31 de julio de 2011

Un justo vencedor



El pasado domingo finalizó en París el Tour de Francia, una prueba que desde mi más tierna infancia he seguido con interés e incluso, en determinados períodos, con un buen grado de pasión. Este año se ha impuesto por vez primera en su historia un ciclista australiano, Cadel Evans, quien siempre ha estado en las proximidades del éxito en dicha prueba pero que parecía condenado a convertirse en un eterno segundón, como lo fuera en su día el francés Raymond Poulidor -el célebre "Pou-Pou"-, un inmenso ciclista que nunca pudo superar la sombra de monstruos como Jacques Anquetil, Felice Gimondi o Eddy Mercks; Evans fue cuarto en 2006 y segundo en 2007 y 2008, quedando a 23" y 58" de Alberto Contador y Carlos Sastre respectivamente cuando en ambos casos todos le daban como gran favorito para imponerse en la última y decisiva contra-reloj. Ahora, a sus 34 años, ha aprovechado el que probablemente era el último tren para entrar en la lista de privilegiados que han ganado la prueba ciclista más importante del mundo.

Como manifestó Alberto Contador al terminar la contra-reloj de Grenoble, pienso que Evans ha sido un justísimo vencedor; el ciclista australiano tiene fama de andar siempre agazapado, chupando rueda y aprovechándose del esfuerzo de otros, pero en esta edición de la ronda francesa ha puesto de manifiesto un coraje, una constancia y un espíritu de lucha y superación ejemplares. En una prueba en la que los otros favoritos han roto la carrera en varias ocasiones -especial mención para Andy Schleck en la etapa del Galibier y Alberto Contador en la de Alp d'Huez- Evans ha sabido sufrir, luchar contra todos con muy poca ayuda y rehacerse tras alguna que otra pájara. Supo jugar sus bazas y llegar a la etapa decisiva contra el crono en las mejores condiciones, y en esta ocasión no falló.

El Tour de 2011 ha tenido algo más de lucha y emoción que otros; hace ya muchos años que estamos acostumbrados a presenciar en las grandes etapas de montaña excesivos trabajos de equipo, actitudes conservadoras y reserva de ataques a los últimos kilómetros, por eso es de agradecer actitudes como las mencionadas de Contador y Schleck en las etapas de los Alpes. Por lo que se refiere al corredor español, no cabe duda que ha supuesto una cierta decepción el que no haya obtenido su cuarta victoria en el Tour, pero no creo que haya que rasgarse las vestiduras, pues el español ya se desgastó al ganar el Giro y no cabe duda que le tuvo que influir el hecho de no saber hasta última hora si iba a correr la prueba, además de que ya va siendo hora de que perdamos esa especie de deriva patriótica de seguir el Tour en función de los éxitos de los españoles. De cualquier manera Contador dejó muestras de su categoría en diversas ocasiones, muy especialmente en la referida etapa de Alp d'Huez.

Es posible que a pesar de que el corredor de Pinto no pasara de un modesto quinto puesto final, los grandes derrotados de la prueba fueran los hermanos luxemburgueses Andy y Frank Schleck, en especial el primero, quien parece que se tendrá que ir acostumbrando a disfrutar del podio de París sin maillot alguno. Los Schleck han hecho un buen Tour y han animado la prueba en las etapas pirenáicas y alpinas, siendo posiblemente los corredores que han subido las grandes cimas con mayor soltura, pero, en mi opinión, insisten en mostrar dos defectos llamativos: pecan de conservadores y andan demasiado pendientes de Contador, algo que les limita y así lo demuestra el éxito de Andy cuando en el Izoard decidió hacer la guerra en solitario y muestran unas carencias evidentes en la lucha contra el crono, limitación que creo impedirá, mientras no la superen, que puedan ganar alguna vez el Tour. No obstante, y a diferencia de Evans, ambos hermanos son jóvenes y tienen margen suficiente para mejorar y conseguir en el futuro su objetivo.

A la hora de hablar de la edición recién terminada hay que añadir, por méritos propios, dos nombres más: el del francés Thomas Voeckler y el del español Samuel Sánchez; el galo ha sido el sorprendente líder de la prueba prácticamente hasta el final, y, contra todo pronóstico, superó las etapas de los Pirineos y los Alpes con entereza, cayendo solamente en Alp d'Huez tras la gran batalla de los favoritos; su cuarto puesto tiene un mérito indudable, a pesar de que algunos, ante la resistencia casi sobrehumana puesta de manifiesto por el corredor nacido en la localidad alsaciana de Schiltigheim, han pretendido insinuar que la causa de su fortaleza habría que encontrarla en el recurso a incentivos ilegales, algo que mientras no se demuestre convendría callar. Por lo que se refiere al asturiano Samuel Sánchez ha destacado de manera especial en las etapas de montaña, reeditando las gestas de aquellos mitos de las dos ruedas que certificaron la antigua superioridad española en las cimas: Bahamontes, Julio Jiménez, Aurelio González, Andrés Gandarias, Pedro Delgado, ... El esfuerzo de Samuel tuvo su premio con un gran triunfo en la etapa de Luz Ardiden y su presencia en el podium como vencedor del Premio de la Montaña.

El Tour sigue siendo la prueba ciclista más importante del mundo, y aunque nos gustaría que hubiera más épica y lucha en solitario y en ocasiones hay demasiadas etapas aburridas en llano, seguirá cada año ganando la atención de muchos.


30 de julio de 2011

La muerte de Amy Winehouse



Tengo que confesar que no recuerdo haber oído hablar de Amy Winehouse hasta que leí la noticia de que había tenido que interrumpir un concierto en Serbia por encontrarse bajo los efectos del alcohol y las drogas y, como ocurre en estas ocasiones, a partir de ahí no he parado de leer noticias que hacía referencia a la cantante londinense hasta la trágica mención de su muerte repentina el pasado 23 de julio a la edad de 27 años. Al parecer Amy era un auténtico prodigio como cantante y si hubiera llevado una vida equilibrada podía haber llegado a donde le hubiera dado la gana en esta profesión donde solamente alcanzan la gloria los elegidos, los mejores.

