29 de diciembre de 2013

Servidor múltiple


En mis primeros tiempos profesionales, allá por los años 1986 y 1987, tenía que ir con frecuencia a Vilafranca del Penedés, localidad tranquila y de interior ubicada en la provincia de Barcelona, en la comarca que le da nombre; habitualmente me quedaba a comer en algún establecimiento del lugar, y muchas veces optaba por el "Casino", posiblemente el restaurante más tradicional del pueblo, ubicado en el centro de la villa y que ofrecía un menú a buen precio y con tres platos y postre. El almuerzo solía tratarse de una de esas comidas en solitario que uno concluye rápido, a la vez que se siente observado por el resto del personal, máxime si eres tú el de fuera. La mesa la atendía casi siempre un camarero veterano, más bien bajo, calvo y enjuto que lucía una sonrisa "profiden" y vestía el riguroso uniforme de chaqueta y camisa blanca y pantalón y corbata negra. El hombre era servicial y mostraba una seguridad y experiencia en su trabajo absolutas, quedaban claras sus muchas horas de vuelo y que el trabajo de camarero no tenía para él ningún secreto.

Y si he dicho que era servicial es porque tengo pruebas abundantes, pues aparte su buena disposición y su paciencia con el cliente, el hombre tras servir y recoger cada plato decía invariablemente la palabra "servidor", que teniendo en cuenta su rapidez verbal y su notorio acento catalán se escuchaba algo así como "srrrvidorrrrr". Si tomamos en consideración que el término lo decía siempre y que el menú, como queda dicho, era de tres platos y postre, la palabreja te la soltaba ocho veces cada vez, que podrían llegar a ser diez si tomabas café, e incluso unas cuantas más si, como creo recordar, el "servidor" incluía la entrega y recogida del papelito del menú y del que contenía la cuenta final. Sin duda, debían de ser muchos años de "servicio" y el hombre se había pasado la vida diciendo eso de "servidor", término que me temo se podía repetir hasta el infinito en bodas, comuniones y demás grandes banquetes, ... y no te digo si el hombre había creado escuela.

Al cabo de los años, cuando no tengo evidentemente ni idea de qué habrá sido de un individuo de quien sospecho no llegué a conocer ni el nombre, aunque imagino que si vive tendrá ya bastantes años, no puedo evitar recordarle con cariño, y valorar que esa rutina verbal que entonces, siendo yo un pipiolo, me hacía gracia y provocaba cierto "recochineo", no deja de ser una muestra de esfuerzo por trabajar con buena disposición hacia los receptores de tu tarea.





26 de diciembre de 2013

Drama en un lugar distinto



Un rayo destruye un emblemático santuario en Muxía

Un incendio ha destrozado el emblemático santuario de A Virxe da Barca, en el municipio coruñés de Muxía. Las primeras hipótesis mantienen como causa del incendio la caída de un rayo en un transformador próximo a la iglesia, que se quemó y transmitió el fuego a través de los cables a la sacristía, cuyo tejado ya se ha venido abajo. La cúpula central se mantiene en pie, aunque los bomberos y efectivos que trabajan en la extinción de las llamas consideran que podría caer también.

El templo está considerado uno de los más emblemáticos de Galicia y se encuentra ubicado en la Costa da Morte, justo al lado del mar. El retablo central ha desaparecido por el efecto del fuego, mientras que los retablos laterales han resultado quemados, aunque no en su integridad, y sólo se han salvado de las llamas elementos como bancos o confesionarios, de menor valor cultural

Hoy me he despertado con esta noticia: un gran disgusto. Hace cuatro veranos visité este lugar y esta santuario tan especial y hoy no puedo evitar la tristeza ante un acontecimiento de este calado. SIrvan estas líneas de recuerdo lleno de cariño a unas gentes que tienen que compatibilizar la suerte de vivir en un lugar lleno de belleza y la tensión de depender de la furia de los elementos.

Tras mi visita a Costa da Morte hice un post cuyo enlace dejo en homenaje a Muxía.


http://modestino.blogspot.com.es/2010/08/muxia-un-mar-diferente.html

23 de diciembre de 2013

Feliz Navidad


Que la alegría y la paz protagonice estos días ... y todos los días. En medio de la tormenta la luz de Belén nos marca el camino. 

Felices fiestas¡¡¡¡¡¡


"Jesús es Dios-con-nosotros, desde siempre y por siempre está con nosotros en los sufrimientos y en los dolores de la historia. La Navidad de Jesús es la manifestación de que Dios se ha puesto del lado del hombre “de una vez y para siempre”, para salvarnos, para levantarnos del polvo de nuestras miserias, de nuestras dificultades, de nuestros pecados.
De aquí viene el gran “regalo” del Niño de Belén: una energía espiritual que nos ayuda a no hundirnos en nuestras fatigas, en nuestras desesperaciones, en nuestras tristezas, porque es una energía que nos conforta y transforma el corazón. El nacimiento de Jesús, de hecho, nos lleva a la bella noticia de que somos amados inmensamente y individualmente por Dios, y este amor no solo nos lo hace conocer, ¡sino que nos los da, nos lo comunica!"
                                                                                                    Papa Francisco






21 de diciembre de 2013

No es bueno manipular el dolor ajeno




La familia de Alcalá de Guadaira murió de una parada cardiorespiratoria cuyo origen todavía se desconoce

La causa se encuentra pendiente de que se practiquen una serie de pruebas y análisis de laboratorio «complementarios

Hace unos días nos despertábamos con la impactante noticia del fallecimiento de tres personas -un matrimonio y su hija- en la localidad sevillana de Alcalá de Guadaira, al parecer por una intoxicación alimentaria. El suceso es lo suficientemente triste y dramático como para que cualquier ciudadano de bien quede impresionado, para que los ecos de lo ocurrido vayan más allá de la zona donde se produjo y nos lleve a sacar conclusiones. Sin encomendarse a Dios ni al diablo, desde el principio ha habido quienes han dado por cierto que la familia citada estaba en la indigencia, vivía de la recogida de cartones y se alimentaba con productos que le facilitaba alguna organización benéfica, incluso se llegó a decir que los obtenían de los contenedores. Hubo quien organizó una concentración delante del Ayuntamiento, con abundantes insultos e inculpaciones a la alcaldesa socialista e incluso un intento de asalto al edificio donde se ubica el consistorio de la localidad. A la hora de la verdad, familiares de los fallecidos aseguraron que la comida la compraban en el supermercado, y que su situación económica era frágil, pero ni recogían cartones ni vivían de la caridad.

Pienso que hay que comprender y asumir la tensión de quienes viven en un barrio que por lo visto tiene un 80% de paro, incluso la alteración de sentimientos que supone un hecho así, pero me temo que ha habido quien ha querido sacar tajada política del tema, quien ha aprovechado para fomentar odios tribales y visceralidades sectarias. Evidentemente, queda mucho por hacer a la hora de conseguir una sociedad más justa e igualitaria, y no seré yo quien niegue las situaciones injustas que la vigente crisis económica ha acentuado, pero también observo que pululan por ahí quienes utilizan este tipo de sucesos tan dramáticos como armas arrojadizas, quizá alentados por cierto populismo y demagogia, que hay, como algún medio calificaba hace unos días, demasiados "oportunistas de guardia". De momento se están investigando las causas del drama, y habrá que estar al resultado de tales investigaciones, aunque por ahora lo que me temo se ha conseguido es poner en solfa la dignidad de una familia destrozada por la desgracia y alimentar suspicacias sin más fundamento que la simple visceralidad.

