31 de agosto de 2013

Comentarios indiscretos a raíz de la Supercopa



El pasado miércoles trasnoché más de lo habitual para ver el partido de vuelta de la Final de la Supercopa española que enfrentaba al F.C. Barcelona con el Atlético de Madrid. Sentía curiosidad tanto por comprobar el rendimiento del nuevo Barça del "Tata" Martino y Neymar como por ver actuar a un Atlético al que Simeone ha devuelto, en la eficacia y en la tendencia a enseñar los dientes, los valores de antaño. Como no jugaba el Real Madrid no corríamos el riesgo de que los comentaristas de turno dedicaran buena parte del tiempo a elucubrar sobre Garteh Bale, Casillas y hasta sobre la pobre Sara Carbonero, de la misma manera que el hecho de que los azulgrana jugaran en casa propia nos evitaba tener que tragarnos esa nueva equipación tan poco oportuna que tomando la parte por el todo parece pretender exclusivizar los signos de la Corona de Aragón en un simple Condado.

Del transcurrir del encuentro han hablado largo y tendido expertos e inexpertos, aunque no puedo evitar poner de manifiesto que vi a un Barça bastante menos contundente de lo habitual, a un Messi que parecía tenso, no se si por carácter, celos o aburrimiento y a un Atlético al que intuyo van a ganar muy pocos equipos. No deja de ser chocante, además, observar a Iniesta en el banquillo, contemplar que el mister blaugrana ni habla catalán ni viste de Miró y ver a David Villa portando la camiseta con la que empezó a despuntar, aunque ahora no lleve en el pecho el escudo del Sporting sino el del oso y el madroño. Por cierto, no me gustaron nada lo silbidos al asturiano, un jugador que lo ha dado todo las temporadas que ha jugado con los del Camp Nou: mira que somo en ocasiones caprichosos, ingratos y retorcidos los aficionados al fútbol.

Jugaban por vez primera juntos Leo Messi, el argentino más importante del mundo con permiso del Santo Padre, y Neymar, el fichaje más caro y llamativo que han hecho esta temporada los catalanes. Me temo que el primer experimento ha resultado más bien fallido, pues como digo más arriba no vi bien a Leo, aunque cada vez que la toca se nota que es un mago, un fenómeno, y además ponía malas caras, como si no fuera feliz hoy y ahora. Al brasileño, rápido y ágil, le vi precipitado y con algo de tendencia a hacerse un lío cuando lleva la pelota. Sin duda es un gran jugador y su "maridaje" con Messi solamente puede tener dos finales: la más probable, que ambos formen una pareja letal y demoledora capaz de batir records goleadores, y la otra, posible pero poco, que no se compenetren bien y el joven carioca termine en el banquillo y quemado, pues ya se sabe que los brasileiros son de mal conformar.

Mención aparte merecen los dos entrenadores; no entraré en consideraciones acerca del prestigio profesional y el buen currículum de Martino y Simeone, dos argentinos que en su día coincidieron en el cesped, en posiciones parecidas, cuando se vestían de corto, por mucho que Martino le lleve ocho años al "Cholo" y nunca tuvo la relevancia de éste -más de cien entorchados intermnacionales del "cholo" frente a dos del "Tata"-. Simplemente me hizo gracia el aspecto que ambos presentaban de pìe sobre la zona técnica del campo; el del Barcelona con una pinta que estamos poco acostumbrados a ver, muy lejana por ejemplo a los "glamoures" de Guardiola, más propia de un vendedor de seguros o un visitador médico: sólo le faltaba la "mariconera". Simeone, por su parte, iba de negro absoluto, y en otro ambiente podría incluso confundirse con algún importante miembro de la mafia calabresa. Quede claro que estoy de broma, y que no se enfaden cules, colchoneros, vendedores de seguros ni visitadores médicos, ... ni mafiosos italianos.

Y una última referencia a dos jugadores blanquirrojos; me gustó mucho Arda Turan, ya me constaba que el turco es un futbolista hábil, capaz de sacarse de la chistera auténticas genialidades, pero ayer este individuo, que al natural me pareció en su día "agitanado" y "culibajo", se convirtió en el alma de su equipo, en la punta de lanza del Atlético a lo largo de un encuentro en el que los de Madrid se vaciaron y se lo pusieron muy difícil al Barça; en cuanto se le terminó la gasolina a Arda Turan los barceloneses respiraron y retomaron la iniciativa. Y un aplauso para Courtois, el meta belga del equipo que preside Cerezo, un seguro en la meta colchonera, un hombre sobrio que me pareció tiene muy pocos puntos débiles. Al final la Copa se la llevó el Barça, pero las buenas perspectivas se las queda el Atlético, un equipo que puede dar mucha guerra este año.

29 de agosto de 2013

Falleció Julia Trujillo

El pasado martes, 27 de agosto, falleció en Madrid a consecuencia de un infarto cerebral la actriz Julia Trujillo; tenía 81 años y seguía en plena actividad profesional con una energía y un capacidad de trabajo llamativas. Hace muchísimos años que no sabía nada de esta actriz, quien aparecía en los repartos de los espacios televisivos de teatro con el sobrenombre de Julita Trujillo, aunque tras leer su biografía me ha quedado claro que hay que llamarla, con todos los honores y merecimientos, "Doña Julia". Mi recuerdo de esta mujer se limitaba a sus frecuentes actuaciones en las míticas "Novelas" y los espléndidos "Estudio-1" de la época, a los que cabe añadir tantas series teatrales dirigidas por grandes como Jaime de Armiñán, Fernando Fernán Gómez, etc. No solía ser actriz principal, aunque se trataba de una de esas secundarias brillantes y que desempeñaban papeles importantes y que exigían presencia firme ante las cámaras; la recuerdo como una actriz expresiva, que vocalizaba muy bien y tenía un toque de genialidad. En concreto, me acuerdo de su intervención en un capítulo de una serie que creo recordar dirigió Armiñán en la que desempeñaba el papel de esposa de Antonio Ferrandis, quien aparecía como un modesto empleado que vivía con su familia en una buhardilla que pretendían apropiarse dos poderosos vecinos que interpretaban con maestría Ismael Merlo y Luis Morris; ambos se peleaban en la casa de Ferrandis y Trujillo y la destrozaban, y me queda grabada la imagen de Julia Trujillo llegando a la casa y observando horrorizada la desoladora escena: así terminaba el capítulo.

