10 de julio de 2018

Ese visitante mágico


Brasil siempre ha sido país de fútbol. Han ganado cinco veces la Copa del Mundo, y aunque en los últimos tiempos la suerte no les sonríe en exceso, no hay época en la que no pueda hablarse de jugadores excpecionales de dicha nacionalidad. Cuando el fútbol veraniego español lo protagonizaban torneos prestigiosos por donde pasaban los mejores equipos del mundo, era frecuente ver desfilar a los grandes conjuntos de las ligas "Carioca" y "Paulista": el Santos de Pelé, Botafogo, Flamingo, Corinthias, Vasco de Gama, Cruzeiro, ... De todos ellos, el que más recuerdos trae a mi cabeza es sin duda el Palmeiras, club de Sao Paulo que ya tiene más de  cien años de vida. Queda en mi memoria cuando ya en 1972 el Palmeiras disputó la 2ª edición del Torneo "Ciudad de Zaragoza -hoy "Carlos Lapetra"-, un triangular junto a los anftriones y el Hamburgo de Uwe Seeler, que se haría finalmente con el Trofeo. Fue esa década de los 70 una de las más brillantes en la historia del club brasileño.

El equipo que se paseaba por el caluroso agosto español y se hizo con torneos tan míticos como el "Ramón de Carranza" de 1975, tenía una plantilla excepcional. En la portería estaba Emerson Leao, meta titular de Brasil en los mundiales de Alemania (1974) y Argentina (1978). En la defensa destacaba por encima de todos Luiz Pereira, un auténtico portento físico, un central con excelente salida de balón y gran capacidad ofensiva. Era un espectáculo ver a Pereira ser dueño y señor de su área mientras mantenía una permanente sonrisa que no se si representaba serenidad o suficiencia. Tras ganar el Carranza, Luiz Pereira firmó por el Atlético de Madrid junto a su compañero Leivinha, quien jugaba de media punta, poseía una técnica notable y un olfato goleador llamativo: 40 goles en su etapa rojiblanca. Con ellos en el cesped el Atlético de Madrid, a las órdenes de Luis Aragonés,  entonces novel entrenador, reverdeció viejos laureles y se hizo con la Liga de 1977. Los brasileños, junto a Ayala, Heredia, Reina, Rubén Cano, Capón, Alberto, ...  hicieron que los rojiblancos jugarán un fútbol de muchos quilates, siendo sin duda los  jugadores diferenciales.

En el centro del campo del Palmeiras jugaba un futbolista poseedor de auténtica magia, un jugador distinto. Ademir da Guía era un número 10 clásico, dotado de una técnica excepcional, con una zurda prodigiosa y auténtica clarividencia a la hora de ver el fútbol. Al jugador se le achacaba lentitud, incluso pereza. Da Guía jugaba casi andando, con calma .... aunque veía la jugada antes que nadie y suplía con esa velocidad mental su aparente parsimonia. Fue internacional con Brasil, aunque esa forma de jugar no acababa de convencer a todos, lo que junto a una vida privada más bien agitada y el haber coincidido en el tiempo con jugadores como Pelé, Tostao, Rivelino, ... hizo que sus entorchados internacionales se redujeran a 9. En cualquier caso, verle jugar era un espectáculo. Y es que la historia del fútbol brasileño de los 60 y 70 no se reduce al fenómeno Pelé, pues hubo otros centrocampistas con duende: Gerson, Rivelino, Paulo César, Dirceu Lopes, Tonhinho, ... y por supuesto Ademir da Guía. Como muestra del estilo de Ademir da Guía queda esta referencia de la prensa gaditana tras ganar el "Carranza": "Es una especie de violinista que muestra una sonrisa de una suavidad desconocida en el fútbol de hoy".

En ataque, el Palmeiras destacaba por dos extremos excelentes. El diestro era Edu, uno de los mejores carrileros de Brasil, un jugador rápido, vertical y con olfato goleador, si bien no llegó a ser internacional. Tampoco lo fue Ney, un extremo zurdo tan rápido como Edu y con una gran habilidad en el regate. En el centro de la delantera, en el Palmeiras ocurría como tantas veces en la selección brasileña, donde jugaban futbolistas más bien rudos en cuanto técnica, aunque con poderío y olfato goleador, como era el caso de hombres como César o Mario.

Tendría que averiguar cual es la jerarquía actual del Palmeiras en las competiciones futbolísticas brasileñas, lo que no tengo duda es que hace 40 años practicaban un fútbol del bueno.

1 de julio de 2018

Libros que cayeron en junio



El mes de junio, con sus lluvias y la explosión de calor de la última semana, ha sido de acierto casi pleno en la elección de las lecturas. Siete buenos libros, con mención especial para una novela autobiográfica venida de USA ("Refugio"), un brevísimo y tierno relato español ("Sucederá la flor") y una buena novela de una escritora húngara ("El corzo").

