28 de noviembre de 2015

Entre la tapa y la gratitud


En Huesca andamos estos días de concurso de tapas. Ya en 2001 comenzó un certamen del que la ciudad fue pionera y que permite disfrutar de recorridos gastronómicos en los que ejercitar la amistad y catar productos de calidad sin gastar demasiado.

Ayer, a la salida del trabajo, conseguí engatusar a un compañero y amigo para tomar alguna vianda y juntos visitamos un par de establecimientos cuyas tapas de concurso tienen desde hace años merecida fama. Comenzamos por el "Biloba", un bar que no tiene muchos años y anda ubicado en la Avenida de Monegros de Huesca. Si no me equivoco ya ha obtenido varios premios en certámenes anteriores y en el presnte, si no gana alguno no creo que ande muy lejos.

Probamos las dos tapas "participantes", destacando un excelente huevo frito con panceta  presentado de forma muy original y cuyo sabor estaba a la altura de lo mucho que se puede esperar de algo tan típico y tan nuestro. La otra tapa era de bacalao y también nos gustó.

Pero a mi lo que me dejó más satisfecho fue la atención prestada, el servicio, la simpatía y soltura de la joven que deambulaba al otro lado de la barra. De entrada a mi amigo y a mí, que andamos más próximos a los 60 que a los 50, nos llamó "chicos", término que puedo asegurar me hace feliz y sentirme aún con esa mínima juventud que tan bien nos viene, amen de que la chica lo expresaba de ese modo tras el que se ve sinceridad y cordialidad a partes iguales.

Y también me encantó cuando, en una conversación con otro cliente y al hablar de los ajetreos de esta semana de concurso, la moza le comentó que ella se lo pasaba bien sirviendo tapas, pero lo que más le gustaba, por encima de éxitos y posibilidades de triunfo, era ver el interés y la forma de disfrutar de los clientes. Un comentario que te hace recuperar el crédito respecto a la bondad de la gente, aprender que siguen existiendo por esos mundos de Dios -¡por esos bares de Dios!- hombres y mujeres con humanidad.

¡Y es que si no fuera por esos momentitos!.

24 de noviembre de 2015

Palmira en el Interfacultades (Año 1975)


"Palmira (en árabe تدمر Tadmor1 o Tadmir) fue una antigua ciudad situada en el desierto de Siria, en la actual provincia de Homs a 3 km de la moderna ciudad de Tedmor2 o Tadmir, (versión árabe de la misma palabra aramea "palmira", que significa "ciudad de los árboles de dátil"). En la actualidad sólo persisten sus amplias ruinas que son foco de una abundante actividad turística internacional. La antigua Palmira fue la capital del Imperio de Palmira bajo el efímero reinado de la reina Zenobia, entre los años 268 - 272.

Palmira fue elegida como Patrimonio de la Humanidad en 1980. El 20 de junio de 2013, la Unesco incluyó a todos los sitios sirios en la lista del Patrimonio de la Humanidad en peligro para alertar sobre los riesgos a los que están expuestos debido a la Guerra Civil Siria."

Esto es lo que cuenta la Wikipedia sobre Palmira, una información que tiene que ser completada con las recientes y tristes noticias de la destrucción de buena parte de sus ruinas, incluido el Arco de Triunfo que fue reducido a escombros por el Estado Islámico. 

A partir del pasado sábado, la antigua ciudad de Palmira aporta otros recuerdos  más intrascendentes y personales; celebraba con varios más de curso en el "Gran Hotel" de Zaragoza la fiesta que conmemoraba los 35 años de nuestra promoción de Derecho. Entre otros se encontraba una compañera que desde hace varias décadas ejerce como magistrada en Barcelona, alguien a quien recuerdo como una de esas alumnas brillantes, a la vez que responsable y estudiosa. Al decirle mi nombre -con el paso de los años y los inevitables cambios físicos fue frecuente la necesidad de identificarse- me comentó que recordaba que el primer día de clase, allá por octubre de 1975 en el que entonces -no se ahora- se denominaba "Edificio Interfacultades", coincidimos sentados uno junto a otro, asistiendo a una clase de Derecho Romano que nos daba D. José Luis Murga Giner, un sevillano original y entregado a la enseñanza que falleció hace unos años. El profesor Murga, me contaba, nos habló de la entrada de las legiones romanas en la ciudad de Palmira, algo que al parecer le dejó cautivada.

