29 de junio de 2014

Recuerdo de un torero modesto

En mi casa eramos taurinos; la cosa del fútbol me vino más tarde, pero con pocos años mi padre solía llevarme a las novillada -con y sin caballos- que se celebraban en el histórico Coso de la Misericordia de Zaragoza. Hoy en día es posible que para algunos esto no sea considerado como una buena experiencia, incluso como algo políticamente incorrecto: yo tengo un recuerdo entrañable de todo esto y estoy seguro que puestos a buscar experiencias inadecuadas para un niño hoy encontraremos unas cuantas peores que aquéllas. Recuerdo perfectamente haber visto pelear en el ruedo a las grandes promesas aragonesas de la época: Raúl Aranda, "El Tano", Fernando Moreno, César González, Pedro Sopeña Palacios, José Luis Gran "Romito", Gabriel Lalana y otros, así como a los novilleros punteros del momento, como entonces lo eran "Paquirri", "El Monaguillo", Sebastián Palomo Linares, "El Inclusero", Paco Ceballos o un sevillano a quien tomé como ídolo llamado José Luis Capillé cuya carrera terminó convirtiéndose en agua de borrajas. El colorido de los trajes bordados en oro, plata y azabache, los alguacilillos, las diferentes suertes y el ambiente esencialmente taurino de la delantera de grada donde nos ubicábamos se han convertido en fuente de nostalgias y recuerdos gratos.

En los alrededores de la plaza repartían unos folletos en los que se incluían las fotos de los tres matadores participantes, las de los toros que iban a saltar al ruedo y un breve historial de los toreros. Hace unas semanas me enteré del fallecimiento de uno de los novilleros que con más frecuencia aparecía en los carteles zaragozanos, Manuel Iglesias "El Califa", un torero que hasta ahora pensaba era nacido en Aragón y al leer la noticia de su muerte, ocurrida el 23 de marzo de 2013, descubrí que era natural de la localidad alavesa de Llodio, aunque desde hacía muchos años había fijado su residencia en Zaragoza. "El Califa" fue uno de esos toreros de enorme pundonor que no logró alcanzar esa gloria reservada a unos pocos, pero si dejar constancia de un valor y una entrega llamativos. Mi recuerdo de Manuel Iglesias, a quien nunca vi torear, es el de un hombre al que frecuentemente le cogía el toro, siendo su cornada más grave la que le produjo en Trujillo (Cáceres)la rotura de la femoral en 1961, donde 33 centímetros de la arteria hubieron de ser sustituídos por otros tantos de material plástico. También recuerdo haber escuchado hablar de él a familiares y amigos como un hombre amable u cabal, tal como lo reflejaba Elena Pérez en un blog de Heraldo de Aragón:

"“El Califa”, un vasco-aragonés que falleció ayer sábado aquí, en la que era su ciudad y donde ha dejado infinidad de amigos que le recordarán como era, un hombre muy cabal, callado, tremendamente religioso y que, pese a su retirada y a que no frecuentaba ambientes taurinos, vivió siempre entrenando, corriendo por el monte y manteniendo la forma como si fuera a torear al día siguiente."

En la colección de folletos taurinos que pululaba por mi casa aparecía con frecuencia el rostro de "El Califa" mostrando una jovial sonrisa de oreja a oreja y compartiendo cartel con novilleros que luego tomarían la alternativa como José Fuentes, Manolo Amador, Juan Calleja, José Luis Barrero, Gabriel de la Haba "Zurito" o Manuel Cano "El Pireo". Iglesias se pasó al escalón inferior y fue un excelente banderillero en cuadrillas de toreros de la tierra como Fermín Murillo, Jesús Gómez "El Alba" y Miguel Peropadre "Cinco Villas". Descanse en paz.


26 de junio de 2014

El delgado hilo entre la paz y la guerra


Los padres de los de mi generación tuvieron la vida marcada por la guerra y la posguerra; el hambre, la muerte, el dolor, ... tanto drama, fueron durante esos años asuntos de ordinaria administración, situaciones habituales de cada día. Quienes nacimos avanzados los cincuenta crecimos en un entorno mucho más suave, aunque escucháramos con frecuencia recuerdos de tiempos más duros, al menos yo sin vindicaciones, rencores ni alusión alguna a deudas pendientes. .A las nuevas generaciones una España en llamas les suena a a cuestión muy lejana, a hechos narrados por los libros de historia no siempre con objetividad y rigor, no siempre evitando algo tan desacertado como escribir desde el resentimiento.

La guerra, no obstante, no ha desaparecido del mapa: tras una guerra mundial que destrozó el planeta nos vienen a la cabeza conflictos también sangrientos: Vietnam, Biafra, los Balcanes, Afganistán, Irak, Líbano, Somalia, Siria, ... sin olvidar que también en España hubo temporadas en las que el terrorismo teñia con triste frecuencia de sangre las calles. En pocos años las circunstancias han cambiado mucho: generaciones educadas de modo muy distinto al de antes, con acceso, quizá desmesurado, a la información a través de internet y redes sociales, crisis económica enorme, cuestionamiento de sistemas e instituciones que parecían inmóviles, ... y con ello ha llegado la incertidumbre. Ante esto vuelve a aparecer el planteamiento de si es posible que nos volvamos a partir la cara entre nosotros, algo que en mis cincuenta y tantos años de vida siempre me pareció cosa inimaginable.