Poco puedo añadir por lo tanto a lo que dice la prensa acerca de la carrera musical de la malograda cantante, y si me he decidido a hablar del tema lo hago con la intención de reflexionar en torno a la agotadora avalancha mediática que, como ya ocurrió otras veces, recordemos casos como los de Michael Jackson o Marco Pantani, han traído consigo las circunstancias en que murió. Las dosis de morbo y mal gusto tienden a ser insoportables, además de que ahora parece que todo el mundo se vuelva reflexivo y moralizante. Pienso que, sin dejar de informar sobre la verdad de lo ocurrido y el estilo de vida que llevaba Amy Winehouse, habría que guardar un mínimo respeto por quien ha fallecido y no juzgar, algo que tendríamos que aprender a dejar de hacer de una vez por todas, pues tenemos una desgraciada costumbre de convertirnos en jueces de los demás, en oráculos de rectitud y criterio.

Ahora resulta fácil y cómodo decir eso de que se veía venir, el recurrente "ya lo decía yo", pero no es cuestión de poner a nadie en la picota, basta el ejercicio de reflexionar y plantearse qué se puede hacer para que estas cosas no se vuelvan a repetir, en personajes del mundo de la fama y en ciudadanos de a pie, porque tragedias de este tipo también las tenemos presentes alrededor nuestro. Las personas que parece que lo tienen todo, especialmente si, como fue el caso de Amy Winehouse, se ha llegado tan pronto a la cima, es posible que no acaben de asimilar el éxito y, a la larga, tanto dinero y tanta fama no lleve aparejado ni la estabilidad, ni la paz interior ni la felicidad. Y, además, también convendría que algunos pensaran si tal vez ha dado a la cantante algún empujoncito hacia el abismo.


29 de julio de 2011

El móvil en el AVE, de la pesadez a la indecencia



El pasado miércoles regresaba de mis vacaciones vía Madrid; como última etapa del viaje cogí el AVE que tras salir de Atocha a las 19.05 te coloca a las 21.20 en la capital del Altoaragón. El vagón no iba ayer excesivamente lleno, aunque como se verá a algunos de los viajeros les cundió tanto el tema que hicieron lo posible porque el resto de pasajeros notáramos en exceso que íbamos acompañados. Aquí vuelve a aparecer la cuestión de los móviles, pues se ve que no hay manera de que el personal ejercite un mínimo de discrección y elegancia, y es raro el viaje en el que alguien no "deleita" al pasaje con conversaciones en alta voz en torno a temas que al resto de viajeros, simplemente, no nos importan. La razón por la que la gente se dedica a comentar impúdicamente sus negocios y hasta sus intimidades no se si hay que encontrarla en la imprudencia o en el descaro, pero lo cierto es que una vez más hubo quien se quiso convertir en protagonista.

Cuando el tren estaba ya a punto de partir entró acaloradamente en el vagón una joven, tenía bastantes menos años que kilos, que procedió a sentarse delante de mí; al segundo de iniciar el tren la marcha sonó su móvil y la moza, tras contestar, no paró de hablar en voz alta y enérgica por lo menos hasta Guadalajara. Al parecer venía de una importante reunión en el "Consejo" y por lo que contaba andaba el tema complicado, pues no paró de renegar visceralmente de lo allí ocurrido, comentar con firmeza la soluciones que a los problemas se habían planteado y, muy especialmente, a echar exabruptos de algunas personas, pues según ella había unos cuantos que se estaban comportando como "cabrones", epíteto que repitió con vehemencia en varias ocasiones. Puedo asegurar que esta vez no me perdió la curiosidad, y que fue ella con su tono de voz y su soltura la que nos obligó a todos a enterarnos, con fuente parcial e incompleta, de sus desventuras.

No obstante, la vehemencia de quien se sentaba delante acabó siendo "pecata minuta" en comparación con la conversación que poco antes de llegar a Zaragoza mantuvo mi vecino de la derecha; el hombre había estado muy discreto y entretenido con uno de esos lectores con pantalla cuya denominación exacta desconozco, pero en cuanto surgió el móvil -usaba uno de esos "minimicrófonos" con los que parece que quien los usa está hablando solo- se desmelenó. Enseguida comenzó a contar cómo acababa de estar con una ministra de Cuba, referencia que pensé podía utilizar para darse importancia, otra de las maneras de hacer que uno intuye tras algunas conversaciones de este tipo, pero pronto se vio que los tiros iban en otra dirección, pues sin solución de continuidad afirmó que tal ministra les había invitado a Cuba y que allí tendrían que ir, imagino que su interlocutor y él, "para follar", frase que repitió dos veces seguidas con voz viscosilla y repelente, como para remarcar la ilusión que le hacía el tema y hasta disfrutar anticipadamente del mismo: la conversación siguió con esa dinámica lamentable, sin el más mínimo respeto a unos compañeros de viaje que, imagino que como me pasaba a mí, no dábamos crédito a nuestros oídos. La siguiente llamada fue para una persona a quien dijo con pasión que la "quería mucho", y como imagino que no se trataba de conferencia con "Tropicana", me temo que la destinataria debía de andar ignorante de la forma en que su interlocutor compartía ese cariño con aspiraciones caribeñas.

Será que me he hecho mayor, o que soy un carcamal o un intransigente, pero no salgo de mi asombro, primero ante la falta de respeto por los demás que pone de manifiesto quien habla por el móvil en voz alta y, luego, al comprobar que alguien proclama ante testigos desconocidos sus desatinos y se queda tan ancho.


28 de julio de 2011

Lecturas de verano I: Dos apuestas seguras










Hay autores que uno no vuelve a leer tras la primera experiencia, otros que escoges de vez en cuando y un grupo de entre los que decides no perderte una novela; en materia de género policíaco tengo el firme propósito de terminar la saga del inspector Martin Beck que hace más de tres décadas sacaron a la venta la pareja sueca formada por Maj Sjöwall y Per Wahlöö: hay un total de diez entregas y RBA, en su acertada decisión de reeditar viejos éxitos, ya va por la séptima; lo mismo ocurre con la serie "Berlin noir" del escocés Philip Kerr, que comenzó siendo una trilogía y ya ha llegado a siete volúmenes: tras haber leído los cinco primeros este verano decidí continuar con el quinto. A fe que ni unos ni otro me han decepcionado.


