30 de junio de 2016

Fin de curso literario


Buena cosecha en junio. Las memorias de Churchill son una joya, William Boyd, un descubrimiento y Milena Busquets una escritora en castellano prometedora. Me he puesto al día de la Barcelona convulsa de principios del siglo XX y de la despoblación que se extiende por nuestra península. Los otros dos libros, un discreto regreso a la intriga escandinava y una originalidad.

Hace algo más de una década que tenía en la cabeza leer las célebres "Memorias de la 2ª Guerra Mundial" de Winston S. Churchill, alguien que vivió casi todo el conflicto como primer ministro británico y quien le valieron tales recuerdos  para obtener nada menos que el premio Nobel de literatura. A lo largo del mes de mayo fui leyendo el Tomo I, que concluí el primer domingo de junio. Elegí la edición de la "Esfera de los libros" prologada por Pedro J. Ramírez y, como no podía ser de otra manera, esta primera parte ha respondido a las altas expectativas creadas. El tomo abarca hasta la declaración de guerra de Alemania a la Unión Soviética, un último capítulo magistral que el autor titula "La Némesis soviética". Churchill redacta esta memorias con brillantez, minuciosidad histórica y rigor. Cabe destacar, igualmente, el enorme respeto con el que el político inglés trata los temas, siendo delicado con las personas y prudente en sus valoraciones. Llama la atención la precisión con que relata las cuestiones de estrategia bélica y cómo nos va dando luces y conocimientos sobre temas tan trascendentes como los bombardeos de la aviación nazi sobre Londres y otras ciudades inglesas, la importantisima  lucha submarina, las campañas decisivas en Noruega, Creta, los Balcanes, próximo Oriente, ... y tantas otras, las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, que al terminar el libro aún no había entrado en guerra, la política inglesa, y tantos otros temas. Una auténtica joya para entender mejor el que con toda seguridad  fue el acontecimiento más decisivo del pasado siglo.

La editorial "Alfaguara" suele ser garantía de calidad; desde que lo vi expuesto en escaparates y resumido en reseñas me llamó la atención "Suave caricia", una extensa novela -539 páginas- de William Boyd, un prestigioso escritor afincado en las islas británicas, aunque las cosas de la vida le llevaron a nacer y vivir sus primeros años en Ghana. Descubrí que había un ejemplar en la biblioteca pública de Zaragoza y esperé pacientemente mi oportunidad para conseguir su préstamo. El subtítulo de la novela da todas las pistas de su argumento: "Las muchas vidas de Amory Clay"; se trata del relato acerca de la agitada vida de una fotógrafa inglesa, de manera que a través de sus muchas vicisitudes Boyd da un ágil e interesante repaso a la historia de buena parte del siglo pasado: Amory Clay comienza haciendo reportajes en las fiestas de la alta sociedad británica y a partir de ahí comienza un recorrido vital que le lleva entre otros lugares al Berlín de los locos años 20, el Nueva York del crack económico del 29, el Londres anterior a la 2ª guerra mundial, el París del final de la misma y de posguerra, para terminar en un largo y apasionante capítulo dedicado al conflicto de Vietnam. El autor nos presenta a Clay como un personaje real, incluyendo fotos de ella, de otros personajes y de diversos episodios que ella misma narra, aunque lo paradójico del asunto es que en realidad se trata de un personaje inventado, todo un original recurso literario. Por encima del interés argumental y el reflejo de unos tiempos bien reales, estamos ante un libro que, siempre en mi opinión, está maravillosamente escrito, una auténtica lección de la mejor narrativa. En las críticas previas a su lectura se hablaba de una forma deliciosa de escribir, y lo he confirmado al cien por cien. Una novela con la que he disfrutado, aunque debo añadir que lo que cuenta tiene su parte de frívolo y amoral ... quede constancia, pero que nadie deje de leerla por eso.

Hace algo más de un año Anagrama publicó "También esto pasará", segunda novela de la barcelonesa Milena Busquets, una joven escritora a la que entonces se aventuraba un exitoso futuro. El libro estuvo varias semanas entre los más vendidos y en general se hablaron maravillas de él, a pesar de lo cual dejé aparcada cualquier intención de leerlo. La recomendación en su muro de Facebook de mi amigo Guillermo, lector exquisito que se permite pocas frivolidades literarias, me animó a pasar por encima de anteriores comentarios, como el de Brunetti, a quien gustó mucho pero consideraba que no sería plato de mi gusto. Se trata de una novela de 176 páginas, con calidad literaria y que refleja muy bien el ambiente de la burguesía catalana posterior a la transición, con sus pros y sus contras. La autora escribe en primera persona y dedicada a su madre recién fallecida, con la peculiariedad de que es fácil relacionar situaciones al ser aquélla hija de Esther Busquets, auténtico personaje clave en la vida literaria y cultural catalana de la época. En la novela no pasan grandes cosas, y se limita a ser una relación de recuerdos y encuentros, siempre relacionados con la madre muerta. El relato tiene un tono en el que mezcla la tristeza, con cierta amargura, bastante relativismo y sus toques de ternura. Un libro para leer tranquilamente, deleitarse con la buena literatura e intentar no dejarse influir por la melancolía que lleva implícita.