Al leer los obituarios de El país y de ABC, he comprobado que Julia Trujillo fue mucho más que una buena secundaria de la tele, pues su trayectoria teatral fue verdaderamente notable. En concreto, se recoge el comentario que le hizo al principio de su carrera el gran Miguel Mihura: “Julia no sé lo que te deparará la vida a largo plazo, pero de lo que estoy seguro es que tu vivirás siempre de esta profesión”, sin duda al autor teatral sabía lo que decía, pues Julia ha muerto con las botas puestas tras 67 años trabajando como actriz. Sus primeros grandes trabajos los realizó en la Compañía Nacional del Teatro "María Guerrero", bajo la dirección de José Luis Alonso, con quien estrenó obras de Valle-Inclán, Pirandello, Gorky, Bertolt Brecht y Galdós, entre otros, algo que da índice de la calidad e los trabajos que realizó. En 1980 formó con su esposo Manuel Canseco, la "Compañía Española de Teatro Clásico", juntos montaron obras de Calderón, Tirso de Molina, Lope de Vega y otros autores del barroco español, además de clásicos como Eurípides y Aristófanes. Posteriormente se hizo cargo del Teatro Lara, lugar en el que protagonizó importantes textos de autores españoles y extranjeros, hasta que en 1988 pasó a formar parte de compañías de directores y productores como Gustavo Pérez Puig, Enrique Cornejo, Francisco Nieva y Justo Alonso.

Sus últimos trabajos son todo un muestrario de maravillas: "Don Juan Tenorio", con Eduardo Vasco; "Misericordia", de Galdós y "La decente", de Mihura, con Canseco; "Divinas palabras", de Valle-Inclán en el Centro Dramático Nacional, con Gerardo Vera; "Nada es lo que parece", con Juan Antonio Quintana, "El Tartufo" en el Festival de Almagro y unos inolvidables recitales de poesía llamados De Miguel a Miguel, sobre Miguel Hernández, con Manuel Gallardo. Escribió un libro de memorias titulado "La cuerda floja" (2010), donde pone de relieve su vida de entrega absoluta al teatro, aunque también trabajó mucho en cine y televisión, así como al proyecto de la Casa del Actor.

La idea de La Casa del Actor surgió en 1982, al ponerse de manifiesto la precaria situación en la que quedaban muchos profesionales al retirarse de la escena, debido especialmente al tratamiento que tenían los artistas a los efectos del Régimen Especial ante la Seguridad Social y su progresiva equiparación al Régimen General, que no se produce hasta 1999. Trujillo estuvo desde los orígenes en 1989, cuando se creó la Asociación "Casa del Actor", y en 1996 la Fundación del mismo nombre, con un patronato compuesto por ella como presidenta y los actores Beatriz Carvajal, María José Alfonso, María Kosty, Manuel Galiana e Iñaki Miramón, como patronos.

Julio Bravo en su necrológica de ABC asegura que de Julia Trujillo "llamaban la atención sus ojos acaudalados, que se adivinaban brillantes incluso cuando se le escuchaba hablar por teléfono, y esa voz pizpireta y eternamente joven", todo un piropo significativo. Trujillo añoraba el humor entrañable de autores como Mihura, Muñoz Seca o Jardiel Poncela frente al humor que impera hoy día, al que denominaba "de brocha gorda". De hecho fue una de las actrices favoritas de Mihura -"Tres sombreros de copa", "Melocotón en lmibar", "Ni pobre ni rico, sino todo lo contrario", "La decente"- y Jardiel Poncela -"Una noche de primavera sin sueño", "Los habitantes de la casa deshabitada", "Cuatro corazones con freno y marcha atrás"-. Descanse en paz.





28 de agosto de 2013

La crisis Siria



La guerra en Siria comienza a ser una pesadilla eterna; la utilización de armas químicas y la matanza indiscriminada de ciudadanos inocentes ha parecido ser la gota que ha colmado el vaso de la paciencia de Occidente. Llevamos unos días de debates periodísticos, rumores diversos y permanentes actuaciones de la diplomacia de los países más importantes del mundo. No se como terminará esto, ni soy capaz de hacer análisis acertados en algo que me supera y que nunca he dominado mucho, aunque la intuición me dice que seguimos dando pasos acelerados hacia situaciones dolorosas e indeseables. No hay más que darse una vuelta, virtual por supuesto, por el oriente próximo para que comiencen a ponérsele a uno los pelos de punta.

Por otra parte, no puedo evitar ejercitar la costumbre de meditar en voz alta, y poner sobre el tapete lo llamativo del papel de Barack Obama en estos temas; fundamentalmente porque desde ciertos medios se nos ha puesto al presidente USA como una especie de profeta, tanto que hasta se le concedió el Nobel de la Paz, habiendo sido presentado como un líder de la modernidad y la concordia, en intencionado contraste con un personaje al que se convirtió en una especie de demonio con traje como George Bush jr. Ahora resulta que Mr. Obama se dedica a espiar a todo bicho viviente y que Gauntánamo sigue en pie, mientras ahora se anuncian los preparativos para una intervención de los estados Unidos en Siria ... no se como trataran el tema los medios que se cebaron con Bush por el tema Iraq. Además, como resaltaba hoy la editorial de cierto medio digital, llama la atención como quienes frecuentemente ponen a los yankees la etiqueta de imperialistas, acuden desesperados para que desde USA les hagan el trabajo sucio. En fin, esperemos que las decisiones que se tomen sean las acertadas y que no se haga demasiado daño ... algo que me temo es mucho pedir.