"El abominable hombre de Shaffle"
Maj Sjöwall & Per Wahlöö
RBA. Barcelona (2011)
244 páginas


Resumen:
Cuando un veterano agente de la policía sueca muere asesinado en un hospital, el comisario Martin Beck cree encontrarse ante un caso de fácil resolución. El cuerpo del difunto, que presenta profundas heridas de bayoneta, ha debido ser el blanco de un maniaco que se ha ensañado a conciencia con su víctima. Pero Beck irá atando cabos a medida que la investigación del brutal asesinato avance, topándose de repente con un historial de abusos y brutalidad policial que no deja precisamente en buen lugar a la víctima. Los expeditivos métodos del agente Nyman convierten a cualquiera que haya pasado por una de sus celdas en un potencial asesino en busca de venganza.


Es conocido que Sjöwall y Wahlöö son los padres de la novela policíaca sueca actual, lo que no es precisamente poco; una vez más estos dos escritores no decepcionan y nos presentan una aventura del Inspector Martin Beck que se caracteriza, fundamentalmente, por dos caracteres: estar perfectamente construida y haber sido redactada con una sencillez absoluta. Efectivamente, "El abominable hombre de Shaffle" es una novela policíaca que no se anda con requiebros ni virguerías, pero que reune todos los elementos adecuados para ser considerada magistral.

Destaca igualmente el tono de crítica social habitual en estos autores, describiendo problemas como el desempleo de principios de los setenta en Suecia, las diferencias de clases, el abandono de los más mayores, las limitaciones de determinados derechos y, por encima de todo en esta ocasión, los abusos policiales. Junto a ello, Sjöwall y Wahlöö aportan un personaje tan rico como el de Martin Beck, junto a los de sus colaboradores Ronn, Kollberg, Larsson, Melander, ... un equipo policial que ya son habituales en esta serie policial magnífica.

Si he de poner alguna pega a la novela sería que el final es demasiado brusco, los autores cortan de pronto la narración y uno esperaría alguna escena más a modo de epílogo, pues no acabas de aclararte la situación en que queda cada cual, aunque a veces no se trata más que de respetables recursos literarios de los escritores. De cualquier manera si Dios me da salud no tengo ninguna duda de que completaré la serie de diez novelas.

"Si los muertos no resucitan"
Phillip Kerr
RBA. Barcelona (2009)
512 páginas


Resumen:
Un año después de abandonar la Kripo, la Policía Criminal alemana, Bernie Gunther trabaja en el Hotel Adlon, en donde se aloja la periodista norteamericana Noreen Charalambides, que ha llegado a Berlín para investigar el creciente fervor antijudío y la sospechosa designación de la ciudad como sede de los Juegos Olímpicos de 1936. Noreen y Gunther se aliarán dentro y fuera de la cama seguirle la pista a una trama que une las altas esferas del nazismo con el crimen organizado estadounidense. Un chantaje, doble y calculado, les hará renunciar a destapar la miseria y los asesinatos, pero no al amor. Sin embargo, Noreen es obligada a volver a Estados Unidos, y Gunther ve cómo, otra vez, una mujer se pierde en las sombras. Hasta que veinte años después, ambos se reencuentran en la insurgente Habana de Batista. Pero los fantasmas nunca viajan solos.


La serie "Berlin Noir" de Phillip Kerr puede definirse, por encima de todo, por la personalidad de su protagonista, Bernie Gunther, un personaje de una fuerza y una entidad sobresalientes, perfectamente construido y capaz de llenar por sí solo una novela; hay que añadir, en honor a la verdad, que Gunther es además un personaje cínico y amoral, algo que no me puedo resistir a comentar y que me crea en ocasiones cierto complejo de culpabilidad en cuanto aceptar la condición de héroe principal de alguien así. Bernie Gunther vulnera leyes y principios continuamente, haciéndolo como si no pasase nada, casi regodeándose en ello, a pesar de lo cual no puedes evitar ni que te caiga bien, ni que te alegres cuando las cosas le salen bien ni sentirte identificado con él: ¡qué le vamos a hacer!.

Los libros de Kerr destacan por la excelente ambientación, con un conocimiento notable de la época y de la historia, al menos si del III Reich se trata; también cabe hablar del tono irónico y desmitificador de los relatos que además de un crear estilo propio quitan hierro a sucedidos francamente duros y, finalmente, de la agilidad y excelente elaboración de los diálogos, que hay que seguir atentamente porque resultan provocativos y oxigenantes. Pienso que estas características convierten al escocés en uno de los escritores punteros de la nueva novela policíaca de nuestros días.

También tengo que decir que "Si los muertos no resucitan" no me ha parecido de las mejores entregas de la serie que protagoniza Gunther: tal vez uno se quedó tan prendado de los tres primeros que se ha vuelto algo exigente con Kerr; de cualquier manera no es esta una afirmación dirigida a desaconsejar el libro, ni mucho menos: tan solo a establecer un criterio de prelación, absolutamente subjetivo y personal por supuesto, dentro de una serie que me parece formidable.


27 de julio de 2011

Sucedió en julio



Como ya saben quienes con mayor o menor constancia e interés siguen este blog, buena parte del mes de julio lo he gastado en disfrutar de mis vacaciones anuales; al haber repetido lugar de descanso no tengo grandes novedades que ofrecer al respecto, aunque el mes de julio sí ha ofrecido noticias que, con mayor o menor trascendencia, han llamado mi atención. Ni están todas las que fueron ni todas las que aparecen son especialmente relevantes, pero ya se sabe que a cada cual le llaman la atención cosas diferentes. No entraré en temas tan trascendentes como la crisis económica, algo de lo que no se si vamos a salir alguna vez o la exaltación de Alfredo Pérez Rubalcaba a la condición de candidato socialista, aunque me llamó la atención tanta promesa de castigar a los bancos y percutir a los ricos -nos ha salido Don Alfredo una especie de Robin Hood- y la ausencia de referencia alguna a la Educación, la Administración de Justicia o la Seguridad Ciudadana, temas que se encuentran desde hace ya tiempo y como se dice vulgarmente, "hechos unos zorros".