Me pongo a pensar y me da miedo; veo como la ambición sigue provocando la ceguera de muchos: la ambición de dinero, la de poder, la de medrar, la de tener cada vez más posesiones, de llegar más lejos, sin mirar a costa de qué ni de quién. Y también veo que crece el odio, con mayor o menor justificación leo y escucho a bastantes hablar de venganzas, de boicots, de violencias, ... los foros, las redes sociales, hasta las conversaciones de barra de bar destilan con frecuencia un tufillo agresivo, ... se etiqueta por ser rico, por ser de otro lugar, por tener una u otra convicción, por ser empresario, sindicalista o funcionario, ... es cada vez más difícil oir una disculpa, un agradecimiento, una petición de perdón.

No tengo dotes de profeta, es más, tiendo a equivocarme cuando hago pronósticos; espero que así ocurra, que vuelva a estar despistado, porque abro los ojos, doy una oteada y concluyo que sí, que somos capaces de tropezar en la misma piedra.

24 de junio de 2014

El Córdoba a primera


El pasado domingo el Córdoba C.F. logró el ascenso a primera división; me alegro por muchos motivos: porque es uno de esos equipos que se paseaban por los campos de primera cuando en los años 60 mis ojos comenzaban a acostumbrarse al verde de los estadios, porque Córdoba es una ciudad preciosa, elegante y señorial que me trae bonitos recuerdos, y porque es el equipo de mi amigo Brunetti, que lo ha seguido en su largo peregrinar por el desierto y se merece una alegría de este tipo. Solamente siento que la próxima temporada el Zaragoza no pueda caer derrotado, como casi siempre, en El Arcángel  ... esperamos que sea la siguiente ... en 1ª división, por supuesto.

Córdoba no necesita un equipo en la máxima categoría para ser un destino deseable; jueguen donde jueguen los blanquiverdes ahí estará siempre la Mezquita, un monumento grandioso del que recuerdo un concierto de música sacra precioso y la paz que ofrecen sus capillas, y el barrio judío, donde no te cansas de pasear por calles llenas de encanto, con casas mágicas y patios preciosos, y el museo de Julio Romero de Torres, quien pintó a la mujer morena que contemplábamos en los billetes de 100 pesetas cuando éramos niños, y por supuesto el rabo de toro del "Caballo rojo", el salmorejo  y, con toda seguridad, muchos otros platos en restaurantes por descubrir.

Córdoba no solamente es tierra de fútbol, lo es de filósofos, como Lucio Anneo Séneca, representante genuino del carácter cordobés, según dicen el más serio y culto de toda Andalucóa. Y es tierra de toreros, recuerdo haber ido de propio al Barrio de los toreros, con el monumento a "Manolete" y el recuerdo de otros maestros auténticos como "Guerrita", "Lagartijo", "Machaquito" o más recientemente Manuel Benítez, "El Córdobés". De Córdoba fueron tambien Averroes, Maimónides, Juan de Mena y Luis de Góngora y Argote. Y por supuesto, no hace falta el fútbol para descubrir las guapas mujeres cordobesas; aún recuerdo hace 10 años la recepcionista del Hotel "Maimónides" de la capital de los califas, ¡qué ojos!, ¡qué sonrisa!, ... y ¡qué pendientes de aro grande que tan bien le sentaban!.

Pero ahora, encima de todo eso, el Córdoba tiene equipo en el Olimpo del fútbol español; por su estadio pasarán el Barça, el Real Madrid, el Atlético, el Valencia, el Sevilla, el Athletic, ... no se si mi amigo Brunetti contratará palco y chófer para esas ocasiones. Que dure muchos años, y como ya dije: ¡que allí nos veamos!.

Hace casi cinco años saqué un post sobre el Córdoba cuyo enlace dejo aquí:

http://modestino.blogspot.com.es/2009/11/cuando-un-tal-fermin-le-dejo-al-barca.html

22 de junio de 2014

¿A qué hemos venido?


Tengo un amigo que dice que hemos venido a este mundo para ser felices; habitualmente tras hacer dicha afirmación pone cara de pícaro y añade: "... y para pagar a Hacienda", algo que casi podría ser una contradicción con la frase principal. Y como cuando te dice eso de ser felices notas enseguida que no hay doblez ni engaño, agradeces semejante planteamiento, entre otras cosas porque da gusto compartir el tiempo con alguien a quien cada vez que te lo encuentras se le ilumina la cara, pues en los tiempos que corren no es poca ventaja tener amigos que se alegren de estar contigo.

