13 de marzo de 2014

¿Nos posee el móvil?


No tengo excesiva buena relación con mi móvil; cierto espíritu curioso y algo de tendencia a una especie de permanente "baile de San Vito" hacen que lo tenga en las manos más de lo que debiera y que incluso ponga nervioso, me temo que con toda la razón, a más de uno. Pero al mismo tiempo, y no sabría explicar muy bien porqué, lo mantengo bastante tiempo en posición de "silencio" y cuando llego a casa tiendo a dejarlo en mi mesilla de noche, incluso a no llevarlo conmigo si salgo de paseo o a algún recado. Como consecuencia de estos hábitos, no es infrecuente que aparezcan llamadas perdidas o que un sms o washapp, tanto de los que me comunican algo como los chistecitos, vídeos y alguna que otra impertinencia, quedan "enganchados" sin que los lea antes de una o dos horas de su recepción. Y la verdad es que no siento culpabilidad alguna por la situación, he vivido más de 40 años sin móvil -y como yo muchos otros- y en ese tiempo tampoco se ha hundido el mundo: ni el mío propio ni el compartido.

Cualquier viaje en autobús o tren suele venir aderezado de conversaciones que aunque solamente interesan a dos -vete a saber si en ocasiones a uno solo- nos tenemos que tragar el resto, hay quien abandona comidas, reuniones, conferencias, espectáculos o ceremonias por el sonido dichoso del aparatito, o aún peor contesta la llamada en plena "actividad" para asombro de tirios y troyanos. De esta manera el móvil se apodera de nosotros, nos esclaviza y hasta nos puede volver autistas, egoístas y maleducados. A mi me parece un ejercicio sano el de no coger llamadas, incluso rechazarlas si andamos en cualquier tipo de actividad que supone relación social; a nadie le va a pasar nada por esperar un poco ... eso sí, si lee ésto alguien de urgencias que lo tenga por no puesto.

6 comentarios:

Susana dijo...

Yo no entiendo esa pasión por el móvil, la verdad. Me parece que se están perdiendo la vida real. Un beso.

Anónimo dijo...

Me encanta mi telefono, es la herramienta de trabajo más valiosa que he encontrado; poder atender clientes mientras tomo el sol pasando el limpiafondos de la piscina seria impensable sin este invento.

Hereje dijo...

Como todas las cosas tiene sus ventajas e inconvenientes. Nunca he sido un obseso del móvil aunque entiendo que haya personas para las cuales en su vida diaria sea una herramienta imprescindible. Acaban de regalarme un smarphone (el primero era un Nokia indestructible pero ya obsoleto según el marketing) y me he dado cuenta de la cantidad de opciones absolutamente innecesarias que posee creándote la sensación de que si no estás conectado, metido en redes sociales, disponible las 24 h, eres un retrasado tecnológico. Lo único que se consigue es estar estresado y constantemente asediado por mensajitos, respuestas y ofertas de todo tipo. En muchos casos se convierte en una adicción grave .No hay más que ver la creciente cantidad de personas "zombificadas" que ves atadas al móvil sea en la calle o en otros ámbitos. Y por no hablar de los problemas de privacidad y de manejo de datos personales. Lo de las conversaciones a gritos con el móvil es simple mala educación de la que tanto abunda por estos lares.El móvil con un uso sensato es una herramienta potente que te puede solucionar muchas papeletas pero hay que ser razonable y no dejarse llevar por modas o consejos de publicidad y más cuando hablamos de gente muy joven.

Un saludo

Carmen J. dijo...

Es insoportable estar hablando con alguien y que te corte para contestar un mensaje o coger una llamada. Y, como dices, absurdo.

sunsi dijo...

Si te digo que ya es la segunda vez que lo pierdo... La primera fue durante un paseo en la playa; la segunda hace unos días... y soy incapaz de recordar dónde puedo haberlo dejado. Me esfuerzo en entender que es necesario... puntualmente. Pero se vive tan bien sin él... No lo soporto y me cuesta vivir con ciudadanos que andan pegados a él todo el día...
Feliz fin de semana, Modestino.

Modestino dijo...

Pienso que el móvil es un adelanto y presenta unas ventajas espectaculares, pero en algunos casos se ha perdido la medida: no es normal que cada niño vaya al colegio con su móvil, que se hable por la calle y transportes públicos sin límites ni discreción, que se conteste cualquier llamada en cualquier sitio o acto, que no haya conferencia, reunión, ceremonia, ... en la que no suene varias veces la "musiqueta" ...