29 de marzo de 2014

El positivo de Dani Benítez

Dani Benítez, jugador del Granada, da positivo por cocaína

Fue descubierto en un control antidopaje el pasado 16 de febrero tras el Granada-Betis

"Dani Benítez, jugador del Granada CF, dio positivo por cocaína en un control antidopaje el pasado 16 de febrero, precisamente el día en que fue expulsado durante la disputa del Granada-Betis apenas a los quince minutos de saltar al campo sustituyendo a otro compañero. Tras hacerse pública la noticia, el Granada ya le ha comunicado al futbolista que va a rescindirle su contrato."

Dani Benítez es un atacante zurdo del Granada que según cuentan tiene arte en los pies; por lo visto fue un jugador clave para que el equipo nazarí retornara a 1ª división hace tres años, después de un peregrinaje por las divisiones inferiores que había durado 35 años. El jugador nació en la localidad balear de Lloseta y tras destacar en los equipos filiales del Mallorca jugó en el Pontevedra y el Elche antes de recalar en el Granada. Parecía que en la máxima categoría el jugador se podía consagrar como una figura emergente de nuestro fútbol, pero ya en su primer año en primera dio muestras de su carácter al arrojar una botella a Clos Gómez, árbitro del partido que enfrentaba a su equipo con el Real Madrid y quien consideraba les había perjudicado seriamente. El Comité correspondiente impuso al extremo una sanción de seis meses, lo que unido a una posterior lesión grave ha tenido a Dani Benítez en la despensa demasiado tiempo.

El positivo de cocaína que por lo visto va a suponer su despido del club y una sanción tremenda puede ser el final de una carrera que en su día prometía desarrollarse de una manera más tranquila y positiva. No voy a elucubrar sobre el tema concreto, simplemente me gustaría hacer una reflexión sobre un problema concreto: cómo los jóvenes deportistas, y muy especialmente los que le dan al balón con el pié, adolecen frecuentemente de determinadas virtudes que deberían acompañar a las cualidades esterictamente deportivas: humildad para estar en su sitio, respeto al resto de personas que corretean por el estadio, ejemplaridad de su vida fuera de los horarios de competición y entrenamiento, ... no es infrecuente observar como futbolistas de élite andan endiosados, a la vez que se dejan llevar por una vida privada que pone en evidencia que no han asimilado ni la fama ni el dinero. Le deseo lo mejor a Dani Benítez, en concreto que sea capaz de enderezar su errática trayectoria, pero su caso debería servir de ejemplo y escarmiento.

27 de marzo de 2014

Talón de Aquiles


En el poema incompleto "Aquileida", escrito por Estacio en el siglo I, donde aparece una versión del mito del nacimiento de Aquiles que relatan fuentes, se cuenta que cuando Aquiles nació Tetis intentó hacerlo inmortal sumergiéndolo en el río Estigia. Sin embargo, su madre lo sostuvo por el talón derecho para sumergirlo en la corriente, por lo que ese preciso punto de su cuerpo quedó vulnerable, siendo la única zona en la que Aquiles podía ser herido en batalla. Al parecer esta leyenda no es unitaria, y en otros lugares se cuentan historias distintas. De cualquier manera, a todos nos suena que Aquiles era un héroe, un hombre fuerte que, sin embargo, tenía un punto débil, algo que le hacía frágil.

Una de las cosas que como Aquiles, la vida me ha enseñado es que todos tenemos, al menos, nuestra debilidad personal, algún aspecto de nuestra vida que nos hace más frágiles, que choca con la imagen que otros tienen de nosotros o que pretendemos dar a los demás e incluso, que no nos guata nada que se sepa. Con los años uno va asumiendo sus limitaciones y sus errores, y cada vez encaja mejor que unas y otros se noten, entre otras cosas porque queda lejos cualquier aspiración de ser un superhombre y, además, porque terminas dándote cuenta de que a los demás no suelen preocuparles en exceso tus cosas ... vamos, que no eres tan importante como tal vez en alguna ocasión has pensado.

Es posible que con las canas haya llegado cierta mala uva, se haya afilado el colmillo, y por esta razón cada vez contemplo con más escepticismo la firmeza y seguridad de algunos que caminan por la tierra como si estuvieran por encima del bien y del mal. La experiencia me ha enseñado que de talones de Aquiles casi todo el mundo anda sobrado y que no siempre debes fiarte de quienes intentan predicar demasiado con el ejemplo. Eso sí, lo dicho no quiere decir que no me tropiece de vez en cuando con personas que, con sus defectos, rezuman bonhomía y rectitud y que, por otra parte, nuestras miserias nos hacen más humanos.

25 de marzo de 2014

Historias de Don Preciso


Miguel Angel Brunet fue un excepcional periodista zaragozano que escribía con tino y agudeza en "Aragón Express" y "Zaragoza Deportiva", añorados periódicos -vespertino el primero y semanal el segundo- que dirigía con sabiduría Eduardo Fuembuena. Desde las viejas linotipias de la calle Marcial, Brunet destacaba por la agilidad de su pluma y por una ironía y un sarcasmo tan cargados de elegancia como de puntería. De entre las frases que en más de una ocasión leí a Brunet, que nació en Huesca y falleció en Zaragoza hace 22 años, fue la mención a que "Don Preciso se murió", dicho que utilizaba para dar a entender que en esta vida dogmas, los justos, y que quien busca exactitudes puede terminar desconociendo la auténtica verdad de las cosas.