No debería discutirse ese fin de felicidad que habría de protagonizar nuestra vida; de una manera o de otra, es lo que buscamos, una aspiración común que ni todos enfocamos de la misma manera ni todos somos capaces de alcanzar. Pienso que la frase de mi amigo, sabia sin duda, exige dos matices; el primero que difícilmente podremos presumir de haber llegado a esa meta si somos incapaces de condicionarla a la felicidad de los demás, es decir, buscar la felicidad propia sin tener en la cabeza la de quienes tenemos alrededor, más o menos cerca, no es más que la materialización del egoísmo, algo que impide la felicidad o la hace falsa.

Por otra parte, el tema trae a colación la eterna cuestión, la de la realidad del dolor, de la enfermedad y de la muerte. Son realidades innegables con las que, más temprano que tarde, nos vamos a encontrar, ver incompatibilidad entre ellas y la felicidad puede ser el inicio del camino de la frustración, del desengaño, ... del error, porque hay compatibilidad, solamente se trata de descubrirla.


20 de junio de 2014

El Rolls Royce, el protocolo y la tradición


Pienso que la ceremonia de proclamación del nuevo rey de España fue sobria, austera; no hubo grandes boatos y, desde mi punto de vista, estuvo ayuna de oropeles y excesos. Trajes sencillos, ceremonias poco empalagosas, aire familiar, ausencia de invitados extranjeros, ... creo sinceramente que en cuanto a lujos ha pecado más por defecto que por exceso. Los nuevos reyes llegaron al Congreso de los Diputados en un antiguo Rolls Royce, un vehículo que rezuma buen gusto, que lleva impreso el sello de lo selecto, de la distinción. Habrá quien piense que es un exceso, a mí me parece que añade calidad a cualquier acto, y eso no puede ser malo.

Leí algunos comentarios en las redes sociales que criticaban los gastos de la coronación, con frases tales como que el dinero se podía invertir en educación y sanidad o que era un escándalo tanta ceremonia mientras había niños que pasaban hambre. Entiendo que semejantes afirmaciones no andan exentas de notorios ingredientes de demagogia, de crítica tópica y banal; no creo que sea en actos protocolarios como el vivido donde haya que obtener lo necesario para esa sociedad más justa y solidaria a la que aspiramos cuando menos quienes, con nuestros defectos, nos consideramos personas de buena voluntad, amen de que no estaría de más que algunos recordaran eso de la viga en el ojo propio y la paja en el ajeno.

Se trataba del acto de proclamación de la máxima autoridad de la nación, y entiendo que es algo que necesita un mínimo de esplendor, que las exigencias del protocolo van más allá de las personas concretas y es la institución la que se engrandece con la excelencia de los actos públicos; dotar a estos actos de sus dosis de lujos y honores es una forma de engrandecer y respetar a España. Además hay algo que se llama tradición, y el progreso, la lógica y necesaria evolución de tiempos, usos y costumbres, no tiene que ser incompatible con el respeto a tradiciones e instituciones que están muy por encima de las personas. Y, quede constancia, no estoy defendiendo la monarquía, en una hipotética proclamación de un nuevo presidente de la República mi postura sería la misma, no quiero cutrez ni improvisación en los actos más importantes de mi país.

19 de junio de 2014

¡¡Feliz, fructífero y largo reinado!!


Hoy tendremos nuevo rey. A los 46 años Felipe de Borbón y Grecia subirá al trono de España e iniciará una nueva época que esperemos sea positiva a pesar de tantos negros nubarrones que se ciernen sobre nuestro país. Desde mi punto de vista son muchos los frentes abiertos: desafíos nacionalistas, crisis económica que andamos muy lejos de haber superado, justificada desconfianza ciudadana hacia los políticos y los partidos hasta ahora mayoritarios, alternativas de futuro que aparentan andar ancladas en doctrinas totalitarias que parecían superadas, inmigración, juventud sin perspectivas de futuro, ... el panorama que se encuentra el nuevo monarca es poco halagüeño, aunque tampoco lo tuvo fácil su padre y salió airoso, además de que es en retos de este tipo donde se deben acreditar las condiciones de una persona con misión alta, y todos aseguran que Felipe VI está muy preparado.

El nuevo Rey accede al trono en medio de algunas voces discrepantes; algunas proceden de convencidos republicanos, y su postura es tan respetable como la que más, otras derivan de la decepción por determinados comportamientos de algunas personas de la familia real, y me temo que tienen justificación y son también respetables, ... y también hay voces de quienes simplemente parecen necesitar criticar y protestar siempre, de mentes tóxicas, que las hay y me merecen menos respeto que las anteriores. Yo prefiero recibir al nuevo monarca con respeto y con esperanza; su buen hacer significará que a los españoles las cosas nos van bien y será bueno para todos. Creo que hoy, en medio de tanta convulsión y tanta zozobra, debería de ser un día para la esperanza, una jornada alegre en la que todos nos oxigenáramos con nuevas caras y nuevas perspectivas. Mi confianza y mi apoyo para los Reyes de España, mi país.