He de reconocer que en mi memoria, que aún no es mala, no había quedado nada de eso, y aunque de ella me acordaba perfectamente, no me sonaba haber coincidido el primer día y, sin ninguna duda, no estaba grabada en mi "disco duro" referencia alguna a Palmira ni al ejército de Roma. Me quedé con la idea de que, al menos en aquellos tiempos, la madurez y sensibilidad femeninas eran mayores, al menos en el caso de ambos, y mientras una joven alumna recién sacada del colegio se emocionaba con el recuerdo de antiguas ciudades y viejos sucesos, un chavalote como yo, a quien quedaba un mes para cumplir los 17, debía estar mucho más pendiente de asuntos intrascendentes y posiblemente ajenos a los temas de la carrera que iniciaba.

Y este sábado por la noche, a la vez que disfrutaba de la grata compañía de quienes ya son -somos- hombres y mujeres próximos a los sesenta, que daba juego a la nostalgia del pasado y la belleza del momento,  lamenté no haber aprovechado bien las enseñanzas históricas y jurídicas de entonces, no haber tenido la sensibilidad que sí tuvo esa joven estudiante que ahora es una brillante profesional, una mujer cordial y de grata conversación y madre de hijos que inician el camino universitario que ella y yo recorrimos hace varias décadas, ... en circunstancias y situaciones bien distintas, por supuesto.


20 de noviembre de 2015

El violín y la tensión


El  de la música es, sin duda, uno de los mundos más maravillosos que existen. Dedicarse, profesionalmente o como simple afición, a la música es un privilegio al que se llega tanto por los dones recibidos como por el esfuerzo personal, pues salta a la vista que a la excelencia musical solamente se llega con trabajo, constancia, renuncia, ... Quienes forman parte de una orquesta, un grupo musical, una coral, ... suelen afirmar -y saben lo que dicen- tanto que tal pertenencia exige sacrificio y abnegación, como que se trata de una experiencia tremendamente reconfortante, un sueño, una fuente inagotable de satisfacciones.

Siendo un lego absoluto en la materia, y asumiendo que en cualquier orquesta o similar todos y cada uno de sus miembros, cada instrumento musical tienen una importancia capital para el buen resultado final de una pieza, una interpretación, no puedo evitar reflejar mi experiencia, como simple espectador, al presenciar cómo en diversas ocasiones y en distintos grupos he observado la concentración extrema de quienes tocan el violín. Ya de entrada se trata de un instrumento que exige una postura francamente incómoda, el mantener un equilibrio con ambas extremidades superiores, las dos ocupadas, a la vez que no perder nunca la atención de quien dirige todo. Cuando me he fijado en los violinistas he notado reflejada en sus caras, en sus ojos, en su actitud, una tensión llamativa, los cinco sentidos puestos al servicio de la perfección y el éxito de una interpretación. ¿Qué hay detrás? ... imagino que muchas horas de ensayo, la responsabilidad de hacerlo bien, de no fallar ni decepcionar a un grupo que más que nunca tiene que funcionar al unísono, la materialización de la virtud y el arte y, ¿por qué no?, el deleite supremo de quien se siente un privilegiado.

P.D. Dedicado a muchos y a muchas que me provocan sana -muy sana- envidia.

19 de noviembre de 2015

El zaguero Williams



El rugby es uno de esos deportes de los que lo ignoro casi todo. En los años 70 seguí con cierto interés lo que entonces se llamaba "Torneo 5 naciones" y que con el tiempo se ha ido ampliando a unas cuantas más; allí aprendí lo que era una melee, la "touche", el ensayo, la transformación y poco más. Me consta que el equipo lo forman 15 jugadores y que entre ellos hay una posición importantísima: el zaguero. Este es el último defensor, quien inicia el primer contraataque y suele precisar de brazos largos, piernas largas y una capacidad de dar la patada efectiva para alejar el peligro y meter presión al equipo contrario.

