31 de diciembre de 2012

Feliz Año 2013


En los tiempos que corren no se si puede ser demasiado arriesgado lanzarse con deseos de las mejores cosas a los mejores amigos, pero lo que todos podemos conseguir con seguridad es:

Un año 2013 que nos traiga alegría por tener cerca a quien tenemos cerca, solidaridad para echar una mano al de enfrente, paciencia para aguantar el chaparrón y confianza en que Dios aprieta pero no ahoga: a veces nos lo hace dudar, pero es así.


¡¡¡FELIZ AÑO 2013 A LECTORES, COMENTADORES Y AMIGOS!!!


29 de diciembre de 2012

A propósito de la marea verde


Corren tiempos de conflictos, la gente sale a la calle y cada cual expone, con mayor o menor vehemencia, sus reivindicaciones; hace ya tiempo que se han puesto de moda las "mareas" y cada cual se apunta a la suya: la verde los de educación, la blanca los de sanidad, la negra los funcionarios e imagino que alguna más habrá. Es lógico que ésto ocurra, hay crisis, hay recortes y el ciudadano se rebela contra lo que no le gusta, máxime en esta época en la que la clase política anda cuestionada y parece haber decepcionado las expectativas de la gente. También en anteriores legislaturas hubo mareas importantes, como esas manifestaciones a favor de la familia y la libertad de educación, o las protagonizadas por las víctimas del terrorismo, aunque me temo que no se les dio tanta importancia y publicidad, tal vez porque al no haber cuestiones crematísticas por medio no hubo tanta pasión, o porque a algunos medios no les interesaba tanto, o, simplemente, porque no hubo apenas agresividad y el personal fue generalmente respetuoso.

Posiblemente las protestas relativas a la educación sean especialmente significativas; fueron las primeras y se trata de un personal bastante reivindicativo. En cuestiones de enseñanza toda inversión es poca, y de entrada, como principio, uno se siente solidario con quien reclama una enseñanza de calidad y con medios y con quien rechaza recortes, pues parece de sentido común que no sea este ámbito el que tenga que sufrir con carácter principal las consecuencias de la crisis. Las ciudades se han llenado de hombres y mujeres que se han puesto una camiseta verde con dibujos y lemas alusivos a la necesidad de que cesen los recortes y de que haya una enseñanza pública y de calidad. La reivindicación es loable, pero no puedo evitar que surja en mi interior una cuestión que no es menor ni superficial: ¿con ésto quieren decir que la educación ya está bien como está?, ¿entienden quienes reclaman con esta vehemencia que la enseñanza pública es la única alternativa?. No voy a defender la reforma de Wert -un hombre de unas formas que dudo sean las adecuadas para conseguir consensos-, entre otras razones porque no he leído el proyecto, pero no me cabe ninguna duda de que en la enseñanza una reforma, en profundidad, es necesaria. Vete a saber donde esta la causa de todo, si es que solamente hay una -que no creo- pero hoy en día tenemos una educación en general deficiente, igualatoria por abajo y en la que los chavales salen frecuentemente del colegio ignorando quienes fueron Garcilaso, Blasco Ibáñez, Edison, Descartes, Espartero, Disraelí, Cánovas del Castillo, Isabel II o Unamuno. Por lo que nos cuentan, los informes Pisa son demoledores, y ésto no puede seguir así.

Cada cual tiene su ideología, y la cuestión de la enseñanza pública y/o privada tiene innumerables aristas, matices e interpretaciones; a mí me enseñaron -y convencieron- que el papel del Estado en este asunto debe de ser supletorio, que aquél debe llegar donde no lleguen los particulares. Lo que pasa es que tal planteamiento no nos puede llevar a una educación elitista, la igualdad y la justicia son dos de los cuatro pilares del ordenamiento jurídico consagrados en el artículo 1 de la Constitución, lo que exige la garantía de la igualdad de oportunidades, el que todos partan del mismo lugar y que nadie pueda quedar sin la instrucción a la que aspira y le corresponde por falta de poder adquisitivo o cualquier otra discriminación del tipo que sea. Sería bueno que en esto los partidos supieran bajarse del pedestal, limar asperezas y encontrar acuerdos básicos en un tema trascendental. De cualquier manera, elevar a la categoría de dogma el carácter público de la enseñanza tiene el peligro de permitir el adoctrinamiento, y no es el estado el principal sujeto activo de la educación de los hijos, sino los padres, que deberían tener derecho a elegir la opción educativa que quieren para sus hijos, sin que podamos olvidar que otro de esos cuatro pilares citados es la libertad, algo que no queda asegurado si alguien no puede educar a su descendencia como considera oportuno.

Y el repetido primer artículo de esa Carta Magna que algunos quieren desprestigiar, cuando simplemente ha sido maltratada y mal utilizada, incluye un cuarto cimiento del orden jurídico: el pluralismo político; imagino que en esas protestas vestidas de verde habrá representadas personas de muchas ideologías, pero no puedo evitar ver y escuchar actitudes y consignas excesivamente monocolores. España es un estado plural, no solamente desde un punto de vista territorial, sino también ideológicamente. Por eso me preocupan los tics totalitarios, por mucho que se vistan de razones objetivas; respeto y mucho a quienes salen con la pancarta y la camiseta verde, creo que dice mucho a su favor el que estén dispuestos a luchar por lo que consideran justo, pero espero que esa lucha se centre en la búsquedadel bien común, sea hecha con visión creativa y, si es necesario, autocrítica y desde el respeto a las posiciones diversas que en éste, como en otros temas, existen entre los ciudadanos del país.

27 de diciembre de 2012

Recuerdos que unen


El pasado viernes me fui a cenar con mis compañeros de colegio; llevábamos mucho tiempo sin saber los unos de los otros, a salvo de circunstancias ocasionales, y el año pasado hubo dos tipos con iniciativa que consiguieron reunirnos a unos 25 sujetos con la cincuentena avanzada que entre 1966 y 1975 compartimos aulas, profesores, vivencias, agobios estudiantiles, adolescencia y más de una historia chusca. Lo cierto es que son encuentros divertidos, entrañables y con esa especial complicidad que da la evocación de sucesos tan antiguos, incluso en alguna ocasión adornados con la creatividad que dan tanto la mala memoria como la imaginación y las euforias del momento.

Cuando aparecen los brillos de la nostalgia viene a mi memoria un comentario que me hizo quien fuera el primer director que tuvimos, un hombre de una grandiosa preparación científica -era catedrático de Física y Química-, mucha paciencia y, por encima de todo, una bondad tan grande que dudo que nadie que le haya tratado guarde de él otro recuerdo distinto al cariño; me encontré con él unos años después de terminar el colegio, y con esa ingenuidad y entusiasmo propio de la edad le comenté que recordaba con frecuencia los tiempos del colegio, del que afirmé guardar "recuerdos entrañables", el hombre sonrío, contoneó sus brazos de una forma muy característica y me aseguró que "con el paso de los años todos los recuerdos se vuelven entrañables" ... en su respuesta había una cierta complicidad con mi afirmación, pero intuí que también iba acompañada de cierta ironía, la de quien piensa que es muy fácil a toro pasado convertir en gratos unos sucesos que a lo mejor a él le habían costado más de un desasosiego.

No hace mucho escuché a alguien que tender a evocar viejas vivencias es señal de hacerse viejo, que uno se mantiene joven en cuanto mira sólo el futuro; no debe de ser mala respuesta para un "master de emprendedores", pero no la comparto, cuando menos, de forma radical. Nuestro pasado sigue formando parte de nuestra vida y ni hemos de renunciar a él ni podemos prescindir de lo que esa experiencia nos enseña, ni mucho menos del afecto a quienes lo compartieron con nosotros. Por esta razón esta cena ha pasado a formar parte de esos encuentros periódicos a los que uno reserva puesto fijo y que espera con ilusión. Yo el pasado día 21, como el año anterior por estas mismas fechas, sentí que estaba entre amigos, como si el tiempo no hubiera pasado, como si en vez de ser personas que nos hemos visto cuatro veces en 37 años -en algún caso ni nos habíamos vuelto a ver- tuviéramos la confianza propia de estar haciéndolo todos los días.

La realidad es que coincidimos gente muy distinta, con diferentes visiones de la vida, de la sociedad y del mundo, cada cual con unas vivencias que le han conducido por caminos personales y profesionales de lo más variopinto; había un punto de unión, el haber coincidido en primaria y bachiller, el compartir unos momentos vitales decisivos, cuando uno se está haciendo como persona y va abriendo los ojos a la realidad de la vida, esa realidad que frecuentemente no es como nos la han pintado, o como la habíamos querido ver. Y siendo distintos, pensando de maneras diferentes, incluso posiblemente opuestas, podía más el vínculo de los recuerdos comunes y del cariño, un cariño que en un momento y en algunos casos pudo ser fuerte, que tal vez apagó el paso del tiempo, pero que paradójicamente también los años han podido revitalizar.

