Esta mañana ha muerto José Antonio Labordeta; todos sabíamos que su salud empeoraba día a día y esperábamos este desenlace, pero no por ello la conmoción en todo Aragón deja de ser tremenda. Fue un hombre especial y creo no equivocarme si digo que lo fue de una pieza. Las canciones de Labordeta me sirven de aliciente, de descanso, de modo de recuperación y con sus libros he disfrutado como un tonto. José Antonio Labordeta fue también un gran zaragocista, esperemos que desde el cielo pueda ver lo que hoy por hoy parece un milagro, el resurgier del equipo del león. En marzo de 2009 abrí un post sobre el cantautor zaragozano, mi homenaje consiste en volver a publicarlo.
José Antonio Labordeta nació en Zaragoza hace setenta y tres años y hace ya muchos que es todo un símbolo en todo Aragón. Y como no hay mejor definición de una persona que la que el mismo se da, aquí dejo unas palabras suyas escritas hace ya unos cuantos años en la solapa de su libro "Tierra sin mar":
"Nací en Zaragoza en el año 1935, en el seno de una familia pequeño-burguesa e ilustrada. En mi casa igual se leía a Virgilio que a Lautremont. Tuve una infancia secretuda y llena de escondites donde guardaba mis ansias de ser un hombre. No fui buen estudiante pero sí buen amigo de mis amigos. De mi hermano Miguel heredé el ansia de escribir y de mi hermano Manuel la de cantar. ¡Él sí que cantaba bien!
De mi padre heredé los silencios y de mi madre la desconfianza hacia el ser humano.
Escribí versos, me reí con mis amigos y el franquismo me puso la cara seria hasta tal punto que, durante unos años, olvidé el reírme. Tan tarde empecé que ahora mi risa es un rictus un tanto conejil.
Un día me puse a cantar, pero nunca me lo tomé muy en serio porque estaba convencido de que ése no era mi oficio.
Oficié en Andalán con unos colegas inconscientes y seguí convencido de que lo mío era pasear por las mañanas en la zaragozana gusanera.
A mis veintitrés años vi por primera vez el mar, desde lo alto del Campamento de Milicias Universitarias de Castillejos. Desde allí descubrí el cabo de Salou. Luego vi el Cantábrico y entendí a los poetas ingleses.
Ahora sólo me produce intranquilidad el fax. Lo demás, a mi edad, ya casi lo tengo todo controlado, menos la vida, naturalmente"
http://www.10lineas.com/labordeta/ybio.htm
Efectivamente, Labordeta es todo un personaje, alguien con un peso específico como pocos lo tienen en el Aragón contemporáneo. En todas las múltiples facetas que ha desarrollado -cantautor, profesor de Historia, político, poeta, novelista, editor, articulista, memorialista, particular cronista del acontecer diario, desautomatizador de rutinas aburguesadas, actor, realizador de televisión (Un país en la mochila),...- Labordeta ha dejado un sello especial y, como dicen tantos, lo que más impresiona de José Antonio Labordeta es su persona. En este hombre que en el fondo no es más que un tímido, se refleja la retranca, esa socarronería que define a tantas personas de Aragón.
Labordeta se hizo popular en toda España cuando se pasó cuatro años peleando en el grupo mixto del Parlamento español como único representante de Chunta Aragonesa, una formación política que dudo nunca pudo soñar tener en Madrid a un hombre de su nivel. Sus enfrentamientos con el Poder, sus palabras exentas de formalismos y su sinceridad aplastante dejó a muchos sin argumentos, encanto a otros a le vez que hizo perder los nervios a más de uno. Labordeta pasó por el parlamento como pocos lo han hecho, sin engañar a nadie, mostrando siempre sus cartas sobre la mesa y repartiendo a diestro y siniestro.
Aunque mucho más grato e inolvidable fue su paso por la televisión como "factotum" del programa "Un país en la mochila", 22 episodios en los que el cantautor aragonés realiza un amplio recorrido por la España rural, sus paisajes y su gente, unos recorridos que eran sobre todo y antes que todo humanos. Inolvidable y deliciosa la entrevista con aquella señora de no se que pueblo de Aragón en la que ésta ponderaba las virtudes de las aguas de su pueblo:
Hace un par de años leí uno de sus libros "Banderas rotas", una especie de autobiografía que refleja perfectamente el carácter de Labordeta, en dicho libro relata su vida, sus vivencias familiares, la historia del Colegio de Santo Tomás de Aquino, ese viejo caserón del Paseo Ruiseñores que regentaba su familia, las tertulias en la desaparecida cafetería "Niké", ubicada en la calle Requeté Aragonés -hoy 5 de marzo-, el nacimiento del semanario "Andalán", sus recitales por toda la geografía aragonesa,... un libro sencillamente delicioso. Recientemente ha presentado "Memorias de un beduíno en el Congreso de los diputados", un título sugestivo y significativo que dice mucho de lo que allí nos vamos a encontrar.
