29 de septiembre de 2011

Mi debut con el spaguetti-western

Los datos objetivos nos dicen que "Le llamaban Trinidad" fue estrenada en 1970, aunque yo aseguraría que no la vi en los cines de Zaragoza hasta dos años después; recuerdo perfectamente que el film era proyectado en el viejo y desaparecido Cine Goya, ubicado en la calle San Miguel y que lucía en su interior una decoración bastante llamativa, debiendo los espectadores subir unas escaleras para acceder al interior de la sala. Para mí la película fue todo un descubrimiento, pues habiendo visto multitud de pelis de humor, casi todas ellas presentaban un estilo similar, casi siempre avalado por la firma de la Casa Disney; por otra parte, nunca se me hubiera ocurrido pensar la posibilidad de que existiera una versión en humor del western, un género que me parecía muy serio y que consideraba una exclusiva de héroes tan trascendentes como Gary Cooper, John Wayne o Grégory Peck. Las aventuras protagonizadas por un dúo tan esperpéntico como el que formaban Terence Hill y Bud Spencer me provocaron tanta sorpresa como diversión, y recuerdo perfectamente que me pasé la película partiéndome el bazo, saliendo de la proyección con el propósito claro de volverla a ver y de llevar al cine cuanto antes para que la presenciaran a mis hermanos y a mis mejores amigos. Me imagino que si la viera hoy y ahora, mucha de su gracia quedaría aguada y la mayoría de sus gags me parecerían muchísimo más irrelevantes que entonces. Posiblemente no sea esta serie de películas protagonizadas por dos encantadores brutos de las que conserven su entidad con los años, pero no debe de ser menos cierto que quienes eramos, en mayor o menor medida, jóvenes durante la década de los 70 las recordamos perfectamente.

Lo primero que me impactó de la película fue el cartel: me quedé alucinado por la imagen de un hombre tumbado en una hamaca que era arrastrada por el suelo por su caballo; el aire de indolencia, pasotismo y cierta cochambre que desprendía Terence Hill rebozado por el suelo aportaba cierto atractivo, a la vez que daba a entender que se trataba de una película en la que uno se lo pasaba bien. Al final, la forma de conseguir la risa del espectador era a base de tortas, pero el estilo del film de Enzo Barboni no dejaba de ser una novedad, al menos para un espectador adolescente de 1972. La pareja protagonista la formaban dos hermanos, algo que me llamaba la atención, pues no veía parecido alguno entre los dos geniales actores que ponían cara y ojos a los mismos, Terence Hill y Bude Spencer. De lo que me enteré bastantes años después es de que no sólo no eran esos sus verdaderos nombres, sino que además ambos ¡eran italianos!, algo que ni se me hubiera ocurrido en aquella época: el primero se llamaba Mario Girotti y había nacido en Venecia en 1939, mientras el nombre real de Spencer era Carlo Pedersoli, habiendo nacido en Nápoles diez años antes que su compañero de fatigas. Terence Hill ponía el tono chistoso e irreverente, mientras Bud Spencer ofrecía la imagen de tío serio que no se anda con chiquitas.

La película tenía diversas escenas con las que casi me revolcaba por el suelo; hay que profundizar tal vez en lo que estaba acostumbrado a ver un chaval de 13 años en la España de principios de los 70 para comprender que situaciones tan absurdas como una cadena de bofetadas, un eructo tras un almuerzo con fríjoles o un disparo en salva sean las partes puedan llegar a parecer el acabose del humor y la genialidad, pero cuando acompañé a mi hermano a ver la peli por segunda vez estuve esperando cada uno de esos gags -y algunos más- para disfrutar compartiendo una hilaridad que a lo mejor hoy parecería absurda. La película tenía además la descomplicación de delimitar perfectamente quienes eran los buenos y quienes los malos, sin matices psicológicos ni disquisiciones filosóficas. A trinidad y su hermano sheriff se les perdonaba todo y no había nada más que hablar.

El film dio lugar a una saga con los mismos protagonistas que recogiendo el éxito de la primera también llenó los cines de la época; así, inmediatamente después aparecieron "Le seguían llamando Trinidad" (1971), un título que recogía el reflujo del éxito anterior y la tercera entrega llamada "Y después le llamaron El Magnífico" (1972), donde no aparecía Bud Spencer. La pareja Hill-Spencer dio muchísimo juego, ya lo había hecho antes de Trinidad con films como "Tú perdonas... yo no" (1967), "Los cuatro truhanes" (1968) y "La colina de las botas" (1969) y a partir de entonces se extendió casi hasta el infinito: "El corsario Negro" (1971),"¡Más fuerte, muchachos!"(1972), "Dos misioneros" (1974), "Y si no, nos enfadamos" (1974), "Dos súper policías" (1977), "Quien tiene un amigo... tiene un tesoro" (1981), ... También es de destacar la desternillante "También los ángeles comen judías", del mismo autor que las de Trinidad y en la que Bud Spencer cambia la compañía de Terence Hill por la de otro italiano del mismo estilo, Giuliano Gemma.

