17 de agosto de 2008

Dos excelentes novelas de Llamazares (Julio)









La lluvia amarilla
Julio Llamazares
Seix Barral. Barcelona (1998)
143 páginas



Maravilloso relato realizado en primera persona por el último habitante del pueblo oscense de Ainelle, en el Pirineo Aragonés. Quienes conozcan esta privilegiada zona del mapa peninsular comprenderán el entusiasmo del autor al describirla y su decisión de llevar allí el escenario de uno de sus libros.

Se trata de un monólogo duro y amargo de quien es consciente de que su ya cercana muerte convertirá el pueblo al que ama, donde nació y vivió, por el que luchó y donde tuvieron lugar los momentos más importantes de su vida, en un pueblo abandonado más. En un ambiente más bien triste y sin esperanza, Llamazares logra, paradójicamente, un relato hermoso, casi tonificante y no exento de ternura, la ternura que da la humanidad de quien lo realiza.

El libro mezcla los recuerdos, muchos de ellos dolorosos, del protagonista, su lucha por mantener con vida y futuro el pueblo y unas descripciones realmente bellas de un paisaje prodigioso. Aunque la temática de la novela pudiera hacer pensar que estamos ante un libro duro y difícil de leer, a la hora de la verdad ocurre todo lo contrario: se trata de un relato delicioso.



Julio Llamazares
El cielo de Madrid
Punto de lectura. Madrid (2006)
254 páginas


Se trata de una novela formidablemente escrita; tras leerla uno no tiene la menor duda de que ha concluido la obra de uno de los mayores exponentes de la narrativa actual española. Llamazares narra, en primera persona, la vida de Carlos, un asturiano de familia humilde que se marcha a Madrid para intentar triunfar en el mundo de la pintura. Estamos en los años 70 y junto a la lucha del protagonista por salir adelante, se entremezclan los avatares de unos momentos cruciales en la Historia de España.

El relato se centra en el protagonista, sus amores y sus amigos, todos ellos metidos en el mundo de la bohemia madrileña, un ambiente difícil y desordenado al que Llamazares se refiere con una curiosa mezcla entre crítica y nostálgica. Un mundo en el que todos tienen sus ambiciones -unos el arte, otros la litratura, ..- pero en el que no queda claro que uchos de ellos se esfuerzen realmente por hacerlas realidad.

Cuando Carlos triunfa como pintor aparece un nuevo escenario, el del mundo de la cultura y la farándula, así como todo el entramado entre mediático y empresarial que se mueve en su entorno; aquí Llamazares no escatima críticas y describe la falsedad e hipocresía de dicho ambiente. En el nuevo ambiente del protagonista, los galeristas, coleccionistas y críticos de arte salen completamente malparados.

La novela está dividida en cuatro capítulos: el limbo, el infierno, el purgatorio y el cielo, todos ellos encabezados por citas de "La divina comedia"; son etapas paralelas a la trayectoria vital del protagonista, siempre bajo la presencia testimonial de ese cielo de Madrid que da título al libro y vida a su protagonista. Curiosamente, éste llega al infierno desde su triunfo provisional, tenidenod que pasar por un purgatorio lejos de Madrid para regresar, ya purificado, a su propio cielo particular en la capital.

Sencillamente magustrales detrminados pasajes, como las conversaciones de Carlos con el vagabundo que hacíanoche en un banco cercano a su casa en la Plaza de las Salesas, las relaciones del mismo con sus amigos Rico, Suso, Mario,... y las descripciones de su estancia en el pueblo de Miraflores en la sierra madrileña.





3 comentarios:

Suso dijo...

La Lluvia amarilla me dejó fuera de combate en su día. Una gran novela ( y más si has vivido de cerca el abandono de los pueblos del norte de Huesca, y si te has perdido por ellos para coger - afanar- muebles, puertas...cosa que hice con mi padre durante los años de adolescencia:¡una aventura!)

Pero a mi me pareció triste. Bello, pero triste

Anónimo dijo...

Efectivamente, se trata de una ¿novela? de gran lirismo.

En la Facultad de Filología de la Complutense hay un debate muy intenso respecto a dos cuestiones:

1. Género del libro, pues más bien parece lírica y, de hecho, está escrito en 1ª persona.

2. Final del libro. ¿Cuándo murió realmente el personaje?. Hay lectores que opinan que el protagonista está muerto desde el principio y sus recuerdos no son más que el momento de delirio antes de darse cuenta de su muerte; ese momento en el que dicen que toda tu vida pasa por delante. Otros, que muere al picarle la serpiente, cuando empieza a tener alucinaciones. Y, finalmente, hay una tercera corriente que sigue al pie de la letra el texto y confirma su muerte en el mismo momento en que así lo indica el protagonista.

¡Cosas de filólogos!, que estamos todos un poco locos y vemos cosas donde no las hay ¿o sí?.

Para colmo, Julio Llamazares no se pronuncia, ni más faltaba. Así que ahí estamos a darnos de tortas con la interpretación de tan maravillosa obra.

Anónimo dijo...

Te contesto aquí lo de que no conocías el debate.

Pues te aseguro que es muy intenso. Los que nos hemos paseado por el mundo del comentario de textos tenemos en este gran libro (¿prosa lírica?) mucho que comentar. Se trata de una obra con la que no puedes acabar nunca, protagonista de grandes e intensos debates.

Como quiera que yo soy soñadora, me gusta más la tesis de que el autor está muerto desde el principio, lo mismo que el protagonista de "Pedro Páramo" de Juan Rulfo, obra que, por cierto, también recomiendo.

Preguntado Julio Llamazares sobre el asunto, no se pronuncia. Estos escritores son así o, también, que muchas veces no somos conscientes de lo que escribimos hasta que otro nos lo sopla.

Saludos, brujo.