19 de diciembre de 2013

La última cabeza cortada

Hace ya tiempo que se veía venir, pero hasta esta semana no se ha hecho realidad el cese del serbio Miroslav Djukic como entrenador del Valencia; los "ches" andan por el noveno puesto de la tabla, pero se ve que para la directiva levantina no es suficiente como para justificar un trabajo, y ocho derrotas han terminado siendo una carga excesiva para un club que tal vez aún no haya asumido que los tiempos han cambiado, que se terminaron los días de vino y rosas cuando en el Valencia brillaban Rep, Kempes, Solsona, Mendieta, Piojo López o más recientemente Silva, Villa, Morientes, Joaquín o Mata. La situación económica del club es penosa y a lo mejor sus rectores no están tocando en demasía con los pies en el suelo y no asumen que posiblemente sean momentos de travesía del desierto y procede resignarse con metas mas modestas. Para ocupar la plaza vacante del banquillo de momento han optado por buscar dentro de casa y se ha hecho cargo del primer equipo, por lo visto provisionalmente, Nico Estévez, técnico del filial, con el que será deseable tengan más paciencia que con el balcánico, No obstante parece que los deseos del club se centran en traer a Juan Antonio Pizzi, aquel ariete goleador de Tenerife, Barcelona y Valencia que está triunfando por todo lo alto con San Lorenzo de Almagro ... ya veremos si consiguen ficharlo y, de ser así, el precio que han de pagar por ello y el resultado que da a corto plazo.

No he seguido la trayectoria de Djukic en Mestalla, pero su trabajo anterior en Valladolid me pareció impecable; el serbio sacó petróleo de una plantilla modesta y llena de "retales", supo sacar partido de jugadores que hasta entonces no habían dado el do de pecho, como Oscar González, Omar o Manucho, así como obtener lo mejor de hombres como Ebert, Rukavina o Marc Valiente; de esta manera, consiguió devolver a la máxima categoría a un equipo que andaba atrofiado en la división de plata y mantenerlo en primera no sólo con dignidad, sino practicando un fútbol moderno y bonito. Me temo que en Valencia lo que ha faltado es paciencia; no hay más que dar un vistazo a la actual plantilla valencianista para comprobar que se ha bajado cuando menos un peldaño en calidad y competitividad con respecto a años anteriores y que lo recomendable ahora no eran las urgencias ni las ambiciones excesivas, sino el trabajo diario y el saber esperar resultados del mismo. Han optado por cortar por el lado más débil y ya veremos si el equipo de la capital del Turia mejora algo su situación.

Djukic fue un jugador excelente, de su época en el Depor de Arsenio Iglesias todos recuerdan ese penalty que falló precisamente ante el Valencia y que le quitó la Liga a su equipo en beneficio del "Dream-team", pero por encima de eso está una trayectoria impecable en ese añorado puesto de defensa libre que desempeñaba con autoridad, colocación, una seguridad imponente y una técnica y salida de balón reservada a nombres ilustres como Beckenbauer, Scirea o Luiz Pereira; con el Depor consiguió una Copa del Rey y una Super-copa. De Coruña se fue precisamente a Valencia, donde volvió a ser importante, dirigiendo la defensa de un equipo que a las órdenes de Rafa Benitez volvió a ganar Ligas, además de una Copa del Rey, llegando a disputar dos finales de la Liga de Campeones. En la historia del fútbol español del cambio de siglo el nombre de Djukic ocupa un lugar importante, estoy seguro de que como "mister" aún no ha dicho la última palabra.

18 de diciembre de 2013

Se jubila Luis del Olmo

Luis del Olmo ha anunciado que se jubila; el próximo 31 de enero cumplirá 77 años y parece que su decisión es prudente y sensata, calificativos uno y otro que cuadran perfectamente con quien ha sido historia viva de la radio española durante tantos años. Esto no es un obituario -afortunadamente-, por lo que no entraré en currículum ni historias, aunque no esté de más comentar que antes de llegar a Onda Cero, del Olmo estuvo en Radio Juventud de Ponferrada. su villa natal, Radio Nacional de España, Radiocadena española y la COPE, con lo que cabe decir que ha pasado por casi todas las emisoras importantes de nuestro país. A la hora de definir el trabajo de este hombre me vienen a la cabeza muchas definiciones, pero puestos a elegir una no me cabe ninguna duda de que sobre todo Luis del Olmo es un magnífico profesional, domina absolutamente el trabajo en la radio, aporta seguridad, aplomo, equilibrio, elegancia, respeto y uno tiene la certeza de que el mundo radiofónico no tiene secretos para él. Luis del Olmo ha sido uno de esos periodistas que han sobrevivido a épocas y situaciones, que no se han pasado nunca de moda, y no porque sea una especie de camaleón que sabe hacer u decir en cada momento lo que conviene, sino porque por encima de todo lo que ofrece es calidad profesional.

He de admitir que no he seguido con continuidad a del Olmo, razón por la que no soy el más adecuado para valorar su trabajo y su trayectoria, pero sí voy a destacar tres cosas. En primer lugar, su tolerancia y su capacidad de dar voz a todos; en tiempos en los que tantas veces uno siente cierto tufillo a sectarismo, a exclusividad,a "yo tengo la razón exclusiva", es de agradecer el pluralismo de un hombre que, como me comentaba alguien hace poco, dedica más tiempo a dejar a sus colaboradores e invitados que a exponer sus propios criterios. En segundo lugar, quiero aprovechar para recordar aquí y ahora su inolvidable "Debate sobre el estado de la nación", un espacio donde supo juntar a gente tan diversa -a la vez que tan genial- como Tip y Coll, Ussía, Antonio Ozores, Mingote y Chummy Chumez, sin duda eran tiempos distintos y mucho más bonitos ... ahora el humor lo marca "El jueves" y algún que otro paracaidista. Pienso finalmente que a del Olmo hay que alabarle por su firme e indiscutible compromiso contra el terrorismo, el tiempo no puede llevarnos al olvido de lo ocurrido, al arrinconamiento de las víctimas, y en esto Luis del Olmo supo siempre estar a la altura.

A Luis del Olmo le llega un merecido descanso, imaginamos -y esperamos- que siga visitándonos a través de las ondas de vez en cuando.


17 de diciembre de 2013

Adios a Joan Fontaine



El pasado domingo, 4 de diciembre, falleció en Carmel-by-the-Sea (California) la actriz Joan Fontaine a la probecta edad de 96 años. La actriz se llamaba en realidad Joan de Beauvoir de Havilland y cambió u nombre para que no coincidiera con el de su hermana mayor, la también actriz Olivia de Havilland, con la que mantuvo una rivalidad sangrienta. Había nacido en Tokio, ya que su padre Walter ejercía allí la profesión de abogado, mientras su madre era Lilian Augusta Ruse, actriz británica conocida como Lilian Fontaine. La carrera de la actriz fallecida tuvo sus momentos más brillantes en los años 40 y 50, en los tiempos más dorados y "glamourosos" de Hollywood. Leyendo las crónicas de los más expertos cineastas compruebas que con frecuencia la profesionalidad de la Fontaine no queda bien parada, aunque por lo menos parece indiscutible su gran belleza y el hecho de que atinara con las películas adecuadas para conseguir lo máximo en el cine, entre otras cosas un Oscar de Hollywood.

Cuentan que fue la actriz favorita de Hitchcock, por mucho de que tal privilegio también podría ser atribuido a otras bellezas tan notables como Ingrid Bergman, Tippi Hedren, Grace Kelly, Kim Novak, Vera Miles o Janet Leigh. De cualquier manera, no parece una osadía considerar que el trabajo de Joan Fontaine en "Rebeca" es de esos que consigue que identifiques un nombre y un rostro con una película; como señora de Winter -nótese que el genial director británico no nos descubre en ningún momento el verdadero nombre de la protagonista, tal vez para remarcar su irrelevancia ante la fallecida Rebeca- la actriz se consagra definitivamente, e incluso las chaquetas de punto que luce adquieren el nombre de "rebeca" en los cinco continentes. Su interpretación supuso su primera nominación al Oscar a la mejor actriz, aunque en esta ocasión el galardón se lo llevó Ginger Rogers por "Espejismo de amor". "Rebeca" logró el Oscar a la mejor película, y no hay porque dudar que también en esto la Fontaine puso su granito de arena, sin olvidar por supuesto a un reparto de lujo como el que formaban con ella Lawrence Olivier, George Sanders y Judith Anderson.

