10 de octubre de 2008

En torno a la crisis económica

Hace ya unos cuantos meses que se encuentra sobrevolando alrededor de nuestra vidas; todos hablan de ella: unos con temor, otros usándola como ariete, como arma arrojadiza, algunos en plan advertencia -a veces maternal, otras policial- y desde el poder, disimulando resultados y maquillando palabras.

El ciudadano medio que, como es mi caso, de economía entiende poco o menos, asiste expectante a las distintas noticias que sobre desplomes en Wall Street, quiebras de empresas, agujeros en la consatrucción y economías de guerra van apareciendo día sí, día también en los diferentes medios de comunicación. Nadie sabe en que va a quedar ésto, hasta donde se va a seguir bajando y como puede afectar a la situación política y social de los paises.

Evidentemente, no estoy en condiciones de aportar ni opiniones ni, aún menos, posibles soluciones. Pero si que me atrevo ha pensar en voz alta acerca de lo que a un lego como yo le sugiere la frase "crisis económica". Lo primero que me viene a la cabeza resulta tal vez demasiado brusco, pero no me resisto a decirlo: es lo que toca y hay que estar "a las duras y a las maduras"; no estaría de más que la realidad de la recesión económica nos ayudara a reflexionar sobre si nos hemos creado necesidades excesivas: es posible que no pase nada reduciendo gastos no indispensables -fines de semana de esquí, segundas viviendas, viajes de recreo, ...-, controlando las aficiones, aprendiendo a dosificarel empleo de nuestras posesiones o retomando hábitos que a lo mejor teníamos en desuso, como la racionalización de la bolsa de la compra, la restricción de lujos y sibaritismos y la utilización del transporte público.

Me da la impresión de que podemos ahora estar pagando cierto acomodamiento derivado de la vigencia del llamado ""Estado del bienestar", algo a lo que no me atreveré a proscribir y de cuyas indudables ventajas no voy a dudar, pero que también puede tener sus inconvenientes y sus ciertas consecuencias nocivas. A lo mejor nos hemos acostumbrado en exceso a que "Papá Estado" nos resuelva las cosas y nos protega y financie tanto que nos ha dejado sin recursos personales ni capacidad de reacción.

No obstante, lo que más me preocupa y a la vez me duele de esta crisis es que, una vez más, me temo que los más perjudicados por la misma serán los de seimpre: los más débiles, los que tienen menos medios económicos. A la vista del dibujo social que se ha formado en España en los últimos años, la crisis va a redundar en un perjuicio evidente de los emigrantes; si los efectos de la misma se notan de manera especial en el mundo de la construcción, salta a la vista que muchos rumanos, marroquíes o ecuatorianos, entre otros, van a quedarse en la calle, añadiendo a las limitaciones de vivir en desarraigo las que trae consigo el no tener trabajo. Hay situaciones que cuando uno las conoce le llevan a convertir en mínimos los agobios que le pueden producir el aumento del I.P.C.

Sin ánimo de frivolizar, me acuerdo ahora del viejo chiste que coloca a la Duquesa de Alba dando una vuelta en un lujoso coche de caballos por Sevilla en torno al mediodía, al llegar a la altura del Parque de María Luisa les corta el paso una manifestación de trabajadores de una fabrica en crisis; la Duquesa pregunta al chófer por qué esos señores que gritan y exhiben pancartas, respondiendo éste que porque tienen hambre; ante tal contestación la Duquesa, comprensiva, afirma: "no me extraña, es la hora del aperitivo". Corremos el peligro de que, hablando en román paladino, los árboles no nos dejen ver el bosque y estemos tan centrados en nuestras pequeñas cuitas, también económicas, que no seamos capaces de sensibilizarnos por los dramas ajenos.

Y un apunte final, porque se habla mucho de crisis económica, pero muy poco de otras crisis; y no olvidemos que las que hacen referencia a temas de dinero tarde o temprano se acaban superando, mientras que las que tienen que ver con otros valores son mucho más profundas, porque afectan a cuestiones más trascendentes y sus secuelas resultan mucho más difíciles de reparar.

Fotos: www2.esmas.com; http://www.cotizalia.com/ paolangel.blogspot.com; http://www.eliceo.com/

5 comentarios:

Máster en nubes dijo...

Hola, jurisconsulto, veo que antes yo y luego tú la crisis llega a los blogs, ja ja...

Sí, tienes razón que a lo mejor la crisis "sirve" para algunas cosas buenas relativas a frenar el consumismo -los que lo tienen, tenemos- y en su caso para acordárse y ayudar a quienes están peor que uno que son muchos.

Pero de todas maneras no nos puede hacer olvidar que hay algo raro, muy raro, y muy injusto de vivir por encima de las posibilidades de uno... y que luego paguen los platos rotos otros... y que también hay una "desmesura" en muchos sueldos y prebendas varias...

No me refiero a personas, que también, me refiero a organizaciones o sistemas económicos donde -como viste en el vídeo que puse- se financia lo que no se debe financiar... y luego se "me coloca" en mi plan de pensiones que me cuesta Dios y ayuda mantener todos los meses para asegurar mi jubilación.