26 de agosto de 2013

El poder y la información

Hace ya unos cuantos años escuché a alguien una cita que me hizo pensar: "en la sociedad actual, quien tiene la información, tiene el poder". La afirmación quedó anotada en mi interior, pues desde el primer momento lo que en ella se decía me pareció totalmente cierto y real; incluso recuerdo perfectamente el lugar concreto donde escuché la cita: un excelente restaurante ubicado en un precioso enclave de Cubellas, el primero de los pueblos que encuentras en la provincia de Barcelona si subes por la costa, el establecimiento se llama "La cucaña" y me gustaría saber si ahí sigue firme o se lo ha llevado por delante el temporal de la crisis.

Hace mucho tiempo que comprobamos cómo la prensa hace y deshace héroes, mártires y villanos, de qué manera están muchas veces condicionados los comportamientos de unas cuantas personas por lo que se dice en los medios, cuáles son los criterios políticamente correctos del momento o las repercusiones de palabras, actos o decisiones. Dicen que la prensa es el cuarto poder, aunque con la crisis en que metieron hace ya mucho tiempo al bueno de Montesquieu, da la impresión de que hoy por hoy poderes reales quedan algunos menos, y no es el de la prensa precisamente el que ostenta menos influencia. Si a ésto añadimos la relevancia que han adquirido las famosas redes sociales, con un Twitter y un Facebook en el que se pregonan, en ocasiones con una alegría, frivolidad y absoluta carencia de rigor sorprendentes, la vida y milagros de medio mundo, habrá que concluir que corren tiempos en los que andamos prácticamente esclavos de la información que facilitan los demás, algunos de ellos desde la comodidad, y a veces la cobardía, del anonimato. Y como aquí nadie contrasta ni matiza, no solamente cabe hablar del poder de la información, sino también del de la "desinformación".

Pero al hablar de información, no cabe tan sólo buscar la que pueda obtenerse desde los medios de comunicación y las redes sociales, pues en nuestras relaciones personales y sociales también podemos conceder el poder a muchos, de la misma manera que otros nos pueden buscar para que se lo demos. No deben de ser buenos los secretos, pero tampoco lo es el que nuestra intimidad vaya de boca en boca; por eso es tan difícil tener amigos de verdad, porque no todos saben guardar los secretos, comprender lo que les contamos, tener la prudencia de saber escuchar, de darse cuenta que a veces solamente queremos compartir dolores, problemas y errores, sin que se tengan que sentir obligados -porque no pretendemos que sea así- a solucionarnos las cosas ni organizarnos la vida. ¡Qué difícil puede ser dominar nuestra privacidad!, ¡cuánto redentor aficionado corre por calles, despachos y pasillos! ... Intuyo que la verdadera caridad no está tanto en conocer como en compartir, incluso a veces no es preciso estar al día de los secretos del amigo, basta que vea que ahí estamos ... que se trata de eso, de estar ahí, no de agobiar.

25 de agosto de 2013

Burke, a propósito de "La Paz"



"Para que triunfe el mal, sólo es necesario que los buenos no hagan nada."

Edmund Burke fue un escritor y político irlandés que vivió en el siglo XVII; es considerado el padre del liberalismo-conservadurismo británico, tendencia que él llamaba "old whigs". Y de este hombre es esta frase que no es, ni mucho menos, la primera vez que la oigo pero que desde luego mueve a pensar y pone en alerta la conciencia; y es una frase que no se porqué razón me ha traído a la cabeza lo que ocurrió el pasado jueves en el Hospital "La Paz" de Madrid, cuando diversas personas pertenecientes a la "marea blanca" de la Sanidad aprovecharon una de esas manifestaciones periódicas que tanto menudean en los últimos tiempos para exigir a voz en grito que la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, actualmente en estado grave en la U.C.I. de dicho centro hospitalario debido a un accidente de tráfico, fuera trasladada a un hospital privado. No pretendo entrar ni en los problemas de la sanidad pública madrileña ni en las responsabilidades políticas de la Sra. Cifuentes, que en materia de la Sanidad autonómica me parece que son más bien pocas, sino en una actitud que me ha parecido uno de los espectáculos más tristes y bochornosos que he visto últimamente, aderezados todos ellos por diversos comentarios de quienes amparados por el anonimato de Twitter han deseado todo tipo de males a la política en cuestión. Confío en que aún quede una mayoría de personas capaces de sentir solidaridad al margen de ideologías y opiniones concretas, por quien está pasando un mal trago, en que ese odio irracional y sectario que con frecuencia detecto en la red -y que en ocasiones se refleja en la calle- sea patrimonio sólo de unos pocos, aunque hagan mucho ruido y usen un spray que hace que parezcan ser bastantes más.

No ando por Twitter y Facebook te permite afortunadamente cerrar la entrada a tu muro a la agresividad y el insulto, pero buena parte de los comentarios a las noticias digitales que el personal suele hacer es todo un ejercicio de mal gusto y resentimiento, da la impresión de que la gente desahoga sus frustraciones y su rencor generalizado escribiendo con un encono y una zafiedad que producen una tristeza profunda. Y como estoy seguro de que queda mucha gente con buenos sentimientos, capaces de perdonar y comprender, de dejar puertas abiertas y ventanas aireadas, por mucho que no pierdan el sentido crítico que lógicamente hay que tener y desarrollar, pienso en el tal Burke, y me hago eco de la necesidad de contrarrestar la inquina y el odio con otro tipo de actitudes que se fundamentan en otro tipo de valores.



23 de agosto de 2013

¡Vaya nombre para un perro!


Paseaba el otro día, en plenas fiestas de San Lorenzo, por los alrededores de la Plaza de San Antonio de Huesca cuando escuché unos ladridos, el autor de los mismos era uno de esos perros pequeños y "lanudos", el cual era portado a través de una correa por su dueña, una mujer ya madura que se encontraba charlando en pleno "capazo" junto a otras personas; en cuanto aquélla percibió la impaciencia del can, se dirigió a éste y con voz enérgica y firme le gritó: "Pericles, cállate", orden que acreditó la autoridad de la señora, pues el bicho no volvió a decir ni mu ... aunque he de admitir que hubiera sido un auténtico prodigio de la naturaleza que "Pericles" hubiera dicho "mu".

