30 de mayo de 2012

Se van dos de los de siempre














El pasado lunes el Real Zaragoza anunciaba que los técnicos Juan Manuel Nieves y Luis Costa dejaban de pertenecer al club, el primero tras 45 años en la nómina zaragocista y Costa con alguno menos, pues aunque llegó en 1970 al equipo, trabajó en alguna época lejos del Zaragoza. Es ley de vida que cuando la gente cumple años tiene que dejar paso a personas más jóvenes, pero resulta bien triste que se haya despedido con tanta frialdad a dos personas que los han dado todo por el Zaragoza, son historia viva del club y formaron parte protagonista de los mejores triunfos del equipo en las últimas décadas. Para quienes éramos unos niños en los años 70, las figuras de Costa y Nieves son completamente familiares, recordamos un buen número de encuentros en La Romareda y fuera de ella en los que uno y otro tuvieron papeles protagonistas.

Manolo Nieves llegó a Zaragoza en 1967 procedente de la Unión Popular de Langreo, un equipo asturiano que por aquéllos años militaba en 2ª División; tras la retirada de Enrique Yarza, el puesto de portero en el Zaragoza no tenía propietario fijo y Nieves vino al club como una gran promesa, convirtiéndose en un fichaje rentable, por mucho que mientras formó parte de la plantilla del primer equipo de Aragón hubo de pelear la titularidad con metas del nivel del cántabro Alarcia, el vizcaíno Izcoa, el guipuzcoano Irazusta, su paisano Junquera, venido del Real Madrid y Manolo Villanova, un aragonés que llegó al Zaragoza para jugar su última época profesional. Nieves era muy ágil, un auténtico gato, capaz de hacer unas palomitas espectaculares y actuar con una rapidez llamativa. Del asturiano recuerdo muy especialmente un encuentro televisado en el Bernabeu (temporada 1972-73) en la que consiguió mantener la puerta a 0 frente a los Pirri, Amancio, Santillana, Velázquez, ... con un muestrario de "paradones" que le convirtieron en el héroe de la noche: aún figura en mi retina una doble parada, cuando tras rechazar un disparo que iba dirigido a su izquierda el balón lo recogió a la derecha el medio navarro Zoco que lo empujó hacia portería y cuando el gol parecía inevitable el meta zaragocista apareció como por arte de magia para repeler de nuevo la pelota. Al domingo siguiente, en el que el Español se presentaba como líder en La Romareda, Nieves volvió a ser el salvador, pues con 1-0 en el marcador le paró un penalty al malogrado Glaría, quien no solía fallar ninguno. Nieves fue junto a Juan Luis Irazusta el portero que hizo historia con el equipo de los zaraguayos.

Nieves, al retirarse, pasó a formar parte del staff técnico del club, donde ha trabajado como segundo entrenador y como preparador de porteros, posición en la que fue capaz de sacar un buen número de jugadores de la cantera que hand ado un excelente resultado en diversos equipos: Sánchez Broto, Laínes, Rubén Falcón, Moso, Rubén Pérez, ... Entre las imágenes que nunca se irán de la retina de cualquier zaragocista está la de Nieves dando saltos de alegría en el parque de los Príncipes de París tras conseguir Nayim ese gol milagroso que le dio la Recopa al Zaragoza; era entonces el asturiano segundo de Víctor Fernández y disfrutó con protagonismo principal del mayor éxito del Zaragoza en toda su historia.

Luis Costa, al contrario que en el caso de Nieves, tuvo mayor relevancia como técnico; el alicantino llegó al club en sus últimos en activo, en concreto en el verano de 1970, cuando tras triunfar en Elche, Córdoba y Mallorca, los directivos zaragozanos lo incorporaron para que fuera el revulsivo de une quipo que andaba en declive. Su primera temporada, aunque fue titular indiscutible, no fue buena, pues el equipo terminó en 2ª División; en la categoría de plata Costa comenzó en el banquillo, pero pronto Rafa Iriondo se dio cuenta que su clase y su veteranía eran imprescindibles para darle cuajo al equipo, y así el jugador acabó siendo la clave del ascenso junto a Violeta, Villanova y Ocampos. La temporada del regreso a 1ª fue la última de Costa, y aunque la pujanza de jugadores como Molinos, Planas y García Castany le impidió jugar muchos partidos, su sabiduría y buena colocación siguieron prestando buenos servicios al club en momentos puntuales; de esta temporada es la foto de la derecha, en la que aparece junto al oscense Emilio Lacruz. Luis Costa era un jugador de baja estatura, con una técnica depurada y un excelente toque de balón, pudiendo jugar tanto de extremo como de interior de enlace.

Como entrenador Luis Costa lo ha sido todo en el Zaragoza; me temo que pocos recuerden que su primer servicio como mister los prestó en la temporada 1984-85, cuando ascendió al filial del club, el Deportivo Aragón, a 2ª División por primera y única vez en su historia, con una plantilla en la que aparecían nombres tan relevantes como Ruiz, Abad, Blesa, Juliá, Roca, Roberto Elvira, Pedro Moreno y Latapia, entre otros. Al año siguiente el recien llegado presidente Angel Aznar le entregó las riendas del primer equipo, donde reconstruyó un conjunto desinflado tras la época Beenhaker y con los fichajes de Pineda, Fraile, Pardeza y Ruben Sosa y la revitalización de hombres como Señor, Güerri, Casuco, ... realizó una temporada sensacional, claificándose cuarto en la Liga y venciendo en la Final de la Copa del Rey al Barça de Venables, Schuster, Archibald, Alexanco, Carrasco, ... veinte años después de la última Copa de los "Magníficos". Años después Luis Costa se convirtió en un auténtico "apagafuegos", siendo el hombre de confianza al que se recurre cuando las cosas van mal y hay que salvar al equipo del descenso, algo que logró en dos ocasiones. hay que mencionar de manera especial la hazaña lograda por el alicantino en la temporada 1996-97, cuando cogió al equipo terminada la primera vuelta y ocupando el farolillo rojo con 15 miserables puntos y lo salvó del descenso en una segunda vuelta espectacular en la que obtuvo 35.

Luis Costa y Manolo Nieves han sido dos auténticas instituciones en el Zaragoza; ambos presentan un currículum importante, y sobre todo, una hoja de servicios admirable e inmaculada. Se trata de dos excelentes personas, discretas, educadas y trabajadoras, por eso uno lamenta que no se les agradezcan adecuadamente los servicios prestados.


29 de mayo de 2012

Complicidades


Cada cual tenemos nuestra familia, con una extensión mayor o menor: con unos tenemos más confianza que con otros, por mucho que procuremos mantener una buena relación con todos; también tenemos nuestros amigos, unos en toda la extensión de la palabra y otros a los que vendría mejor la etiqueta de conocidos, compañeros de trabajo u otras parecidas. Pero también existen aquéllos con los que nos cruzamos al ir al trabajo, otros que viven cerca, aquellos que nos venden el periódico, la crema de afeitar o las pastillas contra el colesterol, quien nos sirve el café matinal o la caña festiva, ... personas de las que incluso podemos llegar a desconocer el nombre y con las que acabamos manteniendo una relación de complicidad, de quienes somos capaces de intuir qué día andan felices y cuál se han levantado con el pié izquierdo, de la misma manera que ellos pueden también conocer nuestro estado de ánimo, nuestras manías y hasta determinadas formas nuestras de reaccionar. ¿Quién no tiene sus complicidades?, ¿Quién no echa de menos a esa persona con la que se cruza diariamente y de pronto la deja de ver una semana?, ¿quién no nota una especie de agujerito interior al descubrir que a fulanito le ha contratado un bar del otro extremo de la ciudad, o que fulanita ya no te animará más a optar por la oferta del día en el Super?, ¿quién no se pregunta porqué esa chica tan guapa ya no coge el autobús de las 8.30 o por qué aquél señor con aspecto venerable lleva un mes sin tomarse el café a la hora de siempre?.

Y es que, gracias a Dios, tenemos corazón, un miembro del cuerpo que acaba siendo algo más que un simple órgano vital; y así somos capaces de tomar cariño a alguien porque notamos que nos mira con simpatía, que tiene hacia nosotros una forma de servir mercancías, servicios o consumiciones que va más allá del mero compromiso, o sencillamente nos gustan su estilo, su sonrisa o su forma de mirar. De esta manera, vivir en sociedad se convierte en algo más atractivo que esa deshumanizada forma de coincidir personajes en que lo han convertido algunos, porque es bueno que aprendamos a mirar al resto de ciudadanos, con mayor o menor afinidad hacia nosotros, como personas con cara y ojos, con sus problemas, sus ambiciones, sus desengaños y sus aficiones, ... vamos, como cada uno de nosotros. Yo también tengo mis "complicidades", quien haya seguido con más o menos continuidad este blog seguramente habrá descubierto más de una, gente que muchas veces no se ni donde viven, ni cuál es su estado civil ni sus opiniones personales, pero con relación a las cuales soy capaz de poner por encima un afecto que debe de salir del alma, ... o vete a saber tu el origen.


