29 de noviembre de 2017

Aisladores del mundo


Cuando entro en el tranvía, hábito que frecuento bastante desde que vivo en Zaragoza, suelo quedar asombrado al comprobar cómo más de la mitad del pasaje se dedican a manipular su correspondiente Iphone, móvil,  Ipad o equivalente ... unos "wasapean", otros practican juegos aditivos, otros curiosean por la red, ... todos gastan datos y se aislan de quien les rodea. Y la cosa no se limita al tranvía, porque en los autobuses urbanos, en las pasillos de las grandes superficies, en calles, bares, establecimientos ... hasta en los  templos, el personal tabletea botones con tanta fruición como habilidad e intuyo que, muchas veces, inutilidad.

El ensimismamiento descrito se extiende a tantos ciudadanos que caminan rumbo al trabajo, a recoger a los niños al colegio o a efectuar sus compras diarias o semanales provistos de unos auriculares con los que se concnetran escuchando no se si música, noticias, chistes o grabaciones relajantes. Con semejantes adminículos, corremos el riesgo de convertirnos en seres aislados del mundo. Antes preguntar a un ciudadano anónimo por la situación de una calle, la ubicación de un monumento o la dirección de una tienda se convertían en modo de ejercitar la solidaridad y mientras quien preguntaba podía resolver su problema, su duda, a quien respondía le quedaba la satisfacción de haber prestado un buen servicio, de haber ayudado a un semejante. Ahora, preguntar por donde se va a Chamberí, Gracia o la calle Dato se convierte en un reto complicado, con dificultades añadidas que suelen terminar provocando omitir la gestión ... menos mal que están los "tontones".

No cabe duda de que las nuevas tecnologías nos vienen facilitando muchas cosas, pero no se si la sociabilidad se encuentra entre ellas.


20 de noviembre de 2017

Lágrimas en silencio


En la mañana de ayer, un magnífico domingo de noviembre, pasé por El Pilar. En su interior se reunía, como siempre, mucha gente. La zona del Altar Mayor estaba cerrada por celebrarse Misa y en la Santa Capilla reinaba  esa mezcla de paz, fervor y admiración de siempre. Tras rezar a la Virgen y hacer una pequeña escala en un lugar cercano en nombre de alguien que se lo merece, me dirigí a la parte trasera, donde se encuentra el medallón en el que se venera el Pilar. 

La cola para besar la santa columna no era larga, pero enseguida vi que había parón. Una señora de mediana edad, rubia y bien arreglada, estaba arrodillada con la cara "enganchada" a la columna y no hacía ademán de levantarse. La espera se hizo larga -es posible que subjetivamente- y todos los que esperábamos respetamos la devoción de la mujer y su evidente necesidad de descansar su estado de ánimo en tan trascendente lugar. Cuando se levantó, pude observar que lloraba.

Tras dar mi beso al Pilar y reincorporarme, pude observar que la referida señora esta a un lado, en un hueco de la pared, llorando desconsoladamente, con tanto silencio como signos evidentes de dolor. Como es lógico, quienes pasamos por allí lo hicimos con la discreción y el  silencio que las circunstancias requerían, aunque hube de rechazar la tentación de hacerle algún signo de ánimo y cariño: pensé que en momentos así uno necesita la intimidad y el anonimato.

No tengo ni idea, como es lógico, de los motivos que provocaban la tristeza y angustia, evidentes, de la pobre mujer. Ignoro si serían cosas de salud, penas familiares, angustias laborales, soledad, ... pero confío en no caer nunca en la indiferencia o frialdad ante las penas ajenas. La escena revivió en mi nterior a lo largo del día, y deseé que la Virgen, poderosa y, sobre todo, madre encontrara la forma de aliviar un dolor que sin duda era profundo.

8 de noviembre de 2017

Un cartel que parece vivo


La sección de libros de la tienda que tiene FNAC en el Coso de Zaragoza se ha convertido en una de las más frecuentadas por mí desde que vivo en mi ciudad de origen: no cierra al mediodía, está de paso entre mi casa y mi lugar de trabajo y suele andar bastante al día sobre las últimas novedades literarias. Desde hace un tiempo, en dicha sección -e imagino que en las de otras ciudades- se deja ver un cartel de cartón con la persona de la escritora madrileña Almudena Grandes como protagonista. El citado cartel, que hace publicidad de su última novela, "Los pacientes del doctor García",  es de tamaño natural y en el se refleja a la escritora con tanto acierto que de lejos incluso parece de carne y hueso. Las primeras veces que tras bajar las escaleras que acceden a la planta sótano, ví de lejos semejante figura llegué a pensar que se trataba de una persona de verdad, tan sólo al acercarme comprobé que era la célebre escritora y no se trataba más que de una foto grande.

