30 de junio de 2011

Grecia en llamas



La verdad es que los disturbios que se estan produciendo en Grecia son para asustar, porque impresiona ver un país de tu mismo ámbito cultural al borde del caos y por eso de que "cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar". Parece que tanto por parte del Gobierno heleno como de los principales capitostes europeos asoman ciertas dosis de buena voluntad para tratar de encontrar soluciones a una crisis que parece agónica, pero aquéllas no caben sin medidas poco populares ni restricciones que no agradan al ciudadano, con lo que la situación se hace cada día que pasa más insostenible y los estallidos violentos suelen resultar muy difíciles de parar cuando ruge la marabunta.

¡En qué corto período de tiempo hemos pasado del idilio al conflicto!, ¡qué poco han durado las campanas al viento, las alegrías económicas el futuro esplendoroso!, ¡qué deprisa ha asomado el desasosiego que, incautos que somos, pensabamos que había muerto con la caída del Muro de Berlín, la disolución de la Unión Soviética y la consolidación de la Unión Europea!. Hoy más que nunca podemos comprobar que el ídolo tenia los pies de barro, que, siguiendo el símil evangélico, la casa andaba edificada sobre arena y el viento ha terminado llevándose los cantos triunfales, los entusiasmos populares y unos proyectos de futuro, que han acabado siendo frágiles castillos de naipes, humo que se volatiliza, anuncio del vacío y de la nada.

Y es que viendo a Grecia uno no puede evitar ver reflejada la película del futuro que nos espera; en ocasiones siento la tentación de pensar que nos han vendido un burro muerto, que se nos ha engañado -consciente o inconscientemente- con ofertas que no han sido más que efímeras pompas de jabón y nos hallamos ahora en la tremenda fase de estrellarnos contra el suelo. Y lo más grave es que nos faltan resortes morales para enfrentarnos con la que se nos viene encima; hoy es Grecia y me temo que a no tardar mucho la situación se trasladará a nuestro país, la movida de los indignados, con alguna excepción, ha tenido mucho de protesta pacífica y festiva, pero también ha sido un ensayo, una muestra de lo que puede ocurrir, corregido y aumentado, a no tardar en exceso.

El otro día leía a Juan Manuel de Prada en su columna de ABC -bien me consta que el zamorano no es santo de la devoción de unos cuantos lectores del blog a los que aprecio bastante- a propósito de la crisis económica que también afecta a los Estados Unidos, afirmar que ésto es una demostración de que la decadencia de occidente toca fondo y solamente queda esperar la invasión de los bárbaros: quiero pensar que cabe mantener la esperanza y que tal vez en vez de bárbaros llegue alguien con ideas nuevas.




29 de junio de 2011

El descenso de River



Dicen que Argentina es un país que puede soportar todo tipo de crisis: la ruina económica, las veleidades políticas, el terrorismo, las catástrofes naturales, ... lo que aún nadie es capaz de asegurar es que tenga capacidad para resistir ante un acontecimiento como el descenso a 2ª División del River Plate, algo que no había pasado nunca en la historia del fútbol argentino y que se consumó en la noche del pasado domingo cuando los "millonarios" no fueron capaces de pasar del empate a uno frente al Belgrano de Córdoba. El River llevaba 113 años seguidos en la máxima categoría y nunca nadie pudo pensar que alguna vez podía acabar descendiendo de categoría; que descienda River equivaldría a un descenso de Real Madrid o Barça en la Liga española. El River Plate es el equipo de las clases altas de Buenos Aires, frente al Boca Juniors, que siempre fue el club del pueblo, de la gente de la calle, por algo se llamó siempre a los de River los "Millonarios". El fútbol en Argentina es algo más que un deporte, que una competición: es pasión, fanatismo, un derroche tremendo de adrenalina.

River Plate y Boca Juniors han sido los dos clásicos del fútbol de aquel país, quienes la mayoría de las veces se han llevado el gato al agua en los Torneos Apertura y Clausura y han representado con brillantez al fútbol argentino por el mundo; otros equipos han brillado también en épocas concretas: Velez Sarfield, Estudiantes de la Plata, San Lorenzo de Almagro, Racing de Avellaneda, Independiente, Rosario Central, Nevell Old Boys, ... pero River y Boca estuvieron siempre un escalón por encima. ahora, al menos por una temporada, la división de oro quedará huérfana de un clásico, los aficionados argentinos sentirán un hueco interior imposible de llenar y la Liga no será la misma, por mucho que la pasión innata al fútbol seguro que encuentra ocasiones para seguir disfrutando y sufriendo por partes iguales.

El River es el equipo donde jugó Alfredo Di Estéfano, posiblemente la mayor gloria futbolística de la historia, el jugador perfecto, el hombre que fue capaz de convertir un buen equipo, el Real Madrid, en una escuadra invencible, capaz de ganar cinco Copas de Europa seguidas. Además del presidente honorífico del club de Concha Espina, en las décadas de los 50 y los 60 jugaron en River unos cuantos fenómenos del balón de los que uno ha escuchado todo tipo de maravillas, por mucho que por razones de la edad no haya visto jugar nunca: Angel Labruna, Adolfo Pedernera, Nestor Rossi, Enrique Omar Sívori, Roberto Zárate, Luis Artime -verdugo de España en el Mundial de Inglaterra-1966-, Daniel Onega -un fino interior zurdo que jugó sus últimos años en el Córdoba español-, Oscar "Pinino" Mas, un extremo izquierdo bajito y hábil que fue uno de los primeros extranjeros del Real Madrid junto a Gunther Netzer y el uruguayo Luis Cubilla, un extremo derecho de primerísimo nivel que también jugó en Brasil y fue uno de los mejores jugadores de una selección uruguaya que por entonces era de las mejores del mundo, con futbolistas del nivel de Rocha, Mazurkievikz, Luis Pérez, Matosas o Pablo Forlán.

En el equipo titular que ganó el Mundial de selecciones de 1978 había cuatro jugadores de River; el más importante, desde mi punto de vista, fue el capitán Daniel Passarella, un defensa libre de la vieja escuela que aunaba la clase y la seguridad de los mejores defensas con una dureza y fortaleza que le hacían inexpugnable. Junto a él destacaba el meta Ubaldo "Pato" Fillol, un portero ágil y espectacular, capaz de los mejor y de lo peor, pero que ha pasado a la historia como uno de los mejores en su puesto, posiblemente el meta argentino con más carisma que ha habido nunca; Fillol jugó en el Atlético de Madrid. Leopoldo Luque era un delantero a la vieja usanza, un hombre corpulento, con una melena y un bigote que le convertían en un personaje terrible en el área rival, mientras que Oscar Alberto Ortiz era un extremo rápido y oportunista que le quitó el puesto al mismísimo Rene Houseman. Con los años también ficharían por River otros componentes de la selección triunfadora como el citado Houseman, el lateral zurdo Alberto Tarantini, el interior Américo Gallego y la estrella indiscutible del cuadro albiazul: Mario "Matador" Kempes.

La década de los 80 aporta una lista enorme de jugadores de primerísima clase, aunque yo destacaría por encima de todos a tres; en primer lugar hay que citar a "Beto" Alonso, un jugador que ocupaba el puesto de "número 10", tal vez el que en su momento exigía más calidad; "Beto" Alonso era sinónimo de elegancia, buen juego, toque, creatividad ... un jugador fundamentalmente de técnica depurada y calidad en su juego que llegó a ser llamado el "Pelé blanco". De River pasó al Olimpique de Marsella y de allí a Velez Sarffield para regresar a River y jugar allí los últimos años de su vida profesional. Alonso además tenía una buena media goleadora, aunque también se le acusaba de correr lo justo, incluso hay quien dice que una vez al ser preguntado sobre su opinión de Johan Cruyff aseguró que "era muy bueno, pero corría demasiado". Ramón Díaz fue un delantero rápido y habilidoso que debutó muy joven, en 1978, con la escuadra franjirroja y fue vendido a Italia en 1982, jugando allí en Fiorentina, Nápoles, Avellino e Inter de Milán. Ramón Díaz fue el compañero perfecto de Diego Armando Maradona en los años triunfales del "pelusa" en Nápoles, donde consiguió ganar el "Scudetto". Ramón Díaz, que también regresó a River al final de su carrera, fue un consumado goleador y un delantero imparable. Tanto Alonso como Díaz fueron habituales de la selección nacional argentina, pero las lesiones impidieron que pudieran intervenir en los dos mundiales que ganó Argentina en 1978 y 1986.

