6 de octubre de 2008

La elegancia del erizo, Muriel Barbery

"La elegancia del erizo"
Muriel Barbery
Seix Barral, Barcelona (2007)
424 páginas

Concluí por fin "La elegancia del erizo"; ha sido un libro con el que he disfrutado desde un principio, de esos que te van cautivando conforme avanzas la lectura, de hecho cuando se iba acercando el final he notado como instintivamente reducía el ritmo de mi lectura para retrasar la conclusión del libro.

La novela está protagonizada por dos personajes singulares; uno de ellos es Reneé Michel, portera del inmueble número 7 de la Calle Grenelle de París, una casa rica donde cada familia aparenta una grandeza que no tiene, a la vez que disimula sus miserias. Es allí donde Reneé ha creado su mundo; aparentemente es una portera más y responde al estereotipo esperado: vulgar, tosca, poco agraciada,... pero ésto es solamente un camuflaje defensivo, a modo de los pinchos del erizo, pues la Sra. Michel es una persona cultivada: escucha música clásica y su novela favorita es Anna Karennina, tanto que si ha puesto a su gato el nombre de León no es por deferencia al rey de la selva, sino al autor de aquélla; junto a su pasión cultural, Reneé es una gran observadora y contempla y calibra la hipocresía de los vecinos que atraviesan el portal mañana y tarde.

En uno de esos pisos vive Paloma Mossé, una niña de 12 años a quien sus padres, un diputado socialista al Parlamento francés y su sofisticada esposa, tienen como rara e introvertida; pero también en este caso dicha condición no es más que manifestación de la elegancia del erizo, pues Paloma es una auténtica superdotada y tiene una rica vida interior en la que analiza y describe con certera y minuciosa acidez el orgullo y la mezquindad de sus mayores y de su hermana Colombe, a quien se presenta como el prototipo de lo más despreciable de los jóvenes universitarios franceses.

Avanzado el libro aparece un tercer personaje, Kakuro Ozú, un viudo japonés que llega al vecindario en medio de la expectación de los inquilinos, quienes hacen toda una exhibición de snobismo tratando de conquistar la atención de alguien a quien ven como una persona acaudalada e influyente. Pero el Sr. Ozú no se fija en lo superficial, sino que tiene un sexto sentido que le lleva a descubrir la grandeza que esconde la portera y acaba haciendo de nexo de unión entre ésta y Paloma. Kakuro tiene una visión de la vida bien distinta a la generalidad de los vecinos, es oriental, y poco a poco va ayudando a la Sra. Michel a descubrir ese amor y esa apertura al exterior que de hecho lleva toda la vida buscando. En un momento determinado del relato, ya avanzado el libro, Reneé y Paloma cruzan sus caminos y avanzan juntas hacia la superación de sus problemas.

El libro está lleno de filosofía; las miserias del orgullo humano, la hipocresía social, la búsqueda de la verdad y de la belleza, el sentido de la vida, la ayuda al prójimo, ... son temas que de una y otra manera trata la autora, de manera discreta y a través de los diálogos consigo mismas de niña y portera.

Junto a todo ello, la autora describe una serie de situaciones que, junto a una fina crítica social, contienen una gracia notable; de entre las referidas a Paloma Mossé quiero destacar una cáustica descripción de la "nouvel couine" francesa que acaba convirtiéndose en una crítica demoledora, el capítulo destinado al relato de la visita familiar a la abuela ingresada en una residencia de la tercera edad, auténticamente reveladora y la desternillante escena de una tarde de rebajas con su madre en una tienda de lencería fina femenina: no paras de reír al saborear cómo la niña se esconde detrás del probador y allí descubre, oculto y avergonzado como ella, a un atribulado marido, juntos presencian la pelea de su madre con otra señora, mientras ambas agarran, cada una por un extremo, una braga que aún rebajada "cuesta como un Van Gogh".

De los circunloquios de Reneé Michel se podrían rescatar muchas escenas geniales, aunque me quedo con la preparación, junto a su inseparable amiga, la portuguesa Manuela Lopes, asistenta en uno de los pisos, de su cena en casa del Sr. Ozú, acudiendo a la peluquería por vez primera en decenios y consiguiendo un vestido adecuado por medio del préstamo conseguido en la tintorería por Manuela, que se presenta con el traje de una señora que falleció antes de ir a recogerlo. No menos entrañable y divertida es la propia narración de la cena, donde a Reneé le surge un "terrible problema" cuando comprueba la mala pasada que le ha jugado su "vejiga pequeña" y tiene que decidir sobre la marcha como plantear al dueño de la casa su necesidad de ir a la "toilette".