Ya hablaba en mi post de despedida del escándalo de la SGAE; en estos casos hay que ser prudentes, porque no sería la primera vez que en un lío similar todo acaba siendo "el parto de los montes", pero a mí lo ocurrido me ha hecho pensar bastante. Por un lado, porque a veces al escuchar a según que tipo de personajes públicos tienes la impresión de que hablan como sí se encontrasen por encima del bien y del mal, cuando a la hora de la verdad acaban cayendo en los mismos vicios y errores que tanto denostan.Ultimamente cuando pienso en esos jóvenes africanos, con sus chanclas y sus ropas de baratillo que, tras jugarse la vida en la patera, aterrizan en la península y acaban en el cuartelillo por vender "cedés" pirateados por cuatro duros me sale una urticaria en forma de artista mediático. Por otra parte, ver como a Teddy Bautista gobierno y colegas le dejan en la estacada me suena a simple búsqueda de un cabeza de turco y a hipocresía mayúscula.

También fue un suceso llamativo el robo del Códice Calixtino en la Catedral de Santiago, algo que sucedió el mismo día de mi llegada a la capital gallega, lo que me convierte automática e inevitablemente en sospechoso. Dicho Códice consiste en un manuscrito iluminado de mediados del siglo XII que viene a ser como una especie de guía para los peregrinos que seguían el Camino de Santiago, con consejos, descripciones de la ruta y de las obras de arte así como de las costumbres locales, también contiene sermones, milagros y textos litúrgicos relacionados con el Apóstol Santiago. Llama la atención la absoluta falta de seguridad con la que se guardaba semejante tesoro, algo que viene a confirmar el triste descuido y desapego con el que se tienden a conservar las joyas de nuestro patrimonio artístico y cultural, posiblemente el más importante y numeroso de Europa y el peor guardado. Ahora se asegura que se va a devolver la valiosa pieza bajo secreto de confesión ... pues sí que pasan cosas raras.

En el mes de julio también nos ha dejado un gran cantante, el argentino Facundo Cabral, que moría acribillado a balazos el 9 de julio en Guatemala a manos de unos sicarios que al parecer erraron en su objetivo. No hace mucho dedique una entrada a este formidable cantautor argentino, uno de los más llamativos representantes del inigualable folclore argentino, en la línea de intérpretes tan grandes como Jorge Cafrune, Mercedes Sosa, José Larralde, Horacio Guarní, Los Chalchaleros o Los Fronterizos. Cabral tenía una personalidad plural y arrolladora, era un hombre absolutamente singular e independiente, marcado por una infancia durísima y por una trayectoria absolutamente propia, un hombre completamente insobornable. En el diario argentino "El Litoral" se le describía como "Admirador de Diógenes y San Francisco de Asís, de Whitman, Borges y Perón, creyente y fervoroso anarquista, el cantautor argentino Facundo Cabral reflexionó a través de sus canciones, anécdotas y opiniones acerca de la vida y la humanidad, con un sentido muy profundo de la libertad, la igualdad y la fraternidad y una visión notoriamente crítica del sistema imperante". Nunca me cansaré de escuchar sus "Pobrecito mi patrón" y "No soy de aquí".

http://modestino.blogspot.com/2010/10/facundo-cabral-y-los-pendejos.html

El mes de julio nos trajo también la definitiva declaración de inocencia de Marta Domínguez, la formidable atleta española cuya trayectoria había sido puesta en tela de juicio a través de la llamada "Operación Galgo", una actuación policial en la que se le acusaba de implicación en el tráfico de sustancias estupefacientes. Creo que no soy temerario si presumo que muchos tuvimos serias dudas desde el principio de que una persona de la categoría personal y profesional de Marta pudiera ser capaz de tamaña barbaridad y su exoneración final no ha hecho sino confirmar nuestras convicciones. De lo ocurrido extraigo tres conclusiones: en primer lugar, es necesario que quienes tengan papeles destacados en este tipo de investigaciones, tanto a nivel administrativo como policial y judicial, adquieran una especialización imprescindible en una materia tan complicada; por otra parte, tengo la impresión de que a veces se emplea en las investigaciones y actuaciones una agresividad y espectacularidad de unas dimensiones que tal vez no fueran necesarias y, finalmente, hay que lamentar de nuevo esos juicios paralelos que tanto daño hacen: habría que exigir de una vez por todas que el tratamiento periodístico de estos casos no rebasara los límites del derecho a informar y que se dejara de hacer tanta afirmación que en ocasiones va acompañada de tanta rotundidad como ignorancia. Marta Domínguez puede ir con la cabeza muy alta, aunque me temo que el mal ya está hecho y no estaría de más que reclamase responsabilidades y reparaciones.

Sobrecogedores los atentados ocurridos el 22 de julio en Oslo y en la isla vecina de Utoya; casi cien muertos es una cifra que pone los pelos de punta. No cabe duda de que corren tiempos duros para occidente y que es posible que no estemos moralmente maduros y preparados para soportar tanto dolor. Se detuvo a un joven nacionalista noruego de extrema derecha como presunto autor de los disparos que causaron la mayoría de los muertos y a él se le atribuye también la responsabilidad de las bombas que destrozaron varios edificios oficiales de Oslo, a la vez que también ocasionaban muertos y heridos. Llama la atención que una sóla persona sea capaz de acumular tanta maldad, aunque a uno le entran dudas de que un solo hombre sea capaz de montar todo este drama: ni las bombas indican obra de un tipo aislado ni una exclusiva persona parece estar en condiciones de abatir a base de disparos a casi cien personas. De cualquier manera estamos ante una nueva ocasión de enfrentarnos a lo que es capaz de llegar una mente fanática y perturbada.

Y no puedo evitar dejar de referirme a las declaraciones de Dª. Marta Ferrusola, una especie de remedo de Dª Carmen Polo de Franco con hecho diferencial; ante la posibilidad de que el F.C. Barcelona hiciera propaganda de la marca "España", la ex-primera dama de Cataluña se ha descolgado calificando de "horrorosa" tal posibilidad, manifestando que "ya tienen los toros y las Manolas", diciendo que "hay dinero provechoso y otro que no", que el Barça "sólo representa a Cataluña" y prefiriendo que hagan publicidad de Qatar. No negaré que hay ocasiones en las que los desprecios van dirigidos hacia su Comunidad Autónoma ni eso de que "quien esté libre de pecado ..", pero no pienso que la mujer no ha estado precisamente en su sitio y nos ha dado una lección de excesos, falta de respeto y elegancia y visión pueblerina de la vida. He vivido 24 años en Cataluña y me consta que Dª. Marta tiene muchos admiradores, incluso quienes la tienen casi santificada, como en una especie de "hornacina", pero no se si será que ya anda senil o que le ha traicionado el subconsciente, pero me temo que el día que salió con esas se había dejado el seny en casa.