Las personas, unas más que otras, no podemos evitar cierta tendencia al sentimentalismo, por eso estos reencuentros nos afectan y nos emocionan; no se trata ni de darles más importancia de la que tienen ni de convertirlos en el centro de una vida que cada cual puede tener más o menos complicada y ha de sacar adelante contra viento y marea, pero al menos a mí no me viene nada mal darme anualmente este baño de nostalgia y recuerdos endulzados.

26 de diciembre de 2012

Espíritu navideño


En los últimos años parece que se ha puesto de moda renegar de la Navidad; en estos últimos días he leído en las redes sociales frases despectivas -incluso agresivas- respecto de los villancicos, de los regalos, de los anuncios, de las reuniones familiares, ..., he recibido vídeos de esos en el que el "gatito cachondo" se convierte en sindicalista y tras despreciar las alegrías de la época lanza una llamada a la revolución, he escuchado frases amargas de las tradiciones, mientras eso sí, quien las pronunció ni renunciaba a las vacaciones ni a los regalos que sus familiares y amigos le colocaban en el árbol o en donde fuera.

Para muchos la Navidad es una tradición y, para algunos, además, tiene un significado especial pues se conmemora lo que consideramos el hecho más grande de la historia, la llegada de Dios a la tierra en forma de recién nacido, con la ejemplar colaboración de la fidelidad de un hombre y una mujer y la compañía de unos pastores que posiblemente fueran los personajes más pobres y menesterosos de Belén. Antes pensaba que lo que les molestaba era el consumismo que en cierta manera podía desvirtuar las esencias de la celebración, pero cada vez estoy más convencido de que en algunos florece una rabia distinta, mucho menos constructiva y menos respetuosa con la libertad. Se ha cultivado el rechazo a la religiosidad, a la defensa de las convicciones y a cualquier manifestación de ritos, fiestas y costumbres que tengan que ver con el cristianismo. Sin generalizar, que ni es bueno ni sería justo, tras algunos comentarios y frases he visto reverdecer el odio que tantas veces ha conducido a la violencia. E insisto en que ya no me engaño con excusas de críticas objetivas, porque no veo la misma acritud cuando lo que se celebra -gastos incluidos- es Halloween, Carnaval o el día del orgullo gay.

Si andamos en tiempos de desgarros económicos, si la situación de tantos es desesperada, si nos cuesta ver el futuro con mínimo optimismo, no creo que una consecuencia de ello tenga que ser renunciar a las satisfacciones que nos traen las fechas señaladas; al revés, hay muchas manifestaciones de este tiempo de Navidad que invitan a la solidaridad, la alegría, la fraternidad y el altruismo. Uno puede andar lleno de espíritu navideño sin viajar al extranjero, sentarse en mesas rebosantes de marisco, chuletones y dulces de todo tipo ni asaltar sin descanso tiendas de regalos o grandes almacenes de renombre, y si para alguien la Navidad no significa nada, otras cosas podrá hacer, pero que aprenda a respetar a quien libre y legítimamente externaliza sus convicciones.

24 de diciembre de 2012

Feliz Navidad 2012


Feliz Navidad, que la luz de Belén nos ayude a conseguir un mundo mejor¡¡¡¡

Ya que era llegado el tiempo
en que de nacer había,
así como desposado
de su tálamo salía,
abrazado con su esposa,
que en sus brazos la traía,
al cual la graciosa Madre
en su pesebre ponía,

entre unos animales
que a la sazón allí había,
los hombres decían cantares,
los ángeles melodía,
festejando el desposorio
que entre tales dos había,
pero Dios en el pesebre
allí lloraba y gemía,

que eran joyas que la esposa
al desposorio traía,
y la Madre estaba en pasmo
de que tal trueque veía:

el llanto del hombre en Dios,
y en el hombre la alegría,
lo cual del uno y del otro
tan ajeno ser solía.
 


Romance del Nacimiento

San Juan de la Cruz

22 de diciembre de 2012

Rato increpado


"Afectados por las preferentes de Bankia que se han concentrado con pancartas en las puertas de la Audiencia Nacional y han increpado al ex-presidente de la entidad Rodrigo Rato al grito de "chorizo", "estafador" y "ladrón" a su llegada al tribunal."

El caso "Bankia" tiene enfadados a muchos ciudadanos y parece que sobran los motivos para que sea así; Rodrigo Rato, quien fuera brillante y reconocido Vicepresidente económico del Gobierno de José María Aznar y nada menos que Presidente del Fondo Monetario Internacional, vive ahora la otra cara de la moneda y sufre el acre sabor del descrédito y demás consecuencias derivadas de haber adquirido la condición de imputado. Habrá que esperar a que los acontecimientos se desarrollen, a que la Justicia de su veredicto sobre el tema y, fundamentalmente, sobre la responsabilidad de Rato, pero no cabe duda de que la situación del político español es una muestra más de la fugacidad de la gloria humana y de lo fácilmente que se comprueba cómo los ídolos tienen, no pocas veces, los pies de barro.

Queda dicho que es comprensible y hasta lógica la indignación de quien se ve afectado por un descalabro de esta naturaleza, pero la imagen de una serie de personas gritando como posesos y pronunciando palabras tan fuertes como las dichas también nos tiene que hacer pensar. Andamos en tiempos convulsos y el personal anda nervioso y excitado; repito que no se puede esperar otra cosa y que es fácil reclamar tranquilidad desde el teclado de un portátil, pero no es menos cierto que determinados modos y formas hacen sospechar que junto a la indignación y el enfado también pueden aparecer en ocasiones ciertos excesos; tal vez sea posible plantar cara a quien no ha estado a la altura con fuerza y claridad sin necesidad de caer en el insulto y obviar el más mínimo respeto. He visto demasiadas veces a grupos de personas increpando a quienes comparecían en edificios judiciales para rendir cuentas de sus delitos, en ocasiones se trataba de la justificable exteriorización del dolor de las víctimas, pero en otras no he podido evitar intuir la cobardía de quien saca sus peores instintos camuflado en el anonimato que proporciona la masa.

21 de diciembre de 2012

Los dilemas de Epulón

En esa primaria y ese bachillerato "como Dios manda" que hicimos los de mi generación -y "aledaños"- se estudiaba la asignatura de religión: cada cual se ha formado en un ambiente y en una época y entonces el tema nos parecía normal ... incluso a algunos nos los sigue pareciendo; recuerdo que en el colegio de monjas donde dí mis primeros pasos nos enseñaban la historia sagrada utilizando unas grandes láminas de colores en las que aparecían las escenas más llamativas de los Evangelios y otras alusivas a los principales enseñanzas del Magisterio de la Iglesia. Entre éstas se encontraba la explicativa de la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro; en la misma se nos hablaba de "un hombre rico que vestía de púrpura y lino finísimo, y cada día celebraba espléndidos banquetes" y otro "pobre que yacía sentado a su puerta, cubierto de llagas, deseando saciarse de lo que caía de la mesa del rico"; al final de la historia ambos morían y mientras el rico Epulón se iba de cabeza al infierno, Lázaro terminaba conducido por los ángeles "al seno de Abraham". En su cruel destino Epulón suspiraba porque Dios permitiera a Lázaro mojar la punta de su dedo en agua y con ella refrescar su lengua, pero nio siquiera eso le era permitido. También entonces aprendí esa otra enseñanza que aparece en San Mateo y pone los pelos de punta: "Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que el que un rico entre en el Reino de los Cielos". Parece pues que la frontera del paraíso ha de pasarse más bien ligero de equipaje.

Ahora que andamos en época de quebranto económico no resulta precisamente infrecuente escuchar el antiguo planteamiento acerca de si es posible hacerse rico sin trampas, si uno puede acumular riquezas honradamente, sin utilizar para ello mecanismos poco éticos o legales. No es fácil la respuesta, pero pienso que no deberíamos caer en esa especie de fatalismo que supondría asociar la riqueza a la ausencia de honestidad; en cualquier caso sí que sería conveniente analizar el cómo se ha conseguido esa riqueza, en qué se ha convertido quien la ha asumido y cómo utiliza éste el dinero que acumula. Corren tiempos en que el ciudadano medio ha puesto en la picota al banquero, al gran empresario, ... y se habla de los "ricos" con recelo, sino con manifiesta virulencia y encono. Claro, que también habrá que considerar qué entiende el personal por "rico", ya que a veces la tendencia a la simplificación se extiende más de la cuenta.