En esos años citados mi equipo favorito era el de Gales, que si no me equivoco solía ser además el más brillante de todos. La posición de zaguero era ocupada por John Peter Rhys Williams, un "mocetón" que se caracterizaba por sus grandes patillas, su melena al viento, unas largas piernas y la permanente costumbre de jugar con las medias bajadas del todo. De Williams recuerdo su liderazgo, su habilidad para lanzar con tino el balón y meterlo entre los palos, el hecho de haber llegado a realizar cinco ensayos con su selección, algo francamente excepcional en un zaguero y una gravísima lesión que le tuvo fuera de la actividad deportiva durante muchísimo tiempo.

Ahora, evocando mis recuerdos del rugby de su época y del propio personaje, descubro que en 1977 fue galardonado con la Orden del Imperio Británico por sus servicios al Rugby y que Williams era Doctor en medicina, hecho que trae a mi memoria la ya célebre comparación entre fútbol, deporte de caballeros jugado por villanos y rugby, deporte de villanos jugado por caballeros.

16 de noviembre de 2015

La cabeza confusa y el corazón encogido


Tras la terrible masacre de la noche del pasado viernes en París, si se tiene un mínimo de sensibilidad y sentido de la solidaridad, no cabe sino estar muy afectado y sacar del interior todo tipo de sentimientos de cariño y apoyo hacia los habitantes del país vecino, en especial hacia quienes de manera más o menos directa han sufrido daños tan irreparables como la pérdida de un familiar o amigo, sufrir secuelas físicas y psíquicas o  ser testigos de unos sucesos que no pueden sino dejar huella permanente. También queda impreso en el interior el miedo , justificado plenamente, de que estos hechos se repitan, incluso que se produzcan cada vez más cerca ... hasta poder ser víctima directa de los mismos. 

Pero conforme pasan los días y uno empieza a ser capaz de plantearse las cosas con mayor sosiego y profundidad, también surge la idea de que solamente nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena y que a veces no son tan intensos el dolor y la empatía cuando los hechos suceden mucho más lejos, las víctimas se encuentran a mayor distancia y quedan más difuminadas. Por desgracia las guerras y los dramas permanecen a lo largo de todo el mundo desde siempre, y en Irak, Siria, Mali, Sudán, Afganistán, ... se viven a diario y desde hace muchos años tragedias similares, incluso de mayor calado que la que nos estremeció a todos el último fin de semana.

Pasadas más de 48 horas no se a que atenerme; me faltan conocimiento del tema y datos suficientes para saber cual es el mejor modo de enfrentarse a la crisis; leo a unos y a otros y no me aclaro sobre la oportunidad o no de la rápida respuesta francesa bombardeando la capital del Estado Islámico en Siria, el cierre de mezquitas y la extensión numérica de las detenciones. Se dice que en España existe alto riesgo de atentados y no se si pensar que se exagera o ponerme a temblar.

Me duele comprobar que existe el mal, el odio, ... que alguien desee la desgracia del contrario o que existan gentes dispuestas a cualquier cosa. Me temo que en la opinión pública y  redes sociales hay algunos que se han excedido. Algunos hablan de la 3ª Guerra Mundial ... no se si es o no excesivo, lo que tengo claro es que entramos en tiempos duros, que no me siento, ni de lejos, preparado para sobrellevarlos, que noto la necesidad de ser más abierto y solidario ... pero con todos, y que me agarro al convencimiento de que, aunque a veces no lo parezca, Dios nos protege y sabe más.