En la vida nos tropezamos a veces con genuinos y estudiados herederos de "Don Preciso", individuos que necesitan rigor y exactitud hasta para el café de la mañana, que pretenden practicar una especie de virtudes "a la carta", que han elaborado -o quizá adquirido de otros- un manual de instrucciones que no sólo pretenden seguir al pie de la letra, sino que aspiran a hacerlo cumplir al resto del mundo. Son personajes que imagino van habitualmente de buena fe, pero que pueden convertirse en agotadores cuando perseveran en sus intenciones de uniformidad, aplicación rigurosa de reglamentos y elevación de experiencias y ejemplos a la categoría de obligación.

Bastantes problemas tiene la vida como para encorsetarla con cuatro reglas que cualquiera, si te descuidas, puede convertir en manía. Hay veces que se añora la espontaneidad y hasta el libre albedrío.


23 de marzo de 2014

Ha fallecido Adolfo Suárez



Acabo de enterarme de la no por esperada menos dolorosa noticia del fallecimiento de Adolfo Suárez. Hace casi cinco años publiqué en este mismo blog un post sobre alguien a quien siempre he admirado sinceramente, pienso que no tengo nada que cambiar y que lo que tenía que decir lo dije entonces. Ahora me queda rezar por quien estoy seguro que entrará, bien purificado por cierto, por la puerta grande del cielo. Descanse en paz.

"Ahora que, víctima de una cruel enfermedad degenerativa, se encuentra más en el otro mundo que en éste, cuando la vida le ha tratado mal y espera sin darse cuenta que llegue su final, puede ser fácil y hasta cómodo realizar alabanzas de Adolfo Suárez. Pero yo, sinceramente, he de reconocer que le admiro, que siempre lo he hecho. Supongo que será verdad lo de su ambición, el que no se paró en barras para maniobrar lo necesario para salirse con la suya, que pasó del Movimiento a la social-democracia sin sonrojarse, ... pero ha encontrado un lugar principal en la Historia reciente de España y pienso que se lo merece.

Suárez en política era un advenedizo, había llegado hasta allí a base de codazos, de hacer de meritorio y de dorarle la píldora, imagino, a más de uno. En un momento crucial de nuestra historia como lo fue la transición, cuando muerto Franco lo más granado del anterior régimen aspiraba, cada cual a su manera, a liderar los nuevos tiempos, Suárez tuvo que luchar contra todo y contra todos. No debe de ser fácil tener como rival a un personaje como Fraga, quien ahora aparece sensato y achacoso, pero que en su día andaba por la vida ejerciendo de número uno, alardeando de tener el Estado en su cabeza y dando por supuesto que era un auténtico elegido, o José María de Areilza, el Conde de Motrico, quien a pesar de que en los 40 debía de ser más falangista que nadie apareció en 1975 como apadrinado del mismísimo Rey y personaje de esos que está por encima del bien y del mal. Ni uno ni otro, ni los tecnócratas con mentalidad de ingeniero, con el mismo complejo de indispensables que los anteriores, ni los prohombres del nacional-catolicismo, como Silva Muñoz que todo lo decidía en consenso con cardenales y obispos, le perdonaron nunca que fuera él y no ellos quien diseñara el nuevo edificio del país.

Suárez tuvo que escuchar repetidamente los desprecios de quienes pensaban que en política solamente caben los expedientes académicos más brillantes, de quienes exigían primeros y segundos apellidos o acreditar servicios heroicos a la patria o certificados de buena moral cristiana. No debió ser fácil caminar y decidir, independientemente del acierto -que cada cual piense lo que quiera- entre ruidos de sables, indignaciones de los del pensamiento único, desprecio de los que Mafalda llama "egresados" y desconfianza de quienes estaban en el otro lado de la calle.

Porque a estas alturas de los tiempos da la impresión de que se ningunea a quienes hicieron posible la democracia, o que se considera que a ésta la trajeron los que estaban en la clandestinidad; pero me parece que en ésta no había tanta gente como se nos hace ahora pensar, nadie se acuerda de que la Ley de Reforma política supuso el ejemplar suicidio de las Cortes franquistas y que para restituir las libertades, con legalización del PCE y convocatoria de elecciones generales incluidas, Suárez y su equipo de "penenes" tuvieron que sortear obstáculos y aguantar toda la presión, poderosa entonces, de "espadones", nostálgicos y pesos pesados de la política de la época.

Así, despreciado por quienes se creían los mejores, ante la indiferencia de Europa y de una oposición acomodada en la crítica, Suárez consiguió lo que se propuso. Habrá quien piense que ésto era mejorable, pero me parece que hay que agradecerle lo que hizo ... y lo que evitó.

Y una vez instalado el régimen democrático Suárez siguió siendo víctima de acoso y derribo, esta vez por una oposición socialista ansiosa e impaciente por tocar poder, aguantando la inevitable comparación con Felipe González, un líder joven, brillante, con carisma y sin la tacha de pasado poco democrático del de Cebreros, un Felipe que en aquellos tiempos de ingenuidad e inexperiencia democrática aparecía ante todos como una especie de verdadero liberador. Aunque mucho más doloroso tuvo que ser el ataque de sus propios correligionarios, quienes convirtieron a la artificial UCD en un polvorín del que tuvo que acabar huyendo Adolfo Suárez, en compañía de cuatro fieles como Agustín Rodíguez Sahagún, Chus Viana y Rafael Calvo Ortega, tras la conspiración permanente de los democristianos, liberales y social-demócratas que se habían aposentado en el poder a la sombra de la popularidad del entonces Presidente del Gobierno.

Tras años convulsos, de dudas sobre su gestión, declive político y pérdida de prestigio, su honrosa dimisión, su heroico comportamiento en el golpe de Estado del 23 de febrero y su capacidad de resurrección con el CDS le dieron a Adolfo Suárez el reconocimiento y el prestigio que entiendo se merece. Su trayectoria política queda ahí para el juicio de la historia, pero su grandeza personal, arraigada y probada en el crisol del sufrimiento familiar y personal, está ya acreditada para todos."