Julio también nos dejó la ocasión de comprobar que nuestros ídolos deportivos no ganan siempre, y así Rafa Nadal cayó en la Final de Wimbledon, con el pundonor y el fair-play de siempre, ante el nuevo fenómeno tenístico Novak Djokovic y Alberto Contador no era capaz de ganar su cuarto Tour de Francia. También nos dejaron para siempre Carlos Sentís, un periodista de los de antes, capaz de realizar unos reportajes que fueron por delante de su tiempo y con una pluma fina, elegante y atinada: un auténtico pionero de la prensa escrita que estaba a punto de cumplir cien años y Linda Christian, una actriz mejicana que en el cine sólo es recordada por su papel de mujer de Tarzán-Johny Weismuller en "Tarzán y las sirenas" y haber sido la primera "Chica-Bond", pero que fue nada menos que la mujer de Tyron Power y la madre de Rómina Power, y ya tiene mérito dar a luz a mujer tan guapa. Ha habido vaivenes políticos, como la dimisión de Camps, el caso "Faisán" y los últimos extertores de gobierno de Zapatero, pero de ésto dejo que cada cual haga las valoraciones que desee, que andamos en materia bien subjetiva.


26 de julio de 2011

Dulce Galicia

Tras dos años seguidos pasando mis vacaciones estivales -que tienen lugar ya desde hace quinquenios en el mes de julio- en Galicia, he terminado cogiendo un cariño bien especial a esta tierra y a sus gentes. Evidentemente, si uno trata de vivir en positivo -algo que no siempre ni constantemente se consigue- en cualquier lugar de España puedes sacar conclusiones favorables: los años anteriores los pasé en el sur y también me encontré bien a gusto -además de acalorado-, y guardo magníficos recuerdos de estancias en Asturias, San Sebastián, Valencia, ... pero creo sinceramente que Galicia es especial, porque aquí el ambiente tiene ese plus de encanto y misterio que no sabrías explicar con palabras, pero que no tienes ninguna duda de que es real, cómo lo es ese paisaje forjado por verdes campos, cruceros, hórreos y casa de piedra. Y, además los gallegos, con toda su fama de seres complicados y desconfiados, son casi siempre personas entrañables, gentes de carácter suave y maneras afables, hombres y mujeres que se hacen querer. En Galicia te sientes acogido, respetado, comprendido; y es que no cabe conformarse con el turismo de playa y crema solar, ni de visita cultural sin freno, ni de obsesión gastronómica; cuando te conviertes en viajero conviene tener en cuenta a las gentes del lugar donde se viaja. observarlas, conocerlas, conversar con ellas: en esto Galicia es única.

Qué duda cabe que a esa dulzura, a ese encanto especial contribuye el peculiar acento de las gentes de Galicia; los aragoneses hablamos alto y podemos parecer enfadados-¡qué le vamos a hacer!-, el madrileño es amable, pero puedes tener la sensación de que te perdona la vida, en Cataluña son educados, pero fríos y en Andalucía corres el peligro de no distinguir si te quieren o se ríen de ti; en la tierra de los celtas te hablan con una mezcla de ternura y melancolía que suena a arrullo infantil, a carantoña de novia, a canción de cuna. Hay quien dice que en una escalera uno nunca se aclara si el gallego sube o baja, es posible, pero puedo asegurar que ciudadanos, dependientas, camareros, encargadas, ... siempre me han tratado con una delicadeza y amabilidad extrema. En Santiago de Compostela es uno de los lugares donde he paseado con mayor sensación de encontrarme entre amigos, de ser bien recibido, efecto posiblemente facilitado por su aura de lugar de peregrinación.

Recuerdo uno de los últimos días de estancia allí, cuando me dirigía a comprar el billete de regreso a Huesca; tenía que ir al Corte Inglés, ubicado muy a las afueras de la ciudad y, ejercitando esa vieja costumbre de preguntar a la gente -no habría que perder nunca estos hábitos que nos humanizan- me dirigí a una joven gallega con cara de buena persona; agradecí su sonrisa, que pienso no podía ocultar cierta timidez, y en un gallego al que no se si no quiso, no supo o no pudo renunciar, me explicó con todo detalle como se llegaba hasta allí, explicación que mantuvo con nuevas indicaciones mientras coincidimos en la misma dirección. La moza no podía evitar poner de manifiesto su afán de darte la ayuda solicitada, con una sonrisa tan cómplice como prudente, tan dulce como suave ... sin ningún género de duda, ¡tan gallega!.

Como en Madrid, Sevilla, Beirut o Montevideo, en Galicia habrá personas mejores y peores, más simpáticas o menos amables, porque no se trata ni de encumbrar ni de sepultar pueblos, pero no me cabe duda de que generalmente el carácter gallego es de aquellos que enamora.


6 de julio de 2011

¡Hasta la vuelta!



¡Qué pronto llega el verano!, una realidad que para quienes nos vamos de vacaciones en julio significa que el momento de emprender viaje llega enseguida; parece que fuera ayer cuando las empezaba en 2010 y me temo que a no tardar andaré por aquí dando guerra de nuevo ya que aún más deprisa que el momento de empezar las vacaciones llega el de terminarlas. Cabría la posibilidad de mantener cierto contacto con la blogosfera durante mi período vacacional -parto, al igual que el año pasado, para tierras gallegas-, pero me parece que es sano para todos que el descanso incluya la inactividad del blog, algo que además permitirá nuevos planteamientos para la próxima temporada.

