Cuando de novela policíaca se trata, tiendo a preferir las que son de protagonista fijo; ya conoces su personalidad, su historia, el ambiente donde vive y la gente que le rodea y todo ello consigue hacerlo más familiar; evidentemente, lo adecuado en estos casos es ir siguiendo el orden cronológico de publicación de los libros, pues facilita ir haciéndose una idea ordenada de la historia del personaje; esto último no fue posible con la serie de Hening Mankell protagonizada por el inefable inspector sueco Kurt Wallander, pues Editorial Tusquets no los tradujo siguiendo un orden lógico. Cultivando esta afición he ido conociendo una serie de personajes formidablemente trazados como el inspector escocés John Rebus, creado por Ian Rankin, el policía y poeta inglés Adam Dalgliesh, de P.D. James, el inspector noruego Konrad Sejer, de Karim Fossum o el comisario Adamsberg, creado por Fred Vargas y originario de los Pirineos franceses.
He de reconocer que si en materia de novela negra no hay nadie mejor que los norteamericanos -Hammet, McDonald, Chandler, Ellroy, ...- en temas estrictamente policíacos y de intriga prefiero a los europeos. No obstante, hay unos cuantos "yankees" a los que he incluido en el cuadro de honor de mis favoritos y a la cabeza de éstos se encuentra Michael Connelly, un cincuentón nacido en Filadelfia, que se inició en el mundo del periodismo y que ha conquistado los mercados del mundo con unas novelas policíacas de primera fila.
Entre las novelas de Cónnelly destaca la serie dedicada al detective de la Policía de Los Ángeles Harry Bosch; es Bosch, en mi opinión, uno de los personajes más logrados de la reciente literatura de intriga, alguien con quien te identificas enseguida y al que Cónnelly ha conseguido dotar de una fuerza y una virtualidad notables. Bosch arrastra un pasado durísimo, es un hombre salido del arroyo: hijo de una prostituta asesinada cuando tenía once años, ha pasado su infancia entre instituciones públicas y casa de acogida de quita y pon; su juventud queda marcada por dos años en Vietnam, donde conoció también el sufrimiento físico. Como policía Bosch es un incomprendido: es una persona sin aristas que va directo y choca con la rutina, el acomodamiento y la corrupción del ambiente policial de Los Ángeles. Por eso las novelas que protagoniza Bosch relatan casos complicados y prácticamente imposibles de resolver a cuya resolución Harry se entrega sin reservarse nada, trabajando contra viento y marea y superando dificultades y problemas que se derivan no solamente de la dificultad del caso, sino también de las limitaciones del ambiente y de la propia personalidad conflictiva del policía.
Acabo de terminar la cuarta entrega de la serie, "El último coyote" , posiblemente el más emblemático de la serie, pues en él Harry Bosch, de baja y en tratamiento psicológico por un enfrentamiento con un superior, se enfrenta a su pasado, al decidir resolver el propio asesinato de su madre, ocurrido treinta años antes. Cónnelly narra con agilidad y acierto la historia y nos va enfrentando con la historia pasada de su personaje, quien la descubre a la vez que el lector. Al mismo tiempo el autor se detiene en acertadas descripciones del ambiente y los lugares por los que se mueve Bosch.
La serie empieza con "El eco negro", una novela en la que Bosch se tiene que enfrentar también con su pasado, al investigar la muerte violenta de un indigente que en su día fue compañero suyo en el Vietnam, donde ambos se dedicaban a la guerrilla en los túneles donde se escondían los guerrilleros del Vietcong. En la novela Cónnelly muestra la dureza de la vida de quienes regresaron de una guerra que costó tanto a los Estados Unidos, a la vez que nos hace seguir ágilmente la trama y nos enseña la corrupción policial.
El título del segundo libro protagonizado por Bosch es parecido: "El hielo negro", un libro en el que el protagonista investiga el suicidio de un inspector del departamento de Narcóticos; como siempre, a Bosch no le cuadran ni los números ni las explicaciones que recibe y se mete en mil berenjenales para acabar descubriendo el pastel en un final sorprendente e inesperado. Cónnelly aprovecha para describirnos el complicado y sórdido ambiente que se respira en las zonas de la frontera con Méjico, algo que siempre ha ofrecido interesantes aportaciones en la literatura y en el cine.
"La rubia de hormigón" es la tercera entrega; vuelve a ser una novela muy bien conseguida; la trama se centra en un juicio en que Harry es el acusado, al haberse querellado contra él la viuda de un delincuente a quien Bosch mató al enfrentarse a él en la investigación por el asesinato de una prostitutas. Es un momento difícil para el detective y las cosas se complican cuando aparece un cadáver en circunstancias análogas a los anteriores, algo que perjudica definitivamente a Bosch. Connelly nos da una lección del funcionamiento del sistema judicial americano y al mismo tiempo se esmera en afinar a la hora de resolver con arte y originalidad el misterio que encierra el libro.
Quedan muchas historias protagonizados por Harry Bosch por leer , y es mi propósito seguir avanzando e informar de lo leído.
Fotos: www.fantasticfiction.co.uk; picasaweb.google.com; www.negraycriminal.com.
http://www.negraycriminal.com/index.php?view=ficha&idl=2209
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