28 de mayo de 2012

El escaparate de La Confianza


"La Confianza" es una de esas tiendas de las que quedan pocas; a cualquier habitante de Huesca y a unos cuantos de otros lugares de Aragón e incluso de España y parte del extranjero, no hay que explicarles qué es "La Confianza", un establecimiento que además fue protagonista del telediario nacional no hace muchos meses, por haber sido elegido como lugar digno de mención. Se trata de lo que antes llamábamos una tienda de "ultramarinos" -en Cataluña, "colmado"- que conservando todo el encanto de lo añejo ha sabido adaptarse a los tiempos modernos y seguir siendo en la actualidad una tienda que ofrece todo lo que uno puede necesitar, una auténtica referencia en la ciudad. Entrar en el interior de "La Confianza" es como viajar al pasado y enfrentarse con las galletas surtidas, las tabletas de chocolate expuestas como reclamo, los recipientes de cristal llenos de caramelos de diferentes tipos, las cajas de cartón con pastas, especias y canelones, botes de "Cola-cao", "Eko", "Nescafé" y hasta marcas que uno ya había olvidado, gaseosas en sobres, paquetes de azúcar, sal y pimienta, ... y, por encima de todo ese olor a alimentación sana, a especias y legumbres, completamente lejano a ese tufillo ingrato de algunos mercados a verduras o pescados pasados, o a humanidad que se adocena y ese encanto del viejo teatro, de las casas de muñecas, de lo que nunca muere ... porque alguien lo conserva bien vivo. Y, por supuesto, el trato, que responde al milímetro al nombre de la casa, con unas personas "de toda la vida", por las que no ha pasado el tiempo porque mantienen la amabilidad y la elegancia en el trato sin la menor merma, incluyendo las últimas en llegar, bonita combinación de bondad, discreción y belleza venida del otro lado del Atlántico.

El sábado pasado, acompañando a unos amigos venidos de Tarragona, nos detuvimos ante el escaparate de "La Confianza", donde lucía un surtido enorme de legumbres de todo tipo, especialmente de alubias, con todas las variedades que el hombre pueda conocer: blancas, pintas, rojas, boliches, caparrones, alubias de Tolosa, ... como una notoria demostración que por mucho que la inteligencia -en ocasiones, la tontería- humana sea capaz de elaborar en materia gastronómica, con espumas de mejillón, carpaccios de jamón de jabugo -con lo bueno que está cortado directamente de la "patica"- o sorbetes de esencia de solomillo y otras "exquisiteces", no hay nada como la comida de siempre. Ante el escaparate de "La Confianza" -así, con mayúsculas- uno se queda hipnotizado por la belleza estética, la sugerencia gastronómica y la imagen de ... de eso, de confianza. ¡Por muchos años!.



26 de mayo de 2012

Homenaje a Robin Gibb



El pasado domingo, 13 de mayo, falleció en Londrés a la edad de 62 años Robin Gibb, uno de los miembros del grupo Bee Gees tras luchar durante bastante tiempo contra el cáncer. Los Bee Gees fueron uno de esos grupos que dominaron el panorama musical de los años 60 y 70, un tiempo donde auténticos mitos de la música como Beattles, Rolling Stones, The Shadows, The Who y otros consiguieron hacer historia. El grupo los formaban los hermanos Barry, auténtico líder del mismo, Robin y Maurice Gibb y tiene su origen en la legendaria Isla de Man, una dependencia de la Corona británica con gobierno autónomo ubicada en el mar de Irlanda, entre Irlanda y Gran Bretaña, aunque buena parte de su carrera se centró en Australia. Aunque he hablado de los años 60 y 70, la cvida de Bee Gees se extendió hasta 2003, fecha en que falleció Maurice.

La trayectoria de Bee Gees es larga, brillante y de calidad, mucho más extensa que el triunfo concreto de un álbum, aunque resulta innegable que muy posiblemente si el grupo se mantuvo tanto tiempo en la cresta de la ola se debió a su trabajo "Saturday Night Fever", banda sonora del film del mismo título, un éxito universal que sirvió de relanzamiento de un grupo que ya llevaba mucho tiempo en los escenarios. Son muchas las canciones que hicieron inmortales a los Bee Gees, y para el caso he seleccionado un par de ellas, "Night Fever", toda una leyenda y "Run to me", un tema por el que siempre he tenido debilidad.









25 de mayo de 2012

Una cuestión de respeto



Hoy se disputa la Final de la Copa del Rey, un encuentro que enfrenta al F.C. Barcelona y al Athletic de Bilbao, probablemente los dos equipos que han practicado a lo largo de la recién terminada Liga un fútbol más vistoso, con permiso del equipo merengue, que al final se ha llevado el gato al agua y ha logrado el título de Liga. Por desgracia, un año más el enfrentamiento entre estos dos históricos equipos españoles -si no lo fueran no serían históricos- viene marcado por la polémica, pues tanto desde el norte como desde el este se ha alentado a pitar tanto la presencia de los Reyes de España como el himno nacional español. Se ha politizado así un acontecimiento que no debería tener un carácter de este tipo y, aunque una vez que el árbitro de la orden de que comience el choque, el fútbol volverá a ser protagonista, se habrá producido un espectáculo que resulta doloroso para bastantes de los aficionados a este deporte. Y que conste que me parecen ventajistas y errados los comentarios de la Presidenta de Madrid, entre otras cosas porque me parece peligroso echar leña al fuego y por mucho que vea de una hipocresía llamativa el que se enojen quienes justifican la pitada basándose en la libertad de expresión.

Cuando esta noche dos aficiones -o parte de ellas- se dediquen a abuchear a sus majestades y al himno de la nación, no cabe duda que como afirman Piqué, Rosell y unos cuantos individuos más estarán ejerciendo su libertad, pero que nadie dude que al mismo tiempo estarán faltando al respeto ya no a unos símbolos, sino a muchísimas personas. Detrás de estas actitudes, que han sido alimentadas por unos cuantos fanáticos y algún que otro pseudo-intelectual con afán de protagonismo y consentidas por alguno más, no hay más que una visión tan limitada como cateta de la vida que se ha fomentado sin restricciones durante años. Hay ocasiones que la falta de respeto es a la recíproca, porque también existen quienes atacan las lenguas vernáculas, las formas de ser de cada sitio, las legítimas posturas de cada cual, haciéndolo con idéntico ejercicio de la libertad de expresión y con la misma inelegancia, ausencia de educación y mentalidad sectaria.

El espectáculo que si Dios no lo remedia se presenciará en torno a las 22.00 horas en el estadio Vicente Calderón de Madrid, es algo que sería impensable en Francia, Alemania, Inglaterra o los Estados Unidos, pero en España somos así, y el nacionalismo -y nacionalistas los hay de todos los colores- es capaz de estrechar las mentes de manera muy llamativa y de hacer disfrutar al personal más con el insulto y el desprecio que con el arte que, en definitiva, son capaces de desarrollar sobre el cesped auténticos genios como Messi, Fernando Llorente, Iniesta, Muniáin, Xavi o Ander Herrera. No hagamos una tragedia, pues ojalá todos los problemas que tenemos vinieran por ahí. Por mi parte, como decían los niños de antaño: "no les ajunto"; con su pan se lo coman.



24 de mayo de 2012

Cuando me siento Dustin



El pasado lunes fui al dentista, visita que por mucho que a nadie le haga demasiada gracia hacer uno tiene necesariamente que repetir con cierta frecuencia; no tengo ninguna queja de mi odontólogo, un hombre amable y que hace bien su trabajo, además es ocurrente y suele amenizar sus intervenciones con una conversación simpática que suaviza las angustias del momento, por mucho que al ser un gran gastrónomo tiende a extenderse en el relato de los platos que cocina y come, algo que cuando uno anda con la boca abierta y medio tumbado en un sillón abatible le puede producir una ansiedad frustrante. En cualquier caso, y por mucho que médico y enfermera se esmeran en hacerlo todo muy llevadero, cuando me encuentro sentado el el sillón de la tortura, con el dentista entregado a la faena sobre mi boca, con la que se encona a base de pinchazos, instrumentos punzantes y todo tipo de enjuagues, no puedo dejar de pensar en que si él quisiera podría hacerme todo tipo de destrozos, hasta acabar con mi vida, pues la pura realidad es que me hallo en situación de absoluta indefensión frente a un hombre armado, que incluso tiene la complicidad de una enfermera que le echa una mano.