No creo que el hecho de estar en la cresta de la ola económica haya de convertir necesariamente al interesado en peor persona, pero es indudable que tener mucho dinero, poseer bienes en cantidad nos puede, en cuanto nos descuidamos, derivar irremediable y compulsivamente hacia el camino de la codicia, la ceguera por el poder, la permanente insatisfacción a la hora de gastar, la necesidad de estar siempre al día, ... en definitiva, nos puede convertir en personajes ciegos e insaciables para los que el dinero acaba siendo una droga que termina haciéndonos irremediablemente daño y nos lleva a hacérselo a los demás. Además, el dinero lleva anejo poder, algo que no sólo se puede utilizar mal, sino que también puede transformar a quien lo tiene en un ser aislado, insensible ante el dolor y los problemas de los demás, encerrado en una torre de marfil que le impide darse cuenta de la situación de miseria y desesperación a la que puede haber llegado quien está insuficientemente servido de aquello que a él le sobra.

Por eso la riqueza es algo que tanto puede llevar a la injusticia y a la perdición, como convertir a quien lo tiene en un genuino benefactor de la sociedad; lo que pasa es que a priori parece que el pecado original nos arrastra más a lo primero que a lo segundo.

20 de diciembre de 2012

La época dorada del "queso mecánico"


Al parecer el Albacete Balompié anda en tiempos difíciles, tanto que cuentan que su presidente ha advertido que si no se produce una mayoritaria suscripción de las últimas acciones aparecidas con una ampliación de capital realizada el equipo manchego desaparecerá irremediablemente. El club albaceteño tuvo sus momentos brillantes en 1ª División y en los últimos años llevaba lo que parecía una cómoda trayectoria en la división de plata, pero la temporada pasada hubo mala racha y el club terminó en el pozo de la 2ª B, un lugar en el que puedes caer en cuanto te descuidas y del que resulta complicadísimo salir. Sería una pena que todo terminara mal y no perdamos la esperanza de que el Albacete solucione sus problemas y regrese a esa categoría superior de la que se había convertido en miembro ilustre.

Pero el Albacete nos trae recuerdos de épocas mejores, para el club y posiblemente para ese fútbol sano y competitivo en el que muchos soñamos; corría el año 1990 y el Albacete aparecía en el mes de septiembre como la gran novedad de la 2ª División española; a las órdenes de un técnico de 38 años con aspecto de intelectual, Benito Floro, el club manchego parecía destinado a una dura lucha por conservar la categoría, pero a la hora de la verdad, con un plantel cargado de jugadores desconocidos, el Albacete hizo un "temporadón" que concluyó en la primera plaza de la clasificación, con el consiguiente e inesperado ascenso a la máxima categoría. Automáticamente el Albacete Balompié se convirtió en el equipo de moda del fútbol español, Floro, que ya lo era en Albacete, en un ídolo nacional y el conjunto que disputaba sus encuentros en el modesto estadio del "Carlos Belmonte" pasó a ser conocido como el "queso mecánico" a la vista de la fama de los quesos manchegos y de que el conjunto de Floro jugaba prácticamente de memoria. El Albacete se convirtió en un conjunto simpático, respetado y competitivo, terminó su primer año en 1ª en el puesto séptimo, a un sólo punto de disputar la UEFA y se mantuvo entre los grandes durante cinco años seguidos.

El hombre clave del milagro albaceteño fue, sin ningún género de dudas, el citado Benito Floro, un entrenador distinto, especial, posiblemente junto a Víctor Fernández el líder de las nueva generación de entrenadores de la época. Floro era un estudioso del fútbol, tenía previstos todos y cada uno de los detalles de cada partido, conocía perfectamente los defectos del rival y era un mago en las jugadas de estrategia, que ensayaba con constancia durante la semana: eran llamativos los corners que sacaban los jugadores del "Alba" con balones lanzados desde la esquina a la zona anterior al área para que hombres con buen disparo como el uruguayo Zalazar o el asturiano Menéndez intentaran sorprender al meta contrario. El éxito de Floro le abrió las puertas del Real Madrid, donde estuvo desde el verano de 1992 hasta marzo de 1994; Floro consiguió una Copa del Rey y una Supercopa de España, si bien no pudo evitar pasar por el trance de perder la Liga en el último partido en Tenerife, la segunda vez consecutiva que le ocurría ésto a los merengues. Floro fue cesado tras una cruel derrota madridista en Lleida donde las cámaras del Canal Plus le pillaron echando una bronca monumental a sus jugadores en el vestuario, un rapapolvo que intuyo era muy merecido. Floro regresó al Albacete la temporada siguiente, aunque sin los éxitos de antaño.

Posiblemente el jugador emblemático de este equipo fue el uruguayo José Luis Zalazar, un centrocampista ofensivo de aspecto más bien "orondo" pero de enorme fortaleza física, buena orientación de juego y sobre todo un disparo excepcional. Zalazar ya resultó fundamental en la consecución del ascenso y fue todo un baluarte en el desempeño en la máxima categoría. También destacaba este jugador en las jugadas de estrategia, siendo un formidable lanzador de faltas y, como quedó dicho más arriba, un genial culminador de corners y faltas laterales previamente ensayadas. El uruguayo surgió de la cantera de Peñarol y tras jugar en Méjico llegó a España, donde antes de triunfar en Albacete militó en Cádiz y Español, siendo titular indiscutible en toda esta primera trayectoria del Alba en la máxima categoría. Zalazar, que terminó su vida profesional jugando en el Racing de Santander y luego en Méjico, regresó Albacete, donde montó una Escuela de Fútbol que en la actualidad dirige.

El otro jugador mítico del Albacete de esa época fue sin duda Francisco Javier Mármol Rodríguez, conocido futbolísticamente como Catali; era el capitán del equipo y el auténtico jefe del vestuario, uno de esos jugadores de raza, fieles a un equipo y cuyo nombre va siempre unido al club en el que han militado: salvo una última temporada en el Toledo, Catali jugó siempre en el equipo de su tierra. Catali jugaba generalmente de volante defensivo o defensa central, aunque era muy polivalente y se adaptaba a cualquier zona de la retaguardia. La defensa del Albacete la completaban tres jugadores que ya estaban en segunda división, como el lateral Coco, el central de la cantera del Valencia Juárez y, muy especialmente, el portero costarricense José Gabelo Conejo, otra institución en el fútbol albaceteño. Para completar la zona defensiva en el debut en primera la directiva albaceteña recurrió a la cantera blaugrana y trajo a Delfí Geli, un prometedor ariete del Barça B que Floro reconvirtió con un éxito rotundo en lateral derecho y que terminó fichando años después por el Atlético de Madrid llegando a ser cuatro veces internacional, y a Oliete, lateral zurdo fichado del Celta de Vigo.

Para acompañar a Zalazar en el centro del campo Floro utilizaba fundamentalmente a cuatro jugadores; Parri, aportaba la clase y la creatividad, amen de cierta irregularidad, mientras que el trabajo esforzado corría a cargo del canterano Chesa y de Julio Soler, que había llegado del Ceuta y terminó firmando por el Betis. Para la zona de interior izquierdo era fijo Menéndez, un asturiano de Mareo que tras dar tumbos por las divisiones inferiores se asentó en Albacete y fue utilizado por Floro indistintamente como lateral y exterior izquierdo. La delantera del primer año en la división de honor era nutrida, pues contaba con Antonio, la estrella atacante del año de segunda, el jugador de la "Masía" Corbalán, el paraguayo Toro Aquino, que había sido máximo goleador en 2ª con el Murcia, la estrella del fútbol boliviano Etxeverry, que no lució demasiado en el Carlos Belmonte e Ismael Urzaiz, entonces gran promesa de la cantera madridista, pero que no contó casi nada para Floro. No obstante el atacante más significativo que jugó en el Alba de 1ª llegó al año siguiente y fue el malogrado ariete panameño Rommel Fernández, un jugador de una presencia imponente que había triunfado por todo lo alto en Tenerife y tras un fichaje millonario por el Valencia los "ches" le cedieron al Albacete, donde tras haber marcado 7 goles en 18 partidos, el 6 de mayo de 1993 fallecía en un dramático accidente de coche al estrellarse su coche contra un árbol.