Desde el primer momento me llamó la atención una de las últimas publicaciones de "Galaxia Gutemberg", "Apóstoles y asesinos", un atrayente relato sobre el auge del anarquismo en la Barcelona del primer cuarto del siglo XX escrita por el novelista malagueño Antonio Soler. No sabría muy bien como definir el género al que pertenece el libro, pues aunque quepa encajarlo  en la novela histórica, me ha parecido más bien un relato histórico  perfectamente documentado y con algúna influencia novelística, pero siempre quedando claro que tanto los personajes que aparecen como los sucesos que cuenta son absolutamente reales. Me ha gustado ponerme al día de una época tan importante y decisiva de la historia de España con un libro realmente enriquecedor en el que se da amplia información sobre los graves conflictos sociales de la Barcelona de antes y después de la 1ª Guerra Mundial, la influencia del conflicto africano, la semana trágica de Barcelona, las huelgas generales, el asesinato del presidente del gobierno español Eduardo Dato,  la represión del anarquismo, la ley de fugas y la aparición de personajes de la importancia de Salvador Seguí, "el noi del sucre", verdadero protagonista del libro y en torno a cuya figura gira tota la narración, sin olvidar a otros como Joan Vladiu, Angel Pestaña, Francesc Layret, Lluis Companys y por supuesto, los que estaban en el otro lado del enfrentamiento, como el gobernador civil Severiano Martínez Anido, implacable y violento represor del anarquismo. Un testimonio magnífico, en el que en cierto modo al autor se le nota mayor identificación con el bando más idealista, pero manteniendo siempre el rigor histórico.

La escritora danesa Janne Teller ha causado gran impacto en la última década con una serie de novelas muy cortas como "Ven" y "Nada", por cierto no exentas de cierta polémica. Hace pocos meses la editorial Seix Barral publicó "Guerra", un librito mínimo -63 páginas de las que un tercio son dibujos- en el que plantea la situación existente tras unas ficticias invasión y  guerra que asolan España ... al parecer, el país que sufre el conflicto varía según el lugar de publicación de la novela. No se si calificar el relato de Teller como una fábula, una historia futurista, una parábola con finalidad más o menos política o una mera elucubración ... Lo cierto es que tras leerlo, de un tirón como no podía ser de otra manera,  no puedes evitar tanto el reflexionar como sentir cierto escalofrío: en el fondo no parece tan irreal que pueda suceder un conflicto que de lugar a la dictadura de un país extranjero, que los españoles nos convirtamos de la noche a la mañana bien en ciudadanos oprimidos por una potencia extranjera y sometidos a condiciones de vida lamentables, bien en refugiados que huyen a un país extranjero en el que son tratados como parias. La autora, sin duda, pretende invitarnos a pensar, y creo que es lo que consigue, aunque en el fondo me ha parecido una novela escasa de contenido -no solamente por su breve extensión-, sin trascendencias ni un mínimo mensaje positivo.

Considero a Jo Nesbo uno de los mejores autores escandinavos de novela de intriga. Tras la aparición impactante de Hening Mankell y el éxito arrollador de Stieg Larsson, surgieron autores de debajo de las piedras y se hizo necesario aprender a distinguir el grano de la paja, ...  el noruego es sin duda uno de los que están a la altura. Me encantaron en su día"Petirrojo", "Némesis", "La estrella del diablo" y "Redentor", todos de la serie protagonizada por Harry Hole, un policía muy especial, con vida complicada, traumas juveniles y graves problemas con el alcohol, pero a la vez constante y perspicaz. Pero dichas novelas, las primeras publicadas en España, no eran las que iniciaban de la serie, y por eso decidí regresar al inicio de la misma con "El murciélago", publicada hace poco más de un año en castellano. El personaje sigue siendo rico y atractivo y Nesbo consigue mantener la expectación hasta el final, que no es poco ... pero globalmente el libro me ha parecido más flojo que los otros,  lo que tal vez explique porqué se decidió comenzar a publicarla por la mitad. Se trata de un relato con cierta originalidad, pues en el mismo Hole se traslada a Australia para investigar el asesinato de una compatriota en Sidney.  Me ha parecido una narración más bien desordenada, con algún que otro capítulo que no se sabe bien a qué venía y Nesbo abusa de cierta "espectacularidad" y "exceso" en algunos episodios, especialmente en el desenlace final. No obstante, para los entusiastas del género y los incondicionales de Nesbo es lectura casi oblif¡gada y, sobre todo, nos ayuda a entender las entregas siguientes.  No faltan alusiones a las peculiariedades del continente, con curiosas apariciones y referencias a los animales peculiares de allí como el ornitorrinco, la zarigüeya y el demonio de Tasmania.

"La España vacía" de Sergio del Molino es un libro lleno de originalidad y francamente interesante. Ya el subtitulo que figura en la portada debajo del principal -"Viaje por un país que nunca fue"- da a entender por donde va el autor ... por mucho que sea uno de esos libros en los que lo mejor es no hacerse ideas preconcebidas, pues no me ha parecido ni un libro de viajes ni una exhaustiva exposición de la geografía española. El autor defiende una tesis, la que diferencia una Eapaña urbana protagonista y otra rural y despoblada, con todos los problemas e inconvenientes que trae consigo ... a diferencia d eotros paises europeos como Alemania, Francia o Italia, donde uno puede viajar de ciudad en ciudad sin dejar de ver  personas y edificaciones. En los diferentes capítulos el autor, un madrileño afincado en Zaragoza, va dando muestras de sus profundos conocimientos sobre temas diversos que concta con el central y así vamos recabando información sobre la comarca extremeña de Las Urdes, los pueblos abandonados, los crímenes de la España profunda, como Puerto Urraco, la interpretación del problema desde el punto de vista de la literatura, con interesantísimas referencias al "Quijote", Becquer, Unamuno, Azorín, Machado, Julio Llamazares, ... sus viajes por los Monegros o la Meseta castellana,  datos históricos sobre el carlismoy referencias interesantísimas al fenómeno de la emigración y sus problemas paralelos. Me ha parecido un ensayo muy sugerente, y una auténtica exhibición de riqueza cultural.