Me refiero a paracaidas de oro sí o sí, a sueldos - bonos y acciones de gente al frente de empresas sin estar ligados a resultados (cuando la empresa gana se lo llevan ... y si no gana ... no les echan, les dan un dinerito y se lo llevan caliente).

¿Tienes idea de lo que ganan los consejeros de empresas del Ibex 35 o de otras muchas... y muchos directivos de alto copete?

Me dirás que es una cosa de oferta y demanda, puede ser, pero entonces como accionistas "indirectos" que algunos somos de algunas empresas... NO se puede permitir que algunos tipos tengan esos sueldos y emolumentos por NO LLEVAR BIEN LAS CUENTAS QUE TIENEN QUE LLEVAR.... Su dinero vienen de NUESTRO dinero, del fondo de pensiones o de inversión de una viuda, de unos pequeños ahorradores. Hay que dar ejemplo, y no se puede pedir que nos ajustemos el cinturón cuando la alta dirección de muchas empresas da un ejemplo DEPLORABLE.

No, jurisconsulto, no.

Hay mucha injusticia en muchas empresas, aquí y al otro lado del atlántico. Y hay quienes se lo llevan todo sí o sí... y cuando viene la crisis se apartan y que el tortazo se lo lleve el payaso tonto.

Está bien tu argumento pero no podemos, no debemos, olvidar que esto se ha fraguado por la codicia y la malísima gestión de muchos.

Modestino dijo...

Pedazo de comentario¡. Interesantísimo, a ver sí alguien más se anima a aportar ideas y datos. He de reconocer que no había leído tu post ni visto el video, ahora lo haré. Eso sí, no veo incompatibilidad entre lo que digo yo y lo que dices tú, más bien lo tuyo completa -de que manera¡- lo mío.

Anónimo dijo...

La verdad es que esta crisis me deprime tanto, que últimamente estoy optando por no oír siquiera las noticias de la radio por las mañanas: me pongo música. Quizá sea una forma cobarde de mirar para otro lado o enconder la cabeza bajo el ala, pero como quiera que tampoco puedo hacer nada por remediar esta catarsis, prefiero salir de casa con una medio sonrisa, al menos.

Me declaro incapaz de analizar las causas (que deben de ser múltiples) de lo que está pasando, pero tengo para mí que el máximo responsable de todo es el obtuso, el inculto, el visionario, el marine George Bush. Y me carcome pensar que el ladino se irá dentro de unas semanas y nos dejará el mundo así, tal como está. ¡Hala, ahí lo tenéis! Y él, de rositas, a sus pozos de petróleo y a sus cuentas bancarias multimillonarias. ¿Que esto suena a pura demagogia? Me importa un comino.

Como no entiendo de economía, me tengo que dejar llevar por la mera intuición. Y ella me dice que en el triunfo de Obama están puestas casi todas las esperanzas de que este estado de cosas empiece a cambiar. Pero no soy muy original al decir esto: simplemente me limito a plagiar, aunque con mucha menos precisión y profundidad (qué más quisiera yo parecerme en algo a él) lo que dijo el lunes en Barcelona el gran Paul Auster. En todo caso, y para acabar este comentario con algo de optimismo, estoy pensando que, por mal que nos vaya la cosa, siempre nos quedarán sus libros y sus historias imposibles....

Salud, amigo.

Modestino dijo...

Ojalá acierte tu adorado Auster -adorado con motivo, no te enfades-, pero yo no confío en exceso en el tal Obama. Puede ilusionar en cuanto supone un cambio radical de imagen, como en su día lo pudieron ser Kénnedy en su mismo país, Blair en Inglaterra o Felipe González en España, aunque dejo a otros analizar si respondieron o no a las expectativas.

Recuerdo cuando ganó Jimmy Carter, fue un triunfo lleno de esperanza, pero a los cuatro años todos volvieron a buscar a los viejos políticos con sus viejos defectos -leasé Reagan-. Aunque Carter, pienso, sí dejó el recuerdo de que había gobernado una buena persona.

Anónimo dijo...

Bueno, pues yo que no tengo ni idea de economía y sólo sé que ya no me puedo apretar más el cinturón, suscribo de principio a fin lo que ha escrito el jurisconsulto. Supongo que no es correcto decir que hay una cara de la crisis que es beneficiosa. Que nadie me machaque, por favor, pero yo ya lo he comprobado. Pongamos que hablo de una familia normal (no de las que esquía y tiene segunda vivienda y sale a comer fuera los finde...), con hijos adolescentes que ya se sabe que piden más que un pobre. No sabéis los resultados que produce : hacer una lista de lo prescindible y lo imprescindible; retrasar las compras que no son necesarias y esperar a Reyes; ir al súper con ellos rastreando las ofertas y dejar de comprar el clásico capricho que no pasa nada si no se compra; revisar el armario y comprobar que, aunque hay rebajas, tenemos ropa suficiente y que esos pantalones pasan con un arreglo; cuidar la ropa e , incluso... si se puede... lavar algunas prendas a mano porque duran más;tener cuidado con las luces que iluminan a nadie; tomarse la molestia de tender en lugar de usar siempre la secadora... La lista es larguísima. Y la austeridad es muy sana y es una buena escuela para todos.

Aún con todo... caray con la crisis. Y , sobre todo, los intereses de las hipotecas.

Saludos desde Tarraco