Pocos años después que los anteriores llegó al Estadio "Monumental" Enzo Francéscoli, personalmente mi jugador favorito de entre todos los citados; en el fútbol, como en el Evangelio, son muchos los llamados y pocos los escogidos, y el uruguayo fue uno de esos jugadores tocados por la mano de Dios. Llegó joven a River del Montevideo Wanderers, para regresar años después tras un periplo europeo que abarcó Racing de París, Olympique de Marsella, Cagliari y Torino. Francéscoli destacó por su gran técnica, como también por su gracia y fluidez con el balón, un estilo que luego asumió el francés Zinedine ZIdane; su figura estilizada y su elegancia al desplazarse por el campo convertían el juego del uruguayo en un auténtico espectáculo. Francescoli destacaba también por su polivalencia, pues tanto podía jugar retrasado en calidad de organizador como adelantar su posición y hacerlo como delantero goleador. Jugó en total siete temporadas en River en las que consiguió 115 goles, a los que hay que sumar los 83 conseguidos en Europa. Otros jugadores de su generación que también destacaron en el equipo fueron el lateral Olarticoechea, campeón del mundo en 1986, el arquero Nery Pumpido, el central Oscar Ruggeri y el delantero uruguayo Antonio Alzamendi, los dos últimos acabaron siendo las figuras de un sorprendente C.D. Logroñés.

Me dejo para el final a dos jugadores con unas condiciones futbolísticas excepcionales que destacaron, además de por su calidad y su buen juego, por ser personajes conflictivos, por formar parte de ese sector de hombres polémicos que siempre han existido en el mundo del fútbol. Claudio Canniggia fue el clásico delantero eléctrico, con un dribling diabólico y una velocidad notable, amen de una aceptable capacidad goleadora; pero Caniggia era además un sujeto peculiar, amante de la buena vida, mujeriego y con cierto aire pendenciero tanto dentro como fuera del campo. Estuvo en varias ocasiones sancionado por el consumo de drogas y su carácter polémico le perjudicó en su carrera, por mucho que nadie discutió nunca su enorme calidad. Jugando al fútbol era un jugador de esos que uno disfruta viéndolo, un atleta y un virtuoso del balón; jugó en River tres temporadas, para pasar después a Verona, Atalanta, Roma, Benfica, Boca Juniors, Dundee United y Glasgow Rangers, un peregrinaje que acredita su inestabilidad. Ariel Ortega, apodado "el Burrito" fue un delantero bajito y rapídísimo, juega en la posición de enganche y se caracteriza por la enorme habilidad para la "gambeta"; más bien individualista destaca más por sus asistencias que por sus goles. Sus primeros cinco años en River Plate (1991-1995) fueron de éxitos continuos, convirtiéndose en la figura del equipo y en un habitual de la selección albiazul; en 1995 fue vendido al Valencia, donde estuvo dos años en los que no acabó de cuajar, aún teniendo alguna actuación destacada, posiblemente por lo poco disciplinado de su juego, posteriormentejugó en Sampdoria y Parma, para regresar al River Plate, intentar otra aventura en Europa en el Fenerbache turco y regresar definitivamente a Argentina, donde jugó en Nevells Old Boys y de nuevo con la camiseta de River, si bien su última época ha estado oscurecida por sus problemas personales con el alcohol.

En River Plate han jugado muchísimos jugadores más, algunos de una calidad a la altura de los mencionados, como podrían ser cuatro ex zaragocistas: Roberto Fabián Ayala, un central de los que hacen época, con una capacidad de anticipación y una seguridad abrumadoras, Pablo Aimar, un hombre dotado de una técnica depurada, capaz de conducir el balón y asistir con precisión excepcional, aunque frágil físicamente, Sergio Berti, la "Bruja", con una zurda que parecía un guante y Andrés D'Alessandro, tan genial como anárquico e indisciplinado, aunque curiosamente ninguno e los cuatro triunfó en La Romareda. Uno de los mejores goleadores mundiales de finales del siglo pasado y principios de éste fue Hernán Crespo, un ariete espigado y oportunista que salió de la cantera del River para jugar nada menos que en parma, Chelsea, Milán, Lazio e Inter; Marcelo Gallardo y Matías Almeyda son otras joyas surgidas de los equipos inferiores "millonarios", el primero un interior exquisito y el segundo un todo-terreno incansable; los volantes Leonardo Astrada y Santiago Solari, el atacante Javier Saviola, el goleador chileno Marcelo Salas, el defensa Juan Pablo Sorín, que jugó en el Barça, los goleadores Ramón Ismael Medina Bello y Julio Cruz el colombiano Juan Pablo Ángel y el defensa Diego Placente son otros nombres destacados.

Ahora River Plate, con toda su gloria y toda su historia ha dado con sus huesos en segunda división; tengo mi experiencia de ésto y ahora todo son críticas, drama y pronósticos agoreros, pero los grandes siempre resucitan, siempre regresan y sólo queda esperar que vuelvan cuanto antes los días de gloria para la ahora desolada afición de River: así será.


28 de junio de 2011

El impeachment de Richard Nixon



Uno de los acontecimientos internacionales más llamativos de la primera mitad de los años setenta, tiempo en el que el menda realizaba su bachillerato, fue el Caso Watergate; la investigación llevada a cabo por dos periodistas del Washington Post, Carl Bernstein y Bob Woodward, quienes realizaron una labor de investigación seria y perseverante que terminó antes de tiempo con el mandato de quien podía ser entonces el hombre más poderoso del mundo, el presidente de los Estados Unidos Richard Nixon. El escándalo comenzó con el arresto de cinco hombres por el allanamiento de la sede del Comité Nacional del Partido Demócrata en el complejo de oficinas Watergate, en Washington, D.C. el 17 de junio de 1972; tras dos años de investigaciones se reveló que Nixon tenía un sistema de grabación de cintas magnéticas en sus oficinas y que había grabado una gran cantidad de conversaciones dentro de la Casa Blanca.

Hace ya bastantes años tuve ocasión de leer el libro que publicaron los dos periodistas citados y que fue editado en España por la editorial Euros; me pareció un magnífico y pormenorizado relato de las investigaciones y descubrimientos de Bernstein y Woodward, con una interesantísima galería de personajes, entre los que destacan los principales implicados en el escándalo, como los principales asesores de Nixon, H.R. Haldeman y John Ehrlichman o los miembros del Partido Republicano Charles Colson, Jeb Magruder, y John Mitchell, destacando por encima de todos la figura de "garganta profunda" la misteriosa voz que informaba de manera absolutamente clandestina a los periodistas del Post, la identidad de esta persona fue todo un misterio durante años, hasta que fue revelada finalmente por la revista estadounidense "Vanity Fair" el 14 de junio de 2005: se trataba de W. Mark Felt, el antiguo director adjunto del FBI bajo la presidencia de Nixon, quien a la edad de 91 años quiso descargar su conciencia reconociendo que él desveló los secretos que permitieron descubrir la verdad.

No obstante aún me parece más recomendable la película que Alan J. Pakula dirigió en 1976, "Todos los hombres del presidente", uno de esos films que responden con creces a la expectación que levantan, que están a la altura del interés del tema que tratan. Dos auténticos genios de la interpretación de la época, Dustin Hoffman y Robert Redford dan vida a Bernstein y Woodward, acompañados entre otros de tres secundarios de auténtico lujo: Jack Warden, Jason Robards y Martin Balsam, tres actores que suman un total de cuatro Oscars, en el caso de Robards uno de ellos por su trabajo en el film como Ben Bradlee, el mítico director del Washington Post. La película acierta de lleno a la hora de configurar como se realiza la investigación periodística y cuales fueron los orígenes, las responsabilidades y las consecuencias del escándalo. Evidentemente han pasado muchos años, pero yo ya la ví en dos ocasiones y no me importaría volver a hacerlo.

Richard Nixon fue un legendario político republicano; ya en 1960 había perdido las elecciones frente al malogrado John F. Kennedy, un triunfo que dio paso a ocho años de dominio del Partido Demócrata, que siguió en el poder cuando el vicepresidente Lyndon B. Johnson sucedió a Kennedy tras ser asesinado y ganar éste posteriormente las elecciones de 1964 al barrer al senador republicano Barry Goldwater. La guerra del Vietnam, el asesinato de Robert Kénnedy, el de Martin Luther King y las algaradas universitarias cambiaron el panorama en 1968, cuando Richard Nixon se impuso al candidato demócrata, el vicepresidente de Johnson Hubert Humphrey. Nixon vencía con autoridad y prometía restaurar el orden y devolver la serenidad al ambiente de USA; y no parece que la gente andara descontenta, pues en las siguientes elecciones Nixon barría literalmente al senador por Dakota del sur George McGovern, considerado el candidato más izquierdista de la historia de los Estados Unidos y que acabó recibiendo la derrota más contundente que se recuerda en unas elecciones.