He de reconocer que me encuetro bastante lejos de las posiciones ideológicas de Almudena,  incluso escribí hace unos años un post criticando alguna de sus declaraciones. Pero no es menos cierto eso de que "algo tendrá el agua cuando la bendicen", y que si tiene semejante tanto éxito, será porque acumula más de una virtud que lo motive. Tendré que plantearme leer algo escrito por ella para salir de mi ignorancia respecto de sus habilidades literarias. De momento, cada vez que me cruzo con "ella" para ponerme al día de las novedades más recientes, me sigo sorprendiendo de esa figura y esa mirada, tanto que la última vez hasta la saludé ... y juraría que respondió a mi saludo.

1 de noviembre de 2017

Lecturas de octubre


Al hablar de mis lecturas de octubre debo destacar haber concluído una nueva novela magnífica de Ignacio Martínez de Pisón, sin despreciar tres descubrimientos, uno procedente de Polonia y dos de USA. Se completan con un buen relato policaco-político de Chile y dos ensayos a los que llegué movido por la curiosidad.

"Imagina que no estoy", del estadounidense Adam Haslett, es una de esas novelas que centran tu interés en cuanto ves portada y argumento. Ya había leido en su día "Union Atlantic", un relato que anticipaba la crisis económica de la última década, y me había gustado bastante a pesar de ciertas dificultades para su lectura por razón de la temática. En este nuevo libro el escritor va por otros derroteros: nos cuenta la historia de una familia de clase media americana, con sus problemas de todo tipo y sus dramas personales. El esquema literario de Hasset consiste en la narración por capítulos y en primera persona de cada uno de los miembros de la familia, matrimonio y tres hijos, en torno a los cuales van apareciendo el resto de personajes de la trama. El centro argumental radica en la enfermedad mental del padre, quien sufre frecuentes periodos de depresión, afección que es conocida por su mujer en pleno noviazgo, creándole el crudo dilema de seguir adelante o no con la relación y casarse. El hijo mayor también sufre una enfermedad similar, lo que convierte la cuestión en parte principal de la novela.  Un libro que debe leerse despacio, al que alguna crítica alaba la capacidad de compaginar el drama con el humor ... aunque yo he visto mucho más de lo primero. De cualquier manera, su nivel literario es más que aceptable.

Luis Sepúlveda es un veterano escritor y periodista chileno  que también ha hecho sus pinitos en el cine. Su lista de premios literarios es notable y ya en su día me habían llamado la atención varias de sus novelas. El mes recién terminado surgió la oportunidad de leer su último título, "El final de la historia", un relato con cierta intriga editado por Tusquets y que, aunque se le suele incluir entre las novelas policíacas, no me atrevería a calificarla propiamente como de dicho género. Estamos más bien ante una historia de amplia extensión temporal: tiene sus raíces en el final de la 2ª guerra mundial, su fundamento en los últimos días de Salvador Allende y la dictadura militar que llegó tras el golpe que le derrocó y su desenlace en la actualidad. La novela tiene como protagonistas principales a una serie de personajes que quedaron desubicados tras esos tiempos tan convulsos de la reciente historia del país andino, todos ellos aventureros comprometidos en los diferentes bandos. El estilo literario de Sepúlveda recuerda algo al del argentino Ernesto Mallo en sus magnífica serie del Comisario Lazcano, mucho más en las formas que en la ambientación. Creo que el guión está bien desarrollado, la novela bien escrita y que el final es original, nada predecible.

"Persiguiendo a Cacciato" es una novela con la que el escritor nacido en la localidad de Austin (USA) Tim O'Brien ganó en 1978 el prestigioso premio "National Book Award". La editorial Contra ha publicado este año una nueva edición, uno de cuyos ejemplares conseguí encontrar libre mediado septiembre en la Biblioteca Pública de Zaragoza. O'Brien, quien tras licenciarse en Ciencias Políticas fue llamado a filas e intervino como soldado de reemplazo en la Guerra del Vietnam en 1969 y 1970, aprovecha su conocimiento directo del choque para contarnos la historia, más bien surrealista, de la huida de un joven recluta llamado Cacciato, quien pretende desde la base de operaciones en Saigón llegar nada menos que a París. Los personajes protagonistas son los componentes de la brigada que sale en busca del insensato soldado. La novela tiene abundantes flash back en los que el autor aprovecha para darnos una visión dura y real de lo que fue esa guerra. Hay quien considera el relato como la gran novela sobre la guerra del Vietnam, ... pienso que no anda descaminado, con la virtud de adornarla con esa aventura soprendente llena de imaginación y hasta de cierta comicidad. Un libro para leer con calma y cuya reedición es un acierto, pues hay novelas que nunca pasan de moda.

