31 de agosto de 2010

Julio Iglesias

Hace unos días nos despertábamos con la noticia de que Julio Iglesias se había casado; tras 20 años de relación con su novia holandesa Miranda y con cinco hijos en común, parece que la decisión del cantante tiene plena justificación. Julio fue siempre una debilidad mía, con los años mis gustos musicales se han ido ampliando y he ido conociendo grupos e intérpretes con una calidad musical superior a la del cantante madrileño, pero nunca he desertado de mi afición a quien en otras épocas solían llamar "nuestro cantante más internacional". Recuerdo que su lanzamiento se produjo al ganar en 1968 el Festival de Benidorm con "La vida sigue igual", una canción que me encantó desde el primer momento y que me sigo sabiendo de memoria. Su consagración llegó cuando representó a España en el Festival de Eurovisión dos años después cantando "Gwendolyne", un tema tierno en torno al cual la prensa de la época elucubró mucho, asegurando que relataba un romance real del cantante e incluso sacando entrevistas con una rubia que aseguraba ser la protagonista de la historia; el gran José María Iñigo calificó el affaire como "Cuentolín". En el vídeo de la interpretación de Julio Iglesias en Amsterdam resalta lo llamativo -y cursi hasta lo relamido- del traje de terciopelo azul turquesa, casi tanto como la pajarita de Algueró.

Julio Iglesias se lanzó a partir de entonces al ruedo de Latinoamérica y con sus éxitos en Chile, Venezuela, Argentina, ... consiguió evitar una vida profesional efímera y triunfar por todo lo alto en todas partes, vendiendo discos como rosquillas por todo el mundo. Al cantante le falta voz, pero suplió ésto con una capacidad de trabajo espectacular y un acompañamiento musical muy bueno, amen de interpretar sus canciones con un estilo notable. Cuentan que tuvo que aprender a dominar el escenario, pues en sus inicios no sabía que hacer con las manos y terminaba con ellas en el bolsillo, lo que motivo que se acabara haciendo los pantalones sin aquéllos. Desde Eurovisión sus éxitos fueron continuos: "Un canto a Galicia", "A flor de piel", "Manuela", "Abrazamé", "Me olvidé de vivir" o "Hey" fueron algunos de los más señalados éxitos del cantante de esta primera época, sin olvidar sus discos dedicados a Méjico ("Cucurrucucú paloma", "Noche de ronda", "Cuando vivas conmigo", ...) o a América ("Caminito", "Júrame", "Moliendo café", ...), o versiones particulares de temas como "A mi manera", "Feelings" o "Candilejas". Sin olvidar el inolvidable dueto con D. Pedro Vargas cantando "Felicidades".

En torno a Julio Iglesias ha corrido siempre la leyenda del Don Juan latino, siempre rodeado de chicas guapas y cargando sobre sus espaldas unos cuantos romances con guapísimas mujeres del mundo del espectáculo (Sidney Rome, Giannina Faccio, ...), aunque tengo la impresión de que hay en ésto más ruido que nueces. He hablado de vez en cuando con personas que por razón de sus cargos públicos han tenido que comer o cenar con él, y todos coinciden en dar una versión del cantante mucho menos sofisticada, recuerdo que el alcalde de una localidad oscense me comentaba hace poco que tras cenar con él cambio radicalmente la imagen que tenía de Julio, pues al parecer en la realidad no tiene nada que ver con el bobalicón de dice "yeeeaaahhhh", o que habla de su amor a España y a sus "geeenteesss".
A lo largo de la década de los 80, Julio siguió sacando discos año tras año: "De niña a mujer", "Quijote", "Nathalie", "Momentos", "Lo mejor de tu vida", "Qué no se rompa la noche", "La carretera", "Vuela alto", "La gota fría" o "Milonga sentimental" se convirtieron en temas inolvidables, sin olvidar sus interpretaciones en inglés, como el espectacular "Crazy", o sus espectaculares duetos con Willie Nelson, "To all the girls I love before", con Diana Ross, "All of you", Dolly Parton, "When you tell me that you love me" y con All-4-One, "Smoke gets in your eyes".

El cantante despierta pasiones y odios, y te encuentras personas que lo tienen idolatrado y otros que lo incluyen en la cabeza de los pufos musicales de nuestra época. Yo, modestamente, no soy capaz de dar una opinión entendida del tema, aunque puedo asegurar que aunque ya no es lo primero que escucho en mis momentos de necesidad musical, lo sigo teniendo, en parte por una especie de prurito personal, en mi lista de elegidos.
















30 de agosto de 2010

Comenzó la Liga



Otra vez andamos en danza, con sufrimientos, tensiones y miedos;m pero los aficionados, y de manera especial los zaragocistas, somos así de "masocas". El balón ya da vueltas y la primera jornada de Liga está bastante avanzada, aunque el partido del Barça -que ya gana fuera- aún sigue vivo- y los dos equipos de Madrid todavía no han saltado al terreno de juego.

El Zaragoza, para empezar, ha sacado un meritorio empate sin goles en Riazor ante un Coruña que este año parece condenado a sufrir mucho. La situación de ruina económica del equipo del león rampante ha hecho que sus dirigentes hayan tenido que hacer encaje de bolillos para conseguir las piezas necesarias. No ha habido fichajes de relumbrón, aunque parece que Leo Franco y Toni Doblas garantizan estabilidad en la portería, que de la juventud del colombiano Marco Pérez y del húngaro Adam Pinter se pueden esperar tanta inexperiencia como buenas intenciones, que el argentino Bertolo apunta excelentes maneras por la izquierda y que Sinama Pongolle, cuya llegada ha sido una decepción para quienes esperaban arietes de mayor relumbre, puede venir bien para el juego de contrataque del equipo.

De momento el equipo ha respondido bien en Riazor, tal como se ha mostrado a lo largo de toda la pretemporada: bien montado, con solidez atrás, sabiendo cada pieza lo que tiene que hacer y con evidente compromiso en sus jugadores; eso sí, falta calidad en la plantilla, hay muy poco gol y escaso banquillo. Es un equipo diseñado para luchar por la permanencia, algo que tenemos ganado respecto a otros años no lejanos en los que teníamos que lograr el mismo objetivo con jugadores comprados a bombo y platillo. Faltan dos días para el cierre del mercado y aún hay quien habla de posibles sorpresas: el defensa mundialista chileno Waldo Ponce y un ariete clásico. Hay que reconocer el trabajo excelente de Gay, Nayim y Solana confiar en que entre todos logren por fin un año sin sobresaltos, aunque todos hemos de ser conscientes de que no cabe esperar grandes clasificaciones.

En cuanto al resto de equipos queda muy claro que la cosa va a volver a estar entre Barça y Madrid: no sabemos ni si los de Guardiola lograrán mantener el ritmo vertiginoso de los dos últimos años -a la vista de lo ocurrido en la Supercopa parece que sí- y si el Mourinho será capaz de conseguir un Madrid competitivo, algo que va a depender mucho del comportamiento de la defensa y del rendimiento de los dos alemanes fichados -me fío más de Ozil que de Khedira-. No veo al Villarreal y al Sevilla como años anteriores, mientras intuyo que por fin puede ser el año del Atlético de Madrid en la Liga. El Athletic de Bilbao ha tenido que fortalecerse tras dos años con Caparrós y puede tener mucho que decir, mientras que si tuviera que apostar por une quipo sorpresa lo haría por el Español y una Real Sociedad que sospecho va a volver a ser esa vieja Real luchadora y difícil de batir de los años de Gorriti, Urreisti, Ansola, Boronat, ...

