Hacía mucho que no hablaba del Real Zaragoza, y es que la temporada ha sido tan dura que tocar el tema del equipo de mis amores en el blog era algo que ni me incentivaba ni me servía de terapia o desahogo. Una vez que el equipo ha asegurado matemáticamente su permanencia en la máxima categoría sí me atrevo a hacer una valoración de lo que hemos vivido los zaragocistas desde que a finales del mes de agosto comenzábamos la Liga del regreso con más miedos que esperanzas. Ayer se puso fin, a falta eso sí del telón final en La Romareda frente al Villarreal, a una temporada convulsa, durísima y casi de película de terror, y hay que admitir que cuando al final de la 1ª vuelta el Zaragoza aparecía en la clasificación como penúltimo con 14 puntos, el desenlace final me hubiera parecido entonces un sueño, un milagro.
El Zaragoza pagó a lo largo de la primera mitad de la Liga un auténtico rosario de despropósitos por parte de sus rectores; se entró en una dinámica de enfrentamiento con el entrenador, Marcelino García Toral, que acabó derivando en una política de fichajes frustrante y en la construcción de un equipo descompensado, ayuno de calidad y enormemente frágil. Pareció un auténtico esperpento mantener los mismos centrales con los que se había descendido dos años antes, no haber solucionado el problema Ewerthon, algo que nos dejó sin un delantero con mínimo olfato de gol hasta el mes de enero, comenzar la liga sin laterales de fiar y ser incapaces de encontrar un sustituto para Uche cuando éste, a las primeras de cambio, se rompió la rodilla. La hecatombe del Zaragoza fue la crónica de una muerte anunciada y, al menos yo, llegué a Navidad con la idea de que Agapito y cía habían estado jugando a la ruleta rusa con la institución blanquilla. No eximo de culpa a Marcelino, un hombre que me parece un excelente entrenador -aunque su estilo no cuadre con el que históricamente ha definido al Real Zaragoza- y que tuvo influencia decisiva en la recuperación de la categoría, pero que pienso perdió los papeles, habló demasiado y no supo suplir las carencias del equipo con otros argumentos.
Agapito reaccionó al comenzar el año 2010 y, contra todo pronóstico, se sacó de la manga siete fichajes que han acabado siendo decisivos en la reacción del equipo. Parecía un auténtica hazaña conseguir remontar con siete titulares nuevos, pero ha sido posible; el checo Jarosik y el fogoso italiano Matteo Contini formaron un centro de la defensa perfecto, mientras el meta Roberto, cedido por el Atlético de Madrid, ha acabado siendo una de las revelaciones de la Liga; el "Chupete" Suazo y Colunga aportaron seis goles cada uno, mientras que, en menor medida, Edmilson y Eliseu también ofrecieron lo mejor de sí mismos al equipo. A partir de entonces el Zaragoza comenzó a ser un equipo reconocible, hizo incluso algunos excelentes partidos -en casa frente a Sevilla y Valencia y fuera en Getafe- y fue capaz de consumar la proeza de la permanencia. Por esta razón habrá que admitir que la empresa consiguió al final lo que pretendía y reconocer el mérito a quien tomó las decisiones de fichar y a quien con tanto acierto las ejecutó. Eso sí, no podemos cerrar los ojos a la realidad de que el equipo blanquillo también ha mostrado en esta segunda vuelta su cara más débil, teniendo actuaciones flojísimas en visitas en principio asequibles como las realizadas a Santander, Almería y Pamplona, al mismo tiempo que ha tenido la inmensa fortuna de vencer por la mínima a Deportivo de la Coruña y Español, equipos que ya no se jugaban nada, en partidos en los que casi no disparó a puerta.