21 de marzo de 2014

Un "Sugus" por entonces


Cuando yo era un niño las ambiciones no eran excesivas; mi infancia se equipara a la década de los 60 y por mucho que ya habíamos entrado en los años del desarrollo, al parecer nos alimentaban con "Pelargón" y la televisión comenzaba, con cuentagotas eso sí, a entrar en las casas, la gran mayoría no estábamos en condiciones de aspirar a grandes vacaciones, bicis en propiedad o lujos de cualquier tipo ... por no decir que un móvil, una "play" o un ordenador eran por aquel entonces, evidentemente, cosas de ciencia ficción. La situación tenía sus ventajas, pues no crecimos caprichosos -y si lo éramos nos teníamos que aguantar- y fuimos capaces de ilusionarnos con objetos bien sencillos: para un niño de 1966 los lápices "Alpino", los "Juegos Reunidos Geyper" o las barras de regaliz eran prácticamente un tesoro.

Y entre los objetos considerados como el acabose estaban los caramelos "Sugus"; no se si era debido al colorido de su presentación,a la pasión por lo blando o a algún tipo de leyenda cuyo recuerdo ahora se me escapa, pero en mi memoria queda grabado el hecho de que estos productos de la Casa Suchard eran objeto de deseo, dulzainas vistas por los niños de la época como si fueran diamantes genuinos. Y eso que, como tantas otras cosas, la variedad era mucho más sencilla que ahora y todo se reducía a naranja, limón y fresa, además de los "Sugus" de piña, con envoltorio azul y cuyo número solía ser inferior al de los demás. No era mala experiencia introducir varios en la boca de distintos sabores y elaborar una "mezcolanza" plural y casi explosiva.

benditos años en que nos bastaban unos "Sugus",

20 de marzo de 2014

¿Quiero ser un líder?


Es un tema sin duda recurrente; se han puesto de moda los cursos de liderazgo, con frecuencia se postula el convertirse en un líder como una meta en la vida, .... nadie quiere ser mediocre, todos aspiran a arrastrar a las masas, ... o por lo menos a que se apunten a la cordada cuatro amiguetes y algún vecino. No estaría de más indagar qué es lo que se esconde tras tanta aspiración de liderazgo, qué curiosas cavilaciones anidan en las eminentes cabezas de esos personajes que pisan tan fuerte y piensan que tienen tanto qué decirnos: ¿será la ambición de poder?, ¿tal vez la convicción de poseer esa ansiada piedra filosofal que todo lo soluciona?, ¿quizá todo se deba a simple y puro afán de arrimar el ascua a su sardina o, dicho con palabras menos correctas, lograr llevarnos al huerto?. Supongo que las respuestas no coincidirán en todos y cada uno de los casos, que no habrá una respuesta idéntica de todos los presunto líderes, pero no puedo ocultar que a veces me mosquea tanta seguridad, tanta visión unívoca de la vida, tanta insistencia.

He de confesar que no consigo encontrar en mi interior obsesión alguna de liderazgo, vete a saber porqué ... a lo mejor son los años que me vuelven acomodaticio, desmitificador ... o que ya nací con un carácter poco dado a la ambición y la iniciativa, o que soy un tímido, un cobarde o un comodón ... ¿quién lo sabe?; personalmente me conformo con intentar hacer bien lo que me toca, tratar de no hacer daño a nadie y no dejarme vencer por rutinas e inercias ... cosas desde luego nada fáciles en los tiempos que corren y en los terrenos que piso. Me preocuparía que alguien dijera o pensara que doy mal ejemplo, pero si no tengo liderazgo, lo dejaré para la gloria accidental ... y que salga el sol por Antequera, por mi parte dejo la cuestión para esos pretendidos líderes que por lo visto tanto abundan y tanto hablan.

18 de marzo de 2014

Cuando la naturaleza es bella e inhóspita


No soy una persona que haya viajado demasiado, apenas he salido al extranjero y no soy de los que pueden hablar con pasión ni orgullo de ciudades como Amsterdam, Nueva York, Cancún, Pekín o Nairobi, pero al cabo de los años sí puedo presumir de conocer los lugares más bonitos de España. No obstante tardé bastante en llegar a viajar a determinados lugares y aún recuerdo la ilusión expectante de mi primer viaje a Andalucía allá por los inicios del verano de 1997, casi rondando ya la cuarentena. Las mismas expectativas tuve en julio de 2003 cuando pasé veintitantos días en Asturias; ya había estado unos años antes en Oviedo, pero en viaje rápido y solamente pude conocer la capital.

En el principado visité lugares magníficos, pero guardo un especial recuerdo de uno de los primeros lugares donde estuve, el Cabo de Peñas. Me habían comentado que era el lugar más alto de todo el mapa peninsular y que desde allí la vista era magnífica. Recuerdo que era por la tarde, rondando las 7, con un cielo que tendía a cubierto y sin que prácticamente hubiera más gente en el lugar que yo y mis compañeros de viaje. Efectivamente, el lugar era precioso, la vista imponente, pero a la indudable belleza del paisaje que se nos presentaba se unía una cierta sensación de soledad, con toques de misterio, frialdad y sabor de lejanía, de estar en un lugar inhóspito, casi hasta peligroso. Un conjunto de sensaciones que no eran en absoluto negativas, solamente distintas y especiales; era como enfrentarse a un ambiente salvaje, a una naturaleza en estado puro, que a la vez que muestra toda su grandeza, su hermosura, también pone de manifiesto su poderío, su implacabilidad.