Y siempre viene a mi mente "Marathon man", el film que dirigiera en 1976 John Schlesinger y que nos narra las desgracias de Thomas Babe Levy , un joven y pacífico judío que se entrena cual psicópata para correr maratones, que sin comerlo ni beberlo se ve metido en una terrible trama de diamantes escondidos y criminales de guerra nazis. Resulta casi tan cómico como dramático comprobar cómo el pobre Dustin Hoffman, que encarna magníficamente a Thomas, se pasa la película huyendo horrorizado sin saber ni quienes ni porqué le persiguen. El "malo-malísimo" de la película es el dentista nazi Christian Szell, una auténtica bestia que busca con codicia y sin escrúpulo alguno unos valiosos diamantes; el papel de Szell lo interpreta el mismísimo Lawrence Olivier, que se transforma con maestría en un odioso criminal de guerra. Una de las escenas más impactantes del film -hay unas cuantas- es cuando Szell trata de que Babe le diga donde están los diamantes -algo imposible, pues el pobre no tiene ni idea- sentándole en el sillón y torturándole con sus instrumentos de dentista: a los espectadores les corre, inevitablemente, un genuino escalofrío por el cuerpo. Desde entonces, cuando tengo que visitar al dentista -hasta ahora ninguno de los que me ha tocado era ni criminal, ni nazi ni buscaba joyas desesperadamente- no puedo evitar recordar la escena, y al salir de su clínica tiendo a respirar aliviado por no haberlo pasado tan mal como Dustin Hoffman.


23 de mayo de 2012

Mirar a un perro

Cumplimentaba el pasado domingo el camino que va de mi casa a la iglesia de Santiago de Huesca para asistir a la Misa de 8.30; al llegar a la esquina de la Avenida Ramón y Cajal con la Calle de las Ciencias observé como una joven, de manifiestos rasgos indios, torcía dicha esquina y, llevando atado a la correa un pequeño chucho de color negro, enfilaba la segunda de las vías citadas hacia su casa ubicada en la Avenida de la Paz, junto a la Farmacia "Altemir". Se trataba de persona conocida para mí, pues solemos coincidir en la Misa citada y siempre me ha llamado la atención la sencilla y serena piedad de la moza, y ese andar por la vida con cara sonriente y aspecto de funcionar con la conciencia tranquila. El otro día hablaba de la empatía, y no cabe duda que por mi parte se ha producido tal sensación, pese a que nunca he hablado con ella, ignoro cómo se llama y donde trabaja y ni siquiera podría asegurar su país de origen, aunque si tuviera que apostar aseguraría que es ecuatoriana. Efectivamente, cuando ya comenzaba la ceremonia eucarística observé que llegaba apresurada, imagino que tras haber dejado el can a buen recaudo, y una vez más sentí ese gozo interior que te producen las almas sencillas cuando las ves actuar con naturalidad y fervor.

Pero no quiero hablar hoy de la piedad de esta persona, sino de un episodio bien concreto que presencié cuando ella llegaba al portal de su casa e introducía la llave en la cerradura; fue uno de esos momentos que uno agradece poder "capturar" al tiempo de producirse, porque ofrecen, en su simpleza, una oportunidad de disfrutar de algo bonito, y porque una vez ocurridos, como decía Muriel Barbery en "La elegancia del erizo" tal como suceden, mueren y si no logras "capturarlos" ya no hay segunda oportunidad. Cuando la chica cogía las llaves, dirigió su mirada hacia el perro, que fiel y sumiso a su dueña, esperaba el momento de abrirse la puerta, una mirada que vino acompañada de un gesto que incluía una ligera sonrisa, que yo no se si calificar de complicidad, cariño o comprensión, .. vete a saber, pero que a mí me pareció entrañable, porque lo interpreté -evidentemente puede haber subjetividad, pero pondría la mano en el fuego- como una manifestación de conexión perfecta, una mirada que llevaba implícito amor, generosidad, ternura hacia un ser, por supuesto que irracional, pero que tiene, sin duda, sentimientos. En ese momento, junto a una sensación agradable, sentí un cierto ramalazo de envidia, pues deseé ser el destinatario de ese gesto, de esa mirada.

Nunca he sido una persona con facilidad de relación con los perros, me falta absoluta soltura para tratarlos y me parece que ellos se dan cuenta; tampoco quiero ir más allá en mis consideraciones, y soy de los que piensan que nunca un perro podrá ocupar el lugar de una persona, pero sin duda, y muchos pueden confirmarlo, estos animales tienen capacidad de establecer una relación próxima a la "humana". Y en esa mirada cómplice, en ese gesto casi maternal, lo que quedó reflejado fue, posiblemente, bastante más que una relación de amo a perro, la misma confirmación de que en este mundo complejo y en crisis siguen cabiendo la bondad y la ternura.



22 de mayo de 2012

¿Es importante la empatía?



Intuyo que por empatía no todos entendemos exactamente lo mismo; de hecho si efectúas un recorrido por distintas fuentes compruebas cómo eres capaz de encontrar definiciones bien variadas, sin que todas ellas sean necesariamente equivalentes. Me ha gustado una que hallé en la red: "Es la capacidad que tiene el ser humano para conectarse a otra persona y responder adecuadamente a las necesidades del otro, a compartir sus sentimientos e ideas de tal manera que logra que el otro se sienta muy bien con el", y si me agrada es porque pienso que la misma contiene dos elementos que convierten al concepto en atractivo, pues por un lado presupone cierta libertad de elección: siempre me ha gustado esa frase de que uno elige a sus amigos, mientras que por otro tras la frase parece asomar la idea de intuición, como si buena parte del sentimiento de empatía tuviera que ver con ese sexto sentido que a veces encontramos en nuestro interior y nos ayuda a descubrir esas personas con quienes nos gusta coincidir en los distintos caminos que emprendemos en la vida, un sexto sentido que en ocasiones puede venir revestido de amor, en otras de amistad, el algunas de colaboración profesional, etc.

No obstante, lo más atractivo de la empatía es la ausencia de razones: muchas veces no somos capaces de explicar porqué nos atrae una persona; evidentemente la bondad, la belleza, la inteligencia, el don de gentes, la generosidad, ... son atributos que facilitan esa conexión personal, pero frecuentemente uno no encuentra la razón última del hecho de buscar la amistad con esta persona y no con otra, que tal vez tenga iguales o mejores virtudes. Y aquí me vienen a la cabeza dos conceptos que juegan su papel en estos misterios de las relaciones humanas; uno es el de interés: creo que ya hablé no hace mucho de las amistades interesadas, y es que existen muchas formas de empequeñecer el concepto de amistad, incluso algunas revestidas de la buena voluntad de echar una mano, porque la amistad tiene que ser algo que surja espontáneamnete, no una relación que se busca como si fuera un deseo o un contrato. El otro concepto es el de egoísmo, porque a veces resulta difícil conciliar ese interés con algo tan humano y disculpable como la necesidad de cariño: ¿dónde está el límite entre la urgencia de satisfacer tal necesidad y el puro egoísmo de utilizar la amistad como simple vía de autocomplacencia?. Pienso que nos podríamos dar unas cuantas respuestas a este interrogante, aunque en este momento lo único que se me ocurre es que la única preocupación que se ha de tener al buscar ese cariño es tener en cuenta nuestra disposición a la reciprocidad, a dar lo mismo a cambio, pues me temo que a veces hay quien tiende a caer en exceso en el error de la sobredosis de reflexiones.

El título de mi entrada contiene una pregunta, y he de admitir que no sabría responder afirmativa o negativamente con rotundidad, pero a mí es una noción que me atrae y mucho, entre otras cosas porque bendice el ir por el mundo con la sociabilidad y la visión humana de la vida por bandera; en alguna parte he visto definir a la empatía como la capacidad de "ponerse en lugar del otro", y si ésto es válido, no me cabe duda de que es algo que necesitamos y mucho en la sociedad en la que vivimos. Y una última reflexión: no creo deba confundirse la empatía con la coincidencia en ideas, credos, militancias o banderas, es más, bendita empatía que nos permite encontrar conexiones con quienes andan en otras posiciones.


20 de mayo de 2012

El día que La Romareda elevó al meta Lombardía a la categoría de mito

Imagino que el nombre de Lombardía no resultará especialmente conocido para los aficionados al fútbol de hoy día; el tremendo poder mediático de los Messi, Ronaldo, Drogba, Iniesta, ... no deja de producir cierto exclusivismo, y si se pregunta por "viejas glorias" los que suenan son Di Estéfano, Kubala, Pirri, Juanito, Rexach y nombres similares. Pero Alfonso Álvarez Lombardía fue un portero que en los inicios de los años 70 entró con nombre propio en la historia de su equipo, el Real Oviedo, pues ascendió con él a 1ª división en mayo de 1972, obtuvo esa misma temporada el premio "Zamora" al portero menos goleado de la categoría y mantuvo la titularidad a lo largo de la siguiente campaña en la que los carbayones consiguieron permanecer en la máxima categoría. Pero, de refilón, casi sin buscarlo, Lombardía también forma parte de la pequeña historia del Real Zaragoza, pues gracias a una prodigiosa actuación suya en el viejo estadio de "Altabix", en Elche, el Real Zaragoza pudo acompañar a los asturianos en el camino de regreso a primera. Pienso que los que presenciamos en La Romareda la última jornada de la Liga en la que el Real Zaragoza se enfrentaba al Cádiz, guardamos para siempre en el recuerdo el nombre de Lombardía, pues gracias fundamentalmente a él el equipo aragonés consiguió un ascenso que al comenzar la tarde de ese lejanísimo 31 de mayo de 1972 parecía prácticamente imposible.