Evidentemente la anécdota no tiene relevancia alguna, pero debo reconocer que me llamó poderosamente la atención que alguien haya tenido la idea de llamar Pericles a un perro. Como es sabido, Pericles fue un importante e influyente político y orador ateniense en los momentos de la edad de oro de la ciudad, un personaje de una enorme influencia en la historia de Grecia, un auténtico avanzado de la humanidad que promovió más que nadie las artes y la cultura, gestión que mueve a atribuírle buena parte del esplendor artístico y cultural de la Grecia clásica, un logro cuyos vestigios aún podemos disfrutar. Por esta razón me pareció casi una osadía atreverse a bautizar con tal nombre a un simple animalito de compañía; por supuesto que somos libres para llamar a nuestros perros como nos plazca, pero si acudimos a la historia -real o ficticia- los apelativos que contemplas parecen mucho más adecuados: Lassie, Laika, Rin tin tin, Goofy, Pluto, Milú, Snoopy, ... aunque también es cierto que existe una película protagonizada por un perro llamado Beethoven, pero parece la excepción, y es que no me hago a la idea de tener un chucho y ponerle como nombre Cisneros, Cervantes, Jovellanos u Ortega y Gasset ... Aunque ahora me acuerdo de un tipo que conocí en Tarragona que tenía un basset de esos gordos, con orejas largas y papada al que se había atrevido a ponerle el significativo nombre de Gil Robles ... "cosas veredes" ...

21 de agosto de 2013

¿Y qué fue del limón exprimido?



Durante muchos años mi experiencia con las ginebras se limitó a los anuncios de la tele y poco más, aún recuerdo el simpático "spot" de ginebra "Fockink", con unos peces que hablaban de las excelencias de tal marca en un río apropiado para la pesca, o la mítica canción de los "Hombres-G" que decía algo tan poético como eso de "Arzobispo Makarios, se terminó tu botella de Larios"; "Gordons", "MG", ... eran otras marcas que sonaban más o menos. La primera vez que "profundicé" en el tema fue con motivo de una cena a la que me invitaron unos aspirantes a policías locales tras un curso en el que les dí una asignatura poco antes de las Navidades de 1988. Tras cenar fuimos a tomar una copa a Salou -por aquellos años único lugar "ad hoc" en torno a Tarragona, y tras pedir un cubata alguien que me acompañaba me animó a que lo pidiera de "Beefeater" o "Tanqueray", nombres que me sonaban más a filósofos anglicanos que a marca de alcohol. Me vino bien, pues me facilitó que la siguiente vez ya no diera esa imagen de pardillo.

Con los años, cuando de tomar algo más fuerte de lo habitual e trataba, me pasé de la Coca-cola a la tónica y me dejé cautivas de la moda del gin.tonic, que como tal tenía un algo de justificación y su buena parte de tópicos y snobismo. Conforme nos acercábamos al nuevo siglo, los nombres que antes parecían el último grito parecía que se convertían en vulgaridades, y el personal se inclinaba por otras marcas, como la "Bombay", que tenía una botella como más de diseño y a la que posteriormente se le añadía, vistiendo de azul el envase, el calificativo de "Sapphire". Ya muy cercano el 2000 la novedad fue el limón exprimido, y ya todo individuo que pretendiera estar "a la page" tenía que pedir su gin tonic con su correspondiente limón exprimido. De tal manera, en los establecimientos más sofisticados los camareros y camareras disponían de unas jarritas de diseño -o de publicidad, que de todo había- que contenían el líquido amarillento que muchos clientes deseaban mezclar con su combinado, y el jugo cítrico iba de aquí para allá por la barra para satisfacer no se sabe si el gusto o el snobismo del ciudadano medio.

Pero ya se sabe lo que pasa con esto de las modas; quizá fue que la gente se cansó, o que esos oscuros "mandarines" que mueven en silencio los hilos de usos y costumbres cambiaron de dirección las tendencias o, como aseguran algunos, que el sabor del limón acababa desnaturalizando el de la tónica y la ginebra, ... la cuestión es que desde hace unos años del limón exprimido nunca más se supo, y así como hubo un tiempo en el que prescindir de él casi equivalía a asumir la etiqueta de ignorante y antiguo, ahora te pueden mirar como a un marciano si lo pides. Eso sí, no hemos vuelto a la sencillez de Schweppes y una marca de siempre, sino que quien anda tras la barra te puede llegar a agobiar con cartas de "gins" y de "tonics" en los que uno puede acabar loco con tanto matiz y tanta pijada, a la vez que la elaboración de la mezcla hay quien es capaz de realizarla no en un "kyrie eleison", como establecían en sus recetas las monjas para determinar la cantidad de aceite que necesita un guiso, sino en un "Credo" o hasta algún misterio del rosario.

No se yo si en el fondo cambian las modas y lo que se mantiene es la capacidad de tomar el pelo al ciudadano ... y la de éste de dejarse engañar.
 
 

18 de agosto de 2013

Egipto: de la primavera al infierno


Estoy demasiado poco enterado de los problemas de los países del cercano oriente como para hacer análisis serios y precisos sobre la actual situación en Egipto; tan sólo me doy cuenta -no hace falta ser excesivamente observador ni avispado para esto- de que la crisis es muy grave y el futuro tan incierto como negro. Todo parece abocado a una guerra civil, algo que equivale a muertes, sufrimiento y desolación. Por otra parte, no cabe duda de que lo que ocurra en el país egipcio tendrá influencia en toda la zona, así como, en mayor o menor medida, en el resto del mundo.