A lo largo de las seis temporadas seguidas del Albacete en primera debutaron dos jugadores de la cantera que acabaron haciendo cosas importantes en el fútbol español, el ariete Fernando Morientes, a quien Floro subió al primer equipo con 18 años, que triunfó luego en el Zaragoza y fue durante años ariete titular del Real Madrid, Mónaco, Liverpool y Valencia, así como de la selección española y Santi denia, un central cintundente y seguro que también supuso buenos ingresos a su equipo al ser traspasado al Atlético de Madrid. Otros jugadores que desfilaron en la primera plantilla albaceteña durante esos años fueron el volante uruguayo Bossio, el fino interior croata Bjelica, el extremo catalán Pinilla, un auténtico trotamundos, el lateral Alejandro, que luego también triunfaría en primera con el Castellón, el ariete uruguayo "Loco" Dos Santos, el excelente central de Barça y Mallorca Fradera, el argentino Dertycia, un delantero de primera fila que hizo historia con el Tenerife de la mejor época, el vallisoletano Goyo Fonseca, el mítico portero Molina, el ex-barcelonista Oscar García, un hombre capaz de meter goles fantásticos, el fino centrocampista Tomás, Xavi Escaich, un rubio goleador surgido en el Nastic de Tarragona, titular del Español y que llegó a fichar por el Barça por capricho de Johan Cruyff, Luna, un prometedor ariete que luego jugó en el Sporting, Josico, otro buen producto de la cantera que acabaría jugando en Europa con el Villarreal, Kasumov, un goleador de Azerbaian que había jugado en el Betis, Juanjo Maqueda, un polivalente fruto de la cantera merengue o Pedro Riesco, un atacante que jugó en primera también con el Rayo, Depor, Valladolid y Deportivo Alavés.

En junio de 2003 el Albacete Balompié regresó a primera, ascendiendo junto a Real Murcia y Real Zaragoza, la aventura duró dos años y tuvo también sus buenos momentos. Ahora toca mala época, esperemos que tenga solución.

19 de diciembre de 2012

Manuel Dicenta

En los viejos tiempos de la televisión, esa con la que frecuentemente he desplegado mi nostalgia al hablar de los espacios teatrales que tanto bien hicieron a la formación cultural de los jóvenes de la época, trabajaba un actor que a mí me parecía el mejor: el madrileño Manuel Dicenta. Lo cierto es que no sabría explicar la razón por la que tenía encumbrado a este hombre de pelo abundante y completamente blanco, dicción brillante y mirada bondadosa, y de hecho no me ha resultado fácil encontrar excesivos datos de su carrera, incluso la única foto de entre las buscadas en la que me ha parecido que se refleja claramente su cara es ésta de un viejo "Tele-programa" en la que aparece;junto a otra de las "inolvidables del medio", Luisa Sala. El apellido Dicenta es toda una institución en la historia del teatro español contemporáneo, pues Manuel era hijo del actor Joaquín Dicenta y padre de Daniel Dicenta, también actor, que estuvo en su día casado con la gran Lola Herrera y de cuya unión nació otra actriz de primera fila, Natalia Dicenta. Manuel Dicenta en los viejos "Estudio-1", "Novela", ... siempre hacía papeles protagonistas; yo lo consideraba un hombre bastante mayor, aunque al cabo de los años he comprobado que no era del todo cierto pues murió en 1974 a la edad de 69 años, aún lejos de la vejez.

Queda dicho que Dicenta, cuya primera aparición en la pequeña pantalla consistió en una entrevista concedida a uno de los grandes "mosntruos" del periodismo de la época, Victoriano Fernández Asís -"Señor Ministro, dicen, ... yo no lo creo, ..."-, fue un asiduo de los programas teatrales de Televisión Española -"Estudio 1" (1966- 1973), "Primera fila" (1963-1965), "La Noche al hablar" (1964), "La Otra cara del espejo" (1965), ...-, protagonizando obras tan importantes como "El gran teatro del mundo" (1969), de Calderón de la Barca, "Otelo" (1972) de William Shakespeare o "Don Juan Tenorio" (1973) de José Zorrilla. No obstante, la popularidad que alcanzó este actor en la tele no nos puede hacer olvidar que su gran vocación fue el teatro y sus interpretaciones más magistrales las realizó en la escena, con papeles importantes en obras tan variadas como "Vidas cruzadas" y "Los intereses creados", de Jacinto Benavente, "Ricardo III" (1946), de Shakespeare, "Divinas palabras", de Valle Inclán, "Seis personajes en busca de un autor" y "Así es si así os parece", de Pirandello, "La muralla" y "El proceso del arzobispo Carranza", de Joaquín Calvo Sotelo, "Diálogos de Carmelitas", de Georges Bernanos, "Proceso de Jesús", de Diego Fabbri, "Huracán sobre el Caine", de Herman Wouk, Cosas de papá y mamá, de Alfonso Paso, "Fedra", de Unamuno, "Los bajos fondos", de Máximo Gorki, "La playa vacía", de Jaime Salom, "Andorra", de Max Frisch y "Las cítaras colgadas de los árboles", de Antonio Gala. Tampoco cabe olvidar que Dicenta participó en el Festival de Teatro Romano de Mérida en 1954 "Edipo rey", de Sófocles y un año después con "Julio César", de Shakespeare, ambas junto a Francisco Rabal y bajo la dirección de José Tamayo y fue profesor de Arte Dramático en la Real Escuela Superior de Arte Dramático. La voz de Manuel Dicenta era bellísima, espectacular, y por internet corren unas cuantas grabaciones de poesías recitadas maravillosamente por él como "La canción del pirata" de Espronceda o las "Coplas a la muerte de su padre" de Jorge Manrique.

No obstante, y sin obviar ese impresionante currículum, el recuerdo más vivo que me queda de este hombre, la razón por la que he decidido hablar de él aquí y ahora, tiene que ver con su trabajo como presentador en el programa infantil "Carrusel del domingo" a principios de los años 70. Se trataba de un programa que se emitía los domingos por la tarde y que estaba dedicado a los telespectadores más jóvenes, en él iban sucediéndose actuaciones, películas, pequeñas obras de teatro, ... Manuel Dicenta introducía cada espacio con unas breves palabras en las que se mostraba con una espontaneidad admirable. Era directo, cariñoso, comunicativo y divertido; siendo como era un hombre con una vida dedicada a lo más selecto de la interpretación teatral, supo adecuarse a las circunstancias y conseguir que los niños de entonces nos sintiéramos tratados con respeto y simpatía a la vez, no como unos bobos ignorantes, sino como personas con capacidad de entender, algo que no ocurría siempre. Creo que la mayoría eramos conscientes que quien nos presentaba el programa era un personaje relevante, no un locutor o locutora en funciones de meritorio, ni un cómico venido a menos, sino alguién con peso específico, y pienso que agradecimos que se nos diera esa importancia; Manuel Dicenta, sin ninguna duda, estuvo, com o siempre, a la altura de las circunstancias. Al cabo de casi cuarenta años de su muerte, nunca olvidaré a ese hombre mayor de aspecto sereno y afable que nos trataba como personas mayores en los domingos de mi última infancia.

18 de diciembre de 2012

Victor Frankl y la felicidad

«La puerta de la felicidad se abre hacia fuera»

Al parecer esta frase de Víctor Frankl, el neurólogo y psiquiatra austriaco que sobrevivió, entre otros, a los campos de concentración de Auschwitz y Dachau y escribió esa joya titulada "El hombre en busca de sentido", es el contrapunto a la del filósofo danés Søren Kierkegaard, quien consideraba que esa puerta se abría hacia adentro. Frankl, un hombre que supo sufrir y salir adelante, nos deja bien claro que no cabe la felicidad centrada en uno mismo, sino que ésta sólo se alcanza en la medida en la que nos volcamos con los demás. Quien busca bondades, placeres y éxitos tan sólo en beneficio propio jamás será feliz de verdad, en todo caso podrá sentirse satisfecho, un estado tremendamente volatil y perecedero. Frankl nos deja claro que dificilmente encontraremos el camino de la felicidad desde el individualismo, el egoísmo, la búsqueda exclusiva y desesperada de uno mismo, es decir, con unos planteamientos que son los habituales en el mundo en el que nos ha tocado vivir.

Todos queremos ser felices, y me parece que no es ningún dislate afirmar que esa felicidad incluye el apego por nuestras propias cosas, nuestros propios disfrutes; el problema surge cuando los queremos en exclusiva, así como cuando convertimos nuestras aspiraciones en obstáculo para las de los demás, en bandera de guerra, en causa de agresión y enfrentamiento. El egoísmo es un mal grave y abundante, todos lo tenemos dentro en mayor o menor medida e incide en nuestra vida por mucho que nos esforcemos por aparcarlo. Pero si uno se centra solamente en sus cosas, en sus problemas, en sus desgracias, termina cerrando la puerta a la propia felicidad: la vida nos enseña la paradoja de que nuestra propia satisfacción sólo comienza a incrementarse en cuanto nos dedicamos a las cosas, los problemas y las desgracias de los demás.