17 de junio de 2014

Las ponencias complementarias


Con cierta frecuencia asisto a conferencias, coloquios y mesas redondas sobre temas diversos,  jurídicos o no; hay veces en los que se trata un tema interesante, otras en que es el prestigio y la sabiduría del ponente las que se convierten en el mejor reclamo, mientras que no faltan ocasiones en los que la asistencia no es más que una obligación o un compromiso. Son sesiones que suelen comenzar avanzada la tarde y que corren el riesgo de extenderse en exceso, de traspasar esos límites horarios que pueden traer como consecuencia nacional la impaciencia, el cansancio, esa necesidad de descanso, pues conforme cumples años el deseo de recogerte al calor de una cena frugal, una buena lectura y la compañía familiar tiende a imponerse a cualquier otro planteamiento.

Quienes organizan el acto en cuestión seleccionan a un ponente por las razones que sean, desde ser un experto en la materia, hasta tener reclamo popular, pasando por razones menos publicables como el capricho de alguien, el llenar el hueco como se pueda o que el conferenciante resulte barato o incluso no cobre. de cualquier modo, si a alguien se le concede el privilegio de hablar, quienes han acudido dispuestos a escucharle habrán de asumir que aquél haga de su capa un sayo y hable como y cuanto quiera. Ya se sabe que los expertos aseguran que la atención que podemos prestar las personas a cualquier discurso no va más allá de los 18 o 20 minutos, pero si existen ponentes capaces de extenderse mucho más la única respuesta tiene que ser la paciencia o intentar una discreta "huída", siempre que no sea muy llamativa ni tengamos obligaciones protocolarias o morales de aguantar hasta el último suspiro.

Pero lo que, al menos a quien esto escribe,  podría superar al mismísimo Job, es la actitud de aquellos que cuando se abre el debate toman la palabra y en vez de preguntar o aportar con brevedad, discreción y prudencia su opinión, te plantan un nuevo discurso que tiende a provocar en el sufrido espectador un agobio próximo a la ansiedad. Me temo que con frecuencia esta actitud tiene su causa en esa necesidad imperiosa que sienten algunos de colocar su perorata caiga quien caiga, como si ellos tuvieran la varita mágica que da respuesta a cualquier cuestión, sin excluir ese defecto tan humano de tender a escucharse a uno mismo. A partir de las 9 de la noche, y puede que antes, cualquier intento de prolongar un acto académico, social o del tipo que sea tiene algo de temerario y pone en evidencia a quien prefiere ser escuchado que comprender las prisas del personal.

14 de junio de 2014

Esta vez no ganamos


El grupo que le había tocado en gracia a España en este Mundial brasileño no me gustó desde el principio; debutar frente a Holanda en un encuentro con aires de venganza, enfrentarnos a Chile, posiblemente una de las selecciones que más ha crecido en los últimos años y tener de convidado de piedra a una típica selección incógnita como es Australia excitaba mi preocupación por la clasificación del once de Vicente del Bosque. Tras la humillante derrota de ayer, ha quedado probado una vez más eso de que las cosas son susceptibles de ir todavía peor. La derrota era una posibilidad cierta, pero caer goleado y estar toda la segunda parte a merced de los holandeses ha sido un mazazo inesperado y ha dejado por los suelos la moral y los ánimos de una afición que hasta ayer vivía en un sueño. No tengo ganas de grandes análisis, solamente quiero dejar constancia que me temo que se termina una época, que en ocasiones te sacan de quicio la inmovilidad de los entrenadores -Casillas lleva bastante tiempo sin ser el de antes y chupando banquillo en su club, Piqué y Jordi Alba no han tenido buena temporada, Xavi a lo mejor necesitaría cierta dosificación, ...- y que el planteamiento de Van Gaal fue perfecto, con un tridente arriba que hizo maravillas. Asumamos que no vamos a ganar el Mundial y esperemos que en los próximos dos partidos los jugadores estén a la altura y consigan convertir en digno lo que ha empezado en bochorno.

Del resto del Mundial, poco se puede decir, Méjico, Chile y Colombia han dejado bien claro que hispanoamérica tiene bastante que decir, mientras resultó escandaloso el robo al que un japonés más bien inepto sometió a los croatas; buen partido de Modric y Rákitic frente a un Brasil afortunado y favorecido descaradamente por el trencilla. No dudo que Brasil sigue siendo el gran favorito, pero su fútbol ya no tiene,ni de lejos, la brillantez de antaño, ya no hay magia, samba ni creatividad; Neymar estuvo sin duda magnífico y me gustó mucho Oscar, aunque hay jugadores que por lo que vi en el partido inaugural convierten en especialmente odioso el compararlos con los Tostao, Rivelino, Bebeto, Romario, Falçao, ...

Esto no ha hecho más que empezar, esperemos que las próximas noticias sean menos terribles para España y que veamos buen fútbol. De grandes éxitos patrios parece claro que tenemos el cupo cubierto.

12 de junio de 2014

Perdidos en el laberinto


El camino de nuestra vida aquí abajo puede ser más o menos largo; muchas veces lo andamos como si fuera a durar siempre y nuestros planteamientos llevan a pensar que lo consideramos definitivo. La verdad es bien distinta, y conforme pasan los años vamos asumiendo que llegará un día en el que, con mayor o menor aviso, nuestra vida terrena  terminará , entre otras cosas porque con el paso del tiempo la muerte se va convirtiendo, inexorablemente, en algo cada vez más cercano. No sabemos los años que vamos a vivir -ya lo dice la Escritura, "ni el día ni la hora"-, aunque nos engañaríamos si nos negáramos a asumir que es un camino lleno de obstáculos y a menudo complicado.