Pero muchas veces entre la gloria y el ocaso el tiempo puede ser muy breve, y tras el grandísimo triunfo de 1972 el Caso Watergate se convirtió en un calvario para el presidente y acabó constituyendo su tumba. Recuerdo perfectamente que todos los días los telediarios contaban entre sus noticias más importantes las nuevas novedades sobre el escándalo; la investigación realizada en el Senado resultó exhaustiva, detallada y demoledora y la comisión investigadora llegó a la conclusión de que varios asesores y consejeros de Richard Nixon eran culpables directos de los hechos acaecidos en el Edificio Watergate, se reveló que Nixon había mentido con el fin de ocultar su participación en el escándalo y que había intentado sustraer a la investigación las cintas magnéticas que contenían las grabaciones de todas las conversaciones que tuvieron lugar en el Despacho Oval. Las cintas escuchadas por la comisión y el Juez resultaban comprometedoras al mostrar que Richard Nixon estaba, cuando menos, enterado de los espionajes telefónicos e insistía en pagar sobornos a los acusados de irrumpir en el Hotel Watergate para evitar chantajes hacia sus consejeros o asesores. La Cámara de Representantes inició un proceso de "impeachment" contra Nixon el 27 de julio de 1974, con la acusación de obstrucción a la justicia, dos días después se añadió la de abuso de poder y el 30 de julio se agregó la acusación de desacato al Congreso; de esta manera quedaba libre el terreno para que el Senado de EEUU iniciara un proceso de impeachment contra Richard Nixon, pudiendo pedir su destitución del mando presidencial. Ante esta situación, Nixon presentó su dimisión a través de un mensaje televisado en la tarde del 8 de agosto de 1974, antes de que terminara el proceso, abandonando sus funciones como Presidente de EEUU y saliendo de la Casa Blanca con su familia en la mañana del día siguiente. Su vicepresidente, Gerald Ford le sucedió inmediatamente y asumió el poder al mediodía del 9 de agosto; su primera acción oficial fue indultar a Nixon, con lo que se detuvo todo procedimiento judicial contra él.

No se trata de trascendentalizar nada, pero no cabe duda de que la historia del Caso Watergate, que terminó con el proceso de Impeachment del Presidente de los Estados Unidos, es una muestra de que a veces funcionan los mecanismos democráticos, de que es posible exigir responsabilidades a los cargos públicos. El impeachment es una figura del Derecho anglosajón mediante la cual se puede procesar a un alto cargo público; el parlamento debe aprobar el procesamiento y posteriormente encargarse del juicio del acusado, que normalmente se desarrolla en la Cámara alta; una vez que un individuo ha sido objeto de un impeachment tiene que hacer frente a la posibilidad de ser condenado por votación del órgano legislativo, lo cual ocasiona su destitución e inhabilitación para funciones similares. El término "impeachment" literalmente significa "bochorno", y tiene su origen en la Edad Media, cuando el parlamento inglés lanzó acusaciones contra el rey y sus colaboradores por derrochar caudales públicos, avergonzándolos.

En la legislación española existe la figura de la moción de censura, aunque su naturaleza no es idéntica ni mucho menos a la que hemos descrito; se trata de la posibilidad de derribar al gobierno en el Congreso presentando una alternativa, pero no reviste las connotaciones penales que se reflejan en el caso de Richard Nixon. En la historia de la democracia reciente española solamente recuerdo la recordada moción de censura presentada por el PSOE, con Felipe González a la cabeza, contra el gobierno de Adolfo Suárez en 1980, una moción que aún no saliendo adelante fue el principio del fin del político de Cebreros como Presidente del Gobierno y reveló la agilidad política del sevillano. La estructura del impeachment me hace pensar también en que el Senado en USA no es precisamente la cámara inútil y vacía que al menos en apariencia tenemos en España.


27 de junio de 2011

Mi recuerdo del "Lobo" Diarte



Con motivo de mi entrada de hace unos días en torno al regreso al Zaragoza de Juan Eduardo Esnaider, saltó a la palestra la noticia de la enfermedad de Lobo Diarte, quien llegó hecho un chaval a Zaragoza un frío día de enero de 1974 y jugó posteriormente en Valencia, Betis y Unión Deportiva Salamanca. Efectivamente, en una noticia de internet confirmé que Carlos Martínez Diarte padece cáncer y se encuentra en España luchando para vencer esta terrible enfermedad; no puedo pasar sin dedicar una líneas al que fue uno de mis primeros ídolos zaragocistas, dedicarle mis oraciones y desearle que esa lucha sea efectiva y pronto lo tengamos con la salud consolidada y en plenitud de forma.

El Zaragoza ha tenido desde siempre cierta querencia por los jugadores sudamericanos, ya en la época de los 5 magníficos figuraban en la plantilla blanquilla los brasileños Canario y Duca, el uruguayo Endériz y el peruano Sigi; en los años 70 la moda se centró en fichar paraguayos: primero llegó Ocampos, el verano de 1973 fueron fichados Nino Arrúa y Soto y en enero de 1974 aterrizó Diarte, con sólo 20 años y procedente del Olimpia de Asunción. Se aseguró desde el principio que se trataba de la más importante promesa del fútbol de su país y venía a cubrir la plaza de ariete, un puesto cuyo único ocupante era su compatriota Ocampos, un hombre de un carácter tan agresivo que le llevaba a pasar cada temporada demasiados partidos sancionado. Diarte aterrizó con la condición de oriundo, pues aseguraba que su abuelo era de Bilbao -así rotundamente: "vasco no, de Bilbao"- aunque su aire indio no parecía indicar semejantes orígenes.

Se trataba de un delantero con una planta espléndida y una velocidad notable, algo que potenciaba sus posibilidades al compaginar envergadura y rapidez. Llego a España con el déficit de su juego de cabeza: tenía disparo, desborde y hambre de gol, pero no sabía rematar con la testa, algo que llamaba más la atención si se le comparaba con Ocampos, un auténtico maestro en el tema. Pronto tuvo que asumir responsabilidades, pues Ocampos fue expulsado en un encuentro frente al Real Madrid y sancionado con ocho partidos, respondiendo el Lobo al reto planteado marcando el gol de la victoria zaragocista frente al Granada en su primer encuentro de titular en La Romareda y destacando en unos cuántos encuentros más, con especial mención à su actuación en el 4-0 que los blanquillos endosaron al Atlético de Madrid de Juan Carlos Lorenzo y en una épica eliminatoria de Copa frente al Murcia cuyo partido de vuelta acabó 7-2 y en el que marcó dos tantos.. Poco a poco, con la ayuda del mister gallego Luis Cid "Carriega", fue perfeccionando su juego de cabeza y comenzando a marcar también goles rematando con esa parte del cuerpo.

Acabada la primera temporada, en la que ya comenzaban a hacer historia los "zaraguayos": Diarte, Ocampos, Arrúa y Soto, que eran paraguayos y el uruguayo "Cacho" Blanco, Diarte jugó dos temporadas más en el Zaragoza, convirtiéndose, con García Castany, Javier Planas y Arrúa, en una de las claves del subcampeonato liguero conquistado por el equipo en la temporda 1974-75, con el célebre 6-1 al Real Madrid y sonadas victorias frente al Barcelona, Valencia, Atlético de Madrid y Athletic de Bilbao, además de lograr el gol numero 1000 del Zaragoza en primera frente al Elche. En la temporada siguiente el Zaragoza acusó el ritmo de los años anteriores y estuvo a punto de bajar a 2ª, Diarte, por el contrario, hizo una campaña formidable, marcó 16 goles -sendos hat-tricks frente a Salamanca y Barça- y fue clave para conseguir la permanencia. Acabada la temporada fue traspasado al Valenciapor 60 millones de pesetas, todo un record entonces en el fútbol español. Diarte no triunfó en Mestalla, Mario Kempes y Johny Rep eclipsaron su figura y padeció esa sequía goleadora que tienen en ocasiones los mejores delanteros; recuperó la magia en sus siguientes aventuras con el Salamanca y el Betis; de Sevilla se fue al St. Etienne, para terminar su carrera en el Olimpia, su club de origen. Tras retirarse se dedicó a entrenar, haciéndolo en el Atlético de Madrid B, el Salamanca y el Nastic de Tarragona, así como el Guaraní, el Olimpia y el Atlético Colegiales de su país.

En su época de jugador joven, recién llegado a España, Diarte cogió fama de persona aficionada a la noche y a la juerga; posteriormente fue centrándose y como mister su imagen ya fue de hombre serio y responsable. Ahora, al parecer, comparte su batalla contra la enfermedad con el noble ejercicio de escribir, fundamentalmente poesía. Ojalá lo pueda seguir haciendo muchos años, ¡Suerte Lobo!.






Nota: Las fotografías las he sacado de la web de blanquillos.com.

