28 de febrero de 2011

Matrix en Madrid



La semana pasada estuve jueves u viernes en Madrid; ya se que me repito, pero no puedo dejar de decir que visitar la capi es para mí siempre una satisfacción. Además de poder saludar a viejos amigos y compañeros de profesión, cuando las reuniones terminan en torno a media tarde uno tiene la ocasión de callejear por las calles madrileñas, en esta ocasión en compañía de un amigo que tiene, entre otras, la virtud de fijarse en lugares y edificios bonitos y elegantes, algo que tiende a pasar desapercibido a un alma despistada como la mía. Y estos paseos, si los terminas con una buena cena te dejan un regusto magnífico.

Y cuando viajo a Madrid, algo que suele ocurrir varias veces al año, me cruzo con unos personajes que me llaman la atención; suelo coincidir con ellos en el AVE, en Atocha, en el Metro y en torno a los edificios de oficinas del Paseo de la Castellana, muy especialmente en los que se encuentran en las inmediaciones de Nuevos Ministerios y el Santiago Bernabeu. Son individuos jóvenes, no creo que ninguno llegue a la cuarentena y bastantes no alcanzan los treinta, que van uniformadamente vestidos con traje oscuro -generalmente negro o gris marengo-, con aires más de Milano o Dutti que de Armani o Zegna, con pantalón de base estrecha y zapato negro y más bien alargado. Tienen una enorme afición al uso del móvil y en los vagones del AVE los sueles ver dándole a la tecla del portátil, mientras que una vez salen del tren pasean su maletilla con matices de diseño.

Tengo la sensación de que estos jóvenes tienden a exhibir una actitud seria y distante, como si necesitasen ofrecer una imagen de frialdad, de distancia frente al resto del mundo. Por eso me recuerdan a "Matrix", una película que me entretuvo en su día, aunque no soy capaz de filosofar en exceso respecto a ella. Simplemente estos dinámicos aspirantes a ejecutivos me recuerdan a esos agentes de mirada glaciar y disciplina implacable que al final no eran más que representaciones ideales, una especie de creaciones artificiales.

Porque estoy seguro que cada uno de ellos,una vez pasada la jornada laboral, se despojarán de esa apariencia indefinida, de su aspecto standarizado y ejercitarán su condición de hombre de carne y hueso, de padre feliz porque el niño ya dice "papá", de soltero agobiado porque no se le pase el arroz, de ciudadano en crisis personal ante la falta de cariño humano, de individuo que se enfrenta a dramas personales o familiares o de empleado harto de las exigencias desproporcionadas de sus mandos con planteamientos de cambiar en cuanto pueda de profesión, e incluso de aspecto.

Y es que en el fondo, la anécdota no es más que una lección más: puede haber apariencias formales, apariencias extravagantes, apariencias monolíticas, ... y así hasta el infinito, pero cada tipo que te cruzas es algo más que eso: una persona, el único ser de la creación dotado de inteligencia racional y voluntad libre.


11 comentarios:

Mariapi dijo...

Modestino, siempre llevas las gafas de ver lo bueno...conozco algunos, tal como los describen, y en su vida "after", muchos siguen manteniendo el mismo estilo de distancia prepotente, pero son cosas de la edad...Gracias, buen lunes

Modestino dijo...

Esa impresión tengo yo, pero hay que dejar una puerta abierta: porque no es bueno ni justo generalizar y todos debemos de tener nuestro corazoncito.

Yo hablo desde una visión exterior, porque no conozco en exceso ese mundo.

sunsi dijo...

Observador Modestino. Me hace gracia...porque a mí también me pasa. No hay personas anónimas. Solo lo son para los que las observamos. Y las ves... y piensas cómo les irá...si son felices... si tendrán problemas de salud... o si habrá alguien que les espere cuando lleguen a casa... Tantas veces la gente no es lo que aparenta, aunque vaya disfrazada de Matrix.
Un saludo, Modestino...Feliz entrada de semana.

Modestino dijo...

Feliz entrada de semana¡¡¡, tal vez la clave sea en qué medida nos acabamos creyendo el papel que representamos en el mundo exterior.

Porque a veces interpretamos, e incluso funcionamos como si hubiera espectadores, que los hay, pero intuyo que se fijan mucho menos en nosotros de lo que pensamos.

ana dijo...

A mi siempre me ha llamado la atención esa actitud; se da en muy diferentes gremios. Es un cierto aire de prepotencia, de vanidad mezclada con e.l puro egocentrismo... y oye, qué manera de transmitir la autorrealización personal. Hasta envidia dan, porque dices, y esta, que es como yo, de dónde le vienen esos aires?????????? Lo de menos es el color del traje.

Yo muchas veces me he preguntado si vendría con el título académico... y si yo por cualquier circunstancia, a estas alturas no voy a negar que soy muy despistada, lo dejé olvidado... jajajajaja. Mira tú que despiste más tonto!!!!

Que sea una estupenda semana!!!!!

veronicia dijo...

Son creyentes de que el habito hace al monje; no reparan en vestirse como lo que intuyen es un "ejecutivo" mil veces repetido en la publicidad y en las películas para sentir que lo son. Quieren que creas que son serios, y elegantes, porque usan colores oscuros y visten caras marcas que ganan mucho porque lo llevan encima y que son importantes porque van con prisa y cara de pocos amigos... pero lo más curioso es que ante ellos se abren puertas con esa simple pose como a Moises el mar rojo!

Si Ana hay profesiones que cuando terminan la carrera automaticamente les dan el modelito matrix...

Modestino dijo...

Me da la impresión de que también los hay sometidos a presión, jóvenes que ganan cuatro duros y se ven obligados a dar una migane determinada.

tomae dijo...

...para mi traje de boda pensé comprarme un Armani, era mi ilusión (reconozco que le queda mejor a Andy García) al final opté por el clásico de pinguino..y utilicé el mismo que usó padre ... con 34 años de diferencia estaba hecho todo un dandy.

Modestino dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Modestino dijo...

El chaqué queda muy bien y nunca pasa de moda ... me parece.
Con smoking uno corre el peligro de ser cofundido con un camarero, como cuentan que le pasó a Leónidas Breznev, de quien aseguran que en una recepción pidió un vodka al rey de Lesotho.

paterfamilias dijo...

¡Y yo que creía que era el único que lo veía!

Me ha encantado la descripción de unos individuos que veo (veía) a menudo. A alguno lo llegué a conocer (eran compañeros de trabajo) y te puedo decir que eran de lo más normalito.

Siempre he imaginado que muchos de ellos serán comerciales (vete a saber de qué) y que cuando llegan a casa o el fin de semana, visten como el peor de los especímenes de extrarradio.

Jó, Tomae, yo también usé el chaqué con el que se había casado mi padre. Eso sí, tuve que hacerle algún arreglillo.