Para encabezar el plan extra de salvación y tras la aparición de nombres ilustres que al parecer no se vieron capaces de sacar la nave adelante, acabó optándose por José Aurelio Gay, que como jugador prestó en su día excelentes servicios al club, pero sin experiencia alguna en primera división como entrenador. Gay nos ha hecho perder los nervios en varias ocasiones a los aficionados, con planteamientos sorprendentes, cambios de jugadores injustificados y un estilo de juego conservador hasta el extremo. Pero a este hombre, que habla como si fuera un jovencillo ingenuo e inexperto, hay que reconocerle el éxito de haber encabezado una reacción que ha salvado los muebles, ha evitado la desaparición del equipo y ha devuelto la esperanza a una afición desfondada. En su haber hay que poner, desde mi punto de vista, dos logros indiscutibles: el equipo ha estado comprometido, teniendo los jugadores la disposición adecuada para saber moverse en las tinieblas de la clasificación, algo que faltó hace dos años y acabó teniendo consecuencias funestas, y la defensa ha pasado de ser un agujero espeluznante -más de 40 goles en contra en la 1ª vuelta- a convertirse en una línea sólida que ha logrado mantener la puerta a cero en siete ocasiones, encajando un total de 19 tantos. Es indudable que José Aurelio Gay tiene gran parte del mérito de todo ésto, con la ayuda del segundo entrenador, Nayim, un hombre del que se dice ha tenido mucho que ver en la nueva actitud del equipo. Ahora se plantea la cuestión de la continuidad del mister madrileño, algo que me ofrece sentimientos encontrados, aunque por encima de todo ha de admitirse que lo que ha conseguido debe llevar, cuando menos, a reconocérsele méritos para seguir.
Aunque estoy, evidentemente, contentísimo con la salvación del equipo, no puedo evitar terminar la temporada con cierto regusto amargo: el Zaragoza ha perdido caché y respeto entre los futboleros de España, se han desteñido muchas de las señas de identidad del juego del equipo, sigo teniendo la sensación de que el club no está en buenas manos y, cerrada la nube negra de la amenaza del descenso y la desaparición, sigue rondando en el horizonte la tremenda realidad de una deuda superior a 100 millones y la intuición de que alejados los peligros deportivos, comenzarán a surgir como setas los extra-deportivos. Ojalá me equivoque, pero me parece resurgirán de la hibernacíón casos conflictivos que ahora estaban aparcados.
Lo ocurrido al Real Zaragoza me recuerda la situación de quien ha estado deshauciado por los médicos y tras una recuperación milagrosa, debe cambiar radicalmente de hábitos de vida si quiere seguir viviendo muchos años; el club del escudo del león rampante ha estado en la UCI y solamente una mezcla de fortuna y decisiones acertadas le ha salvado de la muerte; ahora tiene una segunda oportunidad, pero han de cambiarse y arreglarse muchas cosas para que no vuelva a aparecer el drama, pues de ser así mucho me temo que esta vez ya no tenga arreglo.
6 comentarios:
Mira Modestino esta es una de esas situaciones en que el corazón tiene razones que la razón no entiende...
Porque digo yo ¿ Habrá en la vida algo para un hombre capaz de darle tantos disgustos, y que le siga siendo fiel?
Y es que en cualquier otra cosa si algo os diese tantas amarguras ya habríais cambiado, pero en el fútbol es impensable...
Me vienen a la mente tres entradas tuyas; la de bailar con la mas fea... de principio de temporada, la de un libro sobre un forofo de fútbol y la de visceralidades...
Para rematar mejor la temporada, solo falta que gane el Barça el próximo domingo.
Creo sinceramente que lo más justo sería la victoria final del Barça: ha hecho con diferencia el mejor fútbol de la Liga y no sería justo que se quedará sin ningún título importante. De cualquier manera pienso que se imposible que el Valladolid pueda mojar en el Camp Nou, por mucho que se juegue en el envite.
Veronicia: soy consciente de la irracionalidad de la pasión por un equipo, muchas veces pienso que no vale la pena sufrir por algon tan banal ... pero soy un caso perdido ;).
Ves lo que te escribía ayer... pues me refería también a mi esposo que tenemos una pared del salón llena de "recuerdos de amargos goles en contra del barça" y como le leo todos los días tus entradas y los comentarios pues hoy se queja... Si es que no hay paz para las esposas de los apasionados del futbol...
Como para Modestino, para mí el fútbol es la cosa más importante de las menos importantes, y el Real Zaragoza entra dentro de la categoría de "cosa importante".
Es irracional, lo sé, pero es algo que se lleva dentro desde niño, y desgraciadamente tiene que ver más con el sufrimiento que con la alegría.
Es cierto que va más de sufrimiento que de alegría ... especialmente en algunas épocas con algunos equipos.
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