Alfred Hitchcock siguió contando con ella y al año siguiente le dio el papel protagonista de "Sospecha", uno de los mejores trabajos del mago del suspense; en ella tiene por compañero de cartel a Cary Grant, y aunque algún "malvado" asegura que lo único que brilla además de Grant es la blancura del vaso de leche que éste sube por la noche a su esposa de la ficción -evidentemente Joan Fontaine, su interpretación supuso la obtención de su estatuilla a la segunda, y que le pregunten a Peter O'Toole si esto es sencillo. Las rivales que tuvo para conseguir el ansiado trofeo eran de primer nivel: Bette Davis, Greer Garson, Bárbara Stanwick y su mismísima hermana, Olivia de Havilland. Antes de estas dos películas con Hitchcock que la consagraron como estrella, la actriz desaparecida había trabajado en dos ocasiones con George Cukor -"No más mujeres" (1935), con Robert Montgomery y Joan Crawford de protagonistas y un papel muy secundario y "Mujeres" (1939), junto a actrices tan importantes como la propia Crawford, Rosalid Rusell, Norma Shearer y Paulette Goddard-, amen de otras intervenciones, siempre en segunda fila, en otros films menos relevantes.

En 1943 obtiene su tercera y última nominación al Oscar, en esta ocasión por "La ninfa constante", un drama romántico de Edmund Goulding con el clásico argumento de muchacha inocente que se enamora de quien no le corresponde; el galán en esta ocasión es Charles Boyer y la estatuilla la terminó obteniendo Jennifer Jones por "La canción de Bernardette". Aunque no la eligieran candidata al olimpo, más valioso fue su trabajo en "Jane Eyre" (1944), versión que hizo Robert Stevenson de la inmortal novela de Charlotte Bronte y en la que la actriz da vida a la heroína del libro -lógicamente en edad madura- compartiendo reparto estelar con Orson Welles, Márgaret O'Brien, Elizabeth Taylor y Agnes Moorehead. El último gran trabajo de esta década lo realizó en "Carta de una desconocida" (1948), otro melodrama dirigido esta vez por Max Ophüls donde Joan repite su papel de mujer no correspondida, una película excelente con Louis Jourdan de partenaire. "El pirata y la dama" (1944), "De hoy en adelante" (1946), "Sangre en las manos" (1948) , junto a Burt Lancaster, "El vals del emperador" (1948), con Bing Crosby y "¡Viva la vida!" (1948), con James Stewart son otros títulos.

Algunos comentaristas destacan "September affair" (1950), un film dirigido por William Dieterle que consiste en un complejo drama romántico con toques de thriller y misterio, la pareja de Fontaine es Joseph Cotten y en el reparto figura una entonces más joven Jésicca Tandy. La primera película que posiblemente viera yo en su día de esta actriz fue "Ivanhoe" (1952), una versión cinematográfica del clásico de Walter Scott que dirigió Richard Thorpe en la que encarnó a Lady Rowena, con Robert Taylor como Wilfred de Ivanhoe, Liz Taylor como Rebeca y George Sanders -¡cómo no!- de villano. Curioso fue su trabajo en una comedia de enredo como "El bígamo" (1953), de Ida Lupino y destacado el de "Dos pasiones y un amor" (1956), donde Anthony Mann la puso en cartel junto a su entonces mujer Sara Montiel, Mario Lanza y Vicent Price en un musical con tintes de drama. Posiblemente su mejor trabajo de estos años fue "Más allá de la duda" (1956), un drama complicado de Fritz Lang que rodó junto a Dana Andrews. Muy polémica resultó "Una isla al sol" (1957), de Robert Rossen, con James Mason, Joan Collins, Harry Belafonte y Stephen Boyd de compañeros de cartel y que al presentar relaciones entre personajes de distintas razas fue boicoteada por el Ku-Klux-Klan y prohibida en Carolina del Sur. También destaca "Mujeres culpables" (1958), de Robert Wise, un drama judicial donde trabaja con Paul Newman y Jean Simmons. Aún recuerdo la versión en cine del célebre "Viaje al fondo del mar", de Irwin Allen, donde trabaja junto a Walter Pidgeon, Bárbara Eden y Peter Lorre en un papel de mujer bastante menos dulce de lo habitual en ella.

A partir de esta época la presencia de Joan Fontaine se reduce a la pequeña pantalla. descanse en paz.


16 de diciembre de 2013

Un actor de la mejor escuela británica


El pasado domingo, 14 de diciembre, falleció en Londrés Peter O'Toole, uno de los actores más brillantes de la amplia cantera de estrellas que han dado las islas británicas. O'Toole nació en Connemara, una preciosa zona de Irlanda y, como bien dice un gran experto y sabio comentarista de este blogg, se trata del actor más versátil de la década de los 60, con toda probabilidad, los años más fructíferos de este hombre rubio, de ojos azules y afición impenitente al whisqui ... imagino que al bueno. Peter O'Toole tenía 81 años y hace poco más de uno anunció su retirada debido a la enfermedad que padecía. Sin duda, el actor irlandés es una leyenda del cine, además de un personaje singular; El país recoge una frase suya que le define:  “Sí, con (Richard) Burton y Richard Harris pregonábamos los 60. Bebíamos en público y hacíamos abiertamente lo que todo el mundo hacía entonces en privado”, sin duda los dos Richard le habrán recibido en la otra vida para seguir disfrutando.

Parece que no hay duda el gran papel de su vida fue el protagonista de la película "Lawrence de Arabia", el larguísimo film (3 horas y media") que dirigió David Lean en 1962 y en el que el actor fallecido compartió cartel con una pléyade de gigantes de la pantalla: Omar SharifAlec GuinnessJack HawkinsAnthony QuinnAnthony QuayleClaude RainsArthur KennedyJosé Ferrer, ... El papel del conflictivo y enigmático oficial británico le iba como anillo al dedo a O'Toole y sin duda lo aprovechó para lanzar una carrera que hasta entonces no había tenido reconocimientos excesivos. "Lawrence de Arabia" recibió siete de los diez Oscar a los que aspiró, si bien una de las nominaciones frustradas fue la de Peter O'Toole, que se encontró con unos rivales durísimos: Marcelo Mastroianni, Jack Lemon, Burt Lancaster y Grergory Peck, quien se llevó el gato al agua por su papel de Atticus Fincho en "Matar un ruiseñor". La película de Lean fue el punto de partida de la mejor época de la carrera profesional de este actor sorprendente.

En 1964 el actor realiza su segundo gran trabajo, "Beckett" un guión que le viene como anillo al dedo y en el que forma un dúo espectacular con Richard Burton, a éste le corresponde el papel de Thomas Beckett y a O'Toole el de Enrique II. El drama del santo inglés, que de amigo íntimo se convierte en rival del rey, está magníficamente marcado en la película que dirigió Peter Glenville. tanto Richard Burton como Peter O'Toole fueron nominados para el Oscar, pero esta vez fue Rex Harrison por su excepcional trabajo en "My fair lady" quien impidió el triunfo de aquéllos.Entre 1965 y 1966 el actor trabaja mucho y bien, con dos adaptaciones de sendas novelas de Joseph Conrad -"El corazón en las tinieblas" y "Lord Jim", ambas en 1965-, "¿Qué tal, Pussycat?" (1965), una hilarante comedia cuyo guión se debió a Woody Allen, y donde trabaja con Peter Sellers, Capucine y Romy Schneider, "Como robar un millón y" (1966), de William Wyler, otra comedia, junto a Audrey Hepburn y Charles Boyer y "La Biblia", una superproducción dirigida por John Huston, donde tiene un pequeño y triple papel como los tres ángeles que visitan a Abraham.