Por eso, me ha impresionado especialmente el drama del arrastrero portugués "Santa Ana", el barco pesquero de bandera portuguesa se hundió el pasado 10 de marzo a media milla de Cabo Peñas debido al embarrancamiento con la isla de la Erbosa. Hasta ahora se han recuperado cuatro cadáveres y otros cuatro marineros siguen desaparecidos. Me llama la atención lo poco que se habla de esta tragedia, la no excesiva relevancia informativa de la misma ... pienso que los muertos, los desaparecidos y sus familiares se merecían más atención. Y a la vez, transcurridos más de diez años de mi primera y hasta hoy única visita a Cabo peñas, vuelven a mi cabeza con nitidez las mismas imágenes y sensaciones, la belleza de la naturaleza en estado puro y la impotencia del hombre ante ella.

15 de marzo de 2014

Casi un faraón

Uno de esos personajes míticos que frecuentaban los telediarios de los años sesenta era el presidente egipcio Nasser; para un niño como yo, absolutamente ignorante de los detalles más sencillos de la política internacional, más allá de que había guerra en Vietnam, en Inglaterra había una reina anglicana, en los Estados Unidos un presidente con cara de antipático y en Rusia y China unos individuos bastante malos, Gamal Abder Nsser era un tipo de gran presencia física, muy moreno, con un bigote llamativo y que sonreía bastante. De repente, una noche del mes de septiembre, recién iniciado el curso 1970-71, el Telediario comenzó con la inesperada noticia de la muerte repentina de Nasser a quien un ataque al corazón le había hecho pasar a mejor vida. A Nasser le sucedió Anwar El Sadat y la vida siguió, ignorante en mi caso de la trascendencia del cambio presidencial y de que El Sadat, que moriría asesinado una década después, iba a ser un hombre clave en la paz de la zona donde vivía. La verdad es que entonces yo no tenía ni idea de las ideas de Nasser, es más, pienso que tampoco me importaban demasiado y me contentaba con saber de su existencia y observar que el tipo parecía simpático, no como Breznev, Tito o Mao Tze Tung, que aparecían lejanos, distantes y con cara de pérfidos.
 
Con los años he podido comprobar que la realidad era mucho más rica, que Nasser representaba todo lo contrario de lo que  oficialmente se defendía en España por aquella época, que ideológicamente Nasser andaba bastante cerca de la Unión Soviética -tanto  que llegó a ser nombrado "Héroe de la Unión Soviética"- y que su figura es de una enorme trascendencia no sólo en la historia de Egipto, sino también de todo Oriente Medio. Nasser llegó al poder a través de una revolución que se fraguó en dos tiempos, primero por medio del derrocamiento en 1952 del Rey Faruk, representante de una monarquía desprestigiada que mantenía a su población en la miseria y un año después, siendo vicepresidente de la República,  destituyendo al presidente, general Muhammad Naguib,  que abogaba por la convocatoria de una asamblea constituyente y el restablecimiento de las libertades políticas y asumiendo el mando absoluto del país defendiendo un régimen de unidad y dignificación a través del socialismo.
 
Nasser fue un hombre de un peso político y una popularidad enorme, fue el primer egipcio que gobernaba el país desde los tiempos de los faraones y era capaz de enfervorizar a las masas. Destacó, junto al yugoslavo Tito y el indio Nehru en la llamada filosofía del "neutralismo positivo o movimiento de los no alineados". Su mayor éxito fue, posiblemente, la llamada "Guerra del Sinaí", cuando decidió nacionalizar el Canal de Suez para construir la presa de Assuan, algo que hizo montar en cólera a Inglaterra y Francia, que desplegaron sus tropas por la zona, algo a lo que se sumó Israel, pero el rechazo de USA y URSS desmontó el tema y Nasser se apuntó el éxito. A partir de entonces Nasser se convirtió en referente principal del panarabismo, de orientación socialista y populista.
 
Conforme avanzaba la década de los 60 Nasser fue perdiendo carisma, empezando su declive por su fracaso en intentar convertir su país en fuerza de importancia dentro del comercio del petróleo y culminando con la tremenda derrota sufrida junto a Siria y Jordania en 1967 frente a Israel en la Guerra de los seis días. antes de morir aún tuvo tiempo de influir notablemente en la revolución libia que encabezó Muamar el Gadafi. Nasser murió con 52 años y ejerciendo el poder.

13 de marzo de 2014

¿Nos posee el móvil?


No tengo excesiva buena relación con mi móvil; cierto espíritu curioso y algo de tendencia a una especie de permanente "baile de San Vito" hacen que lo tenga en las manos más de lo que debiera y que incluso ponga nervioso, me temo que con toda la razón, a más de uno. Pero al mismo tiempo, y no sabría explicar muy bien porqué, lo mantengo bastante tiempo en posición de "silencio" y cuando llego a casa tiendo a dejarlo en mi mesilla de noche, incluso a no llevarlo conmigo si salgo de paseo o a algún recado. Como consecuencia de estos hábitos, no es infrecuente que aparezcan llamadas perdidas o que un sms o washapp, tanto de los que me comunican algo como los chistecitos, vídeos y alguna que otra impertinencia, quedan "enganchados" sin que los lea antes de una o dos horas de su recepción. Y la verdad es que no siento culpabilidad alguna por la situación, he vivido más de 40 años sin móvil -y como yo muchos otros- y en ese tiempo tampoco se ha hundido el mundo: ni el mío propio ni el compartido.

Cualquier viaje en autobús o tren suele venir aderezado de conversaciones que aunque solamente interesan a dos -vete a saber si en ocasiones a uno solo- nos tenemos que tragar el resto, hay quien abandona comidas, reuniones, conferencias, espectáculos o ceremonias por el sonido dichoso del aparatito, o aún peor contesta la llamada en plena "actividad" para asombro de tirios y troyanos. De esta manera el móvil se apodera de nosotros, nos esclaviza y hasta nos puede volver autistas, egoístas y maleducados. A mi me parece un ejercicio sano el de no coger llamadas, incluso rechazarlas si andamos en cualquier tipo de actividad que supone relación social; a nadie le va a pasar nada por esperar un poco ... eso sí, si lee ésto alguien de urgencias que lo tenga por no puesto.

