"Todo hombre es como la Luna: tiene una cara oscura que a nadie enseña."
(Mark Twain)
Mark Twain, que en realidad se llamaba Samuel Langhorne Clemens, nació en Florida, una pequeña localidad situada en el estado de Missouri; si algo me gusta especialmente del autor de libros que fueron irrenunciables en nuestra infancia como "Las aventuras de Tom Sawyer" y "Las aventuras de Huckleberry Finn" y otros que deberían serlo siempre, como "El principe y el mendigo", es su fina ironía, su capacidad de entrar incisivamente con pluma tan afilada como elegante, en las miserias humanas. Twain vivió una época dura en una zona de los Estados Unidos abiertamente esclavista y agudizó su ingenio para defender lo que consideraba justo.
He escogido una frase que pienso que supone un profundo conocimiento por el periodista y escritor de la naturaleza humana; y esa referencia a la cara oculta de las personas puede ser ocasión de sacar a la luz diferentes temas, variadas cuestiones sobre las que se puede opinar mucho y no siempre en la misma dirección, entre otras razones porque hay asuntos sobre los que no deberíamos hacer excesivos dogmas. La pluralidad, la tolerancia, la comprensión de la personal historia y circunstancias de cada uno son razones que al menos a mí me han llevado a ir aprendiendo, no se si lo suficiente, a ser menos riguroso -¿mejor, rigorista?- a la hora de emitir juicios sobre el resto de la humanidad, casi a evitarlos.
La frase de Twain plantea la cuestión de la intimidad de las personas; en un mundo donde se ha impuesto la facilidad de comunicación, donde todos nos hemos convertido en internautas -algunos patológicos- sometidos a una especie de "Gran Hermano" de redes sociales, foros, chats y múltiples direcciones de correo, parece que esa intimidad puede estar reducida a pavesas. Una intimidad que provoca la gran paradoja de que a la vez que se busca sellar con exigentes leyes de protección de datos uno acaba viendo como entre unos y otros acaban descubriendo hasta el color de tus calzoncillos: al final nadie escapa a las garras de la Hacienda Pública, ni al scanner de los aeropuertos ni a los interrogatorios de jueces, fiscales y letrados.
Pero no perdamos de vista que Mark Twain nos habla de una cara oscura, calificativo que tiene un claro matiz peyorativo; los aficionados a las novelas de misterio sabemos mucho de vicios inconfesados, de segundas personalidades ocultas durante años, de honrados padres de familia que terminan por ser unos psicópatas de aupa. Imagino que la vida real también mostrará algún ejemplo de este tipo, pero por regla general me parece que aquí y ahora las caras ocultas tienen más que ver con vidas insatisfechas, carencias formativas o enseñanzas mal encauzadas o, cuando menos, mal asimiladas. Frente a esa cara oscura, a ese lado oscuro, me planteo dos soluciones, por un lado la búsqueda de alguien en quien confiar, que no es sencillo, algo que solamente se puede hallar por el camino del amor y la amistad, por otra parte, y recurriendo a ese juego de elucubrar sobre lo que uno no conoce en directo, creo no andar muy errado si mantengo la consideración de que muchos de nuestros secretos inconfesables son vistos por Dios con muchísima más condescendencia que la de la persona más tolerante del planeta, incluso algunos con una sonrisa.
Lo que si entiendo debe ser visto con mala cara en la tierra como en el cielo es la hipocresía, y aquí sí que el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra, porque todos tenemos en mayor o menor medida en nuestro interior esas tendencias tan humanas a disimular defectos, a buscar quedar de miedo, a intentar decir a cada uno lo que le gusta oír, a adaptar nuestras ideas e intenciones a la corriente del momento, a ser social y profesionalmente políticamente correctos. Todos tenemos esa tendencia, pero uno se encuentra con personas auténticas, de una pieza, sin aristas ni recovecos, y no tengo ninguna duda de que uno no nace así, sino que lo consigue con la firme decisión de ir de frente por la vida.
Pero es bueno saber que todos tenemos esa cara oscura, sin generalizar, sin darle necesariamente a eso matiz negativo alguno; porque, por un lado, no podemos caer en el error, en ocasiones ingenuo, en otras torpe, de idealizar a las personas, de crearnos ídolos que pueden acabar siendo de barro; por otra parte hay veces en las que el problema radica en nuestro excesivo "ego": nos creemos los mejores, pensamos que nuestras soluciones son las únicas, nuestras opiniones las más acertadas y nuestra profesionalidad infalible, y con frecuencia la realidad es mucho menos fantástica, aunque posible y paradójicamente, puede ser, si renunciamos a ese "ego", mucho menos insoportable, además de facilitar que en un momento dado el resto de mortales seamos más comprensivos si sale a la luz la cara oculta.