26 de junio de 2011

Muerte de un teniente

El jueves 23 de junio falleció en su residencia de Beverly Hills el actor Peter Falk, quien había nacido en Nueva York hace algo más de 83 años. Falk padecía Alzheimer y cuentan que ya no recordaba que había sido actor y ni siquiera podía reconocer a su propia hija; todos estamos sometidos a que nos pueda pasar una cosa así, pero por el camino -como el actor fallecido- somos capaces de hacer grandes cosas. Peter Falk será siempre para muchas personas, entre las que me incluyo, el insuperable Teniente Columbo, un policía distinto que nos sorprendía y encantaba en cada episodio con esa gabardina cochambrosa, un ojo a la "virulé", la voz ronca y ese aire de no enterarse de nada que, por supuesto, era su forma de averiguarlo todo. Creo no exagerar si afirmo que "Columbo" fue uno de los personajes televisivos más entrañables de su época, uno de esos policías -Ironside, Kojac, MacMillan, Banaceck, McCloud, ...- cuyas aventuras seguíamos con total devoción; porque Columbo ofrecía una imagen de hombre despistado, de aparente perdedor, de policía más bien "cortito" que nos hacía compadecerle de entrada para terminar admirándole y convirtiéndole en ídolo. Esas preguntas que parecían torpes e ingenuas, esas miradas hacia no se sabe donde, esas "últimas cuestiones" de apariencia insustancial que metían al malo en la "madriguera"; los espectadores disfrutábamos observando como Columbo llevaba al asesino al huerto así como quien no quiere la cosa. Hace ya muchos años de la serie, pero el trabajo de Peter Falk fue de tal entidad que ha pasado a la posteridad íntimamente unido al personaje.

Pero cuando se entra buscar datos acerca de la historia profesional de Peter Falk uno comprueba que su éxito comienza mucho antes del "nacimiento" del Teniente Columbo; así en 1960 y 1961 repitió candidatura al Oscar al mejor actor de reparto por sus magníficos papeles en "El sindicato del crimen", de Burta Balaban y "Un gangster para un milagro", de Frank Capra; Peter Ustinov ("Espartaco") y George Chakiris ("West side history") impidieron que Falk lograra la estatuilla, pero sus excelentes trabajos ahí quedan. También destacaron sus papeles en "El mundo está loco, loco, loco" (1963), de Stanley Kramer, "La carrera del siglo" (1965), del recientemente fallecido Blake Edwards, "La fortaleza" (1968), de Sidney Pollack, "La batalla de Anzio", (1968), de Edward Dmytryk & Duilio Coletti y "Un cadáver a los postres", de Robert Moore, un homenaje humorístico a los grandes detectives de ficción de la historia en la que parodia al mismísimo Colombo y comparte cartel con estrellas rutilantes como David Niven, Maggie Smith, Alec Guiness, Peter Sellers, Elsa Lanchester y el mismísimo Truman Capote. Mucho más recientes son "El cielo sobre Berlín" (1987), de Wim Wenders, "La princesa prometida" (1987), de Rob Reiner, "La tía Julia y el escribidor" (1990), de Jon Amiel, "Compañeros de habitación" (1995), de Peter Yates e "Invicto" (2002), de Walter Hill. Muchos destacan por encima de éstas su duelo interpretativo junto a Alan Arkin en la película de Arthur Hiller "Los suegros" (1979); también es de reseñar su frecuente intervención en films de John Cassavettes: "Maridos" (1970), "Una mujer bajo la influencia" (1975), donde Falk forma pareja prodigiosa con Gena Rowlands, "Así habla el amor (Minnie and Moskowitz)" (1971)), "Noche de estreno" (1977) y "Un hombre en apuros" (1987).

No obstante, Peter Falk ha ido siempre íntimamente unido al nombre del detective Colombo, vestido siempre con la misma gabardina, camisa, corbata y zapatos a lo largo de todos los episodios consiguió cinco premios "Emy", amen de seis nominaciones más, así como un Globo de oro y ocho nominaciones. Columbo era un personaje que caía simpático, que se convertía en uno de esos amigos entrañables que nos solemos hacer los telespectadores, y ésto es algo que no cabe atribuir tan sólo a la habilidad del guionista, sino principalmente a la capacidad interpretativa de Peter Falk. Al leer la biografía de este hombre quedo asombrado descubriendo que después de graduarse intentó alistarse en los marines de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial,siendo rechazado por a su ojo de cristal; posteriormente decidido a hacerse a la mar, trabajó durante un año como cocinero en un barco mercante y luego se licenció en ciencias políticas en 1951 en el New School University, consiguiendo un máster de administración pública en la Syracuse University en 1953; también intentó trabajar para la CIA antes de convertirse en director de análisis de la Oficina Presupuestaria de Connecticut en Hartford ... un hombre polivalente y valioso, desde luego. En 2006 Peter Falk publicó sus memorias, que tituló "Sólo una cosa más" ... esa frase que siempre escuchábamos cuando llegaba el desenlace de los episodios protagonizados por el inolvidable Teniente Columbo, que ahora descansa en paz para siempre.


25 de junio de 2011

Concha Velasco

La primera vez que vi actuar a Conchita Velasco fue en un programa de aquellos que los domingos por la tarde protagonizaban la tele de los 60; estaba de moda por aquella época la célebre canción de la "Chica ye-ye" y anunciaron la interpretación de la misma por Conchita Velasco, un nombre que ya había oído pero al que no le ponía cara: apareció una chica joven, con el pelo corto, vestido más bien cursi y que hacía comentarios tales como "mil gracias" o "me parece ideal" ... todos los ingredientes para considerar a la actriz y cantante una especie de "tontita" con habilidades artísticas; el tiempo ha demostrado con creces lo equivocado de semejante planteamiento. Con los años pude observar sorprendido -y admirado- que la Velasco era capaz de hacer una interpretación magistral de Santa Teresa de Jesús en una serie de televisión, de realizar papeles cinematográficos tan acertados como los que hizo en "La colmena" (1982) de Mario Camus o en "Esquilache" (1989) de Josefina Molina o representar en el teatro a Ténessee Williams ("La rosa tatuada") e interpretar en el mismo a Mariana Pineda ("Las arrecogías del beaterio de Santa María Egipciaca"). Como es lógico, hace años que ya no es Conchita, sino Concha y no sólo por la edad, nació en Valladolid en 1939, sino porque es una auténtica señora del mundo del espectáculo, una actriz enorme. En un ambiente en el que tantas veces uno siente rechazo ante la sofisticación excesiva y la vanidad indisimulada y donde son el pan nuestro de cada día la ostentación de la estupidez y el alarde de las miserias, alguien como Concha Velasco se convierte en un soplo de aire fresco.

Hace ya tiempo que tenía ganas de dedicarle una entrada a esta mujer, una de esas en las que quienes tienen la paciencia de seguirme con cierta continuidad se suelen asustar pensando que el protagonista del post ha exhalado su último suspiro; una entrevista a Concha en "El Semanal" del domingo pasado me ha decidido a no esperar más, pues me encantó lo que dijo y, muy especialmente, lo que tal entrevista daba a entender. Porque lo que me gustó de la personalidad de Doña Concha Velasco no fue tanto el contenido, sino el aire de sinceridad absoluta, la evidencia de que no se casa con nadie, la humanidad que rezuma y la descarnada nobleza con la que cuenta lo bueno y lo malo. En términos de la calle habría que decir que la Velasco me pareció una persona realmente auténtica, uno de esos famosos en los que encuentras bastante más que fatuidad, frases políticamente correctas, egolatría y/o artificialidad.

Concha Velasco nos habla de sus posturas políticas y nos dice que siempre ha sido socialista, aunque no le duelen prendas en confesar que se equivocó cuando apoyó a Rodríguez Zapatero, manifestando que piensa que el presidente no lo ha hecho bien: no es frecuente encontrar la autocrítica en estos temas; igualmente pone de manifiesto su fidelidad de voto, algo que tal vez haya quien lo considere criticable, pero a mí me parece coherente y noble: uno es fiel a unas ideas, no a unas personas. Sobre todo valoro la naturalidad y sencillez con que la actriz nos cuenta su visión de la vida y al leer sus cuitas políticas la he visto más como una ciudadana de a pie que como una representante del mundo de la farándula opinando del asunto.

En otro momento se declara católica, algo que no parece estar de moda; imagino que tendrá su visión de la Iglesia y de quienes la gobiernan, algo que puede que incluya más de una postura crítica, pero Concha prescinde de matices y se limita valientemente a proclamar su fe. Y lo hace para justificar su deseo de no ser icinerada, pues afirma que ella quiere abrazar a sus padres en la otra vida; me imagino que el reencuentro con tus ancestros en el más allá es compatible con la icineración -Dios tendrá previsto el método, imagino-, pero vuelvo a quedar encantado con la humanidad de la actriz, con esa sencillez con la que nos cuenta un deseo natural que supongo tendremos muchos otros. Magnífica y valiente también la crítica clara y contundente de la tele basura y del periodismo canalla.