Gay Talese es considerado, junto al recientemente fallecido Tom Wolfe,  el padre del nuevo periodismo. Ya leí en su día "Honrarás a tu padre", una valiente disección del mundo de la Mafia y me había llamado la atención "El puente", libro publicado este año por Alfaguar, aunque solamente tienen de nuevo el prefacio y el epílogo, pues el texto original se remonta a 1964. Precisamente éste fue el año de construcción del puente de Verrazano-Narrows, que une Brooklyn y Staten Islandy y constituye el núcleo del ensayo de Talese. Se trata de un puente de 4.176 metros de longitud que más de 50 años después de su construcción sigue siendo considerado un prodigio de la ingeniería. Las vicisitudes de esta gran obra es de lo que nos habla el veterano periodista de origen italiano, pero no principalmente desde el punto de vista técnico ni económico, sino desde un aspecto más humano: los boomers, obreros que trabajan a cientos de metros de altura que vencen al vértigo y están hechos de una pasta especial, miles de personas que tuvieron que ser desplazados de sus viviendas, que hubo que derribar para la nueva autopista, ... todo tipo de sucesos y eventos relatados con ritmo y conocimiento, incluidos algunos hechos dramáticos. En definitiva, una lectura muy interesante que ha valido la pena.

Hace un par de meses hablé de "El entresuelo", un relato autobiográfico del aragonés Daniel Gascón. El buen sabor de boca que me dejó el libro agitó mi interés pos su nuevo ensayo, "El golpe posmoderno", que con el sugerente subtítulo de "15 lecciones para el futuro de la democracia", ha publicado recientemente y  trata del grave problema surgido en Cataluña con motivo de la rebelión iniciada por sus dirigentes. Acerca de la crisis del "procés" se han publicado varios libros por autores tan conspicuos como Eduardo Mendoza, Jordi Amat o Fernando Sabater, pero tal vez sea éste el más extenso y detallado que he leído hasta ahora. Gascón desarrolla los quince aspectos referidos por la frase que acompaña en portada al título del libro de un modo claro, ameno y agudo. No es un ensayo elaborado desde una posición radical, ni siquiera conservadora, pues el autor analiza lo ocurrido con fidelidad a la Constitución y clara postura en defensa de la legalidad vigente, pero a la vez no ahorra críticas a unos y otros, y plantea soluciones avanzadas, sin posiciones intransigentes ni inmovilistas. Independientemente de la opinión de cada uno, de que se pueda discrepar de algún aspecto planteado, considero que estamos ante un trabajo francamente importante. Cabe añadir que mi opinión sobre este joven escritor zaragozano es cada vez más positiva.

Hacía mención no hace mucho tiempo de la reciente tendencia de muchos escritores a incluir en su producción narrativa  el relato de las propias experiencias. Es el caso de "Refugio", escrito por la estadounidense Terry Tempest Williams, quien añade a su condición de escritora la de activista medioambiental. Había leído críticas muy positivas del libro y he andado pendiente de que quedara libre en la Biblioteca pública hasta estar en condiciones de tomarlo prestado. Me ha parecido un libro maravilloso, uno de esos que no solamente te entretiene y enriquece, sino que te ayuda a ser mejor. La autora centra su relato en el gran lago Salado de Utah, estado donde vive con su familia y mientras nos describe el ambiente, el paisaje, las aves que allí viven, la flora, ... aprovecha para contarnos la historia de su familia, donde la mayoría de las mujeres han terminado sufriendo cáncer de mama. Son francamente deliciosas las descripciones de cómo viven y actúan los flamencos, garzas, avocetas, cormoranes, gaviotas, ... algo que me ha llevado a leer el texto acompañado de google, para así poder buscar fotos de todas y cada una de las aves citadas, ... un montón. También son emotivas y bellas las escenas familiares, con el toque dramático de la enfermedad, especialmente en el caso de la madre de la autora, cuya enfermedad y muerte vienen edulcoradas con el tremendo amor que destilan unos y otros y trasciende en la lectura. Un equilibrado y firme ecologismo, los detalles de la religión mormona, dominante en Utah, los recuerdos personales y familiares de Tempest Williams, ... completan una novela que pienso no puede decepcionar a nadie. Aconsejo no leer la contraportada, pues desvela cuestiones que es mejor descubrir en la últimas páginas.