El Valencia ha perdido potencial con las ventas de Villa y Silva, aunque es de los que casi siempre viaja por arriba, mientras que equipos como Getafe y Mallorca deberían tener un año tranquilo. El resto parece condenado a sufrir y jugarse la salvación; veo mejor al Zaragoza -optimismo cegador quizá-, Almería y Sporting que a Osasuna, Racing, Hércules y Depor, a la vez que me parece una incógnita la respuesta del Málaga al mando de un jeque y con un mister que ignora nuestro fútbol.

Eso sí, todo esto son pronósticos, elucubraciones, casi profecías, acaba de empezar la hora de la verdad y todos -los del Zaragoza también- tenemos muy claro que en fútbol 2+2 no son siempre 4 y no es infrecuente que, a veces para bien, a veces para mal, las cosas salgan al revés de lo esperado.


29 de agosto de 2010

La tiendecilla



En la calle General Lasheras de Huesca se halla ubicado, al menos desde 2001 -antes no puedo dar fe- un pequeño establecimiento denominado "Modas Isa"; tanto la fachada como el interior son la mínima expresión de tienda y en ella se vende ropa femenina. Los trajes y retales se apelotonan en el interior, allí se hacen, como expresamente se indica en cartel pegado al cristal, "todo tipo de arreglos de ropa", frase suficientemente aclaratoria de las capacidades de la dueña y única persona a la que he visto trabajar dentro, algo de  lo que por cierto soy testigo y beneficiario, pues en varias ocasiones he acudido en busca de sus servicios, los cuales siempre han sido satisfactorios. La tienda forma parte del escenario habitual de mi trayecto de casa al trabajo, algo que llevo nueve años haciendo y que ha convertido a la simpática tienda en parte de mi vida.

La citada dueña, que imagino que en buena lógica se llamará Isabel, es una señora rubia, de edad media y aspecto de persona "echada palante"; su capacidad de trabajo resulta admirable, pues está en la tienda desde primeras horas de la mañana y la he visto trabajar en las horas y los días más insospechados, incluidos domingos y festivos. Salta a la vista que la mujer, simpática y resuelta donde las haya, es una institución en el barrio, pues es frecuente verla conversar con empleadas de otros establecimientos o vecinas de la zona. Cuando te atiende observas profesionalidad, saber estar, soltura y sentido comercial, y te queda bien claro que no estás ante una indocumentada, ante una persona que se ha puesto a vender retales en un local como pudieran ser botones, gaseosas u objetos decorativos. Una mujer serena, amable, con unos aires que recuerdan a los barrios madrileños más castizos.

En estos tiempos de crisis debe de tener su mérito mantener y sacar adelante un establecimiento tan modesto, sin aires de grandeza, marcas sonoras ni mercancías de último grito; por ésto admiro a la señora del cabello rubio, por mantener la calma y la decisión, por seguir al pie del cañón, por ser parte de la modesta historia de ese sector clásico de Huesca: ¡ojalá siga prestando durante muchos años tan eficaz servicio!. Y sirva esta pequeña entrada de homenaje a la tienda, a su dueña y, de paso, a todo el sector de ese pequeño comercio que tiene que salir adelante a pesar de las grandes superficies, de las franquicias, de los obstáculos y de los caprichos de la gente.




28 de agosto de 2010

Una elección acertada

En los primeros días de agosto dos de mis amigos letrados de Tarragona cumplieron una costumbre que ya es casi rito: quedamos en Zaragoza y nos fuimos a comer a un buen restaurante; mis dos colegas tienen el morro bien fino, y aunque a esta cualidad unen la de la comprensión, siempre es un compromiso elegir el restaurante donde ejecutar la pitanza. En esta ocasión, y tras algún intento frustrado en otros establecimientos del ramo, concretamos mesa en el Restaurante "Q-art", ubicado al principio de la Avenida Cesáreo Alierta, muy cerca del final del Paseo Constitución. Los propietarios regentan dos locales ubicados el uno junto al otro: el "Q-Art", de comida tradicional y más asequible económicamente y el "Colette", con cocina de diseño y minuta elevada; como este último cerraba con vacaciones no hubo discusión, por más que el tipo de cocina y el precio también nos hubieran hecho inclinar por el mismo.

Las primeras impresiones ya fueron buenas: decoración discreta, limpieza y elegancia, grandes cristaleras que dan a la calle y atención discreta y muy atenta. No había mucha gente y nos pudimos sentar a gusto y con amplitud. El primer plato decidimos compartirlo y pedimos tres raciones para devorar en trío; una de ellas quedó clara desde el principio, pues mi amigo Brunetti, con una capacidad de atención mucho mayor que la mía, se dio cuenta según entrábamos de que el par de yuppies algo estiradillos que estaban situados dos mesas a nuestra derecha compartían un plato de tomate con una pinta excepcional; la encargada nos explicó que se trataba de tomate cultivado en su propia huerta y, efectivamente, acabó siendo un plato excepcional, y es que muchas veces no hay mejor comida que la más sencilla, además de que esos tomates nada tenían que ver con lo que estamos acostumbrados a ver los urbanitas.

Los otros dos platos por los que optamos como entrantes fueron un excelente atún con cebolla fresca, un lujazo y, como el tomate absolutamente sano y unos huevos rotos, que también estaban de 1ª división, aunque en este caso sea materia menos recomendable para quienes tenemos que controlar el colesterol. De cualquier manera, tras dar buena cuenta de las abundantes raciones servidas, la primera parte de la comida alcanzaba ya la máxima nota. Nunca elijo yo el vino -soy un poco "huertano"- y no recuerdo bien el vino que tomamos, aunque al andar por Aragón creo recordar que elegimos vino del Somontano, "Enate", si no recuerdo mal.

En los segundos platos cada cual eligió lo que más le apetecía, y así mientras Brunetti se zampó un lechazo, su compañero de viaje, con una capacidad devoradora notable, pidió solomillo, amen de que también participó de las sobras de su colega de profesión. Como no ando con la conciencia muy fina en cuanto a mis andanzas gastronómicas, opté por el pescado y me tomé una Lubina francamente notable. En los postres, lo más sufrido es recurrir al sorbete, y así lo hice, mientras mis amigos eligieron dulces más golosos que ahora no recuerdo. Sí que me acuerdo de la amabilidad de la señora que nos atendió, pues nos invitó al orujo "reparador", sustancia muy útil para "desfragmentar" el "disco duro digestivo".

El precio fue bastante ajustado, y pudimos decir que habíamos comido excelentemente sin necesidad de tirar la casa por la ventana. La impresión global del Restaurante fue excelente y, desde luego, animaba a repetir la operación en futuras ocasiones. Comer con los amigos siempre es grato, y más si comes bien.