La entrevista -al final del post dejo un resumen que he encontrado en la red- se desarrolla en un tono entre simpático y descarnado, la actriz no regatea ni evita enfrentarse con los temas espinosos: sus desavenencias con Carmen Sevilla, sus problemas matrimoniales y su divorcio final con Paco Marsó, no se corta en reconocer que fue éste quien la abandonó porque se había enamorado de otra y cómo lloró y se arrastró por el suelo, hechos que la hacen más humana y que engrandecen su persona. No tengo duda de que tenemos Concha Velasco para rato y, en la plenitud de su arte, ya forma parte de lo mejor de lo mejor en el mundo del escenario y de la pantalla españoles.

http://www.vanitatis.com/noticias/2011/concha-velasco-cornuda-espana-20110617-14682.html


24 de junio de 2011

¿Existen las sirenas?



Si profundizamos en los libros acerca de la mitología clásica nos daremos cuenta que el concepto de sirena no es unitario, que ya en la antigua Grecia se llamaba sirenas a un especie mixta de mujer y ave, aunque tradicionalmente cuando hablamos de sirenas nos solemos referir a ciertos personajes imaginarios, que viven en el agua y tienen busto de mujer y cola de pez. Desde pequeñitos nos hemos acostumbrado a ver las sirenas en los cuentos, e incluso en alguna serie de televisión, como una de esas de muñecos en las que aparecía una sirena llamada "Marina" a la que presentaban como una mujer dulce y enamoradiza y calificaban, en una canción más bien ñoña, como una "sirena con el hechizo del mar". Más recientemente la factoría Disney utilizó el mito para crear una película infantil titulada "La sirenita", con notable éxito por cierto.

Pero ya somos mayores y parecemos tener claro que las sirenas no existen, al menos tal como nos las representan, aunque si uno va a una playa puede encontrar todo tipo de personas, y entre ellas del sexo femenino con más o menos indumentaria, pero no parece que nadie asegure haber visto ninguna con parte del cuerpo similar a la de los meros o los atunes. Ahora bien, sino en la forma externa sí en el carácter no descarto el haberme tropezado, y hasta entablado amistad, con alguna sirena, porque hay modos y encantos reservados à unos pocos elegidos que no posee toda mujer, sino algunas pocas tocadas por la mano de Dios, de tal manera que uno puede terminar pensando que han alcanzado la condición de las sirenas más privilegiadas de los cuentos y leyendas.

Las sirenas suelen tener una belleza deslumbrante, habitualmente adornada por unos ojos que brillan y una sonrisa abierta y arrebatadora, sin que uno nunca acabe de discernir si esos ojos son nobles o su brillo incluye algún toque retorcido ni si la risa acaba de ser sincera del todo, aunque en el fondo termina dando un poco lo mismo, porque terminas conformándote con ser el destinatario de aquélla. Las sirenas no suelen resignarse con su belleza natural, con el encanto propio que les ha dado la naturaleza, y dedican tiempo y dinero para perfeccionarla, y es que las sirenas pueden ser tanto el chollo de peluqueros, modistos y vendedores de avalorios como la cruz de quienes ocasional o permanentemente comparten su vida, condenados a esperarlas todo el largo tiempo que dura su trabajo de acicalamiento.

Yo a las sirenas me las imagino muy cariñosas, con algo de ese afecto interesado y camelador propio de algunas mujeres, pero también con un toque sincero, capaz de conquistar el corazón más duro, de transformar la vida de una persona en un permanente deseo de estar con ellas. Y poseen esa elegancia que no se compra, ese estilo que viene de nacimiento, un saber manejarse por la vida que se lleva en los genes, unos genes de sirena que vete a saber de donde vienen. Así, las puedo ver esperando en la parada de taxis hasta que llega el Mercedes, porque el glamour forma parte de su modus vivendi y saben adaptar las dificultades de la vida a un cuento de hadas. Y es que las sirenas son el apogeo del glamour, el éxtasis de la belleza, el asombro del mundo.

Pero suele llegar un momento en el que las sirenas han de bajar al mundo de los mortales, los años pasan y siempre acaba asomando esa necesidad de compartir; ellas son exigentes, no se conforman con cualquiera y en su camino en busca del príncipe de los mares, quien sabe si del mismísimo rey Neptuno, suele quedarse algún que otro pescadito frustrado en el estanque. Pero, tal vez ya en la gloriosa época de la madurez fecunda, siempre acaba llegando quien devuelve a la sirena al mundo real, ésta perderá posiblemente su hecho diferencial, pero conservando en plenitud todo lo bueno que esa misma diferencia le aportaba.

Toda la felicidad para esas sirenas mediterráneas que asoman a la playa para comenzar su nueva vida a pie y con los humanos.





23 de junio de 2011

Sala de espera con niños



El pasado martes me tocaba prueba de esfuerzo; desde mi "accidente cardiovascular" -mira que somos remirados ultimamente con eso de la denominación de las enfermedades- cada año tengo que pasar una especie de reválida montándome en una bici estática y dejándome colocar todo un muestrario de cables a lo largo del torax: una forma rudimentaria y algo patética de subir el Mont Ventoux sin salir de una consulta médica. Afortunadamente la cosa salió bien y me fui a casa contento de que él corazón funcione adecuadamente y los ritmos cardiacos no sufran alteración a pesar de someter al cuerpo a cierta tensión.

Curiosamente en la "Policlínica Altoaragón" de Huesca -algún día debería hablar de la sonrisa amable y encantadora que suele atenderme por las tardes- la sala de espera de quienes tenemos que pasar por la referida prueba es compartida por la consulta de pediatría. Por esta razón, cada vez que me encuentro en trance de iniciar mi particular envite coincido con unos cuantos niños, generalmente pequeñísimos, que me miran asombrados, pues no deja de sorprenderles ver a un "mayor" que llega sólo, sin la compañía de un bebé como ellos: se deben preguntar qué vela le han dado a este tipo en el entierro. Y es que no dejan de ser situaciones contrapuestas, la de quien acude como a pasar un examen y anda tenso por ver si la prueba no le va a traer nuevas complicaciones y la de esos "locos bajitos" que -al menos ese aspecto presentan- acuden a simples revisiones rutinarias y andan más preocupados por amortizar los juguetes que suele haber en la habitación que por su posterior suerte médica.

Este mismo martes pululaban dos niñas pequeñísimas, dudo que tuvieran mucho más de un año y ambas respondían a nombres rarísimos que no soy capaz de recordar; las dos demostraron hasta ser llamadas por el doctor una enorme vitalidad y una notable simpatía, por más que una de ellas protestara cuando vio que me sentaba junto a una de sus acompañantes, pues enseguida me debió de atribuir la comprensible condición de intruso. De cualquier manera, es de agradecer el ambiente de optimismo y de simpatía que se crea en torno a estas personas que están iniciando su andadura por el mundo, y uno no puede evitar pensar en lo que será de ellos dentro de 20 o 30 años, cuando los avatares de la vida hayan ido despejando sus incógnitas de futuro, aunque siempre les quedará, entre otros recuerdos gratos, el de una sala de espera.

Donde hay niños el ambiente se transforma; junto a ellos los mayores nos volvemos menos torpes y estúpidos, son como la luz que ilumina la habitación oscura y la transforma en un aposento grato, como la campana que suena en medio del silencio más abrumador y acredita que en un lugar hay vida, que un pueblo es algo más que calles solitarias y ventanas cerradas. Los niños, a esas edades, viven la espontaneidad y la sinceridad de mirada que tantas veces nos faltan a los mayores; porque gracias a un par de criaturas surgió entre los pocos que nos encontrábamos en la sala de espera una complicidad, una visión común de la vida misma que no hubiera existido sin ellos, consiguieron que la espera no fuera un largo suspiro, sino un escenario vital y esperanzador.




22 de junio de 2011

¿Renegar de nuestros orígenes?



¿Quién puede predecir a donde se dirige Europa?; corren malos tiempos y esa ilusión de la Europa unida que nos animaba hace unos cuantos años parece que se ha escapado por la ventanilla. Asistimos a una versión decadente y crítica de occidente y en ocasiones uno siente hasta envidia de otros continentes, otros mundos que a años luz de nuestro progreso y nuestro bagaje histórico y cultural dan muestras de una vitalidad y un afán de superación que se echa de menos por estos lares. La crisis económica es capaz de llevarse por delante expectativas, proyectos e ilusiones, pero puede ser un error centrar nuestros problemas en algo tan prosaico como el equilibrio financiero y los mercados laborales, me temo que hay un problema mucho más de fondo y que lo nuclear -y lo peligroso- de la crisis es la pérdida de valores, la deserción de aquellos principios sobre los que se edificó la cultura europea y que han alimentado durante siglos el espíritu de sus ciudadanos.