Buceando por la trayectoria profesional de estos actores uno se encuentra alguna que otra sorpresa, y así he descubierto que Terence Hill trabajó con actores como Yves Montand, Paco Rabal, Yvonne de Carlo, Victor Mature, Stewart Granger, Elke Sommer, Eli Wallach, Fernando Rey, Henry Fonda, Gene Hackman, Max Von Sydow, Catherine Deneuve, Ernest Borgnine, Robert Redford, Debra Winger y Daryl Hannah, así como que compartió reparto, en un modesto papel, con Burt Lancaster, Claudia Cardinale y Alain Delon en "El Gatopardo" (1963) de Luchino Visconti y que representó en el cine papeles tan dispares como el Don Camilo de Guareschi y Lucky Luke. En cuanto a Bud Spencer también estuvo en cartel con actores relevantes: Jack Palance, Eli Wallach, Lee Van Cleef, Paco Rabal, James Coburn, Telly Savalas y Franco Nero, y le recuerdo en un papel dramático en una película del neorrealismo italiano dirigida en 1976 por Carlo Lizzani y titulada "Turín negro". De cualquier manera, uno y otro serán siempre para los de mi generación la genial pareja de hermanos que se liaban a tortas con todo el mundo.


17 comentarios:

sunsi dijo...

A mí me recuerda a un caluroso verano de hace por lo menos 20 años que emitieron todas las pelis después del telefdiario... El jefe emocionado, riendo de no sé qué... porque yo ne le encontraba la gracia a tanto puñetazo va puñetazo viene... Después de esta tanda llegó Louis de Funès... ¡Por Dios! Junto con Mr. Bean, los dos actores que rompen más cosas en sus películas... No puedo.
Gracias por traer a Trinidad. No deja de ser el recuerdo de unos años bastante tranquilos...

Un saludo, Modestino

Anónimo dijo...

Hola, me gusta tu blog, te invito a pasarte por el mío.

Modestino dijo...

Mr. Bean me parece divertidísimo; Louis de Funes en su día me encantaba, pero tal vez fuera en exceso gesticulante, no obstante "El rabbi Jacob", "La gran juerga" y algúna del gendarme de St. Tropez eran bastante divertidas.

Modestino dijo...

Anónimo, encantado de pasarme por tu blog, pero dame una pista ...

Alberto dijo...

"Le llamaban Trinidad" es una de esas películas que recordaré siempre, no porque fuese muy buena (yo me lo pasaba pipa con Bud Sepencer y Terence Hill), sino por el significado que tiene en mi vida. Recuerdo que me fuí a verla con mis padres al Cine Dorado, en el Paseo Independencia, desaparecido hace muchos años. También recuerdo mucho las sesiones matinales en el Palafox, en las que iba a ver con mi padre las películas de Louis de Funes.

Y un recuerdo imborrable fue ver en enero de 1977 "La Guerra de las Galaxias". Fue la primera película en la que fuí al cine por la noche, en el Palafox, y me quedé alucinado con la historia y con los efectos especiales, que en la actualidad nos parecen más propios de los muñecos de Playmobil, pero entonces eran vanguardistas.

¡Qué tiempos!

Modestino dijo...

El Cine Dorado ... el Paris, el Coso, el Coliseo, el Actualidades, ... puff, qué nostalgia!.

tomae dijo...

...yo recuerdo una película "los Ángeles come Judías" de ese magnifico par de Spagettis, porque gracias a ella gané en un concurso de adivinar películas interpretando el título haciendo mimo...

Bud tenía un golpe definitivo (el puñetazo vertical) aunque también noqueaba a sus adversarios haciendo de sus manos "platillos" palmeando gong en la cara del malo (creo que lo hacia más hacia el cuello que en el moflete) y todos caían. Trence aunque también daba alguno, esquivaba los golpes como ninguno.

Tommy dijo...