Para marchar rectamente por la vida es indudable que hace falta tomárselo en serio; sin exigencia personal, sin voluntad constante, sin esfuerzo permanente lo normal es que patinemos continuamente; ahora bien hay ocasiones en que parece que la senda del bien solamente puede enfilarse encarando un auténtico laberinto, una  continua y agobiante sucesión de recovecos, obstáculos, curvas cerradas y hasta trampas en forma de reglamentos, precisiones, moralinas y demás que incluso pueden sonar a letra pequeña de contrato semileonino. Vamos que a lo mejor tensa menos el alma limitarse a aceptar los propios defectos y limitaciones, intentar honestamente superarlos y contar con la ayuda divina, que hay que confiar en que Dios sea  más padre que gobernante.


10 de junio de 2014

Un chavalín en el "Pedro"


La llamada fiesta de los toros anda más bien de capa caída, por lo menos tremendamente cuestionada. Incluso hay quienes ya han incluido el tema en la nómina de lo políticamente incorrecto, ¡qué le vamos a hacer!. Pero las distintas ferias siguen celebrándose y se mantienen como noticia triunfos, fracasos y cogidas. Acaba de terminar la Feria de San Isidro, sin duda una de las más importantes del curso, en una plaza, la de Las Ventas, donde suele acudir un público exigente y entendido, con algunos sectores, como el célebre "Tendido 7" que dan en ocasiones la sensación de aficionados pejigueros y hasta "tóxicos".

El gran triunfador de la feria ha sido un torero extremeño, Miguel Ángel Perera, un joven de 30 años que nació en la localidad pacense de Puebla del Prior y ha abierto en dos ocasiones la Puerta Grande de la plaza capitalina a lo largo de esta Feria. Perera ya es veterano en el escalafón, pues lleva 10 años de alternativa, que tomó en Badajoz el 24 de junio de 2004, de manos de "El Juli" y con Matías Tejela como testigo, matando el toro "Miliciano" de la ganadería de Jandilla.

Y de este hombre guardo un pequeño recuerdo personal, pues en una mañana de las fiestas oscenses de San Lorenzo del pasado año me encontraba tomando una caña en el Hotel "Pedro I" en compañía del director del establecimiento, y en ese momento se paró a saludarle un muchacho esmirriado y con cara de niño, vestido con una camisa blanca y unos tejanos de apariencia más bien cutre y calzando unas alpargatas de lona negra. Como en el hotel citado suelen hospedarse bastantes de los toreros que actúan en la Feria laurentina con sus cuadrillas imaginé que podría ser algún mozo de espadas o similar, pero mi sorpresa fue descubrir que era el mismísimo Miguel Ángel Perera, quien la tarde anterior había triunfado en la corrida correspondiente y desorejado a sus correspondientes toros bravos.

Está claro que el torero pacense se encuentra en el momento más dulce de su carrera, en la cresta de una ola que su éxito memorable en San Isidro va a elevar cada vez más. Y de la misma manera que Rafael Nadal se muestra como un mocete simpático y aniñado, que Messi parece un "criajo" tímido y despistado, Miguel Angel Perera me pareció un chavalín más bien desaliñado y mal aliemntado ... eso sí, en noviembre cumple 31 años y hace ya muchos que demuestra tener un valor a prueba de bomba y dominar con arte y poderío la bravura de sus rivales naturales.


9 de junio de 2014

Creer en los Reyes Magos


Pienso que todos conservamos entre nuestros recuerdos más dulces esa bonita ilusión que nos duró más o menos tiempo en relación a la existencia de los Reyes Magos. En una ocasión escuché a un viejo amigo afirmar que se trataba de una tradición que debería haber sido real, que lo bonito sería que las cosas sucedieran tal como nos las hacían creer y en la madrugada del 6 de enero los Reyes escalaran por el balcón de tu casa para poner sus regalos, sin dejar de servirse del refrigerio necesario para unos camellos que se intuían exhaustos.

En un momento determinado de nuestra vida nos caímos del guindo y descubrimos la verdad, con ese sabor agridulce que surgía del contraste entre la desilusión y esa consideración que ya es capaz de elucubrar un niño sobre el valor del cariño paterno, que en el fondo tenía la grandeza  atribuida a esos lejanos magos. Eso sí, recuerdo perfectamente que antes de descubrir qué había detrás de esos días gloriosos de cartas, cabalgatas y regalos, no exentos de alguna frustración que sorprendía, uno tenía la intuición de que algo raro había detrás de los Reyes Magos, conforme cumplías años aparecían los inicios de un racionalismo que buscaba explicaciones que lo escuchado hasta entonces no ofrecía. Eso sí, a la vista de que el resultado de la tradición era favorable, y recibías presentes de padres, padrinos y familiares, optabas por callar y dejabas pasar un tiempo que terminaría por descubrir el pastel.