Como bien dice mi "asesor literario", la historia destila ternura. Añade éste que "habría que aconsejársela vivamente a aquellos que constantemente pecan de soberbia y altivez: la sabiduría y el conocimiento no están reñidos con la humildad (más bien, al contrario). La pena es que aquéllos casi nunca leen nada: por eso son así".

Dejo un par de párrafos textuales del libro; en el primero Paloma medita sobre la precocidad de los jóvenes en sus relaciones sexuales:

"Hoy día los jóvenes tienen relaciones sexuales muy pronto ... Es muy desalentador. Primero, porque yo creo que el sexo, como el amor, es algo sagrado .... Segundo, porque un adolescente que juega a dárselas de adulto no deja de ser un adolescente. Imaginar que colocarse los fines de semana y andar acostándose unos con otros van a hacer de tí un adulto es como creer que un disfraz hace de tí un indio. Y tercero, no deja de ser una concepción de la vida un poco extraña querer hacerse adulto imitando los aspectos más catastróficos de la edad adulta".

Mi segunda cita recoge las consideraciones de la Sra.Michel acerca del arte:

"¿Qué hace el Arte por nosotros?. Da forma y hace visibles nuestras emociones y, al hacerlo, les atribuye este sello de eetrnidad que llevan todas las obras que, a través de una forma particular, saben encarnar el universo de los afectos humanos".

Fotos: http://www.toupeiratoupeiro.es/; http://www.adn.es/ .

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Sí, comparto contigo en que es una novela deliciosa; y leyendo un 'post', aún parece mucho mejor y más apetecible (será porque tienes la suerte de saber sintetizar y subrayar el mensaje que la autora ha querido transmitir).

Pero aparte de su contenido, que difícilmente puede dejar a nadie indiferente, me gustó especialmente el final: la autora podría haber ideado otra manera de acabar, aunque seguramente no hubiera resultado creíble. Fue la suya una decisión valiente, arriesgada, antipática, pero impecable. Hasta en este último detalle resulta un libro diferente.

Modestino dijo...

Por supuesto, el final elegido aumenta la credibilidad de la historia; no tiene porque hacer siempre el típico happy end americano; independientemente que no tiene porque considerarse infeliz tal final, es cuestión de interpretaciones.

Javier Cercas Rueda dijo...

LA ELEGANCIA DEL ERIZO

La decena de familias ricas que viven en el nº 7 de la calle Grenelle de París piensan que Renée es una portera más. Eso es lo que ella pretende y no deja traslucir en sus palabras y actos visibles nada que lo desmienta. En la realidad es una autodidacta con muchas lecturas encima y con gustos culturales bien cultivados. Sólo un nuevo inquilino japonés sabrá traspasar la protección que Renée ha creado en torno a si. Paloma tiene doce años, vive en ese edificio y también tiene un secreto: es superinteligente.

La niña va suicidarse en unos meses tras prender fuego a su casa y vamos conociendo un diario donde recoge sus ideas y sus reflexiones sobre la vida. En capítulos alternos, Renée va contando cómo ha llegado a ser como es. A partir de un momento, la novela se centra en el presente, en la relación que establecen las dos protagonistas hasta el desenlace final.

La idea es original pero la novela resulta artificiosa y desesperanzada. La imagen de la portera con un cazo en la mano removiendo un guiso y con un tomo de Husserl en la otra resultaría simpática si no fuera inverosímil. Renée es un personaje difícil de creer, por muy de acuerdo que se esté en que no hay que dejarse guiar por las apariencias para juzgar a las personas. La inteligencia de Paloma parece residir en su escepticismo cínico y existencialista. Resulta desde el primer momento una listilla sabihonda que desprecia y critica cuanto la rodea, especialmente a su familia. La gran aportación de su testamento intelectual es que “la vida no tiene sentido”. Todo lo demás son corolarios. La autora quiere denunciar el elitismo cultural francés y ha relacionado para ello a dos solitarios difíciles de digerir para el lector.

Esta supuesta “revelación literaria” francesa (Bayeux, 1969) resulta pesada y de poco interés. El estilo es sobrecargado y a veces farragoso (a la altura de la gran sabiduría de las protagonistas). Su éxito (más de 800.000 ejemplares vendidos) parece debido a una tarea paciente y eficaz de encuentros múltiples con lectores. El marketing directo se demuestra más útil para vender que la literatura. Y es más fácil de hacer.