11 de noviembre de 2015

Un político de antaño


Helmut Schmidt, que fuera canciller de la República Federal de Alemania de 1974 a 1982, murió ayer martes a los 96 años en su casa de Hamburgo. En los distintos periódicos en papel y digitales abundan las referencias a este político germano del Partido Socialdemócrata y que compartió poder en el mundo de su época con personajes de la categoría de Margaret Tatcher, Jimmy Carter, Ronald Reagan, Leonidas Breznev, Giscard D'Estaing, Francois Mirterrand, Olof Palme, etc. Allí nos hablan de un gobernante de prestigio, un hombre equilibrado, sensato y de convicciones, que a diferencia de otros antecesores como Adenauer o Willy Brandt o sucesores como Helmut Kohl no pasó a la historia por retos tan llamativos como la reconstrucción de Alemania, la apertura al Este o la reunificación, pero que supo aguantar el tipo en temas tan delicados como la crisis del petróleo de los setenta o el terrorismo, tanto interior como exterior. No cabe duda de que es un ejemplo para las clases dirigentes de ahora alguien que supo lidiar con problemas económicos de calado sin miedos ni demagogias y cuyo pulso fue firme ante una hecho como el terrorismo que nunca puede tener justificación y frente al que no cabe pactar.

No seré yo quien diga que los políticos de antes fueron mejores que los que ahora están en el candelero, pero tras morir alguien como Schmidt no puedo evitar echar de menos el estilo, la elegancia y la correción, también formal, de esos dirigentes, sobre europeos, de la época del canciller fallecido. Helmuy Schmidt fue soldado en la 2ª Guerra Mundial, un experto economista y, antes de ser canciller, ocupó cargos de tanto relieve como Presidente de turno del Consejo Europeo, Ministro de Finanzas y Ministro de Economía y Tecnología. Además Schmidt era un hombre culto, alguien que sabía lo que decía, que había leído mucho y no caía en las afirmaciones gratuitas, los tópicos, las frases hechas ni las posturas "políticamente correctas". Llamativa es la referencia del obituario de "El País": "Pese a su afiliación socialdemócrata, Schmidt congenió mejor con líderes conservadores como el francés Valéry Giscard d’Estaing o el estadounidense Gerald Ford, que con los teóricamente más cercanos François Mitterrand o Jimmy Carter. Con su gran amigo Giscard d’Estaing —fue al primero fuera del círculo familiar al que el alemán le habló de sus raíces judías, ocultas hasta 1988— ideó la institucionalización de las cumbres europeas y creó el Sistema Monetario Europeo.".

Tras abandonar el poder, codirigió desde Hamburgo el semanario "Die Zeit" estando casado durante casi 70 años con Hannelore Glaser, más conocida como Loki, que falleció en 2010. Estos datos reflejan también a un hombre con preocupación intelectual más allá de la política y un esposo fiel, aunque en los últimos años alguien habló de alguna aventura más allá de su casa familiar. En definitiva, un político de los que se echa de menos.

10 de noviembre de 2015

Distancias y cercanías


El tipo de vida que se ha impuesto desde hace años puede volvernos autistas y desconfiados. A veces tengo al impresión de que miramos a casi todos los demás con recelo y desde lejos y caminamos con la calle mirando de reojo a nuestros conciudadanos, como si en cualquier momento se fueran a revolver contra nosotros.

¿Por qué nos alejamos del resto, ... o de parte de él?; en ocasiones puede ser la timidez, en otras algún complejo, bastantes una mentalidad con demasiadas ideas preconcebidas, influida quizá por una extensión desmesurada de dogmas y convicciones, ... incluso habrá quien justifique la distancia en un pretendido poder o supremacía que suele carecer de fundamento y motivo.

Pero basta abrir un poco la mente para descubrir el encanto de la cercanía, para aprender que detrás de un rostro frío suele haber una sonrisa, que el silencio esconde confidencias y el anonimato puede ocultar un carácter atractivo, una personalidad deliciosa. Un buen planteamiento: descubrir a la persona detrás de su ropa informal, de sus tics nerviosos, de su cara de prisa, de su mirada esquiva, ... de ese anonimato que no tiene porque ser eterno.

Nota del autor: Dedicado a tantos y tantas con los que me cruzo cada mañana, algunos habitualmente, otros de vez en cuando, ... también a aquellos que se quienes son y ellos tal vez no ... o viceversa ... y por supuesto, a quienes tengo la enorme suerte de poder decir adiós.