11 de marzo de 2014

En el conjunto del universo, en el total de la historia


¿Qué somos cada persona en medio del universo?, ¿qué proporción de personas saben de nosotros si lo tomamos en cuenta dentro del total de habitantes del universo? ... y ya no digamos nada si lo que tomamos en consideración son todos los siglos de historia: no somos sino un átomo ridículo con el que ni se contaba antes de que naciéramos ni se recordará apenas tras nuestra muerte.

Es curioso como a pesar de esta realidad innegable, demasiadas veces pensamos, actuamos y vivimos como si fuéramos el centro de todo ... al menos a mí me pasa. Van transcurriendo los años y nos convertimos en relatores de nuestra propia historia, nos creemos espectadores privilegiados cuando somos el más intrascendente actor de reparto.

Por eso, cada vez me cabe menos en la cabeza la contemplación de la vanidad humana, incluida pro supuesto la propia, la evidente ausencia de humildad que hoy anda tan generalizada en unos y otros. Y todavía entendería menos que no hubiera un ser trascendente, ese Dios cuya existencia sí que justifica nuestra insignificancia, porque ser hijos suyos nos hace dignos y nos convierte en seres con destino, con meta ... y vinculados unos a otros por algo más que soportarnos mutuamente.

10 de marzo de 2014

¿Estar a la altura?


El otro día un buen amigo me manifestaba su preocupación ante situaciones en las que intuía que alguien parecía, consciente o inconscientemente, pretender que tuviera la permanente sensación de no estar a la altura. El planteamiento me parece interesante: ¿por qué a veces nos sentimos presionados ante las órdenes del jefe, las aspiraciones de quien tenemos cerca, los consejos de los expertos, los favores que nos piden, las metas que nos plantean? ... Es evidente que para que las cosas salgan bien es preciso esforzarse, que en principio no es bueno el conformismo, que en el trabajo, en el cumplimiento de las obligaciones de cada uno cuanto más nos acerquemos a la perfección, mejor ... pero tampoco está mal preguntarse el límite, hasta donde hay que llegar, a costa de qué ... y por supuesto, y excluyendo las situaciones de dependencia profesional, donde también habría algo que decir, ¿quién está habilitado para entrar en exigencias de alturas determinadas?.

Hay dos palabras que me dan pánico: "exigencia" y "excelencia", y no porque entienda que no sea bueno exigirse o exigir a quien se está legitimado a hacerlo, ni porque considere reprochable buscar la excelencia, sino porque la experiencia me ha llevado a comprender que pretendidas virtudes puestas en manos -y en boca- de gente obsesiva, fanática o con tendencia a la egolatría pueden equivaler a pistolas cargadas en manos de niños o incapaces. Dios nos libre de perfeccionismos, obsesiones de cualquier tipo y búsquedas insaciables de mejorar matices y detalles ... y ya no digo esa especie de afán de exprimir, de sacar a la luz pretendidos valores ocultos que pueden terminar haciendo reventar al sujeto pasivo.

La altura nos la debemos poner en primer lugar nosotros, y por supuesto que habrá quien nos pueda aconsejar, animar e incentivar, pero que sea porque nos quiere ... y porque nos quiere como somos, no porque aspire a convertirnos en alguien a su medida.

Terminado el post compruebo que hace 17 días hice otro similar, con título casi idéntico: ya he dicho otras veces que me hago viejo, pero me he quedado desahogado y aquí dejo esta reiteración ... pido disculpas.

8 de marzo de 2014

El olor de La Confianza


A cualquier ciudadano de Huesca y localidades próximas, y a bastantes de lugares más lejanos, incluso del resto de España, no es preciso descubrirles "La Confianza", el  antiguo y mítico establecimiento que se encuentra ubicado en la Plaza López Allué de la capital del Alto Aragón. Creo recordar que ya dediqué un post a este lugar y alabé la calidad y la variedad de los productos que allí puedes comprar, así como ese sabor de tradición y raigambre que rezuman todos los rincones del lugar.

Hoy quería resaltar el aire que se respira allí, y es que se trata de un sitio donde te encuentras bien lo mires por donde lo mires. Me llaman la atención por ejemplo las distintas esencias que venden; están expuestas en unos botes de cristal dignos de un Oscar a la mejor decoración: allí se guardan la vainilla, el clavo, la canela, el cardamomo, la nuez moscada, el sésamo, ... todo tipo de especias que inundan el local de un aroma sano, grato, animante, a lo que cabe añadir el chocolate, el cacao que entra por los ojos, las legumbres expuestas al estilo antiguo o ese bacalao en salazón con el que casi siempre suelen andar en actividad.

Entrar en "La Confianza" tiene un único riesgo:  a uno le cuesta salir, entre otras razones porque al ambiente propio de unos productos de calidad cabe añadir el aroma de la amabilidad y la bondad que allí se respira. Por eso no está de más ser honesto en algún momento y agradecer el buen trato, incluso para quienes como yo somos todavía tan torpes de comprar solamente agua.