Hace un par de años se vivía con una mezcla de incertidumbre y esperanza lo que se bautizó con el ilusionante nombre de "primavera árabe", un movimiento que en El Cairo y demás ciudades principales de la nación egipcia tuvo una fuerza muy importante, tanto que supuso el cambio de un régimen que llevaba más de medio siglo imponiéndose y la caída de Hosni Mubarak, un hombre que se encontraba al mando del país desde el magnicidio que costó la vida en 1981 a Anwar el-Sadat sin haber pasado en esos treinta años por control electoral alguno. Para muchos estos sucesos supusieron no solamente un cambio necesario, sino el inicio de una nueva época de mayor libertad, justicia e igualdad. De hecho al cabo de un año de la nueva revolución, en junio de 2012, se celebraron unas elecciones democráticas que llevaron al poder a Mohammed Mursi, líder en el país de los "Hermanos Musulmanes", un movimiento que había tomado parte activa y principal en la referida "primavera árabe".

Al cabo de poco más de un año de gobierno de Mursi, el ejército dio un golpe de mano y terminó con el nuevo régimen, echando por los suelos las ilusiones creadas en su día, abriendo una etapa de incertidumbre y dando lugar a unos enfrentamientos tan violentos que han provocado centenares -sino millares- de muertos. No tengo ninguna duda de la violencia, el fanatismo y la cerrazón que definen buena parte de los movimientos islamistas, entre los que están sin duda esos "Hermanos Musulmanes" de los que tanto se habla ahora, pero tampoco la tengo de la enorme vocación interventora y golpista del ejército egipcio, un ejército poderoso y bien pertrechado. Por eso, el choque entre islamistas radicales y militares poco escrupulosos hace temer que la guerra civil sea inevitable, y no deja de ser una pena que no haya al parecer posibilidades de encuentro.

Mi reflexión es doble: por un lado, me choca el que una vez que los islamistas aceptaron el juego democrático, tras ganar las elecciones de 2012 y comenzar a llevar a la práctica el programa que les llevo al poder, ahora se lo arrebaten, algo que en buena lógica les tiene que costar entender. Por otro, se intuye que volvemos a la colaboración de los Estados Unidos con ejércitos extranjeros para modificar "status" nacionales; eso sí, con la impresión añadida de que Barack Obama hace las cosas con más "glamour" y disimulo que su beligerante antecesor en el despacho oval.

15 de agosto de 2013

Revel y el totalitarismo


Ando leyendo desde hace un par de semanas las memorias de Jean François Revel, un libro que el francés tituló "El ladrón en la casa vacía"; fue Revel un personaje peculiar y representó uno de los más valiosos testimonios que conozco de la vida intelectual y política del siglo XX. Estoy acercándome a la página 200 y el volumen supera las 660, así que todavía tengo para rato. En las últimas páginas del libro 5º de dichas "Memorias" Revel nos narra una anécdota que le sucedió mientras comía en un restaurante de lujo -el hombre era un sibarita y complementa su narración contando como se metía entre pecho y espalda "un honorable tartar de salmón con hierbas regado con un champán impecable de una extraordinaria cosecha"- cuando un ilustre biólogo norteamericano le pidió una definición del totalitarismo; ante semejante planteamiento el pensador galo contestó recurriendo a la fórmula escrita por Yuri Orlov en 1975: "monopolización global de la iniciativa económica, monopolización global de la oferta política y monopolización global de la oferta cultural". Y ante un diagnóstico tan preciso me vino a la cabeza lo que desde hace tiempo viene ocurriendo en nuestro país, donde es posible que hayamos comprobado que el totalitarismo no tiene necesariamente que reducirse a un "espadón" con estrellas de general que impone su autoridad y criterio impidiendo que nadie le tosa, sino que en no pocas ocasiones nos hemos visto sometidos a los criterios económicos -en uno y otro sentido- de unos pocos, a políticas frívolas, dominadas por el partidismo y el corto plazo y sin más fundamento que la iluminación personal o la esclavitud de lo políticamente correcto y al establecimiento de reductos culturales en los que se intuye el coto ideológico y el pesebre de la subvención. No se si hoy en día alguien podría afirmar que se ha sentido permanentemente libre en estos tres aspectos tan fundamentales.

Y lo que me parece más terrible es que ante las trapisondas protagonizadas por quienes han estado rigiendo nuestros destinos en las últimas décadas en España y sus "dependencias" autonómicas, las únicas reacciones que se pueden observar, enfado generalizado aparte, son el conformismo y la pasividad general, o en todo caso determinadas posturas que se airean, en ocasiones en tonos amenazantes y agresivos, desde posiciones de color determinado en las que se intuye precisamente el deseo de recuperar el control económico, político y cultural de la sociedad, narcotizando y enjaulando a la sociedad civil y anhelando un estado que sea cada vez más poderoso, que abarque y supervise toda actividad y cierre cualquier grifo a la iniciativa y el pluralismo ... es decir, que ante el fracaso y la estulticia de algunos se plantea como alternativa el totalitarismo más grande.

El propio Jean François Revel se lamenta de que muchos pensadores, filósofos e ideólogos "dejen en la puerta el espíritu científico, el escrúpulo elemental y el simple sentido común cuando penetran en un tema de sociología, historia o política", afirmando que "con frecuencia coexisten en los especialistas la inteligencia particular y la ceguera general", una frase que pienso viene bien a la realidad sociopolítica de nuestros tiempos. Así Revel defiende el valor de la reflexión filosófica y lo que el denomina "pensamiento polivalente", siempre y cuando, sigue diciendo, "todos los filósofos respetaran el rigor y la honradez intelectual a que en principio están obligados por lo que denomina el juramento de Sócrates", una idea peregrina de este hombre fallecido en 2006 que deberían aplicarse nuestros gobernantes, quienes aspiran a sustituirles y quienes pretenden cambiarlo todo, porque de nada servirá catarsis alguna sin eso: rigor científico y honradez intelectual.