27 de junio de 2016

No se si es pose o arrogancia ...


Leo el blog "Elemental" del diario "El País", una página digital bastante dinámica y bien construída que trata sobre novela negra, género literario que como ya es sabido me gusta bastante. Seguir esta bitácora me sirve para estar al día de la últimas novedades, descubrir viejas joyas literarias y saber algo más de autores, personajes, series, etc.

De vez en cuando el titular del blog entrevista a un autor del género, habitualmente con un cuestionario fijo bastante original y ocurrente. Por lo que veo, a muchos de los autores españoles de novela negra les gusta mostrar aires de rebeldía, poses de antisistema y declaraciones manifiestamente anticlericales. Por supuesto, me parece legítima y muy respetable esta postura, pero ni puedo resistirme a pensar que en ocasiones se trata de simple "postureo" ni evitar que según que comentarios o modos de decir terminen haciendo que el personaje me caiga más bien mal.

Tengo conciencia de que históricamente el negro es un género propio para reflejar la protesta ante la injusticia, para ejercitar la crítica social: los grandes creadores como Chandler o Hammet, fueron sin duda un claro ejemplo de lo que digo. Además, cada cual tiene, evidentemente, el derecho a opinar lo que considere oportuno y a reflejarlo en sus declaraciones públicas y en los mismos libros que escribe y publica.

Lo que ocurre es que a veces tengo la sensación de que hay quien se regodea ejerciendo de "enfant terrible", como si mostrara una pose que le hace más interesante, recurriendo al chiste fácil o a la opinión tópica, con lo de propaganda, autobombo  y "colegueo" que ésto significa. Por otra parte, hoy en día da la impresión de que la indignación y la crítica furibunda a todo lo que se mueve se ha convertido en condimento esencial para toda novela de intriga que se precie, de manera que ya no se sabe si se busca una sociedad mejor o una venta más extensa de la última novedad.

Entiendo que de lo que se trata es de buscar, ante todo la calidad literaria, algo llamativamente más importante que el apuntarse a corrientes ideológicas de uno u otro signo. Por mucho que sea cierto que ambas cuestiones son compatibles y, como siempre ha ocurrido, en el panorama del género en España tenemos unos cuantos ejemplos de excelentes autores muy comprometidos, como Carlos Zanón, Alexis Ravelo o Andreu Martín, entre otros ...

24 de junio de 2016

Siempre Machado


Como es lógico no conocí a Antonio Machado. El poeta sevillano falleció en febrero de 1939, al poco de cruzar la frontera hispano-francesa, veinticinco días después de encontrar albergue en el Hotel Bougnol-Quintana de Colliure. En esta villa francesa de cerca de 3000 habitantes fallecería este poeta con mayúsculas, este hombre sensible y honesto. Y aunque no le conocí, desde que comencé a saber de él, husmeando los libros que había por casa y estudiándo su obra en las clases de literatura, tuve claro que un hombre con esa mirada -la que mostraba en las fotos que se conservan- y, sobre todo, alguien que escribía de ese modo único, había de ser sin equivocación posible un hombre bueno.

En "La España vacía", ensayo de Sergio del Molino que terminé ayer y del que daré cuenta en breve, se habla de Machado, y se le contrapone a otros compañeros de generación diciendo que su poesía carecía de  los tonos "doctrinarios e impertinentes" -asumo lo discutible de tales epítetos- de algunos de éstos. Del Molino considera, y es toda una alabanza al poeta, que Antonio Machado contempla el paisaje y lo hace suyo, se llena de él y saca a relucir con palabras inimitables y hermosas toda la belleza de lo que contempla, sin añadidos subjetivos y personales, sin interpretaciones. Y no sabría cómo explicarlo, pero cuando leí ésto entendí que era así, recordé tantos poemas sobre Castilla, sus campos, su paisaje, sus atardeceres, ... y me imaginé a ese veterano profesor de instituto reflejando con su arte tanta belleza, aplicando los dones recibidos a sembrar palabras y sentimientos que luego fueron inmortales y que quienes vinimos después deberíamos saber disfrutar, aprovechar y agradecer.


¡Colinas plateadas,
grises alcores, cárdenas roquedas
por donde traza el Duero
su curva de ballesta
en torno a Soria, oscuros encinares,
ariscos pedregales, calvas sierras,
caminos blancos y álamos del río,
tardes de Soria, mística y guerrera
hoy siento por vosotros, en el fondo
del corazón, tristeza,
tristeza que es amor! ¡Campos de Soria
donde parece, que las rocas sueñan,
conmigo vais. ¡Colinas plateadas,
grises alcores, cárdenas roquedas!



  Allá, en las tierras altas,
por donde traza el Duero 
su curva de ballesta
en torno a Soria, entre plomizos cerros
y manchas de raídos encinares,
mi corazón está vagando, en sueños...
  ¿No ves, Leonor, los álamos del río
con sus ramajes yertos?
Mira el Moncayo azul y blanco; dame
tu mano y paseemos.
Por estos campos de la tierra mía,
bordados de olivares polvorientos,
voy caminando solo,
triste, cansado, pensativo y viejo.