Hay que mirar hacia el futuro; salta a la vista que hay cosas que no funcionan y ya va siendo hora de que alguien haga algo para intentar arreglarlas: el gran problema es que no se si hay resortes suficientes para hacerlo. Las corrupción política, la violencia puesta de manifiesto de diversas formas, el relativismo moral, ... son lacras que combinadas con tiempos de recensión económica conforman una mezcla explosiva. Pero no cabe enfrentarse al futuro sin echar una mirada hacia atrás con el ánimo de encontrar aquello que hemos podido abandonar equivocadamente: las ideas, posturas y planteamientos vitales que a lo mejor conviene recuperar, adaptar a nuestros tiempos para volver a enarbolarlas con plena convicción. Hace un tiempo escuchaba comentar a alguien que Europa se edificó sobre tres columnas fundamentales: la filosofía de los griegos, el derecho de los romanos y la religión cristiana, tres pilares que han ido descoloriéndose y no me parece que eso sea bueno.

No tengo ni idea la importancia que tiene en nuestro sistema educativo actual el estudio de los grandes filósofos griegos, pero me temo que no excesiva y no me extrañaría que, dependiendo de los lugares, los alumnos saldrán mejor informados de la vida de Sabino Arana, Clara Campoamor o Francesc Macià que de las enseñanzas de Platón y Aristóteles; yo recuerdo haber tenido que leer en COU "La República" y la "Ética a Nicómaco" y puedo asegurar que me vinieron muy bien. Profundizar en los griegos nos ayuda a madurar el raciocinio y, partiendo de ellos, a estructurar mucho más adecuadamente lo que fue viniendo en siglos posteriores. Es evidente que estamos hablando de hace muchísimo tiempo, de antes de Jesucristo, pero no se trata de defender una ideología, sino de potenciar individuos con la "cabecica" ordenada. Sócrates, Platón, Aristóteles, ... nos dan los rudimentos, nos ofrecen una capacidad de pensar, de estructurar ideas y llenan de aire fresco, de orientación y lógica el pensamiento de las personas. De la misma manera que no seremos capaces de crear ciudadanos cultos, con sensibilidad para el arte sin inmiscuirles a fondo, por ejemplo, en nuestro siglo de oro, sin fomentar la lectura del "Quijote", de Lope, de Calderón, sin acompañarles a ver -a fondo, al detalle, ...- los cuadros de Velázquez, de Zurbarán, de El Greco, ... dificilmente incitaremos la aparición de nuevos líderes con la cabeza amueblada ignorando a los filósofos griegos.

Definía Ulpiano a la Justicia como el "dar a cada uno lo que en Derecho corresponde"; es evidente que el derecho ha evolucionado muchísimo a lo largo de la historia, que acontecimientos tan importantes como el Código Napoleónico han tenido una influencia importantísima en lo que son los ordenamientos jurídicos occidentales hoy en día, pero para entender lo que es el Derecho, así con mayúsculas, es preciso retroatraerse a la tradición de Roma, acudir a las fuentes y, sobre todo, a las instituciones y las figuras jurídicas surgidas en Roma. Hoy en día hay muchos que recelan del Derecho, les suena a amalgama de normas destinadas a hacer caer a los ciudadanos en la trampa, se ve a los juristas como complicados leguleyos que enredan y trapichean para llevarse el gato al agua con ausencia de criterios morales y sentido de la equidad: me temo que algunas razones hemos dado a quienes piensan así, pero hay que valorar y recuperar el derecho como arma de Justicia, como elemento de conciliación, vindicación y restauración de situaciones, algo que no es posible sin acudir a las fuentes, sin buscar en nuestros ancestros, sin recuperar los fondos y las formas que en su día sirvieron para convertir un imperio poderoso en civilización avanzada, para acotar los poderes terrenos y la ambición humana en beneficio de los intereses y derechos fundamentales de los hombres.

No tengo ninguna duda de que la civilización, la cultura europea se ha edificado sobre las bases del cristianismo; muchas veces se nos ha vendido a la Iglesia como una especie de poder oscuro que ha impedido el progreso, se nos ha insistido hasta la machaconería en hablarnos de la Edad Media como una época tenebrosa, ofreciendo una visión segmentada y parcial de la historia. Pero todo lo bueno que ha traído occidente hunde sus raíces en el cristianismo; un pequeño viaje por la historia de la filosofía escolástica o por los orígenes del monacato, una lectura objetiva y profunda acerca de la influencia de los padres de la Iglesia en el pensamiento que forjó Europa, con especial relevancia a lo escrito por San Agustín o una recomendable afición a leer los místicos, empezando por nuestros San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús, nos ayudarán a ver que la influencia del cristianismo en nuestra cultura es esencialmente positiva y creadora y que va mucho más allá de Trento o la Inquisición. El Evangelio contiene tantos puntos positivos, tantas claves de mejora que solamente se puede despreciar usándolo mal desde dentro o practicando el odio desde fuera.

En los tiempos convulsos que corren, no dudo que es el momento de buscar nuevas vías, de cambiar tantas cosas que ahora no funcionan, pero también es la hora de volver la vista atrás y recuperar las esencias perdidas.


21 de junio de 2011

John Rebus se jubila















"La música del adiós"
Ian Rankin
RBA. Barcelona (2008)
487 páginas

Resumen:
Otoño, Edimburgo, hacia el final de la carrera del inspector John Rebus, que intenta cerrar alguno de los casos pendientes antes de jubilarse, cuando aparece muerto joven poeta ruso, al parecer a causa de un atraco que ha salido mal. Como por casualidad, una delegación comercial rusa que intenta de hacer negocios en Escocia visita la ciudad, y políticos y banqueros se muestran decididos a que el caso sea rápidamente cerrado y sin ambigüedades. Pero cuanto más indagan Rebus y su colega, la sargento Siobhan Clarke, más convencidos están de que no se trata de una simple agresión; más aún al producirse un segundo y repugnante homicidio. Simultáneamente, la brutal agresión a un gángster de Edimburgo sitúa a Rebus bajo sospecha. ¿Ha llevado el inspector Rebus demasiado lejos su intervención en la solución de los casos? A escasos días de jubilarse de su magnífica carrera, ¿se habrá liado Rebus la manta a la cabeza?



Hace unos cuatro años que comencé a leer a Ian Rankin: empecé por el principio y saqué de la biblioteca pública de Huesca "Black and blue", el primero de los relatoso publicados en España que tenían como protagonista al inspector de policía John Rebus; he de reconocer que al principio me costó seguir el argumento, pero pronto me convencí que estaba ante una buena novela. Tiempo después leí la segunda entrega de Rebus, "El jardín de las sombras", que también me gustó. Después de un tiempo en el que no tuve ocasión de volver a leer a Rankin y faltando a mi costumbre de leer las novelas de protagonista por su orden, he terminado "La música del adiós", la obra en la que John Rebus pone punto final a su carrera profesional y, se entiende, se cierra la serie que protagonizaba.

Tanto el autor como el personaje son escoceses, cuestión que no es anecdótica pues en las novelas de Rankin se refleja muy bien el ambiente de Edimburgo, el carácter de los escoceses e incluso las cuestiones políticas que protagonizan la vida de esa parte de Gran Bretaña. John Rebus es un personaje de altura, desde mi punto de vista, una gran creación dentro del género policíaco; no es un inspector de policía al uso, es rebelde, va por libre, sus jefes no le aprecian, su vida familiar es un desastre y bebe demasiado. tal como lo he descrito puede tenerse la impresión de que tenemos una versión escocesa de Kurt Wallander, si bien hay matices que lo alejan del gran personaje sueco: la rebeldía de Rebus es llamativa y efectiva y su carácter es mucho más críptico y duro que el de aquél. De cualquier manera creo que el gran activo de las novelas de Ian Rankin es precisamente el inspector Rebus.

A Rankin hay que leerlo despacio, al menos esa ha sido mi experiencia; no es una forma de redactar fácil de seguir y es un escritor que cuida mucho el detalle, de manera que una lectura demasiado ligera puede llevar a perder el hilo o no darse cuenta de un detalle esencial. La trama la construye muy bien y es capaz de crear adecuadamente la sorpresa final, si bien en el caso de "La música del adiós" cabe hablar de tres sorpresas, aunque la última de ellas uno la intuye desde muy pronto.