6 de marzo de 2014

El anuncio de "Gior"

Quienes peinamos canas recordamos con toda seguridad aquél anuncio de "Gior", el detergente para cuyo uso se decía eso de "un poco de pasta basta" ... Era época de anuncios sencillos, frecuentemente, como es el caso, realizados a base de dibujos animados y "slogans" poco complicados. En el de "Gior" aparecía un bote de detergente a modo de muñeco animado con cara y ojos que con voz chillona y simpática afirmaba eso de que "un poco de pasta basta", imagino que con la finalidad de dar a entender a posibles clientes lo económico que resulta comprar un bote que se supone durará mucho, o tal vez poniendo el acento en la eficacia del producto. Hoy en día, pasados 30 ... 40 años, en tiempos donde a todo se saca punta, los anuncios son sofisticados y con frecuencia bastos y agresivos y parece que la sencillez anda reñida con el progreso, eso del "poco de pasta" ya no se sabe si sirve en exceso. Y es que nos ponemos a pensar y entre banqueros, financieros y algún político no creo que se pueda encontrar mucha gente que se conforme con sólo un poco, de la misma manera que al adolescente en época de crecimiento no le bastarán escasas cantidades de spaguetti, macarrones o fettuccini.

No acierto a imaginarme un anuncio de vehículos exaltando que corran poco, ni el de una colonia que se asegure sirva exclusivamente para ir fresco y oler a flores y no también para conquistar féminas de primera fila o varones con vocación de metrosexual o para mostrarse implacable en los negocios o en la bolsa. Que de colonias agresivas hace ya bastante que nos quieren vender la burra, desde aquel ya tan lejano en el tiempo spot donde una tipa guerrera buscaba a "Jacks".

¡Qué añoranza cuando nos conformábamos con teles de fabricación nacional!, tiempos donde nos animaban a comprar una "Agni" y tirar la vieja, a "New-pol" sólo le faltaba hablar o nos reíamos con eso de "que trabaje Ruton en el hogar" ... y podríamos seguir con "Super-ser", "Enchufes Askar", "Persil", "Avia será su camión", la invasión de los zumos "Poma-Rosa" o las ollas "Magefesa". Mejor nos iría si en estos tiempos de crisis nos conformáramos con eso ... con un poco de pasta.

4 de marzo de 2014

Una noche en la alfombra roja




Nunca había visto en directo la Gala de los Oscar; jamás he estado suscrito al Canal Plus y no soy de los que tiendo a montarme verbenas conjuntas con tal fin, aunque sea costumbre que no me parece, en absoluto, criticable. Pero este lunes tenía una reunión en Madrid y al comenzar ésta a las 9.30, no hubo más alternativa que la de llegar la tarde anterior y hacer noche en la capital, pues el AVE que sale de Huesca cada mañana no llega a Atocha hasta bien pasadas las 10. En el Hotel que me habían asignado -el "Prisma", ubicado en la calle Santa Engracia- no sólo se veía el citado canal televisivo, sino que la habitación dispone de una salita contigua con sofá y tele de pantalla notable. Pensé que era la oportunidad de mi vida y me dispuse a disfrutar de los aconteceres que se sucedían sobre la alfombra roja.

Se que para muchos esto no es más que una americanada hortera, que hay quien cuestiona la seriedad de los premios y pone en duda que no haya apaños ni galardones pactados, pero he de admitir que me calé la boina de ciudadano poco exigente y disfruté como un niño con todo lo que allí sucedió. Ya la prensa, el resto de medios de comunicación y las redes sociales han comentado ampliamente detalles, anécdotas, valoraciones y demás, aunque no puedo dejar de decir que me encantaron las movidas de las pizzas y la foto de grupo, que fue divertido observar, entre otros, a Meryl Streep, Martin Scorssese y Harrison Ford toquiteando triángulos de pizza como niños de colegio, que me parecieron elegantísimas Julia Roberts, Jennifer Lawrence, Cate Blanchet y Sandra Bullock, guapísima aunque algo espectral Charlize Terón y que la presentadora, Ellen Degeneres, exhibió una soltura de la que deberían aprender algunos advenedizos y advenedizas locales.

Para mí en esa noche hubo tres momentos especiales que no quiero dejar de destacar. El primero de ellos tiene nombre propio: Lupita Nyongo. Desde el primer momento los comentaristas de la televisión dieron relevancia a esta joven de color, residente en Méjico, hija de dos importantes políticos de Kenia y con una sonrisa sincera pegada a su cara. Llevaba Lupita un llamativo vestido azul, color que ella mismo definió como "azul Nairobi" y que, por cierto, a algunos no les gustó nada. Una mujer simpática cuya presencia movía a la ternura y que ganó el Oscar a la mejor actriz de reparto por su dramático papel en "12 años de esclavitud". El discurso de la galardonada fue uno de los momentos más emotivos de la noche y habría que haberme visto sentado en pijama en el sofá de la habitación del hotel, envuelto en una manta verde y llorando no se si cual Magdalena, cual Maruja o cual quinceañera. Luego me enteré que la actriz premiada había nacido en 1983, lo que no dejó de ser una siorpresa, pues me había parecido casi una niña, cuando era, por ejemplo, casi diez años mayor que su gran rival Jénnifer Lawrence.

El segundo momento llamativo de la gala, por supuesto desde mi punto de vista, fue el discurso de Matthew McConaughey, merecido ganador del Oscar al mejor actor; y más en concreto, el inicio del mismo. El protagonista de "Dallas Buyers Club" empezó sus palabras dando gracias a Dios, y pienso que lo hizo no como quien utiliza una cláusula de estilo, sino asumiendo su existencia -la de Dios-, dirigiéndose a Él ... al menos yo lo interpreté así. Y si me gustó no solo es por coincidir con mis convicciones, por la consideración de que en el fondo Dios está detrás de lo que nos pasa, e igual que permite, vete a saber por qué razón, el dolor y el sufrimiento, tiene que ver con nuestros éxitos, sino por lo inusual, por citarlo en medio de un ambiente, de una sociedad que en tantas cosas parece que ha prescindido de Él. Tras su agradecimiento inicial el actor desarrolló un discurso que me pareció más confuso, pero ahí quedaron sus referencias iniciales. A este actor le recordaba de su papel en "Tiempo de matar", un entretenida película basada en uno de los primeros libros de Grisham y de un papel secundario en un film que en su día me gustó mucho, "Lone Satr", aunque sin duda este premio puede revitalizar su carrera, como en su día ocurrió con Gene Hackman, Robert Duvall o Anthony Hopkins.