Hay personas que siguen viviendo con ese espíritu, y parecen no ver y contar la realidad que presencian, sino la que desean, ofrecen la visión de un mundo ideal que no es exactamente como el que vemos la mayoría, ¿Qué hay detrás de esta mentalidad?, no lo tengo claro: tal vez el deseo de ofrecer explicaciones a nuestra vida, nuestro trabajo o nuestras frustraciones,  la ceguera ante las dificultades con las encontramos o simplemente que caemos en la tentación de crearnos una realidad a nuestro gusto.

Eso sí, creer en los Reyes Magos tiene también su parte positiva: quien tiene ilusiones conserva un espíritu joven, es capaz de sobreponerse a las complicaciones, de mantener viva una llama de esperanza, de confianza en el futuro. Creer en los Reyes Magos supone mantener el optimismo, incluir entre tus modos y maneras la creatividad, la visión positiva y la buena opinión sobre el resto de las personas ... y todo eso no es poco. Lo complicado es tener esa fe y compatibilizarla con la necesaria conciencia del suelo que pisas.

6 de junio de 2014

Las primas de la selección


720.000 euros de prima para cada jugador de España por ganar el Mundial


A los componentes de nuestra selección les han prometido una cantidad de dinero estratosférica si ganan el Mundial que el próximo día 12 comenzará en Brasil; se trata sin duda de una cifra que asusta, máxime si comprobamos que la misma doblaría las prometidas a  Alemania, Brasil o Francia. Si añadimos la grave situación económica del país y el que haya personas que están viviendo en los umbrales de la pobreza -o más allá de ellos- es comprensible que la noticia haya dado lugar a polémica y opiniones encontradas. 

También es cierto que si nos planteamos que lo importante no es lo que ganas, sino lo que produces -afirmación susceptible de discusiones sin duda- no estaría de más pensar que en los últimos seis años la que llaman "roja" ha ganado el doble de títulos que cualquier otra -dos Eurocopas y el último Mundial- y que como decía Antonio Robles por la red "la calidad y la eficacia revalorizan su participación en eventos y partidos amistosos y multiplican los contratos publicitarios. Si a eso se suma que la Federación Española ha renunciado hace tres años a las subvenciones del Estado y vive solo de la rentabilidad de sus éxitos, ¿dónde está el mal?

Estamos -o deberíamos estar- en un país pluralista, por lo que éste -como otros- debería de ser un debate que pudiera realizarse sin que nadie mostrara visceralidad ni pretendiera tener la verdad absoluta; a pesar de ello he observado como en algunos medios de comunicación, redes sociales y foros algunos han vuelto a dejarse llevar por la pasión de la indignación, lanzan venablos y sueltan sapos y culebras, ... a veces con argumentos que suenan a demagogia, a superficialidad o a valoraciones sesgadas. ¿Seremos capaces de encontrar todos los matices a la noticia?.

En cualquier caso, y como el tal Robles decía, en el caso de que repitamos éxito -tengo muchísimas dudas de que llegue a ser así- no estaría de más algún detalle por parte de estos ídolos futbolísticos a los que algunos comienzan a ver mal por sus expectativas económicas tuvieran algún detalle y donarán una parte sustantiva de la prima a fines sociales y/o benéficos.

4 de junio de 2014

A veces no son necesarios los calificativos


El pasado sábado, cuando me acercaba a la esquina entre la Avenida Menéndez Pidal y la calle Ricardo del Arco de Huesca, vi que dos hombres de mediana edad -les daría unos 60 años- venían en dirección contraria a la mía. Uno de ellos hablaba en voz alta y con rotundidad de un sofá: al parecer le explicaba a su interlocutor que tenía un objeto de ese tipo y quería resaltar que no se trataba de un sofá cualquiera, era "¡¡un sofá!! ... y el hombre no salía de ahí. Cuando llegaron a mi altura y nos cruzamos vi como el tipo tras pensar un momento remarcó lo que venía diciendo y confirmó que se trataba de eso: ¡¡¡¡¡¡UN SOFÁ!!!!!. No se si al otro, a mí me quedó claro que el sofá debía de ser el summum del mobiliario, una pasada de sillón, el acabose ... verdaderamente, ¡¡un sofá!!.

Y es que a veces no hacen falta más explicaciones, basta la rotundidad del tono de voz, la pasión de la forma de expresarse, la seguridad en lo que se dice, ... para que quien nos escucha se haga a la idea de lo que le queremos decir. Y es que al vecino en cuestión  nadie le tenía que contar lo que es un sofá como Dios manda, lo tenía clarísimo. Hablaba del tema con la misma rotundidad con la que aseguramos que un asunto no tiene vuelta de j¡hoja, que Nadal es cojonudo o que una gestión la vamos a hacer ¡por huevos!.

