18 de octubre de 2010

Una genuina novela histórica














"Yo Claudio"
Robert Graves
Edhasa. Barcelona (1996)
500 páginas



Supuesta "autobiografía" de Claudio, singular emperador romano predestinado a serlo a pesar de que sus deseos fueran por otros caminos. Graves dibuja sin concesiones un espeluznante retrato sobre la depravación, las sangrientas purgas y las intrigas cainitas llevadas hasta el crimen durante los reinados de Augusto y Tiberio. Pero Yo, Claudio es también Calígula y su etapa sádica, Mesalina, Livia y, cómo no, Roma, un decorado único para esta trama argumental apasionante que se llevó a la pequeña pantalla con rotundo éxito.

Hace unos meses leí en algún blog, de esos que te merecen confianza, que las tres mejores novelas históricas -por supuesto en la opinión del propietario de la página- eran "El nombre de la rosa", de Umberto Eco, "La marcha Radetzky", de Joseph Roth y "Yo, Claudio", de Robert Graves. Sobre la primera ya confirmé en su día su notable calidad, y como me habían prestado "Yo Claudio", opté por emprender su lectura,d ejando para mejor ocasión la novela del austriaco Roth.

Leer el libro de Robert Graves, un inglés que vivió más de 40 años en Mallorca, donde falleció, ha constituido una delicia de esas que aumenta conforme avanzas; he tardado dos largos meses, porque no estamos ante una simple novela que atrae por el interés de su argumento, sino frente a un escenario histórico apasionante que invita a saborear todos y cada uno de los acontecimientos que relata. Esta primera entrega de la vida del emperador Claudio -el segundo tomo, "Claudio el dios y su esposa Mesalina" narra su mandato en Roma- recoge tres épocas apasionantes de la historia del Imperio Romano que comienzan con el nacimiento de Claudio durante la última época de gobierno de su abuelo Augusto, continúan con el mandato del tiránico y arbitrario Tiberio y termina con la demencial regencia de Calígula, un emperador loco y sanguinario cuyo asesinato dio paso a la subida al poder de Claudio.

Evidentemente el libro nos habla del personaje que le da título, un ser despreciado por sus defectos físicos, era cojo y tartamudo, y cierta apariencia de endeblez mental, pero que oculta una enorme sensibilidad, cierta astucia y buena capacidad para a poesía y la historia. Con su mente bondadosa y algo ingenua va relatando, medio asombrado, los avatares frecuentemente trágicos de la época que le tocó vivir. Pero mucho más allá de las circunstancias de Claudio, la novela aporta un retrato magnífico de los inicios de la decadencia del Imperio Romano, un tiempo dominado por la injusticia, la intriga, las pasiones humanas y la permanente situación conspirativa.

Entre todos los muchos personajes que aparecen en el libro destaca el de Livia, esposa de Augusto y abuela del protagonista, a quien Graves pinta como una mujer ambiciosa, malvada y cruel que ejerció una influencia decisiva y perversa en el devenir de los acontecimientos del momento. Junto a ella van pasando sin dar respiro personajes que prosperan y caen en desgracia con la misma rapidez y facilidad en medio de un imperio dominado por las arbitrariedades y la crueldad. La lucha contra los bárbaros, las intrigas del Senado, los complots familiares, los juegos y luchas de gladiadores, la gestión del erario público, la adoración a los dioses paganos y los caprichos, traiciones y vicios de los poderosos se convierten en materia que da un interés sobresaliente a la lectura.

No me he parado a profundizar sobre las fuentes de las que bebió Robert Graves, sobre la mayor o menor veracidad de los sucesos que nos cuenta, pero no me cabe duda de que en este caso si que cabe hablar de novela histórica, porque los personajes son reales, los hechos que narra ocurrieron realmente y la sucesión de acontecimientos son verdaderamente históricos, a Graves cabe reclamar, y creo que agradecer, el acierto de los diálogos y los elementos circunstanciales.


12 comentarios:

ana dijo...

Yo nunca me he sentido atraída por la historia de Roma, he leído muy poco o casi nada, pero por lo que h epodido leer aquí y en otros blogs, mi laguna es importante. Tendré que ponerle remedio ;)

Lo has pintado interesante.

Que sea una buena semana.

Modestino dijo...

Roma es una época muy interesante, aunque como ent do hay que intentar distinguir el grano de la paja a la hora de leer libros sobre el tema.

veronicia dijo...