13 de agosto de 2013

El camarero del Ritz


Di mis primeros pasos profesionales en Barcelona; aunque ya contaba por entonces 27 años, mentalmente no era más que un chaval inexperto, ingenuo y pardillo, tanto que de vez en cuando me pongo colorado si me vienen a la cabeza mis reacciones de aquella época y las torpezas e inoportunidades que pude llegar a hacer o decir fruto de una mentalidad a la que faltaban poso, cierta apertura de miras y, sobre todo, experiencia en la vida. Recuerdo que esos primeros meses coincidieron con la jubilación de quien fue mi primer jefe, un hombre cargado de sabiduría y bondad; y como el referido jefe llevaba más de 25 años en la casa y era persona generalmente apreciada, para celebrar tal jubilación se tiró la casa por la ventana y, como colofón de una serie de actos, se organizó una cena en el mismísimo Hotel "Ritz", algo que al menos por entonces -año 1987- era el súmmum del lujo y la apariencia. Para un personaje como quien esto escribe, sin la menor idea entonces de protocolos sociales y rankings gastronómicos, semejante "movida" representaba su primera oportunidad de pisar moquetas de prestigio y aposentar sus reales en sillas que durante años habían sido depósito de traseros ilustres.

La verdad es que del acontecimiento sólo conservo una fotografía y un número escaso de recuerdos: señoras de peluquería, bastantes modeletes de "nueva planta" y alguno que otro desempolvado del desván y que conservaba mezclados los olores del pasado y la naftalina, camareros con frac, un aperitivo que no acababa nunca y discursos agotadores, ... escenas que entonces me eran novedosas y que el paso de los años ha convertido en escenografía rutinaria. Pero, por esas cosas de la memoria cuya razón no terminas nunca de explicarte, la imagen de esa singular noche que con más facilidad viene a mi cabeza cuando la rememoro es la de uno de los camareros que atendían el coctel previo a la cena; se trataba de un hombre de mediana edad, muy menudo, con la tez oscura y, creo recordar, barba de un par de días, cara redonda, ojos pequeños y un aspecto que me recordaba a un sujeto que acompañaba por las alcantarillas de París a Herbert Lom cuando interpretó el papel protagonista de una versión de "El fantasma de la Ópera". El referido camarero portaba un plato que contenía unas croquetas pequeñas y redondas, de un aspecto que podía hasta hacer sospechar que le habían sido entregadas por razones de simetría. El hombre aparecía silenciosamente entre los corros dformados por quienes asistíamos al evento y sin decir palabra alguna ofrecía el plato con sus viandas a la vez que mostraba una mirada que parecía vacía, sino pasota o hastiada; fue la primera vez que viví en directo una experiencia así, esa especie de indiferencia recíproca entre quienes siguen hablando mientras les sirven una copa, unas gambas, unos canapés o unos fritos, prescindiendo de quien lo hace como si éste -o ésta- fuera un mueble más y quien cumple su trabajo pasando de grupo en grupo sin distinguir jóvenes y viejos, hombres y mujeres, tirios y troyanos.

Como es lógico nunca volví a ver a ese camarero, y si lo hice fue sin ser consciente de ello, perdido en el anonimato de paseantes o multitudes, pero de vez en cuando me paro a pensar en él, a darle vueltas acerca de su aspecto lúgubre, planteándome si era una pose, una actitud o una simple forma de ser y hacer; a lo mejor el tipo era un feliz padre de familia que se ganaba su sueldo -o vete a saber si un sobresueldo- en el mejor hotel de la City, o si, como no se porqué razón tiendo a pensar, era un personaje solitario y triste que tras desempeñar la función a la que la vida y un contrato le había llevado, guardaba el frac en una vetusta taquilla, se incorporaba a la calle como anónimo ciudadano y se marchaba a un solitario y modesto piso de cualquier barrio de las afueras de Barcelona, un lugar pequeño donde tal vez viera la tele o leyera una novela de Marcial Lafuente Estefanía de segunda mano, mientras se reía de la fatuidad de quienes, luciendo corbatas de "Hermes" o "Loewe", collares de perlas o pendientes con diamantes, había de sortear y atender para que pudieran catar las croquetas del Ritz.

11 de agosto de 2013

Se ve que en Harvard conocen al ser humano

 
"Según un estudio de Harvard, los seres humanos hablan de sí mismos por la satisfacción que les produce. Dedican del 30% al 40% de sus conversaciones a ello porque le resulta “intrínsecamente gratificante”."

Esta frase me ha mandado un amigo, conocido de esta casa, y realmente pienso que se trata de una consideración que esconde una verdad indiscutible ... aunque eso del 30 o 40 % mueve a pensar que han hecho la media a la baja, porque hay individuos que se dedican a sí mismos un tanto por ciento bastante mayor, yo aseguraría que no pocos se tienen a sí mismos prácticamente en exclusiva. Creo recordar que alrededor de este pensamiento ya he divagado en otras ocasiones, pero con la canícula de agosto y el entusiasmo propio de las fiestas de San Lorenzo se ha reduplicado en mi interior la aversión a quien tiene cargado el ego, porque cada vez me parecen más cansinos aquéllos que no paran de ponerse medallas, contar batallitas y/o dar lecciones.

Evidentemente nadie podemos decir eso de que "de esta agua no beberé", pero sería bueno que con la madurez, o cuando menos con el paso de los años, acabemos dándonos cuenta de detalles que a veces parecemos ignorar: nuestras vidas y obras no son tan interesantes como pensamos, a la gente le pueden cansar nuestras cuitas, incluso hasta les puede costar creérselas y lo bueno de una tertulia, encuentro o conversación está en el intercambio y no en el acaparamiento. Además, tanta egolatría suele llevar aparejados daños colaterales, pues, posiblemente sin pretenderlo, quien tanto pregona sus hazañas y virtudes puede al mismo tiempo estar infravalorando al interlocutor, sino siendo molesto o inoportuno; también corre el peligro de fomentar la huida o el esquinazo ante su presencia y no darse cuenta que tras la sonrisa del otro puede esconderse el hartazgo y después de dar por terminada la conversación, la crítica o la mofa del resto. En esta vida hay que ser valiente y sincero, pero también discreto, prudente y oportuno. La frase de los "expertos de Harvard" supone, sin duda, un conocimiento profundo de la condición humana, ... aunque también me pregunto si esos "próceres" de Harvard se aplican a ellos el cuento.