27 de agosto de 2010

El drama de Pepe Cáceres

En ocasiones salta la tragedia en los toros y un matador muere en el ruedo, ... o fuera de él a causa de una cornada recibida durante la corrida. Tal vez "Paquirri", muerto por "Avispado" en septiembre de 1984 en Pozoblanco y José Cubero "Yiyo", a quien justo un año después quitó la vida el toro "Burlero" en Colmenar Viejo sean los más celebres matadores fallecidos por asta de toro en los últimos 30 años. Pero yo recuerdo otras tragedias similares, como la del modesto torero canario Pepe Mata, a quien un toro mató en 1971 en Villanueva de los Infantes y la protagonizada por el portugués José Falcón, fallecido en Barcelona durante el verano de 1974; también murieron por una cornada el modesto novillero Angel Alcaraz "Angelete", cogido mortalmente en Torrepacheco el año 1967 y unos cuantos banderilleros como Manuel Leyton "El Coli", Fuentes Bejarano, Paco Pita, Joaquín Camino y Manolo Monoliú, este último subalterno de José María Manzanares, padre que falleció tras poner un excelente par de banderillas en la Maestranza de Sevilla un primero de mayo de 1992, en corrida televisada que aún recuerdo con estremecimiento.

Pepe Cáceres fue uno de los mejores toreros colombianos de la historia; posiblemente, hasta la feliz aparición allá por los años 80 del gran César Rincón, estemos hablando del número uno del toreo de dicho país; Cáceres fue el primer torero colombiano en pisar la Plaza de las Ventas, al hacerlo como novillero el 17 de junio de 1956, aunque como matador se le adelantó "Joselillo de Colombia"; de su época es también Enrique Trujillo, un torero de mucho menos entidad; en los años 70 tuvo cierta fama Jaime Gon´zález "El Puno", mientras en la de´cada de los 80 destacaron Enrique Gonz´´alez "El Cali" y, por encima de todos, el citado César Rincón, triunfador en varias ocasiones de la Feria de San Isidro durante los años 90.

Pepe Cáceres tuvo una larguísima vida taurina, manteniéndose en el candelero más de 30 años, dato que indica su fortaleza, su tesón y la dureza de la vida de muchos toreros. Era un torero dominador, que toreaba magníficamente al capote, habiendo inventado el lance conocido como "Cacerina" para acercar el toro al caballo en el momento de ser picado. Su gran problema fue siempre la espada: no mataba bien y ésto le impedía conseguir excesivos trofeos.

Pepe Cáceres había tomado la alternativa en Sevilla el 30 de septiembre de 1956, siendo su padrino Antonio Bienvenida y en presencia de José María Martorell; el ganado fue de Joaquín Buendía y el toro de la ceremonia se llamaba Secretario. Se confirmó en Las Ventas el 1 de mayo de 1958, con Rafael Ortega como padrino y siendo testigo Antoñete; el ganado era de Clemente Tassara. En España el torero colombiano realizó unas cuantas temporadas excelentes, toreando un número importante de corridas, mientras en su país era un auténtico ídolo y el número uno durante muchos años.

El 20 de julio de 1987, en la plaza colombiana de Sogamoso, al entrar a matar al toro Monín Pepe Cáceres recibió una cornada tremenda que le atravesó el pulmón derecho y le fracturó el esternón, así como las costillas anteriores y posteriores. Trasladado a Bogotá, falleció el 16 de agosto siguiente a causa de las heridas sufridas. En aquél festejo alternaba con Antonio José Galán, quien fallecería años después en un accidente de automóvil y el rejoneador Dairo Chica. La cornada fue tremenda, y no deja de resultar dramático que un hombre de 52 años se siguiera enfrentando con los toros.


26 de agosto de 2010

Elogio del vitalista

No tengo claro que todos tengamos un concepto común de vitalista; tal vez para algunos sea el individuo que no para de tener iniciativas, que siempre tiene ideas en la cabeza; posiblemente algunos llamen así a los que aguantan de juerga hasta el alba sin mostrar signo alguno de agotamiento de cualquier tipo, o aquellos a quienes se califica de hiperactivos... No me refiero a ninguno de esos, sino hablo de aquellas personas que son felices invitando, agasajando, compartiendo sus cosas con sus amigos. Todavía queda -¡gracias a Dios!- gente que disfruta haciendo disfrutar, personas que ponen la amistad por encima de egoísmos personales y batallitas propias y son felices organizando cualquier movida capaz de juntar a los amigos y hacerles la vida agradable.

Yo conozco muy bien a alguno de éstos, todo un personaje: te invita a su casa y parece que el favor se lo haces tú, envidio su entusiasmo, su capacidad de querer, su disposición a trabajar lo que haga falta para satisfacer los gustos culinarios y "espirituosos" de sus invitados, quienes no suelen ser ni dos ni tres, porque estos vitalistas suelen organizarlas por todo lo alto y en olor de multitud. El vitalista disfruta siendo hospitalario, está encantado de la satisfacción ajena: para él es un gozo compartir lo que tiene, conseguir que disfrutes con lo que él disfruta y lograr que descubras los sanos placeres que el anteriormente ha descubierto.

Evidentemente hay maneras de ser, pero no puedo evitar encontrar virtud en esa hospitalidad; ya no cabe hablar sólo de la generosidad de quien da lo que tiene, de quien no se reserva exclusivas ni monopolios, sino que ha llegado a la magnanimidad, esa virtud que se aleja del cálculo, de la roñosería mísera y rancia. El vitalista suele tener buena proporción de magnanimidad, no mide ni el tiempo que dedica ni los presentes que ofrece ni la energía que gasta y suele conseguir bese objetivo tan sano y elogiable de hacerlo pasar muy bien a sus amigos.

En filosofía, el vitalismo es "la teoría que coloca la vida (o los valores vitales) por encima de cualquier otra realidad o valor, suponiendo lo demás subordinado a los intereses de la vida"., creo que está claro que no estoy intentando filosofar, simplemente trato de agradecer a quienes -y tienen nombres y apellidos- han sabido ofrecer a sus amigos momentos inolvidables disfrutando, sobre todo, de la compañía.


25 de agosto de 2010

Algo para pensar



Estoy leyendo "Una vida presente", el libro de memorias de Julián Marías, el filósofo y pensador español, un hombre cuyo pensamiento me atrae notablemente. En su día, como suelo hacer, daré cuenta de mi visión del libro, pero ayer encontré un párrafo que me causó un gran impacto y no resisto a ponerlo aquí, así, sin más comentarios porque pienso que es mejor que cada cual lo valore como crea conveniente.

La consideración está extraída del capítulo que el pensador vallisoletano dedica a la Guerra Civil española, cuando relata la estremecedora situación de quienes vivían en Madrid, asediados por el ejército alzado, las atrocidades que se cometían, el hambre y las enfermedades; en el referido capítulo Marías cuenta como su propia madre falleció en 1938, sin poder encontrar las medicinas adecuadas a su enfermedad y asolada por la desnutrición.