El Zaragoza había caído al pozo de segunda en mayo de 1971 coincidiendo con el fin de la brillantísima época de los "Magníficos", pese a tener en el equipo jugadores contrastados como Villa, Santos, Violeta, Rico, González, Planas, Ocampos o Luis Costa, sólo fue capaz de vencer en tres encuentros y descendió junto al Elche a la división de plata. Algunos ilusos pensábamos que el año en 2ª iba a ser un paseo, pero nada más lejos de la realidad y aunque en La Romareda el equipo fue prácticamente imbatible -sólo cedió sendos empates ante San Andrés y Castellón y una derrota precisamente frente al Oviedo- venciendo en 16 partidos y marcando 49 goles, fuera de casa se mostró habitualmente falto de garra y agarrotado y llegó a perder hasta hasta seis encuentros por 1-0, además de un par de derrotas aún más amplias. Los gallitos, además de Oviedo y Zaragoza, fueron el Elche, un reforzado Castellón y las dos sorpresas de la temporada, C.D. Logroñés y Cultural Leonesa; los riojanos y castellanos no aguantaron el tirón de la segunda vuelta y todo quedó en un enfrentamiento entre asturianos, aragoneses y los dos citados equipos levantinos. En la penúltima jornada el Zaragoza jugaba en Oviedo, donde solamente pudo empatar y en el último minuto, empate que concedía el ascenso matemático a los del Principado, mientras que las victorias a domicilio de Elche y Castellón les llevaban a superar al Zaragoza en la tabla y a depender de sí mismos. En la última jornada, que venía suspendida desde la primera vuelta, los maños recibían a un folojo Cádiz, el Castellón a un Mallorca que no se jugaba nada y el Elche al Oviedo, que ya tenía todo hecho y se presumía no se iba a esforzar demasiado. Recuerdo que el ambiente en Zaragoza era de pesimismo total, y aunque el partido lo encarrilaron enseguida los blanquillos (acabarían venciendo por 4-0), la gente sólo estaba pendiente de lo que ocurría en Castalia y Altabix; los castellonenses hicieron los deberes y, aunque les costó, terminaron venciendo por 2-0, mientras las noticias que venían de más al sur hablaban de un encuentro sin goles y una presión asfixiante del Elche de Canós, Llompart, Montero, Sitjá, Melenchón y cía. Terminado el encuentro de Zaragoza los espectadores permanecimos en nuestros asientos, mientras el corresponsal de Radio Nacional, situado en una de las arcaicas cabinas de la tribuna, iba insistiendo con los dedos en el 0-0 de Elche; por fin todos vimos como José Luis Violeta, el león de Torrero, se dirigía dando saltos de alegría al centro del campo: el Elche no había conseguido marcarle ningún gol a Lombardía y eso suponía que, contra todo pronóstico, el Zaragoza regresaba a su lugar natural. Los cronistas contaron posteriormente cómo el meta ovetense había sido un auténtico coloso, y con la colaboración de un equipo solvente y aguerrido como había sido durante todo el año el Oviedo -sólo encajó 19 goles- fue capaz de evitar que las múltiples acometidas ilicitanas acabaran en gol. Se dijo entonces, y nadie lo desmintió, que el Zaragoza había enviado un jugoso maletín a la concentración asturiana que sirvió de incentivo para que los jugadores del Oviedo no se durmieran en los laureles.

El Oviedo llevaba casi una década en Segunda División, donde era un equipo puntero, aunque nunca había llegado, desde su último descenso en 1965 a tener reales posibilidades de ascenso, llegando incluso a correr riesgo de bajar a tercera cuando los dos grupos de la segunda se redujeron a uno; ese año habían puesto al frente del equipo al gallego Eduardo Toba, que hacía pocos años había diso seleccionador nacional y había entrenado a equipos como Deportivo de La Coruña, Real Murcia, Hércules, Tenerife y Córdoba. El equipo destacaba por su fortaleza defensiva, con una defensa formada por el central Tensi, capitán del equipo y toda una institución los laterales Carrete, que fue una de las revelaciones ese año y acabó siendo internacional y fichando por el Valencia y Juan Manuel, sobrio y eficaz y el libero Vicente, que destacaría como entrenador años después. Sus otras grandes figuras eran el ariete Galán, que también vistió la casaca internacional y fue ese año "Pichichi" de segunda con 22 goles y el extremo zurdo Uría, que Ladislao Kubala reconvirtió en lateral para la selección y sería vendido al real Madrid, jugando posteriormente con el gran Sporting de Mesa, Maceda, Joaquín, Morán, Quini y Ferrero, sin olvidar al extremo Javier y al fino interior Iriarte, un navarro que era el pilar de medio campo.

Al año siguiente Lombardía, a quien García Remón, cedido por el Real Madrid, había cortado hasta entonces su progresión, regresó a La Romareda con el Oviedo en el quinto partido de Liga; puedo dar fe que le ovación que recibió del público zaragocista fue de las que hacen época, aunque entonces las cosas habían cambiado y mientras al Oviedo le costaba adaptarse a la categoría, el Zaragoza había iniciado la temporada en racha y venció ese encuentro por 3-0, tal vez por eso de que el fútbol no tiene excesiva memoria. No obstante, el Oviedo acabaría cerrando una temporada digna, en la que con los jugadores del ascenso más los refuerzos del paraguayo del Atlético de Madrid Jacquet y del ariete de la Leonesa Marianín, el "Jabalí del Bierzo", que fue "Pichichi" con 20 goles, consiguió permanecer en primera sin grandes agobios. El brillo de Lombardía fue apagándose, y terminó siendo suplido por el prometedor César y el brillante yugoslavo Dujkovic, pero siempre tendrá un hueco en la historia de los días agradables del Real Zaragoza.


19 de mayo de 2012

Adios a la reina de la música disco



El pasado jueves falleció en Florida a la edad de 63 años la cantante norteamericana Donna Summer, una de esas voces de color que uno no puede cansarse de escuchar. Donna Summer había nacido en Boston y como tantas figuras de color de la música de su país estuvo muy influenciada por la música "gospel", muy especialmente de ese fenómeno de la naturaleza que fue Mahalia Jackson, la típica cantante en torno a la que uno puede pasarse una tarde picotendo en el youtube sin cansarse. Hasta triunfar la cantante realizó un auténtico peregrinaje musical, viajando a New York y Broadway, hasta cruzar el charco y afincarse en Alemania, donde participó en varios musicales: "Godspell" y "Show Boat". A principios de la década de 1970, mientras trabajaba en Alemania como corista de la banda estadounidense Three Dog Night, Donna Summer conoció a los productores Giorgio Moroder y Pete Bellotte, un hecho que según los entendidos acabó siendo fundamental para que llegara a ser algo en el mundo de la música; así fue contratada por la compañía europea Groovy Records, con quien editó en 1974 su primer álbum, "Lady Of The Night", un trabajo que tuvo muy poca repercusión en su país, pero tuvo un éxito considerable en algunos países europeos, principalmente por el sencillo "The Hostage" que alcanzó el número uno en Bélgica y el dos en Holanda; el disco contenía canciones de estilos pop rock y folk rock. El despegue de Summer como estrella se debió a una canción osada y polémica, "Love To Love You Baby"; Moroder y Bellotte tenían reservada esta melodía para otra intérprete, pero fue Donna quien propuso el título y la letra y les convenció para que grabasen con ella una maqueta. Finalmente, su versión se consideró tan buena que fue la publicada; en ella Summer incluyó atrevidos jadeos y gemidos peculiares y se cuenta que para grabarlos pidió un ambiente íntimo: apagar las luces del estudio, algo que llevó a múltiples especulaciones sobre el realismo de lo realizado por la intérprete.