Se me quedan en el tintero unos cuantos asuntos de los que me hubiera gustado hablar, muy especialmente los llamativos sucesos ocurridos en torno a la SGAE, una institución que parece capaz de lograr lo que muy pocos han conseguido: unir a los españoles, aunque no sea precisamente para defenderla y vitorearla; ya veremos si el tema sigue siendo de actualidad a mi regreso en los últimos días de julio y, muy especialmente, si ésto acaba en algo concreto o al final hubo más ruido que nueces. También se ha quedado en el tintero una valoración sobre esa especie de "cierre patronal" ocurrido en la NBA: ¡qué mal tienen que estar las cosas para que ocurra ésto!, aunque al paso que vamos no se si el evento puede reproducirse a no tardar en exceso en el fútbol español.

Me llevo en la maleta unos cuantos libros de los que prometo dar cuenta y seguro que en estos días de asueto algo surge para compartir con todos por aquí. Ah, y quedan pasar por aquí, si Dios quiere, Shakira, Maná, Doménico Modugno, Sting, Claudio Baglioni, Nino Bravo, ... Feliz mes de julio a tod@s y tened la seguridad de que os tendré presentes aún sin post.


5 de julio de 2011

Según el punto de comparación



Comencé con ilusión a leer el último premio Planeta, "Riña de Gatos", una novela escrita por Eduardo Mendoza, uno de los mejores activos de la literatura española contemporánea, hecho que unido a que Mendoza trasladará el "ubi" del argumento de Barcelona a Madrid aunaba suficientes alicientes como para no perder la ocasión de leer un libro más de un excelente autor. Leí buenas críticas, aunque mi amigo Brunetti ya se ocupó de bajar las expectativas asegurando que se trataba de una novela intrascendente más, de tantas que se publican hoy en día, en especial cuando de aspirar a premios literarios se trata.

Una vez concluida la novela tomé la decisión de encabezar mi entrada valorativa de la misma con el ambiguo título que aparece más arriba; si tomamos en consideración la calidad y el interés de la mayoría de las novelas triunfantes en las últimas décadas con el "Planeta" pienso que "Riña de gatos" anda claramente muy por encima de la media, sin despreciar por supuesto la calidad de algunos galardonados de los últimos veinte años como "Lituma en los Andes", de Vargas Llosa (1993), "El baile de la victoria", de Antonio Skármeta (2003) y "La fortuna de Matilda Turpin", de Alvaro Pombo (2006); pero por otra parte, ante el planteamiento de que quien escribió la novela ganadora es el autor de "La ciudad de los prodigios", "La verdad sobre el caso Savolta" o la trilogía del detective innominado, tengo que admitir que el Premio Planeta 2010 anda por debajo de lo que cabe esperar de alguien capaz de escribir tales joyas.

Resulta interesante la ambientación que hace Mendoza del Madrid cercano al estallido de la guerra civil, con sus tensiones políticas y sociales, los sucesos dramáticos que se sucedían y el ambiente notoriamente conspiratorio que había aparecido a todos los niveles; contribuye a poner ese interés la presencia de personajes histórticos como José Antonio Primo de Rivera, Manuel Azaña o los Generales Franco, Mola y Queipo de Llano. Tanto los personajes -históricos y de ficción- como la ambientación son manejados bien por Eduardo Mendoza, Pienso que, sin perder su tono satírico inconfundible, el autor catalán reduce en cierta medida el toque de humor que caracteriza a sus novelas, sin perder por supuesto ni la crítica ni la parodia social.

Es de agradecer el notable tono de neutralidad que, desde mi punto de vista, caracteriza el relato de unos acontecimientos ambientados en la II República, ya próximo el levantamiento militar encabezado por Franco, sin ceder a la tentación no de tomar partido ni de emplear la táctica de ser políticamente correcto. Mendoza no se casa con nadie y escribe con plena ausencia de posturas maniqueístas que dividen los sucesos y personajes históricos en buenos y malos.

Donde pienso que cojea la novela es en la historia que nos cuenta; uno no se acaba de aclarar con las intrigas y manejos de nobles, políticos, falangistas y diplomáticos y se queda con la sensación de que más que un argumento lo que hace el autor es construir una serie de disquisiciones a las que le falta un hilo conductor. Los personajes, como he dicho, andan muy por encima de la historia que ellos mismos representan. Al terminar surge cierta sensación de que o al lector le han quedado cuestiones por comprender o el autor no las ha resuelto con pleno acierto.

En cualquier caso, en estos tiempos veraniegos en los que con el sol que aprieta y esa especie de pereza cósmica o abotargamiento a las que conduce el ocio y la vacación, una novela como ésta permite pasar un rato agradable, algo que no deja de ser una cuestión a considerar.


4 de julio de 2011

La ostentación



Cuando yo era pequeño el jaguar era un felino americano de aspecto parecido al leopardo; cuando cursaba 3º de primaria hizo furor entre los chavales de la época una colección de cromos de coches: allí descubrí que el Jaguar era también un modelo de automóvil británico y una de las muestras más preciadas de la colección junto al Ford Mustang, el Alfa Romeo o el Porsche. Pero no recuerdo haber visto uno de estos vehículos al natural hasta finales de 1977 cuando solía haber aparcado uno en las inmediaciones de las calles Platón, Copérnico y Descartes de Barcelona, un modelo de color azul eléctrico, bastante antiguo, pero que conservaba intacta su elegancia, con un salpicadero de madera y una aire distinguido indiscutible. Con el tiempo, lógicamente, he visto unos cuantos ejemplares más, la mayoría de las veces con ese aspecto impresionante e imperial que suelen presentar y siempre dando la sensación de encontrarte ante toda una exhibición de poderío y lujo.

Recuerdo que en una ocasión alguien me comentó que la razón por la que se suelen ver bastantes más Jaguar en Madrid que en Barcelona hay que encontrarla en que los catalanes son poco dados a la ostentación; no tengo datos estadísticos para ver si tal teoría está justificada, aunque mi experiencia confirma la poca afición a exhibir lujos de los naturales de Cataluña. Lo cierto es que, con todos los respetos a la libertad de cada cual y al derecho de todo ciudadano a administrar su caudal como le venga en gana, el funcionar con un Jaguar por la vida me parece que tiene bastante de ostentación. Evidentemente el asunto del Jaguar no es más que simple ejemplo, un mero argumento para asegurar que existe un mundo de ostentación, de esclavitud del lujo, de inversión notoria del orden de prelación, de necesidades artificiales e innecesarias, ... al igual que tener un Porsche, un deportivo biplaza, coches que no se hallan al alcance de cualquiera -de casi nadie, diría yo- y cuya posesión no deja de dar una imagen de exhibición, de tener los fines vitales puestos en lujos y esplendores, de dueños que no pueden vivir sin demostrar su poderío.