En 1967 el actor interviene en una película que en su día me encantó: "La noche de los generales", una especie de thriller ambientado en la Alemania nazi durante la II guerra mundial donde a Omar Shariff le corresponde investigar una serie de asesinatos de prostitutas que se atribuyen a un general nazi; Peter O'Toole borda un papel espectacular de general egocéntrico y con rasgos de psicópata; la dirigió Anatole Litvak. Ese mismo año trabaja en "Casino Royale", una parodia de las películas de James Bond en la que coincide con un reparto espectacular: David Niven, Deborah Kerr, William Holden, Peter Sellers, Ursula Anders, Jean Paul Belmondo, Woody Allen, Jacqueline Bisset y el propio director del film, John Huston. En 1968 consigue su tercera nominación, y de nuevo por el papel de Enrique II de Inglaterra, en esta ocasión en una película dirigida por Anthony Harvey y en la que consigue salir airoso con una compañera de reparto como Katherine Hepburn capaz de oscurecer a cualquiera.La Hepburn consiguió su tercer Oscar por su interpretación de Leonor de Aquitania, mientras su esposo de ficción volvía a quedarse a las puertas, pues lo obtuvo Cliff Robertson por su papel en "Charly". El año lo cerró con otra película histórica, "Catalina la grande", dirigida por Gordon Flemyng y coprotagonizada por Jean Moreau.

Al final de la década el actor cierra su cuarto gran trabajo, "Adios Mr. Chip" (1969), una película dirigida por Herbert Ross en la que abandona la veta histórica para encarnar a un estricto maestro de una prestigiosa escuela de varones en la Inglaterra de la preguerra, un hombre rígido cuya vida se verá alterada por una cantante de "variettes" (Pétula Clark). Una película musical deliciosa que le valió una nueva nominación al Oscar, perdiendo esta vez la estatuilla a manos de John Wayne, quien consiguió el único Oscar de su carrera por "Valor de ley". Con este film Peter O'Toole no solamente cierra una década triunfal, sino que culmina los mejores años de su vida profesional. A partir de ahí siguió haciendo buen cine -de hecho aún le quedan cuatro candidaturas más y un Oscar honorífico-, pero nunca alcanzaría el brillo de los 60. De hecho, en 1972 volvió a aspirar al mayor galardón cinematográfico por su trabajo en "la clase dirigente", un film que dirigió Peter Medak y en el que encarna a un joven desequilibrado que hereda un gran patrimonio de su padre, miembro de la Cámara de los lores; en la ceremonia de entrega de los Oscar Marlon Brando -"El padrino"- fue un rival inalcanzable.

En la década de los 70 no hubo grandes éxitos para el actor desaparecido, aunque intervino en películas con cartel tan llamativo como "Under Milk Wood" (1972), un film de corte teatral protagonizado por el matrimonio Burton-Taylor y dirigido por Andrew Sinclair o "El hombre de la Mancha" (1972), la versión cinematográfica del Quijote que dirigió Arthur Hiller con una Dulcinea tan llamativa como Sofía Loren. "Yo viernes" (1975) y "Asalto al poder" (1978) pasaron sin pena ni gloria, mientras que tiene su experiencia "bélica" con "Amanecer zulú" (1979), de Douglas Hickox y compartiendo títulos con Burt Lancaster. El mismo año regresa a la cosa histórica con "Calígula", junto a Malcolm McDowell y Helen Mirren. Eso sí, la siguiente década la comienza con una nueva candidatura al Oscar: "Profesión: el especialista" (1980), dirigida por Richard Rush e interpretando a un excéntrico y autocrático director de cine que da refugio a un fugitivo. Me cuenta Tommy que este film nunca se lo puedo tomar en serio ... en la noche de los Oscar Peter O'Toole se quedó con el caramelo en la boca -ya iban seis- ante Robert de Niro, quien ganó por "Toro salvaje".

Sin casi solución de continuidad O'Toole consigue su séptima nominación en 1982 por "Mi año favorito", un film de Richard Benjamin en el que le corresponde el papel del actor inglés Alan Swan, una vieja gloria alcoholizado y venido a menos, quién se presenta a unas grabaciones televisivas totalmente ebrio, ... trabajo que parece venirle como anillo al dedo. Esta vez fue Ben Kigsley quien le quitó la gloria, y es que "Gandhi" daba para mucho, ... por muy brillantes que fueran sus rivales -Dustin Hoffman, Jack Lemmon y Paul Newman, además del irlandés-. A partir de entonces viene una larga temporada de películas sin gran repercusión y trabajos en televisión. Podemos citar "Club Paraíso" (1986), "Hotel de los fantasmas" (1988), "El ladrón del arco iris" (1990), donde vuelve a coincidir con Omar Shariff, "Rafi, un rey de peso" (1991), una comedia bastante cutre y "Cuento de hadas" (1997), un film de corte fantástico, sin olvidar un papel de cierto relieve en la oscarizada "El último emperador" (1987), de Bernardo Bertolucci, aunque en esta ocasión la Academia se acordó de todos menos de él.

En 2002 los cerebros de la Academia se acordaron por fin de él y le dieron uno de los más merecidos Oscar honoríficos que se recuerdan. En 2004 tiene un pequeño papel, como otra mítica, Julie Christie, en Troya, toda una superproducción llena de efectos especiales, a la vez que llega a conseguir una quinta nominación en 2006 por "Venus", un film de Robert Michell en el que el actor es uno de los tres jubilados de avanzada edad que se reúnen todos los días en su bar preferido para tomar una copa, hablar de sus recuerdos, compadecerse de la situación mundial e intentar dar algo de sentido a su vida antes de morir. Forest Whitaker -"El último rey de Escocia"- le ganó por un palmo. Tras su última candidatura, el actor que hoy homenajeamos aún tuvo tres papeles a reseñar: el del peculiar crítico gastronómico de "Ratatouille" (2007), el de Papa Pablo III en la serie televisiva "Los Tudor" y el de Padre Christopher en "Cristiada" (2012). 

Como se ve una carrera larga, brillante, plural y llena de matices. Descanse en paz.

14 de diciembre de 2013

Amabilidad albaceteña


Nunca había estado en Albacete; en torno a la capital manchega no había escuchado excesivos comentarios halagüeños, más bien referencias a a que se trata de una ciudad más bien gris y sin grandes bellezas naturales ni artificiales. Si buscas en la tradición, el nombre de Albacete parece unido a los molinos de Don Quijote, al queso manchego y, sobre todo, a las navajas, un tipo de objeto que trae más a la cabeza las peleas tribales y los coetáneos de Curro Jiménez. Por eso, cuando al mediodía del pasado jueves llegué a Albacete, no esperé que la visita fuera más lejos de los más o menos provechosos frutos de una reunión estrictamente profesional. A la hora de la verdad, los tiempos de trabajo fueron largos y poco tiempo hubo de callejear por allí, además de que la estancia duró poco más de un día. Eso sí, tuve tiempo suficiente para descubrir dos cosas: que la ciudad no es tan fea como la pintan, pues tiene su encanto y su limpieza, y que en todos y cada uno de los albaceteños con los que me relacioné había un denominador común: el de la amabilidad.

En los tiempos que corren, cuando abunda el desengaño, la falta de optimismo y hasta una especie de tendencia inevitable a la crispación y la mala baba, es de agradecer que una serie de personas dediquen todos sus esfuerzos a hacerte grata tu visita a su ciudad. Toda impresión puede tener algo de circunstancial y subjetivo, a la vez que toda actitud puede ser interpretable y la sinceridad de la intención, siempre valorable, pero me parece que no me engaño si considero haber recibido un trato exquisito en las formas y cariñoso, mucho, en el fondo y debo de sentirme obligado al agradecimiento por esto. Tuvimos tiempo de realizar una interesante visita al Museo de la cuchillería de la localidad, donde también fuimos objeto de una atención francamente esmerada y una actitud notablemente simpática por parte de quien nos lo enseñó.