No se porque razón, estas ideas me traen a la cabeza las inolvidables rimas de Jorge Manrique escritas ante el cadáver de su padre:

Ved de cuán poco valor
son las cosas tras que andamos
y corremos,
que en este mundo traidor,
aun primero que muramos
las perdamos:
de ellas deshace la edad,
de ellas casos desastrados
que acaecen,
de ellas, por su calidad,
en los más altos estados
desfallecen.

7 de agosto de 2013

Descubrir el románico

No soy, ni de lejos, un experto en arte: me temo que he desaprovechado bastantes ocasiones tanto de aprender como de contemplar tantas y tantas obras de arte que se elevan por la geografía española y extranjera; he disfrutado en el Museo del Prado, conozco las más representativas catedrales góticas de nuestro país, me he quedado obnubilado con maravillas como Santa María del Mar de Barcelona, el Duomo de Florencia o los tapices de La Seo de Zaragoza, pero me temo que mi personal peculio artístico se haya quedado en un simple gusto meramente intuitivo, en la buena costumbre de contemplar con agrado lo que es bello, armonioso y elegante. Por eso, al hablar del románico no puedo entrar en detalles ni en enumeraciones exhaustivas, esa especial inclinación a este arte que predominó en Europa en los siglos X. XI y XII es algo que ha nacido en mi interior hace poco tiempo y que se manifiesta en la sensación de paz y sosiego que me transmiten las construcciones levantadas con la inspiración de este estilo sobrio y majestuoso a la vez. Tal vez se deba a que con los años uno va perdiendo el gusto por lo brillante, untuoso y recargado para disfrutar más con lo que ofrece sencillez y austeridad, o quizá a que siendo también el gótico y el barroco artes con un fondo notoriamente cristiano, nunca puedan alcanzar esa espiritualidad tan especial que brota de la contemplación serena y silenciosa de una catedral, una iglesia o una ermita románica.
 
El románico da paz interior, al entrar en la Catedral de Jaca, en el Monasterio de San Juan de la Peña o en los de Ripoll y Sant Joan de las Abadesas o en San Isidoro de León, el alma se regenera en la serenidad y el descanso espiritual, uno no puede evitar sentir algo especial en su interior, y desear que el tiempo se detenga, casi volver sobre los pasos del tiempo y recuperar los sentimientos, las ideas, el espíritu de aquellos que de una manera u otra tuvieron que ver en la construcción de esos edificios que ya no rozan la perfección, porque la alcanzan. El románico ayuda a rezar, casi se diría que obliga a ello, pero no como exigencia brusca y forzada, sino como impulso interior irresistible.
 
El románico me sugiere también otra idea llamativa: la perfección de lo que hace tantos siglos se construyó; la austeridad que caracteriza este estilo no nos puede impedir descubrir la belleza y, muy especialmente, el enorme mérito y el perfecto trabajo de quienes levantaron iglesias, puentes, catedrales, ... Y es que a veces los hombres caemos en el error de pensar que  traspasados los límites del siglo XX andamos años luz por encima de nuestros ancestros, y vemos a quienes corrían por los mismos terrenos que ahora pisamos en la edad media como una especie de seres incivilizados, incapaces de crear cultura y progreso, cuando en realidad fueron capaces de hacer con menos medios edificios y construcciones de belleza y perfección inimitables. Nos podemos preguntar hasta que punto hemos llegado más lejos que ellos y si, en algún sentido, hasta hemos sido capaces de retroceder en la sinrazón y en la barbarie.
 
Y es que el románico es también el testimonio de la grandeza de otros tiempos y de otras personas, que no hicieron más que buscar, en su momento, lo mejor para ofrecer a Dios y a los hombres algo tan hermoso.

6 de agosto de 2013

Al final caes en la cuenta ... o deberías

Hay circunstancias, momentos, situaciones, ... en los que si te despistas corres el grave peligro de terminar considerándote importante. A uno le dan un cargo, asciende en el trabajo, lee una tesis brillante, consigue situarse a la cabeza en su gremio o es reiteradamente alabado por clientes, compañeros y superiores y no es difícil que se le suba a la cabeza, que vaya por la vida pisando fuerte, que incluso llegue a estar encantado de conocerse y, como consecuencia de todo ello, es capaz de terminar exigiendo a los demás que el trato y la consideración que cree merecer. Evidentemente no todo el mundo es capaz de encajar el éxito -real o aparente- de la misma manera, pero no es nada fácil eludir nuestra condición de humanos y quien más quien menos camina por la vida exhibiendo medallas y sacando pecho.

Lógicamente lo óptimo sería que cuando llega la gloria todos supiéramos encajarla con discrección y prudencia desde un principio, pero cuando menos, nos vendría bien ejercitar de vez en cuando la humildad y caer en la cuenta de nuestros defectos, de que posiblemente nuestros méritos no hayan sido tantos y de que vete a saber si hay gente por ahí que merecería estar por encima tuyo y no lo está. Pero hay algo mucho más eficaz que todo esto: alcanzar la conciencia de que el principal motivo para no presumir de importantes es la realidad de que no lo somos; nos evitaríamos muchos disgustos, frustraciones y ridículos si aprendiéramos a ver las cosas sin esa lente de aumento que tendemos a ponernos hacia nosotros mismos. La medicina adecuada para evitar presunciones y vanidades es el realismo al mirarnos al espejo, sin ninguna duda. Y es que no hay personas importantes, o dicho de otra manera, la importancia no la lleva el oropel, sino la virtud, y en esto nada tienen que ver títulos, cargos y medallas.

4 de agosto de 2013

En la muerte de dos leyendas del fútbol






















Con cierta frecuencia hablo de fútbol, algo que a bastantes lectores de este blog a los que aprecio mucho aburre bastante, aunque asumen el hecho como una de esas sublimes obsesiones que casi todos tenemos y que quien esto escribe no puede evitar. Casi siempre hago referencia a equipos, jugadores y partidos que tengo grabados en mi memoria, pero hoy hablaré de dos jugadores que han fallecido recientemente y a quienes no vi jugar nunca, aunque al tratarse de personajes legendarios su fama ha pervivido después de su retirada.