Mi tercera "emoción" no tiene que ver directamente con la gala, sino con una persona que se encontraba en los estudios de Canal Plus en Madrid comentando aquélla; generalmente uno tiende a pensar que se corre el peligro de que estos comentaristas se acaben cargando el acontecimiento principal, pero la madrugada del lunes en el plató se encontraba una chica rubia que me pareció verdaderamente encantadora desde el primer momento. Me gustó su discreción, su saber estar, la total ausencia de esa sofisticación, ese "divismo" que con frecuencia se observa en artistas y reporteros. Ni una palabra estúpida, ni un gesto chocante, tan sólo amabilidad, encanto y sentido común. La moza me sonaba, pero tuve que acudir a expertos, via sms -el experto es alérgico al washapp-, para descubrir que se trataba de Alexandra Jiménez, actriz que se hizo famosa con la mítica serie "Los Serrano"; para mayor "inri" comprobé que Alexandra es de Zaragoza, del barrio de La Romareda ... lo que confirmo que tenía buen ojo ... ¡pues claro que es una maravilla la tal Alexandra, como que es maña!

3 de marzo de 2014

Las zapatillas rojas


Desde siempre "Las zapatillas rojas" era el título de un cuento de hadas del escritor y poeta danés Hans Christian Andersen, la historia de una niña muy pobre que se encapricha de unas zapatillas de baile que terminan convirtiéndose en un problema; recuerdo que mi hermana tenía una de esas ediciones con dibujos de Editorial Bruguera. Pero la semana pasada tuve ocasión de comprobar que unas zapatillas rojas también pueden servir para identificar a alguna que otra persona amable y simpática.

Entré en el establecimiento, ¡qué más da cual!, y comprobé que había empleada nueva, joven y con una sonrisa en la boca -por otra parte ninguna novedad en el lugar- y la chica me atendió muy bien, y es que uno agradece no sólo el respeto y la profesionalidad, que se suponen, sino también esa mirada sana, unos comentarios simpáticos, el tener la certeza de que estás ante alguien cuya cercanía, cuya simpatía queda claro que no son impostados, ante alguien que ni fuerza la sonrisa ni te atiende con gestos de automatizada amabilidad, que en definitiva te puedes fiar de él ... en este caso de ella.

Y, vete a saber porqué, me fijé en que llevaba unos zuecos rojos, de esos que uno encuentra en tiendas de ropa de trabajo, de plástico, con agujeros y un diseño que siempre me ha llamado la atención. Por eso, si cuando entraba en el lugar donde esta moza ahora se gana los garbanzos ya me sentía a gusto y bien tratado, ahora se añade el aliciente de la agradable chica de las zapatillas rojas.

1 de marzo de 2014

Resumen literario de febrero


En febrero he terminado seis libros; sin ninguna duda la mejor nota se la pongo a "Los recuerdos", de David Foenkinos, aunque me han gustado también mucho la cuarta entrega del inspector Sejer creado por la noruega Karim Fossum y la novela del egipcio Alaa al Aswany. Los otros tres han sido una novela negra de un autor de moda, Carlos Zanon, que me parece algo sobrevalorado, un clásico de Shakespeare con los inconvenientes propios de leer teatro y un relato de un escritor local al que tendré que leer más para una valoración completa.

Siempre he pensado que la noruega Karim Fossum es de lo mejor en novela de intriga escandinava; tras terminar "Una mujer en tu camino", la cuarta entrega protagonizada por el inspector Konrad Sejer, me reafirmo en tal opinión, es más, pienso que estamos ante la mejor novela de Fossum. Desde mi punto de vista, la novela presenta tres aspectos que avalan su calidad literaria y su capacidad de entretener: está bien escrita, nos plantea un argumento que es a la vez coherente, original y atractivo y nos hace pensar, porque en los relatos de Karim Fossum la intriga correspondiente no es la única cuestión de interés, sino que las vidas de los personajes y el ambiente de los lugares donde ocurren los hechos tienen cosas que decirnos. No estamos ante una novelista que nos de sorpresas ni nos reserve giros inesperados, sino ante una escritora que nos presenta un caso que desarrolla perfectamente, con unos personajes de carne y hueso, a los que los hechos criminales que se investigan afectan de una manera u otra. El protagonista, el citado inspector Sejer, carece de los aspectos conflictivos que ofrecen otros cercanos como el Wallander de Mankell o el Martin Beck de Sjöwall y Wahlöö, pero aporta una sensatez y humanidad notorias. Destaca en esta autora el sentido positivo de sus novelas, en las que, a pesar de relatarse crímenes tremendos, siempre incorpora una visión esperanzadora de la gente y más de un personaje realmente entrañable. La recomiendo muy vivamente.

Ya hacía tiempo que quería leer "El edificio Yacobian", la novela del escritor egipcio Alaa al Aswany que fue llevada al cine en 2006 por Marwan Hamed y en la que se disecciona a los habitantes de El Cairo tomando como centro un antiguo edificio, construido en 1930 como un auténtico lugar de lujo y que con los años fue perdiendo "caché". Ya leí en su momento "Chicago", otra novela de este autor en la que narra las andanzas de los emigrantes egipcios en América, un libro interesante en el que, desde mi opinión, al Aswany dedica demasiado tiempo a los quehaceres sexuales de los protagonistas. Me ha gustado bastante esta novela, además de que el autor se modera bastante más que en la otra citada, porque sabe mover con acierto esa auténtica galería de personajes que dan lugar a tramas distintas que se van cruzando a lo largo del relato. Desde mi punto de vista, acierta el autor del libro al remarcar el contraste entre el ambiente financiero-capitalista de El Cairo, claramente occidentalizado al tiempo de ser escrito el libro, y el mundo islamista, radicalmente distinto. El terrorismo islámico, las ambiciones económicas, las costumbres locales y otra serie de temas quedan reflejados en los capítulos de esta novela que se lee con agrado y que ha supuesto el segundo libro que termino con mi nuevo libro electrónico.