Por eso, puedo decir que el viaje a Albacete, que me dejó por cierto bastante cansado, fue una ocasión para que me reconciliara con la humanidad y supiera valorar la bondad de una tierra y, por encima de todo, de sus gentes.

12 de diciembre de 2013

Muere Eleanor Parker


La actriz estadounidense Eleanor Parker falleció en Palm Springs (California) el pasado 9 de diciembre a la edad de 91 años; sin duda ha sido longeva esta mujer bellísima a la que en El País califican como camaleónica y dicen que fue más actriz que estrella, algo que sin duda es todo un halago. Estoy seguro de que he visto más de una película de esta actriz, si no puedo evitar identificar siempre a Eleanor Parker con la baronesa Schroeder, la elegantísima y aristocrática mujer que iba a casarse con el capitán Georg von Trapp (Christopher Plummer) de "Sonrisas y Lágrimas" (1965). al final, la distinguida dama de la nobleza acaba siendo demasiado estirada y sosa para tanto niño y von Trapp tiene el acierto de optar por la juventud, dinamismo y alegría de María, la hermosa institutriz que le supuso la nominación para un Oscar a Julie Andrews. Evidentemente, no es éste ni el principal ni el más lucido papel en la carrera de la actriz fallecida, pero imagino que no debí de ser el único que quedó cautivado por la belleza -el referido obituario de "El País" habla de su "melena volcánica"- la primera vez que vio la película.

Eleanor Parker fue nominada para el Oscar de Hollywood en tres ocasiones, y aunque nunca consiguió imponerse en la final, no me parece un dato menor a la hora de acreditar su importancia en la historia del cine. Las tres nominaciones, siempre a la mejor actriz principal, se produjeron en la primera mitad de la década de los 50; en primer lugar por su papel en "Sin remisión" (1950), film dirigido por John Cronwell, en el que compartió cabecera de cartel con Agnes Moorehead, quien luego sería la malvada madre de Samantha en "Embrujada" y que se convirtió en un durísimo alegato contra el sistema penitenciario estadounidense a través de una historia ubicada en una prisión de mujeres; en 1952 fue nominada por "Brigada 21", de William Wyler, donde encarnaba a la casquivana esposa de un policía tan singular como Kirk Douglas, mientras que su tercera candidatura la obtuvo por "La melodía interrumpida" (1955), de Curtis Bernhardt, un drama cuyo argumento se centra en la biografía de Marjorie Lawrence, cantante de ópera de origen australiano, cuya triunfal carrera se vio truncada por la poliomelitis, un film en el que también intervienen Glenn Ford y Roger Moore. Judy Hollyday por su papel de "nacida ayer", Vivian Leigh por su trabajo en "Un tranvía llamado deseo" y Ana Magnani por "La rosa tatuada" se terminaron llevando el gato al agua en perjuicio de la Parker, ... y también de auténticas "diosas" de la época como Bette Davis, Katherine Hepburn, Gloria Swanson, Anne Baxter o Susan Hayward, entre otras.

La actriz intervino en otros film notables, y leyendo su filmografía aparecen títulos como "Servidumbre humana", (1946), de Edmond Goulding, basada en una novela de Sommerset Vaugham, "The Voice of the Turtle" (1947), de Irving Rapper y junto a Ronald Reagan, "Nunca huyas de mí" (1947), de Peter Godfrey, compartiendo cartel con el mismísimo Errol Flyn, "La dama de blanco" (1948), también de Peter Godfrey, primera versión cinematográfica de la genial obra de Wilkie Collins, "Tres secretos" (1950), de Robert Wise y con Patricia Neal, que fue su primer gran éxito, "Scaramouche" (1952), un clásico de aventuras que dirigió George Sidney para mayor gloria de Stewart Granger y donde además de la Parker actuaban Janet Leigh y Mel Ferrer, "Fort Bravo" (1953), de John Sturges, un western coprotagonizado por William Holden, "Cuando ruge la marabunta" (1954), uno de las primeras grandes catástrofes que se recuerdan, dirigido por Byron Haskin y con la compañía de Charlton Heston, "El hombre del brazo de oro" (1955), una película de boxeadores del gran Otto Preminger y compartiendo cartel con Frank Sinatra y Kim Novak, "Millonario de ilusiones" (1959), uno de los últimos trabajos de Frank Capra, de nuevo con Sinatra, "Con él llegó el escándalo" (1960) , dirigida por Vicente Minelli y con Robert Mitchum de compañero, "El Óscar" (1966), de Rusell Rouse, con Stephen Boyd, Elke Sommer, Joseph Cotten, Ernest Borgnine y el gran Tony Benett, "Esclavos del pecado" (1966), de Robert Ghist y con Stuart Whitman y Janet Leigh y "El tigre (Un tigre en la red)" (1967), de Dino Risi y con Anne Margret y Vittorio Gassman. Como se puede ver, una gran capacidad de trabajar en distintos géneros: policíacas, dramas, comedias, western, ... y con casi todos los mejores galanes del momento como parejas de cartelera.

Parker, que tuvo cuatro hijos, fue definida por Terenci Moix, un auténtico especialista en cine,  como “la inválida más bella de los años cincuenta”, porque apareció en silla de ruedas en "La gata en la terraza", "Melodía interrumpida", "El hombre del brazo de oro" y en alguna secuencia de "Con él llegó el escándalo". Descanse en paz.

10 de diciembre de 2013

Meriendas de entonces



A mí el bollycao me pilló mayor, y si alguien me preguntara qué meriendan los niños de hoy me temo que me pillaría bastante despistado. No obstante, me vienen a la cabeza niños con pequeños paquetes de filipinos, bolsas de patatas fritas o equiparables y cualquier tipo de producto de moda generalmente envuelto en papel de plástico. Las meriendas de mi infancia eran más sencillas y habitualmente más abundantes; aún recuerdo los bocadillos tamaño "flauta" que me ponía la madre de uno de mis amigos cuando iba a estudiar a su casa. Los años 60, y parte de los 70, no eran tiempos de grandes dispendios en el tema de las meriendas; por supuesto que habían desaparecido hacía tiempo las cartillas de racionamiento y la leche en polvo, pero nadie exigía exquisiteces: el foie-gras era "Mina" y ni te sonaba la palabra "paté", el chorizo, de Pamplona y la mortadela rellenaba el bocadillo con mucha más frecuencia que el jamón serrano, al que nadie se atrevía a reclamar que fuera de pata negra.

Estoy leyendo un magnífico libro de Marcos Ordóñez en el que describe todo tipo de recuerdos sobre una infancia cuyo curso temporal compartimos, y me hizo gracia el párrafo dedicado a este acontecimiento de merendar, pues habla con gracia y buena memoria de los quesitos "MG", la mortadela con trocitos de oliva verde y el chorizo de Pamplona, al que bautiza con el imaginativo apelativo de "chopped de los chorizos", ... es curioso pues a mí me parecía un lujo, y por lo visto el bueno es el de cantimpalo, ... con los años, por cierto, fue apareciendo el "Revilla", posiblemente algo más aparente. Y junto al chorizo funcionaba el salchichón, una especie de pariente pobre, porque del foiet o el salami al menos yo no escuché hablar nunca.

