12 de septiembre de 2011

Una historieta de "El último café"



"El último café" era una mini-serie de TVE que fue emitida los sábados a primera hora de la tarde entre 1970 y 1972; el guión era de Alfonso Paso y la acción se desarrollaba íntegramente en una cafetería de viejo estilo, al modo del aún vivo Café Gijón de Madrid. Los personajes fijos eran el dueño del establecimiento, Felipe, interpretado por un secundario habitual, Joaquín Pamplona, los camareros, Antonio y Caye, cuyos papeles correspondían a dos excelentes actores cómicos, Antonio Garisa y Venancio Muro, aunque en una segunda época éste último fue sustituido por Manolo, a quien encarnaba otro genio de la comedia, Valeriano Andrés; la cajera era Diana Sorel y para el papel de cerillero y señora de los lavabos se escogió a dos veteranos y entrañables actores como fueron Joaquín Roa y la gran Aurora Redondo; completaba el equipo Luis Sanchez Pollack, "Tip" que representaba al típico poeta sin un duro que había instalado sus reales en el lugar. Cada semana se sucedían historias intrascendentes que se salvaban por la profesionalidad del plantel de actores citado.

En una ocasión, el episodio correspondiente mostraba un sucedido que, siendo notoriamente superficial, me hizo bastante gracia; se trataba de una pareja de novios que se hallaba sentada en una de las mesas del café y se pasaba el capítulo discutiendo por causa de que él lo sabía todo: cualquier duda que surgía, dato que alguien desconocía o persona de la que se hablaba lo tenía él bajo control: dominaba absolutamente todos los temas. Evidentemente la situación era llevada por Alfonso Paso hasta el exceso y el absurdo, pero la caricatura del "sabelotodo" quedaba perfectamente pergeñada. El desenlace se produjo cuando el chico le preguntaba a ella la razón por la que sus medias mostraban algún que otro montículo de aire, nimiedad que suponía un alborozo enorme para la moza l descubrir llena de felicidad que el sabihondo de su novio ignoraba la razón por las que en ocasiones las medias no pueden impedir que algo de aire altere la uniformidad de su encaje en las piernas. Así, cuando se encontraban al borde de la ruptura, el noviazgo salía a flote al descubrirse una vía de agua en una sabiduría que parecía sin fisuras: la chica era feliz al comprobar que su novio era humano.

A mí me pasa a veces lo mismo cuando estoy con algunas personas; uno tiene la impresión de que dominan todos los temas, que de cualquier cuestión que saques a colación tienen respuesta, y en la mayoría de las veces experiencia. Todo lo saben, todo lo hacen bien y ante los asuntos o cuestiones más irrelevantes se visten del manto profesoral y son capaces de darte auténticas lecciones magistrales. Cuando uno es un inseguro corre el peligro de acomplejarse y quedar sometido a tanta sabiduría; eso sí, él problema suele terminar en el momento en el que compruebas que también ellos son de carne y hueso, respiran y hasta se equivocan ... además de que suele venir bien preguntarse: ¿y a mí que narices me importa aprender a abrir con precisión el "tetra-brik" de la leche, fijar criterios sobre la dirección en la que las llaves han de abrir puertas o armarios o saber con exactitud si el padre de Simón Bolivar era diplomático o carpintero?.


11 comentarios:

Mariapi dijo...

¿Sabes que recuerdo exactamente ésa escena? Es curioso... y siempre que se me rompe una media la recuerdo.
La memoria es un misterio. Gracias

Modestino dijo...

Y tanto!, dicen que la memoria es selectiva: yo desde luego recuerdo apenas 4 o 5 escenas de la serie.

Maireen dijo...

Yo de esta serie recuerdo el título, nada más. Supongo que a los 11 años no me interesaban mucho este tipo de programas.

Modestino dijo...

Sí, AMireen, más bien parecía un programa para gente mayor, aunque yo en esa época los sábados me tragaba lo que echaran: "Sesión de Tarde", !"El Virginiano", "Cesta y puntos", "Viaje al fondo del mar", ...

Maireen dijo...

Cesta y puntos me encantaba, y también Viaje al fondo del mar. Pero esos programas sí eran para niños. Al teatro en televisión (los famosos "Estudio 1") me aficioné ya con unos años más.

Susana dijo...

A veces un exceso de conocimientos te puede alejar de la realidad diaria.

Modestino dijo...

El conocimiento puede ser como la comida: en exceso, empacha.

tomae dijo...

...pues no sabía que existía una forma de abrir el "tetra-brek" de leche, con razón se me desparrama toda! ¡y la bronca que me pega mi mujer!...

Modestino dijo...

Tu hazle caso a tu mujer que seguro tiene razón, pero hay quien tiene teorías para todo y suele ser un coñazo.

veronicia dijo...

Qué diferencia entre las personas que saben de todo y a mi me encanta escuchar son tan cultos que no me hacen sentir ignorante sino ávida de conocimiento y feliz de saber; y los otros sabelotodo de los que hablas que con retintín "te pasan por los morros" conocimientos tan vacíos que parece que para lo único que les sirven es para menospreciar a los demás... (con éstos tengo poca paciencia si no tomo tila; mucha tila)


Tomae hoy estaba con el brick de leche y mi abuelo me enseñó a hacer dos agujeritos y beber con una pajita :) (o un boli)

Modestino dijo...

Me parece que tila es lo que necesito últimamente, algún que otro litro.