6 de noviembre de 2015

El tiempo de Bertín


En mis recuerdos, el nombre de Bertín Osborne va íntimamente unido a la primera mitad del año 1981, cuando cumplía mi servicio militar en el ya derrumbado Parque de Artillería de Valencia y sentado en la oficina donde desempeñaba mis tareas administrativas -desde muy temprano, por cierto- sonaban a través de una especie de rudimentario hilo musical, los éxitos del momento. Así, a la vez que el magnífico "The winner takes it all" de Abba, el romántico "Woman in love" de Barbra Streissand, el "Qué será" de Ana Belén, las primeras canciones de Mecano y alguna que otra cursilada de Los Pecos, se repetía día sí, día también el primer tema que encumbró al jerezano, "Amor mediterráneo". La canción era tan romántica como simplona, pero con ella Osborne vendió discos como roquillas y dio el pistoletazo de salida a una carrera que tuvo cinco o seis años bastante brillantes. 

A las cualidades musicales del cantante se añadía cierto morbo,  pues era hijo de una familia aristocrática, su apellido sonaba a poderío andaluz y cargaba con un historial de adolescente conflictivo y joven con vida bohemia. En un país donde la envidia no es pecado escaso y en el que se tiende al etiquetaje y las deducciones simplistas, no le faltó al artista  quien le negara el pan y la sal. Eso sí, el nunca dejó de ser  un hombre que ha paseado por la vida con una sonrisa en la boca, la sencillez por talante y la simpatía como actitud vital. Y eso que a Bertín no le han faltado espinas y de las gordas: su ex-mujer falleció tempranamente y también perdió a un hijo y un nieto, a lo que cabe añadir la grave lesión cerebral  sufrida por el primero de los hijos que tuvo con su segunda mujer, una modelo venezolana llamada Fabiola, que le ha dejado al chaval secuelas irreparables. "Amor mediterráneo", "Tú, sólo tú", "Perdonamé", "Adios Lucía", ... y tantas otras podrán no ser precisamente canciones inmortales, pero el buen estilo y la categoría humana también son atributos que valorar y con los que dar buen ejemplo.

Ahora Bertín Osborne triunfa sacando adelante un programa de entrevistas, "En la tuya o en la mía", un espacio de TVE que está suponiendo un impacto llamativo en la audiencia de nuestra televisión pública y donde, con un dominio de la cámara indudable, y su habitual saber estar y simpatía nos presenta cada semana personajes famosos con los que durante más de una hora mantiene una conversación amena, interesante y fundamentalmente bien encauuzada.

Recientemente vi una inolvidable entrevista a Adolfo Suárez Illana que en estos tiempos de crispación, cuestionamiento global de todo y cierta mentalidad destructiva y cainita, supuso como una especie de soplo de aire fresco, un regreso a formas más suaves, una forma de exhibir sensatez y respeto, que falta nos hace.

4 de noviembre de 2015

Autumn


Oficialmente el otoño llegó hace más de un mes, aunque hasta ahora apenas se había reflejado en el tiempo. No obstante, se trata de una estación cuyas manifestaciones van más allá de desempolvar la manta, ponerse más ropa encima o recuperar precaución a la hora de montar planes al aire libre. Basta acudir a determinadas zonas de montaña, a bosques y parques, al mismo paisaje urbano de muchas ciudades para descubrir cómo la naturaleza desata esa belleza que en ocasiones nos empeñamos en ignorar y, con ello, despreciar. ¿Qué mejor sitio para ejercer la contemplación, encontrar la paz interior y respirar, también metafóricamente, que el paisaje de Ordesa, los campos de Soria o las sobrias calles de tantos lugares de España en los que la caída de las hojas, los primeros fríos y los tonos ocres y sienas engrandecen si cabe la grandeza del románico o el gótico que desbordan de arte nuestra nación?.

El otoño es también tiempo de sentimientos; conforme avanza el mes de octubre y llegan los días de difuntos, el veranillo de San Martín o los más anticipados preludios navideños, notas cierto encogimiento del corazón, la llamada de la nostalgia, ... parece que se apagan los entusiasmos e ilusiones más recientes, echas de menos a los que faltan, se empaña la mirada hacia el futuro y se incrementa el peso que conlleva la carga que arrastra cada cual. El otoño viene a ser como una metáfora de la vida, y cada vez que, tras la luz del verano, reaparece inapelable, ponemos una muesca en nuestra propia cartuchera, porque será un otoño más, pero también un otoño menos.

