14 de octubre de 2012

Todo un trauma


Ya he hablado en otras ocasiones de mi experiencia militar; desde finales de agosto hasta principios de octubre de 1980 estuve en el C.I.R. de Rabasa (Alicante), mientras que desde el 13 de octubre hasta mediados de septiembre del año siguiente serví a la patria en el Parque de Artillería de la Calle San Vicente Martir de Valencia. A pesar de ese año seguido vistiendo el uniforme caqui y habituándome a los usos castrenses, nunca conseguí asumir la mínima marcialidad exigible, de manera que nunca fui capaz de efectuar el saludo militar con la precisión requerida, mi modo de desfilar careció siempre la pose que se pedía y en las pocas ocasiones que practicamos el tiro mi proporción de aciertos era próxima al conjunto vacío ... aún recuerdo una ocasión en la que, ya con los galones rojos de cabo en el hombro y en plena "actuación" de tiros en ráfaga, el capitán se dirigió a mí a grito pelado para decirme en modo amenazante: "caboooo, ¡¡¡estás acojonado!!!", afirmación que no se contradecía en absoluto con la realidad de mis sentimientos interiores, que por lo visto quedaban reflejados en el exterior.

Siempre tuve claro que la vida militar casaba muy poco con mi modo de ser y mis capacidades, a pesar de lo cual tuve la osadía de hacer -y aprobar con buen número- el curso de cabo; llegar a esta categoría suponía librarte de guardias en garitas, refuerzos y retenes y pudo más el deseo de olvidar para siempre los fríos y demás molestias que tales servicios suponían que la conciencia de mis limitaciones castrenses. Una vez nombrado cabo, pasabas a formar parte de la jerarquía de la guardia, por más que siempre era en el escalón más bajo y, por tanto, más susceptible de ser castigado y maltratado, pero el optimismo -o la inconsciencia- de los 22 años te movían a suponer que podrías solventar discretamente el trago.

Uno de los momentos más temidos del día de guardia era el del izar y arriar bandera, algo en lo que el cabo tenía protagonismo principal, pues se encargaba de elevar y bajar la enseña con unas cuerdas. Todo el mundo opinaba que era tarea sencilla, algo que cualquier ciudadano con dos dedos de frente podía hacer sin más problemas, aunque yo siempre pensé que se trataba precisamente de una de esas actividades manuales para la que Dios no me había dotado de pericia alguna. Efectivamente, el momento de izar bandera por vez primera -y última- en mi vida acabó siendo un numerito cuasi-circense; me puse a la tarea con los nervios de punta y desde el primer momento no di ni una, hasta el punto de que la bandera quedó enganchada en su mástil mientras el resto de la guardia presentaba armas y todo personal de uniforme que rondaba por los alrededores había de mantenerse firmes y en posición de saludo. El llamado "comandante de la guardia", un sargento 1ª honesto y buena persona, pero que no contaba entre sus cualidades el sentido del humor, la flexibilidad ni la capacidad de comprender las debilidades ajenas, iba perdiendo los estribos, hasta tener que acabar siendo él mismo el que deshiciera el entuerto para mi vergüenza y escarnio. A partir de entonces, en cada guardia negociaba con el otro cabo el que éste fuera quien se encargara de las tareas de la bandera a cambio de cubrir yo cualquier otro trabajo, por duro que fuera mientras no necesitara habilidades y destrezas personales.

18 comentarios:

Driver dijo...

Me has recordado el resumen que de mi falta de habilidad militar hizo un capitán médico.
Tras inspeccionar mis miopes ojos, más cerca de la agudeza de un rompetechos, que de la finura de un lince, y tras ponerme nervioso por la transcendencia del examen militar y derribar los objetos que sobre la mesa se extendían, me inquirió con enérgico vigor:

"¡En caso de guerra, usted sólo sirve como prisionero!"

Que zanjó para siempre mi más que infinitesimal carrera militar.

Anónimo dijo...

Y con esto paso a hablar del ejército, al que desprecio.
Que alguien sea capaz de desfilar tan campante al son de una marcha basta para que merezca mi desprecio, pues ha recibido el cerebro por error, le bastaba la médula espinal.
A. Einstein

Modestino dijo...

El servicio militar fue un tiempo en el que lo más sabio era pasar lo más desapercibido posible. Cuando menos te hicieras notar más posibilidades tenías de salir airoso.

Susana dijo...

No tenía idea de que lo de la bandera fuera tan complicado, pero si no no tendrías batallitas que contar.:) Un beso.

Modestino dijo...

Ya sabes que no hay nada tan insoportable como varios hombres hablando de su mili ;););)

No obstante, es algo con fecha de caducidad :).

paterfamilias dijo...

Mi relación con el mundo castrense se limita a una visita al Hospital Militar con un certificado médico bajo el brazo, hacerme una radiografía y volver a cabo (uy, qué bueno, "al cabo") de unos días para que me comunicaran el resultado. No apto

Anónimo dijo...

El día 12 encontré a faltar tu recuerdo a la Virgen del Pilar.
¿Estas enfadado con Ella?

Modestino dijo...

He estado fuera desde el jueves sin más acceso a internet que el móvil. No me dio tiempo de dejar programada entrda alguna sobre la Virgen del Pilar ... ando en deuda.

tomae dijo...

...por eso te gusta tanto el fútbol Modestino yo te imagino como un buen juez de linea, esos banderines no tienen mecanismos tan complejos :)

Modestino dijo...

Sí, pero al Juez de línea le puede caer, fácil, un paraguazo ...;)

que dificil la vida sin ti dijo...

¡No he dejado de sonreir mientras explicabas en el post como izabas o lo intentabas la bandera hecha un trapo por lo que deduzco ¡Muy buena anécdota jurisconsulto! Anda que vuestra generación no tiene batallitas ni nada que contar...

Gracias y un abrazo
Asun

Modestino dijo...

Batallitas unas cuantas, Asun ... Pocos meses antes del numerito de la bandera estuve presente,ven vivo y en directo, en el 23 F valenciano, cuando Milans sacó lis tanques a la calle y yo era un soldadito sorprendido y asustado.

paterfamilias dijo...

Intentaré esmerarme en mi próximo comentario. A ver si así consigo una respuesta ;-)

Modestino dijo...

El que no haya respuesta no es más que un despiste.... Siempre eres bienvenido, amigo.

Brunetti dijo...

Solo imaginarte desfilando al ritmo de los legionarios me entra la risa tonta, querido amigo.

Modestino dijo...

En el CIR me arrestaron dos días -perdonados después- por no dar el paso con la suficiente energía: "paaaaasoooo!!!", y en otra ocasión, en un paso ligero, al ver como iba derrengado un Sargento de IMEC necesitado de méritos le dijo al instructor que me diera culatazos ... algo que afortunadamente no llegó a ocurrir.

Anónimo dijo...

La batallita de tu 23F ,requiere uan entrada sola.Para que nos expliques tu peripecia

Modestino dijo...

http://modestino.blogspot.com.es/2009/02/aquel-23-de-febrero.html

la batallita estaba contada ;)

Un saludo¡¡¡¡