14 de junio de 2008

Guerra, con un par


















Hay una materia donde parece que existe una especie de conjura para ser políticamente correcto: el problema de la violencia de género. Lo malo es que con esa corrección política forzada solamente se llega a la hipocresía, al miedo al que dirán y, lo que es más grave, a cerrar las puertas a posibles soluciones de los temas que no van.

Por esta razón, me parecen llenas de sentido común las palabras pronunciadas por Alfonso Guerra, auténtico “enfant terrible” del mundo de la derecha en los años 70 y 80 que parece estar jugando a serlo de sus propios correligionarios. Guerra se ha atrevido a criticar a la Ministra de Igualdad por su famoso lapsus de los “miembros y miembras” –en qué estaría pensando esta chica?- y a cuestionar, cuando menos implícitamente, esa especie de automatismo inflexible a la hora de aceptar casi como por obligación las versiones de las mujeres maltratadas ante una denuncia de agresión.

El problema de la violencia de género es un problema muy grave: es algo que existe, que está ocasionando mucho dolor y ante el que quienes trabajamos en el mundo de la Justicia hemos tardado en reaccionar. Hubo mucho tiempo en el que se consideraban estos problemas como episodios de la intimidad doméstica y se hacía una penosa vista gorda. Hace ya años que se ha reaccionado y hoy la persecución de la violencia en el ámbito familiar se ha convertido en cuestión principal.

No podemos frivolizar sobre el tema: nadie, absolutamente nadie puede considerarse con derecho o con motivos para poner la mano encima de la mujer con quien convive, alterna o ha convivido, nunca jamás hay razones para justificar este tipo de agresiones. Desgraciadamente es cierto que aún existe en España, cada vez mas diluida eso sí, una mentalidad machista, una especie de convicción de que el paterfamilias tiene derecho a tener firmes a quienes conviven con él. Ese clima de miedo, de temor al que se refiere el Tribunal Supremo al hablar de la violencia habitual sobre la mujer es una realidad palpable en algunos ámbitos sociales.

Pero da la impresión de que estamos ante un tema en el que no caben discrepancias ideológicas ni críticas a las medidas legales y judiciales aplicables; no es difícil que quien ose poner en tela de juicio determinadas cuestiones acabe siendo etiquetado y echado a los leones o a la oscuridad exterior.

Tal vez haya que empezar a imitar al Sr. Guerra y tener la soltura de poner sobre el tapete que la aplicación de la ley sobre violencia de género presenta dificultades notables, algunas con apariencia de insolubles: ¿qué pasa cuando tras una sentencia con pena de alejamiento surge la reconciliación?, ¿cómo tratamos a las mujeres que tras una primera denuncia se niegan a acusar a su pareja?, ¿qué medios se ponen para saber discernir entre las denuncias justificadas y la simple búsqueda rápida de medidas civiles contundentes? …. Cualquiera que esté en contacto con los Juzgados de Violencia familiar podría hablar largo y tendido de todo esto.

También debería poder ser llevado al debate sin miedo a ser linchado el fondo ideológico de la referida ley de violencia de género: se ha legislado desde el feminismo más radical, postura absolutamente respetable, pero con relación a la cual hay quienes, al menos en apariencia, no admiten ni la más significativa discrepancia. Y lo triste es que uno tiene la impresión de que el empecinamiento ideológico puede volvernos ciegos a la hora de encontrar el origen de muchos de estos problemas.

Se nos dice que estamos ante un problema que ha pasado siempre, pero por mucho que se me machaque con argumentos, no soy capaz de admitir que el número de mujeres muertas en los últimos años sea equiparable al de antes ni eso de que si ahora parece que hay más es porque antes no se denunciaban. A mí me llama la atención que tras poner tantas medidas, invertir –con total justificación, por supuesto- tanto dinero y dedicar tantos medios humanos y materiales, el número de víctimas no parece que disminuya sino al revés. No será que, además del machismo y la falta de igualdad, las razones del problema se pueden encontrar en otras instituciones y otros valores que se encuentran en crisis?.

Es posible que haya que tener el pasado, el prestigio, los arrestos y lo poco que perder de Alfonso Guerra para contar sin miedo a la interdicción lo que uno ve que pasa.

3 comentarios:

eva dijo...

Hola, es la primera vez que entro en tu blog , y me gusta. Estoy de acuerdo con tu percepción de que este problema tan real y tan duro, con el que convivimos , como es la violencia hacia las mujeres ejercida por los hombres que supuestamente ¿las quieren?, se ha convertido en una justificación para hacer una determinada política que no consigue nada. Te lo digo con la autoridad de haber sido toda mi vida una luchadora por la igualdad de derechos y la libertad. Gracias

Modestino dijo...

Gracias a tí por entrar y por entenderme. Yo se de que va esto porque me toca profesionalmente y me parece que hay cosas desenfocadas.
Pero es un tema tan delicado que cualquier afirmación que hagas puede ser mal entendida, así como herir a las víctimas de la violencia de género, que desgraciadamente son muchas.

eva dijo...

Sobre este tema, te recomiendo un pequeño libro que hace algún tiempo me regalaron, de la Editorial Alianza, forma parte de una serie llamada"Alianza Cien", su autor es Eduardo Galeano y el titulo "Mujeres".Te gustará