A pesar de ser etiquetada, a la vista del contenido de sus canciones y del ritmo de las mismas, como una cantante seductora y provocativa, algo que no reflejaba la realidad, pues era una mujer más bien discreta. Sus canciones reinaban en las pistas de baile y se asociaban al desenfreno nocturno de los clubs y discotecas, aunque ella siempre moderaba su vida social y rara vez trasnochaba. Era la época dorada de la música disco y Donna desplazó a Gloria Gaynor quien, hasta ese entonces, ostentaba el título de "la reina de las discotecas". Posteriormente se pasó a la música pop y tuvo una carrera brillante, a pesar de una serie de fracasos sonados y determinadas polémicas derivadas de su peculiar carácter. Donna Summer ganó cinco premios Grammy y once de sus álbumes lograron la certificación de Oro por ventas en Estados Unidos. A lo largo de su carrera vendió más de 100 millones de copias en todo el mundo,[2] lo que la convierte en uno de los músicos con mayores ventas de todos los tiempos. Summer no era, además, una cantante que se recluyera en el estudio, sino que exhibía su potente voz en unos directos ricos; sus canciones arrancaban como baladas, con un suave acompañamiento orquestal a su voz, para estallar con ampulosos arreglos con sintetizadores, toda una explosión disco. Una de las canciones más representativas de esa técnica es su dueto con Barbra Streisand, "No more tears" (Enough is enough).

El gran éxito de Donna Summer fue sin duda "Last dance", una canción incorporada como tema principal al film musical "Thank God it's Friday" (Gracias a Dios, es viernes), con el que consiguió nada menos que el Oscar a la mejor canción en 1978. En los últimos años la cantante una sombra de lo que había sido: le costaba caminar, debía llegar acompañada al escenario, y tenía que tomar grandes descansos para poder cambiarse de traje, algo que sus herederas en el mundo del pop suelen hacer en cuestión de segundos. No obstante, cualquier duda del público que asistía a sus conciertos quedaba disipada cuando abrió la boca y entonaba la primera nota. La carrera de Summer podría haber pasado por muchos altibajos, pero imponente y prodigiosa voz siguió intacta hasta el final. Descanse en paz.









18 de mayo de 2012

El eco de Gamaliel

Una de las figuras que más me ha llamado siempre la atención al leer los Hechos de los Apóstoles es la de Gamaliel, un miembro del Sanedrín a quien San Lucas, al parecer autor de este libro del Nuevo Testamento, lo representa aconsejando a sus compañeros que no se precipiten en sentenciar a muerte a San Pedro y los Apóstoles quienes, a pesar de la prohibición de las autoridades judías, habían continuado predicando a la gente:

"Entonces levantándose en el concilio un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la ley, venerado de todo el pueblo, mandó que sacasen fuera por un momento a los apóstoles,
5:35 y luego dijo: Varones israelitas, mirad por vosotros lo que vais a hacer respecto a estos hombres.
5:36 Porque antes de estos días se levantó Teudas, diciendo que era alguien. A éste se unió un número como de cuatrocientos hombres; pero él fue muerto, y todos los que le obedecían fueron dispersados y reducidos a nada.
5:37 Después de éste, se levantó Judas el galileo, en los días del censo, y llevó en pos de sí a mucho pueblo. Pereció también él, y todos los que le obedecían fueron dispersados.
5:38 Y ahora os digo: Apartaos de estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerá;
5:39 mas si es de Dios, no la podréis destruir; no seáis tal vez hallados luchando contra Dios. "

No cabe duda de que por la boca de este fariseo, reconocido doctor de la ley y prominente miembro del Sanedrín, habló la sabiduría y el sentido común; frente a la ira y la irracionalidad de quienes querían acabar con los cristianos que comenzaban su actividad tras la muerte, resurrección y posterior ascensión de Jesucristo por puro odio y visceralidad, Gamaliel trata de profundizar en algo mucho más trascendente, en el fondo plantea a los sumos sacerdotes que lo importante es descubrir quién posee la verdad y tienen el peligro -lo corrían- de estar alineándose contra ella. En los tiempos que corren, donde desde algunos foros y estamentos, a veces con la temeridad que da la ignorancia y no pocas desde la mala fe, se ha impuesto una especie de anticlericalismo ciego y visceral, cuando se ha generalizado la frivolidad y la inquina al juzgar y opinar sobre la Iglesia, el Papa, los obispos y el lucero del alba, recobran actualidad las palabras de ese hombre honesto y cabal, que supo en su momento, manteniendo una postura que chocaba con la del resto de sus correligionarios, ver más allá de prejuicios y manipulaciones y comprender que detrás de esos pocos hombres que predicaban un mensaje nuevo había algo más que simples consignas y posturas humanas. Ya lo dijo Jesús ante Pilato: "mi reino no es de este mundo"; al cabo de veintiún siglos aún seguimos actuando sin tenerlo en cuenta, y todavía siguen apareciendo quienes prefieren poner de manifiesto posturas recalcitrantes y ciegas. Tengo mucho respeto por quienes mantienen creencias distintas a la mía, quienes tienen dudas y quienes postulan su agnosticismo, también quienes no las tienen, pero hay algunos que se embarcan en absurdas cruzadas y, como advertía Gamaliel, no se dan cuenta que si Dios existe su enfrentamiento es tan inútil como nocivo.

17 de mayo de 2012

La trampa de un ciclista

Michel Pollentier fue un ciclista belga nacido en 1951 y que mantuvo una buena trayectoria como profesional entre 1973 y 1984; estamos por lo tanto ante un corredor que comenzó a rodar cuando el gran Eddy Mercks apuraba sus últimos años, y que ocupó un lugar importante en el ranking ciclista del momento junto a figuras como Bernard Hinault, Francesco Moser, Freddy Maertens, Lucien Van Impe, Hennie Kuiper o el español Paco Galdos. En el palmarés de Pollentier figura nada menos que un Giro de Italia, el de 1977 cuando se impuso a dos italianos del nivel de Francesco Moser y Gianbaptista Baronchelli, además de tres etapas del Tour de Francia, dos de la Vuelta a España, así como dos podiums, la Dauphine-Liberé, la Vuelta a Bélgica, la Vuelta a Suiza, el Tour de Flandes, un par de Escaladas a Montjuich y otros dos Campeonatos de Bélgica de Fondo en carretera. No obstante, la carrera de Pollentier quedó marcada para siempre por lo ocurrido en el Tour de Francia de 1978, prueba en la que se vistió inicialmente de amarillo tras la etapa 16ª, que terminó nada menos que en el legendario Alp d'Huez, en la que se impuso por delante de Kuiper e Hinault y en la que quedó descalificado por dar positivo en la prueba anti-doping y hubo de ser expulsado de la ronda.

La etapa, como siempre que se escalaba la mítica cima de los Alpes, había sido espectacular y el ciclista belga realizó una subida fantástica, con un poderío ante el que nada pudo hacer el gran fenómeno ciclista del momento, el "caimán" Hinault; pero, como ha pasado en otras ocasiones, la línea divisoria entre la gloria y el descrédito fue muy pequeña, y cuando los ciclistas a los que les correspondía pasar el control antidoping -Pollentier tenía que hacerlo impepinablemente al vencer la etapa y ponerse de líder- esperaban su turno alguien sorprendió al belga ocultando una falsa vejiga bajo su escroto, la cual contenía orina limpia y la había conectado a un tubo que avanzaba por debajo de su pene, todo un aparato sorprendente con el que pretendía engañar a los médicos y consumar uno de los mayores engaños que se recuerdan en la historia del Tour de Francia y la del ciclismo en general. El escándalo, lógicamente, fue mayúsculo y el corredor, que militaba en el Flandria, uno de los equipos belgas de mayor renombre e historia en el que ese año compartía esfuerzos con tres mitos del ciclismo como su compatriota Freddy Maertens, el irlandés Sean Kelly y el malogrado portugués Joaquim Agostinho, fue inmediatamente expulsado de la prueba. El primer beneficiado de la defenestración de Pollentier fue el veterano holandés Joop Zoetemelk, el famoso "chuparruedas", aunque el Tour se lo llevaría finalmente Hinault, siendo segundo el mentado Zoetemelk y completando el podium Agostinho.

La carrera de Pollentier ya no fue igual a partir de esta "plancha" y desde entonces no volvió a gozar de oportunidad alguna para destacar en el Tour de Francia. La historia del doping en el ciclismo, como en muchos otros deportes, es larga y sustanciosa, aunque pocas veces puede hablarse de un intento de engaño del calibre y las características de las utilizadas por este corredor cuya credibilidad sufrió un descrédito definitivo. En el Tour ha seguido habiendo escándalos de doping, desde el protagonizado por el equipo Festina, hasta los de los ciclistas Floyd Landis y Michael Rasmussen que les costaron el triunfo final, o el enorme guirigay en el que estuvo implicado el lituano Raimondas Rumsas en el Tour de 2002, sin olvidar el más reciente protagonizado por el español Alberto Contador; eso sí, nadie ha sido tan original como Pollentier ... y si ha habido alguien que lo haya sido, no le han pillado.