Antoni Ramallets falleció el pasado 30 de julio en Villafranca del Panadés a la edad de 89 años; su puesto era posiblemente el más comprometido de un equipo, pues jugaba de portero y se formó en el legendario Europa, un equipo de barcelonés barrio de Gracia, que en la década de los 60 llegó a actuar en 2ª división y que, entre otras proezas, eliminó de la Copa del rey en 1967 al Real Zaragoza, que por entonces era el vigente campeón. Tras pasar por el San Fernando, Mallorca y Valladolid, Ramallets fichó en 1947 por el F.C. Barcelona, donde permaneció la friolera de quince años y contribuyó a ganar la friolera de seis Ligas, cinco Copas y dos Copas de Ferias; a título personal destacan cinco Trofeos "Zamora" al portero menos goleado, lo que da idea de su enorme calidad futbolística, tanto como el hecho de que fue titular indiscutible durante toda su vida en azulgrana. En la selección nacional disputó 35 partidos, una cifra importante en una época donde las selecciones no jugaban tanto como ahora, destacando una formidable actuación en el Mundial celebrado en Brasil en 1950, donde se ganó el apodo de «gato de Maracaná» por su gran agilidad y la extraordinaria actuación que tuvo en el estadio brasileño. Ramallets también fue entrenador, y dirigió al Zaragoza cuando comenzaba la inolvidable época de los 5 magníficos, también entrenó al Valladolid, Real Murcia, Logroñés, Hércules e Ilicitano. En "El Mundo Deportivo" se recoge una curiosa anécdota ocurrida precisamente en Maracaná al final del encuentro frente a Inglaterra famoso por elm mítico gol de Zarra: "Al portero de la selección inglesa, Bert Williams, del Wolverhampton Wanderers (por un año no se vería tiempo después las caras nuevamente con Ramallets jugando contra el Barça de HH en la Copa de Europa), se le apodaba, precisamente, 'The Cat'. Al finalizar el partido, Williams 'the Cat' fue a intercambiar guantes con 'el Gato'. No pudo, porque Ramallets jugaba sin guantes. Lo curioso de esta historia es que Bert Williams no siempre lucía guantes: a veces sí y a veces, no."

Una semana antes, el 23 de julio, fallecía en São Paulo a los 84 años Djalma Santos, lateral derecho indiscutible de la selección brasileña que ganó los mundiales de 1958 y 1962; Djalma Santos es considerado el primer gran lateral ofensivo de la historia del fútbol, uno de esos defensas derechos cuya potencia y velocidad hacen que no se conformen con controlar al extremo que le toca en suerte y sean capaces de desplegar una actividad ofensiva notable. Quienes vieron jugar a este portento físico y técnico hablan y no paran se sus enormes cualidades, una clase que posiblemente le conviertan en el mejor lateral diestro de la historia. Santos fue un jugador longevo, retirándose en el Atlético Paranaense a la edad de 43 años, aunque sus mejores años futbolísticos los tuvo en la Portuguesa y, por encima de todo, en el mítico Palmeiras, uno de los equipos más representativos de Brasil. Con la selección nacional jugó 111 encuentros, coincidiendo en ella con futbolistas tan brillantes como Garrincha, Dídí, Zagalo, Vavá Gilmar, Zito, Amarildo y, muy especialmente, el gran Pelé; Djalma participó en cuatro campeonatos mundiales, el último de ellos, en Inglaterra, cuando estaba a punto de cumplir 37 años.

2 de agosto de 2013

Francisco nos pone las pilas

 
Me he bajado de internet los discursos y homilías que ha pronunciado el Santo Padre en Brasil durante la última Jornada Mundial de la Juventud, incluida la última conversación en el avión con los periodistas que le acompañaban. Tengo que ir leyéndolas despacio para poder valorarlas y asimilarlas en profundidad, pero a vuela pluma creo que un emérito catedrático de Derecho Eclesiástico resumía muy bien la situación en su blog del "El Mundo": "este Papa va en serio". Francisco nos ha hablado de lo de siempre: oración, sacramentos y caridad, pero a la vez nos ha ido lanzando, apoyándose en lo anterior, una serie de comentarios que son como una especie de dardos que van directos a la cabeza y el corazón. Cuando el cardenal Bergoglio fue elegido y puso de manifiesto su predilección por los más desfavorecidos llamé por teléfono a una buena amiga de Tarragona que ha dedicado su vida a estos menesteres para felicitarla porque sabía que tenía que estar encantada con este hombre, la mujer, sensible y emotiva como pocas, me dijo que estaba segura de que Francisco quería hacer cosas grandes, aunque dudaba que le dejaran. Queda claro que en esas estamos, y aunque tal vez peque yo de ingenuo, pienso que alrededor debe de tener más bueno que malo e incluso encontrará ayuda en su misión.

Francisco tiene, además, una idiosincrasia propia, a mí el que se quede a vivir en Santa Marta o lleve zapatos negros es algo que casi desde el principio no me causó recelo alguno, aunque conozco a quien le sale algún sarpullido por ello, y veo cada vez más clara la universalidad de la Iglesia, el hondo calado evangélico de su mensaje, la bondad de su persona, cuando oigo o leo sus palabras, cuando voy entendiendo, a veces sólo intuyendo, su mensaje. Claro, que todos, al menos lo tengo clarísimo por lo que a mí respecta, tenemos que comenzar a asimilar que tal vez debamos de bajarnos de algún burro, dejar aparcado algún criterio, fijación o prejuicio, quitarle algo de importancia a alguna cosa y dársela más a otras cuestiones. Mal asunto si reducimos el mensaje del papa Francisco a términos de disputas políticas, a búsqueda de titulares periodísticos de alcance, a apropiación de opiniones o criterios, ... el Papa habla para todos los cristianos, y a quienes así nos consideramos nos corresponde escuchar, meditar y aplicarnos el cuento ... y es de agradecer que Francisco hable tanto al corazón y sea, es sólo percepción personal, más aficionado a lo concreto que a reglas y reglamentos, y que a la vez que predica con exigencia y claridad uno siente que prevalece el aire de la libertad y el aroma de lo divino.