No obstante, a mí, que políticamente no me encuentro precisamente demasiado cerca de Labordeta, lo que me cautivó fueron sus canciones, casi desde el principio. Como decía Antonio Machado en "Juan de Mairena", Labordeta elabora el folclore como el pueblo quiere que se haga. Su primer disco se titulaba "Cantar y callar" (1974) y en él, entre otras, tiene su canción "Aragón", toda una descripción de algo por lo que Labordeta ha clamado siempre: " (...) la transterración de tantas personas que han tenido que abandonar su viejo y "pequeño país" "con la casa a cuestas" y vivir con el corazón partido el abandono y la progresiva desertización -física y humana- de esta tierra que sigue siendo, a pesar de tantos, Aragón"; "La vieja" y "Todos repiten lo mismo" son otras dos piezas inolvidables. Pero el disco con el que yo me encontré con Labordeta fue "Tiempo de espera", publicado en 1975 y que algún año después trajo mi hermano por casa y me lo empapucé -casi a escondidas porque el orgullo impedía reconocer que me gustaba más que Julio Iglesias- de cabo a rabo; "canción de cuna para la tierra estéril", Ya llegó la Sanjuanada", "Ya ves" y "Homenaje a Víctor Jara" fueron convertidas en mis canciones favoritas, pero sin olvidar temas como "Canta compañero canta", "Carta a Lucinio" o su emblemático "Canto a la libertad". Después salieron al mercado "Cantes de la tierra adentro" (1976), "Que no amanece por nada" (1978) y "Cantata para un país" (1979), con una balada preciosa: "Quien te cerrará los ojos".
Los años 80 no le hacen perder al cantante un ápice de fuerza, a la vez que mejora tanto el acompañamiento como la calidad de sus canciones; "Las cuatro estaciones" (1981) es un disco lleno de valores en el que destacaría tres temas en especial: "Sanjuanada", "Las uvas dulces " y "Nana"; "Qué queda de tí, qué queda de mí" (1984) lleva el título de una de las canciones más bellas de Labordeta, en la que se refiere a los recuerdos y secuelas de los que eran adolescentes en los primeros años de la posguerra, y contiene otras tan bonitas como "A George Brassens" o "Una tarde sin fin", aunque sobre unas y otras destaca "Somos", otro de sus temas "estandarte" que uno nunca se casa de escuchar y que vuelve a convertirse en todo un canto a Aragón y a sus gentes. "Aguantando el temporal" (1985) contiene una canción de amor maravillosa, "Mar de amor", mientras que "Qué vamos a hacer" (1987) es uno de los discos que he escuchado más veces, con temas tan logrados como "Joven paloma", "Y tendrá tus ojos", "Junto a tí", "Llegar al mar" y "Pavana"; "Trilce" (1989) cierra la década conteniendo una canción que es todo un grito de lucha y nostalgia: "Banderas rotas", que también da título a unas breves memorias de Labordeta que recuerdo haber devorado en menos de una semana, un libro necesario para entender el ambiente político de la Zaragoza clandestina de los 50 y 60 y el de los primeros años de la transición.
"Canciones de amor" (1993) supone un punto y aparte; se trata de un disco con una carga de ternura, poesía y sentimiento que lo hace especial. Sin perder un ápice de su inevitable tono reivindicativo, nos encontramos un Labordeta que canta al amor, con una música dulce y serena y unas letras con un contenido poético estremecedor; la mayoría son recogidas de discos anteriores y destacan, además de la citada "Mar de amor", "Me estoy quedando sin tí", "Y tendrá tus ojos" y "Canción de amor". No menos espectacular es "Paisajes" (1997), un disco con canciones que describen el mundo rural aragonés, con canciones con títulos tan significativos como "La sabina" y "Monegros", otras sencillamente preciosas como "Si tus labios", "A dónde" y "De tí por mí" y dos temas llenos de retranca y sentido del humos como "Suceso francés" y "Corrido de Francho Blas". Magníficos también sus grabaciones en directo: "Labordeta en directo" (1977), "Tu, yo y los demás" (1991) y "Recuento" (1995).
Labordeta ya anda semi-jubilado y parece que su salud no es la mejor, pero ahí sigue, al pie del cañón; hace pocas semanas presetó su último libro y el próximo mes de octubre será el pregonero de las fiestas del Pilar; en cualquier caso, ya tiene su lugar entre el reducto de personas que han hecho historia en Aragón.