Hace muchísimos años -más de treinta- leí "Los Abel" , novela con la que Ana María Matute llegó a la final del premio "Nadal" del año 1947, galardón que por cierto terminaría obteniendo doce años después con "Primera memoria", una de las mejores novelas en castellano que he leído. En "Los Abel" se basó Enrique Llamas, un joven periodista zamorano, para escribir "Los Caín", relato que contiene precisamente en su inicio una cita del texto de Matute. "Los Caín", primera obra de su autor, es presentada como novela de intriga, si bien la encuadraría en el más amplio género de narrativa. Tiene en común con su obra inspiradora el ambiente lúgubre, los personajes duros y amargos y el encuadre dentro del mundo rural de la España franquista, si bien en este caso en una época posterior, los años setenta. Llamas ha reiterado en las entrevistas concedidas a raíz de la publicación de su libro que su intención era reflejar la maldad humana, enmarcada en este caso en un pueblo de nombre figurado, Somino, ubicado en el interior de Castilla y cuya "idiosincrasia" puede verse reflejada con toda seguridad  en unas cuantas villas reales. El autor logra su objetivo y nos ofrece un libro bien escrito, que recuerda a los grandes narradores de posguerra -Delibes, Martín Gaite, Aldecoa, la propia Matute, ...-, aunque de un pesimismo notable, conun aire francamente sórdido, cruel,  negro. En todo caso, pienso que estamos un importante descubrimiento en las letras españolas contemporáneas.

Dicen que los perfumes más exquisitos se venden en recipiente pequeño; es el caso de "Sucederá la flor", un brevísimo relato de 55 páginas publicado por la editorial "Pre-textos" y escrito por Juan Montiel, un doctor en filología hispánica granadino de 34 años de edad. Montiel, con una prosa sencilla, ágil y tierna nos describe de modo intimista la grave enfermedad sufrida por su hijo de 2 años, un mal que le tuvo entre la vida y la muerte durante muchos meses. De vez en cuando la vida, a través de una breve reseña periodística en este caso, te tiene reservada una lectura especialmente maravillosa, un canto a la vida, a la vez que a la sinceridad y al dolor. El autor nos hace partícipes de sentimientos tan profundos como los de un padre ante su hijo enfermo, donde mezcla la tristeza con la alegría, la ansiedad con la esperanza, la crudeza con la paz interior ... todo con una prodigiosa armonía. Hay quien puede pensar que voy de positivo, que estoy siendo en exceso generoso en elogios con las lecturas de este mes, pero simplemente he tenido suerte, y en el caso de "Sucederá la flor" ha pasado por mis manos una joya.

Simon Leys fue el seudónimo literario del belga Pierre Ryckmans, escritor fallecido hace cuatro años en Camberra. La mayoría de sus obras son ensayos y críticas literarias, pero también hizo sus pinitos en la narrativa, capítulo en el que "Acantilado" ha reeditado con la pulcritud y elegancia que vienen siendo habituales en esta editorial, "La muerte de Napoleón", una de esas incursiones del autor belga en la ficción. Dicha obra -bastante breve- cabe ser incluida en el concepto de  ficción histórica, pues pienso que es la denominación adecuada a  un relato cuyo argumento central consiste en una pretendida huida del emperador corso de su último exilio en la isla de Santa Elena, quedando en ésta y en su lugar una especie de doble, mientras Napoleón emprende el regreso, con nombre supuesto, a París. Un planteamiento de este calibre tal vez exigiera mayor desarrollo e imaginación, pues al final lo que queda es una historia curiosa, con unos personajes bien definidos, pero a la que le falta chispa y capacidad de interesar. En alguna crítica leí que Leys escribe mejor cuando no hay ficción, pero no creo que quepa poner a esta novela la etiqueta de floja literariamente.

Sin ninguna duda, entre los mejores escritores del siglo pasado un buen número de ellos son centroeuropeos. No hay más que traer a colación nombres como Stefan Zweig, Leo Perutz, Joseph Roth, Sandor Marai, Bohumil Hrabal, Imre Kertesz, ... para comprobar la calidad de la literatura de esos países, la mayoría de los cuales vivieron tiempos permanentemente convulsos. En "El cultural" de ABC de hace un par de meses encontré una crítica de "El corzo", novela inédita de Magda Szabo, escritora húngara que vivió entre 1917 y 2007 que ha sido editada recientemente por "Minúscula". Se trata de una narración en primera persona acerca de los recuerdos de la protagonista, Esther, una actriz húngara de fama que evoca su infancia y juventud, nacida en una familia aristocrática venida a mucho menos y su relación con su amiga Angela, a quien envidia su posición y su belleza. El resuiltado es un dramático relato protagonizado por los enfermizos celos de quien cuenta la historia y que se reflejan en todos y cada uno de los acontecimientos de su vida. Novela dura, con cierto toque de tristeza, pero brillante y que mantiene el interés.