Cada año que pasa deberíamos aprovechar al minuto la belleza exterior, y mantener, a pesar de tensiones y atosigamientos, la paz interior y la esperanza.

1 de noviembre de 2015

Libros leídos antes y después del Pilar


Buena cosecha literaria la de octubre, con matrícula de honor para dos libros que cuando empecé ya sabía que eran un joya: la biografía de Pedro el Grande de Massie y una obra maestra de la literatura universal como "El Gatopardo". Cabe añadir dos policíacas poco publicitadas que en ambas salió "cara", un buen debut como "La casa de las miniaturas", el ensayo de un maestro del nivel de Don Ramón Menéndez Pidal y una novelita de Echenoz que aunque no me ha entusiasmado no deja de ser escrita por un gran literato.

Algo más de dos meses me ha costado leer la biografía de "Pedro el Grande" que le valió al estadounidense Robert K. Massie el Pulitzer de 1981. El premio es sin duda merecido, y había recibido la apremiante recomendación de leer el trabajo del historiador y periodista de Lexington (Kentucky) por varias vías. No fue fácil conseguir un libro que está descatalogado y del que no se conoce edición digital y al que solamente pude acceder al tener la suerte de encontrar un ejemplar en la Biblioteca de Huesca, donde por cierto hube de renovar hasta tres veces el préstamo. Se trata de una biografía que deja huella, de una obra maestra en el género. Massie consigue transmitirnos a la perfección la tremenda personalidad de Pedro el Grande, zar de Rusia durante 43 años -casi toda la vida si tenemos en cuenta que murió a los 52-, con todas sus virtudes, y defectos, un hombre de una complejidad notable en el que destacaba tanto su fe como su crueldad, su abnegación y entrega a la causa como su capacidad de descuidar algunas obligaciones. De cualquier manera, este Zar fue sin duda un "grande", destacando la transformación de Rusia en un país moderno y occidentalizado, la creación de un ejército fuerte, con especial mención de la marina, fortalecida por él y cuyo avance le hizo famoso, su habilidad para la guerra y, por supuesto, la fundación de la ciudad de San Petesburgo. El libro es también una exposición magistral de la sociedad rusa de la época, fijándose el autor en todos y cada uno de los personajes históricos -familiares, políticos, ...- cuya idiosincrasia describe uno por uno, con relato de los principales acontecimientos de su mandato -rebelión de los "Streltsí", conspiraciones varias, ...- con una precisión y rigor admirables. El libro constituye también una formidable testimonio de la política europea de aquella época, convulsa como casi todas, con personajes tan apasionantes como el rey Carlos XII de Suecia, un hombre especial que parecía vivir para la guerra y que pasó 14 años fuera de su tierra con el único fin de pelearse con casi todos. Una biografía que me atrevería a definir como imprescindible, una obra maestra.

"La casa de las miniaturas" es la primera novela de la británica Jessie Burton; se trata de un libro con un buen lanzamiento publicitario y una magnífica edición a cargo de "Salamandra", avalado por el premio "Specsavers Book of the Year 2014 Award" y un record de ventas en su país. La novela me ha gustado, aunque habrá que esperar a la próxima para ver si estamos ante una escritora de calado o simplemente ante un éxito pasajero. El relato está ambientado en el Amsterdam de finales del siglo XVII y nos cuenta la historia del matrimonio de conveniencia de Petronella Oortman en el que nada es lo que parece y que desemboca en un drama del que no debo de dar pistas. El libro tiene su parte de intriga, con personajes misteriosos y sucesos inexplicables, algo de fantástico y cierto valor histórico, pues nos ambienta magníficamente en la Holanda del siglo XVII, con un Amsterdam esencialmente comercial y puritano. Toda la narración posee un tono inquietante que casi puede llegar a ser asfixiante, con una historia en la que se ve sumergida la protagonista, a quien le van cayendo como losas unos acontecimientos terribles frente a los que consigue acabar apareciendo como una auténtica heroína. Buenos personajes, entre los que destaca la bondad que va surgiendo,a veces inesperadamente, en los más importantes. Pienso que al final la autora no logra desentrañarnos todos los misterios que han ido creándose con el paso de las páginas, ... al menos yo no lo he conseguido descubrir.