16 de mayo de 2012

"Seréis como dioses"

"Sabe Dios que el día que comáis de el, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal."

Cada día comprendo más a Adan y Eva, porque compruebo que lo que a ellos les ocurrió nos pasa a los hombres, sus descendientes, cada día del año. Da la impresión de que las personas caminamos por la vida con ese aire de ser el ombligo del mundo, ignorantes y ausentes de lo que es la cruda realidad: no somos más que una pieza insignificante de la creación, personajes absolutamente prescindibles, ridículos protagonistas de una ínfima parte de un lugar del mundo, de un momento reducido de la historia; por el contrario, andamos desafiantes y provocadores por la vida, creyéndonos realmente eso que les dijo la serpiente a nuestros primeros padres, que sabemos perfectamente distinguir lo bueno de lo malo, que andamos imbuidos de la razón más absoluta, que el resto del personal no es más que, por pardillo, torpe o cazurro, alguien incapaz de saber, estar convencido u opinar. Nos ha llegado muy adentro eso de ser como dioses, y nos lo hemos creído, prescindimos de que va a llegar un día en que ésto va a terminar, tendemos a pensar que nuestra opinión trasciende tiempos y creencias y hemos olvidado valores como los que cristianos denominamos humildad, templanza o temor de Dios.

Ese "seréis como dioses" supone conocimiento notable de la naturaleza humana; yo lo he visto reflejado en esa afición que tenemos a juzgar comportamientos, conductas, actuaciones, decisiones, ... observo ese endiosamiento en tertulias periodísticas, en comentarios de foros y redes sociales, en programas televisivos: demasiada rotundidad, poca receptividad a la opinión contraria, una especie de conciencia de tener la razón absoluta, incapacidad para reconocer estar total o parcialmente equivocado, ... El otro día en un foro cuyo nombre no viene al caso y ante un debate sobre los bancos, uno aseguraba encontrarse "alucinado" ante lo que pensaban unos cuantos, ... como si no se creyera que alguien mantuviera una postura distinta a la suya ... ¿no es ésto sentirse como un dios?, ¿no estaba el individuo aposentado en su pedestal divino despreciando a quienes defendían lo que consideraba indefendible?. Del "seréis como dioses" viene, entre otras cosas, el totalitarismo, la confrontación, la incapacidad para el acuerdo.

En occidente sabemos bastante de este "seréis como dioses", porque llevamos años de decadencia moral, de entierro constante de los valores; mientras tanto demasiados poderosos, de la política, de las finanzas, ... se consideraban invencibles, inconscientes no solo de que al final todos acabamos unos metros bajo tierra, sino que una crisis económica nos puede convertir ... nos está convirtiendo en seres tan humanos como falibles y perecederos. ¿Dónde quedan las glorias de antaño?, ¿dónde fueron los logros y las conquistas? ... ¿que le queda a quien ha destruido cualquier valor que trasciende la mera prosperidad material?. Nos hicimos como dioses inconscientes de que era algo que no nos es asequible, incapaces de comprender que ni siquiera lo necesitábamos porque el endiosamiento ya nos lo daba quien podía y nos debería bastar seguir su huella.



15 de mayo de 2012

Un milagro con nombre y apellidos


El domingo por la noche el Real Zaragoza consumó el milagro y en el último suspiro logró la permanencia en 1ª división: la temporada próxima volveremos a jugar con Barça, Madrid, Athletic, Valencia, ... y esperemos que la liga no se convierta, como viene ocurriendo desde hace cinco años, en una noria de ansiedad y sufrimientos. He de reconocer que yo era de los incrédulos; al finalizar la primera vuelta con 12 míseros puntos ni por asomo me planteaba que fuera posible la remontada, y cuando comenzamos la segunda con sendas derrotas en casa frente a Rayo y Betis y unas cuantas debacles a domicilio -Málaga, Real Sociedad- mi única aspiración fue acabar el año con dignidad y esperar los cambios necesarios para partir de cero en la división de plata. Incluso hace menos de un mes, las derrotas en el Sánchez Pizjuan y en el "Iberostar Stadio" de Mallorca me convencieron de que no había nada que hacer. Por eso, he de comenzar mi entrada de hoy admitiendo mi falta de fe como un error y agradeciendo a los amigos de la blogosfera, con especial mención a Veronicia, que no se dejaron llevar por esa visión "ceniza" de la vida que a veces me arrastra. Ha sido el año en el que he visto caer más bajo al Real Zaragoza, pero he de confesar que lo vivido en encuentros como los jugados en La Romareda frente a Atlético de Madrid, Athletic, Levante o Racing o los disputados en El Molinón y el "Coliseum" Alfonso Muñoz de Getafe, han devuelto emociones que no se repetían desde esos tiempos dorados de la Recopa de 1995.

En el tremendo logro del Zaragoza -nadie hasta ahora había remontado 12 puntos respecto a la frontera de la salvación en tan poco tiempo- ha tenido un papel protagonista un hombre nacido en otras tierras y con un corazón de otros colores, el andaluz Manolo Jiménez, un mister originario del pueblo sevillano de Arahal, que en su día fue un solvente lateral zurdo del Sevilla C.F., equipo al que luego entrenaría con éxito. Cuando tras el cese de Javier Aguirre -¡qué decepción el azteca!- Michel dijo que no a Agapito Iglesias -creo que el fútbol "pijo" y de "qualité" del madrileño no nos hubiera dado resultado- muchos miraron con escepticismo a este hombre enjuto que se expresaba con un cerrado acento andaluz que casi ni se entendía. He de confesar que a mí me gustó desde el principio, pues cuando se trata de trabajar en el fondo de la mina futbolística prefiero a los entrenadores sencillos y poco estridentes, aquellos que se conforman con lo que tienen y saben sacar el máximo provecho de sus hombres, por mucho que, como era el caso de casi todos los que formaban la plantilla del Zaragoza, tuvieran una calidad limitadísima y máxime si, como es el caso de Jiménez, es hombre que no se casa con nadie. La gran virtud del sevillano ha sido saber sacar provecho de unos jugadores sin caché, consiguiendo convertir a unos hombres hundidos y sin autoestima en un grupo comprometido que ha luchado hasta la extenuación. A Jiménez no le dolieron prendas cuando tuvo que cantar las cuarenta a su plantilla, cuando decidió sentar en el banquillo a algún "indiscutible" por no poner toda la carne en el asador o al decir las cosas por su nombre, aunque fueran duras. Jiménez ha obrado el milagro y ese sevillano con aspecto y voz pueblerina se ha convertido en el nuevo héroe de Zaragoza.

El equipo que formó Agapito Iglesias a lo largo del verano pecó de lo que viene adoleciendo en los últimos años, ya que era incompleto, descompensado y formado deprisa y corriendo y a última hora; hemos jugado todo el año con unos centrales blanditos y fuera de forma, habiendo recibido más de veinte goles a balón parado y por alto, hemos sido incapaces de hacer más de tres o cuatro ocasiones claras de gol por partido -fuera de casa ni eso- y hemos estado más de media liga sin lateral derecho en condiciones ni un organizador con mínimo de criterio. La gran figura del equipo ha sido el meta Roberto, un auténtico felino que se ha convertido en héroe en la mayoría de sus actuaciones; al parecer Roberto, que pertenece a un fondo de inversión de esos que trapichea el dueño del club, se marcha al Real Madrid, donde ganará bastante dinero, pero me temo que estará a la sombra de Iker Casillas y jugará los amistosos y algún partido copero. Los otros nombres propios que han brillado en esta enorme reacción del equipo han sido el malacitano Apoño, un personaje conflictivo, pero que ha aportado un control de balón, una capacidad de dirección y una visión de la jugada que habían desaparecido tras la marcha de Gabi y Ander Herrera, el canterano Angel Lafita, un jugador que siempre he pensado estaba sobrevalorado, pero que ha marcado goles decisivos y luchado como un jabato y el portugués Helder Postiga, demasiado individualista y tendente a quedar en offside, pero que se ha partido la cara en solitario durante todo el año con los defensas y ha marcado goles de una belleza notable. También cabe destacar el rendimiento de jugadores limitados técnicamente pero que se han vaciado, como es el caso de los argentinos Pablo Álvarez y Zucculini y del húngaro Adam Pinter y hombres que vinieron gratis y han terminado mostrándose como excelentes jugadores de club como Edu Oriol y Abraham Minero.