20 de junio de 2016

Becquer en el Moncayo


Gustavo Adolfo Becquer fue uno de esos escritores españoles de los que tuve conciencia desde muy pronto. Por casa andaba un viejo ejemplar de sus "Rimas y Leyendas" de la célebre colección "Austral", a lo que cabe añadir una de las series del programa televisivo "Novela" titulado "Cartas desde mi celda" en la que el papel del poeta sevillano le correspondía a uno de los mejores actores de esos años 60 y 70, Julio Núñez. Además, cuando en tercero de bachiller el profesor de literatura tuvo la buena idea de formar una biblioteca en la que cada alumno aportaría un libro, a mi me correspondió llevar precisamente esas "Rimas y leyendas", motivo por el que compré una modesta edición en una librería situada cerca de donde ahora se ubica el "Corte Inglés" de Plaza España y que se llamaba "Gacela". Y tampoco cabe olvidar, aunque aquí el recuerdo  tenga un sesgo bien distinto, que su inconfundible figura apareció durante muchos años en los billetes de cien pesetas, sustituyendo a Julio Romero de Torres con su "mujer morena" y dando a su vez paso a Manuel de Falla ... como si las efigies de esos billetes marrones con los que los niños de mi generación podíamos vivir meses,  estuvieran reservadas a ilustres andaluces, aunque alguien me cuenta que antes del pintor cordobés quien prestaba su imagen era el mismísimo D. Francisco de Goya y Lucientes.

Becquer fue uno de los más brillantes representantes del romanticismo español y su vida, truncada siendo bien joven (37 años) por la tuberculosis, fue absolutamente coherente con esa especial forma de ver las cosas: bohemio, buscador de romances, inconstante en el trabajo, amante de los viajes y las noches inacabables, ... Su nombre y apellidos llevan a conectar inmediatamente con esas leyendas cuya lectura desvelaba mis noches adolescentes: "La ajorca de oro"; "Maese Pérez el organista", "El beso", "La corza blanca", "La rosa de pasión", "El Cristo de la calavera", "El miserere", ... y con rimas que han perdurado al cabo de los siglos,  como esa de las "oscuras golondrinas" o la que nos recuerda "¡qué solos se quedan los muertos!". Becquer tenía un sentido dramático, ... trágico de la vida, era un genuino "pesimista", aunque también  persona propensa a enamorarse, ... decía que "el amor era su única felicidad" y tuvo una musa, la cantante de ópera Julia Espín, incluso hablaba de otro amor apasionado, una tal Elisa Guillén, mujer que hay quien ha llegado a asegurar que nunca existió.

Becquer, que era sevillano, tuvo un fugaz pero fecundísimo paso por Aragón, cuando en plena crisis de su enfermedad se trasladó con su hermano al Monasterio de Veruela, en las faldas del Moncayo, animado por el aire puro que procedía de la venerada montaña y podía facilitar su curación. Este antiguo monasterio cisterciense exclaustrado poseía un gran encanto romántico y fue un lugar de inspiración para el poeta, que llegó en 1963 y en menos de un año escribió sus maravillosas "Cartas desde mi celda" y se inspiró para varias leyendas ambientadas en esos parajes como "El monte de las ánimas", "El rayo de luna" o "Los ojos verdes".

Estoy leyendo un magnífico libro del madrileño afincado en Zaragoza Sergio del Molino, se titula "La España vacía", un ensayo sobre la deshabitación de una España de grandes urbes, inmensas llanuras vacías y pueblos prácticamente deshabitados. Y entre otros temas habla de la estancia de Becquer en Veruela, y plantea la tesis de cómo un romántico como el sevillano fue capaz de convertir en hermosos con su escritura unos paisajes más bien áridos y monótonos ... es algo que del Molino llama lirismo mesetario, intuyo que sin excesivo ánimo de alabar a Gusado Adolfo. Yo, en cualquier caso, veo en el romanticismo de Becquer esa capacidad de idealizar, esa creatividad literaria y enriquecedora.




15 de junio de 2016

El breve lapso de tiempo que va de héroe a villano y viceversa



En el mundo del fútbol, como en tantos otros ámbitos de  la vida, los sentimientos, las actitudes, las reacciones de la gente tienden a ser muy cambiantes, especialmente cuando esa gente se ve incluída en una masa, en un grupo. Y esas alteraciones  del a´nimo pueden ser rapidísimas, como de la noche a la mañana, de un minuto para otro. Así lo comprobamos el pasado lunes, cuando la selección española perseveraba terca e infructuosamente frente a los checos por obtener el tanto que le permitiera iniciar por una vez una competición internacional con victoria. Faltaban cuatro minutos -y el descuento, por supuesto- y el partido parecía encaminado al empate; fue entonces cuando Iniesta hizo lo que debe de hacer un lider: asumir responsabilidades, se hizo con el balón, lo templó maravillosamente y Gerard Piqué lo cabeceó a la red para consumar una victoria que muchos temíamos se iba a quedar en tentativa.

Piqué, de quien los que lo conocen bien aseguran que es un buen chaval, aunque a veces se muestra como un niño inconsciente y caprichoso, hacía tiempo que había chocado con buena parte de la afición por unas declaraciones de cierto tono independentista a las que algunos quisieron dar una importancia y una trascendencia posiblemente excesiva. Desde entonces, en cada encuentro de la selección en el que el barcelonista se enfunda la camiseta roja se le silba y abuchea llamativamente por buena parte del público español. Incluso en el mismo encuentro frente a la República Checa algunos aficionados desplazados a Toulouse reincidieron en sus gritos contra el central español.

A partir de que Piqué acertó en su remate y dio los tres puntos a la selección, la situación dio un vuelco radical y quien hasta ese momento era visto como una especie de canalla merecedor del rechazo y el destierro -¡de la interdicción!- fue convertido por arte de "birli-birloque" en héroe nacional. Parece mentira que a estas alturas de la historia -del mundo y del fútbol- aún queden quienes no sean capaces de entender las cosas en su justo término. Que cada cual piense lo que quiera de lo que Piqué manifestó en su día; un futbolista es un ciudadano más -con unos réditos económicos privilegiados, eso sí- y no se porqué no puede dar una opinión sobre cualquier tema, ... es posible que algunas afirmaciones puedan no ser políticamente correctas, pero esto es algo que no se si deberíamos exigirle a un simple deportista, y sobre todo no veo de recibo que si es que el futbolista se equivocó, haya que reprochárselo perpetuamente.