En mis meriendas infantiles tenía un protagonismo frecuente la carne de membrillo, una especie de "híbrido" al que costaba acostumbrarse; el queso solía ser de bola, y siendo muy pequeño, lamentaba no poder comerme el envoltorio de cera roja que tenía tan buena pinta, aunque a veces aparecía algún trozo de queso manchego, que tenía más prestancia. Eso sí, nada podía imponerse al pan con chocolate, que podía ser "Elgorriaga" o "Dolca", la marca barata de "Nestlé", sin olvidar alguna marca de momentos especiales como "Hueso", "Zahor" o "Loyola". En el libro antes citado se hablaba también de unas margarinas de colores de la marca "Louit", referencia que ha sido un auténtico bombazo para mí, pues de golpe y porrazo regresó a mi mente un recuerdo que había quedado borrado durante decenios, y con él las galletas María y las de vainilla, las gaseosas con cromo pegado al tapón, las tarrinas de "Tulipán" y "Natacha", ... luego llegaría "Bimbo" y nos volveríamos todos un poco más "americanos".



9 de diciembre de 2013

En la muerte de Nelson Mandela



Tengo que confesar que no conozco con detalle la trayectoria vital y política de Nelson Mandela, pero este hombre que falleció el pasado jueves, 5 de diciembre, a los 95 años de edad fue posiblemente el personaje clave, quien más influyó en el largo y costoso esfuerzo por lograr el final del apartheid en Sudáfrica; y dentro de las grandes tragedias y desgracias que trajo una situación tan injusta y terrible como la existente hasta hace bien poco en el país africano, es de agradecer que se llegara al final sin que quedaran más cicatrices que las inevitables y que del enfrentamiento, causado por una situación manifiestamente injusta como es el hecho de que las personas de raza negra tuvieran menos derechos que el resto, se pasara al acuerdo y al consenso, final feliz que en muy gran parte hay que atribuir a Mandela. No cabe duda de que Nelson Mandela ha pasado a formar parte del elenco de grandes hombres del mundo contemporáneo y en su larga vida y su extensa trayectoria como líder hay que extraer muchas cosas positivas, fundamentalmente su lucha por la dignidad y la igualdad entre las personas. Se podrá coincidir o no con determinadas opiniones o posturas de Mandela, cabrá valorar de una u otra manera algunas de las acciones por él realizadas, pero su trabajo contra el apartheid le convierte, sin duda, en un héroe y en un ejemplo.

He leído bastante sobre Mandela estos días, he contrastado opiniones diversas sobre sus vida y su obra, y aunque unos ponen el acento en una cosa y otros en otra, he comprobado que se trata de un hombre que supo encauzar su lucha, que buscó la paz, que admitió errores, que buscó mucho más unir que dividir ...Por eso, no me han gustado determinadas posturas críticas, comentarios concretos que hablan de él como una especie de terrorista, sin comprender que una persona puede evolucionar, rectificar, ... además de que no veo oportuno el momento de la muerte de nadie para cuestionarle. Y tampoco me parece de recibo la actitud de quienes parecen pretender apropiarse de la persona y la trayectoria de Mandela, utilizando una vehemencia y un sectarismo que no veo justificado. Me quedo con el comentario final de Florentino Portero en un artículo publicado el mismo día de su muerte: "Para el ciudadano de a pie todo será más fácil, Mandela pervivirá como un referente moral en la lucha en favor de la igualdad y contra la segregación".

6 de diciembre de 2013

Un tipo sin glamour en la batalla del Balón de Oro

En las últimas semanas ha corrido mucha tinta en torno a quien debería de ser el próximo "Balón de oro"; candidatos hay unos cuantos y opiniones, para todos los gustos. El pobre Messi anda lesionado, y aunque pocos podrán discutirle su condición de "number one", tampoco  tiene por qué ganar el trofeo todos los años y parece llegada la ocasión de que otro pueda llevarse el gato al agua; como es lógico, el primer nombre que suena es el de Cristiano Ronaldo, un hombre que está batiendo records goleadores, que, desde mi punto de vista, ha pasado de ser un gran jugador con tics de ególatra y "figurita" a convertirse en un futbolista con atributos de figura histórica, pero con relación al cual la prensa de Madrid está realizando una campaña excesiva, pegajosa y agotadora que puede terminar perjudicándole. El sueco Ibrahimovic, polémico e irregular, pero capaz de hacer maravillas con el balón parece otro candidato adecuado, aunque a mí, sin despreciar ni quitar méritos a nadie, me haría gracia que el elegido fuera el francés Franck Ribery, un atacante rápido, directo, que mantiene la tensión hasta el último minuto del partido y que la temporada pasada lo ganó todo con el Bayern de Múnich. A mí Ribery me recuerda a esos viejos delanteros sin trampa ni cartón, que dan siempre la cara, arriesgan, buscan el gol con perseverancia, casi con codicia, gente como Garrincha, Eusebio, Paolo Rossi, Lato o Batistuta.

El francés, además de sus enormes condiciones como futbolista, reúne otras características que lo hacen diferente; Ribery es un hombre hecho a sí mismo, alguien que a los dos años sufrió un tremendo accidente de coche en el que, tras atravesar la luna delantera del vehículo en el que viajaba, su cara quedó marcada con unas cicatrices tremendas, señales que según cuenta el mismo le supusieron todo tipo de burlas y desprecios en el colegio y en sus relaciones sociales, algo que afirma le hizo madurar y endurecerse. Ribery no ofrece el aspecto de joven endiosado y "pijo" que luce peinados especiales, anuncia marcas de colonias carísimas, conquista modelos y actrices esculturales y lleva un "rebaño" de mocitas desquiciadas tras de sí. En el año 2006 el futbolista se convirtió al islam y por algún rincón de la red he leído que pasó a llamarse Bilal Yusuf Mohammed, está casado con una mujer de origen Magrebí y tiene tres hijos. No tengo ni idea de cómo es personalmente Ribery, si es amable o distante, bondadoso o frío, me consta que cuando jugaba en el Galatasaray tuvo unos cuantos problemas con la policía turca y que tiende a las declaraciones explosivas, pero me quedo con la imagen de ese hombre profundamente feo al que los defensas rivales temen por su velocidad y su capacidad de lucha, que juega como los ángeles, es en la actualidad campeón de Europa y se merece un Balón de Oro tanto como Cristiano, aunque se enfade el Marca ...

5 de diciembre de 2013

Caballo en cacharrería


Ayer estuve conversando con todo un personaje; un hombre hiperactivo, vitalista, sociable, ... una conversación amable y enriquecedora. Me llamó la atención la frase que utilizó al hablar de un individuo que ha entrado a formar parte de una asociación a la que pertenece y que al parecer no hace más que poner pegas y plantear problemas: " es de esos que piensan que el mundo comenzó con su llegada". Y pienso que tiene razón, existen personajes que actúan como si nada se hubiera hecho bien hasta su aterrizaje en la sociedad, que miran tan alto que no ven ni a sus semejantes ni el suelo que pisan, que se creen tan sobrados de razón que corren el peligro de haberla perdido. Son de esos que allí donde pasan entran cual "caballo en cacharrería", que parecen haber descubierto el Mediterráneo y miran a su alrededor con suficiencia, como si el resto del mundo no tuviera ni idea de lo que lleva entre manos.

Esto es como las meigas: "haberlos, haylos", y me temo que en los últimos tiempos han proliferado como setas en otoño. Andamos en tiempos de populismos, superioridades morales, gente que opina de todo, imagino que porque piensa que sabe de todo y novatos con aires de andar, injustificadamente, sobrados de experiencia. A mí me da la impresión de que falta humildad, equilibrio, visión de conjunto; no se trata de limitar ni un ápice de nuestro derecho a la discrepancia, ni de alentar conformismos ante tantas cosas que no van bien, bastaría con redescubrir conceptos como el diálogo, el consenso o la tolerancia ... y sobre todo, tener capacidad de autocrítica, asumir que ni somos los mejores ni tenemos la verdad absoluta, aceptar las bondades y las opiniones válidas de los demás ... conocer, en suma, una verdad irrefutable: por valiosos que nos consideremos -y mal empezamos si tenemos tan excesiva autoestima- somos muy poca cosa, un átomo en el entorno del mundo y en la historia de la humanidad, alguien prescindible, seres que como decía aquella vieja canción "hoy somos, mañana, no", ... es entonces cuando acreditaremos que somos cuando menos inteligentes.

