En temas de cine, donde no soy en absoluto un experto, siempre he tenido especial predilección por las películas de Alfred Hitchcock; “Con la muerte en los talones”, “Encadenados”, “Sospecha”, "Recuerda", "Atrapa a un ladrón", “Marnie la ladrona”, “Los pájaros”, “Crimen perfecto” …, todas ellas tenían algo especial, resaltando una dirección magistral y un elenco de actores inmejorable; Cary Grant, Ingrid Bergman, Gregory Peck, Ray Milland, Grace Kelly, James Mason y otros tuvieron mucho que ver en el éxito del genial director, sin olvidar a secundarios de la talla de Claude Rains, George Sanders o Martin Landau.
Si tuviera que elegir entre todas las películas del mago del suspense, creo que optaría por “Rebeca”, formidablemente interpretada por Lawrence Olivier y Joan Fontaine y que tenía como argumento principal la tradicional historia del joven caballero de la nobleza, viudo, desolado y apuesto, que se casa con una modesta institutriz a la que acaban agobiando las exigencias y formalismos de su nueva situación.
De entre los personajes que aparecen en el film destaca el ama de llaves de Manderley, la gran mansión del protagonista, Maximilian de Winter, donde Joan Fontaine tiene que comenzar a ejercer su nueva condición de señora de la casa desde el primer momento, casi sin anestesia. Se trata de la Señora Manders, extraordinariamente interpretada por Judith Anderson y que acaba convirtiéndose en la fuente de toda la tensión, todo el suspense de la película, que no es poco.
La señora Danvers es un personaje siniestro, pero no tengo duda que en ese ficticio caserón trabajaba con eficacia y perfección; estoy seguro de que en Manderley no había una mota de polvo, que las ventanas y las puertas estaban abiertas o cerradas cuando debían estarlo, que todo habitante estaba perfectamente controlado y que la cena siempre estaba lista a la hora prevista. La Señora Danvers convertía los usos en tradición y las costumbres en rito, para cambiarlas casi había que pasar por encima de su cadáver.
Tengo la intuición de que Danvers había que ser una excelente administradora; dudo que gastara un penique más de lo debido en la compra, en el mantenimiento y en su propio acicalamiento. Es más, me la imagino poniendo esa mirada asesina –incluso alguna tosecilla- si observaba algún empleado –o empleada- saliéndose un centímetro del guión de la intendencia.
La señora Danvers es un personaje del que podemos aprender, pero siempre mirando la foto en negativo, porque lo que movía a esta mujer no era el cariño, la buena disposición, en definitiva, el amor, sino un enfermiza obsesión por el cumplimiento del deber “caiga quien caiga”, un empecinamiento en que las cosas solamente se pueden hacer de una manera –generalmente “como antes”, "como siempre se ha hecho"- y una incapacidad para comprender y ponerse en el lugar del resto del mundo.
No se como he llegado hasta aquí, quería hablar de cine y he terminado filosofando sobre personajes. A mí Rebeca me enseñó que la virtud tiene que ser ejercida de modo amable, sinó podemos acabar llegando a la caricatura e incluso, como ocurre en "Rebeca", a la psicopatía.
Si tuviera que elegir entre todas las películas del mago del suspense, creo que optaría por “Rebeca”, formidablemente interpretada por Lawrence Olivier y Joan Fontaine y que tenía como argumento principal la tradicional historia del joven caballero de la nobleza, viudo, desolado y apuesto, que se casa con una modesta institutriz a la que acaban agobiando las exigencias y formalismos de su nueva situación.
De entre los personajes que aparecen en el film destaca el ama de llaves de Manderley, la gran mansión del protagonista, Maximilian de Winter, donde Joan Fontaine tiene que comenzar a ejercer su nueva condición de señora de la casa desde el primer momento, casi sin anestesia. Se trata de la Señora Manders, extraordinariamente interpretada por Judith Anderson y que acaba convirtiéndose en la fuente de toda la tensión, todo el suspense de la película, que no es poco.
La señora Danvers es un personaje siniestro, pero no tengo duda que en ese ficticio caserón trabajaba con eficacia y perfección; estoy seguro de que en Manderley no había una mota de polvo, que las ventanas y las puertas estaban abiertas o cerradas cuando debían estarlo, que todo habitante estaba perfectamente controlado y que la cena siempre estaba lista a la hora prevista. La Señora Danvers convertía los usos en tradición y las costumbres en rito, para cambiarlas casi había que pasar por encima de su cadáver.
Tengo la intuición de que Danvers había que ser una excelente administradora; dudo que gastara un penique más de lo debido en la compra, en el mantenimiento y en su propio acicalamiento. Es más, me la imagino poniendo esa mirada asesina –incluso alguna tosecilla- si observaba algún empleado –o empleada- saliéndose un centímetro del guión de la intendencia.
La señora Danvers es un personaje del que podemos aprender, pero siempre mirando la foto en negativo, porque lo que movía a esta mujer no era el cariño, la buena disposición, en definitiva, el amor, sino un enfermiza obsesión por el cumplimiento del deber “caiga quien caiga”, un empecinamiento en que las cosas solamente se pueden hacer de una manera –generalmente “como antes”, "como siempre se ha hecho"- y una incapacidad para comprender y ponerse en el lugar del resto del mundo.
No se como he llegado hasta aquí, quería hablar de cine y he terminado filosofando sobre personajes. A mí Rebeca me enseñó que la virtud tiene que ser ejercida de modo amable, sinó podemos acabar llegando a la caricatura e incluso, como ocurre en "Rebeca", a la psicopatía.
La foto procede de http://www.urbinavolant.com/
5 comentarios:
La Sra. Danvers tenía una enfermiza obsesión no sólo por el cumplimiento de los deberes domésticos sino también por la difunta Rebecca de Winter, a medio camino entre la sumisión y la adoración. Por cierto, "Rebeca" debe ser una de las pocas pelis de la historia en las que nunca se llega a saber el nombre de la protagonista, a quien simplemente se conoce como "Sra. de Winter".
Muy bueno el detalle de escribir la procedencia de la foto: muy legal...la señora Manders también lo hubiera hecho.
Y muy bueno el post, porque es la primera vez que te falla el subconsciente:estamos rodeados de Danvers.
Tras un montón de escritos sin referirme al origen de la foto, recordé que ha habido quien ha tenido follones por no ponerlo.
Pues sí, existen los Danvers, por supuesto que existen.;)
Peli excepcional, pero filosofando sobre los personajes, ¿no crees que la "Sra, de Winter", de tan buenecita y sin "coraje", parece un tanto "pavisosa"?
Es posible que sea algo cursi y blandita, pero no puedo evitar enternecerme ante personajes así. Es un prototipo de otra época, me parece.
Me gusta más el personaje de Katherine Hepburn en "La Reina de África" o en "La costilla de Adán", por supuesto.
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