX por la codicia del rey Leopoldo de Bélgica. Se trata de un estudio minucioso, cargado de datos y documentación, de como la ambición surgida por la explotación del marfil y, fundamentalmente, del caucho dio lugar a un auténtico genocidio que, en opinión del autor, ha tenido una trascendencia histórica mucho menor que otros de parecidas consecuencias. Estamos ante un estudio pormenorizado, que se remonta a las primeras exploraciones realizadas por el mítico Henry Morton Stanley -bastante desmitificado aquí, por cierto- y va explicando el modo en el que el monarca belga terminó considerando el Congo como una propiedad personal. Hochschild nos cuenta detenida y detalladamente los tremendos abusos sufridos por los aborígenes -azotes, amputaciones, asesinatos, ...- que derivaron en una auténtica situación de esclavitud. Junto a ésto, también se nos cuentan la admirable actuación de una serie de personas que se dejaron su prestigio, su salud y en algún caso hasta sus vidas para denunciar la situación y defender los derechos de los habitantes del Congo. Una lectura tan apasionante como cultivadora.