Esperemos que con su acierto goleador Piqué haya quedado redimido de sus "pecados" anteriores; aunque posiblemente sería mejor que a raíz de lo sucedido todos aprendiéramos a no exagerar reacciones, a ser algo más respetuosos ... y algo más comprensivos.

12 de junio de 2016

Un adelantado del pop español

Cuando mi amigo Tommy me comunicó ayer, vía Washapp, el fallecimiento de José Luis Armenteros pasaron simultáneamente por mi cabeza unos cuantos pensamientos. En primer lugar regresé a mi infancia y recordé cómo Armenteros era, junto a Pablo Herreros, uno de los compositores que aunaban éxito y acierto en la música española de entonces. Aún recuerdo en 1970, cuando toda España presenciaba el "Festival de la canción española" del que saldría el tema y el cantante que nos representaría en el en aquélla época trascendental "Festival de Eurovisión", salió al escenario Mocedades, quienes por entonces iniciaban su carrera, e interpretaron un tema titulado "Un mundo mejor";  mi hermana mayor, sin duda la más conocedora del panorama musical,  emocionada porque el tema le gustó mucho, sentenció que no podía ser de otra manera al haber sido compuesto por Pablo Herrero y José Luis Armenteros. Al final ganó Julio Iglesias con "Gwendolyne", que imagino sería lo previsto y pactado, y Mocedades se tuvo que conformar con un puesto discreto y la canción se terminó escuchando más en las misas posconciliares de entonces que en los guateques. Los jovencísimos vascos pudieron tomarse su revancha al cabo de tres años conseguiendo representarnos en el festival europeo  con más calidad y éxito que nadie con su mítico "Eres tú".

También pensé que como la vieja tele solamente nos mostraba a los intérpretes de las canciones y los directores de orquesta más oficiales -Augusto Algueró, Rafael Ibarbia, Adolfo Waitzman, ...-, desconocía el aspecto exterior de los compositores y José Luis Armenteros me sonaba -y así lo imaginaba- a señor mayor y concienzudo, cuando en realidad el hombre tenía entonces 26 años y hasta pocos años antes había sido, como el propio Pablo Herrero, componente de un grupo pionero del pop español como fueron "Los Relámpagos", nombre histórico de nuestra música ligera como junto a "Los Pekenikes", "Los Bravos", "Los Brincos" o "Los Sirex".

Al comprobar la lista de canciones compuestas por Armenteros, he descubierto auténticas joyas, temas que me encantaron en su día como los tres últimos éxitos del malogrado Nino Bravo -"Un beso y una flor", "Libre" y "América, América"-, tres canciones llenas de sentimiento y con esa especial capacidad de emocionar. También junto a Herreros, al compositor fallecido le debemos  los mejores éxitos de Fórmula V, un grupo nacido a finales de los 60, que se dio a conocer con "Tengo tu amor", dio el pelotazo con "Cuentáme", tema que al cabo de los años se hizo leyenda con la serie televisiva, y se mantuvo durante años a la cabeza de esa periodica y cruenta batalla de la canción del verano: "Busca un amor", "Cenicienta", "Eva María", "La fiesta de Blas", "Vacaciones de verano", ...

El levante valenciano, tras la trágica muerte de Nino Bravo, siguió dando cantantes de voz profunda, aires de galán mediterráneo y toques románticos, aportando José Luís Armenteros su granito de arena con "La estrella de David" de Juan Bau y "Latino", un tema con el que Francisco ganó el Festival de la OTI en 1981.

En la década de los 70 triunfó en España un cantante panameño de color que respondia al nombre artistico de Basilio. Se trataba de un mozo muy alto, con una voz bien trabajada, buen ritmo y que solía cantar baladas melódicas. En la noche de los sábados siempre quedaba sitio para programas musicales -Galas del Säbado", "Pasaporte a Dublín", "La Gran Ocasión", ...- y un año a los responsables de TVE les dio por imitar a la RAI, que cada año redoblaba su éxito con la célebre "Canzonissima", un programa concurso. Con ese formato   surgió  "Canción 71", espacio donde terminó venciendo Basilio con un tema de Armenteros: "Tierras lejanas", imponiéndose a cantantes como Pino Donaggio, Luis Gardey, Tony Ronald, Rocío Dúrcal, Betty Missiego o Camilo Sexto.

José Luís es autor también de una de las canciones que más me gustan de ese torbellino de voz y pasión que fue Rocío Jurado: "Como una ola", un tema con una fuerza tremenda, en el que se habla de esos amores apasionados y rotos que tanto gustaban a la cantante de Chipiona, con una brillantez musical notable. Con sentido y estilo bien distinto, el músico fallecido compuso también "Libertad sin ira", ese tema interpretado por el grupo Jarcha que, según leo ahora, fue compuesto para ayudar a la primera difusion de "Diario16" y que terminó siendo uno de los más conocidos himnos de la Transición.

Los obituarios de los distintos periódicos digitales recogen también una anécdota que yo había escuchado en tiempos. A mediados de los 70 el grupo Doctor Pop vendió bastante un tema titulado "Lucía" ...."Lucía,  siempre se acuesta de día, ... va sola y sin compañía, con ese traje ceñido que causa admiración al pasar ...", ... al parecer todavía quedaba algo de censura, pués el título inicial del tema no era "Lucía", sino "Sofía", siendo los autores obligados a cambiarlo a la vista del nombre propio de quien entonces estaba llamada a ser Reina de España.