Recuerdo una vez la imagen de tres señoras maduras circulando por la calle Buil de Zaragoza, una que va del Paseo Independencia a Constitución -donde está el Hotel "Don Yo"-, caminaban en paralelo por la acera provistas cada una de ellas de opulentos abrigos de visón: aparte de cerrar el paso a todo bicho viviente, la imagen exhibía exceso, algo que en los tiempos que corren casi puede plantearse como una provocación. Y lo digo con todo el respeto: al gusto, al bolsillo y a la libertad de cada cual, pero cuando veo a una mujer con un abrigo de visón -recuerdo haber oído en mi infancia que los llamaban "machitos"- me suena a demasiado, a vestimenta recargada que excede de la elegancia y llega al exceso y al rococó, como si quien lo lleva tuviese la necesidad de abarcar encuentros, conversaciones y situaciones, como si solamente hubiese sitio para el abrigo.

Yo creo en la elegancia, en el buen gusto, algo que en muchas ocasiones puede suponer cierta inversión; pero me parece que hay una frontera, unos márgenes que acaban siendo el frontispicio entre la elegancia y la calidad y la simple ostentación. ·Es posible que pueda ser muy subjetivo, hasta caprichoso, considerar que conducir un Jaguar suponga ostentación y hacerlo con un Mercedes no; evidentemente no caben reglas fijas ni definiciones inmutables, pero creo indiscutible que existe un mundillo donde rige la ostentación, en el que se han impuesto una especie de pulsos para acreditar quien llega a más, algo que a la larga supone maneras de ser, de actuar que alejan del resto de los mortales, reducen la altura de las metas de cada uno y rebajan a la persona a la frivolidad, la superficialidad y puede que hasta la estupidez.


3 de julio de 2011

"Hard to say i'm sorry" , Chicago (1982)



Chicago fue un grupo fundado en dicha ciudad en 1967, posiblemente una de las mejores bandas norteamericanas de su época y, junto con Blood, Sweat & Tears, la banda más representativa de lo que se dio en llamar Jazz Rock. El grupo sigue en activo en la actualidad, aunque a lo largo de su existencia ha llegado a pasar por diversos momentos de crisis y sus componentes hayan ido cambiando con el transcurso de los años.

La canción que traigo hoy, "Hard to say i´m sorry", supuso un notable éxito en su momento y se colocó en el número 1 de diversos listados del mundo, lo que tiene su importancia pues según cuentan los cronistas el éxito llegó cuando Chicago llevaba varios años atravesando una importante crisis y sus discos se habían dejado de vender en las proporciones de su primera década; es decir se trata de una canción en la que el grupo recupera el pulso de la calidad y, con ella, del éxito.

Yo había oído hablar mucho de Chicago y canciones como ésta y otras que he escuchado al elegir la que iba a insertar las había ya oído sin saber quien las interpretaba, pero he de admitir que, como en su día manifesté al hablar de Phil Collins, que es una música que debo incluir en ese catálogo de música ignorada por mí. Una forma de desagraviar semejante torpeza es compartirla en el blog.




2 de julio de 2011

Huesca en dulce



Ya he hablado en otras ocasiones de las bondades gastronómicas de Huesca y provincia, así han aparecido por aquí bares y restaurantes en los que uno puede pasar momentos estupendos si de satisfacer el apetito y gozar de buen ambiente se trata. De lo que no había dicho nada es de las excelentes ofertas que la ciudad de Huesca en materia de dulces y pasteles; dudo que haya una ciudad de su tamaño y población que supere a la calidad y cantidad de las pastelerías y confiterías oscenses. Algunos tenemos la desgracia de no tener permitida la cata de dulces de ningún tipo y puedo asegurar que dicha prohibición es aún más desoladora si vives en la capital del Altoaragón.

Las castañas de mazapán es el primer recuerdo que viene a mi memoria de dulces oscenses; me acuerdo que mi padre las solía traer de regreso de las corridas de la feria de San Lorenzo y para un fanático del mazapán como el que escribe siempre han sido punto y aparte. Estos dulces se pueden adquirir en muchos lugares, pero de siempre han sido especialidad de la casa en la "Pastelería Vilas"; es "Vilas" una de las joyas de la corona en la materia pastelera, con una tienda que resulta además tremendamente elegante y en la que la calidad de sus productos es de auténtico primer nivel. Cualquier tarta o pastel de "Vilas" es garantía plena de calidad absoluta, aunque puestos a recomendar me parece lo máximo el "Shoufflé de yema", con la variante en pastel de "Petit shoufflé" -también muy buenas la tarta "Sant Honoré" y la de moka-, así como los famosos "chupitos" de menta y chocolate. También son canela fina las pastas de te y los turrones artesanos, sin olvidar los pasteles de bombón con macarrón y la nube blanca. Cabe añadir que las ocasiones en las que he entrado a comprar algo he salido encantado del cariño y la amabilidad de quienes me atendieron.


El pastel ruso es posiblemente uno de los bocados más finos y deliciosos que existen en el mundo; se cuenta que el origen del nombre hay que encontrarlo cuando Eugenia de Montijo, la española que casó con el emperador Napoleón III, ofreció este pastel al zar Nicolás II cuando éste visitó la exposición de París, el zar quedó extasiado con el mismo y extendió la receta a las estepas rusas. Si es así, salta a la vista el excelente gusto del zar, pues el pastel ruso es una delicia edificada con avellana, almendra, clara de huevo, azúcar y mousse de praliné; en Huesca es la especialidad de la Pastelería "Ascaso", una auténtica joya del ramo ubicada en el Coso Alto también trasplantada a Zaragoza en la calle San Ignacio de Loyola. En "Ascaso" destacan también los "lamines", unos bombones cuadrados y pequeños rellenos de cremas de esencias: Albahaca, miel, melocotón, frutos del bosque, almendras y tomillo. Una pasada la Tarta de San Vicente, de pasta Brisa con crema de limón y merengue, sin que desmerezcan las demás -Bourbon y Guayaquil, por ejemplo-, así como el pan de San Lorenzo, una especie de tortas de bollo rellenas de frutas y azucaradas que se toma en las fiestas patronales de agosto. Tienen igualmente un postre llamado "Siricaia" típico de la región portuguesa del Alentejo, estando hecho con huevos, harina, leche, azúcar y canela.