Y en los tiempos que corren las oportunidades de dedicar tiempo y esfuerzo al prójimo se multiplican; a nadie se le escapa que hay mucha, muchísima gente que lo pasa mal, que se encuentra en situaciones próximas a la desesperación, al límite de la resistencia. Ante ésto he visto bastante de rencor y visceralidad, enconamientos y actitudes que suenan a revanchismo. Hay otro camino, el del compromiso personal, el de atreverse a mirar a los ojos y ayudar personalmente al que sufre. No tengo nada claro que la solución sea la algarabía y la cacerolada, entre otras razones porque nada hay más contrario al amor al prójimo que el odio y la venganza. Vuelvo a Frankl, a la necesidad de descubrir que la puerta de la felicidad se abre hacia afuera, que la búsqueda del bien del prójimo nos llena del todo.

17 de diciembre de 2012

¡Menuda trompa!


Andaba yo el pasado viernes pasando un buen rato con los amigos en un conocido y prestigioso establecimiento hostelero de Huesca; la última hora de la tarde de los viernes es un momento adecuado para gozar del placer de los vinos y las tapas y de la compañía de las buenas amistades. Ya se ha abierto la veda de las llamadas "cenas de empresa" y por lo que se contaba por ahí no quedaban prácticamente huecos para cenar en la ciudad, ya se ve que la crisis no consigue cargarse los viejos hábitos. En una esquina del bar en cuestión se agolpaba un grupo de siete u ocho personas que intuyo agotaban los últimos coletazos de una comida "pre-navideña", la mayoría de ellos arrastrando una "cogorza" de "mil pares de narices". No soy quien para juzgar la corrección de andar por la vida ebrio, pero entiendo que cuando uno se pasa de copas debería tener la capacidad de encajarlo sin que su comportamiento se convierta en algo molesto y desagradable para el resto del mundo. Desde que entramos en el local el protagonismo lo tuvieron ellos: gritos, tono de voz tremendo, vasos derramados, caídas al suelo, empujones y descontrol, toda una amplia gama de excesos por parte de ese sector de "pueblo soberano"; tal vez será que me hago mayor pero consiguieron que no estuviera a gusto.

Entre mis colegas de "tapeo" alguno se mostraba comprensivo, alegando que cuando uno anda "colocado" no deja de encontrase en estado de enajenación, y en consecuencia carece de la consciencia de lo que hace ... es posible, pero me inclino más a pensar que en el fondo late un problema de educación, algo que viene a ser como una migraña, un apendicitis o un dolor de muelas: "cuando se tiene, se nota", y quien no respeta al resto del mundo en estado de sobriedad, tampoco lo sabe respetar cuando anda borracho. Y una prueba tangible de lo que digo es que en el mismo establecimiento revolucionado por estos "desgarramantas" tomaban sus "libaciones" un grupo más pequeño de hombres ya maduros a los que también se les veía notablemente "achispados", algo que llevaban con mínima elegancia y discreción. Me parece que el señorío y la buena educación se pone de manifiesto hasta en la proximidad del delirio alcohólico.


15 de diciembre de 2012

La linda niña pelirroja

He conocido a algún que otro devoto de Charlie Brown, gente que sabe sacar petróleo de la peculiar idiosincrasia de estos personajes tan yankees como Carlitos, Lucy, Linus, Pecas Patty y, por supuesto, el inefable Snoopy, entre muchos otros. Yo nunca los he seguido de cerca y no acabo de encontrarles la gracia, por mucho que resulte indiscutible eso de que algo tendrá el agua cuando la bendicen y en este caso el éxito de Charles M. Schulz no cabe duda de que tiene que estar justificado. Cuando tenía pocos años -creo recordar que en los primeros 70- TVE programó una serie de dibujos animados de Carlitos y cía y, como era de esperar, los niños de la época acudimos expectantes a la "caja tonta" para ver esos dibujos que venían precedidos de tanta fama; no recuerdo si la serie tuvo mucho o poco éxito, aunque me parece que no duró demasiado en cartel. No me impresionaron en exceso los distintos episodios, tal vez acostumbrado a Walt Disney, Warner Bross o Hanna & Barbera, y apenas me queda un lejano recuerdo de los doblajes más bien chicanos, de una escena en la que al pobre Charlie Brown le decían "Carlitos cabeza hueca" y de la tal Pecas Patty, una especie de niña "alternativa" que bautizaba al protagonista como "Carlangas", amen de esas escenas de Snoopy en plan Barón Rojo, aunque éstas me parece que quedaron en mi disco duro posteriormente por haberlas visto en alguna tira de cómic y no en la pequeña pantalla.

Pero hubo un capítulo que, vete a saber por qué extraña razón, quedó grabado en mi cabeza para siempre; me parece que era por Navidades y el tema central del episodio era el platónico enamoramiento del protagonista de una "linda niña pelirroja". La pelirroja no salía en ningún momento, pero Carlitos no paraba de citarla mientras ponía cara de cordero degollado y se topaba con la incomprensión del resto. Las escenas, a la vez que algo simplonas, eran de una ternura notable, y uno acababa sintiendo pena del torpe e ingenuo Carlitos que no se veía ni comprendido, ni escuchado ni correspondido. No recuerdo bien cómo terminaba la cosa, aunque imagino que la linda pelirroja se volatilizaría y con ella su recuerdo, para frustración de Carlitos y de quienes gustábamos de los finales felices. ¿Quién no ha tenido cuando menos una vez en su vida la ilusión o el capricho de una "linda niña pelirroja"?, ¿quién no ha adormecido las penas o los agobios con amores tan idealizados como ilusorios, a la vez que carentes de malicia y peligro?. Sirva este recuerdo lejano, difuso e infantil como homenaje a nuestros amores platónicos, a esos afectos del corazón, del alma que aunque no hacen daño a nadie tendemos a esconder como secreto inconfesable y generalmente se van de modo tan repentino como vienen, como la brisa del mar o la luz de la luna.

14 de diciembre de 2012

Hitchcock desmitifica

Cuentan que una serie de periodistas franceses con ciertas pretensiones de intelectualidad realizaron al gran Alfred Hitchcock una pregunta tan llamativa como profunda: "¿Qué es el cine?", imagino que la hicieron con la esperanza de que el genio del suspense lanzara cualquier especie de definición magistral; éste, sin embargo, fue bastante más prosaico y, posiblemente, más sincero afirmando que el cine es sencillamente "una gran sala llena de butacas que hay que llenar como sea". El cine es sin duda un arte, nadie lo discute, pero no nos podemos sustraer a la realidad de que si una película no termina siendo económicamente rentable algo no ha funcionado bien, y sobre todo, a los genios y virtuosos de la pantalla se les va a consentir bastante, se tendrá paciencia con ellos, pero al final alguien les exigirá rendimiento. En los tiempos que corren no bastan ni el arte ni la excelencia cultural, ahora se exige que "la cosa dé dineros", que el público quede satisfecho y se le ofrezca lo que quiere y ésto es algo que sabía muy bien el gran Alfredo.

Y esta frase, real como la vida misma, no tiene que tener necesariamente una connotación negativa; al fin y al cabo los espectadores son los "paganos" del asunto y bien está que se les ofrezca algo que, entre otras cosas, les entretenga. Hay películas para minorías, a las que siempre habrá que admirar y respetar, pero no se puede pretender prescindir de los gustos y apetencias del "pueblo soberano", aunque sea bien cierto que éste es fácilmente moldeable y manipulable. Así, cabe la tentación de acusar a muchos espectadores de caer en cierto "borreguismo", aunque no es menos cierto que en algunas ocasiones uno se encuentra con quienes so capa de intelectualidad no hacen más que incurrir en la más soberana estupidez, confundiendo con cine profundo y "de culto" lo que no es más que un más o menos largo muestrario de aburrimiento y snobismo.

Claro, que la necesidad de "vender el producto", la urgencia por llenar salas y el peligro de quedarse descolgado económicamente tiene también sus inconvenientes; tengo la impresión de que en las últimas décadas ha primado el imperio de los efectos especiales, el divismo y sofisticación de muchas de las estrellas y los caprichos personales de algunos directores, convirtiendo el cine en algo más cercano al espectáculo que al arte y a sus protagonistas en una especie de personajes de cartón piedra. Así las películas muestran una perfección técnica notable y los actores y actrices una capacidad de adaptación a cada papel casi camaleónica, pero ya no se ven -o al menos cuesta hacerlo- genuinas obras de arte como "Casablanca", "Eva al desnudo", "Sólo ante el peligro" o "La costilla de Adán", por poner solamente unos ejemplos.