En el libro se efectúan también valoraciones políticas, con referencias al nacionalismo escocés y a la lucha por la independencia. Rankin me ha parecido un autor preparado, capaz de una literatura notable y poseedor de un buen nivel cultural. Recientemente RBA ha publicado "Nudos y cruces", la primera novela protagonizada por Rebus que ha sido rescatada del anonimato, pues no había salido a la venta, aunque también es cierto que el propio Rankin, tras la jubilación de su personaje, ya había escrito "Puertas abiertas", protagonizada por unos atracadores y "Asuntos internos", en la que nos trae un nuevo personaje, el inspector Malcolm Fox.


20 de junio de 2011

El Granada en 1ª División 35 años después



En la noche del sábado se completó la tripleta de equipos que ascienden este año a la 1ª División -ahora la llaman Liga BBVA-: el Granada empató a uno en Elche y por eso de que los goles marcados fuera de casa valen doble acompañará a Betis y Rayo Vallecano a la máxima categoría. Ha sido, en mi opinión, un acierto el nuevo sistema de hacer un "play-off" para el tercer ascendido, pues ha aportado una emoción y un interés especial. Me alegra que a primera regresen los equipos de siempre: ya me pasó cuando lo hicieron Sporting y Málaga, entre otros, y también ahora -será que soy un antiguo- prefiero que en el bombo estén Granada, Elche, Celta y Valladolid que Alcorcón, Cartagena o Numancia, con todo el respeto y el mérito para estos conjuntos. El ascenso del Granada es especialmente relevante, pues los nazaríes fueron uno de esos equipos que en mis primeros años de aficionado pululaban casi siempre por la división de honor y hace 35 años que dejaron de hacerlo; además yo asistí al último partido del Granada en primera, disputado en La Romareda en junio de 1976 y en el que la victoria del Zaragoza por 2-0 (goles de García Castany y Rubial) enviaba al pozo de segunda a un equipo que había iniciado la Liga aspirando a más, con Miguel Muñoz en el banquillo, un míster que lo había ganado todo con el Real Madrid y que años después sería, antes de llegar Luis Aragonés y Vicente del Bosque, el seleccionador nacional con mejor currículum del siglo pasado.

Aunque ya con anterioridad controlaba algo la 1ª División, fue en la Liga 1966-67 cuando comencé a seguirla con cierta constancia: entonces completé mi primer álbum de cromos y estuve al día de títulos, ascensos y descensos; el Granada C.F. acababa de subir a primera, tras imponerse también en una promoción al Málaga y su plantilla comenzó a ser conocida por mí. En ese Granada C.F. novato y modesto destacaban por encima de todos cuatro jugadores: el portero Ñito, un tinerfeño que aguantó bastantes años como meta titular de los andaluces y respondía como nadie al prototipo de portero temerario y algo alocado, el central Barrachina, un altísimo stopper que ficharía al finalizar la temporada por el Valencia, donde jugó muchos años y fue internacional, el ariete Miguel, el típico delantero tosco, luchador y con visión de gol y el extremo izquierdo Vicente, también canario, que había jugado en el Barça y estaba dotado de una técnica exquisita: fue durante mucho tiempo santo y seña del equipo granadino. También destacaba la defensa compuesta por Zubiaurre, un guipuzcoano que había jugado en el Zaragoza y falleció hace pocas semanas, Barrenechea y Lorenzo, que era de esas que se recitaban de memoria, los interiores Santos, del que recuerdo lo llamativo de su localidad de origen, Cabezón de la Sal y Almagro, un todo-terreno que jugó también en el Celta y Elche, dos jugadores fichados del Oviedo, el volante defensivo Datzira y el interior de ataque Flores y el veterano paraguayo Agúero, un extremo muy técnico y hábil que había jugado en el Real Madrid y el Sevilla. Ese año el equipo acabó perdiendo la categoría en otra promoción, esta vez frente al Betis, regresando de nuevo a primera dos años después: los nombres de Tinas, Lara, Urueña, Ferrando, Noya, ... se añadían a los citados y a partir de ahí el Granada inició una historia firme en la máxima categoría que duró ocho temporadas.

Para entender los mejores años del Granada en 1ª División hay que hablar de dos nombres propios: el presidente Cándido Gómez, "Candi" y el míster Joseíto Iglesias; el primero aterrizó en el club en 1967, con el equipo en 2ª, mientras que Joseíto, un zamorano que en sus tiempos de jugador ocupaba el extremo derecho del Madrid de Di Estéfano, Puskas y Gento, con los que ganó cuatro ligas y cuatro Copas de Europa, fue en diversas épocas el míster carismático, llegando a clasificar al equipo en 5ª posición la temporada 1971-72. "Candi", que había jugado al fútbol profesional como portero, fue un hombre tan hábil como ambicioso y fue un gran negociador, capaz de construir un buen equipo con jugadores jóvenes y desconocidos de divisiones inferiores y jugadores desechados por otros equipos de primera. Así llegaron al Granada por cuatro duros el lateral leonés De la Cruz y el ariete tinerfeño Barrios, por los que luego pagó buen dinero el F.C. Barcelona y el vasco Lasa, un extremo a la vieja usanza que maravilló en Los Cármenes durante dos años y fue luego vendido al Athletic de Bilbao, donde el legendario Dani acabaría llevándole al lateral derecho, puesto en el que jugó con el Real Zaragoza sus dos últimos años en la élite. Lasa y Barrios formaron una delantera mítica junto a Enrique Porta, un aragonés al que no quiso el Zaragoza -eterno error de los maños- y que llegó a ser Pichichi de primera con 20 goles, Fontenla, un buen interior gallego que llegó del Zaragoza en 1970 y el citado Vicente. El equipo titular lo completaban el meta Izcoa, un portero de la escuela vasca que también procedía del Zaragoza, el lateral Toni, que venía del Sevilla y el canterano Falito, así como el volante Jaén, un excelente medio de cierre que también jugó en Sevilla y Córdoba. El también ex-zaragocista Chirri, el lateral Martos y el paraguayo Juárez son otros jugadores que contribuyeron a aupar al Granada al quinto puesto.

Mención aparte merecen los auténticos dueños del centro de la defensa del Granada: el argentino Aguirre Suárez y el paraguayo Fernández; Candi también supo comprar barato en Sudamérica y allí encontró a Ramón Alberto Aguirre Suárez, central del Estudiantes de la Plata que había terminado en la cárcel por los gravísimos incidentes ocurridos en el partido de vuelta de la Final de la Copa Intercontinental entre su equipo y el Milán: la situación del jugador fue fundamental para que llegara a España por muy poco dinero; Fernández era un defensa libre que había jugado en los años 60 con el Barça. Ambos eran jugadores durísimos, de esos que imponen respeto a base de jugar al límite de lo permitido ... y a veces por encima de él; fueron los causantes principales de que el Granada de esa época tuviera fama de equipo duro, aunque también de los éxitos del club pues eran dos defensas de auténtico lujo. La llegada de estos jugadores supuso el inicio de una época de abundancia de acento sudamericano por Los Cármenes; en 1973 la FEF abrió la puerta a que cada equipo tuviera dos extranjeros, y el Granada incorporó a un argentino, Echecopar, un interior de enorme clase al que se había negado la condición de oriundo y se pasó un año entero jugando la Liga andaluza de reservas y un uruguayo, Montero-Castillo, un volante que era uno de los ídolos de su país y cuyo juego agresivo aumentó la fama que ya tenía el entramado defensivo de los blanquirrojos. Después siguieron llegando los paraguayos "Toro" Cabral -que había estado a prueba años antes en La Romareda y solamente jugó en Granada un partido oficial-, Escobar, Maciel y Benítez, el argentino Oruezábal y los uruguayos Mazurkievitz y Milar, aunque lo cierto es que de éstos no dio resultado casi nadie.