4 de diciembre de 2013

Gente comprometida


Estuve ayer en el acto que organizó "CADIS", la Coordinadora de Asociaciones de personas con discapacidad de Huesca, con motivo del Día Internacional de las Personas con Discapacidad. Del desarrollo del acto dan buen y fiel testimonio los medios de comunicación, versiones digitales incluidas. Aquí me limito a contar mis impresiones subjetivas, a reflejar lo que comprobé -nada nuevo por otra parte- tras algo más de una hora compartida con gente que trabaja junto a discapacitados y con éstos mismos. Aunque todos somos sensibles ante alguien que tiene parálisis cerebral, que ha sufrido un accidente con unas secuelas tremendas o que tiene una deficiencia psíquica notable, necesitamos ser conscientes varias veces al año de que en la sociedad existen quienes teniendo los mismos derechos que nosotros, necesitan ayuda -a veces mucha- para poder ejercitarlos en plenitud. Y como recordaba alguien ayer, no es cuestión de mendigar subvenciones, sino de exigir derechos. Compartir el tiempo y las vivencias con gente así me ayuda a desdramatizar mis propios problemas y a enfrentarme a la vida con perspectivas menos egoístas.

Pero siempre que tengo ocasión de estar en este mundo reitero la misma experiencia: en las personas que trabajan en este ámbito hay algo especial; evidentemente son unos profesionales y saben lo que hacen, pero lo que más me llama la atención es el inmenso cariño con el que tratan a aquéllos a quienes atienden, el afecto extremo con el que hablan de ellos y con ellos ... en ningún otro lugar he encontrado ese nivel de entrega, esa forma llamativa de volcarse, ese espíritu sin duda especial. Salta a la vista que un trabajo así, y más en los tiempos que corren, exige más que en ninguno compromiso, abnegación y espíritu de servicio ... no puedo evitar sentir cierta dosis de vergüenza cuando veo lo lejos que estoy de su altura. En todos los ámbitos uno se encuentra con profesionales excelentes, pero aquí hay un plus, algo distinto.

En el acto de ayer se entregó un premio a Radio Huesca; su director, Eduardo Villuendas, agradeció el galardón con pocas palabras, pero dio en el clavo, y como decimos a veces los juristas, me adhiero a las mismas: en medio del temporal de la vida, las personas de a pie necesitamos a veces que alguien nos de buen ejemplo, que alguien nos sonría con un gesto que viene a decir que la cosa va cuesta arriba, pero a pesar de todo vale la pena el optimismo.

3 de diciembre de 2013

El síndrome de Grumpy

Vete a saber por qué, una vez sobrepasada la barrera de los 50 a uno tiende a aumentarle notoriamente la tendencia a la protesta, la queja, las lamentaciones, ... sin pretender llegar a eso, hay ocasiones en las que te sientes como el enano gruñón de Blancanieves ... y mira que tienes libertad de elegir otros de carácter más reconfortante: el sabio, el feliz, ... hasta el tímido o el dormilón, pero la naturaleza es así y terminas asemejándote, con mayor o menor frecuencia, al inefable Grumpy. De esta manera ves como se limita tu paciencia, aceptas de peor modo las frustraciones, te cuesta entender determinadas reacciones juveniles o, lo que viene a ser parecido, asumir distancias generacionales. No me tengo por persona de carácter avinagrado, por lo que intuyo que es éste un mal bastante generalizado: es posible que se haya desarrollado en nosotros el gen del escepticismo, ese estar de vuelta que producen los años, las experiencias y algún que otro desencanto. Hace bastante tiempo conocí a alguien con casi 30 años más que yo a quien ponía nervioso el tono alto que yo solía usar en mis conversaciones, algo bastante consustancial entre los aragoneses, entonces me parecía un exagerado, mientras que ahora no solamente le comprendo plenamente, sino que comparto la tensión cuando escucho a alguien hablar a voces.

No debe de ser bueno el síndrome del "gruñón", aunque me parece que entre otras razones te llega adjunto a cierta sabiduría, ese dicho de que "más sabe el diablo por viejo que por diablo". Tal vez tenga que ver con la realidad de que conforme pasan los días vas teniendo más pasado que futuro, o que ese mismo pasado te ha llevado a conocer mejor la condición humana, a saber distinguir el compromiso de la rutina, el sentimiento de la pose, a darle menos valor a las palabras, las promesas, ... a sentir cierta incredulidad ante determinadas historias, ... Algo debe de haber de egoísmo, un defecto contra el que habremos de pelear siempre, pero pienso que también lo hay de flexibilidad, de haber perdido radicalidad y aprendido a juzgar y valorar con menos pasión y, por tanto, con más ecuanimidad, situación que puede llevarte a la rebelión frente a los tuyos si sospechas que les puede algo de fanatismo. Los años te llevan a llevar otro ritmo, y te pueden agobiar otro tipo de registros, otras visiones de la vida, no por falta de pluralismo, sino por simple precaución.

No pretendo emitir un elogio de la situación, aunque sí necesitaba realizar esa especie de ejercicio de autocomprensión que en ocasiones te exige el cuerpo. De paso, también me planteo la farmacopea para curarse del síndrome referido, como aliviar esa situación que posiblemente tenga algo de natural, de consecuencia lógica. Solamente se me ocurren dos: aprender a ser más comprensivo, a tener esa capacidad de comprender, de disculpar ... no se si a esto se llama tolerancia, pero sospecho que debe de ser algo parecido. Y, junto a ello, no cabe duda que todo será más fácil aprendiendo a reírse de uno mismo, a no darse importancia, ... a conocerse mejor. Y, por supuesto, procuremos ensanchar nuestro corazón, que ya bastantes dolores traer la vida como para poner mala cara y andar a tortas, y el nuestro vecino de al lado seguro que es, ordinariamente,buena gente.

1 de diciembre de 2013

Mi biblioteca de noviembre



El mes de noviembre se ha caracterizado por el ritmo lento de algunas lecturas que tenía comenzadas y aún no he terminado -ya llegará la hora de hablar de ellas- y del descubrimiento de dos autores excelentes: Alice Munro, a la que he llegado tras su conquista del Nobel y Fiedrich Dürrenmatt, que como explico conocí casi por accidente. Junto a ellos puedo hablar de la confirmación de dos escritores bien distintos de los que estoy dispuesto a leer todo: Ignacio Martínez de Pisón y Arnaldur Indridason, una autora de intriga que no me disgustó, un libro tan breve como maravilloso para buenos lectores y una cierta decepción con la última ganadora del Planeta.


El Premio Nobel de Literatura de 2013 le ha sido concedido a Alice Munro, una escritora canadiense de avanzada edad de quien había oído hablar muy bien, y como en mi biblioteca se encontraba "La vista desde Castle Rock", un libro con toques autobiográficos que publicó hace un par de años RBA, no dude en hacerme con él en cuanto supe la noticia. Munro ha ganado su merecido prestigio con los relatos cortos, y aunque este libro no es propiamente de cuentos, pues se trata de la historia familiar de la autora desde que sus antepasados a inicios del siglo XIX iniciaron desde Escocia su viaje en barco, con lo puesto y en busca de fortuna más allá del Atlántico, lo divide en diversos capítulos que tienen una unidad propia cada uno de ellos. Alice Munro no cuenta un argumento unitario, sino que va desgranando la vida de las distintas generaciones de su familia hasta llegar a su propia biografía. La mayor virtud de la autora galardonada está en su excelente prosa, estamos fundamentalmente ante buena literatura. Alice Munro nos cuenta los sucesos más ordinarios con toda naturalidad, no excluye fallecimientos, accidentes, ruinas, desamores, ... pero son hechos que quedan plasmados sin estridencias y una vez narrados, la historia sigue sin mayores dramas. En las historias que relata la escritora canadiense suelen destacar las mujeres, sus personajes más importantes son casi todos mujeres y la mayoría suelen ser fuertes, constantes y luchadoras. Una novela que se lee con agrado y una puerta abierta a seguir contando con el Nobel de este año.