"Nací en Zaragoza en el año 1935, en el seno de una familia pequeño-burguesa e ilustrada. En mi casa igual se leía a Virgilio que a Lautremont. Tuve una infancia secretuda y llena de escondites donde guardaba mis ansias de ser un hombre. No fui buen estudiante pero sí buen amigo de mis amigos. De mi hermano Miguel heredé el ansia de escribir y de mi hermano Manuel la de cantar. ¡Él sí que cantaba bien!
De mi padre heredé los silencios y de mi madre la desconfianza hacia el ser humano.
Escribí versos, me reí con mis amigos y el franquismo me puso la cara seria hasta tal punto que, durante unos años, olvidé el reírme. Tan tarde empecé que ahora mi risa es un rictus un tanto conejil.
Un día me puse a cantar, pero nunca me lo tomé muy en serio porque estaba convencido de que ése no era mi oficio.
Oficié en Andalán con unos colegas inconscientes y seguí convencido de que lo mío era pasear por las mañanas en la zaragozana gusanera.
A mis veintitrés años vi por primera vez el mar, desde lo alto del Campamento de Milicias Universitarias de Castillejos. Desde allí descubrí el cabo de Salou. Luego vi el Cantábrico y entendí a los poetas ingleses.
Ahora sólo me produce intranquilidad el fax. Lo demás, a mi edad, ya casi lo tengo todo controlado, menos la vida, naturalmente"
http://www.10lineas.com/labordeta/ybio.htm
Efectivamente, Labordeta es todo un personaje, alguien con un peso específico como pocos lo tienen en el Aragón contemporáneo. En todas las múltiples facetas que ha desarrollado -cantautor, profesor de Historia, político, poeta, novelista, editor, articulista, memorialista, particular cronista del acontecer diario, desautomatizador de rutinas aburguesadas, actor, realizador de televisión (Un país en la mochila),...- Labordeta ha dejado un sello especial y, como dicen tantos, lo que más impresiona de José Antonio Labordeta es su persona. En este hombre que en el fondo no es más que un tímido, se refleja la retranca, esa socarronería que define a tantas personas de Aragón.
Labordeta se hizo popular en toda España cuando se pasó cuatro años peleando en el grupo mixto del Parlamento español como único representante de Chunta Aragonesa, una formación política que dudo nunca pudo soñar tener en Madrid a un hombre de su nivel. Sus enfrentamientos con el Poder, sus palabras exentas de formalismos y su sinceridad aplastante dejó a muchos sin argumentos, encanto a otros a le vez que hizo perder los nervios a más de uno. Labordeta pasó por el parlamento como pocos lo han hecho, sin engañar a nadie, mostrando siempre sus cartas sobre la mesa y repartiendo a diestro y siniestro.
Aunque mucho más grato e inolvidable fue su paso por la televisión como "factotum" del programa "Un país en la mochila", 22 episodios en los que el cantautor aragonés realiza un amplio recorrido por la España rural, sus paisajes y su gente, unos recorridos que eran sobre todo y antes que todo humanos. Inolvidable y deliciosa la entrevista con aquella señora de no se que pueblo de Aragón en la que ésta ponderaba las virtudes de las aguas de su pueblo:
Hace un par de años leí uno de sus libros "Banderas rotas", una especie de autobiografía que refleja perfectamente el carácter de Labordeta, en dicho libro relata su vida, sus vivencias familiares, la historia del Colegio de Santo Tomás de Aquino, ese viejo caserón del Paseo Ruiseñores que regentaba su familia, las tertulias en la desaparecida cafetería "Niké", ubicada en la calle Requeté Aragonés -hoy 5 de marzo-, el nacimiento del semanario "Andalán", sus recitales por toda la geografía aragonesa,... un libro sencillamente delicioso. Recientemente ha presentado "Memorias de un beduíno en el Congreso de los diputados", un título sugestivo y significativo que dice mucho de lo que allí nos vamos a encontrar.