El nombre de José Luis Armenteros carga de recuerdos la mochila de la nostalgia de nuestra generación. Descanse en paz.








9 de junio de 2016

Esa mirada no engaña


Ayer tuve ocasión de tomarme un café con dos misioneras -ambas son monjas- que forman parte de  una "Fundación" que trabaja en África;   una es mejicana y desempeña su labor en Etiopía mientras otra resultó ser africana "del todo" y ejerce su misión en una de las zonas más pobres de su país, Kenia, denominada -si no entendí mal- Turkana.

"Quien la sigue la consigue", dice el refrán, y hubo quien tomó la santa y acertada decisión de provocar el encuentro para que ellas me contaran lo que hacen, lo que ven cada día en esa zona del mundo habitada por personas que no poseen nada, solamente la misma dignidad que nosotros, y que sin tener nada saben ser felices intuyo que con mucho más estilo y verdad que nosotros, torpes europeos. Es bueno que de vez en cuando nos bajen del "guindo", nos ayuden a aparcar nuestros ridículos problemas y nos transmitan aire puro en forma de ejemplo de entrega a los demás y amor a la vida y a la gente.

Lillian nació en Nairobi, se expresa en un español excelente y posee una simpatía llamativa, una forma de ser y hacer que contagia, anima. Su sonrisa cautiva desde el primer momento y tiene una mirada que no engaña, que transmite autenticidad y nobleza. Estuve muy a gusto escuchándola contar su trabajo, me encantó ver como, sin rebajar un ápíce su ejercicio de responsabilidad, sabía desdramatizar esos aspectos duros y oscuros de la vida, del mundo.

 Ayer por la tarde aprendí, descargué algo la mochila, deseé ser mejor y recibí un enorme soplo de aire fresco.

7 de junio de 2016

El olor del viejo Metro


Entre 1977 y 1979 viví en Barcelona, y los veintidós siguientes a cien kilómetros, con lo que fui usuario del Metro de esa capital con bastante frecuencia. Mis recuerdos de entonces  tienen poco que ver con las instalaciones y trenes modernos y bien cuidados de ahora, sino que lo que viene a mi cabeza lleva más un sabor a rancio, a viejo, ... Bajar por las escaleras de las distintas estaciones suponía adentrarse en un mundo oscuro, un agujero profundo en el que se mezclaban olores fuertes, aglomeraciones, ruidos metálicos, hombres y mujeres sin nombre, sin historia... un conjunto de sudores y miasmas que creaban un ambiente difícilmente respirable; la costumbre habitúa a estas cosas, pero resultaba novedoso y sorprendente para un zaragozano joven, simple y poco viajado.

Distintas circunstancias me llevaron a estaciones como Clot, Rocafort, Sagrera,Horta, Urquinaona, Atarazanas, Lesseps, ... de todas recuerdo ese ambiente gris, deshumanizado, impersonal, ... Vienen a mi memoria  esperas que se hacían más largas de lo que realmente eran, siempre en unos andenes muchas veces atiborrados de personas que no miraban a nadie, en torno a paredes desconchadas, rótulos enmohecidos, viejas e inútiles máquinas de tabaco y toscos y ancestrales recipientes de cristal repletos de esas bolas de distintos colores rellenas de chicle que vete a saber el tiempo que llevaban allí. También recuerdo la inmensa, inacabable estación de Plaza Cataluña, repleta de pasadizos habitados por mendigos, trabajadores que parecían abandonados a su suerte y artistas venidos a menos.

Tengo claro que se trata de una memoria pàrcial y subjetiva, que quienes han vivido más tiempo y han pateado más terreno tendrán una visión más amplia, y seguramente más positiva. Y, por encima de todo, el teimpo supera limitaciones y ahora Barcelona goza de un metro moderno y técnicamente casi perfecto.

Y, por supuesto, también caben recuerdos gratos, como aquel día en el que por los pasillos de vete a saber qué estación andaba delante mío una mujer con un bebé de meses en brazos; la criatura abrazaba a su madre mientras miraba a los que le seguíamos ... se me ocurrió hacerle una gracia y le squé la lengua, inmediatamente el niño sonrío de oreja a oreja, y en medio del anonimato de un montón de gente en un tunel oscuro y largo, brilló la luz de la inocencia y la alegría infantil, bastó una sonrisa para darle sentido y valor a una mañana amenazada por la rutina.


2 de junio de 2016

Aquellas cajas de hojalata


Leo en algún sitio que las "Mantecadas Salinas" ya cumplieron 140 años ... todo un record. Se trata de unos dulces elaborados en la navarra localidad de Tudela, en plena zona de la Ribera del Ebro, que adquirieron la condición de míticos y eran compra obligada de todo aquél que pasaba por la citada villa. Al parecer la tienda antigua ya no existe e imagino que la empresa la regentará alguna multinacional o cualquiera de esos "líderes" o "emprendedores" que suelen presumir de eficacia y actuar con frialdad.

Mis recuerdos personales de estos dulces se remontan a los años 60, cuando mis padres u otros familiares llegaban a casa con las tradicionales cajas metálicas que contenían una especie de polvorones de forma cuadrada o rectangular y de sabor excelente. Y lo eran a pesar de esa grumosa pasta que se consolidaba en la boca, no se sabe si por la propia naturaleza del producto o por la glotonería infantil que te llevaba a ir demasiado deprisa y/o acumular más de una unidad de un bocado.

Dicho esto, el principal recuerdo de las "Mantecadas Salinas" no se centra en el contenido de las cajas, sino en éstas mismas: unos envases de hojalata con dibujos de flores y la marca y logotipo de la empresa que, terminado lo que había en su interior, eran utilizadas para otros usos caseros, generalmente como depósito de costura. Las sabrosas mantecadas, una vez consumidas, tendían a ser inmediatamente sustituidas por hilos de todos los colores, agujas de distintos tamaños, alfileres, tijeras, dedales, acericos, imperdibles y demas utensilios y aparejos que usaban nuestras madres y abuelas en sus labores caseras.