13 de diciembre de 2012

De la posada de Belén al belén de Posada.

Al cabo de más de veinte siglos seguimos negándole a Jesús alojamiento y manutención. Al Presidente de las Cortes, Jesús Posada, se le ha ocurrido felicitar las Navidades con un "tuit" en el que aparecía un nacimiento y un sector del Parlamento le ha saltado a la yugular. Posada hubiera podido colocar en su felicitación cualquier cosa: árboles, estrellitas, una foto de Chaplin, Marilyn o el Che, un dibujo de Bob Marley con planta de marihuana o el párrafo de algún discurso de Allende y la Izquierda presuntamente "Plural" no hubiera dicho ni pío, pero el pobre ha tenido la osadía de colocar el Belén, y ¿a quién se le ocurre felicitar con esta imagen la Navidad, ... precisamente la Navidad?. A un sector del espectro político español le ha entrado una especie de obsesión laicista que me parece excesiva y, sobre todo, poco plural. El pluralismo no puede limitarse a la exigencia de respeto a las propias convicciones, sino que supone asumir las de los demás, incluyendo la aceptación de costumbres, criterios, tradiciones que no se viven ni comparten. La Navidad tiene un origen cristiano, y no supone desdén para nadie que una institución oficial asuma un motivo navideño para desear felicidad y prosperidad en estos días, máxime si nos hayamos en España y Europa, lugares con profundas raíces cristianas, pues es el cristianismo una religión que tuvo mucho que ver con la cultura y el desarrollo europeo, al menos en lo positivo que tiene nuestra civilización, desde mi punto de vista por supuesto. Andamos en tiempos en los que hay quien nos quiere devolver a las catacumbas con actitudes que por más que le doy vueltas no soy capaz de calificar sino como sectarias, injustas y, por encima de todo, contrarias a la libertad.

Jesús Posada ha respondido que no quería ofender a los no creyentes ... pues vaya, ¿de verdad piensa el ilustre personaje que corren por el mundo no creyentes tan torpes y retorcidos que se pueden ofender por un nacimiento?, imagino que para ellos la escena no será más que una pareja acompañando a un recién nacido ante la sorprendente presencia de un par de bichos, si es que éstos aún permanecen en el "tuit" del señor Presidente de las Cortes, de manera que no tendrá en ellos mayor efecto que esos paisajes nevados, árboles sin hojas o puestas de sol con las que nos vienen deseando lo mejor otras autoridades más correctas políticamente. No se qué pretenden los señores de Izquierda Plural, tal vez les satisfaría más un "tuit" con Pilatos enarbolando una bandera republicana o una pintura del Coliseo romano con un león dándose un banquete con un cristiano, ... o cristiana, o puestos a poner "belén" a lo mejor prefieren a Belén Esteban, vete a saber tu. Cosas veredes ...


12 de diciembre de 2012

"Pep María" con problemas


La estación de ferrocarril de San Vicenç de Calders-Comarruga tuvo en su tiempo una importancia notable; era un nudo ferroviario de una entidad equiparable a otras estaciones españolas tan célebres como las de Venta de Baños, Miranda de Ebro, Alcázar de San Juan o Monforte de Lemos. No fueron pocas las veces que desde Tarragona tuve que acudir allí para coger el Talgo o cualquier otro tren que me llevara a Zaragoza o Madrid; también en mis primeros tiempos profesionales dicho lugar era parada obligatoria cuando una vez a la semana acudía al Villafranca del Penedés, ciudad a la que no había tren directo desde Tarraco y había de hacer escala en San Viçens ... una espera que podía llegar a ser larga si se producía algún retraso -algo frecuente en la RENFE de la época- y no llegabas a tiempo a los enlaces.

Y fue precisamente una mañana en que esperaba el cercanías que pasando por El Vendrell, Arbós del Penedés y Santa Margarida i els Monjos me llevaría a Villafranca cuando fui espectador pasivo de una anécdota realmente divertida. Tendría que ser necesariamente entre abril de 1986 y julio del año siguiente y no sería más tarde de las 8 de la mañana; en la estación había bastante gente y en las distintas vías unos cuantos trenes que iban en dirección Tarragona o Barcelona. Estaba próxima a cumplirse la hora de salida de uno de dichos trenes cuando en la entrada al recinto irrumpió un matrimonio ya entrado en años con caras de prisa y nervios desatados, desde el primer momento se vio quién mandaba allí, y no era el marido. La señora, con voz "gritona" y tono elevado se dirigía a él constantemente bajo la denominación de "Pep María", instándole a comprar los billetes mientras ella se dirigía a la zona de andenes; por lo visto el pobre "Pep María" tenía dificultades para conseguir los tickets y su atribulada esposa comenzó a impacientarse y advirtiendo notoriamente a "¡Pep María!" cruzó a la vía donde estaba el ferrocarril y se colocó en la puerta de entrada al mismo, continuando su insistencia, ya a grito pelado, de que "Pep María" se diera prisa. Cuando su desencajado marido accedió a la explanada con los billetes en la mano la mujer, que al parecer pensaba que su "partenaire" no se enteraba donde estaban ni ella ni el "convoy" intensificó la llamada de "¡Pep María!", momento en el que habiéndose ya convertido desde hacía unos minutos en el centro de atención de todos los que estábamos allí, la gran mayoría de viajeros comenzaron a corear también el nombre de "¡Pep María!", convirtiendo la familiar y "chusca" aventura del matrimonio en epopeya de interés general. Al grito de "¡Pep María!" -equivalente a un "a mi la legión", "Santiago y cierra España" o "al ataque por Tutatis"- éste consiguió acceder al tren, tranquilizar por fin a su media naranja y templar el espíritu del resto de viajeros que habían terminado haciendo suyo el sufrimiento de la "señora de Pep María" y cerraron el episodio con una cerrada ovación.

Al cabo de más de 25 años vete a saber por qué te tenido la humorada de compartir aquí una anécdota intrascendente pero que no deja de reflejar diversas idiosincrasias: la de la mujer impaciente y mandona, la del esposo resignado y voluntarioso y la del ciudadano medio solidario, lleno de bonhomía y con cierta querencia al cachondeo.

P.D.: que levanten la mano los que al leer el título han pensado que Pep María era un futbolista ... ;)


11 de diciembre de 2012

Aquellos pactos


El 25 de octubre de 1977 se firmaron en Madrid los históricos "Pactos de la Moncloa", unos acuerdos firmados entre el Gobierno de España presidido por Adolfo Suárez y los principales partidos políticos con representación parlamentaria en el Congreso de los Diputados, con el apoyo de las asociaciones empresariales y el sindicato Comisiones Obreras y cuyo objetivo fue procurar la estabilización del proceso de transición al sistema democrático, así como adoptar una política económica que contuviera la galopante inflación que alcanzaba entonces el 47%. Con la perspectiva del tiempo tales pactos, a los que seguro que cabría discutir algún que otro matiz, han pasado a la historia como un acto de consenso clave en el camino de la difícil estabilidad democrática y social de un país que vivía una complicada y en ocasiones convulsa época de transición y una situación de enormes dificultades económicas.

El tiempo pasa inexorablemente y cada vez van saltando a la arena más generaciones que no vivieron aquellos años; ahora hay bastantes que ponen en solfa el acierto de lo que se hizo durante la transición, una época que personalmente me cautiva y que, a diferencia de lo que ahora hay quien pretende imponer como criterio, me parece ejemplar, cargada de unas formas de hacer y una mentalidad que en estos momentos envidio. El artículo 1 de la Constitución española consolida al pluralismo político como uno de los pilares sobre los que se sustenta nuestro ordenamiento jurídico, creo que entonces se dio un ejemplo en este sentido y me preocupan enormemente los comentarios y opiniones que escucho en algunas ocasiones que destilan una visión totalitaria, sectaria y excluyente de la vida. Vivimos una crisis económica y social de unas dimensiones escalofriantes, y no entiendo que podamos salir de ella si no caminamos todos en la misma dirección, si no limamos diferencias y resentimientos ... y en buena parte ésto depende de nuestros políticos, a quienes veo despistados, ensimismados en su torre de marfil y, en general, sin talla personal para sacar esto adelante.