No obstante, a mí, que políticamente no me encuentro precisamente demasiado cerca de Labordeta, lo que me cautivó fueron sus canciones, casi desde el principio. Como decía Antonio Machado en "Juan de Mairena", Labordeta elabora el folclore como el pueblo quiere que se haga. Su primer disco se titulaba "Cantar y callar" (1974) y en él, entre otras, tiene su canción "Aragón", toda una descripción de algo por lo que Labordeta ha clamado siempre: " (...) la transterración de tantas personas que han tenido que abandonar su viejo y "pequeño país" "con la casa a cuestas" y vivir con el corazón partido el abandono y la progresiva desertización -física y humana- de esta tierra que sigue siendo, a pesar de tantos, Aragón"; "La vieja" y "Todos repiten lo mismo" son otras dos piezas inolvidables. Pero el disco con el que yo me encontré con Labordeta fue "Tiempo de espera", publicado en 1975 y que algún año después trajo mi hermano por casa y me lo empapucé -casi a escondidas porque el orgullo impedía reconocer que me gustaba más que Julio Iglesias- de cabo a rabo; "canción de cuna para la tierra estéril", Ya llegó la Sanjuanada", "Ya ves" y "Homenaje a Víctor Jara" fueron convertidas en mis canciones favoritas, pero sin olvidar temas como "Canta compañero canta", "Carta a Lucinio" o su emblemático "Canto a la libertad". Después salieron al mercado "Cantes de la tierra adentro" (1976), "Que no amanece por nada" (1978) y "Cantata para un país" (1979), con una balada preciosa: "Quien te cerrará los ojos".
Los años 80 no le hacen perder al cantante un ápice de fuerza, a la vez que mejora tanto el acompañamiento como la calidad de sus canciones; "Las cuatro estaciones" (1981) es un disco lleno de valores en el que destacaría tres temas en especial: "Sanjuanada", "Las uvas dulces " y "Nana"; "Qué queda de tí, qué queda de mí" (1984) lleva el título de una de las canciones más bellas de Labordeta, en la que se refiere a los recuerdos y secuelas de los que eran adolescentes en los primeros años de la posguerra, y contiene otras tan bonitas como "A George Brassens" o "Una tarde sin fin", aunque sobre unas y otras destaca "Somos", otro de sus temas "estandarte" que uno nunca se casa de escuchar y que vuelve a convertirse en todo un canto a Aragón y a sus gentes. "Aguantando el temporal" (1985) contiene una canción de amor maravillosa, "Mar de amor", mientras que "Qué vamos a hacer" (1987) es uno de los discos que he escuchado más veces, con temas tan logrados como "Joven paloma", "Y tendrá tus ojos", "Junto a tí", "Llegar al mar" y "Pavana"; "Trilce" (1989) cierra la década conteniendo una canción que es todo un grito de lucha y nostalgia: "Banderas rotas", que también da título a unas breves memorias de Labordeta que recuerdo haber devorado en menos de una semana, un libro necesario para entender el ambiente político de la Zaragoza clandestina de los 50 y 60 y el de los primeros años de la transición.
"Canciones de amor" (1993) supone un punto y aparte; se trata de un disco con una carga de ternura, poesía y sentimiento que lo hace especial. Sin perder un ápice de su inevitable tono reivindicativo, nos encontramos un Labordeta que canta al amor, con una música dulce y serena y unas letras con un contenido poético estremecedor; la mayoría son recogidas de discos anteriores y destacan, además de la citada "Mar de amor", "Me estoy quedando sin tí", "Y tendrá tus ojos" y "Canción de amor". No menos espectacular es "Paisajes" (1997), un disco con canciones que describen el mundo rural aragonés, con canciones con títulos tan significativos como "La sabina" y "Monegros", otras sencillamente preciosas como "Si tus labios", "A dónde" y "De tí por mí" y dos temas llenos de retranca y sentido del humos como "Suceso francés" y "Corrido de Francho Blas". Magníficos también sus grabaciones en directo: "Labordeta en directo" (1977), "Tu, yo y los demás" (1991) y "Recuento" (1995).
Labordeta ya anda semi-jubilado y parece que su salud no es la mejor, pero ahí sigue, al pie del cañón; hace pocas semanas presetó su último libro y el próximo mes de octubre será el pregonero de las fiestas del Pilar; en cualquier caso, ya tiene su lugar entre el reducto de personas que han hecho historia en Aragón.
5 comentarios:
Qué post, Modestino. Supongo que has querido rendir el mejor homenaje a tu ilustre paisano.
Me he emocionado con "Albada de Aragón" y "Aragón"... Porque he recordado a un ilustre oscense que se fue pronto de su tierra y ya no volvió. ¿Por qué no vuelven hasta que toca descansar para siempre?
Gracias. Me he empapado durante un buen rato de Labordeta... también mi "partenaire".
Queda claro, Sunsi, que el post ya estaba en el blog desde marzo del año pasado, ahora me he limitado a volver a colocarlo.
Ya me he dado cuenta. Pero eso da igual, supongo. Porque las circunstancias son distintas... Y, aunque repetido, es un magnífico y completísimo post.
Siento tanta pena como si se me hubiera muerto un familiar.
Se ha muerto alguién muy próximo ... al menos a las personas de buena voluntad.
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