Estoy seguro que los de mi generación, y algunos de anteriores y hasta posteriores, tienen el mismo recuerdo de aquéllos envases de "Mantecadas Salinas" convertidos en cajas de costura y desempeñando un papel importante entre los objetos que cada día veíamos en nuestra casa familiar.

1 de junio de 2016

Entre libros, flores ... y algún chaparrón


A lo largo del mes de mayo he terminado tres magníficas novelas que aparecen en los tres primeros lugares de mi comentario, con mención honorífica para "El ruiseñor". A estas cabe añadir dos interesantes relatos de intriga, uno que pone fin a una trilogía y otro que supone una novedad para mí, una entretenida relación de personajes de Manuel Vicent -lo primero que leo del autor- y unos recuerdos escritos por quien me parece una magnífica periodista.

Una de las películas que ha brillado en los últimos meses en los cines de estreno ha sido "Brooklyn", una película dirigida por John Crowley y basada en el guión de la novela del irlandés Colm Tóibin, un libro que descansaba desde hace un par de años en mi cajón de lecturas "en espera" y al que por fin le llegó su turno. El libro, lo dejo claro de entrada, me ha gustado, aunque también es cierto que -vete a saber que razonamiento pasó por mi cabeza-  me esperaba algo diferente. Se trata de una historia ambientada entre Irlanda y Brooklyn con una protagonista principalísima: Eilis Lacey, una joven de una familia humilde que se marcha a América con una buena oferta de trabajo en unos grandes almacenes. Se trata de un libro que podríamos calificar de"tranquilo", sin grandes acontecimientos ni alardes, en el que Tóibin nos describe la vida de la gente humilde de la Norteamérica posterior a la guerra, con inmigrantes irlandeses, italianos, ... jóvenes trabajadoras que aspiran a algo mejor, vida sencilla, ... algo que desde mi punto de vista el autor consigue reflejar muy bien. Por otra parte está el mundo interior de la protagonista, persona bondadosa que tiene que ir tomando decisiones y que no siempre se enfrenta con la realidad con la valentía adecuada ... esa falta de decisión se refleja en la última parte del libro, constituye el gran drama de la protagonista y da lugar a un desenlace que quienes han visto la película discuten si es un "happy end" o todo lo contrario ... dejo el tema para no adelantar contenidos, aunque desde mi punto de vista no es más que un desenlace "como la vida misma".

Entre las novelas que se ponen de moda hay de todo: en ocasiones se trata de buenos relatos que han entrado con el pié derecho en el mercado, otras no te encuentras más que escritos vulgares con una hábil promoción comercial, hay veces en que aparecen temas de moda o actualidad que, en consecuencia, son fáciles de vender, otras es el prestigio del autor en que convierte a una novela en objeto de deseo, aunque éste no haya andado especialmente lucido y también se da el caso de que estemos ante una excelente novela, de esas que te hacen disfrutar y desearías que no terminara. Este último es el caso de "El ruiseñor", un dramático relato de la norteamericana Kristin Hannah del que puedo afirmar que es la mejor novela que he leído en bastante tiempo. Está ambientada en la Francia ocupada durante la 2ª guerra mundial, y nos cuenta la dura historia de dos hermanas que, en circunstancias bien distintas, se enfrentan, de modo diferente y en ambos casos heroicamente, a la adversidad. La ferocidad de los nazis, la lucha de la resistencia, el holocausto judío, el drama de quienes sufrieron sin comerlo ni beberlo la sinrazón de la contienda, los colaboracionistas ... son temas tratados con realismo y crudeza. Junto a ello, aparecen las tragedias y traumas particulares de las protagonistas, en un libro en el que claramente el peso de la heroicidad lo llevan las mujeres. La historia que nos cuenta es muy dura, pero está relatada con elegancia, sin ensañamiento, con un toque de dulzura y romanticismo que dulcifica y engrandece la narración. Pienso, además, que la autora consigue redondear bien su relato, que no tiene grietas y está bien terminado. He de confesar que mojé la pestaña en varias ocasiones. Hasta ahora es, para mí y con toda la subjetividad que se quiera, el libro del año.

Alexandre Postel es un joven escritor francés que ganó hace un par de años el premio "Goncourt" a la mejor primera novela con "Un hombre al margen", un relato sólido y sin concesiones del que ya hablé, elogiosamente por cierto, en su día. Al igual que entonces, su nueva novela, "La ascendencia" ha sido publicada con la pulcritud y el  atractivo diseño habitual en la editorial "Nórdica", virtudes que en cierta parte contribuyen a animar a comprar y leer sus libros. Si su primera obra fue impactante, no me parece arriesgado afirmar que ésta lo es más. Se trata de una lectura que cabria calificar de "inquietante"; como bien dice una de las frases que contiene la contraportada, "(...) lo curioso de Postel es el contraste entre las abyecciones que cuenta y su escritura sencilla, amable, tranquila" ... pienso que esta frase define a la perfección mi impresión tras leer el libro. El argumento gira en torno a un individuo -en ningún momento aparece su nombre o apellido, ... no es relevante- cuyo padre, con quien apenas mantenía relación alguna, fallece repentina e inesperadamente y tiene que acudir a la casa de éste para hacerse cargo del sepelio y demás trámites. A partir de ahí comienzan a suceder cosas sorprendentes que no cabe ni comenzar a contar para no estropear una posible lectura. Un libro muy bien escrito, cuya lectura recomiendo sin dudarlo, ... por mucho que hacerlo pueda provocar algo de desazón.