"Pero no se piense que la vida estaba suspendida, trastornada, que era puro sufrimiento e infelicidad. Había de todo eso, pero no era 'puro'. El hombre tiene una maravillosa capacidad de extraer de la desgracia una brizna de gracia. Y en aquellas condiciones penosas, con frecuencia atroces, se despertaba una violenta apetencia de felicidad. Se gozaba de un poco de alimento, de una pausa en los cañoneos, del final de un bombardeo, cuando los aviones se alejaban y se podía subir del sótano -si es que se había bajado-, de un día de sol, de la posibilidad de pasear por el Retiro en grata compañía. Si se es sincero, hay que confesar que se pasaron momentos felices en aquél Madrid, entre angustias españolas y personales, con la conciencia de que la muerte hería por todas partes; a pesar de ello, quizá por eso mismo, todo lo valioso adquiría una importancia inmensa, se saboreaba sin dejarlo escapar, sin resbalar sobre ello. Sólo por esta razón se pudo vivir todo aquel tiempo sin enloquecer, sin deprimirse, en muchos casos sin envilecerse."


24 de agosto de 2010

"La hora de las sombras", Johan Theorin










"La hora de las sombras"
Johan Theorin
Mondadori. Barcelona (2010)
394 páginas

Sinopsis:

Amanece nublado en la isla sueca de Öland. El pequeño Jens Davidsson, un niño de seis años que veranea en la isla, desaparece entre la niebla sin dejar ni rastro. Veinte años más tarde, el abuelo de Jens, Gerlof Davidsson, viejo marinero jubilado en Öland, recibe un paquete que contiene una pista del niño. El abuelo llama a su hija y madre del pequeño, Julia, que vive sumida en el dolor desde la pérdida de Jens. Julia regresa a la isla dispuesta a averiguar qué pasó con su hijo. Durante la investigación, oye hablar de Nils Kant, un siniestro y temido delincuente de Öland que supuestamente murió pero que algunos juran haber visto en el alvar al caer la noche. Poco a poco, lo que parece una idílica isla comienza a revelarse como un lugar misterioso y desapacible… y Julia se encuentra sumergida en una desaparición sin resolver que despertará los fantasmas del pasado e incomodará a muchos.


Las primeras noticias que tuve de este libro proceden del diario "El Mundo" durante el pasado mes de julio; la novela era recomendada vivamente, y lo que más me llamó la atención fue que tal recomendación no viniera en páginas literarias, sino en la página 2 del periódico, en el capítulo donde ponen buenas y malas notas a personajes públicos; aquí se ponía por las nubes a Johan Theurin y le presentaban como el nuevo fenómeno de la novela nórdica de intriga. Rápidamente tomé nota y extendí la alarma a mis amigos Paco y Brunetti.

A mí Theurin no me ha decepcionado y la novela me ha parecido entretenida, bien escrita y con ciertas dosis de originalidad; pero dicho ésto, la verdad es que la cosa no es para tanto: como bien dice Brunettí, quien le da un 5 raspadito al libro, fue muy arriesgado por parte de los chicos del "Mundo" presentar a este sueco como el heredero de Mankell: eso son palabras mayores y realizar una afirmación así es arriesgarse a pinchar en hueso. No obstante, reitero que mi visión es más positiva que la de Brunetti y mi nota personal alcanza el notable.

El libro, que incurre en ese vicio de tantas editoriales de traducir por vez primera a un autor al castellano y hacerlo de una novela que no es la primera de la serie, pertenece a una tetralogía denominada "El cuarteto de Öland" que se desarrolla en la isla de dicho nombre localizada frente a la costa de Småland, en el mar Báltico, dedicando Theurin cada libro a una estación del año. "La hora de las sombras" corresponde al otoño, y el autor utiliza el recurso de ir contando paralelamente la historia principal y la del presunto culpable de los hechos, que se inicia y desarrolla más de 30 años antes; creo sinceramente que Theurin logra entrelazar perfectamente ambas narraciones y contribuye con ello a hacer la lectura más ágil e interesante.

El principal protagonista no es un policía, sino que la carga de la investigación la lleva un jubilado octogenario, Gerloff, que es abuelo de Jens el niño desaparecido y vive en una residencia de ancianos del lugar, cercano a Góteborg; este hecho no deja de ser significativo, pues aporta originalidad a la novela, por mucho que haya quien atribuya cierto infantilismo a la situación de un anciano metido a detective. Junto a él aparece su hija Julia, madre de Jens, que sufre una notable metamorfosis en la novela y pasa de ser una mujer inutilizada por el dolor a colaborar activamente en la investigación de los hechos. La historia es dura, pero está bien tratada y, sin profundizar para no dar más pistas, deja un sabor grato, pues en ella trasluce el valor de la superación del dolor y la posibilidad de redimirse.

En algún lugar he leído que en este libro se refleja con acierto cómo es la sociedad sueca, afirmación que no comparto, pues lo que se hace es relatar un misterio e ir desentrañando sus circunstancias, sin que uno acabe su lectura habiendo añadido nada a su bagaje sobre los suecos: tal vez aquí podemos encontrar una de las razones por las que el libro no está a la altura de los escritos por Hening Mankell. Mi amigo Paco pone en entredicho el recurso utilizado por Theurin para elaborar el desenlace, pues dice le parece poco creíble, aunque por más vueltas que le doy no acabo de ver su falta de probabilidad real.

En resumen, "La hora de las sombras" es un buen libro de intriga, presenta además ciertas diferencias con el resto de novelas de esta naturaleza escritas por autores escandinavos, pues entre otras cosas se centra más en la historia que en sus alrededores, pero uno quedará satisfecho siempre que no caiga en la tentación de comparar con autores que tienen plaza reservada en el pódium de los mejores.


23 de agosto de 2010

Consideraciones en torno a una sandía



He de reconocer que me da cierto reparo contar esta aventurilla, pero como a mí me ha hecho pensar la traigo por aquí para compartirla con quien tenga la ocurrencia de aparecer por este rincón de internet. A veces hablamos mucho de la crisis económica, nos compadecemos de quienes en los escalones sociales más bajos la están sufriendo en circunstancias más dramáticas, pero no somos conscientes hasta que punto nos está devolviendo a tiempos y a situaciones que parecían superados hace quinquenios.

El sábado pasado andaba yo a primera hora de la tarde por la calle Unceta de Zaragoza, ubicada en las inmediaciones del tradicional Barrio de las Delicias; caía un sol de justicia, seco, a pelo sobre el asfalto como suele ocurrir en los agostos zaragozanos. Había caído en la debilidad de comprarme un cucurucho de helado -de turrón, en concreto- y andaba con esa especie de combinado de vergüenza y clandestinidad que al menos a mí me entra cuando como por la calle. Al pasar por los contenedores de basura ubicados en torno a un establecimiento "Simply", comprobé que una señora ya entrada en años se encontraba hurgando entre los restos depositados en aquéllos, llamativamente apurada por no conseguir acceder a algo que pretendía recoger.