Aun recuerdo la primera victoria electoral de Richard Nixon, yo acababa de cumplir 10 años y andaba por la vida cual alma de cántaro; veía al flamante presidente del país más poderoso del mundo libre y me llamaba la atención su permanente sonrisa, esa cordialidad que parecía innata, y por eso mismo andaba convencido que el líder de los republicanos USA era una excelente persona, un hombre intachable; cuando estalló el Caso Watergate no me podía creer que un hombre así fuera capaz de esas trampas ... No se puede ir por la vida con tanta inmadurez, pero lo digo no tanto por dar a entender que uno no se puede fiar de nadie, sino por poner en consideración la necesidad de asumir las miserias ajenas, de darse cuenta que Mark Twain acierta en su afirmación y que es algo que nos debe volver menos inflexibles, más humanos con el resto del mundo.
19 comentarios:
Tienes mucha razón, la inocencia es un handicap gravísimo, pero al mismo tiempo una condición incontornable para vivir bien. Como hacer? Y las caras ocultas tienen un enorme encanto, muchas veces. Lo que dices sobre la ilusión de la profesionalidad infalible tiene mucha gracia, porque termino de aprender una fortísima lección sobre eso, y mira que me gusta aprender, pero de modo formal, no así. Nos creemos buenos profesionalmente, pero la verdad es que muchas veces no somos buenos, somos excelentes, y a veces no servimos para nada, ese es otro aspecto irritantísimo de la inocencia. Y qué hacer cuando las dobles caras sin encanto son caras familiares aparentemente encantadoras? Lo que cuentas sobre Nixon es divertidísimo. :))
(Estoy leyendo un libro de Kate Summerscale que trata precisamente de caras ocultas en la sociedad victoriana, y es una deliiiiiicia de libro. El asunto es la historia del origen de las novelas policíacas, a proposito de un asesinato real, con un detective real, muy poco heroe, un encanto de cosa, con citas muy certeras y muy leves de Dickens, W Collins, C Bronte, etc, todos más o menos contemporáneos de los hechos. Irreprochablemente bien hecho, y permite entender mucho sobre la evolución del genero, lo que es interesantísimo, en mi opinión).
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Tomo nota del libro, que me parece superapetecible.
Tenemos que estar preparados para encajar los éxitos y los fracasos profesionales, porque a veces se nos suben los primeros injustificadamente a la cabeza o nos hunden los segundos con la misma falta de razón.
Perdona la confusión, no me sale esto completo, no sé por que razón. El libro se titula "El asesinato de Road Hill", de Kate Summerscale, JC Planells, 2008.
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He podido entrar en el enlace perfectamente, tranquila.
Además acabo de comprobar que lo tengo en mi estantería en lista de espera: hoy adelanta unos puestos :))))
Reconocer nuestra cara oculta, entender que los demás también llevan consigo un lado oscuro y continuar confiando, es un paso que cuesta dar. Creo que la clave la apuntan tus palabras: “algo que solamente se puede hallar por el camino del amor y la amistad”. Para pensarlo.
Gracias Modestino
Sí y no.
Fíate más de los que ves caer en público, meter la pata, decir inconveniencias, ser poco correctos, un desastre habitualmente.
Cuando ves en alguien los defectos así tan claros, tan de frente, tranquilo. Suelen ser más de fiar que quienes parecen perfectos, en la blogosfera también. Esos sí que tiene la cara oculta y a veces mucho más fea que los que meten la pata en directo.
Estoy de acuerdo en que quienes meten la pata sin disimulo suelen ser personas que van de frente; pero también hay que tener cuidado con sacar reglas tan fijas.
Además ¿qué es meter la pata? ... posiblemente para unos una cosa y para otros, otra.
Me gustaria hacer dos breves comentarios:
uno es que si tú no quieres que una cosa se sepa, no la cuentes,
y la segunda es que os lanzo la siguiente reflexión:
"¿Cuál es mi cara oscura?"
Si nos lo aplicamos cada uno a nosotros mismos tal vez nos sorprenda las distintas caras ocultas de la misma luna...o tal vez no. Allá cada cuál.
Bueno el comentario de hoy. gracias
Sí, a veces es mejor callar, pero las personas necesitamos muchas veces un desaguadero, el problema es encontrar el personaje adecuado en quien confíar.