Dentro del aluvión de autores "negrocriminales" que se ha producido en España en los últimos años, el barcelonés Toni Hill es sin duda uno de los mejor colocados. La trilogía protagonizada por el inspector de los Mossos d'Esquadra de origen argentino Héctor Salgado, publicada por Random House, ha sido uno de los más exitosos hallazgos del género en la década que aún vivimos. Ya leí, no con la continuidad que sería aconsejable, las dos primeras entregas -"El verano de los juguetes muertos (2011)" y "Los buenos suicidas" (2012)-  y a lo largo del mes de mayo cerré el ciclo con "Los amantes de Hiroshima", relato ambientado en la Barcelona de la época del 15-M y que me ha parecido el mejor de los tres. Las tres novelas están interrelacionadas y, como ya he comentado, pienso que es conveniente leerlas con menos intervalos entre una y otra que los plazos utilizados por quien suscribe. Consigue el autor mantener el interés, ir construyendo con el ritmo y el orden adecuado las diferentes tramas de que se compone la historia sin dejar hilos sueltos ni provocar esas bajadas de intensidad que en ocasiones se producen en algunos relatos del género. Toni Hill consigue introducir con habilidad en su narración elementos de actualidad que la hacen más real y cercana, como el fenómeno de los indignados, la sustracción de recién nacidos, las consecuencias de la crisis económica, ... algo ante lo que puede surgir la tentación de pensar que tiene ciertas dosis de oportunismo, aunque en este caso creo que aquél lo hace con tino y habilidad. Una buena novela para concluir una trilogía de cierta calidad y que nos deja a la espera de encarar el nuevo éxito de Toni Hill -"Los ángeles de hielo"- donde nos transporta a una época muy anterior.

Curioseando por los mostradores  de "Masdelibros", una de las librerías oscenses donde encuentras más variedad, así comopersonal que sabe del tema, descubrí "Los últimos mohicanos", un breve ensayo del valenciano Manuel Vicent en el que muestra un amplio elenco de escritores del siglo pasado que destacaron, entre otros, en el campo del periodismo. Vicent los describe como literatos que aguantaron hasta el final de su vida con un papel importante en el mundo de la prensa, un auténtico halago y un verdadero mérito. Nombres de la importancia de Blasco Ibáñez, Azorín, Chaves Nogales, Julio Camba, Unamuno, Gómez de la Serna y Ortega y Gasset destacan entre muchos otros, para concluir hablando de escritores más recientes como Carandell, Umbral o Vázquez Montalbán. Vicent inicia cada semblanza con una magnífica caricatura y a todos, comn loable equidad y proporción, les dedica el mismo espacio: seis páginas en las que no pretende hacer una biografía, sino una valoración personal a partir de anécdotas, modos de ser, trayectorias vitales, ... todo ello con pluma ágil, cierta chispa irónica y una forma tan elegante como incisiva de escribir. Manuel Vicent no disimula sus filias y sus fobias, pero lo hace con estilo y entreteniendo mucho.

Me gusta mucho el estilo y el contenido de los escritos de Cristina Losada, una periodista gallega a la que sigo habitualmente en sus columnas de diversos medios digitales y en su blog "Heterodoxias". Por eso no dudé en comprar y leer en cuanto tuve un hueco "Un sombrero cargado de nieve", una especie de libro de viajes autobiográfico que ha publicado recientemente en la editorial "Stella Maris". La citada periodista nos cuenta cómo en 1980, defraudada de la extrema izquierda en la que militaba y tras abandonar su puesto en la redacción del diario "Pueblo", decidió recorrer el mundo en busca de un futuro para su vida, tratando de encontrar nuevas perspectivas. Su aventura acaba siendo un largo viaje de siete años por los cinco continentes, con experiencias en el Transiberiano, Japón, Filipinas, el Sáhara, Colombia, Perú, Berlín, Nueva Zelanda, ... Es un libro bien escrito, con peripecias y vivencias interesantes, aunque tal vez con un ritmo irregular y resaltando en ocasiones cuestiones de interés más bien particular. En cualquier caso, resulta interesante como reflexión sobre el sentido de la vida y como relato de los usos y costumbres de lugares bien diversos del mundo. El título, sacado de una frase del poeta japonés del siglo XVII Basho,  tiene su sentido y su mensaje.

Hace ya un par de años que la Editorial "Salamandra" sacó su colección "Black Salamandra", una  selección de novelas del género negro que ha ido publicando libros del género francamente interesantes, con el acierto de hacernos descubrir nuevos autores que hacen atractiva la serie. Uno de ellos es el romano Antonio Manzini, autor del cuarto libro publicado, "Pista negra", cuyas alabanzas leidas en el "Blog Elemental" acabaron decidiéndome a leer el relato. Las novelas de Manzini, por lo visto en ésta, tienen como indiscutible centro al personaje protagonista, el inspector Rocco Schiavone, un policía romano que ha sido "castigado" con un destierro en el Valle de Aosta, lejos del trastévere y donde se encuentra " a contrapelo". Schiavone es un policía peculiar: irascible, maleducado, mujeriego y aficionado a las "irregularidades", aunque al mismo tiempo es un policía incansable y eficaz. Me ha parecido una buena novela policíaca, aunque siendo italiano resulte difícil estar a la altura de autores como Camilleri o Donna Leon ... aunque Rocco Schiavone no desmerece a un mito como Montalbano o un clásico como Guido Brunetti. A la intriga central del libro, Manzini añade un episodio paralelo -algo "chusco" por cierto- que puede distorisionar algo el hilo principal.