Me chocó la situación, pues la señora iba bastante bien vestida y peinada, y no respondía en absoluto al tipo de persona que uno espera ver en esa situación; la mujer repetía que no podía conseguir su objetivo sin la ayuda de nadie y en torno suyo no había más que otra señora mayor con poca capacidad de echar una mano y quien suscribe, por lo que ante el dilema de ofrecer mis servicios u optar por hacer mutis por el foro y no darme por aludido, hice de tripas corazón y le pregunté cual era su problema. Me explicó que había visto en el fondo del contenedor una sandía entera, y andaba desesperada por hacerse con ella; me líe la manta a la cabeza y ayudé a la buena mujer a tumbar el recipiente, y mientras ella lo sujetaba introduje medio cuerpo en el mismo e intenté sacar la sandía, cosa que al final no hice al comprobar, para desilusión de mi nueva amiga, que la sandía no estaba entera, sino que la otra mitad tenía muy mala pinta.

La señora me agradeció el servicio y me dijo que si quería llevarme alguno de los otros productos que había recuperado del contenedor, regalo que evidentemente no acepté a la vez que le animaba a tirar unos huevos que me parecía podían ser peligrosos para su salud y la de su familia. Me explicó que toda su familia estaba en paro y que al mediodía se dedicaba a recoger lo que encontraba en los contenedores cercanos a los supermercados de la zona y nos despedimos, yo rumbo a la estación de autobuses y ella a ver que encontraba en las inmediaciones de "Galería Primero".

Insisto en que la mujer era educada, iba limpia y aseada y no tenía aspecto marginal alguno; simplemente fue una enseñanza inesperada, una lección gratuita del fin de semana.


22 de agosto de 2010

"Magnolias de acero" (1989)

SINOPSIS Comedia dramática coral que refleja una historia cotidiana, de amores y desamores entre un grupo de amigas en una pequeña ciudad norteamericana. En el centro de este grupo está Shelby Eatenton, recientemente casada y felizmente embarazada, sino fuera por el hecho de que su diabetes puede hacer peligrar la vida de su hijo. Ante esta posibilidad, ella busca el refugio en sus amigas.

La época que enlaza la década de los 80 con la de los 90 fueron tiempos en los que seguí especialmente el cine, y de esos años recuerdo con especial cariño un buen número de películas: "Paseando a Mis Daisy", "El príncipe de las mareas", "La caja de música", "El club de los poetas muertos", "Tiempos de gloria", "Cinema Paradiso", "Cyrano de Bergerac", "JFK", ... "Magnolias de acero", un film dirigido por Herbert Ross sobre un guión de Robert Harling, ocupa una posición preferente entre todas ellas. Recuerdo que la vi dos veces y fue de esas ocasiones en las que el segundo visionado perfecciona y mejora la impresión final. Al cabo de veinte años, la sigo recordando como una de las mejores películas que he visto.

"Steel Magnolias" es un canto a la mujer, a la fortaleza, el empuje, el optimismo y la imaginación femeninas; una exaltación de la fuerza vital de las mujeres, de su capacidad de sobreponerse al dolor, de ayudar a los suyos, de vivir una verdadera amistad. de hecho, uno no recuerda ningún papel masculino relevante en todo el film. Recuerdo muy especialmente la escena de cinco mujeres en el cementerio, tras el entierro de Shelby (Julia Roberts), en la que sin perder un ápice del dramatismo del momento, prorrumpen en una sonora carcajada que convierte a dicha escena en emblemática precisamente por el contraste de la reacción de las protagonistas, una de ellas la madre de la difunta.

La película supone, además, un aldabonazo a la defensa de la vida, con el testimonio del personaje de Shelby, por el que Julia Roberts fue nominada al Oscar a la mejor actriz de reparto, que pone la vida de su futuro hijo por delante de la suya propia. Es el momento en el que la comedia se convierte en drama, pero se presenta de una manera suave, elegante, con la referida escena final del cementerio que siempre me ha parecido una de las más tonificantes que recuerdo del cine. El hecho de que la película se desarrolla en un escenario prácticamente único -de hecho es la adaptación cinematográfica de una obra de tetaro escrita por el mismo Robert Harling- facilita la solidez argumental de la misma.

El reparto es de lujo, con seis de las mejores actrices del Hóllywood del último cuarto del siglo XX; Sally Field y Julia Roberts son una madre y una hija creíbles, Shirley MacLaine borda el papel de mujer escéntrica y de carácter que tan bien le va, Olimpia Dukakis aporta serenidad y elegancia, Dolly Parton es una peluquera genial y Darryl Hannah ofrece el toque rebelde y progre a la cinta. Entre todas suman seis Oscars y cinco nominaciones: casi nada. Además, parece que el director ha sabido colocar a cada una el personaje adecuado, además de que ha coordinado excelentemente las intervenciones de todas ellas ... sin que haya, como quedó dicho, hombre alguno que sea capaz de hacer el más mínimo de sombra.

En el mes de agosto de 1991 vi la película por segunda y última vez, por lo que no puedo asegurar como ha soportado el paso del tiempo, ni si ahora mi visión sería tan positiva, pero sin hacer tal experimento, puedo asegurar que al menos en su día fue una de las películas que me dejó mejor sabor de boca.




21 de agosto de 2010

"Lo mejor de la vida", Rona Jaffe













"Lo mejor de la vida"
Rona Jaffe
Lumen. Barcelona (2009)
618 páginas


Resumen:

Caroline Bender, April Morrison, Gregg Adams y Barbara Lemont trabajan como asistentes de edición en la editorial Fabian, mientras tratan de triunfar a su manera. Si para Caroline lo más imortante es llegar a ser editora, para April la meta es el matrimonio. Mientras, Gree se entrega en cuerpo y alma a una relación sentimental enfermiza y Barbara trata de encontrar un nuevo padre para su hija de 2 años.
Sus sueños y ambiciones se encuentran en los pasillos de Fabian Editors, en las cafeterías de la Quinta Avenida y en las calles atestadas del Nueva York de los años cincuenta. Estas mujeres buscan el éxito en el trabajo, en el amor, en la seguridad del matrimonio y en la amilia; en definitiva, buscan lo mejor que esta vida pueda ofrecerles, pero a menudo se ven obligadas a conformarse con muchos menos.


No sabría dar una explicación concreta sobre las razones que me impulsaron a leer este libro; me llamó la atención y pensé que sería una lectura amena: no me equivoqué en ésto, aunque en cuanto a calidad literaria he de confesar que esperaba bastante más. Se trata de la reedición de una novela que fue un gran éxito cuando se publicó en 1958 y pienso que así como hay libros que resisten el paso de los años, no es el caso de "Lo mejor de la vida".

En 1959 Jean Negulesco dirigió una película basada en esta novela titulada "The Best of Everything" ("Mujeres frente al amor"), que contó con un reparto de bastante nivel: Joan Crawford, Hope Lang, Stephen Boyd, Suzy Parker, Martha Hyer, Diane Baker, ... aunque el film no fue, ni mucho menos redondo. También la serie de televisión "Mad men" se inspiró en "Lo mejor de la vida".

Pienso que el libro se convierte en un firme alegato contra el machismo, planteando unos problemas que eran reales y sangrantes al tiempo de ser escrito, mientras que hoy día se trata de cuestiones en buena parte superadas, por mucho que la lucha por la igualdad siga viva y aún quede camino por recorrer: el ejercicio de la superioridad del hombre sobre la mujer en el trabajo, el egoísmo masculino en las relaciones de pareja, la consideración de la mujer como un objeto de entretenimiento y el desprecio de su capacidad e inteligencia, ... son temas latentes en la novela.