Añadid el Cine Palacio, que fue donde yo vi "Le seguían llamando Trinidad" acompañando a un amigo que ya había visto la primera, cosa que yo aún no había hecho. Mi amigo salíó del cine diciendo que era mejor que la primera. A mí me parecen las dos muy parecidas. Eso sí, me reí bastante con las dos. Y eso que era un humor muy elemental, por no decir simplón, pero qué difícil es hoy por hoy encontrar en las carteleras películas tan "blancas" para todos los públicos. Recuerdo con cariño a esta pareja, y también a Louis de Funès, que siempre me pareció la caricatura del ciudadano francés medio, y por supuesto a Jerry Lewis, que me hacía toda la gracia que nunca me ha hecho Jim Carrey. Como dice Alberto, qué tiempos.

Driver dijo...

Recuerdo la sesiones dobles del domingo por la mañana, en Murcia, en el cine Coy y en el Coliseum.
Abundaban los spaguetti-western, rodados en las cercanas tierras de Almería.
Uno de la panda descubrió que algunos indios, al levantar el brazo guerrero con su arco en ristre, dejaba al aire un moderno ejemplar de reloj de pulsera, nada propio ni de la raza ni de la época.
Las prisas de los rodajes baratos.
...
Aún hoy en día, si veo una peli de indios, busco ansioso ese reloj de pulsera en la pantalla, lucido en la muñeca de un navajo salvaje.

El día que lo vuelva a ver, seguro que me hace ilusión.

Modestino dijo...

Tomae, añadir que Terence -Trinidad- era una flecha con la pistola.

Tommy, el Cine Palacio era junto al Victoria el que monopolizaba las sesiones matinales de principios de los 70.

Driver, a tu referencia a los spaguetti western hay que añadir las películas de romanos, donde también veías algún que otro reloj en el brazo de centuriones o tribunos, así como rastros de rueda de jeep en el desierto, incluso algún poste de la luz. "Los esclavos más fuertes del mundo", "El triunfo de los diez gladiadores", "El retorno de Maciste", ... había unas cuantas y también solían ser co-producciones hispano-italianas.

veronicia dijo...

Si Sunsi... estas son películas para chicos sin duda...

No las vi en su época de estreno eso seguro; pero las vi en la adolescencia en el autobús de estudiantes donde el menú incluyó durante años a; Paco Martinez Soria y todo Terence Hill y Bude Spencer... y digo yo que el conductor sólo tendría esas pelis porque sería fan...

Lo más sorprendente es que a las 6 y pico de la mañana empezaban las risotadas de unos y los gritos de otros pidiendo dormir...

Modestino dijo...

Paco Martínez Soria ... otro que daría para mucho.

Tommy dijo...

Sí, eso que contáis de los relojes de las pelis de indios y de romanos era verdad, se conocen casos. Blake Edwards y Peter Sellers (no está de más citarlos hoy, ya que la cosa va de cine de humor) inmortalizaron el reloj de pulsera en la peli de guerra colonial que el actor hindú al que interpretaba Sellers está rodando durante el memorable prólogo de "El guateque".

Vero, las pelis que ponen en los buses dan juego no para un post sino para un tratado. Jamás olvidaré un viaje a Madrid en autobús (por huelga de Renfe) allá por el año 89. Todo el bus lleno de veinteañeros opositores y van y ponen "Viva la risa" de Fernando Esteso. Qué experiencia. Contenía el trailer de "Viva la risa II", que afortunadamente no pusieron en el viaje de vuelta.

veronicia dijo...

Tommy; había borrado de la memoria tales películas y casi negaría haber visto las de Pajares y Esteso pero me has hecho recordar que en ese mismo autobús donde todo era un despropósito en si ... ésas fueron incluidas en el menú...

Yo creo que si nuestros padres se hubieran enterado del nivel cinematografico arrancan la TV.

"El guateque" buenísima... actualmente me sigo riendo.

Tommy dijo...

Pero era peor cuando la peli era buena -muy pocas veces- y el bus llegaba a su destino antes de que terminara la proyección, así que tenías que bajarte sin saber cómo acababa. Qué frustrante. Algún conductor amable te contaba el final a su manera, pero no era lo mismo.

Creo que mañana con el diario "La razón" regalan "Le llamaban Trinidad". Modestino, parece que te den comisión, aunque seguro que habías escrito el post hace varios días, como es tu costumbre.

Modestino dijo...

Pues les voy a reclamar comisión. Eso que cuenta Tommy de tener que bajarse del bus antes de terminar la peli me pasó 4 o 5 veces con "Lady Halcon".

Anónimo dijo...

genial recuerdo a estos artistas del buen humor, supongo que para niños. Modestino: también yo soy parte de estos recuerdos tan bien expresados y ya me has metido las ganas de volver a ver "Le llamaban Trinidad". ¿Sabes cómo le reconocía su madre al llegar al pueblo? Oliéndole!
¿Y recuerdas cómo disparaba dando en el blanco? De espaldas y sin mirar.