Hay una época de la reciente historia de España que siempre ha despertado mi interés: aquella que discurre entre los últimos años del franquismo y los primeros de la transición. Es posible que en esta preferencia haya influido el tratarse de tiempos vividos en vivo, aún con la evidente lejanía de no haberlo hecho en directo y haberlos presenciado desde la infancia y la primera juventud, lo que limita notablemente la fiabilidad de cualquier percepción directa.
Acabo de terminar un libro de Cristina Palomares titulado “Sobrevivir después de Franco” que creo refleja con acierto buena parte de lo sucedido en esos años. El libro viene avalado por un prólogo de Paul Preston, lo que ya supone una garantía de que no estamos ante una publicación más. La autora repasa la evolución del sector más moderado del régimen anterior, reflejando los distintos movimientos de quienes denomina “reformistas” y a quienes considera como personajes clave para permitir que a la muerte del dictador se pudiera desmantelar todo el entramado del movimiento y conseguir un tránsito pacífico y exitoso a un régimen auténticamente democrático.
La lectura es amena y lo que nos cuenta la autora francamente interesante. Se trata de un trabajo muy bien documentado y contiene amplias notas a pie de página que se recopilan al final del mismo; está revestido, además, de algo fundamental en este tipo de publicaciones: tiene credibilidad. Se agradece por otra parte su imparcialidad, la autora no toma partido, no trasciende una militancia determionada, relatando hechos y proyectos con objetividad, sin pasiones ni valoraciones subjetivas, aunque muchas veces la simple narración de los hechos deje a cada uno en su sitio.
En tiempos en los que se pretende recomponer la llamada “Memoria Histórica” sin que se sepa muy bien ni lo que se busca ni de donde se obtienen las informaciones; cuando proliferan libros de ficción y no ficción en los que se especula y divaga sobre teorías y sucesos sin fuentes ni justificaciones, es de agradecer que nos ofrezcan esta visión desapasionada que no deja de ser un tributo a quienes desde dentro, y con todas las limitaciones que se quieran poner, se esforzaron por reconducir hacia la libertad un régimen autoritario, por preparar un futuro que se antojaba dramático y acabó siendo ejemplar.
Queda reflejada en el libro la intervención decisiva del entonces príncipe Juan Carlos a la hora de garantizar que tras la muerte de Franco el único camino fuera el sufragio universal, sin excepción alguna. Van desfilando una serie de personajes, muchos de ellos ya desaparecidos, que tuvieron arte y parte, desde posiciones más o menos "audaces", en esa “lucha desde dentro”: Torcuato Fernández Miranda, Alfonso Osorio, Areilza, Marcelino Oreja, Herrero Tejedor y tantos otros, así como grupos que trabajaron en la prensa y en la calle para desatascar las enormes dificultades que en la evolución democrática del país ponían los numerosos y fuertes integrantes del inmovilismo, es el caso del Grupo Tácito, Felisa, Godsa, etc.
El libro se extiende además con dos personajes sin los que sería imposible entender la historia más reciente de España: Manuel Fraga, al que dedica muchas páginas narrando su trayectoria política, primero como Ministro aperturista de Franco, luego como embajador en Londres con pretensiones de líder del reformismo conservador y finalmente como Vicepresidente primero y Ministro de la Gobernación en el primer Gobierno de la Monarquía, tarea en la que, según tesis de la autora, acaba estrellándose por esa especie de esquizofrenia ocasionada por el choque entre sus tesis renovadoras y su innata tendencia autoritaria. La parte final se dedica principalmente a hablar de Adolfo Suárez, el personaje que finalmente condujo con éxito la empresa de llevar a buen puerto la transición.
El libro contiene muchos más datos interesantes, como el papel de la sociedad civil, con personajes que hoy casi nadie recuerda como Antonio Gavilanes o Carlos Argos y que con su iniciativa y entusiasmo supieron despertar las inquietudes de muchos ciudadanos con clubs de opinión y ciclos de conferencias que organizaban contra el viento y la marea de la censura y las restricciones más duras de la libertad, el papel de la Iglesia, con personas que tuvieron un protagonismo evidente en la Transición como el Cardenal Tarancón o el de los militares, entre los que no solamente hubo obstáculos al progreso, sino también hombres avanzados a su tiempo como los generales Díaz Alegría y Gutiérrez Mellado.
También son de interés los análisis de las consecuencias de hechos tan importantes como la designación del príncipe Juan Carlos como sucesor en la Jefatura del Estado, la asunción de la Presidencia del Gobierno por al Almirante Carrero Blanco y su posterior asesinato, el nombrameinto de Arias Navarro como sucesor de éste y los convulsos últimos meses del general Franco, protagonizados por cinco penas de muerte ejecutadas, la marcha verde promovida por el rey Hassan y su larga agonía final.
Salta a la vista que la historia del regreso a España de la democracia y las libertades tiene otros protagonistas, aquellos que, posiblemente con mayor riesgo personal y menos medios lucharon desde la clandestinidad y el exilio, pero no viene mal completar la historia con el testimonio de otros que también hicieron posible el éxito de ese momento crucial de nuestra historia.
2 comentarios:
¿Hija de Alfonso Sobrado Palomares?
La verdad es que no lo se ...
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