Reitero que la lectura es entretenida, por más que en ocasiones uno crea estar leyendo una novelita cursilona y pasada de moda, al final se presentan cuestiones de interés y la autora consigue reflejar situaciones que tienen -o al menos han tenido- visos de auténtica realidad. Eso sí, el final no me pareció nada conseguido y eché de menos algo más de humanidad a la hora de resolver los problemas que se plantean en las cuatro jóvenes protagonistas.


20 de agosto de 2010

"El chico de la armónica", Micky (1972)



La presencia de Micky -me acabo de enterar que su verdadero nombre es Miguel Ángel Carreño- viene de lejos, pues el grupo "Micky y los Tonys" se inició en Madrid en 1960, en lo que podríamos llamar la "movida madrileña de entonces-, con esas jornadas del Circo Price que debían ser por aquella época el no va más del pop y en las que los Tonys compartían actuación con "Los Pekeniques", "Los estudiantes", "Los relámpagos", ... Al parecer al principio solamente se llamaban "Los Tonys" y cantaban canciones inspiradas en temas de grandes grupos como Billy J. Kramer & The Dakotas, The Sahdows o The Shakers, pero pronto Micky adquirió protagonismo y asumió el liderazgo del grupo.

A Micky le llamaban el hombre de goma, por esa flexibilidad especial a la hora de moverse con el escenario, siendo una de esas personas que parece que en cualquier momento se puede descoyuntar. En 1970, tras tener un papel claramente protagonista a lo largo de toda una década, Micky inicia la aventura en solitario, y lo hace precisamente con "El chico de la armónica", un tema que se oía por todas partes a lo largo del año 1971 y que compartió "hit-parade- con temas como "We shall dance", de Demmis Roussos, "Dama, dama", de Cecilia y "Harmony", del grupo Conexión. Pero la canción de Micky fue la indudable número uno. El tema era de otro histórico del pop español, Fernando Arbex, viejo componente de Los Brincos, junto a Juan Pardo y Junior, entre otros, y fallecido hace pocos años.

Micky volvió a ser el número uno con un tema bastante divertido y animado: "Bye, Bye Fraeulein" (1975), mientras que en 1977 represnetó a España en el Festival de Eurovisión con "Enséñame a cantar". Pienso que Micky lo hacía muy bien, y que "El chico de la armónica" lo bordaba. Es una canción, además, que me pone nostálgico "del todo".


18 de agosto de 2010

La tremenda cornada de Luis Mariscal



El domingo día 15 el banderillero Luis Mariscal, de la cuadrilla de Salvador Cortés, a la sazón hermano suyo, sufrió una tremenda cornada en su muslo izquierdo que afectó a distintas venas, entre ellas la safena, y que lo tuvo al borde de la muerte y exigió una operación de cinco horas. La herida tiene cinco trayectorias, y sobre ella precisó el médico que le operó, Ramón Vila, cirujano jefe de la plaza de Sevilla, que «es la cornada más grave, salvo las dos cardíacas —por Manuel Montoliú y Ramón Soto Vargas— que he operado. Nunca he visto una cornada con cinco trayectorias, cinco agujeros en el mismo muslo».; insistiendo en calificar la cornada de "horrorosa", Vila la describió así: que «Le saca el pitón —continuaba Vila— por la zona de la ingle, pero luego se va hacia abajo y rompe también. Ahí ya se producen tres trayectorias. Pero luego hay otra cornada, porque el pitón no puede ir de esa forma en tan corto espacio de tiempo de un lado a otro, por lo que hablamos de dos cornadas en el mismo muslo con cinco trayectorias. Había muchos destrozos y la intervención fue muy complicada».

Luis Mariscal estuvo durante unos cuantos años en el escalafón de matadores de toros, y aunque en sus primeros años llegó a matar un número relativamente importante de corridas, con algún triunfo en Madrid y Sevilla, los contratos fueron escaseando y decidió pasarse a "la plata" e incardinarse en la cuadrilla de su hermano, Salvador Cortés. Quienes hemos seguido en alguna ocasión los toros desde cerca somos conscientes del importantísimo y sacrificado trabajo de los subalternos, de aquí`para allá a lo largo de toda la corrida, peleándose con los toros que les corresponden a su maestro y encarando el tercio de banderillas con tensión y cierto aire de congoja.

La estremecedora cornada sufrida por Mariscal, cuya vida aún no está fuera de peligro, nos enfrenta de nuevo con la cuestión de los toros; yo sigo en mis trece de pensar que por encima de todo es el torero, el hombre que se enfrenta -porque quiere evidentemente- a la fiera el que me merece mayor respeto y cuya vida se ha de cuidar especialmente.


17 de agosto de 2010

Muxía: un mar diferente



Una de los lugares que más me impresionó en mi última estancia por tierras gallegas fue Muxía, un municipio situado en lo más extremo de la costa, en la Comarca de Finisterre, allá donde los antiguos pensaban que se acababa el mundo, y no me extraña, pues allí uno siente una sensación muy especial, un ambiente nada artificial, unos aires entre salvajes y naturales que te hacen sentirte a la vez muy a gusto y francamente impresionado.

Yo estoy acostumbrado al Mediterráneo, con todo su encanto y con la paz que transmite, pero en Muxía vi un mar diferente y mucho más impresionante: con un azul intenso, una extensión que sobrecoge y un sonido distinto, especial. Allí, bajo la sombra y el amparo del Santuario de Nuestra Señora de la Barca, uno se pasaría horas contemplando el horizonte, llenándose de esa paz que despide un mar poderoso, azul, imponente ... ante esa estampa no cabe sino bajar la cabeza ante el poder de Dios creador y agradecerle infinitamente el habernos regalado estampas y ambientes tan bellos. Contemplando el mar, comprobando cómo se extiende hacia el infinito, cómo se impone a cualquier capacidad humana, el hombre se sobrecoge y se ve forzado a sentirse muy pequeño ante la grandeza del poder divino plasmada en un inmenso océano de un azul intenso.

Muxía fue arrasada en el Siglo XII en dos ocasiones, primero por los normandos y posteriormente por los musulmanes; en el XIX volvió a sufrir la invasión de la tropa extranjera, en esta ocasión la formada por los franceses a las órdenes de Napoleón, pero siempre se levantó y se rehizo y, posiblemente por eso, ha conseguido ofrecernos una estampa de solidez y añejo poderío. El citado Santuario de Santa María de la Barca era final de etapa de los peregrinos que, después de visitar al apóstol, se dirigían a estas tierras del Finis Terrae para rendirse al pie de la Virgen y contemplar unas curiosas piedras llenas de leyenda; se trata de un edificio de culto construido para cristianizar una lugar donde se realizaban cultos paganos por los antiguos celtas. El templo actual de estilo barroco fue construido a principios del XVIII gracias al donativo de los Condes de Maceda, cuyas cenizas se encuentran en unos sepulcros dentro del santuario. Su planta es de cruz latina. En su interior, destaca el retablo barroco obra del escultor Miguel de Romay. En él aparecen representados los doce apóstoles rodeando al camarín donde se encuentra la Virgen de la Barca, que goza de una gran devoción.