Una amplia reseña aparecida en "Elemental", el excelente blog de novela negra del diario "El País" me hizo descubrir y, posteriormente, me animó a leer "Arab jazz", primera novela de Karim Miské, un escritor polifacético, nacido en Abidjan, de padre mauritano y madre francesa y en cuyo currículum aparecen también  trabajos como director y guionista de cine. El libro fue publicado en 2012 y la edición española de "Adriana Hidalgo" anda fechada en 2014, aunque fue a raíz del atentado a la sede de la revista Charlie Hebdó cuando los medios decidieron aprovechar la circunstancia para promocionar un relato ambientado en un barrio parisino de ambiente árabe. Las críticas leídas eran positivas y una vez leída puedo confirmar que se trata de una novela policíaca que merece la pena. "Arab jazz" -cuyo nombre viene a emular, al parecer, a "White jazz", el libro con el que   James Ellroy cerró su mítico “Cuarteto de Los Angeles“, me ha parecido una novela distinta dentro del género, con un ritmo tremendo y cuyo fondo va más allá del simple desarrollo de un argumento más o menos complicado. A partir del espeluznante asesinato de una azafata de Air France en un piso del Distrito 19 de París, Miské, en paralelo a la investigación de la que se hace cargo una pareja mixta de policías de carácter, nos hablá  de la inmigración magrebí en Francia, del fanatismo religioso -en especial el islamista y el de los Testigos de Jehová-, del problema de las enfermedades mentales, del tráfico de drogas y de la corrupción policial. El relato que obtuvo el "Gran Premio de la literatura policial" en Francia en 2012, es duro, no hace concesiones y en algún momento uno teme liarse en la lectura, pero al final queda en su conjunto una novela magnífica, en este sentido es elocuente lo que concluye Juan carlos Galindo en su artículo de "Elemental": "Cómo se relaciona esto con lo que ocurre en París y cómo sigue todo a partir de aquí es un ejercicio complicado en el que la novela podría haber desbarrado por completo, pero del que el autor sale indemne". Cualquiera que  guste del genero policial no debería perderse este libro.

Recuerdo perfectamente la muerte de Ramón Menendez Pidal, fue un acontecimiento nacional y hasta en el colegio hubo un profesor que dedicó la clase a hablarnos del historiador que había fallecido cuando estaba a punto de cumplir 100 años. Me hacía ilusión leer algo de Menéndez Pidal y en el mercado de segunda mano me hice con una vieja edición de Austral de su libro "Los españoles en la historia", un delicioso ensayo publicado en 1959 y en el que nos habla de los pros y los contras del carácter de los españoles a la lux de los distintos acontecimientos de nuestra historia. De esta manera van pasando por ls más de 200m páginas de que se compone el texto personajes tan variados como Viriato, el Cid, los distintos reyes de la Reconquista, los Reyes Católicos y los Austrias y Borbones que les siguieron. Igualmente recoge tesis y opiniones de personas de la cultura española de las más variadas épocas y posiciones: Jovellanos, Larra, Ganivet, Costa, Ortega y Gasset, Menéndez y Pelayo, Donoso Cortés, Cadalso, Unamuno, Feijoo, Azorín, ... Un ensayo cargado de sabiduría, conocimientos y sentido común, alejado de posturas extremas e intolerantes, que trata de asuntos que siguen teniendo plena vigencia al cabo de casi 60 años y que merece la pena leer.