Es posible que nos llevemos sorpresas al descubrir nuestra cara oscura, eso significa que nos conocemos poco. aunque yo al valorar la frase de Mark Twain pensaba más bien en aspectos oscuros que uno conoce bien.
Lo que pasa es que hay "caras oscuras" que suponen conductas que hacen daño a los demás y lados oscuros que solamente perjudican a quien los tiene. Por eso quise diferenciar entre la hipocresía y las simples debilidades personales.
Leyendo la frase del señor Twain me ha venido a la memoria una cosa que me decía mi madre de pequeña y que a mí siempre me pareció una burrada (aunque nunca se lo dije). Ella decía: "Piensa mal y acertarás".
Considero, igual soy una ingenua, que la sinceridad, la confianza - y la amistad que genera esta confianza- permite que nos mostremos tal y como somos. Lo demás, para mí, es hipocresía.
La frase esa, muy de la época de nuestros padres, no me acaba de convencer, pues fomenta la desconfianza y eso no es bueno.
Por supuesto, Mª Dolores, egañar nunca, ni aparentar otra cosa de la que se es, ni pretender caer bien a todo el mundo, que es imposible.
Mostrarse cual se es es una virtud indudable; tras muchos años en Cataluña, donde la gente tiende a no abrirse demasiado y a ser muy "diplomática" regresé hace 0cho a mi tierra, Aragón, donde existe esa nobleza baturra que está muy bien, pero a veces puede llevar a excesos: se es tan claro que se puede ofender.
¿No crees que hay verdades innecesarias? ... ojo, que no digo mentir, eso nunca, pero a veces uno puede salir escaldado.
El post me ha parecido muy bueno. Pero, te has planteado que a veces gusta que sepan de nosotros hasta la marca de nuestros calzoncillos. Yo personalmente durante mucho tiempo me he planteado porque he contado cosas ridículas de mi mismo, o porque a veces he sido exageradamente indiscreto con ciertas cosas personales; encontré la respuesta en un libro que no recuerdo el título y que ni siquiera sé dónde lo tengo (no es una trola, el libro existe), la respuesta es que necesitamos que nos miren con cariño; sí con esos comportamientos no buscamos otra cosa que el afecto de los demás.
En cuanto a la cara oscura, supongo que somos humanos y no ángeles; por lo que el merito es tener la tentación y no tropezar, o tropezar las menos veces posibles.
Sobre la necesidad de cariño habría mucho de que hablar, es algo que en mayor o menor medida todos tenemos y muchas veces se nos nota bastante.
Sobre la cara oculta ... en ocasiones lo que pasa es que no nos gusta que nos conozcan tal como somos, y es un error: porque ni la gente está tan pendiente de nosotros ni tal vez nos vayan a juzgar tan mal. Los únicos lados oscuros que tendremos que corregir son los que perjudican al prójimo.
Madre mía ...Menudo post, Modestino. Me ha gustado mucho cómo lo has tratado. Todos tenemos una cara oscura, supongo. A veces, el temperamento de cada uno es lo que provoca que salga más o menos a la luz. No porque no se vea significa que no exista.
Entre el exibicionismo y el ostracismo andará ese término ideal que muestra con naturalidad que somos falibles, que no todo sale bien, que incluso a veces sale muy mal pero sólo nosotros sabemos que la intención era buena o no tan buena.
Han salido muchas cosas. Pero me quedo con esos juicios que emitimos sin saber qué se cuece en el corazón del hombre. También con esas falsas perfecciones que no son más que mimetismos de lo que suponemos políticamente correcto y nos encorsetan... incluso nos impiden amar de verdad.
Gracias jurisconsulto.
Un saludo desde Tarraco.
Me ha emocionado este post. El interior del hombre... ese eco que cuando nos quedamos sólo nos late con toda su presencia. Dolor. Duelo por todas ausencias que dejó nuestra persona cuando se precisaba su mirada. Dolor por no haber sido.
Ese lado oscuro que nunca mostramos, que nos duele, y que intentamos cambiar, paliar... anular. Todo tenemos nuestras caídas; esa intimidad que sólo es nuestra. Silenciosa y escondida.
"... secretos inconfesables son vistos por Dios con muchísima más condescendencia que la de la persona más tolerante del planeta, incluso algunos con una sonrisa".
Lo he leído más de una vez, tu entrada, toda ella. Gracias. Muchas gracias por todo lo que en ella dejas.
Un saludo.
Tal vez sea una entrada en la que me he mirado en el espejo ..... no se.
Un abrazo, Ana.
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