3 de junio de 2014

La abdicación del Rey


No tenía nada claro escribir un post sobre la que sin duda ha sido una de las noticias del año: la abdicación del rey Juan Carlos; a lo largo del día de ayer leí y escuché demasiada bilis, demasiada afirmación gratuita y más de una versión manipulada de la historia ... todo ello desde mi punto de vista, por supuesto. No obstante, quiero dejar constancia del acontecimiento, consciente de que estamos siendo testigos de un momento señalado de nuestra historia, como cuando en mis primeras semanas de universitario viví la muerte de Franco y la coronación de quien ahora deja el trono, cuando siendo un soldadito pardillo contemplé en vivo y en directo el golpe de estado del 23 de febrero de 1981 o cuando seguí atónito y desolado el drama del los atentados de los trenes de Atocha y todo lo que ocurrió después.

Desde diversas atalayas se está hablando mucho del rey Juan Carlos, hay opiniones para todos los gustos y valoraciones distintas y hasta contradictorias. Con toda sinceridad, ni me considero nadie para juzgar a quien ha regido España durante casi cuarenta años ni me parecería cabal ni responsable emitir valoraciones sobre el monarca. Es el rey de mi país, pienso sinceramente que en momentos importantes tuvo un papel positivo y decisivo para asegurar la libertad y la convivencia entre los españoles y creo que le debo un respeto que exige evitar frivolidades. 

Como era de esperar ha aparecido la discusión Monarquía/República;  me parece un debate legítimo, aunque me disgusta que entre quienes han salido a la calle, reacción respetable, he visto demasiada visceralidad, afanes de guillotina y hasta ramalazos de odio. Andamos en tiempos convulsos y revueltos, ojalá entre todos sepamos buscar soluciones satisfactorias y alejadas de cualquier confrontación y división. Es de desear que cada cual esté a la altura de lo que el país necesita: mis mejores deseos para el Rey Juan Carlos en el momento de su descanso y para el nuevo Rey, a quien le toca un toro bien complicado de lidiar.


1 de junio de 2014

Libros en mayo


En abril terminé nueve libros y mayo ha sido menos llamativo desde el punto de vista cuantitativo. Comencé con tres novelas policíacas y pasé luego a una histórica y una breve narración francesa; "Las buenas personas" fue la última novela terminada, pero la fui leyendo a lo largo de todo el mes. Se trata de libros bien distintos, y no me atrevería a aconsejar ni desaconsejar, pues cada cual tiene sus gustos, aunque en cuanto a calidad pienso que las mejores son las dos últimas.

Hacía tiempo que le tenía echado el ojo a "La séptima mujer", novela policíaca escrita por la francesa Frederique Molay; una buena presentación y el hecho de que el protagonista, el comisario Nico Sirsky, trabajara en el legendario Quai des Orfèvres de París hacían atractiva la lectura de esta novela escrita en 2008 y publicada en España dos años después. Si lo que queremos es un relato policial entretenido que nos cubra la lectura de un día de playa, un viaje largo o una tarde con tiempo desapacible, "La séptima mujer" cubre perfectamente las expectativas, pero si aspiramos a algo más, será mejor buscar otras posibilidades. Al menos a mí no me ha llenado este libro, con unos personajes poco conseguidos y una trama excesivamente truculenta: la autora describe unos crímenes espeluznantes con detalle y hay que tener bastante "higadillo" para aguantar la lectura. El protagonista, Nico Sirsky, de origen ruso, nos es presentado como un policía estresado, con graves problemas familiares -está separado y su hijo Dimitri no se entiende con su ex-esposa-, aunque me parece que le falta la fuerza de otros detectives de ficción más consolidados. Hasta ahora no se ha traducido a nuestro idioma ninguna otra obra de Frederique Molay.

Ruth Rendell es sin duda una de las grandes del género de intriga británico, a pesar de tenerlo claro solamente había leído una de sus novelas -"Las llaves de la calle"-; ya puedo presumir de la segunda: "Trece escalones", un relato que responde al estilo de siempre de Rendell: protagonismo de la intriga psicológica, personajes complicados, ambiente tenso, ... como se decía en una crítica que encontré por internet, se trata de una novela "perturbadora". En "Trece escalones" los dos protagonistas son seres trastornados: Max Cellini, un psicópata obsesionado por un mítico asesino en serie y por una joven modelo de color y Gwendolen Chawcer, solterona y octogenaria, que vive en una mansión enorme y decrépita suspirando por un amor platónico de hace 50 años. Rendel consigue tanto una intriga absorbente y bien configurada como una ambientación magnífica, convirtiendo las descripciones de St. Blaise House, la mansión victoriana de Chawcer en el barrio londinense de Notting Hill, en relatos magistrales. Ha sido una de esas novelas que cuesta dejar, aunque a la vista de tanto personaje perturbado uno pueda preguntarse en alguna ocasión si es bueno dedicar tiempo a novelas donde no aparece casi nadie virtuoso.