Con la venta de los mejores jugadores se corría el riesgo de perder competitividad, ante lo que Cándido Gómez tuvo que reaccionar y trabajar con las mismas armas que antes; así fichó a un nuevo entrenador, Pasieguito, un cántabro que había mantenido un buen número de años en primera al C.D. Sabadell y buscó de nuevo fichajes baratos de jugadores nacionales, así llegaron a Granada dos de los mejores activos del Sabadell: el centrocampista Castellanos, un medio trabajador y duro que acabaría años después en el Valencia y llegaría a internacional vistiendo la camiseta rojiblanca y Quiles, un extremo rápido y con una buena media de goles, también fichó a Ederra, un defensa libre navarro que jugaba en el Burgos, a Dueñas, traspasado por el Barça en pago de Barrios, Lorenzo, un prometedor interior ofensivo del Valladolid y en 1974 a José Antonio Grande, que había jugado en el Madrid y venía de descender con el Racing, junto a ellos emergían jóvenes jugadores de la cantera como los centrocampistas Angulo y Santi, el meta Puente y el lateral Calera y llegaba algún extranjero de cierto nivel como el austríaco Parits, un zurdo con buena técnica y disparo. El Granada, con algún apuro aislado, se mantenía tranquilamente en la categoría y en una ocasión en la que hubo riesgo de descenso se recurrió de nuevo a Joseíto, que sacó las castañas del fuego. Así llegó la campaña 1975-76, en la que se fichó a un entrenador de postín, Miguel Muñoz, y se hacía un esfuerzo para incorporar a un refuerzo de auténtico lujo, el sportinguista Alfredo Megido, una especie de George Best español, tan genial como conflictivo, Megido era capaz de hacer las más maravillosas jugadas y a la vez montarte un follón dentro o fuera del campo a la mínima, con los de Gijón llegó a internacional e incluso marcó un gol decisivo frente a Escocia, junto a éste llegaron el atacante uruguayo Milar, uno de los mejores jugadores de su país y el lateral del Orense García Blanco. Pero ninguno de ellos acabó de cuajar, jugadores otrora fundamentales como Chirri, Dueñas o Quilez habían perdido peso en el equipo y una racha de cinco partidos seguidos perdiendo les llevó al pozo de la segunda.

Tras un purgatorio de 35 años, con descensos a 2ª B y situaciones caóticas el Granada vuelve con todo merecimiento a la máxima categoría; otra vez pasarán por allí los grandes equipos y habrá en la bellísima ciudad andaluza ese ambiente especial que solamente se consigue en la 1ª División.


Nota: las tres alineaciones cuya foto aparece son las siguientes:

1ª: Arriba: Ñito; Tinas, Datzira, Santos, Sande, Lorenzo, Manolín;
Abajo: Lara, Almagro, Miguel, Agüero y Flores.

2ª: Arriba: Izcoa; De la Cruz, Aguirre Suárez, Falito, Jaen, Fernández;
Abajo: Lasa, Porta, Barrios, Fontenla y Vicente.

3ª: Arriba: Izcoa; Toni, Fernández, Falito, Jaen, Montero-Castillo;
Abajo: Porta, Chirri, Quilez, Santi y Dueñas.


19 de junio de 2011

"Grande, grande, grande”, Mina



Mina Mazzini es una auténtica leyenda de la canción italiana; aunque hayan sido los británicos quienes se han erigido como los reyes de la música, a lo largo de las décadas más doradas y románticas de la música -años 50, 60, 70- Italia ha rivalizado con Francia a la hora de lanzar a la fama a primeros espadas de la canción, y así nombres como Sergio Endrigo, Doménico Modugno, Ornella Vanoni, Adriano Celentano, Iva Zannichi, Pino Donaggio y unos cuantos más brillaron en su día con luz propia en el firmamento musical, con eventos tan importantes como el festival de San Remo. Mina fue sin duda una de las mejores, con una voz magnífica y una personalidad y una fuerza espectaculares.

Mina fue una cantante que arrasó en su momento, y eso que sufrió una serie de vetos, como el de la RAI, que durante dos años omitió cualquier referencia a ella por haber tenido un hijo con el actor Corrado Pani sin haber pasado por el altar: eran otros tiempos y pasaban estas cosas. Aunque nació en un pequeño pueblo de Lombardía - Busto Arsizio- creció en Cremona, lo que le valió el apelativo de "tigresa de Cremona", algo que dice mucho de la fuerte personalidad de la cantante. Hace más de 30 años que el rostro de Mina no aparece en los medios de comunicación, se retiró a Lugano, se nacionalizó suiza y se dedicó a producir y grabar discos, pero no ha querido saber nada más de la prensa.

Las canciones de Mina son canciones vitales, que hablan de amor, de pasiones; interpreta con rotundidad, convencimiento y, fundamentalmente, buen gusto. Es de esas intérpretes que se come el escenario. Recuerdo muy especialmente una interpretación de "Parole, parole" junto a Adriano Celentano -ya apareció por estos lares- absolutamente espectacular. Hoy traigo “Grande, grande, grande”, una canción que habla, como tantas otras, de amor, un tema del que en su día se hicieron un montón de versiones diferentes en todos los idiomas.


"Grande, grande, grande”, Mina



Mina Mazzini es una auténtica leyenda de la canción italiana; aunque hayan sido los británicos quienes se han erigido como los reyes de la música, a lo largo de las décadas más doradas y románticas de la música -años 50, 60, 70- Italia ha rivalizado con Francia a la hora de lanzar a la fama a primeros espadas de la canción, y así nombres como Sergio Endrigo, Doménico Modugno, Ornella Vanoni, Adriano Celentano, Iva Zannichi, Pino Donaggio y unos cuantos más brillaron en su día con luz propia en el firmamento musical, con eventos tan importantes como el festival de San Remo. Mina fue sin duda una de las mejores, con una voz magnífica y una personalidad y una fuerza espectaculares.

Mina fue una cantante que arrasó en su momento, y eso que sufrió una serie de vetos, como el de la RAI, que durante dos años omitió cualquier referencia a ella por haber tenido un hijo con el actor Corrado Pani sin haber pasado por el altar: eran otros tiempos y pasaban estas cosas. Aunque nació en un pequeño pueblo de Lombardía - Busto Arsizio- creció en Cremona, lo que le valió el apelativo de "tigresa de Cremona", algo que dice mucho de la fuerte personalidad de la cantante. Hace más de 30 años que el rostro de Mina no aparece en los medios de comunicación, se retiró a Lugano, se nacionalizó suiza y se dedicó a producir y grabar discos, pero no ha querido saber nada más de la prensa.

Las canciones de Mina son canciones vitales, que hablan de amor, de pasiones; interpreta con rotundidad, convencimiento y, fundamentalmente, buen gusto. Es de esas intérpretes que se come el escenario. Recuerdo muy especialmente una interpretación de "Parole, parole" junto a Adriano Celentano -ya apareció por estos lares- absolutamente espectacular. Hoy traigo “Grande, grande, grande”, una canción que habla, como tantas otras, de amor, un tema del que en su día se hicieron un montón de versiones diferentes en todos los idiomas.


18 de junio de 2011

Carod fuera del tiesto

El exvicepresidente de la Generalidad y ex líder de ERC, Josep Lluís Carod-Rovira, ha pedido a los 'indignados' que se "meen" en España.

Con estas palabras se ha despachado Carod Rovira en el diario "Naciò digital"; toda una exhibición de tolerancia y espíritu dialogante por parte de este político venido a menos, y es que parece que los tiempos del seny ya han pasado, al menos para este personaje del que no recuerdo haber dado lugar a titular alguno de prensa que haya sido para bien. Ya pasaron para Carod Rovira los días de vino y rosas, cuando pasó de la sandalia al Armani casi de la noche a la mañana, cuando hacía y deshacía en Barcelona y en Madrid sabiendo explotar con habilidad y descaro unos cuantos escaños parlamentarios en uno y otro sitio. Ahora Josep Lluis Carod ya no pinta nada y, con él, su partido, aunque antes haya dejado en el camino todo un reguero de discordia, provocado injustos enconos contra Cataluña y coadyuvado a dejar esta Comunidad Autónoma como un erial. La historia acaba poniendo a cada uno en su sitio y me temo que este señor ocupará en los libros de texto del futuro un lugar mucho más próximo a Calígula que a Julio César.

Haría bien el señor Carod en meditar el porqué de estos movimientos de indignados, en qué medida trayectorias como la suya han dado lugar al desprestigio de la casta política, a la situación de convulsión social que se acentúa en nuestro país conforme pasan los meses y al enfado y desazón de tanto ciudadano, porque en las plazas acampan unos cuantos, pero quemados con quienes nos mandan estamos bastantes más. Este ciudadano, que ya ni pincha ni corta -gracias a Dios añadiría yo-, ha tenido de siempre una notable afición a poner al personal en el disparadero, a provocar a quienes nos hallamos en posturas distintas a la suya -muy respetable, por supuesto- y a ejercitar la prepotencia y el desprecio, el problema es que ahora no asusta, porque sus "boutades" ya suenan a queja de cascarrabias, a lágrimas de cocodrilo.

No deja de ser casi cómico que el tipo recurra a intentar desprestigiar a un grupo acusándoles de hablar castellano, algo que no tengo ni idea de si era cierto, pero que pone de manifiesto la enorme pobreza de sus argumentos; al mismo tiempo aprovecha para lanzar andanadas contra España, con ese modo de actuar excluyente, sectario y torpe que le ha caracterizado a lo largo de su trayectoria política. En fin, que ha sido una suerte la jubilación forzosa del individuo, pues gente así no hace ninguna falta, no la necesitamos para nada.