Pero no cabe olvidar a la afición; la del Zaragoza ha sido siempre muy exigente, acostumbrada a títulos y clasificaciones europeas, siempre se ha comportado como un grupo difícil y tendente a la visión crítica; recuerdo cómo en La Romareda se han cebado con promesas de la cantera como el meta Izcoa o el volante Fernando Molinos, que hace muchos años hubieron de abandonar el club para poder triunfar en 1ª, o cómo hace bastante menos tiempo abuchearon al "Toro" Acuña cuando se disponía a lanzar un penalti que iba a desnivelar un partido frente al Villarreal para mostrar su desacuerdo con Chechu Rojo, entrenador entonces del primer equipo. En unas entrevistas que han ido apareciendo estos últimos días en la contraportada del Heraldo de Aragón, nombres tan importantes en la historia del Real Zaragoza como José Luis Violeta, Juan Antonio Señor o Andoni Cedrún ponían de relieve cómo el zaragocismo ha sabido adaptarse a la nueva situación y asumir que había que sacar adelante a base de apoyo y entrega desinteresada -qué poco fútbol hemos recibido a cambio- un época de tanta zozobra como mediocridad. Este año la mayoría del zaragocismo ha explotado en contra de una gestión que nos ha llevado a la ruina económica y a la miseria deportiva, pero lo ha hecho de una forma que ha logrado servir de espoleta para la reacción de los jugadores, mientras que a la hora de animar al equipo se ha puesto el traje de faena y lo ha llevado en volandas hacia la salvación.

Pero sería un error dejarse llevar por la euforia; la temporada se ha salvado, pero no se puede seguir viviendo en el alambre. Se han hecho muchas cosas mal, desde hace años, y el club del león ha perdido prestigio y solvencia dentro del fútbol español. Hay que empezar de nuevo, y para que de verdad pueda hablarse de una nueva época sería bueno que confluyeran tres cuestiones: la continuidad de un hombre honesto, trabajador y con carisma como Jiménez, la configuración de una plantilla de modo inteligente, es decir llenado los huecos que faltan, repartiendo los jugadores que la formen de manera proporcional entre los distintos puestos del equipo y teniendo en cuenta que todo habrá de hacerse gastando muy poco y, creo honestamente que por encima de todo, sería hora de que Agapito Iglesias vendiera sus acciones y abandonara una nave que sobradamente ha demostrado no saber guiar ni con arte, ni con criterio ni con sentido común. Se nos ha dado una nueva oportunidad, a última hora y casi de rebote, pero si seguimos insistiendo en los errores anteriores, dudo que haya otra.


14 de mayo de 2012

La nostalgia entre los escombros


Cuando en septiembre de 1977 abandoné Zaragoza dejé una ciudad bastante poco modernizada, con una estructura antigua y muchas cosas por hacer en materia urbanística; al cabo de los años, no muchos, descubrí, en mis no excesivamente frecuentes visitas a mi ciudad natal, cómo se habían producido muchísimos cambios, algo que era a todas luces necesario, pero que no deja de conllevar esos toques más bien tristes que deja en nuestro corazón la nostalgia, la realidad de lo que ya no está y no volverás a ver nunca más. He de confesar que no recuerdo exactamente el año en que se derribó la manzana que separaba las calles de Cerdán y Escuelas Pías para inaugurar la nueva vía de César Augusto, aunque aseguraría que el hecho ocurrió en los últimos años de la década de los 70. Eran dos calles llenas de comercios, edificios y vitalidad, y aunque su desaparición se debió a las necesidades de aligerar tráfico y permitir una mayor anchura en la circulación, la demolición supuso poner fin a unos lugares de una importancia histórica y emotiva notable.

La Calle Cerdán, que como Escuelas Pías, concluía en el Mercado Central, la recuerdo como un lugar donde proliferaban las zapaterías y diversos comercios tales como cordelerías, corseterías, alimentación y tiendas de granos y semillas; recuerdo pasear por unas calzadas en las que los comerciantes sacaban a la calle sus productos y podías ver en el exterior desde macetas, comestibles y cacharros para la casa hasta vestidos, pañuelos y alpargatas. En la actualidad aún subsisten algunos establecimientos que fueron testigos de los aconteceres diarios de la desaparecida calle, como "Calzados Callizo", totalmente remodelado, o una cordelería llamada "Sieso", donde aún se venden alpargatas, albardas, toneles, cántaros, azadas y demás útiles para el campo, o la corsetería "La Suprema", con un escaparate cargado de esas prendas que nos daban pudor a los niños de mi generación. Por la calle Cerdán llegó a circular el Tranvía de la línea 7, que iba del Ayuntamiento a la Plaza del Portillo. Recorriendo magníficos blogs como el de Rafael Castillejo, Pedro Jato o uno titulado "Lo que veo en Zaragoza" te encuentras con fotos y comentarios de enorme interés sobre estos lugares desaparecidos.

En la Calle Escuelas Pías adquirían especial relevancia los edificios del Colegio de los Escolapios y el de la iglesia del mismo nombre, que siguen vivos cada vez con una carga histórica y sentimental mayor; también recuerdo los "Calzados Siglo XX" -¿quién nos iba a decir entonces que llegaría a ser un siglo caducado?- y "Deportes Muñoz", una tienda célebre en la época y donde me compré más de uno y dos pares de botas de fútbol o la fábrica y tienda de boinas, sombreros y gorras de Don Ramón Tello, que al parecer no era el único establecimiento de la calle dedicado a estos menesteres, sino que había más. He encontrado un reportaje formidable en el siguiente enlace:http://dezaragozaalzierzo.blogspot.com.es /, esta página contiene comentarios nacidos de la nostalgia y de un profundo conocimiento de la vieja Zaragoza del que desgraciadamente carezco. Otro de los recuerdos que permanecen en mi memoria es el de la procesión del Santo Entierro del Viernes Santo, cuando todas la cofradías zaragozanas se unen para dar el último adiós a Jesucristo, procesión que presencié en varias ocasiones desde esta calle de Escuelas Pías, con la riqueza propia de estos eventos cuando los distintos pasos atraviesan las calles estrechas.

En definitiva, estas historias de calles, de lugares que dejan de existir no dejan de ser una muestra más de la fugacidad de la vida, de que aquí no hay nada para siempre. Cuando camino por Zaragoza hay ocasiones en las que sufro una especie de lapsus mental y pienso que los lugares, los establecimientos, los monumentos que hace tantos años que ya no existen, me los voy a encontrar de nuevo, pero, como las calles Cerdán y Escuelas Pías, hace tiempo que se han convertido en entes etéreos que solamente viven en el recuerdo, manifestación de otros tiempos que también quedaron con ellas entre los escombros.

12 de mayo de 2012

Dos temas de Carly Simon


En 1988 la cantante neoyorquina Carly Simon obtuvo el Oscar a la mejor canción por "Let the River Run", tema que había compuesto ella misma y que aparecía en la película de Mike Nichols "Armas de mujer". Si tuviera que definir a vuela pluma está canción la calificaría como un tema alegre, rítmico y muy americano, de esos ritmos pegadizos y algo "eufóricos" que tanto les gusta cantar más allá del Atlántico, propio de películas con happy end. Carly Simon, que comenzó en esto del mundo del espectáculo formando dúo con su hermana Lucy en "The Simon Sisters", es una cantante de estilo folk que coincidió en la época y en el éxito con solistas del nivel de Carole King o James Taylor, quien por cierto sería durante once años su marido; fueron artistas llamados "confesionales", a la vista de su estilo musical y sus letras biográficas.

Carly Simon es una mujer estilosa, por mucho que en su cara destaca inevitablemente una boca enorme, casi de caballo. Su mayor éxito fue, posiblemente "You're So Vain", canción en la que al parecer se menciona a un famoso de que que asegura puede ser Warren Beatty o Mick Jagger, quien además canta en la misma; todavía hoy día en todas las entrevistas que le hacen a Carly Simon es preguntada sobre quién es el personaje, siendo la respuesta siempre una evasiva que tiende a enredar más la cuestión. De cualquier manera me parece una canción francamente bonita, y el vídeo oficial de la misma, muy imaginativo. La trayectoria de Carly Simon perdió fuerza e intensidad a partir de la década de los 90, pero siempre nos queda el recuerdo de grandes canciones como las que incluyo hoy aquí.







11 de mayo de 2012

Rafael Moneo, Premio Príncipe de Asturias de las Artes



He de reconocer que de arquitectura se muy poco, y que de Rafael Moneo, que acaba de ser galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, lo único que conozco es que se trata de un prestigioso arquitecto, alguien de quien tengo la impresión hay bastante unanimidad entre los entendidos respecto a su enorme categoría profesional y su excelentes logros y, más por lo que intuyo que por mis conocimientos, creo que el premio es absolutamente merecido, que estamos ante una recompensa que no debe explicarse por razones de oportunidad, snobismo y corrección política, sino exclusivamente por los méritos realmente adquiridos a lo largo de una carrera profesional. Tal vez, en este país somos así, aparezcan quienes discuten la decisión, incluso algunos que cuestionen al personaje y que busquen debajo de las piedras para encontrar tachas y defectos, para poner en tela de juicio a una persona, que cada día resulta más fácil poner en la picota a quien destaca y ejercitar eso de tirar la piedra y esconder la mano, para luego no demostrar nada, si te he visto no me acuerdo y dejar la taca de la basura aventada de manera injusta y para toda la vida. Yo me apunto a la cola de los españoles contentos de que se reconozcan los méritos a quien los tiene y orgulloso de que haya profesionales tan buenos.