Manuel Jabois es un periodista gallego que tras escribir sus columnas en "El Mundo", lo hace ahora en "El País". Parece ser uno de los más brillantes de su generación -nació en 1978- y le gusta mantener distancia con las ideologías políticas, mostrar un tono que mezcla la ironía y el escepticismo con cierto sentiodo del humor y que me fue vivamente recomendado por Brunetti, uno de mis consejeros trasversales, quien insistió en que sus mejores artículos los cerraba Jabois cuando hablaba de fútbol. También es un brillante escritor, por lo que me decidí a leer "Nos vemos en esta vida o en la otra", un ensayo periodístico en el que nos cuenta la historia de Gabriel Montoya, el único menor condenado por los atentados del 11 de marzo de 2004. La historia de "Gabi" sirve para desarrollar toda la trama asturiana de sustracción y transporte de explosivos en el que aparecen personajes cuyos nombres  nos suenan a todos: Emilio Suárez Treshorras, su mujer Carmen, su cuñado Antonio Toro, Rafa  Zouhrier, "El Chino", ... El tema es, sin duda interesante, pero la lectura me ha resultado en exceso monótona, falta de chispa y con pocas aportaciones novedosas. Me ha gustado algún sucedido o encuentro que acredita la personalidad de los protagonistas, pero esperaba más. Como digo tantas veces, es posible que estas limitaciones puedan venir de no saber encauzar y digerir bien la lectura ... en cualquier caso, lo próximo que leeré de Jabois será de fútbol.

Tenía interés en leer algo de Jorge Volpi, joven escritor mejicano -nació en 1968- que lideró la llamada "generación del crack", movimiento literario del país azteca que formó junto a  Ignacio Padilla, Eloy Urroz, Pedro Angel Palou, Ricardo Chávez Castañeda y Vicente Herrasti. He comenzado a leer a Volpi con una recopilación de artículos, publicados la mayoría de ellos en el diario mejicano "La República", que tienen como protagonista, y objeto de tremenda crítica, al presidente norteamericano Donald Trump. Lleva como título "Contra Trump", y como comentario adjunto en la portada "Panfleto urgente", que me parece refleja muy bien la intención del autor. Se trata de una serie de artículos más bien breves publicados durante la larga campaña electoral USA y después de la sorprendente elección del magnate neoyorquino como inquilino de la Casa Blanca. Se trata de un auténtico elenco de libelos, lleno de fuerza, con cierta componente de visceralidad y muy bien escrito. Volpi se centra sobre todo en las consecuencias de la llegada de Trump al poder para su país Méjico, la construcción del muro, la expulsión de los "sin papeles", ... y no ahorra calificativos para las intenciones y decisiones del magnate pasado a la política, defendiendo la situación de los mejicanos que atraviesan la frontera, quienes deben ser considerados como personas cuyos derechos deben defenderse y no como delincuentes en potencia. También critica lo que entiende como tibieza y cobardía por parte de los mandatarios de su país. Un conjunto de artículos que viene muy bien leer, que tal vez haya que matizar en algún caso pero que te conectan inmediatamente con un tema en el que están impicados los derechos humanos.

"Tragar mercurio" es la primera novela de la escritora y poetisa polaca Wioletta Greg; con esta obra su autora quedó finalista del último premio "Man Booker International" y, tras leerla, me planteo lo mismo que un crítico que leí en internet: "no me explico cómo no lo ha ganado". Me ha parecido  una libro delicioso, muy bien escrito y lleno de snetimientos y nostalgias grabadas en los recuerdos de la escritora, ya que se trata de un relato autobiográfico. No hay una trama concreta, sino que cada capítulo aporta la narración de hechos aislados con la misma protagonista, la propia autora cuando era una niña, que viene a convertir en libro en una estupenda relación de "escenas" concretas de la existencia de aquélla, Está ambientado en la Polonia de los años 80, la del general Jaruzelski, el sindicato solidaridad y Lech Walessa, con la nueva esperanza traída por un Papa que es polaco, Juan Pablo II. Greg nos habla de una Polonia rural, de su infancia vivida en un ambiente de ausencia de libertad y auténtica pobreza, a pesar de lo cual el libro no constituye una enumeración de dramas, sino un relato donde cabe la alegría y el sentido del humor. La edición, de "Ediciones Rata", viene acompañada de una serie de fotos ilustrativas y un magnífico epílogo de Milo J. Krmpotić que contiene 26 breves puntos que nos dan una explicación e interpretación del libro francamente interesante. A mí me ha gustado mucho.

Leer a Ignacio Martínez de Pisón es apostar por esa combinación tan atractiva como es la de la calidad literaria y la capacidad de entretener. Tras terminar "Derecho natural" tal opinión queda plenamente ratificada. Facilita mucho las cosas el que el autor zaragozano -y zaragocista- sitúe su relato en épocas como los años 70 y 80 tan conocidas por los de mi generación y, por lo tanto, con tanta capacidad para identificarse con ellas. Además, la novela está ambientada en Madrid y Barcelona, ciudades con capacidad de ayudar a meterte en la lectura con especial agrado: casi nada suena a desconocido. Aún tratándose de un relato lleno de realismo, Martínez de Pisón aporta también su toque de originalidad, como es el caso del padre del protagonista y relator de los hechos, un actor de cinbe de tercera fila que termina viviendo de sus imitaciones de Demmis Rousssos. La Barcelona de zonas tristes y pobres de los 70, la Universidad de la época, la movida madrileña, los propios sucesos políticos y sociales de esos años, sirven de medio de poner ritmo y ubicación a lo que el autor nos cuenta. En suma, una magnífica novela que invita a que cada novedad con la firma de Ignacio Martínez de Pisón sea lectura obligada.