La Pastelería "Tolosana" está situada en el Paseo de las Autonomías, en lo que podríamos llamar la zona de expansión de Huesca, aunque tiene sucursal también en Zaragoza, en la Avenida de Goya, muy cerca de Sagasta. La gran especialidad de Tolosana es la trenza de Almudévar, un pastel de bollería hojaldrada, glaseado y relleno de nueces, pasas y almendras. Hay otras especialidades como el prusiano, relleno de mazapán, la banda de crema de almendra, la de manzana y la de pistacho y griottines. Toda la bollería de la casa es excelente, así como los pasteles, sabrosos y de buen tamaño: "claro de luna", "minueto", "Mozart", "Milhojas" -de crema y de praliné-, "Dune" y "nogal". Por otra parte la panadería es muy buena y los domingos hay colas larguísimas, y es que el hacer bien el pan tampoco está al alcance de cualquiera.

La oferta "dulce" oscense es aún más amplia: son absolutamente recomendables los pasteles de "Gloria" que venden en la Pastelería "Ortiz", en los porches de Galicia, o las pajaritas de chocolate de "Soler" y las cocas de nata de "Tricas", ambas en el Coso, sin olvidar la Pastelería "San Jorge", en Ricardo del Arco o las míticas panaderías "Santolaria", "Brusau" y "Palomar", donde todo es natural, casero y buenísimo. No es bueno tener restringido el azucar cuando uno vive en Huesca, es algo que puedo certificar.



1 de julio de 2011

Una lectura serena













"Eldorado"
Laurent Gaudé
Salamandra. Barcelona (2007)
240 páginas


Resumen: Al mando de una fragata que patrulla las aguas sicilianas que delimitan la codiciada fortaleza europea, Salvatore Piracci cumple abnegadamente con su penosa misión, hasta que el sorpresivo reencuentro con una mujer que él ayudó a rescatar de un barco a la deriva lo lleva a emprender un viaje de enorme trascendencia. Paralelamente, en Sudán, el joven Soleimán ha conseguido reunir el dinero necesario para abandonar el país en busca de una vida mejor, pero los planes no tardarán en complicarse, y el ansiado periplo hacia el Norte se convertirá en una durísima prueba, cuyas etapas estarán sembradas de peligros y amenazas, pero también de incontables muestras de fraternidad y esperanza. Los viajes de Salvatore y Soleimán componen así una conmovedora odisea de destinos entrecruzados en ambas orillas del Mediterráneo, sobre un paisaje a la vez auténtico y mítico, contemporáneo e intemporal. Al igual que en sus novelas anteriores, Laurent Gaudé hace gala una vez más de un lenguaje vibrante para sumergirnos en un universo de dimensiones épicas, descubriendo las raíces del ser humano en toda su grandeza y miseria moral.

Hay editoriales que suelen ser garantía de buena literatura, es el caso de Salamandra, que suele escoger bastante bien a sus autores. Hace pocos años leí "El sol de los Scorta", de Laurent Gaudé y sabía que este escritor francés es de esos que busca la perfección del lenguaje, que cuida lo que dice y que, además, busca transmitir algo, dejar en el lector una inquietud, unas sensaciones. No se trata de literatura para quien busca acción y tensiones, sino una novela para leer despacio y disfrutar de algo elegante y con contenido; he titulado el post "Una lectura serena" porque me ha parecido que la frase puede dar una idea de las sensaciones que he sentido al leer "Eldorado", un libro que se lee sin altibajos, sin sobresaltos y sin perder el hilo.

El tema de fondo de la novela es duro, pues habla del problema de la inmigración, de esas miles de personas que desde distintos puntos del globo terráqueo -África, Este de Europa, ...- tratan de buscar su particular Dorado en Europa. La novela trata, por lo tanto, de un ambiente cruel y despiadado, donde existen personas que encarnan lo peor de la maldad humana y se aprovechan de la necesidad y desesperación de las personas. Pero Gaudé trata este hecho con cierta ternura, ofreciendo el contraste de los puntos de nobleza y amistad que siempre surgen en historias tan duras. Pienso que "Eldorado" no es una novela para sufrir, para llorar, sino para pensar, para recapacitar sobre nuestros egoísmos y nuestras miserias y sobre los contrastes del mundo actual, de las distintas civilizaciones que lo componen.

En la novela hay un personaje francamente excepcional, el comandante Salvatore Piracci, un policía de Catania que dirige una nave que se dedica a rescatar de una muerte segura a muchos emigrantes abandonados a su suerte en el mar; Piracci es un hombre arrebatadoramente honesto y Gaude nos describe con perfecta pluma sus cuitas, sus dramas personales. Piracci sufre porque encuentra inútil su trabajo, al rescatar a unas personas a las que luego entrega para, tras ser encerradas en un centro de internamiento de extranjeros, ser finalmente devueltas al lugar de donde inicialmente habían huido. No quiero destripar el libro pero ya adelanto que aquí surge el núcleo de la trama y de lo que el autor nos quiere decir.

Junto al italiano, el otro pilar sobre el que se sustenta el relato es el joven sudanés Soleiman, un hombre lleno de deseos de empezar una nueva vida en un lugar que le saque de la vida mísera a la que está condenado, afanes frente a los que solamente encontrará un obstáculo detrás de otro. Laurent Gaudé nos describe con serena crudeza las vicisitudes de este hombre y nos enfrenta con la otra cara de la historia de Piracci, la de quienes están dispuestos a todo para cambiar el destino de su existencia.

Ahora que llega el verano y que habitualmente tenemos más tiempo para dedicar a la lectura, no me cabe ninguna duda que esta novela, como las otras de Laurent Gaudé ("El sol de los Scrota", "El legado del rey Tsongor" y "La puerta de los infiernos") tienen lugar seguro en la lista de libros recomendables.