Fue un magnífico colofón a mis vacaciones gallegas, a lo que cabe añadir un baño en la Playa de Lourido, cercana a Muxía y un excelente pulpo flambeado en un restaurante del puerto ... pero de ésto habrá que hablar otro día.




16 de agosto de 2010

"Belfegor, el fantasma del Louvre"

Ya he hablado en otras ocasiones de algunas de las series que despertaron mi interés y mi atención cuando era un chaval: "Diego de Acevedo", "Viaje al fondo del mar", "Embrujada", "Ironside", ... También hubo otras que crearon igualmente en mí la misma expectación, pero que no llegué a ver nunca por mor de la hora intempestiva en que eran emitidas y de aquellos fatídicos rombos que aparecían en el noreste de la pantalla. Una de éstas fue precisamente "Belfegor, el fantasma del Lovre", una serie francesa que emitió TVE a finales de 1966 y que causó furor entre los españolitos televidentes de la época.

Se trataba de una serie de 13 capítulos, de 26 minutos cada uno, dirigida por Claude Barma, un habitual de la Televisión Francesa que acaparaba ya por entonces una larga lista de éxitos televisivos -"Les Trois Mousquetaires" (1959) "L'inspecteur Leclerc enquête" (1963) "Les Enquêtes du commissaire Maigret" (1967), ...-, con un guión de Jacques Armand. Los papeles protagonistas los desempeñaban Juliette Gréco (Laurence/Stéphanie Hiquet), René Dary (Comisario Ménardier), François Chaumette (Boris Williams), Sylvie (Lady Hodwin) y Paul Crauchet (Le gardien Gautrais). Si hoy vemos las escenas es posible que nos parezcan más bien ridículas, pero puedo asegurar que por entonces la gente esperaba consternada la emisión semanal del capítulo correspondiente, y que al día siguiente  el episodio en cuestión era comentado con tonos de estremecimiento. Recuerdo escuchar cómo los alumnos más mayores del colegio, que habían visto el capítulo, nos ponían al resto al día de lo ocurrido, mientras sentíamos una mezcla de envidia y alivio. La serie consiguió un "share" del 98%, todo un record, por mucho que por entonces no había más rival que el UHF.

La serie estaba basada en una novela de Arthur Bernedé, un reconocido autor de folletines que llegó a escribir mas de 200 obras, entre las que destacan "El hombre de la máscara de hierro" y su creación de Vidocq, un personaje que se puso de moda recientemente por la versión interpretada por Gérard Depardieu y dirigida por Jean-Christophe Comar titulada precisamente así. Bernedé ha sido considerado como uno de los pioneros de la moderna novela de espionaje.

Una primera imagen a recordar es la visión del propio fantasma: alto, muy alto y delgado, muy delgado. Una túnica negra le cubría completamente el cuerpo y una máscara de cuero le daba un aspecto fúnebre y extraño. Los decorados y las grandes galerías, con sus ventanales y escaleras laberínticas, daban una sensación de desolación y soledad que venían muy bien al film. La trama comienza con un rumor que circula por París: un fantasma se pasea por el museo del Louvre como Pedro por su casa; uno de los guardianes del museo, Gautrais, aficionado a darle al frasco, lo ha visto e incluso ha disparado contra él. Como es natural nadie le cree y el director del museo le amenaza con el despido fulminante si sigue empinado el codo. No obstante el jefe de los guardianes del museo, Sabourel, decide quedarse en la misma sala donde se dice que apareció el fantasma durante la noche y al día siguiente es encontrado muerto, aparentemente asesinado, en la sala denominada de los dioses bárbaros. La sala es precintada y es ya la policía la que interviene en la investigación al haberse producido un asesinato. A lo largo de los trece capítulos se va desgranando la trama.

Al cabo de los años se filmó una película sobre el mismo argumento, "La máscara del faraón", dirigida por Jean-Paúl Salomé y protagonizada por Sophia Marceau, recuerdo haberla visto en el tren y parecerme un pestiño insoportable.




15 de agosto de 2010

Requiem por los gorditos

Nuestra Ministra de Sanidad prepara una ley encaminada a controlar lo que comen nuestros niños, así parece que se van a prohibir en los colegios determinados productos, como la repostería industrial y las bebidas carbónicas: seguro que se trata de una medida conveniente, y no hay que ser en exceso experto en la materia para saber de lo poco saludables que son esas pastas envueltas en plástico con un cabello de ángel medio artificial o una crema para nada apetitosa, de la misma manera que las bebidas con gas aportan muchas más calorías y miasmas que vitaminas.

Pero, al mismo tiempo, no puedo dejar de pensar que estamos ante una nueva manifestación de dirigismo estatal; pasados cuarenta años de la revolución de Mayo del 68, donde se escribieron por todas las calles de París frases tan imaginativas como esa de "Prohibido prohibir" hemos derivado en un "Papá estado" que nos veta cada vez más cosas.

El deporte, la vida al aire libre, las actividades que cultivan el cuerpo y el espíritu y la convivencia social son cosas que benefician a quienes se encuentran en fase de formación, de la misma manera es evidente que a ésto ha de añadirse una preocupación porque la alimentación sea sana, nutritiva y equilibrada, pero al mismo tiempo uno no puede dejar de recordar con nostalgia entrañable las "cristinas" o "bollos de leche" con chocolatina Nestlé que mi madre me compraba de pequeño en la calle Canfranc, o los bocadillos de chorizo, salchichón o queso manchego que me llevaba al colegio y que crecían de tamaño conforme uno pasaba de curso, de la misma manera que no entendería mi infancia, ni la de mis compañeros de viaje, sin las formidables meriendas que, sin balanzas ni guías sanitarias, nos ofrecían nuestra madres con ocasión de cumpleaños u otras celebraciones, incluyendo Fantas y gaseosas, tartas llenas de glucosa y mantecados que subían su prestigio conforme se acreditaba que habían sido "hechos en casa" o esas magdalenas cuya mejor presentación era "ser de pueblo".

En mis tiempos las madres se enorgullecían de que sus hijos estuvieran bien hermosos, algo que era señal de salud y hasta de prosperidad, y aunque bienvenidas sean las medidas para que la infancia de hoy sea alimentada con criterio, no permitamos que los niños y niñas que nos cuidarán en nuestra vejez no disfruten, a su escala, de la buena mesa ... y bien orgulloso estoy del día en que mi sobrino nº tres, con motivo del banquete originado por el bautizo de su hermano pequeño, se me cepilló en un descuido las patatas que componían la guarnición del entrecot: de casta le viene al galgo.


14 de agosto de 2010

"Los días contados", Miklos Bánffy















"Los días contados"
Miklos Bánffy
Libros del Asteroide. Barcelona (2009)
670 páginas


En los albores del siglo XX en Hungría se suceden las convulsiones políticas: el difícil equilibrio de la Monarquía Austrohúngara se resquebraja, la inestabilidad política está llevando el país al colapso y la aristocracia, que hasta entonces había regido los destinos del estado, comienza a evidenciar su incapacidad para gobernar.