Aquí dejo mis impresiones... Aclaro que no he leido Yo Claudio pero si es de las tres mejores novelas la tomaré en cuenta; mientras tanto, reflexiono un poco...
Las Meditaciones de Marco Aurelio siguen siendo un buen libro de cabecera.
Si quieres saber sobre instituciones, historia, arquitectura, puedes leer de las fuentes.
Y por último "peliculas de romanos" se que no eran así pero el Emperador Cómodo siempre se parecera a Joaquin Fenix en mi mente.
Un saludo lunero...
(el emperador Julio le puso nombre a un mes y Augusto no fue menos...)y tántas cosas asombrosas...

Modestino dijo...

Joaquín Phoenix hace un gran Comodo, aunque antes hubo otro Comodo cinematográfico en "La caida del imperio romano" (1964), Christopher Plummer -"Sonrisas y lágrimas"; "Waterloo", "El hombre que pudo reinar", ...-, un film de Anthony Mann con un reparto galáctico: Sofía Loren, Stephen Boyd, Alec Guiness, James MAson, Anthony Quayle, Omar Shariff, Mel Ferrer, ...

Hay otro libro que tengo en mente sobre el tema: "Memorias de Adriano", de Margherite Yourcenar.

annemarie dijo...

Robert Graves es un autor interesantísimo. Estuvo en la Grande Guerra, y escribió sobre esa experiencia un libro que tiene mucho de novela, porque mucho de lo que cuenta es falso, aunque vendió muy bien: fue un best-seller de la época, y le permitió emigrar para Mallorca, lejos de una acusación de tentativa de homicidio por parte de su mujer, parece que falsa también, si bien recuerdo. :)) Pero escribe muy bien, y ese libro, "Hadas y fusileros" (traducción curiosísima :)) si lo tomamos como una novela, es buenísimo: el sentido del humor es hilarante, el ambiente, cuando cruzado con otras fuentes, es perfecto - las falsedades son tal vez disculpables: el hombre había estado años en las trincheras de la Flandres, y necesitaba con que montar una vida al sol... :)) Vidas...

Su libro "Mitos y leyendas griegos" es super, una cosa muy bien pensada, muy culta, agradabilísimo de leer. Graves era el típico producto de la enseñanza clásica inglesa, del sistema de elites, que producía tanta gente tan completamente inclasificable, lo que no es nada negativo aqui, al revés, es solo falta de vocabulario en español. :))

Recuerdo la serie de la BBC, Yo Claudio, como una de las pocas cosas buenas que pasó en la televisión en la epoca de la revolución de 74 - pero con esa edad me chocó muchísimo la amoralidad de aquella gente. :))

Modestino dijo...

Magnífico anexo a la entrada Annemarie, muy agradecido.
La revolución de los claveles cuando menos trajo la democracia ... aunque los caminos fueran tortuosos.

annemarie dijo...

Trajo la democracia? Bueno, si lo dices tu, querido Modestino... :)) Trajo muchas cosas, no todas malas finalmente, es verdad, pero esa en particular... Los programas de la televisión de esa epoca eran surreales: la educación del proletariado revolucionario, por unos tios que se llamaban a sí mismos "educadores de las vastas masas trabajadoras" (te prometo que es verdad) con los pelos, los bigotes y la ropa de los años 70. Ya ves como cayó el Claudio: depravado o no depravado
. :))

Modestino dijo...

Toda intervencion de los comunistas lleva aparejada inevitablemente la deriva totalitaria, pero luego la cosa se encauzo bien hacia una democracia de corte europeo y occidental.
Por el camino dejó heridas, evidentemente.

Zambullida dijo...

Es, sin duda, una de mis novelas favoritas. La leí con 18 años. Me atrapó de tal manera que, hasta que no logré terminarla, ni comía ni dormía. Luego, me leí la segunda parte, "Claudio, el dios".

Recuerdo también la serie de TV, pero mis padres no me la dejaban ver.

Zambullida dijo...

Otra cosa: te recomiendo la biografía de Tiberio, de Gregorio Marañón.

Modestino dijo...

Leí hace años la biografía del Conde-Duque de Olivares de Marañón y me parece argumento suficiente para leer cuanto antes la de Tiberío.

Zambullida dijo...

La de Enrique IV de Castilla es también magnífica.