Está muy claro que el tema de la peluquería no es lo mismo para los varones que para las mujeres; para ellas ir a la "pelu" es todo un ceremonial, a lo que cabe añadir que, a diferencia de nosotros, acuden con bastante frecuencia, están bastante rato y el importe del trabajo suele ser notablemente superior. Por supuesto que los tiempos han cambiado, y además ahora hay peluquerías "unisex" en las que es posible que se equiparen las situaciones, por mucho que no se muy bien como concretar aquí las paridades.
Pero yo reivindico esas peluquerías clásicas y esos peluqueros de toda la vida; ¡cómo me gustan esos establecimientos con las rayas de tres colores, con su olor a limpio y a loción, con sus frascos de "Geniol", "Floid" y "Varón Dandy"!; y esas alzas imprescindibles cuando el cliente es un niño, y la mesita junto a las sillas de espera, con las revistas del corazón, muchas de ellas del año anterior, el "DDT", el "Tíovivo" y el "TBO", las capas blancas que solamente ellos saben colocar, no sin antes orearlas con un gesto similar a un pase taurino; y el fijador, la navaja clásica y la brocha delicada. Esos peluqueros que te hablan de fútbol, toros o de la vida misma mientras suenan musicales y acompasadas las tijeras cuyo uso dominan con una técnica y una soltura adquirida al cabo de muchos años.
Pero ir al peluquero siempre ha tenido su intríngulis, porque es mucho más que acudir a que te corten el cabello o a que te arreglen la barba; el barbero ha sido históricamente uno de nuestros personajes de confianza, como el camarero del bar del barrio de toda la vida o la persona que regenta el quiosco donde compras el periódico. Porque a mi me gustan las barberías donde te reciben casi como a un familiar, donde si tardas en acudir notas que te han echado de menos, donde no eres un número más, un simple cliente que paga, sino alguien con nombre y apellidos, a quien no hace falta preguntar como le gusta el corte de pelo, entre otras cosas porque es muy probable que el peluquero lo sepa mejor que él.
El champú sin marca, la máquina de ajustar el pelo, esa especie de émbolo relleno de agua o la goma donde la navaja se pasea y prepara siempre quedarán en la memoria, junto al cepillo que despeja los pelos, el espejo ante el que siempre se ha de decir que ha quedado de miedo o los complementos de fijador, brillantina o colonia añeja. El sonriente ciudadano de cuello larguísmo de los botes de "Floid" tiene un lugar en la historia tan importante como el mayordomo de "Netol" o el obeso muñeco de "Michelín", de la misma manera que quedará en nuestras entretelas la nostalgia de tanta marca -"SyJ38", "Lucki", "Agua Velva", "Lectric Shave", ...- y de tanto objeto.
Pero por encima de todo está esa "humanidad", en el sentido más profundo y positivo de la palabra, ese contacto humano, ese toque de aprecio, de intimidad, casi de cariño que ya no abunda, porque tal vez en nuestra sociedad estamos enganchados en fijarnos en otras cosas y hemos perdido costumbres que nos enriquecían, hemos dejado de ver todo lo bueno de lo de cada día, y no sabemos lo que nos estamos perdiendo.
9 comentarios:
Pues defines bien... las cosas. A mí también me gustan las pelus de chicas... generalemte también se admite a los chicos... pero cuando entra alguno, se nota cierto silencio. Y en fin... como que molesta un poco... jajajaja (no, es broma).
A mí no me gusta mucho que en la pelu coincidan hombres y nos vean así... con esas pintas... es vanidad, lo sé... pero es que entre que nos colocan y no... jesús qué pintas!!!... por eso prefiero las pelus separadas... los chicos para un lado... las chicas para el otro... sí... lo sé. No se lleva. Pero yo lo prefiero asínnnnn.... jajajja. Aunque bueno, uno se va adaptando.
La ceremonia de la peluquería de las señoras debe de ser todo un espectáculo, y estoy contigo, es mejor que cada uno los viva con los de su sexo ... comentario que no se si es políticamente correcto, pero que conste que no trato de trascendentalizar nada.
Cada vez quedan menos peluquerías de esas que señala Modestino, se han extendido las unisex y a una de esas voy yo, y bueno, me he acostumbrado.
Eso sí, ya no ves en una peluquería actual moderna ni el Varon Dandy, ni Floyd ni Patrico...
Modestino... un "requiem" por una barbería de toda la vida de Tarraco. La de la Plaza Verdaguer. Ha cerrado y hay un montón de señores con el pelo largo porque se han quedado huérfanos de peluquero. Tanto es así... que el peluquero va a las casas. Nunca hubiera imaginado que este tema fuera a causar semejante transtorno a mi padre, a mi marido, a mis tíos y a mi hijo (el primogénito va a las unisex). Total... que mi madre se ha ofrecido para que el sr. peluquero utilice el baño y corte el pelo de una atacada a la familia. Desde luego que no es lo mismo.
Muy bonita y merecida esta oda a las peluquerías de caballeros y a los peluqueros de siempre. No es para menos.
Un saludo, jurisconsulto.
Fui unas cuantas veces a la Peluquería de la Plaza Verdaguer, aunque he de confesar que en los últimos años me apunté a lo fácil e iba a la París, que estaba cerca de casa y la verdad es que lo hacían muy bien. Eso sí, no respondía a mi entrada, pues es de estilo moderno y te lavaban la cabeza unas "guapas mozas".
Eso de ir el peluquero a casa es también costumbre ancestral.
Lamentablemente determinadas personas hemos renunciado hace tiempo a ir al peluquero....
Recuerdo en Tarragona, en la calle Comte de Rius donde viví unos felices años, había una peluquería, entre la farmacia y el antiguo Simago, donde me corté el pelo varias veces. El encargado de turno, con una elegancia y un seny inigualable, sin hacer el más mínimo comentario, muy seria y solemnemente, apreciando el escaso trabajo que tenía delante me decía: ¿Rebajamos, no? Y con unas tijeras mágicas prolongaba 12 minutos innecesarios donde me daba conversación respetuosa de otra época.
También recuerdo la peluquería de Conde de Ríus, otra de las "clásicas", aunque no recuerdo haber entrado en ella.
Cualquier día abro un hilo sobre esa calle: la Papelería "Nuria", la Pastelería "Conde", el Colmado "Farré", una tienda de juguetes que había en la esquina, una tienda de deportes que también es armería y ahora se llma "Tir-sport", pero antes no consigo recordar cuál era su nombre ...
En mi ciudad fíjate hay una barbería- que no peluquería- como la que tu describes. Y lo comento porque cuando el dueño se jubiló y todo el mundo pensaba que iba a cerrar, pues no, su hija, y aquí está lo cusioso, tomó el relevo.
Y ahí sigue, afeitando a navaja, cortando el pelo a tijera... Vamos que parece mentira ahora que están tan de moda las macropeluquerías.
Pero vamos, un "bicho" raro que irá desapareciendo. Así es la vida.
Un saludo
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