Cada vez tengo más claro que es bueno hacerle caso a Tommy; hace ya muchos años que el hombre me insiste en las excelencias de Donald E. Westlake, el magnífico escritor neoyorquino de novela negra fallecido hace 5 años. Ya en su día leí "Vigilentes y ladrones" y, gracias al generoso obsequio de Tommy, "A quemarropa", escrito bajo el seudónimo de Richard Stark. He vuelto a comprobar el acierto de la recomendación y mi error por la reticencia en leerlo, tras terminar "Atraco al banco", una novela negra que reune las virtudes de ser corta, ocurrente, entretenida y estar bien escrita. A Westlake no le importa la intriga, ni las sorpresas finales, ni los maniqueísmos ni las moralinas; se limita -y no es poco- a contarnos una historia en la que no se sabe quienes son más torpes si los ladrones o los policías, una aventura a veces desternillante, llena de comentarios ingeniosos y de acción continua, aunque es una acción ajena a toda tensión y dramatismo, algo que hace de la lectura de "Atraco al banco" una experiencia francamente deliciosa. Ahora solamente me queda seguir obedeciendo a Tommy y leer "Una incursión en el mundo".

Hacía tiempo que no leía una novela histórica, a lo que cabía añadir un cierto interés por la figura de Alejandro Mágno; por esta razón busqué algun relato que hablar de su vida y me decidí por la trilogía escrita por el italiano Valerio Massimo Manfredi, de la que he terminado el primer volumen: "Alexandros, el hijo del sueño". Se trata, sin duda, de una entretenida narración de los primeros años de la vida del poderoso emperador macedonio, aunque en realidad se habla tanto de él como de su padre, Filipo de MAcedonia, un personaje sin duda apasionante y cargado de contrastes. Junto a éstos, también aparecen Aristóteles, elegido por Filipo como instructor de Alejandro para que no fuera un primitivo como él, Demóstenes, el político y orador griego, gran rival de Filipo e incluso Diógenes, el singular individuo que vivia en un tonel y buscaba un hombre con un candil, con quien tuvo Alejandro un significativo encuentro. Manfredi describe bien el ambiente de la época, nos cuenta con agilidad los aconteceres de entonces y te deja con ganas de continuar la trilogía. No obstante, pienso que no está a la altura de los libros de Posteguillo sobre los Escipiones y Trajano, y que se nota que Manfredi escribe libros como rosquillas, con una producción realmente asombrosa que es posible influya en la calidad.

"Un hombre al margen", del francés Alexandre Postel, es una novela que me llamó la atención desde que la vi expuesta hace ya unos meses en "El Corte Inglés" del zaragozano Paseo de la Independencia. El hecho de haber recibido el prestigioso premio "Goncourt" de 2013 a la mejor primera novela, así como el Landerneau Découvertes, el tener poco más de 200 páginas y lo atractivo del tema -un sencillo profesor universitario que es injustamente acusado de tener imágenes provenientes de una red pedófila- provocaron esa urgente necesidad de leerlo que nos entra a los lectores convulsos. La intuición esta vez ha sido acertada, se trata de un libro bien escrito, original, cuyo argumento no pierde interés en ningún momento y que hace pensar bastante. Me parece que analiza con inteligencia como es la actual sociedad: individualista, hipócrita y agresiva, y que da en el clavo al describir, con cierta sátira,los defectos de nuestro sistema. la escena en la que el abogados que defiende al protagonista le plantea su estrategia en un restaurante de lujo mientras degusta un steak tártaro me pareció magistral ... no puedo resistirme a citarla.

Quien me recomendó "Las buenas personas", del escritor israelí Nir Baram, me aseguró que se trataba de una novela excelente; efectivamente es un libro serio, con un argumento interesante, de esos que dice algo y escrito con una intención que se intuye ambiciosa. aunque tengo que admitir que me ha costado leerlo: he tenido que ir despacio y en alguna ocasión he llegado a perderme. El tema es atractivo, pues Baram desarrolla su acción entre 1938 y 1941 en Rusia, Polonia y Alemania, un tiempo y unos lugares en los que ocurrieron muchas cosas graves; el autor sitúa dos personajes paralelos: Thomas Heiselberg, un ambicioso ejecutivo alemán que colabora con los nazis y Aleksandra Weissberg, una joven intelectual rusa que traiciona a su familia y entra a formar parte de aparato stalinista. Ambos son judíos, forman parte de la clase media alta de sus respectivos países y colaboran, respectivamente, con la maquinaria criminal de Hitler y Stalin ... y evidentemente al final terminan encontrándose. Ni uno ni otro toman parte en los grandes crímenes de amos líderes europeos, pero los dos están aportan su granito de arena en posiciones laterales. Es un libro duro en el que se refleja el tránsito de ambos protagonistas desde la gloria hasta el derrumbamiento, aunque como queda dicho en algún tramo de la lectura me ha parecido espeso. Me han llamado la atención dos frases del autor de las que dejo constancia por si pudieran ser útiles para comprender mejor las intenciones del mismo al escribirlo: "la literatura del buenismo no suele ser muy buena" y "No hablo tanto de Holocausto, sino de los colaboradores con el régimen, porque ya han pasado varias generaciones y ya no tenemos la necesidad de hablar del Holocausto". Sin duda, y aún con el hándicap citado, un libro atractivo e interesante.