Tendríamos que preguntarnos las razones por las que hoy no caben ese tipo de acuerdos; estamos al borde de la catarata, sino en pleno descenso, y nadie mueve una mano para llegar a un pacto que, como todo pacto, exige que todos cedan, que todos asuman algo que no comparten, que haya voluntad de coincidir en lo esencial, buena intención, ganas de colaborar en el bien común y capacidad de sacrificar posturas, privilegios y perspectivas para satisfacer un interés superior como es el de los ciudadanos en su conjunto. Tal vez sea la partitocracia, esa especie de coto cerrado en el que se han convertido los partidos políticos donde los intereses de casta, las ambiciones, los favoritismos y rencillas entre facciones y la tozudez ideológica se imponen a cualquier tentación de crear vías diferentes. A lo mejor el problema es que faltan líderes, políticos de talla intelectual y humana con visión de futuro y sentido de estado. Posiblemente nos sobre egoísmo, cabezonería, vehemencia y dogmatismo en nuestras ideas, capacidad de olvidar odios ancestrales o diferencias que a veces incluso son artificiales. La sociedad se está radicalizando, se ha perdido la confianza en el sistema, algo lógico a la vista del ejemplo de unos cuantos políticos de diversos "pelajes", y si no se da un giro radical en las formas y modos de hacer podemos acabar muy mal.

Me ha resultado reconfortante volver a mirar esa foto, ver juntos y bien avenidos a Adolfo Suárez, Felipe González, Santiago Carrillo, Miquel Roca, el profesor Tierno Galván, Manuel Fraga, ... Sus posturas en muchas cosas eran radicalmente distintas, en el Congreso se enfrentaron muchas veces a muerte y todos, eran hombres al fin y al cabo, tenían defectos, errores, limitaciones, .... pero hubo un momento que supieron aparcar sus distancias en bien de todos. Es triste que ahora parezca tarea imposible.

10 de diciembre de 2012

Tiempos difíciles para el "Huesito"


Luciano Martin Galletti, el futbolista argentino de 32 años que a principios de este siglo fichara por el Real Zaragoza y al que hace dos meses le trasplantaron un riñón, ha sufrido una recaída, siendo internado en una Clínica de Buenos Aires por haber perdido defensas a causa de la medicación y presentar un cuadro febril y una importante merma de glóbulos blancos. El riñón le fue donado al "Huesito" -así se le llamó desde sus primeros pasos en el fútbol- por su padre, el que también fuera futbolista de primer nivel Ruben Horacio Galletti, figura del gran Estudiantes de la Plata de los años 70 y que jugó en los dos grandes de Buenos Aires, River Plate y Boca Juniors. La donación de Galletti padre fue todo un acto de amor y heroicidad que emocionó a todos los que seguimos el fútbol.

Galletti llegó a Zaragoza en el verano de 2001, se anunciaba como un extremo rápido y hábil y tenía como bagaje el éxito en el equipo donde triunfó su padre, un Estudiantes de la Plata que aún manteniéndose en la primera división argentina no tenía el brillo de antes y una poco exitosa experiencia en el Napoles italiano. El primer año de Galletti en La Romareda fue nefasto, al jugador le costó adaptarse y no fue titular indiscutible con ninguno de los tres entrenadores que tuvieron ese año los blanquillos -Chechu Rojo, Luis Costa y Marcos Alonso-; los fichajes fueron un fiasco: Drulic se rompió los ligamentos en la pretemporada, Esquerdinha y Chainho no dieron una y Galletti aún marcando un par de goles, no rindió como se esperaba; con tanto desacierto la cosa solamente pudo acabar en drama y el equipo se fue a segunda. La campaña en 2ª división, con Paco Flores al frente, fue muy dura y Galletti comenzó a mostrar lo que llevaba dentro: marcó 8 goles y fue fijo en las alineaciones; los zaragocistas empezamos a conocer a ese jugador eléctrico, rápido y hábil que desbordaba a las defensas y se anticipaba a sus marcadores. Su juego era alegre, vivo y conectaba con la grada.

El año de regreso a primera Galletti no fue indiscutible en el equipo, especialmente una vez llegó Víctor Muñoz al banquillo y se fichó al ex madridista Dani; a pesar de ello marcó tres goles y su presencia en la plantilla acabó siendo decisiva en la conquista por los blanquillos de su sexta Copa del Rey. Fue en la inolvidable Final de Montjuich, donde el equipo del que ya se había hecho cargo Víctor se presentaba como simple "telonero" y víctima propiciatoria frente a los galácticos que comandaban Zidane, Raúl, Roberto Carlos, Beckham, ... A la hora de la verdad el Zaragoza le dio un baño táctico y físico a los merengues y se llevó el título contra todo pronóstico. Luciano Galletti no partía como titular, pero tras sustituir a Dani se convirtió en la clave del encuentro al marcar un inolvidable gol a César Sánchez a siete minutos del final de la prórroga con un disparo envenenado desde el "piquito" de áera. Los zaragocistas nunca olvidaremos la imagen del "Huesito" quitándose la camiseta y corriendo en doble dirección ante el delirio de sus compañeros y de la afición blanquilla. Al año siguiente volvió a resultar decisivo en la consecución de la "Supercopa" frente a un Valencia que había vencido 0-1 en Zaragoza y vio como Álvaro Mayor, Galletti y Javi Moreno le remontaban en el mismísimo Mestalla. Ese año el argentino marcó dos goles más en Liga y otros dos en la Copa de la UEFA, formando con Villa, Cani y Savio Bortolini una línea atacante de lujo. Al verano siguiente era traspasado al Atlético de Madrid, donde no se le valoró como en Zaragoza, concluyendo su vida profesional en el Olimpiakos griego.

En Zaragoza se siguió muy de cerca la enfermedad y la operación de un jugador importante en la historia del Zaragoza y de unas condiciones humanas excepcionales que le convertían en alguien querido y respetado. El gol que marcó en Montjuich hizo que su nombre quedara escrito en letras de oro en el Olimpo de los ídolos zaragocistas. Ahora la vida le ha planteado un partido distinto, duro y difícil, pero él lo sabrá disputar con la fe y el entusiasmo que siempre puso al vestir la camiseta del león. Los zaragocistas rezamos por su pronto y total restablecimiento.



8 de diciembre de 2012

Los asesinos de "Colombo"


Con motivo del fallecimiento de Peter Falk ya dediqué un hilo a la serie televisiva en la que el actor encarnaba al Teniente Colombo, el inefable detective de homicidios del Departamento de Policía de Los Ángeles. Todos los episodios tenían un desarrollo común, iniciándose con un crimen del que el televidente ya conocía a su autor para luego, a lo largo de un tiempo aproximado de hora y media, comprobar cómo Colombo iba poco a poco "llevando al huerto" al asesino, quien la mayoría de las veces solía ser alguien que se creía muy hábil, inteligente o superior y que siempre terminaba sucumbiendo a la peculiar habilidad del protagonista, un individuo desastrado y con aires ingenuos que en realidad no paraba de arrinconar al "malo" sin que éste se diera cuenta.

Peter Falk era el actor permanente, mientras que en cada aventura el resto de actores aparecían como artistas invitados. Resultaba llamativo comprobar que el papel de criminal solía reservarse a un actor o actriz muy conocido, de manera que no dejaba de tener su "encanto" ver desempeñar funciones de "malo-malísimo" a muchos que hasta entonces identificábamos como héroes de variadas películas o series televisivas. Hay dos actores, ambos ya fallecidos, quea quienes correspondió el papel de asesino nada menos que en tres ocasiones: Robert Culp, protagonista de series televisivas tan exitosas como "Yo, espía" o "El gran héroe americano" y a quien le solían colocar el papel de empresario duro y ambicioso que llega demasiado lejos y Jack Cássidy, habitual estrella invitada de series tan relevantes como "Super Agente 86", "Bonanza", "Misión Imposible", "McCloud" o "Cannon", entre muchas otras, a quien iban más los papeles de asesino vicioso y vividor, por ejemplo un papel de escritor de novelas que asesina a sangre fría al coautor de sus libros.