Mi amigo Brunetti me prestó el otro día "Tocar los libros", un pequeñísimo trabajo de Jesús Marchamalo acerca de la afición a la lectura que me ha parecido entrañable y maravilloso. En 74 páginas, unas cuantas fotos incluidas, el autor nos desmenuza mil detalles relacionados con los libros, desde el tamaño de las estanterías hasta las distintas peculiariedades de diferentes escritores en su relación con los libros, pasando por un buen número de anécdotas, comentarios y valoraciones que un buen lector apreciará mucho. Como ejemplo un botón: Marchamalo nos cuenta como Julio Cortazar, cuando realizó una tourneé por Italia con su mujer en tren y con el fin de ahorrar equipaje, compraba ediciones rústicas de los libros que pretendían leer y una vez leía la página, la arrancaba y se la pasaba a su mujer, quien la tiraba por la ventana al terminarla ... toda una originalidad del autor de "Rayuela". Un libro encantador que cubre un viaje en AVE a Madrid, una noche de insomnio o una tarde lluviosa.

Como cada mes de octubre, en Barcelona se concede el Premio "Planeta", sin duda uno de los más importantes galardones españoles en materia literaria; este año la triunfadora fue Clara Sánchez, escritora de la que siempre he oído hablar bien y de la que nunca leí nada, por lo que opté por enfrentarme a la lectura de "Lo que oculta tu nombre", novela con la que ganó hace tres años el otro gran premio literario por excelencia, el "Nadal". El libro, que me ha durado más de lo previsto -425 páginas en letra grande y con espacios- y ya es una señal, me ha parecido flojo; Clara Sánchez escribe bien y construye adecuadamente su historia, pero, evidentemente desde mi subjetivo punto de vista, el relato adolece de tres inconvenientes: es un tema excesivamente manido -unos venerables ancianos noruegos que residen en un pueblo de la costa levantina y resultan ser unos antiguos y peligrosos criminales nazis-, a pesar de ello la autora no consigue trasmitir una historia creíble y a lo largo de una narración que parece pretender revestir el formato de "thriller" nunca logra cerrar un climax de intensidad suficiente. Así, la novela se termina convirtiendo en un relato entretenido, que mantiene cierta intriga sobre como la autora va a resolver la situación, pero que carece de calado suficiente para ser una buena novela, a lo que cabe añadir unos personajes, en mi opinión, poco hechos. En el mercado está ya "El cielo ha vuelto", la novela con la que Clara Sánchez ganó el Planeta, tal vez sea el momento de darle otra oportunidad.

Desde la última semana de octubre vengo leyendo "Falsa sirena", tercera entrega de la serie que protagonizada por la forense paleontóloga Nora Gavin ha escrito la norteamericana Erin M. Hart; se trata de una novela policíaca que se desarrolla entre Minnesota e Irlanda, pues la citada Dra. Gavin es de origen irlandés, aunque trabaja en USA; en cualquier caso, desde mi punto de vista el libro esta claramente marcado por los aires de la isla vecina de Inglaterra. Se trata de un buen relato de intriga, con un argumento bien construido, personajes solventes y un desarrollo que te coge; a esto cabe añadir el que junto al tema central -el asesinato de la hermana de la protagonista, ocurrido hace cinco años y sin resolver- la autora se descuelgue con toques de fantasía y leyenda muy propios del ambiente irlandés, así se insinúa cierta intervención más allá de lo natural de unos animales tan curiosos como las focas, aunque el relato nunca va más allá de los ordinario. La profesión de la protagonista otorga especial relevancia a la investigación del crimen a través de medios científicos como el análisis del ADN, la utilización de drogas, etc, aunque ello no quite elementos más habituales en el género. El gran inconveniente de la novela es su excesiva extensión, tiene cerca de 600 páginas y pienso que es algo en cierta manera perjudicial: se complica innecesariamente la trama y al final el lector puede terminar haciéndose un lío.

Ya he hablado en otras ocasiones de la calidad de los escritos de Ignacio Martínez de Pisón, un zaragozano que en mi opinión se encuentra entre lo mejor del actual panorama de la literatura española. Ya pasaron por mis manos "Enterrar a los muertos", "El día de mañana" y "Dientes de leche", y en noviembre leí en diez días "Carreteras secundarias", un relato que tuvo una exitosa versión cinematográfica que protagonizaron Antonio Resines y Maribel Verdú y que me ha parecido excelente. Me ha gustado cómo Martínez de Pisón nos describe el ambiente propio de la España de los 70 y a la vez la formidable introspección psicológica de unos personajes entrañables, un padre que se convierte en la genuina figura del perdedor, del hombre castigado por la vida y que termina convirtiéndose en un pícaro contemporáneo y un hijo, Felipe, que es el auténtico protagonista del libro y con quien terminas identificándote plenamente. El autor utiliza el recurso de escribir dirigiéndose a los lectores en segunda persona del plural, algo que, cuando menos a mí, me ha parecido un estilo novedoso y original. El relato es duro, pero a la vez no le falta ni el toque de ironía y humor ni cierta ternura, algo que se acentúa conforme llega el final.

Arnaldur Indridason ya es sin duda un valor seguro, no sólo en el mundo de la novela de intriga nórdica, sino incluso en el del género en Europa; "Invierno ártico" es la quinta novela protagonizada por el inspector Erlendur Sveinsson de la policía de Reijkiavik y no solamente el relato no ha disminuido la calidad de los anteriores, sino que se nota una clara consolidación literaria. El autor islandés elabora una historia muy bien configurada, ordenada y clara, consigue que no pierdas el interés en ningún momento y ambienta perfectamente la narración. Como siempre, Indridason aprovecha para tocar temas interesantes y actuales, en este caso el de la integración de los inmigrantes -la víctima es un adolescente tailandés- y los conatos de racismo que surgen en algunos lugares cuando proliferan las personas de otro lugar y otra raza. No ha perdido fuerza la figura del inspector Erlendur, un personaje complejo y con una vida dura y agitada, junto al que trabajan otros dos policías con "vida propia": Sigurdur Óli y Elínborg. Eso sí, quien quiera leer la novela tiene que saber que es dura desde el principio hasta el final, pero que no dude de que vale la pena.

Hay escritores y libros a los que llegas casi por casualidad; así me ha ocurrido con Friedrich Dürrenmatt, un suizo del que no había oído hablar nunca y cuya novela "Sospecha" apareció hace pocas semanas entre las novedades de la web de la librería "Negra y criminal". Me llamó la atención la portada de la novela y descubrí que Dürrenmatt fue un autor que tuvo un notable éxito por los años 50, comprobando que tenía un personaje protagonista habitual, el anciano comisario Bärlach, por lo que opté por empezar por la primera entrega "El juez y su verdugo", un relato ambientado en Berna y que ofrece un personaje, el citado, sencillamente genial, una novela breve -176 páginas- que lees de un tirón y un género que no es propiamente policial, pues a pesar de la intriga, de que hay crímenes y policías, el autor ofrece ciertas dosis filosóficas y un toque diferencial notable. La localización de la trama en Berna y la nacionalidad suiza de los personajes añade novedad en mi caso, que ya he cubierto otra zona del mapa en ese viaje "negro-criminal" que comencé hace tiempo. Un gran descubrimiento, sin duda.