En las últimas semanas se ha hablado mucho de Carlos Zanon como el nuevo fenómeno de la novela negra española; RBA acaba de sacar "Yo fui Johnny Thunders",m un relato del que todos hablan maravillas -además de insistir en que es super-duro- y que ha sido elogiado por los críticos de los medios más prestigiosos. En mi último paso por "Negra y Criminal" -ya han pasado un par de años- me hice con "Tarde, mal y nunca", libro que se hizo en 2009 con el "Premio Brigada 212" a la mejor primera novela en castellano, por lo que ahora que el nombre del autor comienza a adquirir relevancia me pareció un buen momento para hincarle el diente. Realmente está bien escrita y es verdaderamente "negra": está ambientada en la Barcelona más marginal, sus personajes son genuinos perdedores, de esos de chandall, tatuajes y desaliño y se mueven en un mundo auténticamente "lumpen"; es tan negra que éstos últimos son los verdaderos protagonistas, tanto que el primer policía no aparece hasta la página 166 -el libro tiene 221-. Zanon domina el lenguaje y le pone ritmo a su relato, aunque uno no pueda evitar intuir cierta artificialidad en la composición de la narración. Para quien guste del género es una buena recomendación y, sin duda, se trata de un autor puntero en el ámbito de la novela negro-criminal española, un campo que en los últimos años ha sufrido un importante crecimiento. Eso sí, si uno anda deprimido o triste, mejor que lo reserve para otra ocasión.

No es fácil leer teatro, pero también es cierto que sobre mi conciencia pesaba no haber leído ninguna obra de William Shakespeare, razón por la cual escogí la tragedia de "Macbeth" para cubrir esta laguna. Recordaba haber visto hace varias décadas la versión que para Estudio-1 realizó en su día Pedro Amalio López, con la intervención de actores de la época como Francisco Piquer, Irene Gutiérrez Caba, Julio Núñez, José María Escuer y Tomás Blanco. Se trata de una de las obras cumbre del dramaturgo inglés, dotada de unos aires de enorme tragedia, pues en ella todo es tremendo: la codicia, el ansia de venganza, la traición, las pasiones, ... Shakespeare se remonta al siglo XI de la historia británica y nos relata el drama de Macbeth, rey de Escocia al que pierden sus deseos desmedidos de poder y la codicia de su mujer. Hay que leerlo despacio para enterarse bien de lo que pasa, pues el autor deja cuestiones solo hilvanadas, siendo útil tener el argumento al lado. Una tragedia impresionante que se lee con afán y puede cubrir una tarde con poco más que hacer.

El escritor francés David Foenkinos es sin duda una de las revelaciones literarias de los últimos tiempos; ya lleva tres libros que se han vendido como rosquillas y ahora luce en los estantes de las librerías una original biografía de John Lennon de la que hablan maravillas. Brunetti fue quien me alentó de este hombre, y sin duda responde a las exigencias de mi buen amigo: novelas no muy largas, escritor francés y ambientación contemporánea. Opté por comenzar por "Los recuerdos" y puedo decir que ha sido una lectura deliciosa; en esta novela, relatada en primera persona, Foenkinos nos habla de la vida sencilla, de cosas ordinarias: estamos ante lo que podríamos llamar literatura descomplicada. Durante buena parte de la narración quien relata nos habla de su abuela, a quien sus padres ingresan en una residencia, hecho ante el que el protagonista se rebela y decide darle a aquélla el cariño que tal vez no le había dado antes. Posteriormente pasa a hablar de sus afectos amorosos y de sus extrañas relaciones con sus padres. Buscando referencias del libro encontré a alguien que comentaba que Foenkinos es mejor narrador que escritor, que cuenta mejor que escribe, precisión que no se si es adecuada pero que intuyo cierta. A lo largo de la novela no pasa nada especial, tan sólo episodios normales que le pueden pasar a cualquiera. Todo un descubrimiento que obliga a repetir.

Me he propuesto darme de vez en cuando un garbeo por el panorama de la novela policíaca nacional, y puestos a ello me pareció oportuno acudir a Esteban Navarro, un autor oscense del género y entre sus obras elegí "La noche de los peones", novela ambientada en Huesca y que resultó finalista del Premio Nadal de 2013. Me atraía que en el argumento se explicara que el relato estaba ambientado en Huesca, así como el haber escuchado mencionar con frecuencia a este escritor. He de empezar diciendo que la ambientación en Huesca es relativa: sólo aparece su Comisaría y el Hospital "San Jorge", pues al estar la narración centrada en los recuerdos de sus dos protagonistas -un veterano policía y una joven policía en prácticas- la historia se traslada a la costa del norte de Barcelona: Mataró, Caldas de Estrac, Arenys, ... Por otra parte no me ha parecido una novela propiamente policíaca, pues como queda dicho más que una investigación policial -no hay crimen alguno- lo que se describe son los recuerdos vitales de dos personas marcadas por una infancia difícil, lo que sin duda aumenta el mérito del autor. Me ha parecido un relato bien construido, humano y realista, aunque en mi opinión la calidad literaria es mejorable y el autor no puede evitar caer en el maniqueismo tan al uso de que lo de antes todo estaba mal y lo de ahora es estupendo. Tengo "La casa de enfrente" y la leeré.-