Leer "El gatopardo" era una de mis asignaturas pendientes desde hace años; había escuchado todo tipo de alabanzas, incluso conozco quien lee la novela cada año: tras terminarla he comprendido que hacer esto último no es exagerado. Se trata del único libro escrito por el italiano Giuseppe Tomasi di Lampedusa, un príncipe y duque nacido en Palermo en 1896 y fallecido en Roma 60 años después y en el que nos habla de una noble y decadente familia siciliana en los tiempos de la unificación de Italia. Cabría calificar el relato como novela histórica, y efectivamente en la misma aparecen personas y sucesos reales, como los protagonizados por Garibaldi, pero me temo que nos quedaríamos cortos, pues la novela tiene también algo de costumbrista, su toque satírico, sus pequeños sucesos dramáticos y, por encima de todo unos trazos sencillamente geniales. El autor consigue meternos de lleno en el ambiente del tiempo y de la época en una Sicilia retrasada, donde domina la familia dirigida por Fabrizio Corbera, príncipe de Salina, cuyos privuilegios se ven amenazados con la caída de los Borbones y la llegada del nuevo rey Vittorio Enmanuelle. Junto a ese ambiente magistralmente expuesto, la novela se convierte en un  desfile de personajes inolvidables, encabezados por el indudable protagonista, el príncipe, su sobrino Tancredi Falconeri, su hija Concetta, a quienes cabe añadir el arribista Calógero Sedara y su bellisima hija Angélica. No obstante, no cabe resumen alguno, lo aconsejable es ponerse a disfrutar, sin prisas ni precipitaciones , de una lectura maravillosa. El libro, que se editó póstumamnente, dio lugar a una película que dirigió Visconti y protagonizan Burt Lancaster, Claudia Cardinale y Alain Delon, ... casi nada.

Jean Echenoz es un escritor francés de nivel; se trata de un hombre bastante prolífico que ha alcanzado su cenit en el presente siglo: siete libros de claidad lo confirman. En los últimos años han pasado por mis manos "Correr" y "14", dos magníficas novelas que tratan de temas tan distintos como la vida del campeón olímpico Emil Zatopek o la 1ª guerra mundial. Echenoz tiene además la virtud de publicar libros breves lo que ayuda a vencer esa primera pereza que suele haber ants de comenzar una lectura. Acaba de salir al mercado "Capricho de una dama", publicado com o siempre en Anagrama y que cuenta con 112 páginas. Se trata de la recopilación de siete relatos publicados por el autor en distintos medios con títulos tan diversos como "Nelson", "Babilonia", "Veinte mujeres en el parque del Luxemburgo y en el sentido de las agujas del reloj", "Ingeniería civil", "Nitrox" y "Tres bocadillos en el Bourget", amen del que da título al volumen. Me encantó el primero, que nos habla del aspecto más humano del almirante Nelson, y en cuanto al resto he de confesar que me ha costado demasiado encontrarles el truco y aunque salta a la vista una forma de escribir de nivel, es posible que deba dedicarles ona relectura en un futuro para entenmderlos bien. 

Michel Suñén es un escritor zaragozano del que había oído hablar muy poco; de hecho mi primer conocimiento, al menos consciente, de su existencia tiene que ver con una pasión que compartimos: el Real Zaragoza ... supe antes de su zaragocismo que de su estilo literario. Fue precisamente a través de un amigo común, por supuesto que también "blanquillo", como llegó a mis manos "Psicario", su último thriller, que tuvo la delicadeza de hacerme llegar dedicado; posiblemente sea bueno incluir en mi crítica el tenor de la dedicatoria: " ... que disfrutes de este recorrido impactante e inquietante por los recodos del alma humana y las palabras que matan". Tengo que admitir que la novela ha dado bastante más de sí de lo que esperaba; es entretenida, que no es poco, pero a ésto hay que sumar una trama bien pensada, un tema interesante y un ritmo que no se rompe nunca. Tal vez la historia tiene algo de inverosímil, pero el autor consigue jugar con varias cuestiones que añaden notoriedad al relato: el mundo de la blogosfera, la banda terrorista ETA, el mundo de las drogas, ... Unos condimentos con los que sabe jugar Suñén, para mí un descubrimiento. Y por cierto, el libro tiene una aportación original: los capítulos han sido ordenados en sentido inverso, comienzan en el 81 ... y terminan en el 0.