Algunos de estos actores ya habían actuado como villanos en otras ocasiones, como es el caso de Patrick McGoohan, un "pérfido" tradicional que hizo papeles tan perversos como el del gangster Roger Deverau en "El expreso de Chicago" o Martin Landau, el genial Rollin Hand de la serie "Misión Imposible" que había estado magnífico en el papel del siniestro Leonard, el esbirro de James Mason en "Con la muerte en los talones" y que protagonizó un capítulo de "Columbo" representando el doble papel de dos hermanos gemelos, uno de los cuales aparece como el asesino y que fue uno de los pocos episodios de la serie que reserva sorpresa final; Landau fue bastantes años después oscarizado por su trabajo en "Ed Wood". A otros protagonistas de series míticas también les tocó matar a alguien en "Colombo", como es el caso de Richard Basehart, el Almirante Nelson de "Viaje al fondo del mar", que compartió crimen en el episodio titulado "Fuera mancha maldita" con su mujer de ficción, Lillian Stanhope, en un capítulo en el que el teniente tiene que desplegar todo su ingenio en un viaje a Londres y en ambientes de teatro clásico, o el de Leonard Nimoy, el genial Mr. Spock de "La conquista del espacio", que interpreta a un cirujano joven, brillante y ambicioso que también acaba dando muerte a otro ser humano.

No deja de ser curioso observar cómo los dos actores que protagonizaban con papeles bien simpáticos la inolvidable serie "Jim West", Robert Conrad y Ross Martin, se convirtieran en asesinos despiadados en "Colombo". Ross Martin ya había sido un auténtico psicópata en "Chantaje a una mujer", pero Conrad creo que hizo aquí uno de los pocos papeles negativos de su carrera. Martin era un cínico crítico de arte que asesina a su tío rico por razones tan clásicas como heredar su dinero, mientras Conrad encarnaba a un exitoso empresario del mundo del deporte que mata a un socio para evitar que delate sus enormes estafas y trampas financieras. Robert Vaughn, el recordado Napoleón Sólo de "El agente de C.I.P.O.L.", también tuvo ocasión de exhibir maldades en esta serie, al igual que Gene Barry, compañero de Tony Franciosa y Robert Stack en el cartel protagonista de otra serie triunfadora, "Audacia es el juego" y que en uno de las primeras entregas de la serie tiene la "debilidad" de cargarse a su mujer.

Hubo ocasiones en los que el criminal era interpretado por primeras figuras del cine, y así nos encontramos a John Cassavetes, uno de los más genuinos representantes del cine independiente norteamericano, capaz de bordar papeles como el de Victor Franko en "Doce del patíbulo" o el de Guy Woodhouse en "La semilla del diablo", con tres nominaciones al Oscar a sus espaldas, a quien le tocó encarnar a un famosísimo director de orquesta que se carga a su amante porque ésta le somete al manido dilema de "o tu mujer o yo", a Ray Milland, con experiencia en el delito en "Crimen perfecto" y ganador de un Oscar y a la mismísima Anne Baxter, que también ganó el Oscar por "Al filo de la navaja" y que como Eve Harrington en "Eva al desnudo" no mata a nadie pero es bastante "lagarta" y cuyo papel de asesina tiene que ver con una vieja estrella del cine que se resiste a la retirada y acaba perdiendo el control. Lawrence Harvey, Janet Leigh, Fane Dunaway, Vera Miles, Roddi Mac Dowall, Ricardo Montalbán, Oscar Werner y José Ferrer fueron otros excelentes actores de cine que pasaron por las "garras" del Teniente Columbo.

También hubo actores a quien me llamó poderosamente la atención ver como criminales, muy especialmente Dick Van Dike, a quien solamente había visto en papeles tan "bondadosos" como el desollinador de "Mary Popins" o el excéntrico inventor de "Chitty Chitty Bang Bang", quien se convierte en un famoso fotógrafo, ganador de dos Pulitzer, que urde un plan diabólico para matar a su mujer y a una segunda persona. También tuve sentimientos encontrados al ver a Donald Pleasence, actor de teatro clásico y de películas como "La gran evasión", "El diario de Anna Frank" o "Viaje alucinante", que si bien ya hizo de malo en una de las entregas del agente 007, no daba mucho la imagen de asesino cuando interpretando a un maniático productor de vinos mata a su díscolo hermano. También me pareció original la versión de asesino de Johnny Cash, quien interpretó -¿cómo no?- a un cantante de country que mata a su mujer y a su hija en un simulado accidente de avioneta.

En definitiva, que a todos nos puede tocar desempeñar en un momento determinado ese papel de malo que puede parecer en principio poco atractivo, pero sin el que ineludiblemente no hay película.



6 de diciembre de 2012

El viejo Sarriá


Pasé dos años de mi vida en Barcelona; llegué en 1977 y me marché, rumbo a Tarragona, en 1979. Allí estudié en la Facultad de Derecho de la Universidad Central, un centro ubicado en la Diagonal, más o menos enfrente del Hotel "Princesa Sofía" y haciendo esquina con lo que entonces se llamaba Avenida de la Victoria y ahora es de Pedralbes. Con cierta frecuencia tomaba la decisión de ir andando a la Facultad, para lo cual atravesaba la Ronda General Mitre, desde Balmes hasta Manuel Girona donde giraba para desde allí acceder a Capitán Arenas, Manila, Doctor Ferrán, ... Los lunes, si llevaba algo de dinero suelto, solía adquirir "El Mundo Deportivo" con el irremediable vicio de desguazar los partidos del fin de semana, mientras que los martes nacían con el atractivo de que en un kiosco de la citada Ronda solían tener a la venta, recién llegado de mi tierra, el "Zaragoza Deportiva", un semanario que saboreaba muy especialmente por estar lejos de la tierra y traer abundante información del Real Zaragoza que por aquella época no atravesaba precisamente sus momentos más brillantes. Y en ese "viaje" era lugar de paso inevitable y emblemático el campo de fútbol del R.C.D. Español, aquél que los locutores deportivos de la radio de entonces denominaban "Estadio de la Carretera de Sarriá". Cuando uno es joven, inexperto y, como era mi caso, bastante "pardillo" piensa que las cosas van a durar siempre, pero la vida es más rica y compleja y al cabo de veinte años de ese edificio que había visto tanto fútbol -y del bueno- no iba a quedar piedra sobre piedra.

El tiempo no sabe de recuerdos y esos viejos estadios ubicados en plena urbe, pasivos espectadores del tráfico, la contaminación y el sonido del ambiente urbano, han dejado de ser algo habitual; sigue habiendo reliquias como "El Molinón", "La Rosaleda", el mismo "Santiago Bernabeu" o nuestra "Romareda", pero los campos de fútbol españoles son cada vez más impersonales y alejados de la "City", algo que imagino será la única solución, pero que quita encanto a esas inolvidables tardes de domingo con vendedores ambulantes, riadas de gente en dirección al campo, mercado negro de entradas, puros a punto de ser desenfundados, porteros de uniforme y marcador "Dardo". Eso es lo que nos trae a la cabeza "Sarriá", un fútbol distinto, mucho menos complicado, cuando el Español era un club con solera y no una entidad en crisis, con discusiones bizantinas sobre su catalanidad y con un estadio a kilómetros de Barcelona.

El viejo Sarriá fue testigo silencioso de diversas épocas, todas con encanto; desde los primeros tiempos de los periquitos que no viví, tras los que vino el Español que servía de acogida a los últimos años de grandes del balón como Ladislao Kubala, Alfredo Di Estéfano o Carmelo Cedrún e inmediatamente después el Español de la delantera de los delfines -Amas, Marcial, Re, Rodilla y José María-, o el que peleó por el título de Liga el año 73, con De Felipe, Glaría, Poli, Roberto Martínez, Solsona, Amiano,el propio José María, o el Español que años después reforzaron futbolistas importantes del momento como Manolín Cuesta, Molinos, Ortiz Aquino, Caszely y Marañón, sin olvidar el que tuvo la UEFA en sus manos hasta el último instante, con Javier Clemente en el banquillo y jugadores del nivel de Lauridsen, Valverde, Diego Orejuela, Soler, Nkono, Miguel Angel, Michel Pineda, Pichi Alonso, Zúñiga y el Pipiolo Losada. Y en Sarriá se jugó ese partido que ganamos todos, cuando en julio de 1982, en pleno Mundial de España, Brasil e Italia sentaron cátedra con Zico, Falçao, Toninho Cerezo, Eder, Sócrates, Tardelli, Scirea, Dino Zoff, Antognoni, Conti y, por supuesto, Paolo Rossi.

La vida, las costumbres, los usos van cambiando y el tiempo termina siendo inmisericorde con todo, también lo que en su día podía parecer permanente e imperecedero. No he vuelto a pasar por ahí, tal vez debería hacerlo, tendría que reconstruir esos paseos, quizá excesivamente tranquilos y parsimoniosos, acomodados, y volver a encontrarme con esa zona de Sarriá que se ha quedado incompleta, porque ya no tiene su estadio, víctima de la fugacidad de lo material, de la insaciabilidad urbanística y de la frialdad humana, que no sabe ni de sensibilidades ni de nostalgias.