Me he dado una vuelta por la Wikipedia, que ya se que no es más que un ejercicio de cultura superficial y poco profundo, y allí he comprobado que a Moneo se le debe el Auditorio "Kursaal" de San Sebastián, el Museo Thyssen, la ampliación del Museo del Prado y el Banco de España de Madrid, la remodelación de la Estación de Atocha de Madrid entre 1985 y 1988, el Edificio "L'Illa Diagonal" de Barcelona, el "Museo de Arte Moderno y Arquitectura" de Estocolmo y la Catedral de Nuestra Señora de la ciudad de Los Ángeles, entre otras muchas obras: evidentemente, toda una exhibición de capacidad y genialidad. También me he enterado de que Moneo, que nació en Tudela -parece que arquitectos y Navarra son términos que concilian mucho- y el mismo día que se anunció el premio cumplió 75 años, ha sido también un estudioso del diseño de mobiliario, algo que no me extraña, pues a casi todos los arquitectos que he conocido parece que les brillan los ojitos a la hora de trabajar con la elaboración y la colocación de los muebles.

Sirva el post como homenaje a los arquitectos, que no dejan de ser una figura controvertida y en ocasiones maltratada e incomprendida; por un lado la carrera de Arquitectura siempre ha sido, al menos lo era en mi época de bachiller y universitario, una disciplina cualificada, de esas a las que sólo accedían cabezas privilegiadas: recuerdo que los cuatro alumnos más brillantes de mi promoción de bachillerato son ahora arquitectos, ... y también tengo que reconocer que cuando me informaron de los resultados de esos típicos test que te hacen para valorar tus condiciones me aseguraron que podría estudiar cualquier carrera universitaria menos la de arquitectura, dado mi recalcitrante incapacidad para cualquier habilidad relacionada con la misma. Pero a la vez, siempre he visto como los arquitectos eran sometidos, a veces despiadadamente, a la crítica de quienes se quemaban por su debilidad por la estética y el diseño, incomprensión especialmente agudizada en ciertas personas de mentalidad "ingenieril", cuyos planteamientos tienden a ser cuadriculados, excesivamente practicistas, casi cartesianos y les cuesta comprender lo que va más allá de de exactitudes y pragmatismos.

Enhorabuena a Rafael Moneo, porque si hay un premio justo, sin duda es éste.

10 de mayo de 2012

Significar algo para alguien

La película "Oliver", dirigida en 1968 por el inglés Carol Reed y ganadora de cinco Oscars, tiene unas cuantas escenas inolvidables, entre otras aquella en la que el niño protagonista, tras ser encerrado en el oscuro sótano de la funeraria a cuyo propietario ha sido vendido por tres guineas, canta esa triste y hermosa canción en la que pregunta dónde está el amor: "¿Where is love?"; la escena es de una ternura espectacular, de esas que llegan a causar dolor y pienso que pocos pudieron contener alguna lágrima al verla y escucharla. No podemos olvidar que la película se basa en la magnífica novela de Charles Dickens, sin ninguna duda el mejor cronista de la época victoriana, un tiempo en el que eran frecuentes situaciones de desamparo, miseria e injusticia como la de Oliver Twist, y por supuesto, habitualmente sin el final feliz y reparador de la ficción. En un momento de la canción referida, Oliver, lloroso y desolado, con esa mirada de tristeza y desamparo que tan bien supo mantener Mark Lester, desea que alguna vez él signifique algo para alguien, hermoso pensamiento que oculta el tremendo drama de ser consciente que en lo que llevaba de vida no había significado nada para persona alguna. Me parece que ya he hablado en alguna ocasión sobre la necesidad de cariño, un sentimiento que aflora en ocasiones en las personas, que algunos cuestionan pues intuyen que esconde cierto egoísmo, pero que es algo que nos hace humanos y que puede que incluso sea en ocasiones el sustrato de determinados desmanes: cuando ves a alguien delinquir, hacer el mal, no creo que sea descabellado pensar que detrás está la frustración a la que lleva la ausencia de amor.

A todos nos gusta que existan quienes les importemos; y ya no digo sólo los seres queridos más próximos, sino que ansiamos en los demás esa actitud que lleva a no ser indiferente ante el dolor o el sufrimiento ajeno, ... incluso sin ellos, porque uno siempre agradece que existan esas personas que cuando te miran, te prestan un servicio o te atienden, por ejemplo detrás de un mostrador, te das cuenta de que les importas, te consideran algo más que un "bípedo" con el que se cruzan o a quien tienen que soportar. Y es que en esta sociedad occidental en la que nos ha tocado vivir me temo que existe demasiada soledad, muchos que no tienen quien le escuche, acompañe o comparta lo bueno o lo malo ... tal vez ya en los inicios del siglo XXI sigue habiendo quienes continúan preguntándose dónde está el amor. A mí no me cabe ninguna duda que siempre nos queda Dios, a Él le importamos todos, está siempre ahí ... pero sospecho que le gustaría que aprendiéramos a representarle, a materializar su amor en los demás, para que lo noten.

9 de mayo de 2012

La dulce belleza de Lady Marian



El otro día volví a ver "Robin de los Bosques", una película que data nada menos que de 1938 y fue dirigida por Michael Curtiz, director nacido en una familia judía de origen húngaro y que fue el alma mater de "Casablanca", quizá la película más legendaria del siglo XX. La película tiene todos los elementos de la época: un color "apastelado", unos doblajes anticuados y unos decorados de cartón piedra, pero no deja de ser una gozada disfrutar de la legendaria vida de Robin de Loxsley y contemplar a actores míticos como Errol Flynn, Olivia de Havilland, Claude Rains o Basil Rathbone; además uno agradece volver a contemplar una genuina película de aventuras, con buenos buenísimos y malos malísimos, sin relativizar nada ni desmitificar a nadie.

No obstante, lo que más me impresionó del film fue la serena y radiante belleza de Olivia de Havilland, que está verdaderamente maravillosa en el papel de Lady Marian, la normanda tutelada por Ricardo Corazón de León que acaba prendada por la defensa de los más débiles que realiza Robin y completamente enamorada de su persona. En el mes de julio, si nada se tuerce, Olivia de Havilland cumplirá nada menos que 96 años, pero por entonces la mujer lucía unos magníficos 22 años. Una mirada dulce, un rostro limpio y unos indiscutibles rasgos de bondad hacen que te cautive desde el momento de su aparición. Hay bellezas realmente deslumbrantes, como las de Ava Gadner o Marilyn Monroe, algunas enormemente elegantes, como las de Ingrid Bergman, Grace Kelly y, por encima de todas, Audrey Hepburn ... e incluso mujeres que sin ser bellas desbordan una personalidad apabullante, caso de Katherine Hepburn o Bette Davis, pero Olivia de Havilland pone de manifiesto una belleza con un toque encantador, un aura de bondad que le hace si no la perfecta heroína, sí la más adecuada mujer para enamorarse y convertir en real eso de ser felices y comer perdices, tan propio de cuentos e historias como la de Robin Hood.

Olivia de Havilland nació en Tokyo, donde su padre ejercía de abogado y era hermana de Joan Fontaine, a quien el gran Alfred Hitchcock eligió como protagonista de "Rebecca"; consiguió dos Oscar a la mejor actriz principal, por "Vida íntima de Julia Norris" (1946), de Mitchell Leisen y por "La heredera" (1949), de William Wyler, siendo una de las más importantes actrices de Hóllywood durante las décadas de los 40 y los 50. Además de su trabajo en "Robin de los Bosques", se le recuerda muy especialmente en su papel de Catherine Sloper, que en la referida "La heredera" es la hija del rico y despótico Ralph Richardson que se enamora de Morris Townsend , un cazafortunas que interpreta Montgómery Clift y que no es sino la versión cinematográfica de "Washington Square", de Henry James y sobre todo en el de la dulce Melanie Hamilton, una mujer incapaz de odiar, de "Lo que el viento se llevó", un papel que le valió una nominación al Oscar a la mejor actriz secundaria y en el que vuelve a lucir sus atributos de ingenuidad, ternura y bondad.

Imagino que en la vida real Olivia de Havilland tendrá su carácter y hasta será capaz de poner sobre el tapete toques de mal genio, de hecho en una reciente entrevista contaba como lleva más de 40 años sin hablarse con su hermana Joan Fontaine; pero me quedo con esa imagen que te convierte inmediatamente en incondicional suyo y en un ser envidioso del bueno de Errol Flyn.