A través de los ojos de los tres protagonistas principales de esta novela: el joven conde Bálint Abády, que acaba de regresar de un puesto diplomático en el extranjero para asumir las responsabilidades políticas y económicas propias de su posición; su primo László Gyeroffy, prometedor artista; y su amiga Adrienne Miloth, infelizmente casada, se nos van revelando los acontecimientos políticos y sociales que llevaron a la caída del imperio.

Grandes cacerías, bailes suntuosos, duelos, carreras de caballos, banquetes, fortunas dilapidadas en una mesa de juego, son el telón de fondo de esta apasionante y profética novela: el retrato preciso de una clase social que estaba a punto de desaparecer para siempre.


"Los días contados", escrito en 1934, es la primera entrega de la trilogía que el húngaro Miklos Bannfy escribió sobre la decadencia del imperio austro-húngaro; el segundo tomo, "Las almas juzgadas" (1937) ya está en las librerías y el tercero, "El reino dividido" (1940) no tardará en salir. Se trata de unos libros prohibidos por la censura soviética que salen ahora a la luz, con toda la fuerza y toda la actualidad por mucho que su autor hace ya sesenta años que falleció.

Está claro que el imperio austro-húngaro fue tierra de grandes escritores: de allí han salido, entre otros, Joseph Roth, autor de "La marcha Radetzky" y Sandor Marai, cuyas obras ha publicado con éxito la editorial Salamandra; Banffy, un autor prácticamente desconocido, está a la altura de los citados. Creo que su principal acierto es la magnífica ambientación de la novela, lo bien que describe a los personajes y la exactitud con la que refleja la decadencia de un imperio. No podemos olvidar que estamos hablando de novela histórica y aquí es fundamental que el lector se vea inmiscuido en una época y un lugar.

La novela, como he leído en alguna crítica de la red, tiene cierto aire antiguo y decadente, como el propio imperio del que habla. Es importante reseñar que Bánffy era de Transilvania, una región que con la 2ª Guerra Mundial pasó a formar parte de Rumanía. En "Los días contados" se habla de los antecedentes inmediatos de este hecho histórico y se refleja el drama del autor que nos cuenta la superficialidad y responsabilidad de quienes gobernaban el lugar y que se perdieron en personalismos y frivolidades antes de esforzarse por afianzar los intereses de su nación.

He de confesar que esperaba más contenido histórico, más relato de los avatares de la época, pero el autor se centra mucho más en describir el ambiente de frivolidad y decadencia: amoríos, banquetes, bailes, juegos en el casino, duelos, cacerías, apuestas, intriga palaciegas, ... un magnífico cuadro de una sociedad tan exquisita como supérflua. En medio de este escenario, los personajes principales adquieren un papel importante: Balint Abady aparece como un apasionado noble dedicado a la política, László Gyeroffy como un artista bohemio y débil de carácter condenado a arruinar su vida y Adrienne Miloth como una dama desgraciada y apasionada; junto a ellos desfilan todos los tipos característicos del país y de la época. Magníficas las descripciones, no solamente de paisajes, habitaciones y ambientes, sino también de vestidos, decoraciones y joyas.

Un libro para leer con calma, del que no cabe esperar ni tensiones ni intrigas, pero sí una disección formidable de una época histórica muy interesante y de un imperio que ya no existe como tal, pero cuyas naciones componentes siguen siendo lugares apasionantes.


13 de agosto de 2010

Fallece uno de los más apasionados amores de Gary Cooper


La actriz Patricia Neal falleció el pasado domingo en Edgartown (Massachusetts) víctima de un cáncer. La carrera de esta mujer que había nacido en Packard (Kentucky) hace 84 años estuvo marcada por la tragedia: un hijo suyo nació con parálisis cerebral, otra hija falleció de sarampión y en su quinto embarazo tuvo tantas complicaciones que llegó a estar en coma varios días y perder el habla. Tuvo una relación apasionada y tormentosa con Gary Cooper, con quien rodó "El manantial" (1949), de King Vidor y "El rey del tabaco" (1950), dirigida en esta ocasión por Michael Curtiz. Las circunstancias él gran actor estaba casado- impidieron que prosperara la relación entre ambos, pero Patricia siempre le recordó y guardo afecto, como bien relata en sus memorias. Con quien sí estuvo treinta años casada es con el escritor Roald Dahl, un hombre que escribió unos cuentas sencillamente formidables. Las cinco maternidades de la Neal redujeron notablemente sus intervenciones cinematográficas, en especial en los años 50.

Sus primeras actuaciones en la pantalla tuvo como compañero de reparto a Ronald Reagan -"Alma en tinieblas" (1951)-, aunque con el tiempo trabajó con actores de mucha más calidad, como John Wayne -"La flota silenciosa", de George Waggner (1951)- Kirk Douglas -"Primera victoria" (1965), de Otto Preminger- y Richard Burton -"Círculo de dos" (1980), Jules Dassin-, así como con directores de la talla de Elia Kazan - "Un rostro en la multitud" (1957)- y Otto Preminger, sin olvidar su intervención a las órdenes de José Luis Borau en "Hay que matar a B." (1973), un film de entramado político ambientado en un imaginario país sudamericano. También hay que destacar "Tres secretos" (1950) y "Ultimátum a la Tierra" (1951), ambas de Robert Wise, compartiendo reparto con Eleanor Parker, en la primera y Michael Rennie en la segunda, "Desayuno con diamantes" (1961) , de Blake Edwards, junto a la gran Audrey Hepburn, "El pasaje" (1979), dirigida J. Lee Thompson y compartiendo estrellato con Anthony Quinn, James Mason y Malcolm McDowell y su último film, "Cookie's Fortune" (1999), de Robert Altmann, junto a Glenn Close y Julianne Moore.

Pero aunque su carrera no es extensa en títulos, Patricia Neal fue capaz de competir por los Oscar de Hólywood y ganar uno de ellos; así en 1963 ganó la estatuilla a la mejor actriz por su interpretación en el film "Hud" también llamada "El más salvaje entre mil"-un conflicto de rancheros que dirigió Martin Ritt y en la que trabajó nada menos que con Paul Newman, además de Melvyn Douglas, que se llevó también un Oscar, el del mejor actor de reparto. En 1968 también fue candidata por "Una historia de tres extraños", dirigida por Ulu Grosbard y protagonizada por Martin Sheen, Jack Albertson, aunque hubiera sido demasiado haberse impuesto a Katherine Hepburn, invencible como Leonor de Aquitania en "El león en invierno".

Patricia Neal, a quien llamaban la "actriz de la voz ronca", fue una mujer apasionada; no hay más que leer sus memorias: "Estuve a punto de morirme muchas veces por tener el corazón roto; cuando mi hija Olivia falleció, cuando mi pequeño bebé Theo fue golpeado por un coche y cuando sufrí mis ataques. Había muchas personas que no pensaban que me recuperaría". Y además, fue una inmensa actriz que se supo sobreponer a una vida dura y una salud frágil para deleitarnos con unas cuantas películas magníficas.